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Notas del capitulo:

¡Holas! Aquí traigo el segundo capítulo, gracias a las personas que lo estén o hayan leído y los que han comentado :) 

Espero les guste y dejen sus rewies para darme ánimos :3 

 

Capítulo II

Los entrenamientos de Too transcurrieron con normalidad, incluso faltaba Aomine, siempre fiel a su siesta en la solitaria azotea del instituto y las amenazas por parte de Imayoshi y Wakamatsu con su revista de Mai-chan para que se aparezca.

Como siempre, se salieron con la suya, haciendo que el peli azul llegara al entrenamiento, pero sólo para conseguir recuperarla y marcharse nuevamente poco después, ante los regaños de sus compañeros.

Dispuesto a subirse otra vez a la azotea, ya que aún quedaba un poco para su hora de volver normalmente a casa, caminó hacia el edificio principal, pero oyó el ruido de una pelota siendo botada y de chirridos de zapatillas en la cancha.

Cierto, el Seirin está ahora mismo en su entrenamiento en el gimnasio de la parte de atrás. Curioso, cambió sus pasos y se dirigió allí, asomándose sin ser visto por ningún miembro de ese equipo.

Parecía que, por la hora que era, ya estaban terminándolo, porque en el momento que él llegó terminaron el partidillo de entrenamiento. Observó cómo todos se dirigían a los vestuarios, incluyendo entre ellos a su antigua sombra.

—¿Espiándonos, Ahomine?  —oyó una voz detrás de él, sobresaltándolo. Al reconocerla, chistó la lengua.

—Por supuesto que no, Bakagami, no necesito espiraos para ganaros, sois demasiado malos.

—Por eso fuisteis derrotados por nosotros.

—Vives en el pasado, chaval, estamos en el presente, y somos mejores que vosotros, por lo que, viendo el futuro, este año os haremos comer polvo —dijo con arrogancia.

—¿Qué tienes ahora los poderes de Akashi o qué, para ver el futuro? —arqueó una de sus extrañas cejas.

—No los necesito, sé de sobra que ganaremos.

—Por eso nos espías.

—No lo estaba haciendo, sólo pasaba por aquí. Además, ya habíais terminado el entrenamiento cuando llegué, imposible que, en el hipotético caso que quisiera espiaros, no podría haberlo hecho. Por cierto, ¿qué haces que no estabas con ellos?

—Fui a por una bebida energética. Oye, vamos a la cancha a por un one o one, ¿qué me dices?

—Te digo que volverás a perder, cómo siempre cuando jugamos —aceptó el reto —. Sólo déjame ir por mi mochila, está en la azotea del instituto.

—Te la pasas viviendo allí, no entiendo cómo después apruebas.

—¿Tú qué sabes lo que yo hago con mis estudios? Espérame en la puerta —dicho esto, se alejó para recoger sus pertenencias.

—Está bien, voy a cambiarme y nos vemos.

Kagami llegó hasta los vestuarios, dónde sus compañeros estaban ya completamente cambiados y dispuestos a irse.

—¿Dónde estabas, Kagami-kun? Pensé que si no venías nos íbamos a ir sin ti.

—No encontraba la máquina expendedora de bebidas en este lugar —se encogió de hombros —, podéis irse si queréis, yo sólo me cambio y recojo mis cosas.

—¿Te hace un Maji Burguer ahora? —le preguntó el peli celeste, deteniendo su caminar justo cuando pasaba por al lado de él —. Vamos a pasarnos por ahí los de primero.

—Eh, no, será en otra ocasión. Tengo algo pendiente.

—¿Tú rechazando comerte infinidad de hamburguesas? Eso sí que es raro en ti.

—Es que me he encontrado con Aomine, vamos a jugar un one o one.

—Ah, ahora entiendo, ya decía yo que se me hacía extraño rechazar tus preciadas hamburguesas, pero estando el baloncesto por delante, lo entiendo. Entonces me voy, antes de que me dejen atrás, diviértete, Kagami-kun.

