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Recuerdos por CaedesDarkParadaise

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"Que aburrimiento" pensó George, resoplando cuando el primer tiempo de la conferencia mágica de artículos de broma terminó y habían decidido hacer un receso de media hora.- "Maldito Fred"

Este año le había tocado a él ir a la conferencia y ya se estaba arrepintiendo de no habérselo encasquetado a Lee en su momento. Pero no pudo, su amigo había ido de viaje con su novio y este prometía matrimonio, según Fred.

- Es por una buena causa.- se decía.- Por Lee y el anillo. Como ese estúpido de Adrian Pucey no le pida matrimonio le colgaré de los...Aghh.- Vio a unos tipos charlando sobre la conferencia y decidió huir.- ¿Qué clase de bromistas hablan sobre negocios en vez de gastar bromas?

- Los que han perdido la capacidad de divertirse.- murmuraron en su oído.

George se estremeció.

Esa voz.

La conocía. ¡Merlín! Claro que la conocía y lo ponía caliente como el infierno.

- Sirius.- susurró muy bajito.- ¿Qué haces aquí?

Se dio la vuelta encarándose con el Black mayor, pero este estaba tan cerca de él que podía sentir su respiración en los labios. El señor Black estaba tan hermoso con su cabello ondulado y corto, su sonrisa ladina y sus brillantes ojos grises llenos de diversión. Él era pura elegancia con su traje sin corbata y zapatos caros, y también mucha rebeldía, algo tan contradictorio que lo definía por completo. Y George solo parecía un chiquillo grande y vulgar a su lado.

- Conferencias de negocios.- resolvió.- Y por lo que veo nada divertidas. ¿Qué esperabas, George?- Sirius miró de reojo a esos tipos y para su sorpresa lo atrapó por la barbilla acariciando el contorno con los dedos.- ¿Quieres irte?

- ¿Cómo?

Su pregunta repentina lo desconcertó.

Sirius le sonrió traviesamente y tomó su mano con fuerza.

Pronto se vieron fuera de la conferencia, el aire fresco alivió su sonrojo y el revoltijo de su estómago, pero sus nervios no se calmaron. Menos si seguía a su lado.

- Vamos a disfrutar esta noche tú y yo.- le dijo llevándolo al aparcamiento donde había dejado su moto.- Y lo haremos a lo muggle. Súbete.

Él ya estaba sentado. Había dejado caer mechones de pelo sobre sus ojos y sus manos caían sobre sus rodillas, pero sin dejar de mirarlo por un segundo. George se quedó sin aliento, aunque no dudó ni un segundo en seguirle. Reuniendo valor atrapó su cintura para evitar caerse de la moto. Una pobre excusa de la verdadera razón. Quería estar tan cerca de él como fuera posible. Aunque solo fuese una noche.

- Agárrate fuerte, pelirrojo.- le advirtió a su espalda y George se aferró a él.- Muy fuerte.

Esa noche fue una locura manejando en moto por todo Londres. El pelirrojo nunca se sintió antes tan liberado y con Sirius era volar en escoba sin aterrizaje. Mucho más tarde le llevó a un bar muggle donde solo entraban hombres. Algunos le miraban con lujuria y otros le miraban con envidia, sin embargo el Black no dejó que lo viesen como su juguete demasiado tiempo. Parecía un poco tenso cuando lo sentó en una de las mesas privadas y no estaba muy seguro de dejarlo solo para pedir algunas bebidas. George tuvo que hacer unos chistes para relajarlo y cambiar su semblante adusto. Finalmente estuvieron bebiendo alcohol hasta que sus gargantas no pudieron más. Para su sorpresa era muy resistente, en cambio él...

- ¿Sabías que eres muy sexy, con todo ese rollo de tipo rebelde sin causa...?- El merodeador escondió su bonita sonrisa tras el vaso de whisky.-...Si...si...con ese aire de hombre maduro...

