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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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Advertencia: Smut! (Wiiiii~! XD)


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Esa noche Charlie anunció que ya era hora de volver a encargarse de su reinado en Moondoor; Mary concretó una cacería con los Hombres de Letras Británicos para primera hora del día siguiente; Sam no apareció hasta la hora de la cena, despeinado y sonriente, y Cas se encargó de proveer a Dean de sus hamburguesas favoritas y la cerveza más helada que pudo encontrar, sin olvidar el pie de postre, como agradecimiento por lo que había hecho por él.


El cazador, sin embargo, tenía en mente un agradecimiento algo distinto para reclamarle, pero para ello necesitaría una buena noche de sueño primero, así que de momento sólo se dejó consentir por el ángel, con una sonrisa perezosa en el rostro.


Cuando Charlie le preguntó a Sam dónde había dejado a Gabe, éste dijo que se había marchado porque tenía cosas que resolver. El comentario que la chica murmuró mordaz sobre qué era lo que el arcángel tendría que resolver luego de haberse ausentado así con Sam hizo que el joven riese con fuerza y que su hermano mayor se atragantase con la comida, horrorizado.


-Dios, Charlie, ¡ahórrame esas imágenes mentales! -Exclamó entre toses, mientras Sam se servía una hamburguesa con una sonrisa autosuficiente y Cas negaba con la cabeza. La chica sólo se encogió de hombros con una sonrisa inocente, y Dean suspiró.


Mary apareció en la sala común entonces, habiendo terminado ya de cargar una muda de ropa limpia en su bolso aún empacado de la misión anterior. Al ver la escena que se estaba dando entre los jóvenes arqueó sus cejas y sonrió con ironía.


-¿Debo preguntar? -Dijo mientras se acercaba a la mesa lentamente. Charlie sonrió y negó con la cabeza.


-Lo mejor será que no, señora Winchester. -Le dijo- Sólo estaba molestando a Sam y Dean.


-Sí, y te agradecería que no volvieses a hacerlo -Éste último gruñó, mientras su hermano reía disimuladamente y su madre asentía.


-No preguntaré entonces. -Mary dijo- Sólo venía a desearles buenas noches.


-¿Ya te vas a dormir, mamá? -Inquirió Sam, extrañado -Apenas son las diez.


-Un auto pasará a recogerme al alba. -Explicó ella - La misión va a llevar varios días, así que los veré al regreso. Oh, y... ¿Castiel? -Agregó con suavidad. El ángel volteó de inmediato hacia ella.


-¿Sí, Mary?


-Gracias. -Le dijo con un asentimiento de la cabeza. Cas, que estaba de pie junto a la silla que ocupaba Dean, ladeó su cabeza confundido.


-N--No entiendo por qué me agradeces. -Murmuró extrañado.


-Bueno, solía decirle a Dean cuando era un bebé que un ángel lo estaba protegiendo... Todos estos años después me alegra saber que ese ángel eres tú.


Dean sintió que sus orejas se enrojecían con violencia, particularmente al ver las expresiones de ternura en los rostros de Charlie y Sam al oír eso. Cas, sin embargo, sólo asintió.


-Para mí es un honor. -Repuso, solemne. Un profundo calor subió entonces por el cuerpo del cazador hasta teñir todo su rostro de carmesí, obligándolo a bajar la vista al piso.


-Ya deja de sonrojarte Dean. -Le dijo la mujer de pronto, y el aludido la observó con los ojos como platos. -Por cierto, espero que ya le hayas dicho lo que sientes por él. No se merece que lo tengas esperando.


El joven hundió el rostro entre las manos y sintió deseos de que lo tragase la tierra, mientras Sam y Charlie aplaudían las palabras de Mary, y Cas sonreía con calma.


-Dean y yo hablamos y esclarecimos las cosas. -El ángel dijo poniéndole una mano en el hombro al abochornado cazador. -Pero me temo que lo incomoda decirlo.


-Lo importante es que tú lo sepas, aunque él sea un tonto negador. -Mary dijo, y Dean la fulminó. -Bien chicos, me retiro ahora sí. Buenas noches.


Y sin más desapareció por el corredor. Sam dejó escapar una risita, pero en cuanto su hermano lo observó furioso determinó guardarse su opinión. Sin embargo, él también estaba contento de que Cas y Dean hubiesen hablado. Ya era hora de que lo hicieran.


Terminaron la cena hablando de cosas intrascendentes, revisando algunos posibles casos a investigar y discutiendo tácticas de guerra para que Charlie recuperase su reinado. Finalmente, bastante entrada la noche, Cas observó a Dean bostezar por enésima vez y decidió cortar la charla.