—Hasta mañana —se despidió de su compañero. Se cambió, recogió sus pertenencias, y salió en busca de Aomine, quien estaba en la puerta apoyado sobre el muro del instituto.

—Un poco más y hago aquí la fotosíntesis de tanto esperarte.

—Me tenía que cambiar y recoger, además que me despedí de mi equipo. Venga, vamos.

Fueron a la típica cancha dónde siempre que tenían oportunidad, y sin perder más tiempo, soltaron sus mochilas y se dispusieron a jugar. Como siempre, había mucha rivalidad, pero Aomine acababa ganando.

El sudor, las pulsaciones aceleradas, demasiada rivalidad, adrenalina y testosterona juntos. Acabaron completamente exhaustos tumbados en la cancha.

—Quiero la revancha, sin falta mañana —habló Kagami levantándose y sacando de su mochila la botella de bebida energética que había comprado antes, bebiendo gran cantidades y pasándosela al moreno, que la aceptó.

—Cuando quieras, será un placer volverte a machacar siempre que quieras —el pelirrojo se volvió a sentar en el suelo, para después tumbarse nuevamente. Aomine, después de terminar de beber, hizo lo mismo.

—En tus sueños, sólo ha sido una mala racha, ahora empezarás a comer polvo de verdad.

—Lo que tú digas. Admítelo, Bakagami, soy mucho mejor que tú, no puedes derrotarme en un one on one —le sonrió con arrogancia, a la vez que giraba su rostro de lado, para ver al otro chico, que hizo lo mismo.

—Eso estará por ver —demasiado cerca. Pensó Aomine al sentir cómo ambos rostros estaban a escasos centímetros sin darse cuenta. Sintió cómo su respiración, que estaba empezando a normalizarse, se volvía agitada, y cómo un cosquilleo en su parte baja del abdomen se hacía presente, comenzando a empezar a tener mucho calor de repente.

Se levantó de golpe, extrañando a su amigo.

—¿Qué te pasa?

—Me tengo que ir, se me olvidó que tengo que hacer unos pendientes —se dirigió lo más rápido que pudo hacia su mochila, dispuesto a irse.

—¿Estás bien? Otra vez estás así de extraño —se levantó también, acercándose a él —. Además, ¿por qué hueles dulce?

—Imaginaciones tuyas, imbécil, me tengo que ir —no le dio tiempo a decir más, porque el moreno salió a toda velocidad de allí.

—¿Por qué actúa tan raro este idiota?

.

Aomine no respiró tranquilo hasta que llegó a su casa. Sacó de su pantalón nuevamente el frasco, tomándose la última pastilla que le quedaba.

—Maldita sea —murmuró al ver que ya se le habían terminado.

—¿Daiki? —preguntó su madre desde la cocina, al haber escuchado la puerta de la casa. El moreno fue hasta dónde ella —. ¿Eres tú?

—Mamá, no me quedan supresores.

—¿Ya te los has terminado? Te deberían durar al menos hasta la semana que viene, hijo. ¿Cuántos te tomas?

—Pues unos cuantos, quiero suprimir por completo mi aroma —se encogió de hombros.

—Daiki, los supresores no son caramelos para que te los tomes así. Estos supresores son los más fuertes que hay, con que te tomes uno al día te basta —explicó su madre terminando de preparar la cena.

—Como sea. ¿Puedes ir a por mis supresores, por favor?

—No puedo, Daiki, tengo turno de noche al igual que tu padre, por eso estaba haciendo la cena y dejándotela preparada. 

—¿Qué? ¿Y qué hago yo ahora sin supresores? ¡No me queda ni uno! —exclamó molesto —. Y mi celo está a punto de llegar.

—No habértelos tomado tanto de golpe. Ve tu a por ellos, tampoco te cuesta nada.

