Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dimensión Espejo por Whitekaat

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, traje un poco antes el epílogo porque el viernes probalemente estaré ocupado todo el día y no podré subir el capítulo.

Traigo el final de esta historia, despuees de mucho tiempo, quiero agradecer cada comentario, cada lectura, todo en realidad. 

Quizás este sea uno de los últimos fanfics que escriba así que vendría siendo algo así como mi despedida a esta pareja, aun no lo sé, aun no lo decido del todo, pero por el momento comenzaré a dedicar un poco más de tiempo a encontrar trabajo y a comenzar una historia original en la que estoy bastante entusiasmado.

Hasta pronto a todos.

 

EPÍLOGO

 

Era ya la cuarta o quinta exhalación de aire que daba en ese día, de cierta manera le daba algo de pena y risa ver a Kanon tirado sobre el suelo tratando de recuperar su aire mientras el nuevo profesor de deportes torcía su boca en una mueca altanera, sí, le daba algo de pena su gemelo y ya que las cosas al menos ese día parecían apaciguarse decidió no intervenir ni reírse de su dolor sabiendo que aquella misma boca floja de su hermano lo había llevado a esa situación.

Estaba demostrado que a lo largo de los años ningún profesor de deporte lo hacía y que sólo se encargaba de ver a los alumnos sufrir y esta vez su hermano no pensando del todo bien, expuso su descontento con el nuevo profesor que además sería el encargado de su salón, una muy mala idea, cuando este aceptó correr por un circuito en el menor tiempo posible, dejando a Kanon como un lastimero perdedor.

El día había terminado mediamente bien, sí, había logrado conversar un poco más con Kanon, al parecer Marín era una gran candidata para empezar a entablar una mejor amistad, aún no encontraba algún club al cual ingresar pero aún quedaba un par de semanas antes de poder decidirlo, aún faltaban quince minutos para la llegada del metro y en un día algo cansador como ese su garganta se sentía sedienta.

Eligió jugo de naranja de la máquina de bebidas y se fue a sentar a una de las bancas vacías. Saga miró el cielo y sintió un aletear y seguido de ello la figura de una paloma surcar los cielos, recordó en ese momento la extraña sensación que le dejó el sueño de esa mañana y lo inútil y frustrante que era tratar de recordarlo.

Otro sonido se hizo presente, un suspiro, el geminiano pensó en ese momento que tal vez no sólo él lo llevaba difícil ese día y al girar su rostro para comprobar quien era se encontró con el rostro de su nuevo profesor que también lo miraba de vuelta con esa penetrante mirada verde.

— Que coincidencia encontrarte aquí, Saga — Su voz sonaba más grave al terminar el día fue lo primero que pensó.

— ¿Cómo está seguro que no soy Kanon? — preguntó, era un profesor nuevo, alguien quien apenas había conocido ese día y se le hacía raro que pudiese diferenciarlos a la primera a sabiendas de lo iguales que eran cuando no hablaban o no mostraban su personalidad.

— Son bastante iguales hasta que los miras a los ojos, tu ojos son más expresivos que los de Kanon, como por ejemplo ahora que luces incomodo — El mayor lo miraba con una ceja algo arqueada como si buscara de cierta forma molestarlo a propósito, una mala manera para romper el hielo a su juicio.

— Sí, nunca había cruzado más que un saludo con un profesor fuera del horario de clases — respondió, quería quitarle la mirada, porque con cada pestañeo se le hacía más intensa y abrumadora.

Después de aquella respuesta el metro hizo su aparición y con ello el fin de la charla, ambos abordaron el vagón, sentándose en la misma banca desocupada, las estaciones fueron pasando y con ella llenándose cada vez más, el como estudiante cedió su asiento a una mujer mayor, mientras que su castaño profesor se lo cedía al hombre anciano que la acompañaba, quedando nuevamente un poco más cerca de lo que Saga hubiese deseado.

En la siguiente parada subió más gente restringiendo el espacio que había entre ellos, casi podía oler el perfume que ese día usaba su profesor y ya había notado que el mayor se había quitado de su boca un par de sus cabellos sueltos que se mecían por el aire acondicionado. Tal vez ese realmente no era su día y otro suspiro nació de su boca, el tren se detuvo, las luces se apagaron por unos segundos, tiempo que basto para que la histeria momentánea de la gente comenzara a apretarlos más dejando su cuerpo encajado contra el de su maestro.

