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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Capítulo 17
The Avengers
Tanto los Cullen como los Quileutes, decidieron salir a eso de la una de la madrugada y así poder llegar a Seattle a oscuras, tanto para despistar a Victoria como para sorprender a Edward, quien aún no se enteraba de los planes de la menuda vampiresa y su atolondrado hermano Emmett, quien había rentado una camioneta Toyota Hiace van 2008 color cromo, la cual los llevaría a todos al lujoso hotel “The Paramount” en donde Alice ya había hecho las reservaciones, pidiendo todo un enorme pent-house, para ellos.
—Jasper y yo iremos en el convertible. —Notificó Rosalie, recogiéndose el cabello en una coleta para que el viento del descapotable no se lo despeinara.
—¿Por qué eso no me extraña? —preguntó Alice poniendo los ojos en blanco.
—¡No se Alice!... ¿Por qué no te extraña?... —preguntó Jasper con una socarrona sonrisa de medio lado, pretendiendo abrazar a su esposa, consiguiendo de parte de Sam una mirada desdeñosa, volteando la cara de mala gana para exigirle tanto a Embry como a Leah que entraran a la camioneta y organizaran los bolsos, mientras la vampiresa fulminaba a su consorte con la mirada, apartándose de él.
—No te extraña porque eres vidente, enana… —Rió Emmett, consiguiendo no solo las hipócritas carcajadas de su esposa, sino también las de Jasper, quien señaló a su corpulento e inocente hermano.
—Exacto, hombre mono… bien dicho. —Jasper alzó su mano para que Emmett las chocara, caminando hacia el convertible rojo de Rosalie—. Yo conduzco, hermanita… —Le quitó las llaves a Rosalie, abriéndole muy caballerosamente la puerta del copiloto, exigiéndole que entrara.
—Gracias… —La rubia y seductora vampiresa le arrojó un beso volador a su esposo, exigiéndole que condujera con precaución ya que los lobos no eran inmortales y no quería tener problemas con los indios de la reservación, acomodándose mejor en el auto, esperando a que Jasper tomara asiento en su respectivo puesto como conductor, aquel que se colocó una de sus tantas gorras de béisbol, intentando mantener su cabello apartado de su cara.
—No te preocupes, amor…  los lobos no son de peluche, ellos resisten un trancazo. —Le atestó un puñetazo a Seth, consiguiendo que el chico cayera unos cuantos metros más allá, sobándose el brazo—. ¿Ves?... no te preocupes. —Rosalie miró al rapaz, recordando lo que había sucedido en la tarde, teniendo que disculparse con el chico por exigencias de su infantil esposo.
—Arranca el auto, Jasper… quiero llegar antes que todos y tomar la mejor habitación del pent-house que Alice rentó. —Rosalie no le había terminado de decir aquello, cuando el serio vampiro encendió el auto, poniéndolo en marcha después de arrojarle un beso a su esposa y una desdeñosa y arrogante mirada al lobo alfa.
—No sé cuándo piensan decirle la verdad a Emmett. —Susurró Sam por lo bajo, al darse cuenta que el musculoso vampiro se jugueteaba con el pequeño chico lobo, sin tan siquiera prestarles atención.
—Lo mismo digo yo, Sam… —Acotó Bella, arrojando dentro de auto varias maletas¬—. Pero Carlisle no quiere que le digamos nada, cree que es mejor que él mismo se dé cuenta de lo que está pasando. —Alice, quien ya había tomado su puesto en el asiento del copiloto, escuchó atenta aquella conversación entre su hermana y su amigo.
—Pues yo creo que él sabe algo, solo que su infantil forma de ser no le permite creerlo, de seguro se autoconvence así mismo de que son solo suposiciones suyas. —Bella se encogió de hombros, ante la acotación de Sam.
—Quizás. —La motocicleta de Jacob se dejó escuchar a los lejos, lo que consiguió que el juego pesado entre Seth y Emmett culminara, mientras que Bella siguió arrojando al interior de la camioneta las maletas, siendo Embry y Leah quienes las reacomodaran en el interior del vehículo.
—Así es más divertido, Bella. —Notificó Leah—. Cuando se enteré por todas las de la ley, va a convertir al soldadito de madera en un montón de aserrín. —Embry soltó una carcajada.
