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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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(Advertencia: Sabriel + Smut!) xB

Sam atrajo a Gabriel hasta sentarlo a horcajadas sobre su regazo, sin dejar de besarlo en ningún momento. El arcángel se sentía cálido y suave a su alrededor, y pronto las procupaciones del cazador pasaron a segundo plano en su mente. Todo en lo que podía pensar era en él: El tacto de sus labios dulces, el peso de su cuerpo sobre él, la forma en que sus manos le acariciaban el rostro con dulzura...

Continuó besándolo con más y más entusiasmo a cada segundo, asombrado por el curso de los acontecimientos de aquel día y por la absurda pero innegable atracción que ejercía sobre él el arcángel, quien ahora se retorcía gustoso entre sus brazos.

-Sam... -El mismo murmuró contra sus labios, su voz temblorosa por la pasión recorriéndolo.

-¿Sí...?

-¿Cómo diablos mantienes tan sedoso tu cabello?

Sam rió, sorprendido, y el sonido cosquilleó agradablemente sobre los labios de Gabe.

-¿Realmente me estás preguntando eso? -Dijo el muchacho, mirando alternadamente los ojos y  boca del otro, conteniéndose a duras penas de volver a apresar sus labios en un beso.

-Es una de las preguntas que me hago sobre ti hace años...

-¿Cuáles son las demás?

-Bueno... -Susurró a milímetros de él- Mis manos están en tu cabello por ahora... ya llegarán al resto.

El joven volvió a besarlo profundamente, deleitándose con el sabor acaramelado del arcángel mientras lo rodeaba por la cintura y bajaba luego hasta apoderarse de su trasero con sus grandes manos. Gabe gimió.

-¡Vaya, Sammy! -Le dijo sin aliento mientras el otro lo masajeaba- ¿Hay alguna pregunta que tú te estés haciendo sobre esa parte de mí?

-Varias, también. -Fue su respuesta- Pero ya llegarán...

-¡Eso espero! -Exclamó, gustoso.

El cazador rió una vez más, y tomándolo con firmeza por el trasero se puso de pie y lo cargó hasta la cama. Gabriel se mordió los labios, excitado por la fuerza y determinación del muchacho, y cuando ambos cayeron sobre el colchón besándose apasionadamente, se felicitó a si mismo por estar allí esa noche. Sin dudas la disfrutaría.

Unos minutos después Sam yacía de espaldas con Gabe trepado a horcajadas sobre él, besándole y mordisqueándole el torso con deleite luego de haberle quitado la camisa y la remera. Le complacía oír los pequeños quejidos de placer que escapaban de los labios del cazador al acariciar su cuerpo cincelado, y estaba determinado a recorrerlo hasta el hartazgo.

Había llegado a desabrochar la abultada cremallera de su jean cuando se oyó un golpeteo en la puerta, y de pronto la misma se abrió. Gabriel se hizo invisible junto con los pantalones que sus manos aferraban justo en el momento en que Dean aparecía frente a su hermano.

-¡Dean! -Sam exclamó sobresaltado, sentándose en la cama y cubriéndose la entrepierna con la sábana- ¿No sabes golpear?

-¿Y qué acabo de hacer? -Su hermano lo miró con fastidio, completamente ajeno a la desnudez del menor, y a su patente excitación. Este bufó.

-¿Qué ocurre? Me estaba por acostar ya... -Mintió, esperando que no resultase obvio el estado en que se encontraba.

-¿Has visto a Cas? -Dean soltó- No lo encuentro por ningún lado.

Sam logró por un breve instante concentrarse.

-¿Cas? E--estaba... -¿Qué tanto decirle? -Estaba con nosotros más temprano, pero... Crowley lo molestó y él se fue.

-¿Crowley? ¿Qué fue lo que le hizo ese imbécil?

-B--Bueno... -Sam se estremeció al sentir un par de manos acariciarle el abdomen hasta llegar a su entrepierna. Miró de reojo, alarmado, pero no había nadie allí. De inmediato su cuerpo se tensó.