Ese perfume le estaba haciendo mal pensó, al igual que esa cercanía, sentir las palmas de sus manos chocar contra el pecho del maestro de educación física lo hacía sentir aún peor, su corazón aumentaba de ritmo generando un ruido vergonzoso que deseaba que nadie más pudiese oírlo y el calor que el otro provocaba al tacto parecía quemarle las yemas de sus dedos.

— Oye… — No se alcanzaba ver mucho en la oscuridad, a pesar de que muchas pantallas de celulares estuviesen alumbrando en la penumbra y eso no ayudaba de mucho ya que Saga no alcanzó a ver la distancia en la que estaba su cara a la del mayor provocando que al levantar su rostro sus labios y narices se rozaran, brusca y dolorosamente.

Cuando la luz volvió encontró la cara del castaño demasiado cerca, mirándolo con sorpresa, mientras él sentía sus manos heladas, sus rostro hirviendo y su corazón al borde de una arritmia.

Eso había sido lo peor que le pudo haber pasado en ese día, fue lo que repasó al bajarse del metro, ninguno de los dos dijeron nada, ni si quiera se atrevieron a excusarse ni él ni su maestro lo único que obtuvo fueron miradas furtivas entre ambos cuando habían logrado tomar distancia.

 

***°***°***

 

Saga a su quinta semana de clases creía que algún dios vengativo había escuchado sus deseos de tener un año diferente, si debía resumirlos se le haría imposible, en esas cinco semanas seis de todas las veces que se subió al metro terminó en una incómoda situación con su profesor, no tanto como la primera vez pero sí bastante cercana.

A su segunda semana había decidido entrar al club de natación de la escuela para que al segundo día por su mal dormir nocturno debido a los estudios y lo agotado que había quedado de la clase anterior de deportes terminó con los labios de su profesor en su boca llenando sus pulmones de aire y no conforme aún con eso, toparse con su semi desnudo profesor cambiando las ropas humedad que tenía por saltar a su rescate, Saga se quedó con las imágenes del apuesto profesor de deportes y con un hormigueo en sus labios que le duró hasta el lunes de la semana siguiente.

A la tercera semana ya por cansancio y esa ansiedad que ya comenzaba a desarrollar a ratos terminó descansando en la enfermería, un descanso que se vió truncado por el mismo sujeto que ocasionara ese malestar constante recibiendo un “Vaya la sirenita es ahora la bella durmiente.”, Su tono era parco, duro, hasta pareciera molesto, pero sólo bastaba mirarlo a los ojos para que el menor se diera cuenta que sólo se estaba burlando de él, una manía que el profesor Aioria había comenzado a desarrollar desde la segunda semana  y tras intercambiar un par de palabras ácidas entre ellos fueron sacados por la enfermera de la estancia al notar que Saga ya no estaba cansado y que el profesor Aioria ya había recibido su medicamento para el dolor de estómago.

La cuarta iba a tener el puesto de “vuelta a la normalidad” si no hubiese sido por la lluvia que calló ese día, el paraguas que le robó Kanon que lo obligó (debido a la circunstancias) a compartir el paraguas del castaño, caminar hasta la estación con él, compartir una plática bastante amena en la que conoció detalles de su profesor tutor, como el que tenía un hermano mayor que siempre le buscaba pareja, que tenía veintiséis año, que ese era su segundo trabajo como profesor y que al parecer la mirada del menor le traía recuerdos de un sueño que no recordaba, dejando al mayor un poco tenso después de su declaración y al menor con su pecho acelerado y sus mejillas teñidas de rojo las que buscó cubrir inútilmente entre sus cabellos azules.

Pero ya estaba en la quinta semana, había sobrevivido a los exámenes de ese día, había sobrevivido esa semana a la salida con su nuevo grupo de amigos del salón en el que estaban Marín y Kanon, que de paso tenía que aceptar que dejando de lado la mala relación que tuvieron alguna vez volvía a ser agradable tener a su gemelo compartiendo y riendo de las mismas cosas y había logrado sobrevivir al golpeteo que daba su pecho cuando el mayor de ojos verdes se le quedaba mirando por unos segundos.

Había sobrevivido a todo eso y esa última vuelta que quedaba por correr no sería la excepción, o bueno eso fue lo que pensó antes de sentir sus ojos cansados y sus pies como peso muerto. No perdió del todo su conciencia, podía sentir unas manos ásperas tocar su cuello y unos manchones castaños y otros azules cercano a él, sintió apenas el ser cargado, sabía que se movía, sabía que alguien le hablaba pero estaba demasiado somnoliento para entender o responder, sentía su piel más cálida, y si pudiese formular alguna palabra probablemente diría que lo dejaran dormir así.

