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Joey´s Pizza por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Advertencia 

Este capítulo contiene interacción sexual entre dos de los personajes.

 

Si no te gusta, no lo leas.

 

 

 

Amor para todos!

 


Eran las 10:40 de la noche. La verdad era que casi nunca salía tan tarde de la corporación, pero entre un pendiente y otro se había alargado el día.


Era una noche fresca. Seto llevaba un ligero saco para no pasar frío. Disfrutaba de caminar hacia su casa, y a la vez estaba emocionado y algo ansioso.


Sabía que vería a Joey afuera de su casa. El mensaje se lo había transmitido.


Supuso que como Joey no sabía dónde trabajaba, por eso había empleado ese recurso.


Solo deseaba que no se hubiera ido ya, pues era tarde.


Por un lado, tenía ganas de correr hacia su mansión, en busca del rubio. Pero por otro lado, y gracias a su lado racional, estaba disfrutando mucho su paseo nocturno.


A un par de cuadras de distancia, logró vislumbrar la silueta del rubio, recargado en una pared. Era evidente que lo estaba esperando. Y él sonrió, feliz de ir a su encuentro.


A tan solo unos pasos de él, pudo distinguir que el rubio lo observaba fijamente.


-Cuánto tiempo llevas observándome?- le dijo a manera de saludo.


-Solo desde que pude distinguir que venías- el rubio estaba con su típica y característica sonrisa.


-Y cómo sabías que era yo quien venía?- el castaño se paró frente a él, estirando su mano hacia la pared, y dejando al rubio en medio.


Kaiba se veía como todo un seductor.


-No es difícil reconocerte. Sobresales aunque haya una multitud- los ojos del rubio brillaron y Seto se acercó a besarlo.


Fue Kaiba quien marcó el ritmo esta vez, pues lo tenía contra la pared. El rubio solo se dejaba hacer, difrutando.


-Te he extrañado- dijo el rubio cuando se separaron.


Kaiba sonrió y lo jaló para abrazarlo.


-Yo también- eran palabras simples, sencillas, y cargadas de sentimientos y emociones.


-Vamos adentro- dijo el castaño al separarse, más como una órden que como pregunta.


-Con una condición- la postura del pizzero sorprendió al empresario.


-Cúal?-


-Solo al jardín. No entraré a la casa- a Seto le extrañó lo que dijo el rubio.


-Y puedo saber por qué?- el pjiazul era curioso por naturaleza.


-Es simple. Si entro ahí, será aún más difícil salir- la sonrisa del rubio no se borraba. Y Seto entendió a la perfección a que se refería.


-Vamos a caminar al jardín entonces- el castañó tomó al rubio de la mano, y así caminaron un rato por los jardines de la mansión.


Iban en silencio. Tan solo disfrutaban de caminar juntos y de la fresca noche. Un poco más adelante, encontraron un árbol que les agradó a los dos, y se sentaron al pie de él.


-Que bella noche- decía el rubio mientras veía las estrellas.


-Sí, lo es- el castaño estaba más relajado que de costumbre. Se tumbó en el pasto con las manos detrás de la cabeza, disfrutando el momento.


-Por cierto, cómo te fue con el chef Tristan?- Seto recordó que había trabajado con él.


-Me fue muy bien. Aprendí mucho. Y aunque es un excelente chef, es un ogro en la cocina- el rubio rió bajito y Seto sonrió.


-Si fue para tu provecho, me da gusto- y era sincero en sus palabras.


-Gracias. Pero no creas que nada más he venido porque quería verte- eso extrañó al castaño, y puso los codos sobre el pasto, quedando medio acostado.


-Entonces?- Joey se volteó, aún sentado.


-Lo que pasa es que esta tarde estuve con Mokuba- eso sí que sorprendió mucho al castaño, quien de inmediato se sentó.


-Mokuba? En serio? Cómo está? Dónde lo viste?- se notaba la preocupación del ojiazul por su hermanito.


-Calma, él está bien. De hecho lo vi muy bien. El chico con el que se está quedando me contactó por teléfono y me pidió que fuera a verlo- eso descolocó al castaño.


-Noah? Y por qué te pidió a ti que fueras a verlo? Cada vez que le he dicho que yo quiero ir, me dice que no- había molestia en la voz del CEO.