—¿Yo? ¿Ir a recogerlos al hospital? ¡Ni hablar, me niego! —se cruzó de brazos frunciendo el ceño.

—Son para ti, no entiendo por qué no quieres ir a por ellos.

—Sabes que no quiero ir por si alguien me ve recogiéndolos.

—Eso es una tontería, Daiki, a nadie se extrañará que los vayas a recoger.

—¡Pero no quiero que nadie se entere que soy un omega! Hasta a todos mis amigos les hice creer que soy alfa —terminó la frase murmurando.

—No entiendo por qué no quieres que nadie lo sepa, es una tontería.

—¡No es una tontería! Me avergüenza que sepan que soy un maldito omega.

—No me gusta que te insultes, pero un poco de respeto, jovencito, porque también me lo estás faltando a mí —lo regañó molesta su madre.

—Lo siento, mamá, sabes que yo no te quiero lastimar —su madre le sonrió, ella sabía que él nunca la ofendería. Cogió su bolso, y antes de colgárselo del hombro buscó dentro de él, dándole tres pastillas supresoras de las suyas.

—Toma, aguanta con estas hasta que yo vuelva mañana con tus supresores.

—Gracias mamá —la abrazó.

—No olvides dejar todo cerrado —la mujer se despidió de su hijo se marchó.

—Maldita sea —murmuró al sentir cómo los efectos de su celo se estaban presentando.

Se dio una ducha rápida, se puso ropa cómoda y se fue a su habitación, metiéndose dentro de la cama. La mejor manera de pasar el celo solo es estando en la cama, tapado entero y deseando que los malditos efectos se pasen lo más rápido posible.

Al principio de la noche, su celo fue cuando le empezó a dar fuerte. Odiaba sentirse así, sentir dolores por todo su cuerpo, y esas asquerosas ganas de que lo tomen.

Llevó su mano a su miembro completamente erecto, para intentar saciarse, pero en esta ocasión, no entendía por qué no le bastaba sólo masturbarse. Inconscientemente, llevó su otra mano hasta su palpitante y húmeda entrada, sorprendiéndose en el acto.

—Pero qué mierdas. Ni loco me meto los dedos ahí, nunca lo he hecho y nunca lo haré —se giró en la cama, intentando saciarse sólo con su miembro, intentando pensar en su querida Mai-chan.

Se había venido innumerables de veces, pero no se sentía satisfecho. Su otra mano volvió a ir nuevamente a ese lugar, y esta vez la dejó hacer lo que quería.

Se sentía extraño, y algo doloroso, aunque estuviera completamente lubricado. Nunca antes había hecho algo como esto, todos sus celos los había podido soportar bien sólo con su mano, pero ahora su cuerpo le exigía también sus dedos.

No pasó mucho tiempo cuando vio que un solo dedo no le bastaba, metiendo otro más, que le hizo soltar un pequeño gemido. Se cambió de posición, así de lado le era incómodo. Se puso bocabajo, con su trasero levantado, viendo que así tenía más fácil acceso, introduciendo el tercer dígito.

Subió el volumen de sus gemidos al sentir cómo sus dedos tocaban un punto exquisito, que le hizo que, inconscientemente, golpear una y otra vez ese lugar sin parar. No entendía, se sentía avergonzado, asqueado, que un tipo cómo él esté haciéndose eso sólo por ser un omega, pero debía reconocer, que estaba ahora mismo sintiendo mucho placer.

Metió más profundos sus dedos, sentía el cosquilleo en su vientre bajo constantemente, que, con un gemido ronco, hizo que se volviera a venir, mientras pronunciaba un nombre.

—Kagami… —cayó derrotado en la cama, estaba empapado en sudor, cansado y pegajoso por todos los fluidos. Había sido el mejor orgasmo que había tenido hasta ahora. En cuanto cayó en lo que había hecho y pronunciado, se levantó de golpe —. ¿Por qué diablos he dicho el nombre de Kagami? ¿Y por qué me he corrido al decirlo? ¡Maldición! Si a mí no me gusta ese tipo. Bueno, ni ese ni ninguno, ¡no soy gay! ¿por qué he tenido que meterme los dedos? ¿y pensando en él? ¡Odio ser un omega!