-Dean, aún estás algo débil, creo que deberías ir a dormir. -Le dijo con suavidad. El joven se desperezó como un gato en su silla y asintió, soñoliento.


-Creo que tienes razón... -Dijo poniéndose de pie y caminando hasta el pasillo. Justo antes de llegar volteó, saludó a Sam y Charlie, y agregó para Cas -¿Vienes?


El ángel abrió grandes sus ojos y balbuceó un momento, confundido. Finalmente asintió en silencio y caminó hasta Dean, quien lo tomó de la mano y se lo llevó caminando despacio.


Cuando se hubieron perdido de vista, Sam se reclinó sobre el respaldo de su silla y sonrió satisfecho. Al otro lado de la mesa Charlie lo observó con un guiño de ojos cómplice.


-¿Misión cumplida? -Le dijo elevando su botella de cerveza. Sam dejó escapar una risa aliviada y alzó su bebida también, chocándola con la de ella con un sonoro 'cling!'.


-Misión cumplida.


° ° °


Cas terminó de contar las pecas en el rostro de Dean y sonrió algo azorado. Sabía que el joven no aprobaba que lo observase dormir, se lo había dicho infinidad de veces, pero era una oportunidad demasiado perfecta para no aprovecharla y, después de todo, el ángel no tenía nada mejor para hacer. Él no dormía.


Notó las largas pestañas del cazador, la curva de su nariz, sus labios suaves (ahora sabía bien que lo eran), y de pronto el rubor en sus mejillas aumentó. No estaba bien lo que estaba haciendo.


Con un suspiro resignado optó por girarse en la cama para darle la espalda. Una cosa era que el cazador lo hubiese invitado a su cuarto con él, y otra muy distinta era hacer abuso de su confianza para algo tan ocioso como observar detenidamente y con total impunidad cada línea en su apuesto rostro durante horas.


Eso no impedía, sin embargo, que el ángel pudiese regodearse en el sonido de la acompasada respiración del humano tras él, o en el suave ronroneo de sus ronquidos. No necesitaba ver a Dean para amarlo en cada uno de sus detalles, pensó para si mismo con orgullo mientras posaba la cabeza en la almohada.


Algún tiempo después, mientras continuaba perdido en sus pensamientos, una mano rodeó su cintura y el ángel no pudo evitar sobresaltarse, aunque cuando a aquella mano la siguió el peso del resto del cálido cuerpo del cazador sobre su espalda, su sobresalto se convirtió en dicha. Dean lo estaba abrazando dormido.


Enternecido, el ángel se apretujó contra su pecho y el cazador lo abrazó más fuerte, pero pronto la mano que lo rodeaba comenzó a moverse a lo largo de su torso, bajando hacia su vientre, y Cas se estremeció. ¿Realmente estaba dormido...?


La mano continuó bajando, rozando apenas su entrepierna y rodeando su cadera, la cual apretó de pronto, posesiva. Cas dejó escapar el aire al sentirlo, mientras la respiración de Dean acariciaba su oído.


-Buenos días, mi sol... -Murmuró con una sonrisa socarrona.


-A--Aún no ha amanecido, Dean... -Repuso Cas, mientras el cazador le mordisqueaba el lóbulo de su oreja, haciéndolo estremecer.


-Vaya, la falta de ventanas en este cuarto logra confundirme... Tendremos que hacer algo hasta que el día comience entonces, ¿no crees? -Ronroneó mientras hacía girar al ángel boca arriba y se inclinaba sobre él para besarle el cuello.


-Deberías descansar, Dean... -Cas replicó- Gastaste mucha energía...


-Revísame con tu gracia y dime si necesito seguir descansando... -El joven sugirió sin dejar de propinarle húmedos besos a lo largo del cuello y las clavículas. El ángel tuvo que hacer un esfuerzo por concentrarse.


Centró su atención en el cuerpo de Dean y como en otras ocasiones lo notó acalorado, con el corazón bombeando con fuerza y sus niveles hormonales disparados... Pero energéticamente estaba en condiciones óptimas.


-¿Y bien? -Lo instó el cazador mientras abría la camisa del ángel y le deslizaba las manos por el pecho desnudo, su boca aún dedicándole besos esporádicos por doquier. El aludido tuvo que contener un pequeño gemido antes de contestar.