—Ya basta… —Exigió Alice, mirando hacia la parte trasera de la camioneta—. Tienen terminantemente prohibido hablar de ese tema… ¿está claro? —Tanto Leah como Bella e incluso Embry asintieron a sus palabras, observando como la seria y molesta vampira, miró nuevamente al frente, esperando a que todos subieran a la camioneta.
—Temí que no vinieran. —Acotó Sam apartándose del lujoso vehículos, estrechando con fuerza, tanto la mano de Jacob como la de Paul.
—Yo no quería venir —respondió Paul—. Pero Romeo insistió en que no lo dejara solo. —Señaló a Jacob, quien sonrió de medio lado, empujándole de un modo juguetón.
—Cállate idiota. —Exigió el beta de la manada—. Tú no querías venir porque no deseabas dejar sola a… —Paul golpeó bruscamente el hombro de Jacob para que se callara y no hablara más de la cuenta, escuchando la risueña acotación de su amigo— …A mi hermana Rachel. —La mayoría de los Quileutes que no poseían el don de la mutación creían que Paul y Rachel eran novios, pero la realidad era otra muy distinta, ya que ambos eran tan solo muy buenos amigos.
—Sí, claro…. —Acotó Sam, quien sabía perfectamente por quien suspiraba el muchacho—. En fin… nos vamos. —Tanto Paul como Jacob se vieron las caras, uno sonriendo ante sus jugarretas pesadas y el otro sin saber si atestarle un puñetazo en la cara a su amigo o retar de una vez a su alfa por el amor de Emily.
Emmett tomó tanto la motocicleta de Jacob como la Mash 125 Seven de Bella, incrustándolas en el soporte trasero de la camioneta, en donde se solía colocar el caucho de repuesto, transformándolo en un soporte de arrastre para los vehículos de dos ruedas.
Todos subieron a la camioneta y después de ser Jacob el último en entrar, Emmett arrancó rápidamente la lujosa Van Hiace, comenzando el largo trayecto hasta Seattle, siendo el atolondrado vampiro quien colocara música para ambientar el viaje, consiguiendo que Seth se le uniera en la tonada que se dejó escuchar desde el extraordinario sistema de audio, en donde la voz de Bon Jovi, se dejó apreciar, con su reconocida canción “It´s my life”.
—Creo que lloverá. —Comentó Paul, haciendo alusión a que habría mal tiempo a causa de los desafinos de ambos cantantes.
—¿No hemos salido de Forks y ya estas molestando? —preguntó Sam desde el asiento trasero que se unía al de Alice, dándose la espalda el uno al otro.
—Vamos Paul. —Le exigió Jacob, palmeándole la pierna a su amigo—. Tú solo imagina que esto es una misión, que somos agentes encubiertos. —Aquello hizo sonreír un poco a Paul, siendo Seth quien acotara a las palabras del beta, desde su privilegiado puesto en una pequeña butaca entre Emmett y Alice.
—Somos los Avengers. —Aquello hizo sonreír a más de uno, siendo Sam quien preguntara quienes eran esos—. Oh vamos Sam… Los vengadores… Thor, Iron man, El capital américa, Hulk… —Seth siguió enumerando los personajes de la famosa saga de Marvel, consiguiendo que su líder asintiera.
—Oh… ya, ya los recuerdo… —Ladeó un poco la cabeza, susurrándole a Alice, mientras Bella ayudaba a Leah a pintarse las uñas—. ¿Por casualidad no shippeas a los vengadores? —Aquello consiguió la socarrona sonrisa de la vampiresa, asintiendo a su pregunta.
—Tony Stark con Roger, es uno de mis shippeos favoritos. —Sam apretó los labios para no reír ante aquello, mientras Embry preguntaba que era shippear, siendo Seth quien se lo explicara rápidamente, consiguiendo las risas de algunos y las miradas furtivas de otros.
—Habló el experto en mariconerías. —Espetó Paul al escuchar la explicación, consiguiendo la desdeñosa mirada de todos, menos las de Jacob y Embry, los cuales no estaban muy de acuerdo con la homosexualidad del chico aunque se la bancaban por el alfa y por Leah.
