2.-Pequeñas condiciones.
Su alma estaba desecha, miro por última vez lo que sería la lápida de su esposo, y una de sus lágrimas se deslizó por sus mejillas. Había pasado lo que nunca imaginó y a pesar del odio que dijo tenerle a su difunto esposo, ahora sólo había un hueco de soledad. ¿Cómo había pasado eso? Ozz siempre fue un hombre cauteloso y reservado; no creía que hubiera sido algo planeado. No le quedó otra que limpiarse sus orbes mientras se retiraba de la caja
En todo ese tiempo, de verdad lo amo y aún lo amaba con la misma profundidad ¿Cuánto tuvo que perder para darse cuenta de esto? Toda una vida quizá. Que lamentable pensar que podemos arreglar nuestros errores huyendo de estos y que si se tiene suerte desaparecerán. Hubiera sido más fácil ir con un terapeuta que ganarse el odio de su difunto esposo. Ya sólo quedó verlo por última vez…
Tuvo un duelo doloroso, frustrante, lleno de profunda soledad. La mansión quedaba tan grande con él solo que prefería mil veces estar de nuevo al lado de su esposo. No fue grata la sorpresa del abogado íntimo de Ozz, al que recibió ese día en su casa y como lo esperó venía por asuntos del testamento. Escuchó atentamente cada palabra hasta que…
—Me temo señor Nygma, que no le podré dar nada de lo que el señor Cobblepot dejó para usted. —El señor postraba una silueta de amargura en su rostro, y no era algo para sorprender, el sujeto siempre fue hostil. Nygma dejó las cordialidades y se enfocó en el tema principal: “el testamento”.
— ¿Qué quiere decir con eso?
—Hay una clausula en el contrato que señala estrictamente que para que usted sea dueño de todo esto, tendrá que tener un hijo de su vientre. También señala de quién debe ser el hijo.
—Es una broma ¿Cierto?—Todo su gesto se contrajo y su pulso disminuyó ¿De verdad hablaba en serio?
—Yo no bromeo señor Nygma. El señor Cobblepot fue muy claro al poner estás clausulas en su testamento. —Repuso sin tapujos, con voz áspera y con poco afán de bromear
— ¡Es que esto no puede ser! ¿Oswald estaba consiente? Porque él no permitiría que tuviera un hijo de otro hombre.
—El señor Cobblepot estaba totalmente cuerdo, señor Nygma. La única forma de no cumplir con su última voluntad es renunciando a todo.
Nunca esperó que Oswald lo humille de esa forma e hizo lo que cualquier persona con dignidad hubiera hecho. Tomo aquella hoja y la rompió en dos partes iguales para después proseguir a romperla en partes más pequeñas ¿¡Cómo demonios se le ocurría!? Sabía que el engañó fue el error que destruyó todo, pero incluso muerto le intentaba reclamar por algo pasado. ¡Su orgullo había sido lastimado! Y de qué forma.
—Prefiero quedarme pobre a acostarme con un asqueroso sujeto.
—Señor Nygma, yo sólo digo la voluntad de señor Cobblepot. Si renuncia a todo, tiene una semana para irse de la mansión… Pero si acepta—Saco de su costoso portafolio un expediente de un joven, más que el mismo Nygma—Este es el sujeto que será el padre. Todos sus datos están aquí.
— ¡No me interesa! Mi palabra no va a cambiar por toda la riqueza. —Levantó la voz y se encaminó a la puerta para abrirla—Le agradezco su disposición, pero no aceptaré las condiciones de Oswald.
Sin más el abogado se fue, dejando el expediente en la mesa. Y Edward quedó incluso con el corazón más roto que antes.