-Creo que tu vigor está en efecto restablecido... -Cas afirmó mientras sentía una de las manos de Dean bajar con determinación hasta la cintura de su ropa interior, y continuar por debajo de ella. El cazador rió con suavidad.


-¿Mi vigor, Cas? -Inquirió, divertido.


-B--Bueno, sí... Ya sabes, tu fuerza vital, tu energí--aah!


Su explicación murió en forma de un gemido cuando el joven tomó su incipiente erección en su mano y empezó a acariciarla de arriba a abajo. Luego se reclinó sobre el ángel y, tras sonreír complacido al ver el inmenso placer en sus ojos, lo besó.


Fue un beso lento en principio, sus labios rozándose y atrapándose mutuamente, perezosos y poco coordinados, pero a medida que las caricias de Dean fueron aumentando en intensidad también lo fue haciendo el encuentro entre sus bocas, hasta que se fundieron en un profundo y ardiente beso que los dejó sin aliento.


-Necesito... -Cas gimió contra los labios del cazador momentos después.


-¿Sí, Cas...? -Éste repuso, sugerente.


-Necesito aprender a hacer lo que tú haces con las manos. -El ángel sentenció con un suspiro de placer, y el joven rió en voz baja.


-Eres bienvenido a practicar conmigo cuando quieras, pero por ahora... tengo algo más en mente.


Volvió a besarlo brevemente antes de incorporarse sobre sus rodillas en la cama para quitarles a ambos lo que les quedaba de ropa. Cas lo observaba con su ya clásica mezcla de curiosidad y lujuria, y Dean sintió a su tenso miembro pulsar dolorosamente bajo su mirada.


-No respondo de mí si continúas viéndome de esa manera, Cas... -Le advirtió mientras se deshacía de sus pantaloncillos y su camiseta. El ángel tragó saliva ante el pensamiento que cruzó su mente, y antes de siquiera pensarlo se incorporó de un envión y se arrodilló frente a frente con Dean, ambos desnudos de pies a cabeza.


-Mejor así -Le dijo con la voz convertida en un grave gruñido, y llevando sus manos hasta el pecho del joven lo empujó de espaldas en la cama y se echó sobre él.


-Woah, Cas, ¿qué se supone que...? -Dean comenzó, mitad sorprendido y mitad complacido, pero pronto el ángel cayó sobre él y su pregunta quedó contestada.


Cas comenzó a recorrer el cuerpo de Dean con sus labios, primero su cuello, luego su pecho, por último su plano abdomen. A cada paso el cazador sonreía, disfrutando la sensación, pero cuando el ángel aferró su pene y se lo introdujo sin preámbulos en la boca, la sonrisa se desvaneció de su rostro, para dar paso al una mueca de placer incontenible.


-¡Demonios, Cas! -El muchacho exclamó, extasiado, mientras sentía la ardiente lengua del ángel recorrerlo de la base a la punta para luego volver a engullirlo entero.


Dean tuvo que combatir su necesidad de cerrar los ojos y dejarse llevar, pues deseaba no perderse ningún movimiento de la boca de Cas sobre su miembro: Estaba seguro de que aquella increíble imagen adornaría sus sueños los siguientes días, como lo había hecho la última vez que el ángel le había brindado tales atenciones.


El ángel, sin embargo, no se lo estaba haciendo nada fácil. Continuaba devorándolo con aquella pecaminosa boca, yendo tan lejos como le era posible, tanto así que cuando su nariz cosquilleó contra el vientre de Dean, éste tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural por no venirse de inmediato en su garganta.


-¡Mierda, Cas! ¡Aguarda! -Gimió con la voz quebrada, tironeando del ángel para que dejase de torturarlo de esa manera. El aludido se separó de él, y el cazador suspiró.


-¿Está todo bien? -El ángel inquirió con inocencia, aunque sus ojos brillaban de todo menos castos. Dean rió.


-¿Sabes? Con esa boca tuya no hay realmente mucho más que necesites aprender... -Le dijo apreciativamente, y Cas frunció el ceño.


-Yo creo que aún tengo bastante por practicar. -Repuso con firmeza, y sin más pasó una pierna sobre Dean para sentarse a horcajadas sobre su cadera. -De hecho, me gustaría empezar ahora mismo.


-No podría estar más de acuerdo. -Dijo el cazador riendo una vez más. Amaba el entusiasmo de Cas en lo que a sexo refería.


El ángel humedeció sus dedos y comenzó entonces a prepararse a si mismo, bajo la asombrada e intensa mirada de Dean debajo de él. Cuando por fin se consideró listo para recibirlo en su interior, tomó el rígido miembro del joven y lo alineó con su entrada, dejándose caer despacio sobre el mismo y suspirando placenteramente al hacerlo.


