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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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(Advertencia: Smut!)

 
Tras echarle traba a la puerta del baño sólo por si acaso, Dean se deshizo lo más rápido que pudo de su ropa y avanzó hacia las duchas. La sola idea del ángel tomando un baño caliente y él interrumpiéndolo para dar un uso distinto de su desnudez envió un impulso de sangre a su ya expectante entrepierna.

Sin embargo, lo que vio y oyó al llegar le cortó el aliento. Cas estaba allí rodeado de vapor, con la cabeza gacha, el cabello azabache cayendo sobre su frente y los ojos cerrados. Sus labios abiertos emitían quedos gemidos y todo su cuerpo permanecía en tensión, mientras su mano...

-Vaya, ¿empezaste sin mí? -Dijo sin pensar. Todo su miedo se evaporó en cuanto notó el oscuro deseo que brilló en los ojos del ángel al levantar la mirada.

-Dean... -Castiel bajó su mano y se enderezó en el lugar. Su rostro ruborizado reflejaba culpa y expectativa en partes iguales, y Dean pensó que se veía irresistible. -Creí que mantendríamos esto en secreto -Dijo confundido, pero no había reproche en su voz.

-Nadie sabe que estoy aquí -Repuso el cazador avanzando hasta quedar frente a él. -Pero si me pides que me vaya, lo haré. Parecías en medio de algo, después de todo.

-Yo... Intenté ignorarlo, pero mi cuerpo no está respondiendo como quisiera.

-¿Necesitas una mano? -Dean preguntó, divertido. Castiel lo miró fijo, su rostro inexpresivo, y sin dudar contestó:

-Sí. Por favor.

El cazador se quedó momentáneamente sin palabras ante la sencillez con que el ángel contestó. Eso era algo que le gustaba de Cas: Cuando decía algo, lo decía en serio. Sin dudas ni segundas intenciones. Sin pudor.

Avanzó hasta que el agua que caía sobre el cuerpo de Castiel comenzó a salpicarlo también y tomándolo por la cintura lo atrajo hacia sí, eliminando así toda distancia restante. Sus erecciones se rozaron, aprisionadas juntas entre ambos, y el ángel dejó escapar un suspiro de dicha mientras se aferraba de sus hombros. Dean se inclinó entonces y comenzó a depositar besos en la mandíbula de Cas, bajando hasta su cuello y luego volviendo a subir hasta aprisionar el lóbulo de su oreja con los dientes, lo que arrancó un asombrado gemido del ángel: Nunca hubiese imaginado semejante placer proveniente de una zona tan inverosímil en su recipiente.

-Si voy a ayudarte, hay una condición que debemos cumplir los dos -Le advirtió Dean al oído con un rasposo susurro que hizo estremecer de gusto al ángel.

-Lo que sea... -Contestó comenzando a sentirse embriagado por la atmósfera sensual que se había cernido entre ambos. Dean sonrió con malicia mientras le acariciaba sin prisa la cintura.

-Vaya, no me tientes, Cas... -Dijo -Lo que iba a decir es que debemos mantenernos en silencio.

-Oh. Claro... Silencio... No debo hablar. -Las caricias del cazador y el roce entre sus miembros estaban comenzando a dificultarle la capacidad de pensar.

-No debes gemir -Lo corrigió Dean presionándolo más contra sí y arrancándole adrede un pequeño quejido. -Eso que acabas de hacer, si Sam o Charlie te escuchasen...

-Está bien, no lo haré. -Cas prometió aferrándose con más fuerza a los anchos hombros de Dean y besándole él también el cuello, sin poder contenerse. El cazador aspiró aire con fuerza ante el roce de los carnosos labios del ángel sobre su piel, y decidido a dejarlo explorar, ladeó su rostro para darle un mejor acceso.

El ángel continuó besándolo, recorriendo sus hombros y clavículas con sus manos y su boca, y deteniéndose instintivamente a lamer el suave punto donde el pulso de Dean latía con fuerza, lo que arrancó un pequeño gemido del cazador esta vez.

-Creí que no debíamos hacer eso... -Murmuró Cas, su grave voz cosquilleando en la piel de Dean.

-Cállate.

El cazador aprisionó los labios del ángel entre los suyos en un lento y abrasador beso, y sus manos descendieron hasta sus firmes nalgas, las cuales masajeó con deleite. Cas emitió un sonido ahogado contra los labios de Dean cuando el vaivén de las fuertes manos del hombre en su trasero acrecentó el roce de sus entrepiernas. Al parecer no sólo las manos podían producirle sensaciones placenteras en ese área de su cuerpo, pensó con asombro.