-Es un chico inteligente, y es buen terapeuta. Supongo que si te ha dicho eso, es por algo. Y creo que es mejor que le hagas caso- la mirada de Joey estaba sobre la de Seto.


-Pues no me agrada que Mokuba este allá y no acá. Puedo entender que está pasando por momentos difíciles, pero no estoy seguro de que lo mejor sea estar alejado de mí- con sus palabras, el CEO denotaba un gran amor por su hermanito, así como una tendencia a la sobreprotección.


-Entiendo a que te refieres. Pero si te soy sincero, lo vi muy bien. La última vez que vine a verlo, hasta le noté una mirada rara. Su manera de hablar y todo estaba como apagada. Supongo que fue por lo que le pasó. Pero hoy que lo vi me sorprendí. Vi al Mokuba de antes, pero hay algo diferente en él. Su mirada brilla un poco más- Seto pensó un momento en las palabras del rubio.


-Se lo dije a Atemu, ese chico Noah y mi hermano terminarán juntos- Seto volvió a recostarse en el pasto.


-Pues si eso hace que Mokuba recupere su confianza y esté más estable, que mejor, no?- Kaiba bufó, y Joey rió ante eso.


-Quería venir a decirte que estes tranquilo, porque Mokuba en verdad esta bien. Noah lo cuida, y con la experiencia que tiene, no creo que pueda estar en un lugar mejor- Seto no dijo nada, tan solo suspiró.


-Y hay algo más- de nuevo captó la atención del ojiazul.


-Qué?- Joey giró su cuerpo para ver de frente al castaño, que seguía recostado, esta vez con su cabeza girada para ver al rubio.


-Quiero invitarte a comer- el castaño creyó no haber escuchado bien.


-Cómo dices?- no todos los días el chico apuesto que te gusta te invita a salir.


-Que he venido principalmente a invitarte a comer, y quiero saber qué día estás disponible- los ojos del rubio irradiaban felicidad.


-Sabes que para conseguir una cita conmigo necesitas agendar con 2 meses de anticipación?- ahí va el orgullo Kaiba. Por un momento, Seto se olvidó de que para Joey no era Kaiba, solo era Seto.


-Lo sé, pero pensé que tendrías un trato preferencial para mí- la sonrisa que le dedicó Joey, y la voz con la que le habló, eran casi seductoras.


Seto sonrió pícaro y decidió seguir el juego.


-Y por qué haría yo eso?- entonces el rubio avanzó y se puso encima de él a gatas. Se veían a los ojos.


-Pues porque soy tu socio- era la primera vez que Joey se expresaba de si mismo como socio de Seto.


-Sabes que tengo muchísimos socios?- el ojiazul estaba en una posición vulnerable ante Joey, y al contrario de lo que pensaría, se sentía bien con eso.


-Ah sí? Y a todos los socios les permites esto?- la voz de Joey fue algo ronca, y de inmediato fleionó sus brazos para besarlo.


El castaño se dejó hacer.


Joey se recostó sobre Seto, dejando caer todo su peso sobre él, sosteniéndose nada ma´s con sus antebrazos a los lados del perfecto cuerpo del castaño.


El beso fue tomando más y más intensidad, hasta que se separaron.


-Tienes razón, no a todos les permito que hagan eso- la voz del CEO era ronca y profunda.


-Entonces? Qué dices? Cuándo estás libre para mí?- Por unos momentos Seto pensó que había un doble sentido en esa última pregunta.


Y siendo sincero, le gustaba eso.


Repasó mentalmente sus planes para los próximos días, y se dio cuenta de que era la oportunidad perfecta.


-Estaré libre hasta el domingo. Pero solo aceptaré con una condición- el CEO estaba invirtiendo los papeles. Y Joey era un juguetón de primera.


Se acercó a su oído y susurró.


-Ah sí? Y cuál es?- esa voz sonó tan sensual, que Seto se dio cuenta de que estuvo a punto de gemir tan solo de escucharlo.


La respiración del CEO se empezó a acelerar.


-Que después de comer me acompañes a unos asuntos- el castaño no podía ver los gestos del pizzero.


-Y de qué clase de asuntos estamos hablando?- seguía susurrando al oído del ojiazul.


-Oh, eso ya lo sabrás en su momento- el castaño puso sus manos en acción, y acerco los labios de Joey a los suyos, para darle un beso mucho más profundo y caliente que los anteriores.


El rubio no solo se dejaba hacer, sino que era muy participativo en ello.


