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Joey´s Pizza por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Uno más, chicos y chicas, con mucho cariño y esperando que lo sigan disfrutando.

Y aquí viene lo que todos estabamos esperando, el tan ansiado cítrico entre los protagonistas, y tal vez entre alguien más también.

 

Amor para todos!

 


Eran casi las 9 de la noche y estaba todo oscuro.


Joey se paró frente a la nueva pizzería a admirar un poco la fachada. La verdad es que estaba irreconocible. Pero les había quedado genial.


Puso las cosas que traía en las manos en el suelo, y abrió.


Atravesó todo el lugar hasta llegar al departamento.


Aún estaba sorprendido con el regalo del castaño, pero estaba profundamente agradecido, pues en realidad nunca había tenido un lugar al cual llamar hogar.


Los años que había vivido con su padre habían sido muy duros para él, y aunque ahora sabía que lo habían convertido en lo que ahora era, eso no desaparecía las amargas experiencias que había vivido en su infancia. Y no podía ni hablar cuando todavía estaba su madre, pues casi no tenía recuerdos de esa época.


Jaló la cuerda que bajaba las escaleras a su lugar y subió.


El lugar estaba todo apagado.


-Supongo que no ha llegado- un poco desilusionado, y muy cargado, se acercó a un sillón a dejar todo lo que traía.


Y justo cuando liberó sus manos de la pesada carga, se enderezó un poco y sintió unos brazos que lo rodeaban por la cintura y el pecho, y una voz le susurró al oído.


-A quién esperas cachorro?- la voz de Seto era sensual, incitándolo.


Joey sentía que el corazón le iba a salir por la garganta, lo había asustado mucho.


-A un idiota que no sabe prender las luces y se divierte asustándome- el CEO rió un lamió la oreja del rubio, quien se estremeció al sentirlo.


Con un movimiento ágil, Seto volteó al menos alto y le dio un beso fogoso, cargado de excitación y calentura.


Joey estaba fascinado. Todo el susto se convirtió en adrenalina y excitación.


El rubio tomó la iniciativa, y dio unos pasos hasta dejar a Seto contra una pared.


Se separó de sus labios y comenzó a morder su cuello, mientras sus traviesas manos se colaban por dentro de su camisa, llevándo al Kaiba en un viaje del cual no quería retornar.


Seto, acostumbrado a tener el control en todo, estaba fascinado con el rubio rebelde que le encantaba llevarle la contraria.


Fue por lo mismo que se dejó hacer.


Con movimientos certeros, el pizzero abrió la camisa del castaño y recorrió su pecho a lamidas, mordidas y besos. Puso especial atención en los pezones, y con eso hizo que el ojiazul empezara a gemir.


Mientras atendía su deliciosa piel, fue desabrochando el cinturón y los finos pantalones del ojiazul, y cuando metió la mano para acariciarlo, Seto Kaiba rozó el paraiso.


Joey bajó una rodilla al suelo, y también bajó los pantalones del más alto hasta sus tobillos, junto con su ropa interior.


Por unos instantes, el CEO vio como Joey se devoraba su hombría con la mirada, para pasar a hacerlo literalmente.


El castaño gemía como nunca.


Una parte de él quería separar a Joey, por que si no todo terminaría pronto. Pero otra parte de él estaba disfrutando las atenciones del rubio, que no quería que se detuviera ni un segundo.


-Ahh...ahh!!!- era inevitable, Seto se vino en la boca de Joey, cerrando los ojos y viajando por las nubes, miesntras que el rubio tragó todo sin dudarlo.


Un sudoroso Seto Kaiba estaba extasiado. Cómo era que dejaba que ese chico rubio y revoltoso tomara las riendas de la situación?


Eso era como un golpe a su ego. Debía hacer algo para cambiarlo.


Abrió los ojos y se encontró con la imagen más erótica que jamás pudo imaginar. En la penumbra de la sala, pudo distinguir como Joey en algún momento se había librado de su pantalones, y estaba tumbado boca arriba masturbándose.


Seto se quitó toda su ropa y se acercó a él. El pizzero aún no notaba su cercanía, y lo hizo hasta que Seto lo besó.


Kaiba se puso sobre él mientras lo besaba, y detuvo las dos manos del rubio por encima de su cabeza. No quería que esto terminara tan pronto.