-¿Y bien, Sam? ¿Se te fue toda la sangre del cerebro? ¡Habla! -Dean lo apuró con impaciencia.

-Estuvo molestándolo sobre ciertos... -Las manos invisibles apresaron su miembro y comenzaron a acariciarlo por debajo de la sábana, aunque desde afuera no se veía movimiento alguno. Sam tuvo que contener un gemido antes de poder seguir hablando- s--sobre ciertos asuntos, eh, personales.

-¿Qué asuntos personales puede tener Crowley con Cas? -Dean espetó con escepticismo. Sam sólo se encogió de hombros, respirando entrecortadamente.

-¡Por dios, Gabe, detente! -Pensó con desesperación, rogando que el arcángel lo oyese. Como toda respuesta, unos húmedos labios invisibles comenzaron a recorrer su cuello de arriba a abajo, propinándole esporádicos mordisquitos mientras las manos continuaban estimulándolo con mayor entusiasmo. 

Sam tragó saliva ruidosamente, su frente perlada de sudor por la mezcla de placer y terror que estaba experimentando. Por suerte Dean estaba demasiado ensimismado para notar nada, pero su hermano no estaba seguro de cuánto más podría soportar esa traviesa tortura. Cuando el mayor volteó para acercarse a la silla en la que momentos antes él mismo había estado, Sam aprovechó para palmearse a sí mismo en la entrepierna, queriendo apartar al arcángel... 

Sólo logró traspasar el aire y golpearse a sí mismo en aquel área ya sobre-estimulada, lanzando un pequeño quejido como respuesta. 

-Oye, si lo prefieres más rudo no tienes más que decírmelo... -La voz juguetona de Gabriel resonó en su oído. Sam miró alarmado a su hermano, pero éste no había oído nada. Sólo había tomado asiento. 

-¡Alto! -Susurró casi inaudible. El arcángel volvió a reír, y el joven comenzó a sospechar que quizá sólo él podía oírlo.

Din din din! Correcto, sólo tú me oyes... Así que concéntrate en prestarle atención a tu apesadumbrado hermano mientras yo me encargo del resto.

-Sam... -La voz de Dean lo sobresaltó, y ésta vez el mayor sí se percató de cuán intranquilo lucía. -Viejo, ¿estás bien? No estás oyendo nada de lo que te digo.

-N--No, sí, estoy bien Dean, yo... Escucha, no sé qué tanto hablaron Cas y Crowley, ¿probaste invocarlo?

-Sí, y llamarlo por teléfono también. Me parece raro que se haya esfumado tan de pronto, no lo hacía hace mucho.

-...A juzgar por el estado en que te encuentras -La voz del arcángel resonó en la mente de Sam - tú tampoco habías hecho esto en bastante tiempo... 

-Te odio. -Repuso él, su pene pulsando dolorosamente en las manos del otro. Necesitaba que Dean se fuese cuanto antes. -Oye- Le dijo- Tal vez le haya surgido algo, algún asunto del cielo. O quizá esté con Gabe y por eso no te contesta.

-¿Gabe? -El mayor remarcó con ironía. -¿Desde cuándo tan cariñoso con el maldito Trickster?

-Si supiera... ¿Verdad Sammy? -Las manos fantasma continuaron bombeándolo con especial dedicación, y el joven se aferró con fuerza a la sábana que lo cubría.

-Y--Yo... No lo sé, se me debe haber pegado el apodo de Charlie.

-Claro. Bien, si llegas a verlo avísame. Quiero preguntarle algo. 

-¿A esta hora de la noche? -Sam no deseaba más que verlo irse para volver a quedar a solas con el arcángel, pero la insistencia de Dean le llamó la atención lo suficiente para inquirir. Su hermano pareció tensarse ante la pregunta, pero al hablar sonó tan tranquilo como siempre.

