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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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Dean suspiró satisfecho, recostado en la cama del motel con una mano detrás de su nuca y la otra apoyada sobre su abdomen. A su lado, la agradable chica con la que había pasado el último rato (¿Jenny?, ¿Jessie?) esbozó una media sonrisa mientras se estiraba para alcanzar su uniforme de mesera. 

-Bueno Dean -Le dijo mirándolo entre sus pestañas - La pasé muy bien. ¡Gracias!

-Oh no, gracias a tí, bonita. -Los apodos siempre funcionaban cuando los nombres no estaban demasiado claros.

-¿Bonita? Bueno, como genérico he sido llamada peores cosas. -Ella rió sin humor y terminó de vestirse. Dean buscó lo que decir, algo incómodo.

-Era un halago -Sugirió sin demasiado convencimiento.

-¡Claro que sí! -La chica negó con la cabeza, aún sonriendo, y dando la vuelta a la cama se inclinó sobre él y dejó un suave beso en sus labios. -Tengo que volver a trabajar. Sólo espero que logres olvidar a quien sea que te haya hecho daño.

-Oh, nadie me ha lastimado, créeme -Dean se incorporó en la cama, petulante, y ella frunció los labios mientras se apoyaba contra el marco de la puerta que acababa de abrir.

-Mm-hmm. Lo que digas bombón. Sé reconocer el despecho cuando lo veo. ¡Adiós!

Y sin más se fue. Dean dejó escapar una risita irónica cuando la puerta se cerró, y de inmediato se puso de pie para buscar su propia ropa, que estaba repartida por el cuarto. ¿Despechado? Pff. Nada más lejos. 

Un vez vestido, se dijo a sí mismo que ya se sentía mejor y se fue a buscar su auto. Lo último que vio antes de emprender el retorno al bunker fue a la mesera guiñándole desde lejos uno de sus bonitos ojos azules, el rasgo de ella que más había atraído a Dean. 

 

° ° °

Dean estacionó a Baby en el garage y caminó sin prisa rumbo a la cocina. Se le antojaba una cerveza después de un día tan largo. Subió la escalera, paseó por los pasillos vacíos del bunker (¿Dónde diablos se habría metido Sam?), pero al pasar de largo la entrada de la biblioteca tuvo que retroceder y echar un segundo vistazo a su interior. "¿Qué demonios?"

Cas estaba sentado allí en penumbras, con la frente apoyada en uno de sus antebrazos sobre la enorme mesa. En la otra mano sostenía una cerveza intacta. Si no fuese porque era un ángel, Dean hubiera pensado que se había quedado dormido, pero eso era imposible.

Caminando con cautela, miró a su alrededor antes de pararse a su lado.

-¿Cas? -Le dijo. El ángel no se inmutó. -¡Cas! -Repitió con más ímpetu, al tiempo que le colocaba una mano sobre el hombro. 

-Dean... -El murmullo que le llegó como respuesta lo sorprendió, su voz sonaba extrañamente quebrada. 

-Oye viejo, ¿estás bien? -Dean quería sonar distendido pero por alguna razón verlo así lo inquietaba. 

-Supongo -El ángel por fin se incorporó en su silla, soltando la botella y pasándose las manos por la cara. Se veía demacrado.

-¿Estabas... durmiendo? 

-Sabes que no duermo, Dean. Estaba pensando.

-Oh. -Incómodo- ¿Sabes? Pensar suele hacerse más tolerable cuando te tomas lo que hay en la botella frente a tí. -Se estiró sobre la mesa y tras agarrar la cerveza se la ofreció a Cas. Al ver que éste no reaccionaba, Dean se encogió de hombros y le dio un trago él mismo. De inmediato se arrepintió.

-¡Ajh! Cas, ¿hace cuánto tienes esa botella ahí? ¡Está más caliente que una meada! 

-Sam me la ofreció hace algunas horas. Se olvida que no siento sed.

-Claro. Bueno, generalmente no le ofreces un trago a alguien porque tenga sed. Lo haces como una forma de... socializar. -Dean se apoyó contra la mesa a un lado del ángel y cruzándose de brazos con un suspiro decidió ir al grano -Vamos, ¿qué tienes? No te veía así desde... nunca.

-Me encuentro bien, Dean.

-Y una mierda. -El cazador se estaba exasperando. -¿Dónde está Sam? ¿Por qué te dejó así?

-Dijo que tenía algo que hacer. Se marchó hace unas horas. -Castiel permanecía encorvado en su silla, mirando a un punto fijo indefinido justo frente a él.

-¿Y qué hay de Gabriel? Ese idiota no te habrá hecho nada, ¿no? 

-Gabriel se marchó poco después que tú. -El ángel se puso de pie de pronto, aún mirando la mesa. El tono afilado con que se refirió a su hermano hizo que las sospechas de Dean creciesen el doble.

-¿Eso es todo?

Castiel levantó la vista por fin y la fijó en Dean. Éste tragó saliva al ver sus profundos ojos azules brillando con una desconocida intensidad. ¿Qué le estaba pasando? Su pecho subía y bajaba con fuerza bajo su gabardina, tenía el ceño levemente fruncido, los labios agrietados entreabiertos... Como si una fuerza superior se hubiese apoderado de él, Dean le sostuvo la mirada, sin siquiera parpadear. 

