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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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Notas del capitulo:

(ADVERTENCIA: Esta parte también contiene smut :P)

Dean gruñó molesto al oír sonar su celular. Se separó un momento de los labios ansiosos de Cas, y tras arrancarle la batería al aparato lo tiró por los aires.

-Fuera del área de cobertura. -Dijo con una media sonrisa. El ángel le devolvió el gesto y acto seguido lo envolvió en sus brazos, volviendo a fundirse ambos en un voraz beso.

Luego de incontables minutos recorriendo sus bocas entre caricias y gemidos amortiguados, el cazador tomó al ángel por la cintura y retrocedió hasta que se chocaron con el borde de una de las camas. Sentía que ambos estaban más que listos para subir la apuesta, y no quería continuar esperando.

Cas se dejó caer de espaldas sobre las sábanas, totalmente confiado, y Dean sonrió complacido ante su entrega. Avanzó de rodillas entre sus piernas ligeramente flexionadas, y cuando se hubo acomodado entre ellas estiró sus manos y desabotonó el pantalón de vestir del ángel, arrancándole a éste un suspiro lleno de anticipación. Luego tironeó de los bordes de la prenda, y tras echarla por sobre su cabeza por fin dejó al descubierto el resto del exquisito cuerpo bajo él.

La erección de Castiel palpitaba expectante en el aire, rogando por atención, y Dean decidió no hacerla esperar. Inclinándose sobre su dueño para robarle otro beso, atrapó el cálido miembro en su mano y comenzó a bombearlo con su propia técnica experta, arrancando un sollozo de placer del ángel mientras lo hacía.

-¿Se siente bien, cierto? -Ronroneó junto a su oído, mientras Cas se retorcía. Todo lo que recibió como respuesta fue un incomprensible gemido en lo que pareció otro idioma... ¿Enoquiano? Vaya, eso era nuevo.

Sonriendo, soltó al ángel y se dedicó a quitarse los pantalones rápidamente, mientras lo oía quejarse en un débil murmullo.

-Ya voy... -Le contestó complacido por su patente impaciencia. Ya desnudo, volvió a escabullirse entre las piernas de Cas y se dedicó a besar su torso mientras retomaba la dulce tortura al miembro del ángel, quien se removía excitado. Al atrapar uno de los pezones en su boca, Cas sollozó, abrumado.

-L--las sensaciones... -Murmuró sin aliento, tan suavemente que Dean tuvo que acercarse más para oírlo -Dean, creo que... G--Gabriel potenció todos mis sentidos.

-Oye, si es demasiado para tí... -Comenzó el cazador, deteniéndose. Cas abrió sus ojos y lo miró desolado.

-No quiero que te detengas.

Dean esbozó una pequeña sonrisa.

-Entonces no lo haré.

La mano del hombre se deslizó por la cara interna del muslo del ángel, gentilmente obligándolo a rodar sus piernas hacia arriba para exponer mejor su estrecha entrada. Cas estaba tan distraído con los pequeños mordiscos que Dean le estaba propinando a lo largo del cuello que no se percató de lo que el otro hacía hasta que uno de sus dedos comenzó a trazar círculos sobre aquella sensible área.

-¿D--dean?

-Confía en mí.

El ángel asintió, seguro. Por supuesto que confiaba en él. Le confiaría su vida si fuese necesario. Cerrando los ojos, decidió dejarse llevar por las muchas sensaciones novedosas que estaba experimentando de la mano de Dean, extasiado de que fuese él quien lo guiase hacia lo desconocido.

Un rato después, Cas estaba balbuceando en enoquiano nuevamente, embriagado por el eléctrico placer que el humano le proporcionaba cuando con sus dedos empujaba un cierto, probablemente mágico punto dentro de él.