-Cas no duerme, genio. No necesito esperar hasta la mañana para hablar con él. Ahora te dejo para que sigas con lo que sea que estuvieses haciendo, que prefiero no saber... -Se puso de pie y caminó hasta la puerta, pero justo antes de salir se detuvo para agregar: -  Y recuérdame que no vuelva a entrar a tu cuarto de noche, maldito nudista.

Sam abrió y cerró la boca sin producir sonido, azorado, hasta que por fin logró responder lo único decente que se le vino a la mente luego de ser atrapado en esas condiciones:

-Imbécil.

-Perra. -Repuso su hermano automáticamente. Luego rió y cerró la puerta tras su espalda, por fin dejándolo sólo con el perpetrador de aquella bochornosa y ardiente travesura, quien aún no se dejaba ver.

Furioso, Sam se quitó la sábana de encima y se puso de pie, totalmente desnudo y decidido a tomar venganza. Desde un rincón pudo oír un murmullo aprobatorio.

-Mm-hmm... Justo lo que me recomendó el doctor -Dijo Gabriel desde su invisibilidad, deleitándose con la vista del alto y musculoso joven frente a él y prestando especial atención a la recia erección entre sus piernas. El muchacho volteó en dirección a su voz.

-Muéstrate si te atreves, maldito arcángel.

-Vaya, tu tono hace que se me aflojen las rodillas, Sam Winchester... ¿Qué me harás si aparezco? 

-Me cobraré lo que acabas de hacer. 

-Con creces, espero. 

El arcángel apareció frente a él con un ligero batir de alas. Estaba ruborizado, y aunque fingía una sonrisa inocente sus ojos brillaban con deseo. Sam lo tomó por la cintura y lo empujó de espaldas sobre la cama, echándose de inmediato sobre él para inmovilizarlo con su cuerpo.

-Quítate la ropa. -Le ordenó en un rasposo gruñido, apoyando sus manos a cada lado del rostro de Gabriel para sostenerse. Éste se estremeció genuinamente ante su cruda exigencia.

-Si estás encima mio no puedo...

-Pudiste robarte mis pantalones, ¿cierto? Quítatela. Ahora.

-¿Sabes? -Gabriel rió nervioso, atrapado bajo el cazador como un ratón lo estaría bajo un gato -Aunque no lo creas, soy algo inseguro con mi cuerpo... no tengo pectorales de superhéroe como tú, ni abdominales marcados... ¿Tal vez podamos apagar la luz primero?

La mirada que le lanzó el joven no admitía réplicas, y el arcángel sintió su cuerpo cosquillear, expectante. Con un breve parpadeo toda su ropa se desvaneció en el aire, dejándolo totalmente expuesto y a merced del otro, quien ya lo estaba devorando con la mirada.

-Mucho mejor -Murmuró Sam antes de besarlo con pasión. El arcángel lo rodeó por la espalda, correspondiendo a su avance con total entrega mientras disfrutaba el roce de sus pieles desnudas, ansioso por más.

Se besaron unos momentos, el fuego que ardía en sus interiores creciendo a cada segundo. Entonces el cazador interrumpió el contacto de sus labios y comenzó a trazar un camino de besos desde el cuello de Gabe hacia abajo, arrancando pequeños gemidos risueños de éste a medida que iba avanzando. Cuando descendió por sus costillas, el arcángel directamente se sacudió.

-¡Cosquillas! P--Por favor, Sam...

El joven sonrió y abandonó esa zona, deslizándose por sus laterales hasta llegar a su vientre. Más abajo, el miembro del arcángel se erguía ansioso, aguardando su turno. Sam lo tomó en sus manos sin dudar, y el menor jadeó.

-S--Sí, lo sé -Gabe habló con un hilo de voz- No soy tan imponente como tú... ¡Si quieres puedo modificarlo! ¿Cuán grande crees que sea George Clooney?

-Hablas cuando te pones nervioso, ¿cierto? -Sam rió moviendo la mano a lo largo de su extensión. Gabe asintió, con las mejillas arrebatadas.

-Culpable. -Dijo sin atreverse a mirarlo.

