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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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¡Actualización! (Advertencia: Es extensa) :O


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Dean entró a su habitación, determinado a hablar con Cas y arreglar las cosas entre ambos de una vez por todas. La charla con su madre le había dado el ímpetu necesario para ello.


Cerró la puerta de su cuarto, se paró junto a su cama, tomó aliento y...


-No puedo hacerlo. -Se dijo de pronto.


Sí, Cas y él tenían una relación muy unida. ¿Cómo lo había definido el ángel alguna vez?: "Compartían un vínculo más profundo". Pero ¿qué demonios significaba eso? ¿Realmente era necesario que se sentasen a hablar de lo que... sentían?


Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al pensar en eso, y no uno de los agradables. Sí, quizá experimentaba algún tipo de cariño por el ángel, pero maldito fuera si por ello terminaba declarándose como un estúpido Romeo. ¿Tan difícil era que continuasen cómo venían, sin cuestionamientos ni intrincadas emociones de por medio? Maldito fuese Crowley por meter ideas en la mente de Cas. Y maldito Cas por dejarse influenciar por ellas.


Bufó con exasperación y tomando las llaves del auto de su mesa de luz, decidió salir a dar una vuelta para despejarse un poco y olvidar todo el asunto.


...Claro que eso implicaría no volver a saber de Castiel hasta quién sabía cuándo, y aunque odiase tener que admitirlo, Dean lo extrañaba.


-Maldita sea, Cas. -Murmuró, furioso -¿Puedes aparecer de una vez para que arreglemos esto? -Nada. -Cas, te estoy llamando. Deja tu condenado enojo de lado y trae tu emplumado trasero aquí. Ahora.


Nada aún. Tras 5 intentos más sin respuesta, Dean se vio tentado de rendirse. Pero algo le decía que no era prudente dejar pasar más tiempo; que, si las cosas entre ambos se enfriaban, probablemente nunca volviesen a como estaban. Así que con un suspiro salió de su cuarto y fue en busca de ayuda.


° ° °


Sam regresó de correr con la sonrisa aún grabada en su rostro. Llevaba ya dos noches durmiendo en compañía de Gabriel (Y dando buen uso del hechizo insonorizador puesto por él en su cuarto), y eso lo traía de un estupendo buen humor. No entendía qué había pasado ni por qué ahora lo veía con otros ojos, pero prefería no detenerse a sobre-analizarlo. El arcángel era divertido y apasionado, y ahora que había dejado sus prejuicios atrás, Sam se sentía a gusto a su lado... y encima, y debajo, y dentro de él, también.


-Vaya, harás que me ruborice, Sammy... -El objeto de sus pensamientos apareció en la cocina junto a él y Sam rió en silencio.


-¿Qué dijimos sobre oír mis pensamientos...? -Lo reprendió mientras se servía jugo.


-Mmm... ¿que no puedo evitarlo, y que en el fondo te encanta que lo haga? -Gabe repuso, pasando por detrás de él para tomar un vaso también y acariciándole la espalda en un gesto juguetón mientras lo hacía. Sam sintió un agradable escalofrío nacerle allí donde las manos del otro lo habían rozado, y volvió a sonreír.


-Nunca dije que me encante. -Murmuró en protesta, volteando hacia él.


-¡Al menos ya no lo odias tanto! -El arcángel le dedicó una radiante sonrisa y acercándose más a él se puso de puntillas para depositarle un beso en la comisura de los labios. Sam inmediatamente corrió su rostro y unió sus bocas por un fugaz momento, a lo que el menor rió.


-¡Sam Winchester! -Le dijo falsamente ofendido. -No me obligues a inmovilizarte.


-¿Existe la opción...? -El joven inquirió con tal picardía que el corazón del Trickster se saltó un latido, entusiasmado.


-Oh, Sammy, me encanta cuando piensas sucio... -Le dijo tomándolo por los hombros para volver a besarlo, sintiendo con deleite como las cálidas manos del cazador lo rodeaban de inmediato por la cintura para corresponderlo.


Sus labios apenas habían llegado a rozarse cuando de pronto oyeron un pequeño grito ahogado proveniente de la puerta. En un instante los dos se soltaron, sobresaltados, mientras una asombrada Charlie los miraba con los ojos como platos desde el umbral.


-¿Me parece a mí o se tomaron muy en serio esto de dar una buena impresión a Dean...? -Les dijo, suspicaz. Gabe y Sam se mostraron ambos de pronto muy interesados en el cielorraso y el suelo, respectivamente, y la chica saltó entusiasmada. -¡Oh por dios! ¿¡Dos por uno?! ¡Esto es mejor que lo que hubiese esperado! ¡Pensé que se odiaban!


