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Misión Destiel (Semi - Au) por Babaau

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La presencia de Charlie en el bunker sirvió para aliviar un poco el ambiente tenso que se había cernido sobre ellos. Especialmente para Dean, la compañía de la chica era una excelente excusa para no tener que pensar en Castiel en absoluto, ya que últimamente hacerlo sólo lo hacía sentir inquieto.

Sam, por otro lado, estaba feliz de tener apoyo táctico y moral, y Cas... Cas seguía algo cabizbajo, pero al menos ya no era tan difícil mantenerlo entretenido. La chica no le daba cuartel.

-¿Siempre usas esa gabardina, Cas? -Le dijo una tarde mientras armaba un castillo de naipes con la forma de Hogwarts y él la miraba atento. Dean estaba lavando a Baby luego de una particularmente sangrienta cacería que había tenido lugar más temprano, y Sam limpiaba su revólver favorito en la otra mesa. (Charlie le había prohibido acercarse a las naipes).

-Me gusta mi gabardina. -Repuso él. Sus respuestas cuasi monosilábicas no paraban de fascinarla y fastidiarla por partes iguales.

-¡Puedo notarlo! ¿Pero ni siquiera entre casa? ¡No hay nada más lindo que ponerse cómodo!

-Es cóm--

-A lo que voy, Cas -Lo interrumpió -Es que todo héroe se quita su capa de vez en cuando. Thor, Obi-Wan, Harry, Frodo, Sherlock... Ninguno de ellos usa su capa, túnica o tapado las veinticuatro horas del día. ¿Me sigues?

-Ha habido ocasiones en que no lo he usado.

-Hoy podría ser una de ellas, ¿no? -Charlie le sonrió con inocencia. El ángel miró a Sam en busca de ayuda, y éste rió.

-¡Ella es la experta! -Le dijo encogiéndose de hombros.

-Oh vamos, ¡como que tú jamás te arreglaste para impresionar a alguien! -Charlie puso los brazos en jarras y lo fulminó.

-Yo... en verdad no tengo mucho tiempo para esas cosas, Charlie. -Sam se excusó.

-Sí sí, "el negocio familiar". Lo sé. Pero Cas necesita deshacerse de ese abrigo aún así.

Estaba tan concentrada en convencer al ángel de mostrar un poco más de carne frente a su interés amoroso que alineó mal su torre de Ravenclaw, y buena parte del ala oeste de su castillo se derrumbó en un abrir y cerrar de ojos.

Ghay' cha'! -Charlie observó horrorizada como las cartas yacían desparramadas sobre la mesa y maldijo instintivamente en Klingon.

-¿Qué idioma es ese? -Castiel parecía en verdad intrigado.

-Klingon, es... -Miró de reojo a Sam, que le estaba negando con la cabeza con gesto resignado, y sonrió con determinación hacia el ángel -Será más fácil mostrarte que explicarte. Más tarde haremos una maratón de Star Trek tú y yo. Te gustará.

Cas asintió sin comprender de qué estaba hablando, pero al parecer la idea de aprender un idioma nuevo le resultaba interesante. Luego tomó con suma delicadeza una de las cartas caídas del castillo y la inspeccionó en silencio.

-¿Quieres ayudarme? ¡Así tendré alguien más a quien culpar si se me cae! -Charlie dijo tentativamente. Él asintió con un asomo de sonrisa y continuó rescatando cartas caídas. -Oh pero hay una condición...

Sam rió anticipadamente, adivinando qué se traía la pelirroja entre manos.

-Adiós gabardina. -Dijo ella -Y saco. Si llegas a golpear el castillo por culpa de tus muchas capas de ropa te las prenderé fuego.

-Charlie, tú traes muchas capas de ropa igual que él-Murmuró el cazador.

-Tú a lo tuyo, Groot. Yo tengo experiencia con esto. ¡Vamos Cas, será divertido!


° ° °

Dean fue directo del garage a las duchas. Con Baby ya en condiciones, le tocaba el turno a él de asearse. Se vistió canturreado su tema favorito de Led Zeppelin, secó su cabello con una toalla y ya listo pasó por la cocina a buscar una porción de pie antes de reunirse con el resto en la biblioteca.

