Pasado, Parte III.
Lo que quería proteger.
TDBW.
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— ¡Obtendré ese libro también y no serás nada!
— ¡Sobre mi cadáver!
La pelea comenzó de nuevo. Pero esta vez ambos hombres daban todo de sí tras cada golpe, caían y se levantaban en cuestión de segundos, tan solo para continuar con las feroces arremetidas. Ambos libros al lado de cada uno, el rey oscuro se veía ya algo exhausto, con sus ropajes rotos y diversas heridas en todo su cuerpo. Seth tomo ventaja el verle tendido en el suelo, escupiendo sangre, viéndole con indiferencia.
—Hasta aquí llego tu maldad…
Iba a incorporarse, sin embargo le pateo con fuerza el pecho, dejando su pierna ahí mientras lo miraba con furia, recordando cómo había destruido a todos hace tiempo, viéndole de la misma manera que él lo había hecho muchos años atrás. A su costado, una espada apareció. Con la empuñadura de un color verde brillante, viendo sus propios ojos indiferentes en la filosa hoja dorada.
— ¡Seth!
— ¿¡Eryx!?
— ¡Dijiste que vendrías a charlar con el enemigo, no a matarle!
Vio aquellas hermosas gemas bañadas en lágrimas, mirando nuevamente su reflejo en la espada. De inmediato soltó aquel peligroso objeto, por un momento se sintió igual de malévolo que el otro. Fue corriendo hasta su amante, abrazándole con fuerza, besando sus húmedas mejillas.
—Eryx, lo lamento… lo lamento mucho…
—N-no te preocupes, Seth…—acaricio la cabellera del otro, aun oculto entre su hombro. Le separó un poco y beso sus labios con lentitud— Te amo y siempre lo haré
—S-soy un monstruo… estuve a punto de…
—Oye, no digas eso…—Se separo por fin, sintiendo como el mismo comenzaba a llorar, dejándose limpiar por los delicados pulgares del peli rojo— Jamás vuelvas a pensar así de ti, Seth… Eres mi héroe… y siempre va a ser así
—Eryx…
—U-ustedes dos… ¡Dejen de tomarme como un débil, maldita escoria!
Y todo pasó en cámara lenta a partir de ese pequeño segundo. Ni siquiera recuerda los sonidos, el fuego consumiendo todo, las personas de alrededor corriendo asustadas, la voz de Eryx al gritarle, su cuerpo cayendo con fuerza al suelo, golpeándose ligeramente la cabeza. Estaba aturdido, mirando confundido a todos lados. Los segundos parecían horas, o incluso el tiempo se detuvo. Miro el libro flotando aún a su lado, después, el cuerpo de su amado siendo atravesado por aquella espada que antes había estado en sus manos.
— ¡Eryx!
—S-Seth…
—Cuanto lo siento, he de aclarar que la espada iba para ti, pero este mocoso estúpido se atravesó— Soltó una carcajada de nuevo, observando al chiquillo con aquella arma en su pecho. Bufo con fastidio y lo arrojo con fuerza a un lado— Que aburrido.
— ¡Eryx, tú, cómo pudiste eres un malnacido!
Corrió al lado de su pequeño, no sabía si quitar esa arma, pensaba que al más mínimo movimiento el pequeño se rompería, y aún así el otro tuvo la osadía de tirarlo al suelo como si fuese basura. Se arrodillo a su lado, tomo y beso sus manos con delicadeza, aún en aquellos momentos su amado sonreía como un ángel…
—Oye… ¿p-porque esa cara tan afligida?
— ¡N-no hables Eryx, te pondrás bien, t-te lo prometo!
—Me gustó… vivir contigo todo este tiempo…M-mis días estuvieron llenos de paz a tu lado, Seth…
—N-no…Eryx… ¡Eryx!
—Ya basta, basta. No puede salvarse, ya no sirve de nada
Sus lágrimas continuaban bajando, no se detenían y empapaban el tranquilo rostro de su amado, que continuaba viéndole con amor. Sin embargo fue separado con brusquedad de su cuerpo, sintiendo unas grotescas manos en su cuello, alzándole con fuerza, sintiendo como el aire se le escapaba de los pulmones.
—Pobrecillo, pero él se lo busco, ¿Qué no?
— ¡Eryx, despierta, Eryx!
—Ya cállate
Lo arrojo con fuerza al suelo, sintiendo como su cabeza daba vueltas, y aún así sus ojos nunca se apartaron del otro, notando como de a poco aquellas gemas esmeraldas se apagaban, y aún así su semblante tranquilo se mantuvo hasta el último segundo, hasta sus últimas palabras.
“Te amo, Seth…”
Un delicado susurro que se fue con el viento, que se fue con su vida y su alma…
— ¡Esto jamás te lo perdonaré!
Se levanto con fuerza del suelo, dándole un puñetazo al otro, girándole un poco el rostro tras aquello. De inmediato corrió hasta el peli rojo, sin embargo su cuerpo comenzaba a desvanecerse, al igual que la espada y el libro a su lado.
— ¡Tú pequeño estúpido!
Un golpe, otro más y otro. Su cuerpo quedo entre los escombros, siendo pateado repetidas veces. En el rostro, en su pecho, en las piernas y brazos. Todo su cuerpo ardía, y aún así su mente estaba en otro lado, sus ojos estaban posados en el lugar donde antes estaba el cuerpo de su amado, quien tan solo se había convertido en ligeros destellos que el viento se encargo de llevarse.
— ¿¡Que le has hecho al otro libro!?
No le respondió. Ya no podía, ya no quería. ¿Paz…?
¿Realmente todo se solucionaba con paz…? Si tan solo no hubiera titubeado en aquel momento, si tan solo hubiera traspasado su garganta con aquella espada, su pequeño seguiría a su lado… Eryx continuaría alegrando sus días de ahora en adelante… Pero ahora no era más que una ilusión, un sueño que jamás llego a cumplirse.
—Bueno, eso ya no importa. Me quedaré con este libro, y vendré de nuevo a arrebatarte todo.
¿Todo? Pero si ya lo había hecho… Ahora si le había arrebatado todo lo que poseía, todo lo que anhelaba y quería. Lo último que fue capaz de hacer, es ver con frialdad la figura grotesca del otro, mientras aquellas palabras que dijo antes de desaparecer, se repetían en su cabeza una y otra vez.
—Aquí pasaras la eternidad… Y solo el amor de verdad, será tú libertad…
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Dio el último golpe a aquellos trozos que quedaron del espejo. Sintiendo, después de tanto tiempo, como sus mejillas estaba húmedas, como sus lágrimas brotaban de sus ojos sin siquiera detenerse.
—Debo destruirlos a todos… ¡Debo destruirlo todo!