.

En toda la noche no durmió, su celo esta vez lo golpeó más fuerte y los supresores que le había dado su madre no les hizo efecto alguno, ya que su cuerpo estaba acostumbrado a otros más fuertes que esos.

Su móvil, que lo tenía en silencio recibió infinidad de constantes llamadas de su amiga Satsuki, pero al estar en silencio, no las atendió.

La peli rosa, justo en la puerta de la casa esperando de que su amigo saliera de su casa para cerciorarse de que asistía a clases, no paraba de llamarlo. Sabía que sus padres tenían turno de noche, así que no se atrevió a llamar al timbre vaya que los despertara.

Siendo una amiga de la infancia, tan cercana a la familia, la madre del peli azul le había dicho infinidad de veces que podía entrar sin problemas, por lo que, cogiendo una llave de repuesto de un escondite que ella sabía, abrió la puerta y subió a la segunda planta a buscar al gandul de su amigo.

—Dai-chan, ¿estás ahí? Tenemos que ir a clases —dio unos golpecitos en la puerta.

—¿Satsuki, qué haces aquí? Vete, por favor, hoy no iré a clases.

—¿Qué? ¿Cómo que no? ¡No te vayas a escaquear! Venga, sal de la cama —entró en la habitación, sin pedir permiso, y empezó a tirar de la manta que tapaba al moreno, que sujetaba con fuerza para no ser destapado.

—¡Satsuki, vete! Ya te he dicho que no voy a ir a clases, no puedo ir, vete ahora mismo, por favor.

—¿Y ahora por qué? No me vengas que tienes un resfriado porque tu voz no la noto tomada —se cruzó de brazos.

—No estoy resfriado, pero hoy me es imposible ir a clases, ¡vete! —ni siquiera su amiga de la infancia sabía que era un omega, hasta a ella le había hecho creer que era un alfa, no podía permitir que lo descubriera. Agradecía que ella fuera beta, porque no estaría percibiendo en ese mismo momento todo su aroma en gran cantidad por toda su habitación.

—¿Y entonces? Si no te pasa nada, a clase —volvió a tirar de la manta, pero cómo Aomine la tenía bien sujeta, su mano se escurrió, tirando el frasco vacío que él tenía sobre la mesita. Se agachó y lo cogió.

—¡Suelta eso! —sacó una mano de debajo de la ropa de la cama, intentando quitárselo.

—¿Qué es esto? Tranquilo, que no lo he roto —lo iba a colocar en su lugar cuando por curiosidad por saber por qué se ponía así su amigo con ese frasco, leyó la etiqueta —. Esto es… son supresores para omega, ¿qué haces con ellos?

—Te dije que lo soltaras —se incorporó dejando ver que no llevaba camiseta puesta y arrebatándole el bote — vete, por favor, ya dije que hoy no voy a ir a clases.

—Dai-chan… ¿qué ocurre, qué me ocultas?

—No oculto nada, si eres mi amiga, lárgate ahora mismo, por favor.

—No me digas que… ¿eres un omega? —vio como el moreno agachaba la vista mientras con ambas manos apretaba la manta —. Entonces, ¿no eres un alfa? ¿nos engañaste a todos?

—¡Sí, lo soy! ¿Qué pasa? ¿Estás contenta ya? Ya puedes burlarte de mí —gritó enfadado.

—¿Burlarme de qué? ¿De que seas omega? ¿Qué tiene de malo? —cogió uno de los cojines de la cama y se lo tiró a la cara. Aomine, molesto, levantó la vista, viendo cómo los ojos de la chica se humedecían —. Estoy muy enfada contigo.

