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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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Sam oyó el suave batir de alas que anunciaba la llegada de Castiel y volteó, exasperado.

-¿Cas, dónde te habías--? -Se cortó en seco al ver que su hermano había aparecido junto a él. Traía una pequeña bolsa de compras en la mano y lucía despreocupado. El rostro de Cas, por otro lado, traslucía frustración.

-L-lo siento, Sam... -Le dijo con una mueca preocupada- Dean me pidió que lo transportase en busca de repuestos para su vehículo. No pude acudir antes a tu llamado.

-¿Eh? -El menor de los hermanos estaba totalmente desorientado.

-Te dije que las bujías estaban fallando. -Dean sacó una pequeña caja de la bolsa que traía en la mano y la sacudió en el aire con autosuficiencia. -Pero no... ¡Sammy no me hizo caso! -Lo fulminó con la mirada -Creí que habrías aprendido algo de mecánica después de tantos años junto a mí. 

Sam frunció el ceño, contrariado. No le gustaba que Dean le recriminase su inferior conocimiento en lo que al Impala respectaba. Buscando un contraataque, se cruzó de brazos y le espetó:

-¿Y tanto te costaba atender el teléfono? Te llevas a Cas de repente, desaparecen sin llevarse el auto y no responden a mi llamado. Creí que algo malo había pasado.

Pasó algo malo! Tuve que ir a comprar los repuestos cuando mi auto no arrancó, genio. Ahora, ¿para qué manejar una de las viejas cafeteras del garage si tenía un dispositivo de telentransportación al alcance de la mano? -Dio una palmada en el hombro de Cas, quien agachó la vista apenado, y se marchó hacia su auto. La mentira había quedado perfecta, pensó, y Baby sí necesitaba un cambio de bujías después de todo, así que le había pedido al ángel que pasasen por la casa de repuestos antes de volver al bunker, y así había armado su coartada. Ja.

El ángel frunció los labios y miró a Sam con culpa.

-Lo lamento. Tu hermano me llamó con urgencia, y yo pensé que estaba en problemas... No me dio tiempo de acomodar la cocina.

-Está bien, Cas. Entiendo que acudieras en su ayuda, sólo me preocupé porque ninguno de los dos contestaba, eso es todo.

-Lo siento. 

-Olvídalo, no es nada. -Sam le sonrió, aliviado, y el ángel se marchó rumbo a su habitación, contento de que la mentira que habían armado hubiese salido tan bien.

 

Cuando el menor de los Winchester le contó lo sucedido a Charlie algunos minutos después, ella se golpeó la frente.

-Pobre Cas... Dean lo llama y él deja todo para correr en su ayuda. Dios, qué enamorado está...

-Lo sé. Me gustaría hacer algo para ayudarlo.

° ° °

Castiel se preguntaba qué pasaría ahora. Sabía que debía mantener en secreto lo que había ocurrido entre Dean y él... lo que no sabía era cómo definirlo.

En su interior, se sentía dichoso. Aquel rato transcurrido con el cazador había puesto su mundo patas para arriba, y secretamente deseaba que pudiesen repetirlo pronto, pero suponía que debía ser discreto al respecto y esperar a la ocasión idónea. Además, no sabía si su trato cotidiano cambiaría en algo, o si simplemente pasaría más tiempo que lo común a solas con Dean. No que eso le molestase en absoluto.

Su cuerpo se estremeció ante el recuerdo de sus besos y caricias, y Cas sonrió. Si así eran todas las interacciones humanas, no le sorprendía que hubiesen tantos ángeles que hubiesen renegado de sus estrictas normas de buen comportamiento en el pasado. Los placeres físicos eran... interesantes, como poco. Y Dean... Dean era increíble.

Con un suspiro, observó la corbata que más temprano el cazador le había quitado y la tomó en sus manos. Sabía que muchos humanos no necesitaban experimentar emociones hacia otros humanos para disfrutar de encuentros de carácter íntimo con ellos... pero eso no explicaba por qué ahora que él lo había hecho, su corazón latía más fuerte que nunca al pensar en Dean.

 

° ° °

Sam y Dean estaban repasando algunos de los antiguos volúmenes de la biblioteca del bunker en busca de información sobre cómo matar a un chupacabras, cuando Charlie apareció junto a ellos, chispeante e inspirada. Fingiendo tener algo para mostrarle al menor de los hermanos, se deslizó junto a él y le murmuró al oído su nueva idea para unir a Cas y Dean.

-Dean es el típico macho recio, ¿verdad? ¿El que dice:"Los sentimientos son para niñas, urgh", pero luego llora como un bebé? -Le explicó haciendo que Sam contuviese una risita.

-Dean está justo ahí, Charlie...

-Está en otro mundo, no escucha. ¡Tengo una idea para que su actitud de Capitán Frío se derrumbe un poco! 