La escena con que se encontró al llegar, sin embargo, casi hace que suelte su tenedor. Sam reía con ganas y tomaba fotos con su móvil, observando a Charlie colocar con máxima concentración las últimas naipes de su descomunal castillo, trepada a los hombros de Cas para llegar más alto. 

Cas por su parte la sostenía con firmeza por las piernas sin siquiera respirar, al parecer igual de enfocado que ella. Pero eso no era tan sorprendente como el hecho de que estaba muy poco vestido para ser él. Había echado a un lado su clásica gabardina, corbata y saco de vestir, y se había arremangado las mangas de su camisa hasta los codos. ¿Qué diablos estaba pasando allí?

-Ahora ésto es algo que no se ve todos los días... -Dean entró en la habitación con una ceja en alto y apoyó el hombro contra una de las columnas laterales. 

-¡SSSH! -Charlie lo chistó antes de volver a morderse el labio inferior, todo su pequeño cuerpo en tensión por el enorme esfuerzo de no cagarla en el último movimiento. -Ya casi... ya casi... 

Soltó las naipes en cámara lenta y aguardó. Un segundo, dos, tres... El castillo se sostuvo.

-¡SI! ¡Lo hicimos!-Su exclamación triunfal resonó por toda la habitación, y ella revolvió con alegría el cabello de Cas, quien sonrió con su habitual inocencia. 

En ese momento Dean se metió un bocado de pie en la boca, pero al masticar se mordió sin querer la lengua. Su quejido de dolor llamó la atención de los otros tres.

-¿Estás bien? -Sam no dejaba de sacar fotos de la hazaña de sus amigos.

-Seh. 

-¡Mira Dean! -Charlie exclamó aún trepada con comodidad sobre el ángel, mientras posaba con los brazos en alto para la foto- ¡Cas resultó tener un magnífico pulso para armar castillos! ¿No es genial? 

-Asombroso. -Dean vio como las mejillas de Castiel se encendían con los muchos halagos que la chica le estaba dedicando y puso los ojos en blanco. -¿Qué pasaría si bostezase junto al castillo? -Dijo de pronto, con malicia.

-Cas y yo te haríamos trizas. ¿Verdad Cas? 

-Yo no quiero hacer trizas a nadie -Repuso él, sincero. Charlie rió.

-Eres adorable. Bien, quédate quieto, ¡voy a bajar! - El ángel se puso en cuclillas como si ella no pesase más que una pluma y la chica bajó de un salto de sus hombros. Ya en el piso le sonrió y le dio un golpe amistoso en el brazo. -¡Eres genial Cas! ¡Gracias por tu ayuda! 

Luego se acercó a la mesa, cerró su puño, estiró el dedo índice y sacudiendo su mano en el aire como si fuese una varita exclamó:

-¡Reducto! -En un segundo el inmenso castillo se desplomó.

-Me robaste las palabras -Bromeó Dean en un murmullo, masticando otro bocado de pie.

Charlie rodeó la mesa y se acercó a Sam para ver las fotos que había tomado. Pronto ambos estuvieron enfrascados en una conversación sobre cuál mostraba mejor las verdaderas dimensiones del castillo. Dean aprovechó para acercarse en silencio a Cas, quien estaba observando pensativo la pila de cartas.

-Así que eres un gran constructor de castillos de naipes, ¿eh? ¿Quién lo hubiera dicho?

-El secreto está en mantener el pulso. Tengo la teoría de que esto es dificultoso para los humanos por la enorme expectativa que depositan en la tarea. No lo fue para mí.

-¿Por eso de que tú no sientes? -Dean frunció el ceño, recordando a duras penas la charla que Sam y su amigo habían tenido unos días atrás.

-Yo sí siento, Dean.

Se miraron por un momento, y el mayor creyó notar cierto reproche en la mirada del otro. Incómodo, carraspeó y cambió de tema.

-Oye se te ve cómodo así vestido. Más... relajado.

-Charlie insistió en que mis capas de ropa eran un estorbo. -Dean arqueó involuntariamente una ceja, pero pronto la hizo volver a su lugar.

-Al parecer tenía razón. -Le dijo señalando el lugar donde antes había estado el castillo -Impresionante hazaña.

-Gracias, Dean.