—¿Por qué? Debería estarlo yo.

—Primero, me mientes, no confiando en mí para contarme la verdad, ¿tan poca amiga soy que ni a mí me has podido contar la verdad? Segundo, por pensar que me burlaría de ti, y tercero, porque creerías que yo contaría algo de esto.

—Para mí no es fácil, ¿sabes? Odio haber nacido omega, odio todo lo que le pasa a mi cuerpo, odio todo esto. Si la gente se entera que soy un omega, se burlarán de mí. Bastante humillante es esto. Esto es muy patético.

—Nadie se burlará de ti, Dai-chan. A cada uno le toca ser una cosa, y ser omega, ni es una vergüenza ni una humillación. Lo que es patético, es intentar ser alguien que no eres, ocultando lo que sí eres. Mira por ejemplo Sakurai-kun, o Tetsu-kun, ellos no esconden que son omegas, ni se avergüenzan por serlo.

—Pero a ellos les pega ser un omega, a mí no.

—Eso es una tontería, Dai-chan —dijo con seriedad, pero después suspiró, entendía a su amigo —. Gracias por no confiar en mí, para contarme esto.

—Satsuki, no, claro que confío en ti sólo que… si yo no asimilo esto, ¿cómo contarlo?

—Está bien, lo siento. ¿Entonces no vas a clase porque estás deprimido por eso?

—Por eso no —agachó nuevamente la cabeza, avergonzado —. No puedo ir, estoy en celo y no tengo supresores. Mi madre me los traerá después de su turno, pero hasta las diez no acaba —Satsuki entendió. Cuando un omega está en celo no debe salir de su casa, para evitar pasar un mal momento y ser atacado por un alfa.

—Entonces no te regañaré, entiendo que no puedes ir hoy —sonrió —, pero ¿cómo pasas el celo sin supresores?

—Se me han terminado, mi madre me dio tres de los suyos, pero yo tomo muy fuertes, y no me han hecho efecto. Ni te imaginas lo horrible que es esto, más sin supresores.

—¿Quieres que vaya yo a por tus supresores? No me importa.

—Llegarás tarde a clases, además, no eres familiar, no te lo darán —volvió a taparse con la manta completamente entero, estaban empezando a aparecer los efectos.

—Si digo que soy tu hermana, seguro que sí me los dan. Tranquilo, sé apañármelas, sólo dame tu tarjeta médica —sacó una mano de debajo de la manta, señalándole su mochila, dónde dentro tenía su cartera —. En seguida vuelvo, tú intenta aguantarlo lo mejor que puedas.

—Gracias… —susurró mientras se abrazaba temblando.

Momoi fue hasta el hospital, que no le resultó nada complicado que le dieran los supresores, alegando que era la hermana pequeña y su hermano no podía venir a recogerlos. Una vez con ellos en mano, se dispuso a volver lo más pronto posible a casa de Aomine.

—¿Momoi? ¿Qué haces aquí? —oyó una voz tras ella. Al ser reconocida, se giró con miedo a quién encontrarse.

—¿Eh? Ah… ¿Midorin y Takao-kun?

—¿Qué haces en la recepción de recogida de supresores para omegas? ¿Y qué haces con ellos, si tú eres beta? —preguntó el peliverde señalando la bolsa con el contenido.

—Obvio no son para mí, vengo a recogerlas de parte de alguien, que no pudo hacerlo. Lo siento, tengo un poco de prisa, tengo que regresar a la casa de Dai-chan —en ese mismo momento, se dio cuenta que habló de más.

—¿Aomine? ¿Y para qué los llevas a su casa, si él es alfa?

—Eh…no son para él, claro que no, son para su madre, ella es omega.

—¿Y por qué lo recoges tú y no Aomine, si son para su madre? —cuestionó el pelinegro con rostro de duda.

—Porque… Dai-chan se encuentra enfermo, está resfriado, y su madre acaba de volver del turno de noche y se le ha hecho imposible recogerlos ella —mintió tratando de sonar lo más convincente posible.