Un fuerte frenazo consiguió desestabilizar a todos los pasajeros de la camioneta, siendo Paul quien cayera bruscamente sobre Leah, la cual le pateó con fuerzas las pelotas, exigiéndole al chico que se le quitara de encima, antes de que le estropeara la manicura, mientras los demás observaron asombrados al conductor, quien volteó hacía atrás, espetándole de mala gana al odioso Quileute.
—Si vuelvo a escuchar una maldita queja, burla o cualquier otra idiotez de tu parte maldito saco de mierda, voy a arrojarte a la autopista mientras el auto sigue en movimiento… ¿me has entendido? —Todos quedaron atónitos ante aquel arranque de rabia de parte de Emmett, quien siempre resultaba ser uno de los más divertidos y alegres de los vampiros, demostrándoles a todos que dentro de aquel ser dulce, carismático y bonachón, había una bomba a punto de explotar, la cual esperaba el detonante que la hiciera estallar en cualquier momento, siendo Sam y Alice quienes se contemplaran el uno al otro, haciéndose la misma pregunta… ¿Qué pasaría el día en que  Emmett se enterara de los cuernos entre Rosalie y Jasper?
—Pues me largo. —Paul pretendió abrir la puerta, siendo tanto el alfa como el beta, quienes detuvieran su rápido proceder, uno pidiéndole amablemente que se quedara y el otro ordenándoselo como el líder de la manada, exigiéndole que se calmara.
—Vamos Paul. —Habló Embry—. No podremos hacerlo sin tu ayuda… —Tanto Emmett como Bella bufaron por la nariz, negando con la cabeza ante las suposiciones del joven y apuesto Quileute—. Puede estar Iron man. —Embry señaló a Sam— … También Hulk, la viuda negra y Spider man. —Apuntó con su dedo índice hacia Emmett, Alice y Seth respectivamente, comparándolos con los personajes de Marvel— …E incluso tenemos al Capitán América, a Nebula y a la bruja escarlata. —Miró a Jacob, a Leah y a Bella, consiguiendo las risas de todos—. Y aunque nadie es mejor, ni más astuto que ojo de halcón… —Se señaló así mismo, comparándose con el legendario Clint Barton— …¿Hermano?... no podemos hacerlo sin Thor.
Todos menos Emmett, vitorearon las palabras y las comparaciones de Embry, aplaudiendo a tan magistral forma de conseguir que su hermano de manada y amigo intentara bajarle dos a su ira en contra de todos y aceptara trabajar en conjunto y total armonía con los vampiros, consiguiendo de parte de Paul una afable sonrisa.
—¿Thor eh? —Embry asintió—. Bien… —Se acomodó nuevamente en su puesto junto a Jacob, quien palmeó su hombro, agradeciendo su comprensión y total aceptación a seguir con lo pautado—. Me quedo, pero que quede claro algo. —Emmett arrancó nuevamente la camioneta, poniendo los ojos en blanco a la espera de sus exigencias—. Que el dios del trueno es mejor que Hulk. —Tanto Jacob como Paul chocaron sus manos, sonriendo ante aquello, mientras que Alice, Sam y Bella, negaron con la cabeza al darse cuenta de que Paul parecía no querer dejar su desprecio a un lado, siendo Emmett quien hablara.
—Ya quisieras ser tan fabuloso como Bruce Banner, pedazo de mojón mal cagado. —Las carcajadas de los presentes no se hicieron esperar—. Sin el martillo Mjolnin no eres más que una Barbie con capa, pero Hulk es simplemente…
—…Inigualable. —Concluyó Seth, recibiendo la mirada de todos—. ¿Qué?... bueno… lo es… ¿no? —Bajó la cabeza un poco avergonzado.
—Así es enano. —frotó vigorosamente el cabello del muchacho—. Ni más, ni menos. —Paul sonrió de medio lado, volteándole la cara a Emmett en un gesto desdeñoso, al ver como el vampiro le observaba por medio del espejo retrovisor, mientras que el más joven de los Quileutes, no podía controlar los desbocados latidos de su corazón cada vez que Emmett frotaba de aquel modo su cabeza, recordando lo que había pasado en la tarde del sábado, después de huir desconsolado ante la simple idea de imaginar a su adorado tormento, hablando mal de él con su esposa.
