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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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(Wiii~! Actualización! ¿Quién morirá? :v )

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-¿Dean? -Sam caminaba a buen paso por el pasillo de las habitaciones, buscando a su hermano. Había terminado de reforzar los sellos del bunker, y tras contarle lo ocurrido había pedido a Charlie que estuviese al tanto de cualquier alerta de ataque en la sala de control, a lo que ella había accedido sin dudar.

Al no saber qué o quién había atacado exactamente a Cas, no estaban seguros de qué esperar, pero la advertencia de Gabriel había dejado bastante intranquilo al joven cazador. Si tan solo tuviesen algo más de información...

Encontró a su hermano en su habitación, sentado en el borde de la cama donde Cas reposaba cada vez más pálido y débil. Al parecer estaban hablando.

-Oigan... -Les dijo entrando con cierta timidez. Ahora que sabía que su hermano y su amigo tenían una relación, no le resultaba tan cómodo tener que interrumpirlos.

Dean volteó de inmediato en la cama, y Sam pudo ver que su mano y la de Cas estaban entrelazadas. Tuvo que contenerse de sonreír enternecido.

-Sam, justo a tiempo. -Le dijo su hermano. -¿Los sellos?

-Ya están. Agregué cuantos pude y dejé a Charlie en el puesto de control para que vigile.

-Genial. Escucha Sammy, Cas está mal. No creo que aguante mucho más sin su gracia. -Sentenció con tanta calma que Sam tuvo que sacudir su cabeza para asegurarse de haber oído bien.

-¿Q--Qué? -Balbuceó, incrédulo- Pero Gabriel dijo...

-Gabriel hizo bastante, pero Cas necesita sus poderes de vuelta cuanto antes aún así.

-D--De acuerdo, Dean, yo... si quieres puedo revisar los libros en busca de algún hechizo, o...

-No, no es necesario, Sam. Escúchame.

Le explicó en pocas palabras su idea, y los ojos de su hermano se abrieron como platos a medida que fue hablando. Al terminar, el menor tuvo que buscar las palabras para responder.

-No lo sé, Dean, eso es muy peligroso. Quizá haya otra forma...--

-Sammy, no estoy pidiéndote permiso, estoy avisándote en caso de que lo peor llegase a ocurrir.

-D--Dean -Cas lo interrumpió, tirando de su mano para que le prestase atención. -S--Sam tiene razón...

-No, Cas. Ya te lo dije. No tenemos tiempo que perder. Déjame ayudarte.

El ángel suspiró con una mueca de dolor, y Sam lo observó apenado. No dudaba de que realmente se encontrase en pésimas condiciones, como tampoco lo sorprendía el sacrificio que Dean estaba dispuesto a hacer por él, pero Bobby les había contado lo difícil que había sido aquel procedimiento, y en ese entonces el ángel se encontraba en mejor estado que ahora... ¿Qué chances tenían de que la operación saliese con éxito esta vez?

-Supongo que sólo hay una forma de saberlo... -Pensó el joven, resignado. Luego se acercó a su hermano y le palmeó el hombro con una mueca compasiva -Buena suerte, viejo. -Le dijo, rogando en su interior que todo saliese bien. Dean asintió.

-Gracias. Será mejor que esperes afuera hasta que esté hecho.

-Claro.

El menor dio la media vuelta y abandonó la pieza, cerrando la puerta tras él. Su estómago estaba hecho un nudo por los nervios, pero se obligó a si mismo a creer que todo estaría bien, y que Cas y Dean por fin podrían disfrutar su amor luego de que aquella pesadilla hubiese pasado.

-De acuerdo, Cas, dime qué tengo que hacer. -Dean dijo una vez que la puerta se hubo cerrado. El ángel tomó aire con dificultad antes de explicarse.

-A--Ayúdame a incorp--porarme... -Le dijo intentando en vano hacer fuerza para levantarse. Jamás se había sentido así de incapacitado, ni siquiera en su época como humano. Era desesperante.