Dean lo observó debajo de él, admirado, mientras lo embestía una y otra vez con su mano. La frente del ángel brillaba por el sudor; una de sus manos aferraba con ahínco el hombro del hombre, otra las sábanas; sus ojos estaban cerrados con fuerza pero sus labios bien abiertos; su pecho subía y bajaba rápidamente... La imagen era más de lo que cualquier mortal podría soportar.

Sin aguantarse un sólo segundo más, el cazador se separó de él y se arrodilló entre sus piernas elevadas, masajeando su propia erección por un momento antes de posicionar la punta de su agarrotado miembro en la pequeña entrada. Tomó al ángel por las caderas, y haciendo un enorme esfuerzo por no dar rienda suelta a la arrolladora pasión que llevaba largo rato cocinándose en sus entrañas, se guió dentro de él con cuidado.

El gemido de alivio de Dean se mezcló con el de asombro de Cas. Estaba tan apretado, tan asombrosamente caliente en su interior, que el cazador creyó que se vendría en cuestión de segundos. Pero había alimentado tan cuidadosamente el deseo en el ángel ese último rato que se obligó a sí mismo a soportarlo un poco más: Cas se merecía los fuegos artificiales al final del desfile, y dios sabía que Dean los estaba anhelando con ansias.

Una vez que el ángel se hubo acostumbrado a la invasión y todo su cuerpo se hubo relajado, el cazador comenzó a penetrarlo a un ritmo lento pero constante, llegando más profundo con cada embiste de sus caderas. Algunos pocos minutos después, sin embargo, la presión en su miembro se hizo tan tortuosamente excitante que sin poder evitarlo se inclinó sobre él, apoyándose sobre sus manos, y pasó a bombearlo con incontenible fuerza.

Cas soltó un sentido gemido ante el apasionado avance de Dean, y aferrándose desesperado de su cuello se dejó llevar por la oleada imposible de sensaciones que estaba experimentando. El cazador hizo que lo rodease por la cintura con las piernas, y se hundió en él sin contemplaciones, rápido y certero, decidido a encontrar con el ángel una nueva y ardiente entrada al cielo.

-¡Dean! -Castiel imploró, al borde del éxtasis. Se sentía tenso como la cuerda de un arco, expectante, listo para algo sin saber bien qué, y esperaba que el humano sobre él, en él, pudiese dárselo.

-Está bien, Cas. -Le dijo el cazador cálidamente al oído, golpeando una y otra vez aquel delicioso punto que hacía al ángel desfallecer. - Está bien, sólo... déjate llevar.

Como por obra de un conjuro, Castiel oyó su grave murmullo y el fuego en su interior estalló, deshaciéndolo en espasmos de orgásmico placer mientras gemía el nombre del cazador con la voz quebrada. Éste lo embistió una, dos veces más, pero pronto las contracciones del cuerpo del ángel rodeándolo obraron su magia en él, y se derramó en su interior con un gruñido nacido de lo más profundo de sus entrañas.

Exhausto, Dean dejó caer la mayor parte de su peso sobre Cas, esperando no estarlo aplastando, pero incapaz de moverse. El ángel sin embargo lo rodeó con sus brazos y se aferró a él en silencio, respirando agitado junto a su oído, aún flotando en una nube de gozo.

Continuaron así, abrazados en silencio, ninguno de los dos sabiendo qué era adecuado decir en una situación semejante, pero a la vez demasiado relajados para necesitarlo.

Dean aspiró el suave perfume del cabello de Cas. Olía al shampoo genérico que habían comprado hacía poco en una gasolinera, cuando habían vuelto de una turbulenta cacería y le habían insistido al ángel probar con una ducha caliente en vez de usar sus poderes para asearse mágicamente. El cazador sonrió: El ángel había disfrutado tanto la experiencia de tomar un ordinario baño que había continuado haciéndolo religiosamente todos los días desde entonces. A veces parecía un maldito marciano perdido en el planeta Tierra, torpe y desorientado, y otras en cambio era tan sencillo, tan... humano.