"¿Hombre maduro?" repitió Sirius en su mente, algo alicaído.

- Tan hermoso...- susurró George, triste y puso su cabeza en la mesa.

Sirius lo miró con ternura.

- ¿Estas ocupado, guapo?- Un hombre llegó con una sonrisa y le puso la mano en la espalda a George.- ¿Quieres bailar?

- Ehh...bueno...- George se sonrojó.- Estoy...

- Está conmigo.- la voz fría de Sirius erizó los pelos de su nuca.- Así que vete.

El ambiente se volvió gélido.

El hombre retrocedió unos pasos dándose cuenta de que con Sirius no se podía jugar y se fue.

- ¿Ibas a aceptar irte con él?- gruñó frunciendo el ceño.

George lo miró sin saber que decir.

Realmente no le había dado tiempo ni a pensarlo.

- No, yo...no.- su cabeza embotada se nubló más.-...no...

- Se acabaron las bebidas por hoy, George.- siseó.- Nos vamos. Ahora.

Lo tomó del brazo y juntos salieron del bar, es decir, Sirius arrastró a George.

- ¡Oye!- le quitó el brazo cuando se encontró a si mismo.- Puedo salir por mí mismo, Sirius.

Pero él parecía no escucharle, daba vueltas por la acera y se echaba el pelo hacia atrás en un desesperado intento de calmarse.

- Menudo cabrón....hijo de merlín....¿cómo se atreve?

- Tranquilízate, Sirius.- Confuso, George lo paró.- No ha pasado nada. No me ha ofendido. La verdad para una persona gay como yo...- se sonrojó al ver como su mirada gris se posaba en él.-...atraer a hombres resulta algo halagador.

- Una persona como tú.- sus ojos se pusieron negros. Y George temió haberlo enfadado.-...atraer a hombres...¿¡Te has vuelto loco, George!?

¿Dónde estaba el Sirius seductor del principio? Ahora le aparecía el Sirius cavernícola y, ¡por merlín! lo deseaba salvajemente.

- ¿¡Acaso creías que lo iba a permitir!? ¡Maldita sea!

No supo que poder misterioso le llevó a hacer lo que hizo, pero cuando se dio cuenta ya se había lanzado sobre la boca de Sirius. Besándolo apasionadamente lo estampó contra la pared de un callejón y Sirius se encargó del resto al remover la ropa de su cuerpo. George gimió dentro del beso.

- Maldita sea, George, si Molly se entera me cortara mis partes nobles.- masculló mordiendo un trozo de su cuello.- y se las dará a sus gnomos.

Él lo miró, dudoso.

- No te estoy pidiendo compromiso, Sirius.- le dijo con la voz baja. Aunque quería decir lo contrario, no quería espantarlo. Ya estaba en juego su corazón y si de Sirius solo podía conseguir sexo, se resignaría a pasar al menos una noche en sus brazos.- ¿Me deseas?

Sirius se tensó y le devolvió la mirada muy seriamente para luego pegar sus cuerpos.

Él pudo notar su excitación.

- Hablaremos después.- gruñó. Y George hizo lo que deseó en aquel momento y metió sus dedos entre las hebras de su cabello.- Vamos a mi casa. Y no aceptaré un "no", George.

- No lo pensaba.- sonrió suavemente.

Y sus labios volvieron a ser atacados. Allí empezó el inicio de la perdición de George porque quedó más enamorado de lo que estaba de Sirius Black. Sin embargo sabía que no podía ilusionarse, que sería en vano, para el pelinegro él era un objeto nuevo y excitante. Y aunque le doliera pensarlo, no podía mentirse a sí mismo. Durante unos cuantos meses se encontraban en la casa del mayor, a veces furtivamente por las noches cuando su hermano dormía o no estaba. Sirius lo llamaba y él aparecía sin rechistar. George siempre temía que esa fuera la última vez. Su corazón sufría cuando se separaba de Sirius más de dos noches seguidas. Sabía que no podía seguir así, incluso aunque el Black le mostrara cariño que pudiera malentenderse o le hacía regalos como el collar.

