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Hijos de la sangre por Shiochang

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Hijos de la sangre
La unión de dos castas.

La luna estaba alta y simulaba una sonrisa torcida que era perfecta para el inicio del ritual de la unión de Zero, pero también sabía cuales serían las consecuencias de hacerlo. Miró primero a Dúo y luego a Traize antes de decidirse, su gente merecía libertad e hijos dentro de unos días y era necesario unirlas para que su magia quedara en su máximo a la hora indicada.
Dúo apoyó su mano en la de su esposo para darle ánimos sin sospechar siquiera que al unir las espadas su propia vida corría peligro o que Heero pagaría a partir de ese momento un alto precio por ayudar a su gente.
Heero abrió la caja que contenía las espadas y al sacar la caja que contenía las partes de Zero se vio un montón de sombras circulando alrededor de él y luego se sintieron unos violentos temblores que lo remecieron todo, pero Heero no se inmutó y sacó a Zero cerrando la tapa con lo cual ambas espadas se quedaron tranquilas. Se alejó mirando hacia el techo uniendo las puntas de las espadas e invocó un trueno que hizo remecer la sala y dejó a todos los presentes ciegos momentáneamente.
- ¡Ah! - gritó Heero al recibir el rayo directamente sobre su cuerpo. De inmediato las tres espadas se volvieron una y todo volvió a la normalidad, excepto que el joven cayó inconsciente en los brazos de su esposo.
- ¡Heero! - gritó el trenzado angustiado - amorcito - lo apoyó contra su pecho mirando a los demás.
- Tranquilo, Dúo, estará bien, simplemente ha agotado sus energías - le dijo Traize - no te angusties, ya mañana cuando despierte verás que ya pasó, que sólo fue un susto nada más.
- Te ayudaremos a llevarlo a tu habitación - le dijo Zech tomando a su primo con cuidado y dirigiéndose hacia la salida - ya verás que con una buena siesta estar{a bien - le aseguró.
Trowa se acercó hacia la ventana a mirar las estrellas y no dijo nada ¿a qué angustiar a su trenzado primo con las profecías de las estrellas? Además, podía estar equivocado al interpretarlas y en vez de ser de muerte fueran de vida, así que volvió al lado de su esposo sin notar que su pequeño rubio también tenía el signo de la muerte en sus estrellas.

Ya hacía dos días que Heero había unido a Zero y aún no recobraba la conciencia lo que comenzaba a preocupar a Traize ya que esa noche sería la luna azul y él debía estar conciente o su magia no se libaría y ninguna pareja tendría hijos por medio de la magia. Pero ellos estaban más tranquilos que Dúo, que perecía fantasma al cuidado de su amado esposo.
Dúo había pensado volver al salón a buscar a Deathscythe, pero luego recapacitó, todos se darían cuenta de quién era cuando las sombras no se proyectaran junto con los temblores que habría de provocar Heavyarms, no podía arriesgarse. Además, Heero no estaba muerto, así que no serviría de nada.
Zech iba cada hora a hacerles compañía ya que debía preparar a Dúo y a Wufei para el ritual (cada esposo seme debe preparar a su pareja para la venida del bebé) y aprovechaba de hacerlo descansar.
- Es bastante simple - le decía mostrando el pañal apoyándolo en el hombro de Wufei - haremos el amor y nos besaremos mientras saco un pedacito de tu carne - vio como ambos se estremecían y se rió - vamos, no será más grande que mis colmillos - le dijo - además, irá mezclada con mi sangre.
- ¿Cómo sacas ese trocito?
- Con los dientes, pero no será una herida de gravedad.
- Heero dijo que era peligroso para aquel que daría una nueva vida.
- Eso es porque absorberá tu energía vital hasta el límite y si no lo separas a tiempo de tu cuerpo, sólo él sobrevivirá.
- No le veo el riesgo a eso - dijo el trenzado intrigado - sólo es cosa de detenerse a tiempo y ya.
- No es tan fácil, cuanta más energía absorba, más se parecerá a tu esposo y no muchos enamorados acceden a que los niños se parezcan a ellos y no a sus parejas - miró a Heero que respiraba tranquilamente - creo que fue éso lo que decidió a Berduki a no darle un hijo a Traize como este quería, sabía que este lo amaba demasiado y que querría un hijo idéntico a él.
- A mí me gustaría que fuera igualito a Heero - acarició su frente - pero me conformaré con que saque sus lindos ojos.