Su hombría volvía a despertar. Aunque en realidad no se le había pasado la excitación, ni viniéndose.


Tan solo ver a Joey le hacía tener los más excitantes deseos y sueños húmedos.


Dejó su boca para lamer su oreja.


Por su lado, el rubio estaba en el séptimo cielo. Era tantas las sensaciones placenteras, que sentía que se podía venir en cualquier momento. Pero debía aguantar, pues ya se había propuesto llevar esto hasta el final.


Desaprovechar la oportunidad de estar con Seto? Nunca.


-Tienes experiencia cachorro?- esa voz que lo calentaba tanto lo hizo gemir. Y todo sonrojado le contestó.


-No, esta es mi primera vez- la cabeza de Seto explotó. La primera vez del cachorro? Pero si parecía que tenía bastante experiencia.


No supo por qué, pero saber que él sería el primero lo excitó aún más.


-Entonces vamos a un lugar más cómodo- Seto volvió a besarlo, y después lo ayudó a levantarse.


Entre besos y caricias llegaron hasta la habitación, y se tumbaron en la cama. Antes de que Joey fuera aplastado por Seto, se levantó un momento.


-Espera aquí- Seto hizo caso y se acostó en la cama. Nunca se había sentido tan caliente con alguien. No es que fuera su primera vez, ni mucho menos, pero en definitiva era diferente.


Cuando Joey regresó a la habitación, prendió la lampara pequeña del buró y puso algo ahí. De pie junto a la cama, se dio un tiempo para observar a detalle al castaño. Era extasiante tan solo verlo.


-Te gusta lo que ves cachorro?- la sonrisa de Seto era incitante. Todo en él lo era.


-Más de lo que puedes si quiera imaginar. Eres un sueño hecho realidad- las palabras sorprendieron al ojiazul.


Seto se sentó en la cama, e invitó al otro a hacer lo mismo. Uno frente al otro, se besaron de nuevo, pero esta vez fue más lento. Era como si se estuvieran probando, saboreando cada rincón del otro, conociendose a través de la boca.


La ya alta temperatura fue subiendo cada vez un poquito más, y Seto jaló al rubio para que quedara boca arriba en la cama. Éste lo observaba con una sonrisa y una mirada cargada de sentimientos.


Seto se acostó encima de él, y el juego empezó de nuevo. Kaiba sabía que para hacer de esto una experiencia agradable para el pizzero, debía prepararlo muy bien, por más impaciente que se sintiera.


-Mira lo que traje- Joey señaló lo que había puesto en el buró, y Seto sonrió algo sorprendido.


-Que tramabas al traer eso contigo, cachorro?- un botecito de lubricante fue tomado por el castaño, quien se lo untó en sus dedos.


-Y tú qué crees? No lo traje para coci...-la boca del ojiazul calló la del rubio con otro beso, y a la par de eso, un dedo empezó a tentar la entrada del rubio, para luego atravesarla con cuidado.


El rubio gimió en la boca del castaño.


Seto empezó a abrir espacio en el pizzero, y luego introdujo otro dedo más.


-Te duele?- el castaño estaba siendo paciente y cuidadoso, pero era la primera vez de Joey, debía ir muy despacio si no quería dejarle un mal recuerdo.


El rubio no le contestó, no podía hacerlo. No podía dejar de gemir.


Para cuando metió el tercero, Joey se sentía a punto de explotar.


-Ya... ya por favor... métete ya...- la respiración de Joey era la de un maratonista corriendo el kilómetro 42.


Seto se dedicaba a abrir más la estrecha entrada de su cachorro, y a observar sus reacciones con todo lo que estaba pasando.


-Si no estás bien lubricado, te podría lastimar, y no quiero eso- el rubio gimió muy alto.


-Vamos, entra. Quiero sentirte Seto- Joey abrió los ojos, e hizo contacto visual con el castaño.


Había puro fuego en los ojos de los dos.


Seto lo besó, le subió las rodillas a sus hombros, se puso un poco de lubricante, y se posicionó en su entrada.


-Cachorro, si te duele demasiado dime, y me detendré- Joey no respondió. Tan solo movió las caderas incitándolo a continuar.


Poco a poco fue abriéndose paso en la estrechez del pizzero. Cuando estuvo adentro, se detuvo.