Los otros dos se miraron, extrañados sin creerse un poco todo.

—¿Y qué hacéis vosotros aquí?

—Takao viene a recoger sus supresores también —lo señaló hacia atrás.

—Sí, fallo mío —puso ambas manos detrás de su cabeza, sonriendo ampliamente —, se me olvidaron recogerlos ayer, así que me llego ahora antes de ir a clases.

—¡Cierto, las clases! Me voy corriendo, en cuanto las entregue tengo que ir a clases, y creo que vosotros lo mismo, así que no os entretengo más —se despidió de ambos chicos, sin que ellos pudieran decirle nada más.

—Es un poco extraño todo. ¿Te has creído lo que ha dicho? —preguntó el del ojo del halcón.

—Claro que no —se ajustó sus gafas —. Pero si no son para la madre de Aomine como dice, no sé entonces para quiénes puede ser.

—¿Serán para Aomine?

—Bakao, Aomine es alfa, es imposible que sean para él. Venga, manos, recoge rápido los supresores y vayamos a clase, que, si seguimos hablando, no llegaremos ni para la segunda hora.

El pelinegro fue hacia el mostrador de recepción para recogerlos, mientras no paraba de pensar en si quizá, Aomine no resultaba que era alfa y era omega, pero, le resultaría muy extraño que así fuera… y si lo fuera, ¿por qué mentiría con eso?

.

Aomine estaba completamente desesperado porque Satsuki no llegaba con sus supresores. Le había mandado un mensaje a su madre diciéndole que la peli rosa había pasado por ellos y así ella no tendría que pararse después del trabajo.

Por fin, oyó la puerta de la entrada, y suspiró aliviado al ver cómo segundos después, la puerta de su habitación se abría, apareciendo su amiga.

—Por fin, Satsuki —la chica se acercó a él y le extendió la bolsa marrón.

—Perdón, es que en el hospital me encontré con Midorin y Takao-kun, que iba a recoger sus supresores también.

—¿Qué? ¿Te… te dijeron algo?

—Tranquilo, si preguntan, les dices que eran para tu madre, que no pudo recogerlas y tú estás enfermo con resfriado.

—Espero no sospechen… Gracias, Satsuki —le sonrió mientras se tomaba una cápsula y la peli rosa le extendía un vaso con agua.

—De nada, me alegro poder ayudarte. ¡Ah! Casi se me olvida, toma, te compré otra cosa, seguro que te será de ayuda —el moreno la miró confuso, observando cómo cogía una bolsa que había dejado en el suelo y se la entregaba.

—¡Satsuki, qué mierda es esto! —exclamó enojado al sacar el objeto de la bolsa.

—Bueno…pensé que sería bueno para pasar mejor tu celo —susurró sonrojada, no lo había hecho con mala intención.

—¿Pretendes que me meta esto ahí? ¡Ni muerto! Que sea omega no significa que quiera meterme cosas. ¿Te estás burlando de mí?

—¡Claro que no! Yo lo hice con buena intención —respondió ofendida —, pero ya verás como al final, cuando tu celo te de bien fuerte, puede que tal vez hasta lo quieras. Me voy a clase, y tranquilo, no pienso decir a nadie sobre ti, sólo diré que estás enfermo con un resfriado —el moreno suspiró.

—Gracias por todo —una vez que su amiga se fue, se quedó mirando el regalo que le había traído. ¿Cómo se le podía ocurrir que él usaría eso? Ni aunque su celo fuera horrible, lo usaría, él tenía dignidad.

Molesto, lo metió debajo de la cama y se volvió a tapar, deseando de que acabara ese día y los dos restantes, lo más pronto posible.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, este capi ha sido más bien todo sobre Aomine, pero quería poner un poco lo que él siente siendo un omega. Espero les haya gustado :) ¡saludos! 


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