-S--Sí, bueno... yo... -El muchacho comenzó a balbucear, incómodo. ¿Por qué no había tenido en cuenta que estaban a la vista de todo aquel que pudiese pasar por allí?


-Sammy todavía no está muy seguro de no odiarme -Bromeó Gabe haciéndose cargo de la situación mientras rodeaba con sus brazos la cintura del más alto y le hacía ojitos -Pero estoy trabajando activamente para convencerlo de lo contrario, no te preocupes.


-Los shippeo. Cien por ciento. -Sentenció ella, solemne, y los otros dos rieron.


-¿Qué shippeas? -La voz de Dean se oyó en el pasillo, y Charlie dio un pequeño salto en el lugar, observando alarmada a la pareja frente a ella antes de voltear hacia el otro, quien se acercaba a paso firme.


Sam pudo sentir instintivamente cómo el arcángel aferrado a él comenzaba a desaparecer en el aire en una milésima de segundo, y lo rodeó por los hombros para retenerlo.


-No lo hagas. -Pensó con firmeza. Gabe lo miró de reojo, intranquilo, y en el momento que el joven volteó hacia él con una sonrisa reconfortante, el mayor de los Winchester entró en la cocina, junto a Charlie.


Dean observó la escena que se desarrollaba frente a sus ojos con absoluta incredulidad. Charlie boqueaba como un pez fuera del agua mientras Gabriel se colgaba de su hermano con la misma expresión en el rostro que un niño que fuese pescado robando caramelos. Sam, por su parte, estaba observando al arcángel con la adoración de alguien que no vio un pastelillo en meses y acaba de entrar a una pastelería. Era absurdo.


-¿Qué demonios es esto? -El cazador espetó, confundido, pero de inmediato la expresión culposa en el rostro del arcángel creyó explicárselo todo, y su propio gesto se desfiguró -¿¡Qué le hiciste a mi hermano, hijo de perra?!


-Nada que él no quisiera... -Repuso Gabe con sorna, soltándose de Sam.


Dean gruñó al tiempo que se abalanzaba sobre él y lo estampó sin preámbulos contra la pared más cercana, dispuesto a molerlo a golpes.


-¡Dean, no! -El grito de Sam llegó a sus oídos, pero continuó aún así aplastando el cuello del arcángel con uno de sus antebrazos para inmovilizarlo.


-Escúchame, imbécil. -El mayor murmuró a centímetros de Gabe, con un brillo asesino en los ojos- Si lanzaste un hechizo sobre mi hermano, juro que...


-L--Lo único que lo tiene hechizado e--es mi encanto natural... -Murmuró Gabe con la voz quebrada por la presión sobre su tráquea pero sin inmutarse por la amenaza. Dean lo fulminó con la mirada.


-Si piensas que dejaré qu--


-Dean, NO. -Sam tomó a su hermano por los hombros y lo empujó lejos del arcángel con firmeza, posicionándose entre ambos para mantenerlos separados.


-Sammy, no me hagas patearte el trasero también. -Dean gruñó entre dientes -Éste hijo de perra usó sus poderes en ti, y...


-¡No le hizo nada! -Charlie intercedió, exasperada, y el mayor de los hermanos la observó disgustado.


-¿Tú también estás bajo su efecto?


-No, Dean, ni ella ni yo estamos hechizados. -Sam se explicó rápidamente. -Gabe no hizo nada. Esto es real.


-¿¡De qué rayos estás hablando?! ¡Tenías al maldito Trickster colgado de ti como un jodido koala y no parecía molestarte! ¿Eso es real?


-Lo es, Dean. -Su hermano corroboró con seriedad pero suavemente. Sabía que el otro se sorprendería pero no creyó que tanto, ni de tan mala manera, por lo que de momento sólo necesitaba que se calmasen los ánimos. El mayor de los Winchester lo miró con incredulidad.


-¿Qué? -Le dijo sin dar crédito a sus oídos aún - ¿Te estás tirando al Trickster? ¡Pero es un tipo!


-¡Oh, con mucho tacto, Dean! -Charlie murmuró mientras ponía los ojos en blanco. Antes de que él o Sam pudiesen acotar algo al respecto, sin embargo, el arcángel intercedió.


-Bueno, al parecer corre en la familia, ¿no, Dean-o? -Le dijo con tono burlón.


-Gabe, por favor... -Sam lo reprendió en un leve murmullo. El mayor de los hermanos sin embargo ya había recuperado su gesto furioso, y estaba apretando los puños para contenerse de golpearlo una vez más.