La noche de la luna azul llegó. La luna totalmente llena tenía un extraño color que sólo la gente del clan de Benice podía ver. Ella tenía el extraño don de aumentar el poder del líder del clan cada cinco años y este los repartía entre su gente, en especial a aquellas parejas que querían tener hijos y no podían. Este era el caso de Wufei y Zech, ellos deseaban un hijo de ambos, algo que asegurara su unión para siempre. Trowa hacía otro tanto, pero sabía que no tendría suerte ya que su pequeño y amado Quatre no le quería ni en broma y sería difícil que aceptara darle un hijo. En cambio Dúo se había dedicado a preparar cuanto fuera necesario para su hijito, no quería que su primero noche pasara frío. Así también se había ocupado de preparar todo lo que fuera necesario para complacer a Heero para que el ambiente entre ellos estuviera plagado de amor.
Al fin llegó la hora y Heero recibió sobre sus hombros el poder de la luna azul intensificando su magia y luego la repartió por todo el castillo Yuy y las parejas se dirigieron a sus respectivas habitaciones.
Dúo se detuvo en la puerta de su alcoba y se abrazó a Heero ofreciéndole su boca, este se sonrió, empujó la puerta y la cerró antes de acercarse a la cama con él en sus brazos.
- Quiero que me hagas tuyo - le dijo el trenzado en apenas un susurro ahogado en besos - y me des un hijo que reafirme nuestro amor.
- Mi querido esposo - lo depositó suavemente sobre la cama - esta noche será especial.
- Te amo, Heero, no lo olvides nunca.

Zech y Wufei estaban sudados enteros en su batalla de amor, con la cama totalmente desordenada alrededor mientras se prodigaban caricias mutuamente sin dejar de gozarse.
- ¡Ah, Zech! - gimió Wufei al sentirlo hundirse cada vez más rápido dentro de él - ¡no quiero que termines tan rápido! - le pidió tratando de detenerlo unos segundos - ¡por favor!
- Wufei - se detuvo totalmente pero aún dentro de él - ¿te duele? - lo miró preocupado.
- Quiero gozarlo al máximo - lo atrajo hacia su pecho y lo besó en los labios - mantente pegado a mi cuerpo y hazlo cuando alcancemos el climax.
- Te haré daño, no tendré control.
- No importa - le dijo colocando el pañal blanco en su hombro izquierdo - vamos.
- Oh, mi amor - volvió a moverse lentamente dentro de sus estrechas y calientes paredes.
- Más fuertes - le pidió y de a poco comenzaron a acelerar el ritmo provocando que miles de oleadas de placer los llenaran a ambos.