Continuaron besándose profundamente, sus lenguas explorando, danzando. El agua caliente caía ahora sobre ambos avivando el abrasador calor que los envolvía, volviendo resbalosas sus caricias mutuas y brillantes sus pieles desnudas. Cas rompió el contacto de sus labios de pronto, sofocado, sólo para señalar el asombro que le producía la fricción entre sus cuerpos a un complacido Dean.

-Antes usaste tu mano... -Comenzó, buscando las palabras mientras el cazador se entretenía besándole el cuello nuevamente. -Pero eso... también se siente bien.

-¿Te refieres a esto? -Dean aferró el trasero del ángel con firmeza, presionándolos juntos una vez más.

-S--sí. -Cas se mordió el labio para no emitir sonido. Comenzaba a agradarle mucho esa sensación.

-Hmm, lo sé, no está mal... -Dean acompañó sus palabras con pequeños mordiscos sobre el hombro del ángel, quien se estremeció en sus brazos.

-¿Hay más formas? -Cas parecía ansioso por aprender, algo que Dean encontraba a un tiempo gracioso e incómodo por partes iguales. Lo último que le había enseñado a usar había sido la cafetera, ¿y ahora le estaba enseñando a tener sexo? Vaya giro en la trama.

-Todas las que quieras, Cas. -Dijo sin darle mayor importancia al asunto, deseando continuar con la clase práctica en vez de teórica.

-Oh. Entiendo.

Pero había una en particular que el ángel estaba interesado en probar.

Tomando a Dean por la cintura, Cas comenzó a besar su pecho, tal y como él había hecho en el motel más temprano. Sus labios encontraron un erecto pezón y el ángel lo atrapó en su boca, arrancándole un jadeo al hombre mientras lo lamía lentamente. Sus manos mientras tanto comenzaron a recorrer el tenso abdomen del cazador, tanteando el área que deseaba besar a continuación.

Cuando Dean vio a Cas ponerse en cuclillas mientras besaba su bajo vientre, aferrado ahora a sus caderas, todo pensamiento abandonó su cerebro en un instante. Oh dios, sabía lo que seguía. No podía creerlo pero lo sabía. El ángel levantó la vista un momento, como pidiéndole permiso, y cuando Dean asintió, aquella ardiente y húmeda boca se cerró sobre la punta de su miembro, haciendo que las piernas del hombre se tambalearan. Demonios, se sentía demasiado bien.

Cas saboreó a Dean con asombro. Era como si el fuego en su interior se hubiese avivado el doble ante el contacto con aquella parte de la anatomía del cazador, y para ser honesto, se sentía muy bien. Estaba caliente y duro, y el ángel sólo quería más.

Sosteniéndolo por la base con una mano, se afanó en introducir lo más que pudo en su boca y succionó. Dean dejó escapar un involuntario gemido, y de inmediato se llevó una mano a la boca para amortiguar el sonido. Cas sonrió para si mismo: Evidentemente estaba haciéndolo bien. Recordando el movimiento de vaivén que el joven le había enseñado a hacer con su mano, decidió imitarlo con sus succiones, convencido de que tendría un efecto igualmente placentero; pero el quejido lastimero que escapó de los labios del humano lo desmintió: Al parecer era mejor.

-¡D--diablos, Cas! -Dean llevó una de sus manos al cabello mojado del ángel para acompañar sus movimientos, pero la otra volvió a presionarla contra sus propios labios, los cuales de momento parecían incapaces de contener su admiración. El ángel era muy bueno.

Castiel levantó la mirada sin dejar de succionarlo con fuerza, y Dean se estremeció. Sus impresionantes ojos azules brillaban con patente orgullo, y en sus labios tensos, estirados en torno a su erección apareció un asomo de sonrisa. El hijo de perra estaba disfrutando de torturarlo así.

Sin poder contenerse, tiró del cabello del ángel hasta que éste soltó su miembro y lo obligó a ponerse nuevamente de pie. Entonces lo tomó por el cuello y lo besó con rudeza, saboreándose a sí mismo en los labios del otro. Segundos después lo aferró por la cintura y lo hizo voltear, empujándolo con poca delicadeza contra la pared. 

Cas se estremeció ante el frío contacto de los azulejos contra su encendida piel, pero todo pasó a segundo plano cuando sintió las fuertes manos de Dean separar sus nalgas y su ardiente lengua recorrer su entrada sin previo aviso. 

-¡D--Dean! -Gimió sin poder contenerse. El cazador pellizcó su trasero como respuesta.

-Silencio. -Le ordenó antes de volver al asedio. Cas tuvo que morderse los nudillos para no gritar de placer.

Continuó lamiéndolo y preparándolo durante algún tiempo, su propia erección palpitando dolorosamente con cada murmullo ahogado en enoquiano que llegaba a sus oídos. En cuanto fue capaz de hundir uno de sus dedos en el interior del ángel, Dean se puso de pie y lo aferró por la cintura, obligándolo a doblarse hacia delante, con el rostro contra la pared.