El collar...

Recordaba perfectamente el día que se lo dio.

George había tenido un día tan ajetreado que no se percató de la hora que era. Así que al fijarse en el reloj casi pegó un grito de susto. Llegaba dos horas tarde a su cita y ni siquiera había avisado a su amante. Resignado a no tener su noche especial, se despidió de todos, avisó a su hermano y se dispuso a mandarle un mensaje diciéndole que esa noche no iba a poder ir. Estaba tan muerto de cansancio que su cuerpo no iba a resistir a la furia pasional de Sirius. Sin embargo antes de que pudiera enviar el patronus, una aparición inesperada le hizo saltar.

- ¡George!

Los ojos enfadados de Sirius se clavaron en su corazón.

- Sirius...¿que...?- Él se acercó al Black.- Lo siento, tuve un día ajetreado y...

- ¿¡Sabes cuánto llevo esperándote!?- empezó a inquietarse.- ¡Creí que te había pasado algo!

- Tuve que quedarme.- George estaba impresionado. ¿Por qué se había puesto así? No creía que le importaran tanto sus encuentros.- Siento no haberte avisado y hacerte perder el tiempo.

- ¿Hacerme perder el tiempo?- masculló Sirius.- ¡Avísame a la próxima, George! Pero antes...

Del bolsillo sacó un collar de oro que George vio con asombro.

- ¿Qué es?

La cercanía de su amante fue lo suficientemente excitante como para que su cuerpo reaccionara de inmediato. Sirius abrió el "clip" del collar y lo puso alrededor de su cuello.

- Ten esto contigo y no puedes sacártelo.- la mirada que le lanzó era muy seria, pero luego posó un beso húmedo en su cuello. George se miró el precioso collar que le había puesto con estupefacción.- Se te ve muy cansado.

- Lo estoy.- dijo perezosamente embriagado por las caricias que le daba.- No sé si podré...

- Vamos a mi casa.- aseveró abrazándolo con fuerza.- Te prometo que solo dormiremos.

El pelirrojo asintió al distinguir la ternura en sus palabras.

- Si, está bien.- le sonrió y él durmió toda la noche en los cálidos brazos de Sirius.

Y así terminó la crisis de su desaparición. Durante esos momentos su amante le llenaba de tristeza, ¿Por qué le daba esas esperanzas? Su amor por él solo incrementaba e incrementaba y cuando no lo veía por dos o tres razones, es decir trabajo, se deprimía. Pero estaba cansado, necesitaba más y de aquello solo podía ir a mejor o a peor.

George volvió a la realidad y terminó de desayunar.

- Estás muy pensativo, Fred.- comentó cuando vio a su hermano tan distraído.

Fred reaccionó.

- ¿Que...? No.- parecía que le había pillado en babia.- No...si. Es por él.

- Ese Regulus Black te ha dado fuerte.- ¿Qué le iba a decir? ¿Qué el hermano de su amor también había roto todas sus barreras y tenía el poder de destrozarlo? No, Fred ya tenía lo suyo.- Nunca te había visto así. Al parecer nos ha pegado a todos ese sentimiento de amor.

Su hermano gruñó y lo miró bajo sus ojos que eran reflejo de los suyos.- Tu también, George. No insistiré en saber de quién estás enamorado. Esperaré a que me lo digas tú cuando estés preparado.

Amaba a Fred como a nadie.

- Muchas gracias, hermano.- lo abrazó con fuerza y este empezó a llorar.

Y sintió sus propios ojos llenarse de lágrimas.

- Lo amo, lo amo mucho.- sollozó.- Mucho.

- Lo sé, Fred.- lo consoló limpiándose sus ojos.- Lo sé.