Joey soltó un par de lágrimas, era evidente que le dolía. Seto tenía que hacer acopio de todo su autocontrol para no perderse en el vaivén del placer dentro de ese delicioso cuerpo.


Un minuto después, Joey aún no abría los ojos, y el castaño no lo veía más relajado.


-Cachorro, voy a sali...-


-No te atrevas a salirte. Solo dame un momento- el rubio seguía sin abrir los ojos, pero su hombría seguía despierta, así que Seto decidió darle atención. Tal vez de esa manera el rubio podría centrarse más en sensaciones placenteras que dolorosas.


-Aahh...- un gemido de parte del rubio lo invitó a continuar. Salió un poco del cuerpo de Joey, para empujar y entrar de nuevo. Aunque el lubricante hacía las cosas más fáciles, lo estrecho de Joey era increíble.


La entrada del rubio apretaba la hombría de Seto de una manera deliciosa, y ahora que el rubio estaba gimiendo, todo era mejor.


Le encantaba ver a ese cachorro rebelde todo excitado, gimiendo y gritando por tenerlo dentro.


-Seto... Seto... Set... Aaaahhhh, más, MÁS!- Joey empezó a gritar por más, y Seto estaba más que dispuesto a dárselo.


Quitó la mano de su hombría y lo agarró de los hombros, para poder tener más velocidad y profundidad.


Parecía que podría partir en dos al rubio de lo fuerte que le estaba dando. Y Joey tan solo disfrutaba a más no poder.


No tardaron en llegar al clímax.


El primero fue el rubio, lleno de sensaciones, y un par de estocadas más tarde, Seto empezó a descargar su semilla en el interior del rubio.


Lo único que se podía escuchar eran sus respiraciones agitadas.


El castaño bajó las piernas del rubio a la cama para que pudiera relajarse. Aún en su interior, Seto empezó a acariciar el rostro del rubio, quien por fin había abierto los ojos.


Poco a poco y con suavidad, Seto salió de ese cálido interior. Sin decir nada fue al baño a limpiarse, y cuando regresó a la cama, unos brazos estirados lo esperaban, invitándolo a acostarse junto al dueño de estos.


Seto le sonrió al cachorro, quien le sonreía desde antes.


-Eres delicioso cachorro- le dijo mientras lo besaba, y luego la jaló para que acostara en su pecho.


Las respiraciones fueron normálizandose, y fue el rubio quien rompió el silencio.


-Seto- lo llamó mientras giró su cabeza para verlo a los ojos. Seguía acostado encima de él, y Seto jugaba con su cabello.


-Dime cachorro- en verdad Joey ya se estaba acostumbrando al apodo canino.


-Muchas gracias- le sonrió de una manera tierna. Seto le dio un beso en la frente.


-No tienes nada que agradecer, puedes estar seguro de que no miento cuando te digo que fue un placer- y así se quedaron. Cansados, sudorosos, pegajosos, y sobre todo felices de estar compartiendo ese momento.


Y sin saber cuando, se quedaron profundamente dormidos.


 


 


Era media noche, y Mokuba no podía dormir. Trataba de no moverse mucho para no despertar a su compañero, pero nomás no podía conciliar el sueño.


Después de quien sabe cuánto tiempo, decidió levantarse por un vaso de agua. Se puso su playera y se dirigió a la cocina.


Ahí tomó un pan dulce de los de la panadería, y se dedicó a disfrutarlo.


-Por culpa de Noah engordaré. Este pan esta buenísimo- no es que fuera algo fuera de lo común, era una simpe concha de dulce. Pero la textura y la suavidad que tenían, no lo había encontrado en otro pan.


-No te preocupes, te verás lindo aún gordito- el pelinegro se sobresaltó, y volteó a la puerta, encontrándose con un Noah en boxers con cara de adormilado.


-Wow- fue mera reacción, puro instinto el que le hizo hacer esa expresión, y al instante se sonrojo de una manera violenta.


Noah le sonrió pícaro, le encantaba la faceta penosa de Mokuba, esa que ya no se asomaba tanto porque iba recuperándose poco a poco.


El peliverde se acercó a la mesa y puso una silla junto al Kaiba. Levantó su mano y acarició la mejilla del pelinegro.


-Estás algo azucarado- Mokuba pensó que iba a tomar una servilleta para limpiarlo, pero en vez de eso el peliverde lo besó y lamió por donde estaba embarrado.