Como momentos atrás, donde Dean lo había embarcado en la más humana de las actividades, y sin embargo ambos habían terminado alto en las nubes. Rió para si mismo con ironía: ¿De pronto se estaba volviendo un maldito poeta? ¿Cuántas cosas más podían salirse de su control ese extraño día?

Cas se aferró a Dean, incapaz de pensar en nada excepto en la calidez inmensa que sentía en el corazón en ese momento. Sentía el cuerpo agotado pero feliz, su mente era un torbellino de emociones y palabras que se moría por decir, pero en vez de encontrar los términos correctos para expresarlas, dijo lo primero que apareció de golpe en su cabeza.

-Sam.

Dean dejó de respirar por un breve momento, y tras emitir un quejido de frustración le contestó:

-Madita sea, Cas, dime que no acabas de nombrar a mí hermano después de tener sexo conmigo...

El ángel se tensó, incómodo.

-Entiendo que eso sería una... terrible afrenta hacia tu persona, ¿cierto?

-La próxima vez que hagamos esto diré el nombre de tu hermano, y tú me dices qué tan grave es. -Dean se incorporó sobre sus codos, su rostro a escasos centímetros del de el ángel, y éste sonrió.

-Creo que entiendo. Pero me refiero a que Sam me está llamando con su rezo. Ahora mismo. Está preocupado por ti.

-¿No puedes ponerlo en espera? -Cas lo miró, extrañado.

-Podría elegir no acudir a su llamado, pero me temo que sería peor.

-Bueno, tampoco puedes aparecerte frente a él en este estado. Sam es tonto, pero creo que hasta él entendería lo que estuviste haciendo. -Dean giró por fin, saliendo de encima del ángel y echándose boca arriba sobre la cama con pereza.

-Oh. Claro. -Cas miró alrededor, obviamente debatido. Al parecer ignorar a Sam le estaba costando más de lo esperado.

-Cas...

-¿Sí, Dean?

-¿Vas a seguir dándole vueltas a lo de  Sam?

-No... -Su tono era todo menos firme.

Dean suspiró y se pasó las manos por el rostro. Maldito Cas y maldita su necesidad de socorrerlos siempre. Con un quejido de resignación, se incorporó y de un envión se puso de pie.

-¿Q--qué estás haciendo? -El ángel lo miró confundido.

-Andando. No quiero que mi hermano llame al 911 porque nos escabullimos un rato.

Castiel se levantó sin chistar, mientras el cazador se ponía sus pantalones con absoluto desgano. No es que quisiera quedarse acurrucado junto a Cas el resto del día, él no hacía esas cosas. Y sin embargo... levantarse y ponerse en marcha como si nada hubiese ocurrido lo hacía sentir incompleto.

Ya alistados y vestidos, Dean se puso de pie frente al ángel y se encogió de hombros, resignado.

-Bien, cuando quieras.

-Dean...

-¿Mm-hm?

-No le diremos a Sam lo que... estábamos haciendo, ¿verdad?

-Preferiría que lo mantuviésemos entre nosotros, si está bien para ti.

Castiel pareció meditarlo un momento, ladeando la cabeza como solía hacer cada vez que alguna tradición humana superaba su capacidad de entendimiento. Luego asintió.

-Me parece bien.

-Estupendo.

-Dean...

El cazador lo miró interrogativamente, sin decir nada, y Cas sintió una ola de calor en sus mejillas antes de hablar.

-Gracias por esto. Fue... muy agradable.

Dean rió con un gesto irónico, acercó al ángel a él por la cintura, y acto seguido se inclinó hasta que sus frentes se tocaron.

-Tendremos que repetirlo entonces. -Le dijo en un íntimo murmullo- Pero sin intromisiones esta vez. ¿Qué dices?

Cas sonrió con timidez.

-Me gustaría eso...

Sellaron su promesa con un pequeño beso, sintiéndose extrañados y algo incómodos ahora que la pasión se había agotado y volvían a ser amigos...

Pero sobre todo, sintiéndose felices.

 


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