Esa tarde se fueron a casa de Hermione a ayudarla en su día especial. La muchacha estaba más histérica que otra cosa, casi no podían tranquilizarla y el hurón Draco Malfoy, alias hurón experto en el amor, ya casi había agotado su paciencia.

- ¡Vas a acabar sola y llena de gatos si no terminas de alistarte así que ponte la maldita ropa!

El grito de Draco los asustó a todos, incluida Hermione que corrió a su armario a ponerse el vestido.

- Joder con el hurón.- masculló George al oído de su hermano.- Necesita un buen revolcón.

Draco entrecerró sus ojos, molesto.

- ¿Qué has dicho?

- Que te ves muy sexy en ese traje.- le señaló al verlo con uno de sus tantos trajes de marca.- ¿Verdad, Fred?

- Por supuesto, hermano.- le siguió Fred con una sonrisa de un millón de galeones de oro.

Todos apretaban los labios para no reír.

- Para que me juntaré con Gryffindors estúpidos.

- ¡Nos adoras!

Chillaron todos, sonrientes.

- Aghh.- Draco se enfurruñó.- Idiotas.

Después de que Malfoy y Hermione empezaran a alistarse, ellos se fueron a sus respectivas casas, aunque no les duró mucho su descanso. Una carta desesperada de Neville les distrajó de su noche de borrachera y fueron en su auxilio. El pobre tonto no tenía un maldito traje que ponerse. La fiesta en el Ministerio era muy importante, así que no podías ir con trapos viejos. No era un secreto que a los gemelos Weasley les gustaba la moda, por lo que tomaron a Neville bajo su poder y se lo llevaron a Madame Malkin para que le hiciera un nuevo traje y a la peluquería para peinarlo. Y cabe decir que nunca antes había estado tan atractivo. George se habría enamorado de alguien como Neville si no tuviera todo el día en la cabeza a Sirius Black. No había visto al hombre desde hacía tres días a causa de un viaje de negocios, y aunque le apetecía llamarlo o escribirle cartas no lo hacía. Él mismo se lastimaba al no hacerlo. Lo extrañaba mucho cuando no estaba. Que tonto era.

- Wow.- soltó.- Definitivamente dejaré atrás a ese tipejo por ti, mi querido Nev.

Nev se sonrojó.

- Tonto.- todos se rieron.- Estáis muy enamorados de ellos, ¿no?

George bajó la mirada y sonrió tristemente.

- No nos hacen ni caso.- Bueno eso no era del todo verdad, pero no estaba seguro de decirles a sus amigos nada si su relación estaba pactada a ser una sexual. Menos a Harry. ¿Le iba a decir que se acostaba con su padrino si no tenían una relación formal?

- No lo creo. Simplemente no habéis jugado bien vuestras cartas.- Neville tomó sus manos.- ¡Por merlín! Sois guapísimos. Es imposible que no se hubieran fijado en vosotros. ¿Os habéis declarado a ellos?

- No, yo...- no sabía que decir. Sin embargo, una luz que provino de la nada los distrajó. El patronus de Luna fue su salvación de contestar. La mala noticia es que no podía ir y Longbottom se quedaba también sin acompañante. Empezó a deprimirse, pero ellos no le dejaron y se les ocurrió que uno de ellos le acompañaría. ¿Ahora la historia estaba en quién? Intentaron jugársela a todos los juegos posibles, pero no había tiempo así que tuvieron que terminarlo a piedra, papel o tijeras.

- Joder.- George se miró su mano con rencor.- A la próxima seré yo. Pero bueno.- suspiró.- Tienes que ir elegante a esa fiesta, ya sabes quién estará ahí.

El hermano de su pesadilla personal.

Oh, Sirius.

¿Lo extrañaba siquiera?

- ¿Y porque no vienes?- Él miró a su hermano con una sonrisa. ¡Cuánto lo quería! Una vez que terminaron de vestirse se notó que estaban espectaculares. George miró el collar de Sirius con tristeza y lo supo. Era hora de tomar un decisión. Sacó el collar de su cuello y la colocó en la de Fred. Realmente era elegante para el traje y también necesitaba pensar muy bien su próximo paso.