° ° °

Esa noche comieron pizza una vez más, pero esta vez preparada por la propia Charlie, con asistencia de su nuevo ayudante predilecto: Cas.

La chica le insistió argumentando que ya que se había despojado de tantas prendas de ropa, podía aprovechar a usar un poco más las manos el resto del día. El ángel no se resistió.

Pasaron una hora haciendo un completo desastre en la cocina, pero finalmente media docena de bollos de masa quedaron listos para ir al horno. Luego, pasaron otra hora intentando hacer funcionar el horno en si.

Dean y Sam se sentaron a un lado, divertidos ante sus frustrados intentos de lograr que saliera gas del antiguo artefacto. Cuando por fin lograron encenderlo los aplaudieron entre risas, mientras Charlie le enseñaba a su asistente a chocar los cinco.

El mayor de los Winchester se había asombrado de ver a Cas participar en tareas tan hogareñas como esas. Más de una vez había estado a punto de hacer algún comentario al respecto, pero por alguna razón había preferido callar. Las manos del ángel, sin embargo, habían llamado poderosamente su atención al trabajar.

Dean sabía de primera fuente lo increíblemente fuerte que era Castiel y lo duro que podían pegar sus puños, por eso lo había sorprendido la gentileza con que había estirado y abollado una y otra vez la masa sobre la mesa, siguiendo las indicaciones de Charlie.

Cuando por fin se sentaron a comer, decidió hacer un comentario al respecto.

-¿Así que primero experto en naipes y ahora cocinero? Charlie, ¿en qué estás convirtiendo a nuestro Cas?

-Yo sólo descubrí su potencial, el resto hay que agradecérselo a sus manos mágicas. -Charlie tomó una porción de pizza mientras asentía con solemnidad. 

Frente a ella, Sam ocultó una sonrisa tras un trago de cerveza. ¿"Manos mágicas"? La muchacha no daba una sola puntada sin hilo. Con disimulo miró a Dean en busca de alguna reacción hacia aquello: Estaba casi demasiado concentrado en destapar una botella. Cas, por otro lado, no parecía estar de acuerdo con esa definición.

-Mis manos no son mágicas. -Dijo mirándose las palmas, pensativo.

-Bueno, técnicamente lo son -Sam intervino sonriéndole -eres un ángel. 

-Pero no usé mi gracia para cocinar.

-Lo sabemos... A lo que Charlie se refiere es a que tienes habilidad con las manos. Es una expresión.

-¿Quién tiene habilidad con las manos? -Una voz distinta resonó junto a Sam, y todos voltearon alarmados. Gabriel les sonrió mientras tomaba una porción de pizza con total soltura.

-Largo de aquí -Dean le gruñó desde la cabecera de la mesa. 

-¿Están teniendo una fiesta sin mí? -El arcángel le contestó, haciendo desaparecer la cerveza frente al hombre y apareciéndola luego en su propia mano, para disgusto de Dean. -¡Eso es cruel!

-¿Y tú quién eres? -Charlie, que estaba sentada en diagonal a Gabriel, lo observó confundida. El arcángel miró a los otros tres con las cejas arqueadas y un gesto expectante.

-¿Y bien? ¿Tengo que presentarme yo solo?

-Charlie... -Sam suspiró y procedió a presentarlos -Éste es Gabriel. Es el hermano de Cas. Gabriel...

-Dime "Gabe" -Lo interrumpió éste con un guiño de ojos mientras tomaba asiento. Sam lo ignoró.

-Ella es Charlie. Es nuestra amiga. 

-¿Hermano de Cas? ¡Wow! -Charlie se inclinó con los codos sobre la mesa para observarlo con atención -¿Eres un ángel?

-Gabriel es un arcángel -El joven le explicó. Los ojos de la chica se abrieron como platos.

-¡Genial! -Exclamó.

-Gabriel es un idiota -Murmuró Dean desde su rincón, abriendo una nueva botella de cerveza.

-Dean-o... -El arcángel lo miró con reproche- Eso no es muy cortés de tu parte. 

-Chúpamela. 

-Mmm, dudo que combines con la pizza. ¡Pero gracias!

-Gabriel, ¿puedes comportarte más apropiadamente? -Cas habló por fin, y su hermano lo miró sorprendido.