-Lo supuse... -Repuso Sam, y sin preámbulos lo tomó en su boca y comenzó a succionarlo.

Gabriel lanzó un pequeño quejido, el placer de sentir aquella ardiente boca cerrarse sobre él recorriéndolo de pies a cabeza como fogonazos. Quiso hablar, pero a su mente sólo venían palabras en antiguo enoquiano, así que desistió y sólo se entregó a la exquisita sensación, aferrándose a las sábanas como si así pudiese evitar perder la cordura.

Sam continuó con sus atenciones, completamente desconectado de cualquier reclamo o duda que pudiese estarse generando en el fondo de su cabeza, tan solo perdido en el goce del momento. Le encantaba ver cómo el arcángel se retorcía debajo de él, como se esforzaba en silenciar sus sollozos de placer mordiéndose el labio inferior y cómo su erección pulsaba entre sus manos, casi al límite...

Sin embargo, cuando creyó que Gabriel no lo soportaría más, se detuvo. El arcángel se quejó, haciendo un puchero.

-Te odio tanto en este momento... -Le dijo tapándose los ojos con frustración. Había estado tan, tan cerca... Sam rió.

-La paciencia es una virtud, Gabriel. Ahora date la vuelta. -Le dijo sin rodeos. El arcángel quiso replicar, pero la pasión que se traslucía en los ojos verdes de Sam le robó el habla. Tragando saliva, volteó despacio sobre la cama, quedando boca abajo sobre las sábanas y tensándose involuntariamente por la expectativa de lo que seguiría.

Sam lo tomó por las caderas, obligándolo a elevarlas lo suficiente como para colocarle una almohada debajo y dejar así su trasero más expuesto. Luego pasó una de sus piernas por encima de él y se colocó a horcajadas sobre sus muslos, alineando su tieso miembro a la estrecha entrada del arcángel, y frotándose contra ella con deleite. Gabe no pudo evitar gemir al sentirlo, pero obligándose a sí mismo a no perder el control aún, levantó su rostro de las sábanas y lo interrumpió.

-Wow, wow, ¡aguarda un momento vaquero! -Intentó reír despreocupado, pero su voz salió un poco más temblorosa de lo que hubiese deseado. Sam dejó de presionarse contra él y aguardó.

-¿Qué ocurre? -Le dijo, dudoso. -¿Cambiaste de opinión?

-¡Por mi padre, para nada! Pero es la primera vez que estás con un tipo, ¿o me equivoco? -Se le complicaba hablar cómodamente en esa posición en la que ni siquiera podía verlo a la cara, pero se obligó a tolerarlo. El cazador titubeó.

-S--Sí, claro que lo es.

-Bien Sammy, si bien adoro tu inventiva... no eres para nada insignificante, y quisiera poder sentarme más tarde, ¿sabes? Así que ten. -Extendió su mano hacia atrás, y en la misma se materializó una pequeña botella con un leve "puf". Sam la tomó, curioso, y leyó su etiqueta en silencio. De inmediato se disculpó.

-Oh, mierda, ¡l--lo lamento tanto! No lo pensé... -Se bajó de encima de Gabe y abrió la tapa del lubricante con timidez, sintiéndose de pronto un completo idiota. 

El arcángel rió enternecido al ver como todo el ímpetu de Sam menguaba luego de que quedase expuesta su inexperiencia, y decidió ayudarlo antes de que la lujuria en sus ojos se esfumase del todo. Arrebatándole la botella de las manos, echó una buena cantidad del gel en su palma y se encargó de untar adecuadamente el miembro del azorado cazador, al igual que su propia entrada. Luego volvió a echarse sobre su abdomen y sacudió sus nalgas juguetonamente.

-¡Vamos! ¿Dónde se fue toda esa rudeza? -El cazador rió incómodo, y Gabe insistió con un guiño provocativo -¡Hazme tuyo, Sammy!