-¿Tiene que ser ahora? -Sam sabía que era cuestión de segundos hasta que el mayor se percatase del cuchicheo que se estaba dando a pocos metros de él. Charlie ignoró su pregunta.

-Hay que demostrarle que no hay nada vergonzoso en que te guste alguien de tu mismo sexo.

El menor la miró con extrañeza.

-Charlie, creo que él sabe eso. Tú eres el mejor ejemplo de que Dean no discrimina esas tonterías. 

-Sí, pero soy mujer. Le parece sexy. 

-No creo que...--

-¡Tenía los mejores pechos que hayas visto en tu vida! -Exclamó Charlie de pronto, haciendo que Sam se sobresaltase. -Te juro que nunca una noche sin dormir me importó tan poco a la mañana siguiente como esa, Sam.

-¡He-hey! -Dean le dijo de pronto con una sonrisa juguetona en los labios al tiempo que le guiñaba un ojo. -¡Esa es mi Charlie! ¿Tienes fotos?

-¡Sí, claro! Si logras hackear mi disco rígido, son tuyas. -La chica le contestó con una sonrisa angelical.

-Sam, ¿tú sabes hackear discos rígidos? -Dean le hizo ojitos.

-Eh-- no Dean.

-Bah. -El mayor se encogió de hombros y volvió a enfrascarse en el libro polvoriento que estaba leyendo. Charlie volteó hacia Sam con una sonrisa irónica.

-¿Ves?

-Ok... entiendo. Pero ¿qué quieres que hagamos? ¿Que le mostremos un cortometraje animado sobre el amor entre hombres? Dean es... más duro que eso.

-Oye, ese corto me hizo llorar. ¡No te atrevas a criticarlo! -Charlie le dio un golpecito recriminatorio en el brazo y Sam balbuceó, confundido.

-N--no lo estaba...

-Shh. Ven. -La chica lo chistó y arrastrándolo de la manga lo hizo poner de pie y alejarse varios pasos, mientras fingían repasar las estanterías. Dean no se inmutó.

-No termino de entender cómo quieres demostrarle eso, Charlie. -Dijo Sam, comenzando a exasperarse. Sí, era una gran idea, pero decirlo era mucho más fácil que llevarlo a cabo. ¿Qué diablos estaba pensando?

-¿Qué tan dispuesto estarías a ser un poco... más gay por un tiempo? -La pelirroja inquirió con una sonrisa inocente.

Los pequeños ojos del joven se abrieron como platos, y su exclamación fue algo más fuerte que lo que hubiese querido.

-¿¡Qué?! ¿Y qué quieres decir con más gay?

-Creo que a Dean le haría muy bien descubrir que un hombre cercano a él, que él respeta, juega para el otro equipo. Quizá lo haría sentir más acompañado en su proceso de salida del closet.

-¿Y por qué tengo que ser yo?

-¿Porque los demás están muertos? 

Sam se atragantó con aire. Buen punto.

-Charlie, no creo que funcionase, y además cómo podría... es decir... ¡a mí no me gustan los hombres!

-Oh vamos, ¡unos besos no te matarán! 

-Es muy fácil para ti decirlo, ¡ve y besa a un hombre tú!

-¡Ew, no! -Sam puso los brazos en jarras y ella le quitó importancia con un gesto de su mano. -Vamos, tienes con quién fingir y todo. 

-¿Quién?

-¡Gabe! Él dijo que eres su permit--

-No. Olvídalo. -Sam tomó un tomo al azar de la estantería y volvió a la mesa. El susurro quejoso de ella a sus espaldas sólo lo hizo apurar el paso, lejos de esa idea demente.

 

 


Esa misma noche, luego de que cenasen unas hamburguesas y repasasen en grupo lo encontrado sobre el elusivo chupacabras, Dean se estiró como un gato en su silla y mirando su reloj de muñeca se puso de pie.

-Bueno, señoritas. Este cazador necesita un poco de sueño. No me molesten antes de las 10 am, recuerden que duermo con un arma bajo la almohada. -Les hizo un gesto de despedida con la cabeza y se retiró de la sala común del bunker rumbo a su habitación. 

Charlie se puso de pie de un salto y volvió al ataque, sentándose sobre la mesa, junto a Sam.

-Vamos, sabes que es una buena idea.

-No, Charlie. Te dije que lo olvidaras. No haré una cosa así. No me siento cómodo con la idea.

-Oh vamos, ¿ni siquiera lo harás para ayudar a que tu hermano sea feliz?

-Lo único que hará feliz a Dean de eso va a ser burlarse de mí por semanas. Créeme, lo conozco.

-¿Qué perdemos con intentarlo? Mira, ni siquiera tienes que ser explícito con Gabe.

-¡No lo sería tampoco!