-Dean... -La profunda voz de Cas reverberó bajo su piel, poniéndole la piel de gallina. ¿Qué demonios?

-¿C--Cas? -Contuvo el aliento cuando la mirada del ángel por segunda vez en el día se posó en su boca, y sólo lo soltó cuando sus ojos volvieron a subir hacia los de él.

De pronto la cerradura de la puerta hizo un ruido metálico y Dean instintivamente dio un salto lejos de su amigo. Sam y Charlie se detuvieron al pie de la escalera de entrada, mirándolos con asombro tras encender las luces.

-Hey, ¡Charlie! ¿Charlie? -Dean balbuceó con una sonrisa torpe, y avanzó hacia la chica a tropezones. Se dijo a sí mismo que su corazón estaba bombeando como loco bajo sus costillas por la alegría de volver a verla. Nada más. 

-¡Hola Dean! -La pelirroja se vio a si misma apretujada entre los brazos del rubio, y tomó nota mental de inmediato del fuerte repicar del corazón contra su oreja, el subido tono de las mejillas del hombre, y sobre todo de la mirada decaída del ángel más allá junto a la mesa. Diablos, ¿qué acababan de interrumpir? 

-¿Qué haces aquí? -Dean la soltó con una sonrisa muy parecida a una mueca e hizo un gesto invitándola a pasar, sin atreverse a mirar a Sam por alguna razón. 

-Oh, estaba por la zona y llamé a Sam para preguntarle si podía pasar a verlos... ¡Hola Castiel! -Exclamó haciendo que el nombrado se sobresaltase apenas. Al verla, sin embargo, una amable sonrisa se dibujó en su antes apagado rostro. 

-Hola, Charlie -Le dijo abriendo un poco sus brazos como ofreciéndole él también un abrazo.

La chica se abalanzó sobre él y lo rodeó por el cuello con genuino cariño.

-¿Estás bien, Cas? -Le murmuró al oído para que sólo él pudiese oírla.

-S--sí, gracias por preguntar. 

-Hmm. -Charlie lo soltó y lo inspeccionó con los ojos entrecerrados por un momento. Luego sólo sonrió y giró hacia Sam. -¡Muéstrales lo que trajimos! 

Sam levantó los brazos. En uno traía una bolsa enorme llena de packs de cerveza y pie de manzana, y en el otro varias cajas de pizza. Dean abrió los ojos como platos.

-¿Eso es...?

Pie! -Exclamó la chica con una brillante sonrisa -Sé que te gusta así que traje porciones para varios días.

-Te amo, Charlie -Dean se precipitó sobre las bolsas como un niño en la mañana de navidad, y tras tomar lo que le interesaba voló hacia la cocina con una sonrisa de oreja a oreja -¡Pondré algunas cervezas en el congelador! ¡Ya vuelvo!

Sam dejó las pizzas sobre la mesa sin dejar de mirar a Cas, cuyas cejas habían formado un nudo en medio de su frente. Estaba por hablarle cuando Charlie se le adelantó, murmurando.

-Lo dijo por el pie. Lo sabes, ¿cierto? -Apoyó una mano sobre el hombro del ángel y él la miró algo desorientado. 

-No sé de qué...

-Claro que sabes. Descuida, Dean me resulta repulsivo. -Cas abrió los ojos muy grandes, casi como si esa afirmación lo insultase, y Sam rió acercándose a ambos.

-A Charlie no le gustan los hombres, Cas. 

-Oh. -El ángel la observó ladeando la cabeza con renovado interés, y ella le guiñó un ojo cómplice.

-Oye... -Sam volvió a hablar, mirando alrededor para asegurarse de que su hermano no estuviese cerca- ¿Qué pasó antes de que llegásemos? El ambiente parecía algo... tenso. ¿Tú y Dean se pelearon?

-No. -Las orejas de Castiel se volvieron tan fucsia como la remera de Charlie, y por un momento los dos más jóvenes contuvieron el aliento, expectantes. -Dean me preguntó qué me ocurría y yo... 

-Oh dios, ¡lo besaste! -El susurro casi histérico de la chica plantó una expresión confundida en el rostro del ángel. Sam tenía la boca abierta como un pez fuera del agua.

-No. Sólo iba a explicarle lo que me ocurre. 

-¡No! -Los otros exclamaron al unísono y Cas frunció aún más el ceño.

-Pero él preguntó...

-Oh dios, Cas, no -Sam rió, nervioso -No sé si sea buena idea que hagas las cosas tan... directas. No con Dean. 

-Déjanos a nosotros, ¿sí? -Charlie le dijo con una sonrisa -Prometo que te ayudaremos a vencer su constipación emocional. Sólo danos unos días.

El ángel jamás había oído ese término, y su mente se hizo un embrollo tratando de entender cómo las deposiciones de Dean podrían tener nada que ver con sus sentimientos. Aún así, decidió no argumentar. 

Pocos segundos después, el mayor de los Winchester apareció de nuevo en la biblioteca, trayendo consigo un abridor de botellas y algunas servilletas.

-¿Pizza? -Les preguntó yendo hacia las cajas apiladas, totalmente ajeno a la conspiración que se estaba gestando a su alrededor.

 


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