Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

ADVERTENCIA:  Este capítulo contiene smut ligero. :P

Cas soltó los bordes de la camisa al ver que su beso era correspondido y deslizó sus manos hacia arriba, hasta la nuca de Dean, donde se recreó masajeando su sedoso cabello rubio. El cazador dejó escapar un gruñido de aprobación ante el contacto y pegó al ángel a su cuerpo, aprovechando su sorprendida exhalación para profundizar el beso mientras lo rodeaba por la cintura. Sus alientos se entremezclaron entonces y sus lenguas se encontraron, fundiéndose en una danza lenta y cadenciosa, mucho tiempo anhelada por ambos sin saberlo.

-Dean... -Castiel gimió contra sus labios, fascinado por las abrumadoras sensaciones que lo estaban atravesando de pies a cabeza. El calor que despedía el cuerpo del humano, sus caricias, la vehemencia con que saqueaba su boca, los pequeños sonidos excitados que hacía cada vez que el ángel despeinaba su cabello... incluso su exquisito aroma. Olía a café, a manzana, a pólvora y a grasa de automóvil. Olía a Dean, y eso lo estaba enloqueciendo.

El humano por su parte estaba sorprendido y complacido en partes iguales. No había pensado lo que hacía al provocar a Cas como lo había hecho, así como no estaba pensando en ese momento tampoco. Sólo sabía que el ángel entre sus brazos se sentía mejor que cualquier otra cosa que hubiese experimentado últimamente, y deseaba deleitarse en él.

Sus manos se deslizaron de arriba a abajo por la atlética espalda de Castiel, arrancándole con cada movimiento pequeños gemidos de placer que Dean absorbió en su boca, encantado. Jamás hubiese imaginado semejante pasión procedente de aquel ser celestial, pero ahora que la estaba experimentando sólo deseaba más. Extasiado, trazó un recorrido de besos húmedos a lo largo de su mandíbula, bajando por su cuello hasta la unión con su hombro. El sonido quebrado que escapó de la boca del ángel al pegar sus labios a aquel sensible punto lanzó nuevas oleadas de placer por el cuerpo de Dean.

Las manos de Cas encontraron entonces los torneados hombros del cazador y empujaron su camisa alrededor de ellos hacia el piso. Dean se soltó de él apenas una milésima de segundo para dejar caer la prenda antes de volver a aferrarlo como si su vida dependiese de ello.

Pero el ángel quería más. Una necesidad primitiva y abrumadora se había instalado en su bajo vientre, ardiente y cruda. Cas no sabía cómo saciarla pero presentía que cuanta menos ropa los separase, mejor se sentiría. Y Dean lo comprendió.

Volviendo a besar aquellos labios llenos y quebradizos que tanto lo hechizaban, el cazador buscó los botones de la camisa del ángel y los desabrochó rápidamente, dejando su torso plano y firme al descubierto, pero sin quitársela aún. Luego tomó su propia camiseta y en un fluido movimiento la pasó por sobre su cabeza, dejándola caer al piso junto con su camisa leñadora.

Con los torsos ahora al descubierto, Dean atrajo a Cas entre sus brazos y hundió una vez más el rostro en su cuello al tiempo que sus manos trazaban un recorrido hasta sus nalgas, las cuales apretó con firmeza. El respingo que dio el ángel lo hizo sonreír con deleite.

-Dean... -Volvió a gemir Cas, con desesperación, incapaz de articular otra palabra.

-Lo sé, Cas. Lo sé.

Las manos del cazador aferraron entonces las diminutas caderas del ángel, pegando sus pelvises juntas y haciendo que sus indisimuladas erecciones se frotasen entre sí a través de la ropa. El quejido del ángel esta vez envió un impulso eléctrico a lo largo de toda su columna. 

Castiel siempre supo que Dean era un hombre apasionado. Lo sabía por gestos cotidianos, como la dedicación con que arreglaba su vehículo, el empeño que ponía en las cacerías, o la forma en que se preocupaba por quienes le importaban. Pero la pasión que estaba experimentando entre sus brazos ahora era distinta, y poderosa, y el ángel no podía creer que surgiese de un ser tan frágil como un humano.

Sintió las manos de Dean empujarlo contra la encimera e inmovilizarlo allí, y se preguntó qué nuevas y fascinantes sensaciones lo aguardaban. Cuando el cazador puso una de sus piernas entre las de Cas, y su muslo se frotó contra la entrepierna abultada del ángel, éste se sintió arder.