- ¿Estáis planeando algo, cierto?- Neville los miraba con sospecha.

Ellos se rieron fuertemente.

¡Como los conocía!

Al irse, George tomó un respiro y se puso a pensar y pensar, pero decidió que en cuanto viera a Sirius se declararía y si él no le correspondía, se alejaría para siempre. Aunque le partiera el corazón. Con decisión se puso su mejor traje para ir al ministerio y burlarse de la gente de ahí. Pero llegaba tan tarde que pensó que la fiesta ya estaba terminando, aunque sus suposiciones fallaron al ver a la gente bailar aún en la pista. Mirando por encima no encontró ningún rastro de sus amigos o hermano.

- ¿Dónde estará?- George buscó de sala en sala y se dispuso a entrar a la última, pero unos sonidos raros dentro de un despacho llamaron su atención.- ¿Qué demonios...?

Abrió la puerta despacio sin saber que se iba a encontrar.

- Oh, Weasley.- el gemido de Draco paralizó sus huesos. Ahí, comiéndose a besos y haciendo cosas indecentes sobre la mesa de algún pobre inocente trabajador del ministerio estaban Draco Malfoy y su hermano...Charlie.- ¡Mierda!

George rió histéricamente.

¿Qué merlín significaba esto?

Su hermano mayor lo miró con algo de vergüenza por haber sido pillado infraganti y se arregló los pantalones.

- Vaya, vaya, el rompecorazones dragoncito Malfoy ha encontrado a su domador.- se burló. Y Draco lo fulminó con la mirada mientras su hermano escondía una sonrisa.- ¿Qué tal, mal hermano? ¿Ni un saludo? Llegas a Londres y ni una carta.

- Lo siento, George.- Charlie se acercó a su hermano y lo abrazó fuertemente como un oso gigante.- Recién he llegado y he venido a buscar a mi dragón.- miró con amor a Draco.

Oh, merlín.

- Que poca clase tienen los hermanos Weasley.- murmuró Draco colocándose su camisa y cepillando su cabello platino.

- Tú cállate, rubio.- escupió George.- Violador de hermanos.

Draco tuvo la decencia de sonrojarse un poco.

- Tengo que preguntar desde cuando estáis juntos...- les dijo mirando como Charlie abrazaba a un reticente Draco.-...o si sois compañeros sexuales.

- Somos pareja.- declaró Charlie con una gran sonrisa.

El hurón lo observó con estupefacción.

- ¿Desde cuándo?- abrió su boca. George alzó las cejas. Nunca había visto al hurón sin una frase ingeniosa en la boca.- Yo...

- Desde que te conocí.- dijo Charlie sin dudar.- Eres mi prometido, ¿algún problema?

¿Prometido?

Fue divertido ver a Draco tartamudear. Y George supo que Charlie no dejaría escapar al hurón, realmente hacían una pareja peculiar y algo tierna. Cuando se recuperara del shock se lo diría a Fred, a Ron y a toda la familia para que lo asumieran juntos.

- Este Weasley me va a explicar todo.- masculló Draco saliendo con ellos del despacho.- ¿Y tú, tonto? ¿Colándote en una fiesta privada?

- Yo no necesito una invitación, hurón.- siseó.

- ¿Has venido a buscar a alguien?- le preguntó Charlie.- Es raro verte sin Fred.

- Bueno...yo...- balbuceó.- Él vino con Neville, pero no los encuentro.

- Seguramente Fred vino a intentar comerse a mi tío Regulus.- Los hermanos Weasley abrieron los ojos, impresionados por sus palabras.- ¿Creías que no me iba a enterar?

- Re-regulus Black.- boqueó Charlie, pálido.- ¿Es cierto, George?

