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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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Dean abrió los ojos, revisó su reloj despertador y suspiró. Las 8 am. Bien, al menos había logrado dormir unas tres horas. Claro que antes de conseguirlo se había pasado una eternidad pensando cómo solucionar la pelea que había tenido con Cas (si es que podía llamarla así), y por qué al ángel le afectaría tanto lo que Dean había hecho años atrás. Aún no lo comprendía.

Se había dicho a si mismo una y mil veces que el enojo del otro no tenía sentido alguno, pero eso no explicaba por qué se había sentido tan expuesto (casi culpable) cuando Cas había preguntado por su pasado. Como si él también notase algo malo en que el ángel no hubiese sido su primer y única experiencia con un tipo, por absurdo que eso fuese.

Soñoliento y apesadumbrado, se vistió sin demasiadas ganas y partió rumbo a la cocina a preparar su usual café de todas las mañanas. Tenía la inútil esperanza de que junto con la lucidez que le aportase la bebida llegasen las respuestas que tanto anhelaba, y quizá también una manera de recomponer las cosas entre su amigo y él...

-"¿Amigo?" -Pensó sin poder evitarlo- Eres un maldito hipócrita.  

De inmediato sacudió la cabeza para evadir aquella línea de pensamiento. Cas y él eran amigos, no había otra forma de definir lo que los unía. El sexo sólo era eso. Sexo. No cambiaba nada... ¿o sí? 

Encendió la cafetera, ceñudo, comenzando a sentir como una jaqueca se formaba en el fondo de su cabeza. De inmediato se dirigió al pequeño botiquín que tenían en la cocina y tomó un frasco de analgésicos para evitarse una mayor molestia, aunque se temía que fuese demasiado tarde. 

Acababa de tomarse un par cuando su hermano apareció en la cocina, inusualmente sonriente.  

-¡Buenos días, Dean! -Le dijo dándole una palmada en el hombro al pasar a su lado. -¿Encontraste a Cas?

-No. -Gruñó su hermano con una leve punzada en el estómago, mientras observaba al más joven abrir la heladera y tomar un cartón de jugo de naranja de su interior. Se le veía demasiado contento aquella mañana, pensó con sospecha. ¿Le bastaba con masturbarse para estar así? ¡Diablos, lo que era la abstinencia! 

-Qué... mal. -Sam le contestó con una mueca. Por algunas horas había olvidado todo sobre Cas y Dean. Sintiéndose algo culpable, sugirió: -Oye si quieres puedo ayudarte a llamarlo, o algo...

-Nah. Estoy seguro de que Cas aparecerá cuando termine lo que sea que esté haciendo. Ya sabes cómo es. 

-Hmm, de acuerdo... Oye Dean, ¿tú estás bien? Luces más cansado que lo usual.

-Eso es porque tú estás jodidamente resplandeciente. ¿Qué diablos te pasa? Son las ocho de la mañana.

-O--Oh, es que... -Balbuceó, buscando las palabras -Estoy por hacer ejercicio. Es un lindo día, ya sabes. Me pone de buen humor.

-Ajá... tú y tu ejercicio. -Dean contestó, mordaz, y le pareció que a su hermano se le enrojecían las orejas. Pequeño pervertido nudista. Negando con la cabeza, se sirvió su café y salió de la cocina rumbo a la biblioteca. 

Apenas puso un pie en el pasillo se detuvo de golpe. A sólo centímetros de él estaba su madre, quien al parecer había regresado de su última excursión con los malditos Hombres de Letras Británicos. Ella esbozó una levísima sonrisa a modo de saludo y él bufó. Odiaba que su mamá tuviese trato con aquellos imbéciles.

Haciéndose a un lado para pasar, le hizo un pequeño gesto con la cabeza como respuesta y continuó su camino. No estaba de ánimos para tratar con ella.

-O--Okey... -Murmuró la mujer, incómoda, mientras volteaba para verlo irse. Sam se acercó a ella con una sonrisa afable.

-Bienvenida de vuelta-Le dijo con suavidad tomando el bolso de ella en sus manos para ayudarla. Lucía cansada.

-Gracias, Sam... Oye, ¿qué le ocurre a Dean hoy? Está más hosco que lo usual, si es posible.

-Se despertó así. Creo que es porque no tiene noticias de Cas hace un día, y eso lo preocupa.

Mary arqueó una ceja, intrigada.

-¿Cas? ¿El ángel Castiel, quieres decir?

-El mismo. Dean estuvo intentando contactarlo pero no le contesta, y eso... lo tiene algo molesto.

-Ya veo...

-¿Estuvo bien la cacería? -Sam le señaló un magullón que ella tenía en el pómulo, pero la mujer lo desestimó con un gesto de la mano.

-Gajes del oficio, ya sabes... La cacería fue un éxito aún así.