Cuando se separaron, Mokuba aún tenía los ojos cerrados. Cuando los abrió, vio en Noah una mirada que nunca le había visto.


Ya habían tenido más de un encuentro sexual, sin culminar el acto con penetración, solo dándose placer entre ellos.


Pero esa mirada era tan sugerente, tan caliente... que le generó al Kaiba ganas de gemir solo de verlo.


Noah lo tomó de la mano.


-Ven conmigo, vamos a un lugar más cómodo- se paró y se lo llevó a la sala, en donde Noah se sentó e hizo que Mokuba se sentara encima de él, con las piernas abiertas.


Sus rostros estaban muy cerca, y podían sentir la respiración del otro.


-Eres tan hermoso- Noah tenía una tendencia a romántico muy fuerte, y que solo mostraba cuando estaban solos, y Mokuba amaba eso. El pelinegro se acercó y lo besó.


Fue un beso suave al principio, pero conforme pasaban los segundos, se iba haciendo más y más intenso.


Las lenguas entrelazadas, las respiraciones agitadas, las manos recorriendo el cuerpo del otro, todo eso estaba haciendo que Mokuba realmente se excitara.


Puso las manos en los hombros del peliverde que tanto le gustaba, y dejó su boca para morder su cuello. Lo hizo fuerte, y Noah gimió con fuerza mientras apretaba el trasero del Kaiba.


Mientras Mokuba besaba todo lo que podía, Noah aprovechó para meter una mano en el boxer del pelinegro y comenzar a acariciar su entrada.


Mokuba tuvo que separarse de la piel de Noah para gemir ante semejante atrevimiento.


Con su otra mano, Noah lo tomó de la nuca y juntó sus frentes. Podía ver que el pelinegro estaba muy excitado. Igual que él.


-Mokuba, te deseo- la voz de Noah era ago ronca, pero Mokuba la sintió cargada de sentimientos.


-Yo... yo tam... bién... ahhhh- no había acabado de decir su respuesta cuando ya sentía como un dedo lo atravesaba.


Le siguió un segundo, y un tercero, y cuando Mokuba pensó que se vendría antes de siquiera ser poseído por el peliverde, sintió como Noah retiró sus dedos.


-Quítate esto, estorba- le dijo con una sonrisa traviesa, señalando sus boxers. Mokuba se los quitó junto con su playera, y Noah hizo lo mismo, para volver a la posición de antes.


Noah se sentó y acomodó a Mokuba encima de él.


Cuando el Kaiba se sintió en la posición correcta, se dejó caer con fuerza, arrancando un gran y fuerte gemido del peliverde.


-Eres... un total... salvaje- Noah le tomó las caderas y lo empezó a mover, generando sensaciones placenteras para ambos.


-Eso... ahh, eso te gusta...- el movimiento entre ambos muchachos era cada vez más profundo y rápido, Mokuba cadereando y Noah ayudándole a llegar más profundo.


-No, de... hecho me.... mmm... me encanta- Noah le empezó a dar más fuerte, y fue Mokuba quien empezó a gritar, extasiado.


Era cierto que lo había hecho muchas veces con Duke, pero nunca había sentido el nivel de calentura o placer que sentía ahorita.


-Bésame- le dijo/ordenó Noah, y sin dudarlo ni un segundo, se acercó a devorar la boca del peliverde.


Más duro, más profundo.


Las estocadas se volvieron frenéticas, y Mokuba se separó para gritar mientras se derramaba entre los dos, apretando el miembro de Noah y haciendo que él se viniera en sus entrañas.


Se quedaron un rato así, sin moverse. Sólo tratando de normalizar su respiración.


Noah lo abrazó, y empezó a depositarle besos suaves y tiernos en toda la cara.


Mokuba rió suavecito.


-Me haces cosquillas- y fue callado con la boca de Noah en un profundo beso. Luego el peliverde le susurró al oído.


-Quiero causarte mucho más que eso- y lamió su oreja, causando un estremecimiento en el Kaiba.


Poco a poco las cosas se fueron calentando cada vez más.


Mokuba perdió la cuenta de cuántas veces lo hicieron esa noche. Solo se dio cuenta de que Noah era un verdadero animal salvaje en la cama, y vaya que eso le encantó.


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!


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