Al ver que el joven dudaba aún, el arcángel lo tomó por la mano y tiró de él hasta que Sam retomó la posición en la que había estado momentos atrás, con una pierna a cada lado de las del arcángel, atrapándolo debajo suyo. Luego tomó el duro miembro del muchacho y lo direccionó hacia su entrada, deslizándolo en su interior con bastante facilidad a pesar de su considerable tamaño.

Sam gimió al sentir cómo Gabriel lo envolvía, y pronto su deseo resurgió con fuerza. Inclinándose hacia delante, se apoyó sobre sus manos y tras cerciorarse de que el otro se encontrase bien, comenzó a embestirlo lenta pero profundamente, llegando más y más hondo con cada estocada, y haciendo que pronto el arcángel gimiese su nombre contra las sábanas.

-Shh, Gabe... -El cazador se acercó a su oído y le susurró en un tono que al aludido le resultó imposiblemente sexy, y que arrancó otro pequeño quejido de sus labios. -No hagas tanto ruido... van a oírnos...

-Ponte en mi lugar y dime si tú no... oh Dios, ¡Sam! -El arcángel mordió las sábanas al sentir cómo el muchacho alcanzaba su punto de placer, y sabiendo que no podría contenerse, chasqueó sus dedos en el aire. De pronto, toda la habitación se llenó de un extraño eco.

-¿Qué fue lo que hiciste? 

-Insonoricé este maldito cuarto para poder expresarme cuanto yo quiera. ¡Ahora vuelve a hacer eso, te lo ruego! -Insistió intentando en vano mover sus caderas apresadas. Sam rió.

-Vaya... por una vez tengo que agradecer tus poderes -Le dijo al oído, y acto seguido le dio un leve mordisco en el hombro mientras volvía a moverse sobre él. Gabe gimió.

-Cállate... te encantan mis poderes. 

Pronto los gritos de Gabriel llenaron la habitación mientras Sam lo penetraba a un ritmo casi desenfrenado, cada embestida golpeando el punto justo para que el arcángel se deshiciera entre sus brazos clamando por más. E incluso aunque la habitación no hubiese estado aislada, pensó el joven Winchester mientras las paredes interiores del arcángel se contraían a su alrededor arrancándole un sentido gemido, la abrumadora pasión que estaba experimentando a su lado era tal que sin dudar hubiese valido las habladurías a la mañana siguiente. Extasiado, continuó hundiéndose en él una y otra vez, sintiendo como el placer se acumulaba en su interior hasta llevarlo a la locura.

El orgasmo los alcanzó al mismo tiempo, abrasador, Gabe derramándose sobre las sábanas y Sam en Gabe. El inmenso placer que experimentaron los dejó momentáneamente sin palabras, echados uno sobre el otro mientras intentaban regular sus respiraciones jadeantes y sus corazones exaltados. Entonces el cazador se volvió consciente de su peso y estatura y por consideración se hizo a un lado, recostándose con cuidado junto a Gabriel quien aún aferraba las sábanas con empeño, manteniendo sus ojos firmemente cerrados.

-¿Estás bien...? -Le susurró colocándole una mano en la espalda. El arcángel dejó escapar un gemido ante el contacto, y Sam se sobresaltó. -Oye... ¿Gabe...?

-E--Eres... mejor de lo que creí. -Repuso en un murmullo tan quedo que obligó al joven a acercarse a él para oírlo.

-¿Debería ofenderme? -El cazador rió con suavidad, acariciándole aún la espalda lentamente. Gabriel negó.

-Estaba seguro de que tener sexo contigo sería increíble, pero... Eres mejor que eso. -Sonrió satisfecho y se acurrucó contra el pecho de Sam, quien lo rodeó de inmediato entre sus fuertes brazos, gratamente sorprendido. 

El silencio se cernió entre ambos entonces, inusitadamente cómodo. Gabe oía completamente embriagado los latidos del corazón de Sam, mientras este le acariciaba distraído el cabello, ambos demasiado a gusto como para arruinar el momento con palabras. 

Ninguno de los dos estuvo muy seguro del tiempo que transcurrieron así hasta que por fin el sueño los venció, y se durmieron abrazados.


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