-Me alegra oírlo. Bien, iré a correr un rato. ¡Nos vemos luego! -Le dijo, y tras dejar el bolso en la puerta de la habitación asignada a su madre, se marchó a hacer ejercicio.

Mary caminó hasta la cafetera, se sirvió el líquido restante en una taza y luego de darle un sorbo suspiró. Sea lo que fuese que le ocurriese a Dean, no le gustaba verlo así, así que armándose de coraje decidió partir en su búsqueda, para hablar.

Lo encontró sentado en la sala de control con los ojos fijos en la pantalla de su laptop, donde figuraba un listado de registros policiales. Su café yacía abandonado sobre la mesa, aún humeante, y sus ojos no se movían, señal de que en verdad no estaba leyendo. Mary frunció los labios ante aquella escena, y haciendo acopio de sus adormecidos instintos maternos tomó asiento a su lado.

-Dean... -Le dijo con suavidad. Notó como el joven se sobresaltaba casi imperceptiblemente ante su llegada, y no pudo evitar asombrarse: Su hijo solía tener los reflejos de un lince. Lo que sea que lo tuviese así de absorto no podía no ser importante para él.

-¿Hm? -El cazador miró de reojo a la recién llegada y se enderezó sobre su asiento con un carraspeo incómodo: La mujer no le despegaba sus ojos escrutadores de encima. 

-¿Te encuentras bien? Luces algo... alterado.

-Perfectamente. -Dean se encogió de hombros y volvió a concentrarse en su computadora, pero Mary no se rendiría tan fácilmente.

-Escucha -Le dijo con mayor firmeza -Sé bien que nuestra relación no es lo que llamarías perfecta... -Un músculo en la mandíbula de su hijo se tensó visiblemente mientras ella hablaba - Pero sigo siendo tu madre, y si hay algo que te esté preocupando...--

-Mary--Mamá. -Él la interrumpió, cortante. -Estoy bien. De veras.

-Si te peleaste con alguien, o quizá estás ansioso por algo... -Insistió ella, ignorando la frialdad en la voz del joven. El bufó.

-No es nada de eso, ¿de acuerdo? 

-O si se trata de Castiel...

Dean casi se atraganta con su propia saliva. ¿De dónde diablos había salido eso? ¿Acaso las madres tenían realmente un detector de mentiras incorporado? Algo agitado, negó con la cabeza.

-T--Todo está bien con Cas.

-Sam dijo que hace más de un día no sabe nada de él, pero algo me dice que ese no es tu caso. ¿Tal vez quieres... hablar de eso?

El cazador volteó hacia ella al tiempo que la mujer daba un sorbo a su taza con expresión inocente, y en su interior creció la espeluznante sensación de que su madre podía leerle los pensamientos. Aún así, ese era un tema delicado que no podía hablar con nadie más, y tal vez...

-Cas y yo tuvimos una... discusión. -Admitió en un hosco murmullo. Aún no entendía por qué demonios estaba diciéndole eso, pero de pronto ya no podía parar. La mujer sólo asintió y continuó escuchándolo paciente. -Él está enojado porque... bueno yo, e--es decir nosotros... -Gruñó, frustrado -Es demasiado complicado, ¿de acuerdo?

-Básicamente te estás acostando con él. -Sentenció Mary con sencillez. Dean palideció, y de su boca abierta no salió sonido alguno. La mujer cerró un momento los ojos y esbozó una sonrisa calmada en su rostro. -No hace falta que me lo ocultes, hijo. Lo supe en cuanto lo conocí.

-¡N--No, en ese entonces aún no...! Tsk, maldita sea -Se cubrió el rostro con una mano, apenado, y ella rió.

-Vamos, continúa. ¿Por qué se pelearon?

-Él es quien se enojó, porque yo... Porque se enteró que no es el primer... -De pronto escondió el rostro más profundo entre sus manos y comenzó a negar con violencia. -Maldición, no puedo hablar esto contigo, olvídalo.

-Dean. -Mary cortó su nervioso balbuceo con firmeza, y el joven levantó la vista, algo sorprendido. Ella continuó: -No me asustan los demonios, ni los cambia-formas, y ciertamente no podría horrorizarme menos ante un fantasma o un ghoul. 

Él frunció el ceño, confundido ante aquella declaración azarosa, y su madre agregó:

-Teniendo todo eso en mente, ¿por qué asumes que me asustaría hablar contigo de algo tan simple como el sexo? -Dean se quedó sin palabras nuevamente, y ella dictaminó:- No nací ayer, y tampoco tú. Ahora explícame qué ocurrió.

Dean le resumió la discusión que había tenido con Cas intentando incluir la menor cantidad de detalles posibles, y en particular obviando todo el tema de Crowley y sus "actividades grupales". Una cosa era estar teniendo un momento madre-hijo, y otro muy distinto era ventilarle sus intimidades a su mamá. 

Cuando terminó, la mujer asintió con seriedad.

-Así que Castiel se siente herido -Le dijo con simpleza. 