De un momento a otro, el rubio terminó el beso, y abrazó al castaño que también lo abrazó.


-Ya me voy- la respiración de ambos estaba muy agitada, y fue el turno del castaño de susurrarle al oído.


-No te vayas. Quédate- era casi como una súplica.


La verdad era que ambos se habían excitado con los besos previos, y era notorio.


El pizzero elevó su cabeza y junto sus narices.


-No. Debo irme- estaba por levantarse, cuando Seto, de una manera inesperada, lo abrazó y rodó para quedar encima del rubio.


-Vamos, quédate esta noche- claro que ahí había un doble sentido implícito.


Joey no borró ni por un momento sus sonrisa. Le encantaba todo lo que estaba pasando.


-No, no puedo. Debo irme, Yugi me espera- esa escusa era más barata que los juguetes chinos de la tienda de la esquina.


-Y si me encargo de que le avisen a Yugi que te quedarás?- Seto empezó a besar toda la cara del rubio, besitos por aquí y por allá, y fue al cuello. Le dio unas mordidas suaves, suficientes para sentirlo sin lastimarlo.


A la par de eso, metió una mano bajo la playera de Joey, acariciando su pecho.


Joey se sentía tan bien. Pero sabía que no debía desviarse.


-Seto, nada me gustaría más que quedarme esta noche contigo y seguir con esto, pero debo irme- esto lo decía con los ojos cerrados, disfrutando las caricias del CEO.


El castaño suspiró resignado. Estaba perdiendo, y él no estaba acostumbrado a eso.


-Si te gustaría quedarte, entonces hazlo- la voz del ojiazul era casi suplicante.


-Es que no puedo. No todavía. Pero si eres paciente, te prometo que pronto pasaremos una noche juntos- había algo detrás de esas palabras. Seto pudo distinguirlo, pero no pudo deducir de qué se trataba.


De cualquier manera, no lo iba a forzar si Joey no quería. Y de una manera sorpresiva, mientras pensaba, fue girado para quedar debajo del rubio.


Joey sonrió. Y Seto no pudo evitar sonteirle de vuelta.


-Esta bien, tú ganas. Pero me debes esta- los labios del ojiazul fueron atrapados en un húmedo, caliente y cachondo beso.


Y cuando se terminó, Joey se puso de pie y caminó hacia la entrada.


Seto se sentó a ver cómo se iba. Joey caminaba de espaldas para poder verlo, y a unos metros le gritó.


-Te veo el domingo. Te esperaré acá afuera, avísame con Yami a qué hora puedes- Joey se dio media vuelta y siguió su camino. Pero antes de poder perderlo de vista, se detuvo. Volteó la cabeza para ver a Seto, y gritó una vez más.


-Y no te preocupes, te lo pagaré hasta con intereses- por un momento Seto no supo a que se refería, hasta que cayó en cuenta que él le había dicho que se la debía.


Estaba seguro que estaba sonriendo como idiota a media noche en el jardín de su mansión.


Así que se levantó y se fue adentro, dispuesto a descansar, sintiendose más tranquilo al saber que su hermanito estaba bien, y en buenas manos.


 


 


 


Era sábado.


En un balcón en medio de la ciudad, un par de chicos disfrutaban del frío de la noche.


En un cómodo sillón estaban Noah abrazando la espalda del pelinegro, lo que le ayudaba a calentar su desnudo torso, mientras veían las estrellas.


Era un momento muy íntimo.


Ambos charlaban de cualquier cosa, conociendose mejor.


-Mi hermano siempre ha sido sobre protector conmigo, ya te lo he dicho. Pero llegó un punto en donde me tuvo que prohibir salir porque yo estaba en una etapa difícil- a Mokuba le apenaba hablar de sus momentos más oscuros, pero la confianza que Noah le transmitía lo hacía fuerte.


-Todos tenemos momentos oscuros Mokuba. Aquí lo importante es que no los niegues, sino que aprendas de ellos para que no los vuelvas a repetir- el pelinegro reflexionó un poco esas palabras.


-Supongo que es cierto. Es solo que hay cosas de mí que aún no sabes y quizás hagan que te alejes de mí cuando las sepas- el pelinegro bajó la cabeza, pero sintió como los brazos del peliverde lo apretaban más.


-Es lo que te digo. Cómo puedo yo aceptar algo de ti que tú mismo rechazas?- el Kaiba suspiró.