-Déjame a mi -Dean repuso con firmeza al ver el esfuerzo del otro. Lo rodeó con cuidado entre sus brazos y de un leve tirón lo hizo sentarse.

Cas lanzó un agudo quejido al sentir como su heridas se tensaban por el cambio de posición, y se aferró al cazador con ahínco hasta que el dolor mitigó un poco.

-Tranquilo... -Dean le susurró al oído, intentando transmitirle algo de calma- Enseguida te sentirás mejor.

-¿E--Estás seguro que...? -El ángel comenzó, apesadumbrado, pero el joven lo interrumpió.

-Basta. No lo repetiré de nuevo, Cas. Tengo la posibilidad de sanarte, no la desperdiciaré sólo porque "es peligrosa". ¿Qué sigue ahora?

-Debes... q--quedarte quieto.

-De acuerdo.

Cas miró a Dean a los ojos, y deseó con fuerza no tener que hacer lo que haría a continuación; no tener que ocasionarle dolor a la persona más importante para él... Pero, muy en el fondo, sabía que era su única chance de sobrevivir. Podía sentirlo.

Aferrándose al hombro del joven, quien aún lo estaba rodeando por la cintura para darle mayor estabilidad, el ángel extendió su mano libre con dificultad y la llevó al estómago del otro. Sin embargo sus fuerzas flaquearon y pronto la dejó caer, incapaz de sostenerse. Dean lo tomó entonces por el antebrazo y lo direccionó debidamente, para que tuviese que hacer el menor esfuerzo posible.

Se miraron un momento, sus rostros a centímetros de distancia, y Cas susurró:

-G--Gracias, Dean.

-Agradéceme cuando te hayas sanado del todo.

-T--Te lo agradeceré... s--siempre.

Un brillo dorado emanó del puño del ángel, débil en principio pero ganando fuerza con el correr de los segundos, y de pronto la mano de Castiel se hundió entre sus costillas, arrancándole a Dean un gemido de dolor que se obligó a disimular.

Pero el ángel lo sabía. Sabía cuán doloroso era para el joven lo que le estaba haciendo, y de sentirse un poco mejor se habría detenido de inmediato. Pero no podía dudar. Ya no.

Cerrando los ojos para concentrarse, Cas continuó avanzando con su mano hacia el interior de Dean, más allá de los límites de lo físico, ingresando en su mismísima esencia en busca de salvación mientras sus fuertes brazos lo sostenían, de alguna forma guiándolo en su camino.

Cuando por fin encontró la incandescente fuente de energía, tan conocida para él pues había sido lo primero que había visto de Dean al bajar al infierno a rescatarlo, el ángel inspiró profundo, ignorando como pudo su propio dolor físico e intentando estabilizar su pulso antes de dar el paso final.

Dean por su parte tenía el rostro contraído del dolor, y cada fibra de su cuerpo estaba aullando en ese momento, rogándole que se alejase del ángel que estaba invadiendo su núcleo energético. Pero auque el sufrimiento estuviese haciéndose casi insoportable, no lo hizo. Cas lo necesitaba y él estaba dispuesto a lo que fuese con tal de ayudarlo. No lo abandonaría.

El ángel estiró sus dedos con cuidado y rozó apenas el alma de Dean, la cual se sentía cálida y llena de vida. Necesitaba posar su palma en ella muy gentilmente, procurando no dañarla... Sólo un poco más...

Cuando por fin logró aferrarla, Dean aspiró con fuerza y se sostuvo de Cas, sintiendo abrumado como el intenso dolor de momentos atrás daba paso a una sensación conocida, y poderosa. Los ojos del ángel se abrieron de pronto, brillando azules, y se posaron en el cazador, quien estaba respirando superficialmente, demasiado sorprendido por la sensación para emitir sonido.

-Dean... -Murmuró el ángel, mientras todo su cuerpo comenzaba a brillar enceguecedor. El joven observó las heridas de Cas resplandecer y cerrarse, y sonrió. Estaba dando resultado... una vez más.