- ¡Más, quiero más! - pedía Quatre sintiendo que su esposo lo llenaba por completo mientras le frotaba el sensibilizado miembro - ¡Ah! - gritó sintiendo una nueva oleada - ¡No te detengas! - gimió al sentir como Trowa se frenaba un poco.
- No te tenses, me aprietas - le dijo colocando el pañal en el hombro izquierdo mientras acariciaba el mentón con los labios - nos hacemos daño.
- ¡Quiero acabar! - le ordenó afiebrado moviéndose él, hundiéndolo por completo en su cuerpo - ¡Así!
Trowa comenzó a moverse con violencia al sentir que las oleadas de placer que subían y bajaban por su cuerpo hasta sentir que estaba por acabar y hundió los dientes en el hombro de Quatre.
- ¡Ah! - fue un grito de dolor y de placer que se repitió como eco por todo el castillo a medida que las parejas alcanzaban el cenit del placer amatorio.
Trowa depositó el trocito de carne en el pezón izquierdo de Quatre y se dedicó a observar como se iba formando una nueva vida y de a poquito se tornaba "humano".
- ¡No lo quiero! - chillo Quatre tratando de apartarlo de su de su pecho pero Trowa detuvo sus manos usando su peso - ¡No lo quiero! - dijo mientras se retorcía tratando de quitárselos de encima, pero la criatura seguía absorbiendo energía comenzando a crecer - ¡Te odio! - le gritó a Trowa al ver que no podía safarse de su agarre.
Trowa ignoró al rubio consiguiendo detenerlo el tiempo suficiente para que el bebé tuviera un buen tamaño, lo miró con ternura y se distrajo cosa que Quatre aprovechó para quitárselos a ambos de encima. Se levantó de la cama y huyó al baño encerrándose con llave.
Trowa tomó al bebé que lloraba con delicadeza antes de sentarse en la cama y mirar hacia la puerta que Quatre había cerrado tratando de contener las lágrimas, este rechazo era demasiado grande como para que su corazón no sangrara.
Y de ambos lados de la puesta se escucharon fuertes sollozos, pero ninguno escuchaba o entendía el del otro.

Heero miraba a su hijo formarse en el pecho de amoroso de su trenzado que le permitía tomar toda la energía que quisiera, quería que fuera igualito a Heero y dos veces había impedido que este lo apartara.
- Debes quitarlo o morirás - insistió Heero preocupado.
- Sólo un poquito más, aún se parece demasiado a mí - respondió Dúo.
- Es hermoso así - le dijo Heero acariciando su cabecita - se parece a los dos.
- ¿En serio? - lo apartó un segundo de su pecho para verlo y rompió el enlace - ¡Malvado!
- Lo siento - lo besó en los labios - no se me ocurrió otra manera de detenerte.
- ¡quería que fuera igualito a ti! - lloriqueó.
- Y a mí me habría gustado que fuera igualito a ti - lo abrazó - pero no podía ser - los acomodó en su pecho - ¿cómo lo llamaremos?
- Quisiera ponerle tu nombre - dijo conteniendo un bostezo a duras penas - pero no - lo acarició - debo ir por su ropita, le dará frío.
- Estás agotado, corazón - le dijo Heero - yo voy por algo, descansa mientras, ya pensaremos en un nombre para nuestro hijo.
- Gracias, Heero.
- ¿Por qué? - lo miró extrañado.
- Por amarme así - le sonrió medio dormido - sin preguntas, por lo que soy.
- Eres un tonto, amor mío - tomó la ropa que Dúo dejó preparada para el bebé y regresó con ellos - es tan fácil amarte - tomó al pequeño y le puso el pañal y una camisita y lo volvió a recostar sobre el pecho de Dúo que ya dormía profundamente - parece que lo cansamos mucho ¿verdad, Doshi? - el bebé le sonrió apoyando su cabecita en el cálido hombro del trenzado - sí, a mí también me gusta dormir así.
Y el castillo entero se quedó en silencio con casi todas las parejas felices por tener a sus hijos.

Muy lejos de allí dos mujeres planeaban la caída del reino de Benice y especialmente la humillación de los integrantes del clan Yuy. Relena estaba realmente furiosa al pensar que aquel trenzado le había dado un heredero al trono por medio de la magia de la Luna Azul.
- ¿Estás segura que eso funciona? - le dijo Dorothy desconfiada.
- Por supuesto que sí, por generaciones los príncipes Yuy han nacido así.
- ¿Por generaciones? - repitió la rubia asombrada.
- La luna es azul una vez al año, pero sólo una vez cada cinco años le da su magia al regente de Yuy y les permite tener un hijo a las parejas que por vias naturales jamás lo conseguirían.
- Nos será muy útil, después de todo si quisieron tanto un hijo, harán lo que sea para recuperarlo ¿no crees?
- Si ellos tienen en su poder las tres espadas extraviadas de Meridian, debemos evitar que se encuentren con los traidores, si el príncipe y su primo se reúnen con él, de seguro usarán las espadas y nos destruirán.
- Nos encargaremos que eso jamás ocurra - dijo Relena sonriendo malignamente - robaremos al pequeño Yuy y recuperaremos las espadas y con ellas en nuestro poder negociaremos con Dermail.
- No será nada fácil, de seguro sospechan de ti.
- Esto lo haremos juntas, Dorothy, y gobernaremos cada una un reino y nos adueñaremos de los humanos.
- Eso suena fabuloso.
- Así es, y será fácil lograrlo - y comenzó a detallarle su plan.