-Cómo puedo aceptar algo que es en verdad malo?- Noah besó sus cabellos, y recargó su barbilla en la cabeza del más bajo.


-No hay nada lo suficientemente fuerte que te haga rechazarte a ti mismo. Porque todas esas vivencias, por más horribles o tristes que sean, te hacen lo que eres ahora. Si logras entender eso, podrás lograr amarte a ti mismo. Y si logras amarte a ti mismo, lograrás tener una vida más plena- Mokuba suspiró de nuevo.


-Suena más fácil de lo que en verdad es- la voz del Kaiba era casi depresiva.


-No importa si es fácil o no, sino que en verdad vale la pena- ambos se quedaron así, en silencio. Compartiendo su compañia y su respiración.


Sin decir nada más, Noah empezó a darle besos a Mokuba en el cabello, de una manera muy suave y cariñosa.


Poco a poco, fue haciendo un camino de besos hasta la oreja del otro. Mokuba cerró los ojos y se dedicó a disfrutar de las sensaciones.


Noah siguió hasta la mejilla del Kaiba, y luego se fue a su cuello.


Mokuba suspiraba, enfocándose en todas las sensaciones en su cuerpo. Noah le hacía sentir tantas cosas.


De una manera involuntaria soltó un gemido al sentir como Noah le mordía el cuello con un poco de fuerza. Él inclinó su cabeza para dejarlo hacer, y el peliverde empezó a besar y morder todo lo que podía.


Sin dejar de abrazar al Kaiba, Noah metió su mano izquierda por debajo de la camisa que traía el menor. Comenzó a acariciar su pecho mientras seguía mordiendo, lamiendo y besando su cuello.


-Noah...- los gemidos del pelinegro era cada vez más fuertes.


-Shhh, no grites. Acaso quieres que te escuche toda la cuadra? Recuerda que estamos aquí afuera- la voz del peliverde era muy sensual.


El miembro del Kaiba estaba despertando, y lo hacía a pasos agigantados.


De una manera muy hábil, Noah desabrochó el estorboso pantalón de Mokuba, y con su mano derecha lo bajó un poco, con todo y ropa interior. Lo suficiente para que se asomora su erección.


Empezó a estimularla con movimientos certeros y firmes, y de una manera tortuosamente lenta, sin dejar de atender su cuello ni un momento.


Mokuba estaba extasiado.


Por supuesto que no era la primera vez que alguien le hacía ese tipo de cosas. Pero era tan diferente. Duke nunca le había puesto esa atención que le brindaba Noah.


Empezó a sentir como Noah aceleraba el ritmo de su mano.


-Noah... si sigues... así... yo voy... a...- no pudo continuar la frase ya que sus labios fueron atrapados por los de su amigo. Y fue al mismo tiempo que Noah aumentó la velocidad de una manera frenética.


El beso ahogó el grito del orgasmo de Mokuba.


El pecho del pelinegro subía y bajaba con rapidez.


Noah siguió con su labor de depositar suaves besos en el cabello del pelinegro.


-Que hay de ti?- la voz del pelinegro aún estaba algo alterada.


-Estaré bien- para Mokuba era evidente la excitación de quien lo abrazaba, y no quería dejarlo sin atención. Quería ser recíproco.


Se enderezó un poco, soltándose del abrazo de Noah. Volteó a verlo y le pareció en verdad hermoso. Se inclinó y lo besó.


Un beso cargado de sentimientos.


Con suavidad y firmeza a la vez, recostó a Noah en el sillón, y le bajó el pantalón.


El peliverde estaba extasiado.


Mokuba introdujo el ya muy despierto miembro de Noah a su boca, y comenzó a darle placer.


Subía y bajaba con agilidad, ejerciendo la presión correcta para tener a Noah gimiendo a muy alto volumen, y como flotando entre las nubes.


No pasó mucho tiempo para que el peliverde se viniera en la boca del Kaiba, quien tragó todo el semen.


Con la respiración agitada y aún recostado, Noah jaló a Mokuba para darle un suave, tierno y húmedo beso.


Después, se quedaron acostados uno encima del otro, abrazados y disfrutando de la presencia del otro.


No necesitaron decirse palabras para expresar lo que ya habían dicho con acciones.


Y así se quedaron dormidos, con solo el cobijo del otro como protección del frío de la noche.

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!


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