Cuando sus ojos al fin pudieron enfocar algo se encontró con un blanco desagradable que le molestaba a la vista, luego enfocó el color verde de los ojos de su profesor que a pesar que se veían con un ceño de molestia/preocupación le traían mucha calma.

— A veces pienso que tenerme al borde de un colapso nervioso es tu forma de vengarte por molestarte — La mirada de Aioria se suavizó tras sus palabras, al igual que su cuerpo pareció menos tenso cuando votaba una gran cantidad de aire por su boca.

— A principio de año, pedí que mi vida escolar fuese más emocionante, creo que algún tipo de dios maligno escuchó mis suplicas, lo siento — una débil sonrisa se formó en los labios del mayor, algo que jamás creyó que vería en su estoico y serio maestro.

— Cuando está cerca de mí… me recuerda a un sueño que olvidé — Saga no lo procesó cuando lo dijo, su voz sonó lejana para Aioria como vago recuerdo que por más que buscara traerlo a él no podría, él también sentía lo mismo, es más una vez también se lo había dicho sin querer.

La cercanía entre maestro y alumno pareció disminuir y la respiración de ambos comenzaba a ser casi una sola, sus labios se tocaron con precaución aún con sus ojos abiertos para mirar el actuar del otro, cuando no hubo reacción negativa ambos se aventuraron a más, aún con el temblor en sus manos, uno por lo estúpido que estaba siendo por besar a un estudiante y el otro por recibir su primer beso de parte de un profesor, sí, porque después de aquel primer acercamiento su labios no dejaban de moverse y saborear los del otro, el calor y la necesidad que sentían sólo parecía aumentar con cada movimiento de sus bocas.

Se separaron por el sonidos de múltiples mensajes que llegaron al teléfono de Saga, Aioria caminó hasta un escritorio cercano mientras apretaba sus sienes preguntándose si debería ir a revisar su cabeza al médico por lo estúpido que había sido, por la estupidez que estaba haciendo y por aquel agradable sentimiento que se posaba en su pecho que no dejaba de causar una alegría interna que se negaba a expresar en su rostro.

Saga aún con el corazón palpitante, con su la punta de sus orejas y nariz hirviendo volteó la mirada para tomar el objeto y abrir las notificaciones del grupo que tenía con sus amigos. Los primeros mensajes preguntando como estaba, como seguía, que si no respondía en diez minutos le avisaría a sus padres (eso por parte de su hermano), y entre mensajes de suposiciones de porque se había desvanecido de esa manera, apareció una foto, una de él algo inconsciente siendo cargado en la espalda de un Aioria con una mueca demasiado tensa en su rostro y rodeados de corazones con la frase “que lindos se ven”abajo de la captura, a eso le seguían lo comentarios de burlas tanto para él, como para el profesor y con muchos mensajes de risas por parte del grupo.

Saga respondió con un escueto “estoy bien, ya desperté, idiotas.”, para luego mirar a su profesor que seguía con la mirada perdida, sintió su sonrisa curvarse al verlo tan desesperado y tentando a su suerte decidió hablar.

— No sabía que podía sentir ese tipo de emoción profesor — había roto el hielo molestando un poco de paso al mayor que lo miró directamente a sus ojos y mientras veía que una de sus cejas se curvaba, sabía que su boca nuevamente lo había traicionado.

— Y eso que aún no te he mostrado lo “emotivo” que puedo llegar a ser… — Si, era oficial se dijo así mismo el castaño, había perdido la cabeza por completo, cuando siguió el jugueteo coqueto de su alumno, cuando se aproximó hasta la camilla, cuando puso una de sus manos en su barbilla y lo volvió a besar robándole el aliento que había logrado recuperar luego de su anterior acercamiento.

Saga se atrevió a rodar el cuello del moreno con sus manos mientras que el otro hundía una de sus palmas contra el colchón para no perder el equilibrio, ambos volvieron a sentir aquel recuerdo olvidado, ambos sentían esa extraña necesidad de decir alguna otra palabra que jamás llegó a salir de sus bocas y ambos desearon en ese momento que el año escolar siguiera siendo así de interesante.

 

FIN

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).