Seth había huido sin rumbo fijo por el bosque, sin poder dejar de llorar e imaginarse las diversas conversaciones entre ambos esposos, burlándose de los gustos sexuales del pequeño lobo, quien moría de amor por aquel vampiro.
Se imaginó a Rosalie muerta de risa al escuchar a su esposo hablar de los impropios gustos sexuales del chico, mientras Emmett hacia alardes de su buen humor para destrozarlo delante de la rubia y que ambos disfrutaran burlándose del joven Quileute.
“Pensé que me entendías, Emmett” Siguió llorando y corriendo por todo el bosque, zigzagueando entre los árboles, sin percatarse tan siquiera de que alguien le seguía. “Creí que eras mi amigo, no pensé que tú…” Un enorme cuerpo cayó frente a él desde lo alto de uno de los árboles, consiguiendo que el asombrado lobo gris se frenara de golpe.
—¿A dónde crees que vas? —Emmett se plantó frente al lloroso y adolorido lobo, quien pretendió huir de él, comenzando a correr en dirección contraria—. ¡Oye!… ven acá maldito mocoso inseguro. —Corrió tras él y al tener su cola lo suficientemente cerca, tiro de ella, intentando detenerle—. Que te detengas maldita sea. —El molesto e irracional lobo chilló y rugió al mismo tiempo, girándose para arrojarle un zarpazo con sus garras—. Cálmate, joder. —Soltó su cola, consiguiendo que el chico cayera unos metros más allá de donde estaban, golpeándose con uno de los árboles.
Emmett se asustó al ver el fuerte impacto que el chico se había dado, corriendo rápidamente hacia donde se encontraba el muchacho, intentando revisarle, pero a pesar del fuerte porrazo su rabia y su dolor interno eran mucho más fuertes que cualquier malestar físico que sintiera ante el estrepitoso golpe, pretendiendo morder al vampiro.
—Que te calmes enano coño e´ madre… —Comenzó a hacerle cosquillas en las costillas, lo que consiguió en Seth el efecto deseado, revolcándose en el boscoso suelo, no solo ante la gracia que le hizo aquella palabrota, sino al darse cuenta de cómo Emmett intentaba contenerlo con su arma más poderosa, las risas—. ¡Aja!… el saquito de pulgas tiene cosquillas… ¿no?... —Siguió rascándole y manoseándolo por todo el pelaje, lo que consiguió en el joven lobo un leve estremecimiento, sintiendo un impropio endurecimiento entre sus patas traseras.
“Basta Emmett… si sigues haciendo eso me voy excitar”. Pensó intentando apartarse del juguetón vampiro, pero lo que vino a continuación, consiguió en el muchacho la decisión de dejarse mimar.
—Vamos cachorro… tranquilo… no tienes por qué molestarte, mi esposa es un poco… Mmm… como decirlo…
“Maldita” pensó el chico, agradeciendo que Emmett no poseyera el don de su hermano Edward.
—Sincera… —Acotó al fin—. Ella no quiso ser descortés, y quiero que sepas que yo jamás me he referido a ti como el chico gay. —Aquella rascadita detrás de la oreja, junto al incesante acariciar del pelaje gris de parte de Emmett, había conseguido en Seth el efecto deseado, calmando su precipitado mal humor y desconsuelo—. Te he llamado cachorro, saco de pulgas, enano, peque, incluso perrito… pero jamás el chico gay como si eso te definiera como persona—. Seth no supo si reír o llorar ante aquello, recostando su enorme cabeza lobezna sobre las piernas del vampiro dejando que el corpulento inmortal lo acariciara, aunque el chico sabía que Emmett lo hacía para calmarle, imaginando que para él Seth era tan solo era una especie de mascota.
“No sé si creerte, Emmett” Elucubró sobre la posibilidad de que el vampiro solo estuviese diciéndole lo que él quería escuchar y no la verdad, ante su inseguridad. “Quiero hacerlo, mis sentimientos hacia ti son tan fuertes que si me dices que la luna es de queso yo te creería” Seth cerró sus ojos y siguió disfrutando del acicalamiento que le daba el vampiro, deleitándose con aquellas grandes y frías manos.
