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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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Dean despertó por la mañana con una sonrisa perezosa en el rostro. Se estiró en su cama cuan largo era, bostezó y aún sonriendo miró a su lado. Nada.

Algo decepcionado sin saber por qué, salió de dentro de sus frazadas y puso los pies en el piso frío, pero antes de pararse se pasó las manos por el rostro, como buscando despejar la sensación de vacío que lo había embargado. ¿Por qué se había despertado de tan buen ánimo? Y más aún, ¿qué había esperado encontrar a su lado al despertar, que había hecho que ese buen ánimo se esfumase? 

La respuesta llegó a su mente sin tener que buscarla demasiado: Cas. Cas y sus ojos azules, su sonrisa de lado y aquel cabello ridículamente indomable que tan bien se sentía entre sus dedos. Sus besos torpes, su curiosidad y la exquisita forma en que respondía a la recién descubierta pero innegable pasión que Dean sentía al tenerlo entre sus brazos; como si nada pudiese asustarlo o hacerlo dudar, completamente dócil y lleno de confianza... en él. 

Dean suspiró, agobiado por sus propios pensamientos. Sabía que el ángel haría lo que fuera que él le pidiese, e incluso más. Había sido consciente de ello la primera vez que Cas lo había besado, la primera vez que había permitido que Dean lo sedujera... e incluso antes. 

Era tan propio de Castiel, pensó, dar crédito a cada cosa que él le sugiriera hacer, sobre todo en lo que a cuestiones humanas refería. Por eso él y Sam le habían enseñado tanto con el pasar de los años, desde las costumbres sociales al funcionamiento de artefactos, pasando por cómo disparar un arma, emborracharse o cómo seducir a una mujer. Cas sólo escuchaba y asimilaba, cuestionando poco y nada, agradecido y atento. ¿Acaso así se sentiría respecto a la flamante forma de interactuar entre ellos? ¿Agradecido? ¿Dócil? ¿O habría sido algo que él estaba deseando desde antes?

Frustrado, Dean se levantó y tras vestirse partió rumbo a la cocina. Esperaba que una taza de café y un triple homicidio en el radar policial pudiesen mejorarle el ánimo, ayudándolo a borrar tantas preguntas incómodas de su cabeza. Al encender la cafetera, sin embargo, puso sin quererlo suficiente cantidad para dos.

No habían pasado más de dos minutos cuando Cas entró en la cocina. Lucía su camisa blanca arremangada como Charlie le había enseñado, y su cabello estaba más alborotado que nunca, posiblemente por efecto del tumultuoso baño que ambos habían tomado la noche anterior. Al ver a Dean esbozó una pequeña sonrisa, que el cazador le devolvió no sin cierta timidez.

-H--hey, Cas. Buenos días. -Le dijo con torpeza.

-Buenos días, Dean. Creí oír la cafetera andando...

-Oíste bien -El joven tomó una taza extra y arqueó sus cejas interrogativamente. -¿Quieres un poco?

-Gracias.

El silencio se cernió sobre ellos como un manto pesado e intraspasable. Dean se sentía tenso e incómodo, mientras Cas al parecer sólo aguardaba a que su infusión estuviese lista. En un segundo, la mente del cazador entró en cortocircuito: ¿Qué decir en una situación así?

-Oye, Cas...

-¿Dean?

-Así que... ¿p--pasaste una buena noche? Es decir sé que no duermes, pero... -Se removió, inquieto- Bueno, ya sabes.

-Fue una noche muy agradable. -El ángel asintió con calma y Dean volvió a sonreír nervioso.

-Asombroso. -Dijo mientras se concentraba en la cafetera nuevamente.

-Dean... ¿Te estoy incomodando? -Cas lo observó con atención, ladeando la cabeza mientras fruncía el ceño, como siempre que algo lo confundía.

-No, viejo. ¡Para nada! -De pronto un flash de recuerdos de Cas gimiendo entre sus brazos pasó por su mente y el cazador se estremeció. ¿Por qué le costaba tanto algo tan simple como la charla casual, si haber tenido sexo apasionado ya en dos ocasiones le había resultado de lo más sencillo? Sacudió la cabeza para deshacerse de aquella línea de pensamientos...

-Luces ansioso.

...Sin embargo, el maldito emplumado no se lo dejaría pasar tan fácilmente. Dean suspiró.

-Estoy bien, de veras. -Tal vez si te quitases la ropa todo sería más sencillo, pensó con fría ironía, recriminándose mentalmente por su maldita torpeza verbal.

-Si quieres puedo irme.