La noche volvió a caer sobre el castillo Yuy y todos fueron al salón principal a presentar a sus hijos al soberano y conocer al heredero. Dúo estaba orgulloso de presentar a su pequeño hijito tan parecido a su Heero pero con sus ojos, por lo que miraba un tanto molesto a su esposo que le sonreía a medias acariciando su mano.
- Aún estás molesto ¿verdad? - le dijo Heero.
- Claro, todos pueden darse cuenta que aún tiene un cierto parecido conmigo.
- Doshi tiene unos hermosos ojos - fue su comentario - es hermosos así.
- MM, sería mejor si fuera igualito a ti.
- ¿Ese no es Trowa? - se lo señaló tomando al bebé de sus brazos mirando que también portaba un bebé - parece que al fin se le hizo con Quatre ¿no te parece?
- Viene solo - le comentó antes de dirigirse hacia él - Hola, Trowa ¿y Quatre?
- No lo he visto desde que nació Hamish - respondió su primo - no quiere ni verme.
- ¿Quieres conocer a mi hijo? - lo llevó junto a Heero - he aquí al heredero del clan Yuy.
- Tiene tus ojos - le dijo mirándolo fijamente - pero se parece a su otro papá.
- ¿Y mi primo?
- No lo veo desde ayer, creo que se fue, estaba furioso porque lo obligué a darme un hijo - respondió apenado.
- Si te resultó es porque siente algo por ti.
- ¿Tú crees?
- Ningún hijo de la Luna Azul nace sin que ambos padres se amen profundamente.
- Entonces ¿por qué me hace el quite?
- Tal vez no se siente capaz de admitir que está enamorado de ti - respondió Heero pensativo - después de todo lo forzaron a casarse y es su orgullo lo que no le permite liberar su corazón.
- Si Quatre me amara - suspiró acariciando los dorados cabellos de su hijo - yo sería muy feliz.
- No te preocupes, ya lo soltará - le sonrió Dúo alentador.
- Hola - los saludó Wufei con su hijo en su brazos - veo que les fue bien ¿y Quatre?
- Por allí debe andar.
- Por lo visto hay nuevo heredero - dijo Zech mirando al bebé en los brazos de Heero - se parece a ti.
- ¿Cierto? - dijo Dúo orgulloso - es hermoso.
- Zech, de casualidad ¿no han visto a Traize? Me preocupa su reacción ya que la vez pasada mi hermano no quiso darle un hijo y ahora está solo.
- Me parece que se fue con Ly Une al castillo de Quatre, dijo que allí no tenía recuerdos de su vida feliz.

