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Boys Meets Evil / JIHOPE - HOPEMIN por AlatheaMorwellan

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Hobi cerró la puerta, y se apoyó en ella intentando calmar los desbocados latidos de su corazón. ¿Por qué se sentía así? No podía negar que su vecino era apuesto, pero de ahí a que su lado omega se hubiese alborotado tanto con su sola presencia lo hacía sentir incómodo.

Tal vez había sido su intensa mirada, o su inexplicable aroma... pero fuese lo que fuese debía mantenerse alejado. ¿Un alfa tan atractivo y rudo? sólo podía indicar problemas. Y Hoseok sólo quería paz y orden en su vida.

Se concentró en terminar de ordenar antes de dormir, y no volvió a dedicarle ni un sólo pensamiento más al misterioso Jimin.

*    *    *

- ¡Buena colecta la de hoy! - Jungkook palmeó la espalda de su amigo y éste gruñó en respuesta. Jimin guardó el dinero que había estado contando y se dispuso a limpiar la barra. Ambos eran compañeros de trabajo en el bar, y mejores amigos.

- He tenido mejores. - Respondió monótono mientras tiraba algunas servilletas con números telefónicos garabateados en ellas. Sus admiradoras jamás perdían la oportunidad de hacerlo y ya estaba acostumbrado a ignorar esas cosas. Si sentía la necesidad de follar podía elegir libremente, no necesitaba de esos tontos números.

- Es miércoles. Recibirás mejores propinas el fin de semana y más números también. A estas alturas ya debes tener la guía telefónica entera de la población. ¿No? - Comentó Jungkook riendo.

- No lo creo, pero tal vez esté cerca. - Jimin sonrió con altanería. - ¿Y qué hay de ti? ¿Sigues acostándote con ese descarriado omega? -

 

El rostro de su amigo perdió rápidamente la diversión de segundos antes, y se quedó en silencio antes de responder.

- No es descarriado, es sólo que es...muy liberal. Y aunque seguimos juntos, estoy seguro que también está con otras personas. Aunque no puedo reclamarle nada, después de todo lo nuestro no es nada formal. - 

 

Sentía pena por su amigo. Un alfa tan atractivo como él, pudiendo tener a cualquier omega a sus pies, suspirando por un idiota.

- ¡Ánimos Kookie! Que se joda ese tipo. Demuéstrale que eres un alfa y que nadie te doblega. En todo caso, págale con la misma moneda y fóllate a otras personas. - Sentenció con pasión. El más joven rió.

- No es tan sencillo. Creo que estoy enam...- Jimin se abalanzó encima de él, tapandole la boca.

- Ni lo digas. No te atrevas a decirlo. Seguro estas confundido porque es atractivo, eso no te lo negaré. Pero no estás enamorado, eres Jungkook. Mi amigo, mi compañero. *"Buen acostón, borrón, y cuenta nueva."* ¿Lo recuerdas? - El mayor lo miró preocupado. Necesitaba devolver a Kookie a la senda del bien.

- No lo sé, Jiminnie. Me resulta difícil pensar en otra persona. - Replicó apesadumbrado.

 

- ¿Sabes qué? Es tarde, no has dormido nada, estas cansado. Dejaremos esta conversación para cuando tus neuronas y hormonas estén más despiertas. Pero mi solución, querido Kookie, es la misma. Sexo. Salvaje y alocado. Y así olvidarás a Taehyung. - Finalizó con una amplia sonrisa.

- Lo tendré en cuenta, ¡gracias! Supongo... - Jungkook esbozó una débil sonrisa que su amigo correspondió guardándole una de las servilletas con un teléfono anotado allí.

- Ese número es el único que no boté. Tal vez el destino quiere que lo conserves. - Jimin repuso fingiendo dramatismo. Kookie rió con ganas.

- No tienes remedio. - Se guardó la servilleta, y tras terminar de ordenar todo, salieron finalmente del bar, rumbo a sus respectivas casas.

* * *

Eran las siete de la mañana cuando Jimin entró a su edificio. Había dejado de pasada a Jungkook en su casa (con la promesa de que pronto haría una gran fiesta que lo ayudaría a distraerse) y estaba terriblemente cansado. Si no apuraba el paso, se desmayaría en medio del desierto pasillo de su piso.
Rebuscó la llave dentro de su mochila, y justo cuando estaba por entrar, una deliciosa fragancia llegó a su nariz. Dulce, tan dulce que lo embriagó. Cerró los ojos un segundo para poder precisar a que se asemejaba. ¿Rosas, tal vez?

- ¡Buen día! - La cantarina voz de su vecino de enfrente lo saludó alegremente.