-Maldita sea, ¡ERA UN DEMONIO! -Gritó exasperado. -¿Acaso van a recordármelo el resto de mi vida?


-Escucha, Dean, no es necesario que peleemos... -Comenzó Sam, conciliador, pero el rebelde arcángel lo interrumpió una vez más, incapaz de contenerse.


-Oh, ¿así que la semana pasada eras un demonio también? -Le dijo al cazador, quien lo observó pasmado.


-¿De qué hablas, Gabe...? -Sam inquirió, intentando mantener la paciencia, pero el Trickster no lo estaba oyendo.


-¿Estuvo divertido despeinarle las plumas a mi hermanito? -Dijo hacia el mayor cruzándose de brazos. El aludido palideció. 


-N--No sé de qué--


-Muy hipócrita de tu parte juzgar a tu hermano por acostarse conmigo un par de veces cuando tú y Castiel han estado sacándose chispas durante semanas en secreto. 


-Aguarda, ¿qué? -Sam volteó hacia el arcángel, cuyo gesto permanecía inmutable, y luego hacia su hermano mayor, quien ahora estaba apretando los labios en un gesto obstinado. -¿Dean?


-No tengo por qué explicar--Se atajó éste, irritado, pero su hermano menor estalló de pronto:


-¿¡Cas y tú están juntos y no pensabas decirme nada al respecto?! -Exclamó indignado- ¡Soy tu hermano


-No estamos juntos, y no tengo por qué diablos decirte lo que hago con mi vida privada, ¿de acuerdo? Me largo de aquí.


-¡No puedes simplemente escaparte, Dean! -Sam ladró. 


-Obsérvame. -Repuso su hermano, despectivo, mientras abandonaba la cocina sin mirar atrás.


Sam permaneció algunos segundos atornillado en el lugar, sintiendo como su sangre bullía, y observando impotente el espacio donde un momento antes había estado su hermano. Luego apretó sus labios hasta formar una delgada línea con ellos y volteó hacia Gabriel, con el mismo brillo salvaje en los ojos que el otro Winchester había exhibido con anterioridad.


-¿Tú... lo sabías? -Le dijo en un murmullo gélido. El arcángel se encogió de hombros.


-Los vi. -Sentenció con sencillez. El joven inhaló aire con dificultad, furioso.


-¿Y no me lo pensabas decir?


-Qué feo, Gabriel... -Murmuró Charlie, reprobatoria, antes de deslizarse ella también lejos de la cocina para darles algo de intimidad. El aludido alzó el mentón, altivo.


-Primero, no era mi obligación ventilar la vida privada de nuestros hermanos... -Dijo con calma.


-¡Pero usaste eso a tu favor para llegar hasta mí! -Sam replicó.


-Y segundo... -El arcángel continuó, ignorando su reproche -Me gustabas demasiado para desaprovechar la oportunidad. 


-¡Eso no te excusa, Gabriel! ¿Todo este tiempo devanándome los sesos para poder unirlos y tú sólo te reías de mi preocupación? ¿Eres capaz de algo tan bajo sólo para tener sexo conmigo?


-Escucha, Sam, yo...


-No, no tengo tiempo para esto. -Lo interrumpió, furioso- Iré a hablar con mi hermano, después de todo quizá él haya tenido mejores motivos que tú para mentirme. 


-Esperaré a que termines, entonces, y luego hablaremos.


-No. -Sam sentenció -No tengo nada que hablar contigo. Vete del bunker, Gabriel.


Y tras lanzarle una última mirada dolida se fue tras su hermano.


° ° °


Dean cerró con más fuerza que la necesaria el capó de su Impala y caminó hasta la puerta del conductor. Su mente era un torbellino de emociones: Enojo, frustración, vergüenza... Pero lo peor para él no era que hubiesen expuesto de una forma tan brusca su relación con Cas, sino no haber podido pedir la asistencia que originalmente deseaba para poder llamarlo. Sí, Sam estaría furioso durante algún tiempo, pero eso se solucionaría. En cambio el ángel...


-Oye, Dean. -El menor de los Winchester apareció en el garage, ceñudo, y él suspiró.


-Sam, si vienes a discutir sobre por qué no te dije que--


-Sé por qué no lo hiciste. -Lo interrumpió su hermano, serio.


-¿Ah, sí? -Dean contestó, desafiante. El menor lanzó un largo suspiro y se acercó hasta quedar a pocos metros del otro. El enojo que lucía segundos atrás parecía haberse esfumado en gran medida.


-Sé que Cas te importa. Lo sé hace años, Dean, quizá antes de que tú mismo lo descubrieras. -Le dijo con calma -Y entiendo lo difícil que es sentir algo así por una persona. La incertidumbre, la necesidad, el temor a la sola idea de no tenerlo contigo algún día...