-Supongo... En verdad no entiendo qué demonios le ocurre. -Aunque nunca terminase de admitírselo, el cazador se sentía bien de poder expresar su frustración en voz alta. Su madre, en cambio, suspiró.

-¿De veras no se te ocurre? -Le dijo, algo fastidiada.

-¿Debería? -Repuso Dean a la defensiva.

-¿Hace cuántos años se conocen ya?

-Muchos. No lo sé, ¿ocho tal vez? 

-¿Y esta atracción entre ustedes recién salió a la superficie ahora?

-P--Pues sí.

-Bueno, probablemente eso sea. -La mujer se explicó intentando ser paciente. Sentía que su hijo no comprendía el español de a momentos. -Si tuviese que hacer una suposición, Dean, diría que Castiel alberga sentimientos por ti hace años, pero conociendo tus preferencias probablemente creyó que sería imposible hacerse ilusiones. 

-¿Y eso cómo explica que se haya enojado si ahora sí estamos...? Bueno, ¿si las cosas son diferentes?

-Porque lo que heriste fue su ego. Imagínate, durante años creyó que jamás podrías estar con él  por ser un hombre, ¿y ahora viene a enterarse que no tuviste reparos en hacerlo con otros en el pasado? Eso quiere decir que no estabas con él simplemente porque no te interesaba.

-P--Pero él sí me... Es decir... -Dean suspiró y se pasó la mano por el cabello, nervioso. ¿Por qué hablar de los hipotéticos sentimientos de Cas lo hacía sentir así? Sus tripas se retorcían, su corazón bombeaba con fuerza, sus manos sudaban... Era un maldito incordio. 

Mary sonrió al ver cómo su hijo se debatía internamente, e inclinándose hacia él lo tomó por el rostro con suavidad y lo obligó a mirarla. Era la primera vez en mucho tiempo que tenían ese tipo de contacto, y algo en el interior de ella se derritió un poco antes de hablar.

-Es claro que ustedes dos tienen una relación muy especial. -Le dijo con dulzura -Y entiendo que haber dado un paso en un nuevo sentido pueda asustarte, Dean, pero sólo es cuestión de que dejes que las cosas fluyan sin resistirte. 

-Yo sólo quiero que Cas deje de estar jodidamente enojado conmigo por las idioteces que hice cuando era un demonio... -Admitió el joven, disfrutando del calor de la mano de su madre luego de lo que parecían siglos sin hacerlo. Ella murmuró, asintiendo, y tras hacerle una leve caricia en en la mejilla con el pulgar, agregó.

-Hmm... Idioteces, dices. ¿Y por qué no es una idiotez que estés con él ahora, pero sí lo fue estar antes con otros?

-Quizá sea una idiotez también, pero se siente... distinto. 

-¿Mejor, quizá? -Dijo ella tentativamente.

-Mucho mejor. Cas es... es...

Clavó su mirada en los ojos celestes de su madre, los cuales brillaban inusualmente cálidos, y de pronto la verdad lo golpeó con la fuerza de un yunque. Por qué jamás había admitido su atracción hacia el ángel, por qué haberse involucrado íntimamente con él era algo que le había costado años, y por qué incluso ahora no terminaba de sentirse cómodo con ello, como si de un segundo para el otro las cosas pudiesen implosionar y arruinarse para siempre. Cas no era "un tipo más" como los de su pasado, Cas...

-¿Sí, Dean...? -Lo alentó Mary con infinita suavidad.

-Cas es mucho más que sólo sexo. -Dijo con la voz algo quebrada: Los sentimientos que ardían en su pecho resultaban demasiado abrumadores para ignorarlos ya. Su madre le sonrió y soltando su rostro finalmente lo tomó por las manos, en un gesto alentador.

-Bueno... -Le dijo -Quizá si él supiese eso ya no se sentiría tan herido.

Su hijo la miró con ojos brillantes, cargados de temor, y ella no pudo evitar enternecerse. ¿Así que así se sentía dar consejos sobre la vida amorosa a sus pequeños? Era algo que jamás se había imaginado haciendo, pero quizá no fuese tan malo después de todo. Con una última sonrisa, palmeó las manos de Dean entre las suyas y lo alentó a buscar a su ángel para que hiciesen las paces. 

-Lo intentaré -Prometió el joven, poniéndose de pie aún dudoso, y ella asintió.

-Todo estará bien, ya verás.

Entonces Dean le dedicó una tímida sonrisa, y tras murmurar un leve "gracias, mamá", se marchó de la sala. Sus ojos verdes, pensó Mary, tenían un nuevo brillo de esperanza al irse.

Complacida, y con el corazón lleno de algo muy parecido al orgullo materno, la mujer caminó hasta la licorera más cercana y se sirvió una buena medida de whiskey: Necesitaría un buen trago para digerir sus emociones revueltas luego de vivir un momento tan dulce con su hijo mayor.


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