- Ehhhh.- Ese maldito de Draco Malfoy se las sabía todas.- ¿Cómo lo has descubierto?

- Buah.- bufó.- Es obvio. Mi tío tiene una foto de Fred en su cartera. Una vez se la vi en la cena trimestral de los Black.- dijo con arrogancia. "¿Foto de Fred? ¿Cena trimestral de los Black." se dijo George, desconcertado y creyó que su hermano pensaba lo mismo.- Al principio pensé que había perdido la vista, pero sí. Era Fred Weasley. Y tampoco es que oculten muy bien su relación. Hace unas semanas me los encontré entrando en un hotel.- arrugó la frente.- Mi tío devoraba al pobre Weasley sin remilgos. Que miedo.

- Tú sí que das miedo.- dijeron ambos hermanos a la vez.

Aunque aquello significaba que el hermano menor de los Black si iba enserio con su gemelo.

Eso alivió su carga mental.

- Oh, mierda.- maldijo Draco viendo su traje sin importarle su comentario.- Se me ha caído el pasador de la corbata. ¡Es de oro! ¡Ten más cuidado, Weasley!

Y salió corriendo dentro del despacho.

George escuchó la risa enamorada de su hermano y lo miró sin creerlo.

- Os lo explicaré a su tiempo.- le propuso removiendo su cabello peinado.- Tal vez el día que lleve a Draco al altar sin su consentimiento.

El gemelo no tuvo más que decir.

El domador había encontrado a su dragón albino.

- ¿Estás enamorado, George?

La pregunta de su hermano le sorprendió, pero para su sorpresa también llegó de la peor manera haciendo que estallara en llanto.

No podía dejar de llorar.

Sus sentimientos habían estallado.

- George.- Su hermano se desesperó.- Oh, merlín, George. Lo siento mucho.

Él lo abrazó con todo lo que podía, como cuando eran niños y él lo consolaba cuando discutía con Fred.

- ¿Esa persona te ha hecho daño?- le preguntó entre dientes.- Lo voy a matar.

- No...no...no es eso.- sollozó.- Yo...

Unas zancadas repentinas distrajeron sus oídos y repentinamente su hermano fue lanzado lejos de su cuerpo.

- ¡Aléjate de mi pareja!

- ¡Charlie!- gritó George y sus ojos se alzaron al distinguir a Sirius mirar con furia a su hermano.- ¿¡Que haces Sirius!? ¡Te volviste loco!

La varita de Sirius se empuñó apuntando a su hermano.

Su rostro era pétreo, casi inhumano y su mandíbula estaba tan tensa que pensó que se lo rompería.

- ¿¡Que haces abrazando a mi chico!?- rugió.

¿¡Su chico!?

Draco hizo su aparición con la cara desencajada mientras observaba a su tío.

- ¡Es mi hermano Charlie, idiota!- le empujó George alcanzando la mano de Charlie y ayudándolo a levantarse e impidiendo sobre todo que su hermano se abalanzara sobre Sirius. Estaba furioso por el empujón.

A Sirius se le enfriaron los nervios, pero su boca se apretó.-...Joder...

- ¿Es que acaso ser de la familia Black te ha desquiciado, tío?- Draco se puso delante de Charlie y le tomó de la mano para tranquilizarlo.- Así que era George Weasley. Mis tíos y papá se reirán mucho cuando lo sepan.

- Haz lo que quieras, sobrino.- Miró a George con seriedad y sin esperarlo lo tomó de la cintura y lo levantó sobre su hombro.- Pero yo me llevo a este.- se dirigió a Charlie que estaba en shock.- Siento lo de antes, intentaba proteger a mi pequeño de hombres indeseables. Prometo presentarme formalmente a la familia Weasley.- soltó sin tomar en cuenta el jadeo de George.- Nos vamos.

- ¡Bájame ya, Sirius!