Él era el dueño de ese irresistible aroma. Lo había sentido la noche anterior cuando lo vió por primera vez. Y había sentido la necesidad casi imperiosa de salir corriendo de allí. Los omegas de aroma embriagador eran peligrosos para un alfa que amaba su libertad tanto como él. 
Aún así volteó para verlo, la curiosidad era más fuerte que su afán por entrar y al instante se arrepintió de su decisión.

Definitivamente era el omega más llamativo que había visto en mucho tiempo. A simple vista no era el prototipo de "joven atractivo", al menos no con los estándares convencionales de belleza. Pero a Jimin le resultó inmediatamente atrapante. Sus ojos transmitían un brillo pícaro, sus pómulos demasiado pronunciados le daban un aspecto tierno, y lo mejor sin duda era su sonrisa. Amplia y bondadosa. Jimin dudaba seriamente de que ese omega pudiera alguna vez enojarse.

- Buen día. - Respondió por inercia y despejó todos esos pensamientos de su mente. ¿Qué demonios hacia analizando la sonrisa de un omega? En el mejor de los casos analizaba sus traseros, pero jamás algo más que eso.

Hobi hizo un rápido escaneo de la figura frente a él y quedó algo confundido. ¿Estaba entrando o saliendo? Por la hora que era, la lógica diría que debería estar saliendo pero a juzgar por su apariencia desprolija y sus ojeras seguramente estaba entrando. Parecía volver de una fiesta, aunque era difícil saberlo. Después de todo no lo conocía y tampoco era justo sacar juicios apresurados sin saber.

Desalineado y todo sigue siendo fascinante.

Hobi silenció avergonzado sus atrevidos pensamientos. Ya era la segunda vez que se cruzaba con él y sus hormonas parecían estar en una montaña rusa en su presencia. 

- ¿Parece ser una fría mañana, verdad? - Hobi aventuró intentando mostrarse sereno. Volvió a sonreírle y acomodó la bufanda que llevaba alrededor de su cuello. El otoño había empezado y comenzaban a aparecer los primeros días fríos.

Jimin hubiera querido responder que sí, pero lo cierto era que desde que ese perturbador omega de cabello color rosa había aparecido, un inquietante calor recorría su cuerpo sin que pudiera evitarlo.

- Sí, hace frío afuera. Bien... que tengas buen día. - Jimin murmuró cortante, odiándose por sentirse incómodo en presencia de ese joven, y entró finalmente a su departamento.

- Buen día para ti también... - Hobi murmuró al aire, y caminó hacia el ascensor algo confundido por la actitud de su vecino. ¿Sería tímido o simplemente antipático? Le costaba entender a ese tipo de personas. Él no tenía ningún problema en conversar.

Decidió centrarse en otras cosas. Después de todo un nuevo día lo esperaba. ¡Y con un poco de suerte sería un gran día! 

*        *       *

- ¡Brindemos! - Tae exclamó alegre, mientras llenaba las tres copas del vino más caro que su poder adquisitivo le había permitido comprar.

- ¡Brindemos porque éste sea realmente tu año, Hobi! Felicitaciones por haber conseguido el empleo. - Jin agregó sonriente, y Hoseok les agradeció feliz. Al parecer su suerte estaba cambiando, y de a poco el sol comenzaba a salir nuevamente para él.

Los tres tomaron al mismo tiempo e inesperadamente Jin escupió toda la bebida de su boca.

- ¡Tae! Esto es asqueroso. ¿Estás seguro que compraste vino y no limpia-pisos? - El mayor de los omegas inquirió enfadado.

Taehyung soltó una carcajada que hizo a Hobi reír también.

- Lo lamento, ese vino era todo el dinero que me quedaba. - Se defendió, intentando no volver a reír. - Pero ciertamente es asqueroso. ¡La próxima traeré un jugo! -

- La próxima avísame y compraré yo. - Jin soltó indignado, aunque no pudo evitar sonreír al ver a sus amigos riendo de su reacción.

- Veo que Namjoon te tiene acostumbrado a la buena vida, eh? - Tae soltó burlón. - Antes bebías cualquier cosa, ahora sólo cosas de calidad. Creo que la solución a mis problemas sería conseguir un Sugar Daddy. - Tae sentenció pensativo.

- ¡Oye! Nam no es mi Sugar Daddy, es mi prometido. - Jin soltó indignado.

- Oigan... no discutan. - Hobi agregó intentando contener la risa. Sus amigos eran graciosos cuando discutían entre ellos.

- Te quedas en casa mientras él trabaja, te da todos los gustos, y a cambio le pagas con buen sexo, y comida. ¿Acaso no es eso lo que hacen un Sugar Daddy y su Sugar Baby? - Tae ignoró a Hobi, guiñándole un ojo. Amaba a hacer enojar a Jin.

- ¡Eso es amor! ¡Es lo que las parejas hacen! Él quiere que esté en casa y a mi no me molesta hacerlo. ¿Cuál es el problema? - Jin chilló encolerizado. Hobi observó que su amigo estaba levantando temperatura así que decidió intervenir antes de que su departamento terminara destrozado.