Complacido, se inclinó hacia delante y depositó un suave beso en los labios del ángel, cuyo cuerpo vibraba, recargado de energía. Éste lo correspondió enseguida, sintiendo como la fuerza con que Dean lo había sostenido hasta ese momento ya no le era necesaria, pues ahora palpitaba en su interior. Su gracia brillaba imponente, tan luminosa como el alma que la había sanado, envolviéndolos a ambos en una esfera de calidez y seguridad que los llenó de recuerdos...

Años atrás, cuando Castiel había aferrado el alma de Dean en el infierno, el joven cazador había experimentado tal alivio, tanta paz al percibir una energía tan pura en un lugar tan corrompido, que en lugar de experimentar dolor había sentido una inmensa dicha. El ángel jamás había oído de algo así, normalmente los humanos sufrían cuando sus almas eran manipuladas, pero Dean no. Dean había depositado toda su confianza en él de inmediato, permitiendo que Cas lo envolviese entre sus brazos y usase su energía para recobrar fuerzas mientras se abría paso con ferocidad entre las hordas de demonios que intentaban detenerlos...

Cuando por fin hubieron traspasado los límites del infierno envueltos en las inmensas alas negras del ángel, Dean le había sonreído y lo había besado en agradecimiento mientras el exhausto ángel sanaba sus muchas heridas de batalla tomando poder del alma del joven, igual que en el presente. Inmediatamente después, el cazador había regresado a su recipiente mortal, olvidando por completo el escape, y a su alado salvador.

Dean se separó de los labios de Cas al mismo tiempo que éste soltaba con cuidado su alma. Los ojos del ángel brillaban con un leve destello azul aún, señal de que su gracia estaba totalmente recuperada, y al verlos el cazador sonrió, agotado.

-Ya estás bien... -Le dijo en un murmullo, echando una ojeada al torso desnudo del ángel para asegurarse de que todas sus heridas hubiesen desaparecido. Éste asintió.

-Ya estoy bien. Gracias a ti.

-No recordaba que... entonces... Yo no lo sabía. -Dean admitió algo apenado, y Cas ladeó la cabeza, confundido.

-¿De qué hablas, Dean?

-No recordaba el escape del infierno, ni que ya habías tocado mi alma antes, ni...

Lo miró a los ojos, a sólo centímetros de distancia el uno del otro, y Cas sonrió.

-Es normal que así fuese. La mayor parte de los humanos no recuerdan sus experiencias en el velo, Dean. Y ese breve lapso en que habías salido del infierno, pero aún no habías ingresado a tu cuerpo... es exactamente allí donde estuviste.

-Pero tú sí recordabas todo eso...

-Jamás podría olvidarlo. -El ángel dijo acariciando la mejilla del mortal con el dorso de su mano. Dean suspiró aliviado al percibir que su piel había recuperado su calidez, y aunque una parte de él instintivamente reaccionase mal a las muestras de afecto, esta vez el joven decidió ignorarla y disfrutar del tierno contacto.

-Fue un poco atrevido de mi parte besarte así cuando ni siquiera te conocía... -Rió en voz baja, provocándole un agradable escalofrío a Cas con su grave tono de voz.

-Fue una grata sorpresa. -El ángel admitió- Nunca nadie me había agradecido así.

-¿Así que te gustó que lo hiciese...? -Dean preguntó achicando la escasa distancia entre ambos hasta que sus labios quedaron a centímetros de distancia, y sus alientos comenzaron a mezclarse.

-Mentiría si dijera que no pasé los siguientes años esperando que algún día lo repitieses. -Cas admitió. Los labios de Dean se curvaron en una sonrisa justo antes de cubrir los del ángel una vez más, expresando en ese beso el inmenso alivio que sentía de poder tenerlo aún entre sus brazos.

° ° °

-¿Sam? ¿Qué estás haciendo allí? -Mary salió de su cuarto y se sorprendió al encontrar a su hijo menor aguardando en el corredor, mientras se mordisqueaba las uñas en un gesto ansioso. -¿Estás bien?