Relena circulaba entre la gente junto con Dorothy, como nadie la conocía, era muy fácil pasar desapercibidas, en especial por todo el revuelo que había por la presentación de los bebés al rey y por conocer al heredero.
- Será difícil llegar hasta el bebé - comentó Relena mirando a Heero que no permitía que nadie tuviera mucho rato a su hijo en brazos - y después de lo que pasó con sus hermanos, jamás me dejaría tocarlo.
- ¿Y dónde andará su esposo?
- No me interesa el trenzado ese, es sólo un estorbo.
- ¿Dices que es un trenzado? ¿Sabes algo más de él?
- Nada, sólo que se casaron poco más de una semana después de la derrota de Meridian.
- Me pregunto si...
- ¿Sí qué?
- Si será coincidencia, el príncipe Maxwell desapareció con su primo más o menos por la misma fecha del castillo principal y él también es trenzado.
- Pero si fuera él ¿no habría ya utilizado Heero su poder para destruir a los Meridian?
- Mira, uno de los guardias se lleva al bebé - la interrumpió la rubia - puede ser nuestra oportunidad - y ambas corrieron a interceptarlo tomando bruscamente al bebé - ¡Cállate! - le ordenó la rubia al oírlo gritar como pidiendo ayuda.
- ¡Vámonos! - dijo Relena golpeando al guardia dejándolo inconsciente - no vaya a ser...
- ¿Qué alguien escuche los gritos de Doshi? - se les atravesó Dúo - entréguenmelo.
- ¡Dúo Maxwell!
- ¡Dorothy Catalonia!
- Vaya, vaya, así que era verdad que el heredero de Meridian era un traidor - dijo furiosa entregándole el bebé a relena - y para colmo le dijte un hijo al rey enemigo.
- Yo amo a Heero - afirmó - entréguenme a Doshi.
- Pero de seguro él no sabe quien eres tú o ya habrían usado las espadas para destruirnos ¿verdad?
- Cállate y entrégame a Doshi - repitió apretando los dientes.
- Entrégame a Deathscythe y hablaremos.
- Devuélveme a mi hijo.
- No, en nuestro poder está el heredero de dos reinos - dijo Relena - y como por sus venas corre tanto sangre Maxwell como Yuy, es mucho más poderoso que sus padres.
- Es sólo un bebé - replicó Dúo.
- Ya sabes, Dúo Maxwell, tu espada por tu hijo y las otras por nuestro silencio.
- ¡Yo no puedo tocar las otras espadas y no van a descubrir a Trowa por culpa de ustedes!
- ¿Qué harás entonces? - se burló Relena.
- Meterlas a ambas en las mazmorras - le contestó Heero tomando a su hijo de sus brazos - encierren a la espia y a la traidora - ordenó a los guardias - y llamen a Zech a la biblioteca.
- Si, excelencia.
- Heero... - empezó Dúo preocupado.
- Toma a Doshi y vete a tu cuarto, no quiero verte esta noche - lo cortó frío entregándole al bebé que lo miraba con sus ojitos asustados.
- Pero Heero, yo quisiera...
- ¿ACASO NO LO ENTIENDES? - le gritó - ¡VETE!
Dúo tomó a Doshi y lo pegó a su pecho mientras subía corriendo por las escaleras con los ojos arrasados de lágrimas, jamás había visto así a Heero, con los ojos encendidos y mostrando los dientes, se notaba que estaba furioso.
Heero respiró profundamente para calmarse, no había sido su intención herir a su trenzado, sabía que fuera quien fuera lo amaba, pero había sido un terrible choque enterarse así de la verdad, no por el mismo, sino por boca de una traidora. Un poco más calmado, se dirigió a la biblioteca donde Zech y Wufei lo esperaban.
- ¿Qué pasó, Heero? - le dijo el rubio.
- Relena trató de secuestrar a Doshi, así que ahora se encuentra en una celda.
- Lo siento, Heero, ella...
- Yo sé como es y no es tu culpa - lo tranquilizó - ahora lo que necesito es que Wufei vaya por Shenlong y que ubiquen a Quatre para que se traiga a Sandrock de inmediato, me acaban de informa que las tropas de los Meridian están muy cerca de la frontera.
- Pero ¿por qué? - dijo el moreno - estaríamos arriesgándonos sin tener quienes manipulen las otras dos espadas para nosotros.
- Estás equivocado, Wufei - le dijo Trowa -yo puedo manipular a Heavyarms porque soy un Barton y Dúo, que es mi primo, puede manipular a Deathscythe porque es el heredero de los Meridian.
- ¡¿QU…?!

Continuará...

Siento haberme tardado tanto en tenerlo listo, es que no he tenido tiempo y mis ideas andaban vagando por el espacio sideral y no querían regresar.
El capítulo va para todos/as mis lectores/as que me han dejado reviews (perdonen que no los mencione, no quiero que se me olive alguien y después se enojen)
Espero que las ideas regresen y tener pronto el capítulo siguiente.
Shio Chang.

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