Eren tenía un vecino muy quisquilloso y aparentemente amargado.
El señor Rivaille, de la casa de al lado, q vivía en el barrio desde antes q fuera barrio. Probablemente sería muy mayor. Pero ni se le notaba. Todo lo contrario parecía un hombre en sus plenos 35, luciendo muy sexy con esas caderas remarcadas, los ojos verde aceituna y el corte de cabello masculino.
Esta era un época especial del año, donde cada calle y cada casa se vestía de rojo verde y dorado. Con los hermosos adornos de navidad. Cada casa bien iluminada, y llena de diferentes decoraciones. Era algo muy hermoso de ver caminar por esas cuadras, y uno sentía el espíritu de la navidad reverberar en cada esquina y buen ejemplo de la navidad.
Excepto por la casa del señor Rivaille.
Que era conocido como, “El pequeño Grinchs”; la casa al lado suyo, era la última de la cuadra, y su vecino, no sacaba nada más q una enrome rosca navideña q ponía en el tejado, sobre su chimenea de ladrillos. Y lo hacía solo del 24 al 26. Únicos tres días, en el cual la enorme casa, por adorno solo contaba, con una inmensa corona. De madera y con alguna q otra guirnalda, escasa y de verde oscuro, en vuelta en cintas doradas; la corona era ciertamente hermosa, pero aun así, no bastaba para decorar la casa, la hacía ver desprovista en comparación a todas las otras casas de la misma cuadra.
Eren por su parte pensaba q con unas cuantas luces, aun q sea de un solo color, la casa se vería más atenta y atendida.
Pero quien era él para opinar. El carácter de su vecino era muy delicado, y nadie se atrevía a molestarle, conociendo su profesión de combatiente en las ultimas guerras; en lo q concernía a la cuadra, el señor Rivaille era un héroe, así q tenía todo el derecho de actuar como le diera la gana.
Su vecino no era precisamente amable, solo cortes. No era muy hablador, era práctico. Era muy obsesivo con la limpieza y trabajaba duro. Además de desaparecer, durante meses en esos combates a los q iba.
El señor Rivaille, había visto mucha muerte. Tanta q sus ojos, estaban muertos también.
Asique nadie se metía con él.
No lo molestaban, pero Eren creía q lo ignoraban. Y él creía fervientemente q nadie debería estar solo en navidad.
Asique con decisión brillando en sus ojos claros. Ese mismo 24, tomo la decisión de cenar con su vecino.
Llevo a la casa de al lado, un jugoso trozo de jamón, una sidra de manzana y unos pasteles de frutas, y su mejor sonrisa. Para proponerle la idea a su vecino. Quería q creer q el señor Rivaille no sería tan descortés de despacharle, si tenía la comida lista en sus manos.
Asique, unas cuantas respiraciones para quitarse los nervios y emprendió el corto viaje.
Apenas había puesto un pie sobre el patio nevado, cuando se sorprendió por la pequeña figura de su vecino sobre el tejado.
R-¿puedo ayudarle?
La pregunta fue ciertamente cortante, pero educada. Eren apenas un joven de 19, se planteó seriamente volver sobre sus pasos. Pero ya era muy tarde, o lo hacía ahora. O no lo aria nunca.
Se armó de aun más calor y frunció el entrecejo.
E-sí, yo quería saber, si puede cenar con usted hoy.
Eren también fue cortante.
Y tal fue el impacto de sus palabras, de su petición.
Que el señor Rivaille, resbalo con junto a la corona, y voló por los aires. Iba a caer desde el tejado de una casa de dos pisos sobre nieve.
Pero aun así era peligroso.
Asique Eren ni se lo pensó.
Boto todo lo q tenía en las manos y corrió hasta el punto donde supuestamente caería su vecino. Solo esperaba poder atraparlo.
Los buenos reflejos de ambos. Consiguieron q se acoplaran perfectamente. Y así, Rivaille cayó sobre los brazos abiertos de Eren. Fueron segundos en los q ambos se quedaron idiotas.
Hasta q cierta, rosca de navidad los hizo reaccionar; cuando les cayo justo sobre el cuello. Y les obligo a acercarse tanto la cara q, terminaron besándose.
Solo así, por accidente. Gracias a la rosca navideña del señor Rivaille.
Después de inicial shock al verse en esa, situación. Cuanto más intentaron separarse de golpe, más enredados estaban.
Hasta q al fin el señor Rivaille, tomo el control. Volvió a besar al chico, y con cuidado sus delicadas manos, quitaron la rosca q mantenía sus cabezas juntas. Y por fin pudieron separarse.
Eren estaba como un bastón de caramelo, de lo rojo q estaba.
Aquello casi izo sonreír al señor Rivaille.
Y ya después, sin penas, considerando los besos q se habían dado. Ambos comieron juntos ere 24, 25 más.
Porque este fin de año, lo único q iniciaba, era su amor por el otro. Porque desde hace mucho q ambos, se gustaban, y quizás después de este pequeño altercado navideño. Puedan conocerse más. Y tener tiempo para descubrir sus propios sentimientos por el otro…
Porque nadie merece estar solo en navidad.
Y ahora ellos estarían mejor q acompañados, al estar juntos.
Gracias aquel accidente, donde una rosca navideña. Los obligo a confrontarse y darse un beso, pero uno de partida, y de regreso, este era solo principio.
Feliz, navidad.
Fin.
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