Pero él no le hizo caso y se lo llevó lejos del ministerio. Para cuando se dio cuenta ya estaban en la mansión Black, Sirius estaba tan furioso que daba vueltas con él aún sobre su hombro y mascullaba entre dientes.

- ¡Sirius!

Gritó harto de tonterías.

Finalmente lo bajó.

- ¿¡Te has vuelto loco!?- le empujó.- ¡Vienes como un desquiciado! ¡Casi agredes a mi hermano! ¡Y me llevas como un troglodita! ¡Esto ya es demasiado, Sirius Black! ¿¡Qué demonios te está pasando!?

El rostro de Sirius enrojeció de ira.

- ¿¡Que qué me está pasando!? ¡Me pasa que no puedo más!- vociferó quitándose el abrigo y tirándolo sobre la alfombra.- ¡Que estoy harto de esta situación! ¡Estoy cansado de no decirte que te amo más que nada en esta vida!- A George se le paralizó el cuerpo y su corazón empezó a latir a toda prisa.- ¡Que quiero que te quedes a mi lado! ¡Y alejarte de todos los hombres del mundo!

-...Sirius...

Sentía la boca seca.

- Tú nunca me habías dicho nada.- susurró, mareado.- ¿Tú me amas?

El Black se quedó quieto, con los hombros tensos y la mandíbula apretada.

- ¿¡Es que acaso no lo has entendido aún, tonto!?

- ¡No, perro inútil!- George lo tomó de las solapas, furioso. El hermano mayor de los Black se asustó.- ¡Llevo esperando meses a que me digas que me amas! ¿¡Sabes cuánto he sufrido!?

Al oírlo los ojos de Sirius se endurecieron, pero rápidamente posó sus manos en su cintura.

- Mi pequeño.- murmuró. Y sus labios se posaron en su frente.- Lo siento mucho. Te amo, George.

Nunca antes había sentido su corazón engrandecerse así.

Lo amaba.

- Oh, Sirius, te amo.- lo besó en la boca apasionadamente y él otro le correspondió de buena gana. Pero el tono de su voz cambió a una enfurecida.- ¡Serás tonto!- lo cogió de la oreja a pesar de la estupefacción del otro y lo sentó en el sofá.- ¡Ahora me vas a explicar porque no me lo has dicho antes!

- Creí que estaba claro, George.- gruñó Sirius tomándolo de la cintura y sentándolo en sus piernas.- Eres mío. No había nada más que hablar.

El gemelo Weasley estuvo a punto de darle una patada en su trasero engreído.

- No me dijiste nada, perro tonto.- masculló tomándolo de las solapas.-¿Acaso leo yo mentes? Pensé que solo era tu amante ocasional, como nunca me escribías realmente creía que te era indiferente.

Sirius suspiró.

- He sido un idiota.- se lamentó.- Nunca te escribía porque si lo hacía sería capaz de renunciar a mi trabajo y volver corriendo a verte. Te extrañaba, George.- murmuró.- A pesar de haber sido un rompecorazones antes, nunca he estado en una relación seria. No sé cómo actuar.- George acarició su mejilla.- También siento haberte hecho pensar que eras mi amante ocasional. Tenía que haberle hecho caso a Moony.- se enfurruñó.- Ese sabelotodo peludo.

Al otro lado de la ciudad Remus Malfoy estornudó. Su esposo, alertado al escucharlo, se propuso llamar inmediatamente al medimago para que lo revisara.

Remus tuvo que correr tras él para que no lo hiciera.

- ¿Qué te dijo?

- Que hiciera nuestra relación más formal. Y eso pensaba yo.- besó su cuello.- Pero cuando lo intentaba me faltaba el valor. ¡Yo! ¡Un miembro de la familia Black!- bajó la cabeza.- Te veía y todo se me olvidaba.- Él lo miró con ternura.- No habrá de nuevo nada que te oculte. Hoy he sentido que casi te perdía. Y he hecho que lloraras.- posó sus labios en sus ojos.- Te amo y te lo diré todos los días.