Dean volvió a besarlo profundamente, saboreando cada rincón de su boca mientras enmarcaba el rostro del ángel entre sus manos. Sintió a Cas aferrarlo con fuerza por la cintura y supo por sus gemidos ahogados que el contacto entre sus cuerpos lo estaba llevando al límite. Pero el cazador apenas estaba empezando.

Las manos de Cas volaron instintivamente hacia la cintura del jean de Dean, y comenzaron a tironear de la tela. El cazador soltó un quejido cuando los botones cedieron, aflojando un poco la presión sobre su miembro enhiesto.

-Dean... -Cas odiaba cortar el contacto con sus labios, pero necesitaba saber si estaba bien lo que hacía.

-¿Sí? -La forma en que la voz del cazador se había transformado en un grave gruñido lo asombraba. Cas deslizó una de sus manos tímidamente hasta el elástico del bóxer de Dean.

-¿Puedo... tocarte?

La mirada que el hombre le devolvió hizo que el ángel sintiera escalofríos.

-Dios, sí.

Cas centró entonces sus sentidos en Dean. Su mano se cerró alrededor de su erección, tímida en principio pero con más determinación al ver que el hombre cerraba los ojos en un gesto de dicha. Recorrió su extensión, palpando cada centímetro con curiosidad, hasta llegar a la sedosa punta. Al rozarla con sus dedos Dean gimió.

-¿Te estoy haciendo daño? -Cas preguntó, inseguro. Dean había posado su frente en el hombro del ángel, y respiraba superficialmente.

-No, Cas, sigue.

Las manos de Dean fueron a parar a los bordes de la encimera a cada lado de Castiel, encerrándolo entre sus brazos. El ángel se sentía envuelto en su calor, y le encantaba la sensación. Pensando en eso, intentó ofrecerle lo mismo al miembro de Dean. Su mano volvió a apresarlo, tanteando su peso y su dureza, y el humano jadeó.

-Haz esto... - La mano del cazador rodeó la del ángel para enseñarle, haciendo presión sobre su miembro a medida que la deslizaba de arriba a abajo, como una maldita tortura.

-Oh... -Cas asintió mientras el hombre volvía a recargarse sobre su hombro, sin aliento.

El ángel hizo lo que le había mostrado, y pronto Dean comenzó a gemir, todos sus músculos en tensión. Cas tomó eso como una buena señal y aceleró el ritmo de sus caricias, haciendo que el cazador empujase sus caderas hacia él, buscando aumentar la fricción.

De pronto, la puerta de entrada del bunker se abrió, y las voces de Sam y Charlie inundaron el ambiente, acercándose a la cocina.

Dean lanzó un juramento al tiempo que Cas lo miraba alarmado. No estaba bien que los encontrasen así, ¿cierto?. El cazador rápidamente tomó su ropa del piso y comenzó a ponérsela, pero no había tiempo para eso, así que el ángel lo tomó por los hombros, posó dos dedos en la frente del hombre y los transportó lejos de allí. 

Aparecieron dentro de una habitación que a Dean se le hizo conocida, amueblada sólo con lo indispensable: Dos camas gemelas, una pequeña mesa con sillas enclenques y una TV. Al final del cuarto se veía una puerta que conectaba con un diminuto baño, y otra que era un armario.

-Esto es... -El cazador miró alrededor, algo aturdido.

-El motel donde tú y Sam se hospedaron durante el último caso. -Explicó Cas con simpleza. -Pensé que era lo suficientemente apartado para...

Sus ojos azules se posaron en el piso, súbitamente tímidos, y Dean sonrió complacido.

-Bien pensado, amigo.

Volvió a quitarse la camiseta y sin preámbulos tomó al ángel por la hebilla de su cinturón. Él lo miró sorprendido mientras el humano se lo desabrochaba.

-Pensé que podía seguir con... -Miró la entrepierna de Dean tentativamente.

-Creo que fue suficiente de eso por hoy.

-Pero creí que lo estabas disfrutando -Dijo Cas, algo desilusionado. Dean esbozó una sonrisa lasciva y mirándolo a los ojos se acercó más a él.

-Mucho. Pero no quiero que esto termine tan pronto.