-Sólo porque me lo pediste tan bonito. -Le sonrió -¡Oigan, esta pizza está buena! ¿Quién la hizo?

-Fue Cas -Charlie le explicó. No estaba muy segura de por qué sus amigos no soportaban al recién llegado, pero decidió que sería mejor aligerar el ambiente dado que él no parecía dispuesto a irse pronto. -¿Verdad que le salió muy bien?

-Vaya, sí, ¡nada mal, hermanito! 

-Aguarda... -La chica observó a ambos celestiales con el ceño fruncido. -¿Por qué comes?

-¿Porque tengo hambre?

-No, quiero decir... Cas no come. Ni bebe. ¿Por qué tú sí?

Ante esa pregunta, tanto Sam como Dean levantaron la mirada. Jamás se lo habían cuestionado. Gabriel los miró congelado en el aire a punto de dar un bocado. Cerró la boca, bajó la porción de pizza y volteó hacia su hermano.

-¿No comes? -Le dijo con extrañeza.

-No necesito hacerlo. Tú tampoco, para el caso. 

-Bueno, no, claro. Tampoco necesito tener sexo, pero eso no quita que lo haga. -Castiel lo miró con reproche, sus mejillas tomando color rápidamente, y Gabriel rió -¡Vamos hermano! ¿Para qué vives en el mundo mortal si no le sacas provecho? 

-Por más que quisiera -El ángel sonaba tan incómodo que parecía al borde de un colapso -igual no podría. La comida no sabe a... comida. 

Gabriel entrecerró los ojos, pensativo, y de pronto exclamó:

-¡Oooh! ¡Claro! -Golpeándose la frente, asintió mientras murmuraba -Las malditas moléculas, tú no tienes suficiente poder para ignorarlas... ¡Ten! Un regalo de cumpleaños atrasado. ¡Disfruta la vida, hermanito! -Y tras darle una palmada en el hombro, volvió a atender su porción abandonada de pizza como si nada.

Los tres jóvenes miraron a Cas. El mismo se había quedado pasmado, con los ojos muy abiertos y una expresión similar al espanto en el rostro. Sam fue el primero en hablar.

-Hey Cas, ¿estás bien? 

-¿¡Qué diablos le hiciste ahora?! -Bramó Dean hacia el arcángel poniéndose de pie; el aludido se encogió de hombros.

-Espera y verás.

De pronto Cas emitió un pequeño quejido de dolor y se llevó las manos al estómago. Se había puesto pálido. El mayor de los Winchester lanzó una mirada asesina hacia Gabriel mientras se agachaba junto a su amigo.

-¿Cas? -Le dijo en un murmullo.

-T--tengo... hambre. 

La respuesta del ángel los dejó a todos de piedra.

-No te preocupes, es sólo al principio. -Gabriel les explicó con una sonrisa -Una vez que estés satisfecho volverás a ser tú mismo, con la diferencia de que si alguna vez decides hincarle el diente a algo... lo podrás disfrutar. 

-¿Qué rayos...? -Dean balbuceó, incrédulo.

-Ten, come. Te sentirás mejor -El arcángel empujó la bandeja con la pizza hacia Castiel, y éste miró la comida como si fuese lo mejor que le había pasado jamás. En un instante, estaba devorando voraz porción tras porción, regando cada bocado con un trago de cerveza.

-¡Wow, wow! ¡Cas! ¡Calma! -Sam rió -Vas a indigestarte si comes así.

-Sí, viejo, tómatelo despacio -Dean volvió a su silla ya más tranquilo y el ángel lo miró desorientado, su rostro manchado de salsa de tomate. El cazador esbozó la más pequeña de las sonrisas. -Debes saborear las cosas con calma.

-D--de acuerdo... -Cas se limpió las comisuras de la boca con la mano y procedió a masticar más despacio. 

-Eso es -Su amigo asintió con aprobación y tomó una porción él mismo para marcarle el paso. Por una vez el arcángel había hecho algo decente.

Charlie dejó de mirar aquella simpática escena para espiar por el rabillo del ojo al tal Gabriel. Él la miró con disimulo y le guiñó un ojo casi imperceptiblemente mientras elevaba su botella a modo de brindis. La sonrisa de la chica se ensanchó. 

Tenían otro cómplice.


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