El joven abrió grandes sus ojos y llegó hasta ella en dos zancadas. Su rostro traslucía una enorme culpa.

-Oh dios, por un momento olvidé que estabas aquí... -Le dijo a modo de disculpa. Ella frunció el ceño.

-¿Qué ocurre?

El muchacho le explicó brevemente todo lo ocurrido, desde la llegada de Cas a como Gabriel lo había curado a medias. Cuando llegó a la parte de Dean ofreciendo su alma para sanar al ángel, la mujer palideció.

-¿Dean hizo eso? -Dijo con un hilo de voz. Sabía que su hijo amaba a aquel ángel, pero aquello... Mary no podía sino admirar semejante lealtad. -¿Cómo sabemos si ya terminó?

-N--No lo sé, no quise interrumpir.

-¡¿Hace cuánto estás aquí esperando?! -La mujer inquirió alarmada.

-Sólo unos minutos, en verdad. Pero que yo sepa no es un procedimiento que lleve demasiado...--

-Voy a entrar. -Sentenció la mujer, rodeando al joven y acercándose a la puerta.

-¡Mamá! -Sam susurró, alarmado- Dales un poco de privacidad, quizá estén despidiéndose o algo... no oí a Dean gritar o quejarse aún.

La mujer lo miró horrorizada, y él se encogió de hombros.

-B--Bueno, que toquen tu alma duele... -Se explicó como si fuese una obviedad. Ella suspiró con los ojos muy grandes, y volvió a mirar en dirección a la puerta.

-De acuerdo. Pero si en dos minutos no tuvimos noticias, entraré.

-Está bien... -Convino el muchacho.

No había pasado un minuto aún, cuando la mujer bufó y se acercó a la puerta. Antes de que Sam pudiese detenerla, ella había accionado el picaporte con cuidado.

-¡Mamá...! -El susurro del joven murió en sus labios cuando ambos tuvieron un vistazo de lo que ocurría entre aquellas cuatro paredes.

Dean, aún sentado en el borde de la cama, tenía el rostro enterrado en la curva del cuello de un lozano Cas, quien lo sostenía entre sus brazos con cariño. El joven estaba profundamente dormido.

Al verlos entrar, el ángel levantó la vista y les dedicó una sonrisa calmada. Luego susurró algo en el oído de Dean, y con cuidado lo recostó en la cama para que siguiese descansando.

-Lamento no haberles avisado antes -Se disculpó Cas en un susurro, acercándose a ellos. -Dean estaba demasiado cansado, y se quedó dormido poco después del procedimiento.

-¿Y tú estás bien, amigo? -Sam le dijo poniéndole una mano en el hombro. El ángel asintió con una sonrisa.

-Estoy en deuda con Dean. No creo que hubiese sobrevivido sin su ayuda. -Contestó con su clásica solemnidad.

-¿Y Dean...? -Mary inquirió, observando a su hijo en la cama. Cas volteó y lo observó también, su sonrisa volviéndose infinitamente más tierna al hacerlo.

-Él está bien. Es el humano más fuerte que conozco... Y el más generoso. Sólo está cansado por haberme prestado tanta energía. -Explicó en un murmullo cálido.

Y era verdad. El cazador había comenzado besando al ángel con su característica pasión, pero pronto su ímpetu había menguado, y él había reído resignado, disculpándose con Cas por no poder mantener el ritmo.

"-Estoy demasiado hecho papilla en este momento, me temo..." -Había dicho con genuino pesar, haciendo reír al ángel.

"-Ya tendremos tiempo para eso", él le había contestado, y de inmediato el joven había caído rendido sobre su hombro...

-Bueno -Mary dijo con suavidad -Si todo está bien ya, sugiero que nos pongamos a trabajar en rastrear a tu atacante, Castiel...

El ángel volteó hacia ella, pero antes de que pudiese responder una cuarta voz conocida resonó tras ellos:

-No será necesario. Ya me encargué de eso.

Gabriel les sonrió con petulancia, sosteniendo en su mano la misma daga que había herido mortalmente a su hermano sólo horas atrás.

 


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