-¿Todo eso sientes por el Trickster? -El mayor inquirió de golpe, pasmado, y Sam no pudo evitar reír.


-No. Gabriel y yo... es muy reciente, Dean. Ni siquiera sé bien por qué lo hice... -El rostro de su hermano se ensombreció de pronto, y el menor se apuró a agregar: -No, no me hechizó. Simplemente supo acercarse a mí cuando yo estaba con la guardia baja, y...


-Ew, viejo, ¡menos detalles!


-¿Q--Qué...? Dios, Dean, ¡no me refería a mis pantalones! ¡Era metafórico!


-Bien, porque no es una imagen mental que necesite conservar. -Dean fingió un escalofrío y Sam se distrajo pensando en la noche en que su hermano había entrado a su cuarto cuando él y Gabe estaban algo... ocupados. Había tenido suerte de no haber llegado diez minutos más tarde, se dijo conteniendo una sonrisa al recordarlo. 


-Escucha. -Decidió volver al tema principal, y sincerarse él también. -Hace algún tiempo hablé con Cas, y él me dijo que tú lo confundías. A partir de ese momento yo intenté...


-¿Confundirlo? ¿Por qué lo haría? -Dean lo interrumpió. Parecía genuinamente intrigado.


-Se refería a sus sentimientos por ti. El punto es que...


-¿Qué quiere decir eso? ¿Qué sentimientos? -Dean insistió.


Sam se contuvo de seguir hablando al ver la expresión confundida en el rostro de su hermano. Sabía que era algo duro en lo que a emociones respectaba, pero ¿podía ser tan terco?


-Viejo- Le dijo- ¿"Qué sentimientos"? ¿De veras? Cas está enamorado de ti. ¿Qué clase de relación tienen que no eres consciente de ello?


Dean frunció el ceño, extrañado, y luego bufó.


-No tenemos una relación, Sam. Y mucho menos hablamos de lo que... sentimos. -Su rostro se contorsionó al decirlo, como si la palabra en si le diese asco, y Sam lo fulminó.


-Por dios, Dean, que odies hablar de tus emociones no quiere decir que no las tengas.


-Como sea. No necesito analizarlas. Cas y yo estamos bien así, muchas gracias.


-¿De veras? ¿Por eso es que lo estabas buscando la otra noche y él no te respondía? Normalmente viene a ti en un abrir y cerrar de ojos, Dean.


-Quizá estaba ocupado... -El mayor sugirió poco convincentemente. No quería admitirle a su hermano que Cas se había enojado con él y él no había sabido llevar la situación.


-O quizá estaba disgustado por todas las anécdotas que Crowley comenzó a contarle sobre tu pasado, y de seguro tú te comportaste como un idiota insensible con él y sólo lo hiciste enfadar más.


-¡Cas es el idiota! Enojándose por mi historial como si lo hubiese engañado... ¡Yo ni siquiera sabía que él tenía algún interés en mi!


-No lo sabías porque sí eres un idiota insensible. Y negador. - Pensó Sam, pero se obligó a ser más comprensivo que eso. -¿Y tú crees que hubieses reaccionado bien si él te hubiese dicho antes lo que sentía? Vamos Dean. Ustedes están locos el uno por el otro, eso es obvio, el único que aún se empeña en negarlo eres tú. 


Dean le lanzó una mirada hosca, y Sam arqueó una ceja en respuesta, escéptico. Aunque lo exasperaba la tozudez de su hermano mayor, al mismo tiempo estaba feliz de por fin poder opinar sobre sus sentimientos hacia Cas abiertamente. Había pasado años lidiando con la poco sutil tensión sexual entre ambos, y lo aliviaba saber que al menos eso ya estaba resuelto. Sólo restaba que su cobarde hermano dejase de ocultar sus sentimientos detrás de su pene, y todo sería perfecto.


Estaba por agregar algo más ante el empecinado silencio del mayor cuando un batir de alas resonó en el garage, y Cas apareció a varios metros de ellos, de espaldas. Tambaleándose.


Le tomó un segundo a Sam notar que algo no andaba bien, pero Dean fue más rápido que eso. Para cuando las rodillas del ángel se aflojaron el mayor ya había llegado a su lado, sujetándolo entre sus brazos para que no cayera.


-Diablos Cas, ¿qué te ocurrió? -Exclamó, alarmado. Sam llegó junto a ellos un segundo después, y sus ojos se abrieron de par en par ante lo que vio.


Cas colgaba inconsciente del hombro de Dean, pálido y cubierto de cortes sangrantes. 


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