Dean analizó cada detalle del ángel sobre él, fascinado. La forma en que su rostro se contraía de gusto, sus brazos tensos aferrándolo para sostenerse, su plano abdomen ondulándose al compás de sus caderas, su tieso miembro meciéndose en el aire... el hijo de perra era increíblemente sexy.


Lo dejó obrar durante varios minutos, deleitándose con la ardiente sensación de estar hundido profundamente en él después de tanto tiempo, oyendo sus quedos gemidos y dejando que lo montase a su ritmo. Le gustó particularmente la expresión abrumada en su rostro cuando, sin poder contenerse, Dean aferró la erección del ángel y comenzó a bombearla con una de sus manos, mientras con la otra lo sostenía firmemente por la cadera. A juzgar por el grave quejido que lanzó al sentirlo, Cas jamás había experimentado un placer semejante.


-Se siente bien, ¿cierto? -Dean le dijo tironeando del miembro del ángel con suficiente ímpetu para llevarlo hasta el límite pero no para permitirle ir más allá. El celestial asintió con las mejillas encendidas y la frente perlada de sudor, incapaz ya de pensar con claridad.


Ils chis darilapa! -Exclamó, abrumado, su voz quebrándose en un sollozo mientras clavaba sus uñas sobre el pecho de Dean.


El muchacho rió complacido, y de un envión se incorporó hasta sentarse. Cas se aferró a sus hombros y aprovechó su cercanía para besarlo con desesperación, mientras el joven lo tomaba por las piernas y se rodeaba las caderas con ellas, logrando así que el ángel lo abrazase con todas sus extremidades. Una vez que estuvieron enredados juntos, Dean lo aferró por las nalgas y comenzó a mecer a Cas lentamente, penetrándolo a un ritmo cadencioso y enloquecedor.


El ángel hundió su rostro en la curva del cuello del cazador, mientras repetía entre gemidos su extraña letanía. Dean se acercó a su oído sin dejar de moverse y le susurró:


-Sabes que no hablo enoquiano, Castiel...


-¡Eres genial! -El ángel gimió sin aliento.


-Así está mejor.


Inspirado por la exaltación del ángel y deseoso de un poco más de acción, el joven lo empujó de espaldas sobre la cama, se reacomodó entre sus piernas y volvió a penetrarlo de un envión, gimiendo al sentir cómo lo envolvía. Luego se inclinó sobre él y, apoyándose en la cama con sus antebrazos, comenzó a embestirlo profundamente, buscando su punto de placer mientras Cas lo rodeaba una vez más con brazos y piernas.


-¡Dean! -El ángel exclamó cuando por fin lo alcanzó, completamente extasiado.


-Ya casi, Cas, ya casi... -El cazador gimió en su oído, sintiendo como las paredes interiores del ángel se tensaban en torno a él, llevándolo al borde del éxtasis.


Se hundió en él por completo cinco, seis veces más, hasta que el placer se hizo insostenible, y con un gemido gutural se derramó en su interior. Cas lo siguió casi de inmediato, jadeando en su oído sinsentidos en enoquiano, mientras sus brazos y piernas lo aprisionaban con fuerza sobrehumana y lo pegaban más a él.


Cuando su dulce delirio se hubo calmado, el ángel buscó el rostro del cazador con sus manos y aferrándolo con ternura lo besó lentamente. Dean correspondió a su avance con gusto, saboreando cada recoveco de la boca de Cas sin prisa, mientras se recuperaba poco a poco de la cumbre de su orgasmo.


-Te extrañé, ángel. -Dean susurró contra los labios de Cas, rozando sus narices de forma juguetona.


-También yo, Dean. -Éste repuso con una amplia sonrisa.


°


El amanecer los encontró abrazados en la cama, con Cas apoyado sobre el pecho de Dean mientras éste lo rodeaba entre sus fuertes brazos. El ángel se entretenía oyendo los latidos del corazón del cazador, mientras este tarareaba su balada de rock preferida.


El ángel se sentía pleno. Jamás en sus muchos siglos de existencia había experimentado la vida como la estaba experimentando ahora, y nunca se había sentido así de unido a nadie. Dean era para él irremplazable, y perfecto.


Trazando antiguas runas de amor sobre la piel del humano, decidió dejar salir lo que su corazón estaba gritando a los cuatro vientos.


-Dean... -Susurró, temeroso. El joven dejó de tararear de inmediato.