-No, Cas, no. -Dean se restregó uno de los ojos en un gesto frustrado.- Es sólo que... N--no sé qué se supone que diga.

-¿Respecto a qué?

-¡A ésto! -Señaló el espacio entre ambos como si fuese una obviedad, y la confusión en el rostro de Cas pareció duplicarse.

-¿Te refieres a que hayamos--?

-Sí, me refiero a eso. ¡Por dios, Cas, no lo publiques en los periódicos! -Dean lo interrumpió con un susurro alarmado, mientras miraba alrededor.

-No pensaba hacerlo. -Contestó el ángel algo desorientado. El cazador bufó. -¿Qué es lo que te preocupa?

-Ya te lo dije, no sé qué rayos... decir. O hacer. -Dean admitió, frustrado.

-¿Hay algo que necesites decirme?

La calma de Cas le resultaba en partes iguales fastidiosa y fascinante. Dean se encogió de hombros, boqueando como un pez fuera del agua mientras el ángel aguardaba paciente.

-N--no lo sé. No. Supongo que no.

-¿Y hay algo que necesites hacer?

Rayos, había cientos de cosas que le gustaría hacerle, pensó Dean. Pero por otro lado sentía que continuar con aquellos arrebatos de deseo espontáneo no haría más que aportar a su posterior incomodidad.

-N--no lo creo. -Dijo entonces, mientras una nueva ola de preguntas se disparaba en su cabeza.

¿Qué estaba pasando entre ellos? ¿Acaso sólo tendrían sexo casual de vez en cuando? ¿Harían como si nada hubiese ocurrido? ¿O tal vez serían amigos con derechos, como la maldita película del maldito Kutcher? Cas no esperaba que él lo llevase a tomar un maldito helado y luego al maldito cine donde podrían tomarse las malditas manos, ¿o sí? Y ¿por qué mierda estaba imaginándose todo eso como si estuviese dispuesto a complacerlo en caso de que se lo pidiera? Horrorizado, volvió a centrar su atención en el ángel, quien arqueó sus cejas y dijo lo único que Dean no esperaba oír:

-Entonces no lo hagas.

-¿Eh? -El hombre estaba completamente desorientado.

-No sé cuál sea la costumbre en estos casos. -Explicó Cas con seriedad -Pero mientras tú estés cómodo, yo lo estaré también. 

Dean lo observó como si el ángel estuviese hablando una vez más en enoquiano, pero esta vez no de una forma sexy. Con un carraspeo nervioso, se pasó una mano por la nuca y murmuró:

-¿Entonces... no tienes pretensiones? 

-Sólo pretendo que nos llevemos bien, Dean. ¿Qué otra cosa tendría que--?

-Nada. -El cazador lo interrumpió, aterrado de pensar siquiera en mencionar la posibilidad de que Cas quisiese tener una relación con él. Cuando el ángel frunció el ceño, confundido, agregó a modo de disculpa: -Supongo que sólo debo... acostumbrarme al cambio. 

La cafetera terminó su trabajo con un sonoro "ding", y de inmediato Dean se distrajo sirviendo la oscura bebida. Le pasó una taza a Cas, quien permanecía callado, y luego se reclinó contra la encimera, dando pequeños sorbos a su café. Tras algunos minutos de silencio, sin embargo, decidió levantar la vista.

-¿Cas? ¿Sigues aquí? -Le dijo con una ceja en alto. El otro le devolvió la mirada con una extraña intensidad, que lo hizo estremecer.

-¿Es por mi recipiente? -Le dijo de pronto. Dean casi se atraganta.

-¿Q--qué? -Graznó, nervioso.

-¿Es mi aspecto el que te hace sentir intranquilo? 

-E--eh... -El cazador lo meditó un momento. Por supuesto que le chocaba sentir deseo por un tipo, pero no era como si pudiese negarlo: Estaba ahí. Cas hablaba y Dean deseaba atrapar sus labios en un beso; movía sus manos y él quería sentirlas sobre su cuerpo. No, no era sólo eso, era...

-¿Te sentirías más cómodo si ocupase un recipiente femenino? -El ángel insistió.

La pregunta (¿O era un ofrecimiento?) hizo que sus entrañas se retorcieran de culpa. Cas lucía atormentado, incluso triste, al parecer creyendo que Dean estaría más a gusto si él fuese una mujer. Y quizá lo estaría, pensó el cazador con pesar, pero sólo si así hubiese sido desde un comienzo. Ahora, pensar en Cas era pensar en ese hombre de cabellos oscuros, atlético, inusitadamente fuerte, con ese constante aspecto de estar mal dormido y aquellos ojos azules asombrosos. ¿Podría poner esas características en una chica? Sí, seguro, y sería muy bonita... Pero no sería Cas.