- No hay ningún problema. Hay diferentes tipos de relación. Yo también estaba en casa cuando vivía con él. Sólo que a diferencia de Nam que te lo sugiere porque te ama y quiere darte una buena vida, él lo hacía por celoso y posesivo. - Hobi repuso algo apagado. Cada vez que recordaba su antigua relación, más se daba cuenta de lo tóxica que ésta había sido.

Sus amigos olvidaron rápidamente su disputa, intercambiando una mirada preocupada por su amigo, y enseguida cambiaron de tema.

- ¡Al menos ahora ya tienes tu propio trabajo! - Tae exclamó con efusividad y Jin asintió enérgicamente detrás de él.

- ¡Creo que tomaré una de tus clases de baile! Estoy muy rígido últimamente. - Comentó el mayor, sonriendo.

- Eres más que bienvenido. Aún no puedo creer que vaya a ser instructor de baile. - Hobi exclamó con una amplia sonrisa de hoyuelos.

- Era hora de que esas caderas infernales volvieran a la acción. Te llevaré a fiestas para que vayas poniéndolas en movimiento! - Tae le palmeó el trasero con una sonrisa traviesa. - ¿Sabes que si fuera alfa ese glorioso trasero sería mío no? - El menor de los omegas se mordisqueó el labio intentando emular una expresión "sexy" en su rostro.

Hobi y Jin soltaron una carcajada negando con la cabeza. 

- Claro cariño. Pero este trasero no irá a ninguna fiesta tuya. - Hoseok se encogió de hombros ante la mirada acusadora de un dolido Tae.

- Lo bien que haces, Hobi. Una sola vez lo acompañé a una, y no solo tuve que volver por mi cuenta, si no que casi perdí mi reputación de omega tranquilo sólo por pisar ese horrible lugar. - Jin repuso fingiendo un escalofrío.

- Oh, vamos. Son un maldito par de señoras. Aburridos. - Tae se cruzó de brazos, dándoles la espalda, ligeramente ofendido. Hobi se acercó a él, y estampó un rápido beso en su mejilla.

- Tal vez algún día te acompañe. Pero no por el momento, está bien? -

- Está bien. Al menos no es un no rotundo. - 

- Bueno mis pequeños, debo ir a casa. Hoy me toca cocinar a mi. - Jin se levantó con pereza, estirando sus brazos por sobre su cabeza.

- Eso es princesa. Ve a casa y cuida de tu Sugar Daddy. - Tae se burló sacándole la lengua y Jin lo fulminó.

- Eso haré. Pero le diré a Nam lo que dices de él, y olvídate de venir a cenar con nosotros cuando no tengas ganas de cocinarte. - Jin sonrió con superioridad ante la palidez de Tae.

- ¡No sabía que habían adoptado a TaeTae! - Hobi repuso con una sonrisa.

- Oh sí, él viene muy a menudo a casa. Nos visita más seguido que a sus propios padres. Ten cuidado o te adoptará de madre a ti también. - Jin respondió burlonamente.

- Oye, prometo no burlarme más. Pero no me dejes sin tus deliciosos platillos. - Suplicó Tae abrazando al mayor.

- Está bien. Te perdono... - Jin le acarició el cabello en un gesto tan maternal que hizo reír a Hobi.

- Ok, tienes que ir a cocinarle a tu futuro esposo, y llévate a tu hijo contigo. Tengo que dormir temprano, mañana arranco con las clases. - 

- Hay formas menos sutiles de echarnos. - Tae le recriminó con falso enojo y un rato después, tras despedirse, ambos jóvenes se retiraron prometiendo volver al día siguiente para comprobar que le hubiera ido bien en el trabajo.

No habían pasado ni cinco minutos cuando tres golpes sonaron contra su puerta. Taehyung. Seguro se había olvidado algo.

- Tae, qué te olvid-... - En lugar de su amigo, su vecino de enfrente era quien estaba parado frente a su puerta con el ceño fruncido. 

- Siento molestar a estas horas pero salí a sacar la basura y mi puerta se cerró. Mis llaves quedaron del lado de adentro. ¿Podré usar tu teléfono para llamar a un cerrajero? - No pasó desapercibido para Hobi lo que le costó al alfa soltar todas esas palabras. Su tono era indiferente y algo seco. Al parecer no le gustaba pedir ayuda... aunque empezaba a creer que tal vez no le caía bien a su vecino.

Pero él era Hobi, según sus amigos  el tipo que siempre caía bien a donde sea que fuese. Y su tonto vecino no sería la excepción a la regla. Estaba determinado a agradarle. Esbozó su mejor sonrisa y tras asentir, se hizo a un lado para dejarlo pasar.

Ese día se ganaría la simpatía de su distante vecino o dejaría de llamarse Hoseok.


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