-¿Hmm?


-Y--Yo... yo t--


-Shh... Sí, lo sé, Cas. -El cazador le dijo en un suave murmullo.


-Pero no dije nada -El ángel repuso, confundido.


-No, pero sé lo que ibas a decir.


-¿Cómo? -Castiel estaba verdaderamente desorientado. Dean rió y le acarició el cabello, comenzando a adormecerse.


-Porque yo también te amo. -Le dijo con sencillez. Cas sintió que su corazón se saltaba un latido.


-¿T--Tú me amas? -Dijo con un hilo de voz.


-¿Que, no es eso lo que me ibas a decir? -Dean le reprochó falsamente ofendido.


-Es exactamente lo que iba a decir.


-Eso creí... -Susurró el joven, complacido.


-¿Dean?


-¿Hmm?


-Te amo.


-Y yo a ti, Cas. -Repuso el joven con dulzura, tras lo cual se quedó dormido.


El ángel sonrió y lo abrazó más fuerte, con el corazón tan ligero que flotaba entre sus costillas.


Entonces, antes de poder entender lo que le ocurría, un enorme cansancio se apoderó de él, y aferrándose a su amado, se sumió en un profundo y feliz sueño.


° ° °


-¿Obrando de maneras misteriosas...? -Gabriel tomó asiento en una mullida nube junto a otro hombre, y le extendió los restos de la daga que había herido a Castiel. El aludido sonrió con la cabeza gacha, al parecer cohibido.


-Siempre tan perspicaz, Gabriel. -Repuso tomando el cuchillo e inspeccionándolo distraído.


-No hace falta demasiada perspicacia para deducir que tú le diste la daga a esos demonios para que atacasen a mi hermano. Eres el único ser que la tuvo en su poder desde su creación. -El arcángel soltó, mordaz.


-Bueno, quizá no sea un misterio visto así, pero tú eras el único ser que quedaba con vida en esta tierra que sabía de su existencia y paradero. ¡Las chances de que estuvieses rondando cerca para poder descubrirme eran ínfimas!


-Menos mal que así fue, ¿no crees? Cassie terminó bastante maltrecho luego de tu experimento...


El hombre se mesó los cabellos entrecanos y suspiró. Sus ojos celestes brillaban culposos.


-Las órdenes no eran matarlo, e incluso si hubiese habido un error lo habría solucionado, Gabriel, yo sólo... sólo quería...


-Lo sé. -Lo interrumpió- Querías darle un empujoncito a Dean. Bastante poco sutil, ¿no crees? -El arcángel clavó los ojos en su padre y arqueó una ceja, suspicaz.


-Sí, ya sé, ya sé... -Se lamentó éste, defensivo -No fue mi más brillante plan, ¡pero es que esos dos eran tan indecisos...! Pero es mi culpa, en verdad no debí dar a Dean esa gota extra de terquedad, ¡le costó demasiado admitir sus sentimientos...! Entonces algo tenía que hacer para que aceptase que Castiel le importaba...


-¡Y Michael decía que yo no me parecía a ti! ¡Eres un maldito trickster! -Rió Gabriel- ¿Sabes? Te perdonaré tu pequeña travesura sólo porque te esmeraste a la hora de hacer a Sam -Dictaminó sacudiendo sus pies más allá del borde de la nube, juguetón.


Chuck lo observó con una mueca divertida.


-Sí, siempre supe que sentías algo por él.


-¿Puedes culparme? -El arcángel repuso con una sonrisa inocente.


-No, supongo que no... di a mis hijos libre albedrío para verlos obrar como más deseasen. ¿Cómo podría saber que dos de ellos terminarían enamorados de los Winchester?


-¿Cómo podrías no saberlo? -Replicó el arcángel con una risita.


Dios lanzó una pequeña carcajada y miró hacia abajo, buscando a su pareja favorita.


-Lo cierto es que se ven muy a gusto juntos... -Reflexionó con una sonrisa.


-Cierto... -Gabriel convino- Pero que mi hermanito no pueda dormir es algo espeluznante, ¿no crees? ¡Tendrá que acosarlo todas las noches por el resto de su vida!


-Oh, tienes razón, no había pensado en eso. -Dios se palmeó la frente y chasqueó los dedos, y millas más abajo Cas se durmió -Listo. Ahora pueden descansar juntos.


-Ah, papi, eres todo un querubín... -Suspiró Gabriel, divertido. Su padre se encogió de hombros con una sonrisa orgullosa.


-Son, después de todo, mi pareja preferida.


FIN.


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