-Lo sé, quiero decir... Pueden pasar tiempo juntos. Tal vez invadirse un poco el espacio personal, reír juntos, salir a tomar algo... ¡Simplemente para que Dean vea que no sería gran cosa que él hiciera lo mismo con Cas!

-No pienso salir con--

-¿Y si sólo fingieras? -Charlie lo interrumpió- Ni siquiera tendría que ser real, podríamos decirle a Gabriel que mintiese contigo.

Sam se mesó el cabello, agobiado. No le preocupaba tanto fingir sentimientos por el arcángel como que los sentimientos del propio arcángel hacia él no fuesen fingidos. Sí, Gabriel tenía fama de ser bromista y descarado, pero ¿qué tal si había dicho la verdad? En el mejor de los casos, salir con él bajo esas circunstancias sería...

-No quiero jugar con sus sentimientos. -Dijo con convicción, seguro de que había encontrado una razón lo suficientemente buena como para disuadir a la chica. Ella, sin embargo, largó una carcajada.

-¡Oh, lo siento Casanova! ¿Tan irresistible eres? 

-Él dijo que...--

-...Que eras su permitido. Eso quiere decir que se acostaría contigo si tuviese la oportunidad, no que te pediría matrimonio. ¡No hay riesgo!

Sam abrió y cerró la boca, sin argumentos, y ella aplaudió en el aire, feliz.

-¡Mañana mismo le preguntaremos si nos quiere ayudar! Vamos, tú ya intentaste derrumbar la estrecha visión de Dean mostrándole un ridículo video porno entre él y Cas. Es hora de poner a prueba mi táctica y ver qué pasa.

-Charlie, esto no me gusta. 

-No tiene que gustarte, bobito. ¡Sólo lo haremos por Dean! - Él suspiró, resignado, y Charlie agregó: -Por cierto, ¿dónde se metió Cas?

-Todas las noches se da una ducha ridículamente larga, así que te aconsejo no acercarte a los vestidores el próximo rato si no quieres ver su trasero desnudo. -Sam se encogió de hombros, desganado, y ella hizo una mueca de asco.

-Ew, no. ¡Prefiero los traseros de mujer!

-Sí. También yo. -Sam la fulminó y la pelirroja rió con ganas.


° ° °

El agua caliente caía con fuerza formando una nube de vapor alrededor de Castiel, quien disfrutaba la exquisita sensación con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás. Le gustaba sentir el cosquilleo de las gotas por su cuero cabelludo, y también sobre sus hombros y espalda: eran como un masaje relajante después de un largo día. 

Giró para enfrentar el chorro de agua y suspiró cuando el mismo formó un reguero caliente por su torso hasta llegar a su endurecido miembro. Cielos, eso se sentía bien. Pero no tanto como se había sentido en las manos de Dean, pensó ruborizado.

El recuerdo hizo a su desatendida erección palpitar en el aire, y Cas cerró los ojos con fuerza, deseando que esa nueva y agobiante sensación de necesidad desapareciesen tal y como había llegado. Pero por mucho que lo intentó, su anatomía parecía tener otras soluciones en mente. 
El problema era que todas incluían a Dean y sus hábiles manos.

Con un gruñido de frustración, se dijo a sí mismo que tendría que encontrar otra forma de sacarse ese problema de encima. No era momento de estar pensando en el cazador. Dudoso, dirigió una de sus manos hacia abajo y se rozó a sí mismo con timidez. De inmediato dejó escapar un levísimo gemido: De acuerdo, no era Dean, pero también servía. 

Diciéndose a sí mismo que sólo estaba haciendo eso para poder terminar su baño y vestirse, se dedicó a recordar los movimientos que el joven había obrado sobre su erección horas atrás para poder imitarlos. Suponía que con unos minutos de masaje bastaría. 
Cerrando los ojos una vez más, apoyó su mano libre en la pared para sostenerse y comenzó a bombearse a sí mismo con la misma presión y velocidad que recordaba haber sentido. Y oh dios, se sentía tan bien...


Dean caminó por el pasillo de las habitaciones como si nada, pero al llegar a la puerta de la suya siguió de largo. Su corazón latía frenético contra sus costillas y sus manos sudaban de sólo pensar lo que estaba por hacer. Suspiró, fastidiado, y se dijo a sí mismo que no tenía nada que temer: Cas ya sabía (y de primera fuente) que él sentía algún tipo de deseo por él, y había correspondido sus avances, por lo que no había ninguna razón para estar temblando cual colegiala a punto de declararle su amor al capitán del equipo. 

Y sin embargo, así se sentía.

Llenando profundamente sus pulmones para darse coraje, estiró su mano y muy suavemente giró el picaporte de la puerta de los vestidores, intentando que no hiciera ruido. De inmediato el sonido del agua corriendo llegó a sus oídos desde el cuarto de duchas, y Dean sonrió: Cas estaba, según había calculado, en medio de su querido baño. Sólo que esa noche no lo tomaría solo...

 


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