- Yo también lo siento.- susurró.- Debí no ser tan cobarde, pero temía un rechazo. Y si me rechazabas, ya no podría volver a verte.

El Black se tensó.- ¡No! Eres mío. Si perteneces a un Black, será para siempre.

- Lo soy.- sonrió, alegremente.

- Por cierto.- lo analizó.- ¿Dónde está tu maldito collar? ¿Por qué lo tiene tu hermano?

Él se tocó el cuello.

- Bueno...- se avergonzó.-...se lo di a Fred para que lo luciera y también porque quería reflexionar sobre nuestra relación. Necesitaba alejarme de tu regalo.

- Entiendo.- asintió, molesto.- ¡Pero no te lo vuelvas a quitar! ¿¡Sabes cuánto he tardado en encontrarte!? ¡Quédate con el collar siempre! ¿¡Y si te pierdes!?

- ¡Tengo 25 años!- chilló. Luego se dio cuenta.- ¿Qué tiene el collar, perro tonto? ¿Le pusiste algo extraño?

El mayor tuvo la decencia de sonrojarse.

- Ehh....- no sabía que decir.- Te puse un GPS, un localizador muggle.- El pelirrojo abrió los ojos.- ¡Fue idea de Moony! Ese tipejo tiene las ideas más locas y ocurrentes.

- ¡Que Remus "lunático" Lupin te dio la idea de ponerme un localizador muggle!

De nuevo en la mansión Malfoy, Remus estornudó dos veces.

Más alarmado Lucius Malfoy casi secuestra al medimago.

Remus, suspirando, temió que el hombre los denunciara.

- Aghh.- chistó Sirius.- Bueno...en realidad lo comentó en una conversación que tuvimos sobre un localizador llamado GPS que muchos muggles utilizaban para conocer la localización de alguien. También que otras personas la usaban para acosar a sus parejas. Algo muy loco.

Y George que creía que le era indiferente a Sirius. Seguramente esa respuesta que le dio Remus había sonado en su cabeza como "Herramienta muggle útil para saber del paradero de George".

- Pensé que era perfecto.

- Te amo, Sirius, pero estás mal de la cabeza.- lo besó una y otra vez.

- ¿Eso significa que te pondrás el collar?

George lo golpeó en el pecho.

- ¡No!

Canuto se enfurruñó como un niño.- De todos modos tengo un anillo con GPS.

- ¿Que murmuras?- le preguntó, desconfiado.

- ¡Nada!- Lo levantó en volandas.- Vamos a la cama. Y no te escaparás.

El pelirrojo echó una carcajada.

Y así empezó su buena, feliz y loca vida.

Un año después la familia Black-Weasley despedía a la familia Pucey-Lee y a los otros Black-Weasley de la fiesta de su bebé. George había subido para acostar a su pequeño pelinegro tan parecido a su padre, pero con sus ojos y personalidad.

- Ya tan pequeño y apunta maneras.- se burló Sirius apoyado en la puerta de la habitación.- Será un merodeador reputado.

- Será un gran merodeador.- sonrió.- como su padre.

- ¿Y el próximo también lo será?- preguntó Sirius con una sonrisa ladina y sexy.

Su esposo jadeó.

Ese Sirius a veces daba miedo.

- ¿Cómo lo has sabido? Aún no me he hecho la prueba.

- Conozco tu cuerpo mejor que tú mismo, pequeño.- se acercó y lo abrazo con fuerza y lleno de cariño.- Estás embarazado, George.

George Black lo abrazó de vuelta y juntos se fueron a su habitación a celebrarlo.

Tenía razón.

Pronto habría un nuevo Black en la familia.

 

Nota de autora: ¡Hola! Siento haber tardado tanto. ¡Aquí tenéis un nuevo capítulo! 

Disfrutadlo,

Caedes. 

 

Notas finales:

¡Gracias por leerme!


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