Alineó su miembro con la entrada de Cas e inclinándose sobre él le susurró al oído:

-Recuerda la condición.

-N--no debo gemir--

Antes de que pudiese terminar, el cazador se hundió en él con una certera estocada, y el ángel sollozó sin poder evitarlo. La presión en su interior era tan grande que el placer de albergarlo se mezcló con el dolor, pero a Castiel no le importó. Aferrándose a la resbalosa pared de azulejos comenzó a moverse buscando la anhelada fricción, lo cual dibujó una sonrisa en el rostro de Dean. Tomándolo por las caderas, el hombre comenzó a penetrarlo con embestidas largas y duras, cada una guiándolo más profundo hacia su interior.

El ángel se quedó sin aliento cuando lo sintió golpear contra su punto de placer, pero el cazador no se detuvo. Pronto sus embistes se volvieron más rápidos y violentos, y Cas no lo pudo resistir: Los gemidos comenzaron a salir por su boca, incontenibles, y aunque intentó no pudo callarlos. El goce era demasiado.

Con un gruñido, Dean lo tomó por la cintura y tiró de él hasta que el torso del ángel se alineó con su propio pecho, entonces le cubrió la boca con una mano, dejándole sólo la nariz descubierta para que pudiera respirar.

-Si tú no te callas, tendré que hacerlo yo -Le dijo antes de volver a embestirlo con fuerza. Cas se estremeció.

El agua que caía sobre ellos producía chasquidos cada vez que los cuerpos de ambos chocaban, y hacía que las manos del cazador resbalasen sobre la piel del ángel. Por la misma razón sus movimientos eran algo torpes, pero su pasión continuaba desmedida, abrumadora y primaria.

Cas se aferró con desesperación a la mano que lo amordazaba, con los pulmones ardiendo por el esfuerzo de respirar y el éxtasis abriéndose paso en su interior con cada movimiento. Dean estaba enterrado profundamente en su interior, y sus quedos jadeos eran el sonido más sensual que el ángel hubiese oído en sus muchos siglos de vida. Lo estaban enloqueciendo.

Cuando creyó que no soportaría un segundo más esa exquisita tortura, el cazador lo aferró con fuerza contra su cuerpo y le hundió el rostro en el cuello, apresando la tersa piel entre sus dientes. Cas jadeó sorprendido: le llevó algunos segundos notar que Dean lo estaba haciendo para amortiguar sus propios gemidos de placer. 

El descubrimiento fue suficiente para desarmarlo. 

Dean sintió el cuerpo de Cas estremecerse entre sus brazos al mismo tiempo que su propio orgasmo lo alcanzaba con un fuerza infernal. Ahogó una exclamación contra la piel del ángel al sentir como las contracciones en su interior lo estrujaban, y sin contenerse más se derramó en él, extasiado. Los gemidos amortiguados de ambos llenaron por un momento la habitación, pero a ninguno le importó. Sólo podían sentirse el uno al otro.

Permanecieron aferrados algún tiempo, intentando recobrar el aliento mientras el agua, ya tibia, caía sobre ellos refrescando sus pieles enardecidas. Cuando finalmente se separaron, fue Cas el primero en hablar. 

-Creo que no cumplimos demasiado bien la consigna -Dijo respirando aún algo superficialmente. Dean rió con ironía.

-Supongo que no. Es difícil contigo. 

-L--lo siento. -El ángel frunció el ceño, frustrado, y el cazador lo tomó por la barbilla para estamparle un suave beso en los labios.

 -Me refiero a que a mí me cuesta no emitir sonido cuando estoy contigo. 

-Oh... ¿Eso es bueno, supongo?

- eres muy bueno. -Volvió a besarlo.

Castiel sonrió con calidez y acomodó un mechón de cabello mojado que caía sobre la frente de Dean. Éste sintió un agradable escalofrío ante el sorprendentemente íntimo gesto, pero decidió no hacer ningún comentario al respecto. 

-Bien -Le dijo dando un paso atrás y dejando que el agua resbalase por su torso, lavando su sudor. -Espero que hayas disfrutado tu baño, Cas.

-Fue el mejor hasta ahora -Repuso éste. - Pero me temo que nos gastamos el agua caliente.

-Me temo que sí. 

Intercambiaron una sonrisa cómplice y tras permanecer unos momentos más bajo el agua, fueron a vestirse en completo silencio. La extraña incomodidad había vuelto. 

Cas transportó a Dean hasta su habitación para no arriesgarse a que los viesen salir del baño juntos, y tras darle un tímido beso de buenas noches, se marchó con un batir de alas. Si fuese humano, pensó ya en su cuarto, no le molestaría irse a dormir con él...

 


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