Tiró del cinturón del ángel, deslizándolo fuera de las presillas con un siseo de la tela, y sin más volvió a aprisionar sus labios en un abrasador beso.

 

° ° °

-Nunca más pienso volver a ejercitarme -Charlie suspiró agotada. -No puedo creer que dejase que me arrastraras.

-Oh vamos, hay que mantenerse en forma para esta línea de trabajo. ¿Acaso soy el único que lo tiene en cuenta? -Sam rió mientras se secaba el sudor de la frente. 

-Definitivamente. 

La pelirroja entró a la cocina en busca de agua, y se detuvo en seco. 

-¿Sam...?

-¡Dime!

-¿Qué crees que haya ocurrido aquí? 

El aludido entró tras ella y notó que la canilla del fregadero seguía abierta, salpicando agua para todos lados. A un lado, sobre una silla, una gabardina, un saco y una corbata celeste descansaban hechos una pila.

-Esto es de Cas. -Dijo Sam mirando alrededor.

-¿Qué crees que lo haya hecho dejar todo así? ¿Habrá pasado algo malo?

-No tengo idea. Ven, Charlie, ayúdame a buscarlo. -Sam tomó un revólver y salió al pasillo, seguido de cerca por la chica.

Recorrieron las salas comunes del bunker sin éxito. Los baños, el garage, incluso el depósito y las mazmorras. Terminaron en la sala de comando.

-Tampoco hay señales de Dean, diablos. -A Sam no le gustaba el aspecto de las cosas. ¿Qué habría hecho que desapareciesen de esa manera?

-Oye, aguarda. -Charlie lo retuvo de un brazo, con una expresión entusiasmada en su rostro. -¿Qué tal si Cas y Dean están juntos?

-Es lo más probable. 

-No, no me entiendes... ¿Qué tal si están juntos juntos? -La chica lo miró con los ojos redondos como platos y una enorme sonrisa en su rostro. Sam chasqueó la lengua.

-Oh, claro, ¿y por qué dejaron todo así?

-Pues... -Charlie juntó las yemas de los dedos y comenzó a caminar alrededor, fantaseando. -¡Tal vez la tensión sexual fue demasiado fuerte y se dejaron llevar por la pasión súbitamente! Cuando pasa eso no hay tiempo para cerrar el grifo, Sam. 

-No tiene ningún sentido. Incluso aunque a Dean se le hubiesen pasado todos los prejuicios de golpe y hubiese sucumbido--

-Oh, excelente término, ¡serías muy bueno escribiendo fanfiction! -Lo interrumpió ella riendo.

-Cállate. Si realmente están... en eso, ¿dónde están? -Sam le sonrió con autosuficiencia, y Charlie comenzó a abrir y cerrar su boca buscando qué decir.

-Pues su pieza, claro. -Replicó de pronto, como una obviedad. Ven, ¡vayamos a ver!

-¡Recorrimos todo el bunker, Charlie!

-¡Tal vez se escondieron!

-Oh dios... -Sam suspiró exasperado mientras la seguía dando largas zancadas. Si Dean y Cas estaban en aprietos mientras él perdía el tiempo de esa forma, jamás se lo perdonarían. 


Tras una larga discusión sobre si era o no prudente abrir la puerta del cuarto del mayor de los Winchester sin golpear primero (Charlie insistía en que no y Sam que sí pues seguro no estaba dentro), entraron a la habitación y no encontraron nada.

-Su bata está aquí, y su revólver sigue bajo la almohada- Observó Sam. -Debe haberse levantado mientras no estuvimos.

-¡Lo que apoya mi teoría de que está en algo sucio con Cas!

-Lo que nos demuestra únicamente que no tuvo que levantarse a las apuradas ante un ataque. 

-¿Revisamos el cuarto de Cas? -Dijo Charlie, y partió en esa dirección antes de que Sam le contestase.

Nada. ¿Dónde demonios se habían metido? Hasta el Impala estaba aparcado en el garage como siempre, y el bunker no era un lugar al que llegar caminando cómodamente. Sam tomó su celular y marcó el número de su hermano, comenzando a preocuparse.

-Te has comunicado con el otro celular de Dean...

-Dean, ¿dónde diablos estás? ¿Está Cas contigo? Llámame. -El menor terminó la llamada con un suspiro. 

Donde sea que se hubiesen metido su hermano y su mejor amigo, esperaba que estuviesen bien.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).