-No. -La suave respuesta de Dean hizo que el ángel frunciese el ceño.

-Pero a ti te gustan las mujeres. -Dijo como si alguien le hubiese sugerido que dos más dos era cinco. El cazador no pudo evitar reír.

-Claro que sí. ¡Me encantan! -La expresión de Cas se apagó casi imperceptiblemente, y Dean se le acercó para hablarle en un susurro. -Eso no quita que me gustes también tú, Cas. 

-Pero yo no soy una mujer.

-Lo he notado. Increíble, ¿cierto? -En el rostro del cazador se dibujó una cálida sonrisa. -Sí, si alguien me hubiese dicho hace años que iba a sentirme así lo hubiese golpeado en la cara... Y sí, también estoy seguro de que serías una morena despampanante... -Le guiñó un ojo y Cas sonrió, incómodo -Pero eso no es lo más desconcertante de todo. 

-¿Y qué lo es? -El susurro temeroso del ángel lo llenó de una agradable ternura, y su corazón comenzó a batir furioso una vez más.

-Que eres mi amigo, Cas... -Admitió, sin despegar la vista de sus labios- Y me aterra pensar que las cosas se arruinen como lo hacen siempre, y entonces dejes de serlo.

Se miraron a los ojos por un momento que pareció eterno, ambos en completo silencio. Los ojos de Dean brillaban, vulnerables, y los de Cas resplandecían, seguros. Por fin, el último contestó:

-Siempre vas a poder contar conmigo, Dean. 

-Te tomo la palabra... -Le advirtió éste con una sonrisa. 

-Te doy mi palabra. -Repuso Cas.

La solemnidad con que el ángel respondió hizo que el corazón del cazador aletease dentro de su pecho. Sin despegarle la mirada de encima hasta último momento, se inclinó sobre sus labios y depositó en ellos un cálido beso, lleno de gratitud y confianza. 

Castiel le correspondió sintiéndose como si se hubiese quitado una tonelada de peso de encima. Si todo lo que Dean temía era que se separasen algún día, podía quedarse tranquilo: Lo amaba demasiado para dejar jamás de estar a su lado.

° ° °

Sam encontró a Cas y Dean en la biblioteca, charlando a gusto sobre el Impala. Entre ellos descansaban dos tazas vacías, algunos periódicos y su propia laptop abierta en un reporte policial. Cuando notaron su presencia le desearon los buenos días, y el menor de los Winchester les sonrió abiertamente. Diablos, harían una estupenda pareja, pensó.

-¿Qué milagro los despertó antes que a mí? -Dijo fregándose los ojos y tomando asiento en una silla libre junto a Cas.

-Yo ya había descansado suficiente, y Cas ni siquiera duerme -Se explicó Dean con sencillez. Lucía de muy buen humor.

-¿Y qué tienen por aquí? -Sam señaló los periódicos -¿Algo interesante?

-Algunas noticias menores, como ésta. Podríamos investigarla más tarde, si quieres -Su hermano señaló un pequeño recorte que mencionaba la desaparición de una adolescente en medio de su escuela. Sus amigas afirmaban haberla visto por última vez entrando en una de las cabinas del baño y nunca haber salido, pero su ex novio juraba que se había escapado con su mejor amigo durante las horas de clase. Sam frunció los labios, pensativo.

-Podría no ser nada... -Dijo rascándose la barbilla. -Sería el caso perfecto para que Charlie practique, ¿no crees?

-¿Quieres que la enviemos sola? -Dean rió -¡Nos hemos desplazado por mucho menos, no seas flojo Sammy!

-Está bien... puedo acompañarla para supervisar. -El menor se encogió de hombros, con actitud resignada. Internamente, sin embargo, estaba rogando que su hermano aceptase para que pudiese pasar un rato a solas con Cas. Dean dudó.

-Ok, pero vayan en el auto de Charlie. Baby necesita un ajuste de embrague y pretendo que nuestro amigo alado me ayude a hacerlo. Es hora de que aprenda por fin a diferenciar una llave inglesa de una española. 

Cas frunció el ceño y Sam bufó divertido.

-Buena suerte, amigo. -Dijo dándole una palmada en el hombro al ángel -Dean es insoportable cuando se trata de su auto. Créeme. -Y sin más se marchó triunfal a buscar a su amiga.

Esperaba que Cas pudiese disfrutar al máximo su rato con Dean.

 


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