—Eres importante para mi Seth… ¿Sabes por qué?... —El triste lobo levantó a cara, mirándole a los ojos—. Porque jamás había tenido un amigo… eso lo valoro. —Rascó nuevamente su orejita—. Eres la única persona que no le molestan mis tarugadas, tampoco le importa si soy bruto o lento. —Emmett sonrió. —Y te ríes hasta de lo que no pretendía ser gracioso. —Aquello consiguió que ahora fuera Seth quien riera en su interior—. Y aprecias mi sinceridad, porque la mía no es como la de Rosalie… —Bajó la mirada— …Ella no es mala pero está en su naturaleza ser tan odiosa que le sale solo, pero mi sinceridad es espontánea y sin intención de causar mal a nadie ¿y sabes por qué? —Seth negó con la cabeza—. Porque me cuesta decir mentiras… no se mentir, Seth y siempre digo lo que pienso aunque pueda incomodar con ello a los demás.
Aquello no solo consiguió que el muchacho dejara escapar unas cuantas lágrimas de sus tristes y lobeznos ojos, el corazón del chico se aceleró tanto que Emmett lo percibió claramente, sonriendo ante sus impetuosos sentimientos, los cuales fueron demostrados por parte del joven lobo con un impropio y desinhibido lametón sobre el pálido y masculino rostro de Emmett, quien arrugó la cara al sentirse completamente empapado de saliva.
—Ggrr… me has babeado pedazo de tapete con patas. —A Seth le agradaban los apodos que Emmett le tenía, ya que dicho de los labios del vampiro, no sonaban odioso sino graciosos y hasta se podía decir que un poco cariñosos—. Me las vas a pagar. —Comenzaron a juguetearse nuevamente, Emmett intentando arrastrarlo por el boscoso terreno, mientras Seth se resistió lo más que pudo, pero justo al llegar al riachuelo en donde Emmett pretendió arrojar al muchacho, este se abalanzó sobre el vampiro, consiguiendo que ambos se fueran a la mierda, cayendo aparatosamente dentro del estanque de agua natural—. Hijo de tu madre. —Los dos amigos comentaron a pelearse dentro del agua, siendo Seth quien le mordiera y le arañara, mientras Emmett le jalaba bruscamente el pelaje y la cola haciéndolo chillar.
“Te amo, Emmett” Volvió a lamerle el rostro, consiguiendo de parte del vampiro un gesto de asco, lo cual más que incomodarle le hizo sonreír. “Te creo, y tienes razón… no se te da el mentir, sé que no me mentirías en algo como eso y espero que aunque jamás pueda llegar a tener tu amor, nuestra amistad sea para siempre” Volvió a lamerlo una tercera vez, transformándose rápidamente para que el vampiro no lo golpeara, escuchando los reproches del incómodo inmortal.
—Enano mama verga… no me vuelvas a babear. —Seth mantuvo la mitad de su cuerpo dentro del agua, dejándole ver tan solo su torso desnudo al vampiro—. Me puede dar tifoidea o yo que sé. —El chico rió, alegando que eso no lo causaban los perros—. Pues me puedes pegar tu mal de rabia o...
—…O mi homosexualidad… —Soltó Seth mirándole tímidamente, a la espera de una respuesta que le hiciera sentir aún más seguridad de que Emmett no sería capaz de usar sus gustos sexuales como excusa para burlarse de él o peor aún, de humillarle.
—Pues si la homosexualidad se pegara yo ya andaría con abrigos de plumas rosa y lentes multicolores… —El chico sonrió, sin dejar de permanecer agachado dentro del agua para cubrir su desnudez delante de su amigo— …Carlisle fuera Armand Goldman y Jasper seria Jack Twist. —Seth no pudo evitar soltar una risotada, al escuchar como su amigo hacía alusión al personaje de Robín Williams en la película “la jaula de las locas” y al del vaquero gay encarnado por Jake Gyllenhaal del famosos film de “Brockeback Mountain”.
—Para no saber mucho sobre gays pareces haber visto bastantes películas sobre el tema. —A lo que Emmett respondió acercándose al muchacho completamente empapado.
—La percusia de Alice me ha hecho ver todo un arsenal de películas gay. —Aquello sorprendió a Seth, preguntándole el por qué, observando como el corpulento vampiro se acercó a él, agachándose para quedar a su altura, sumergiendo un poco su cuerpo en el agua—. Porque yo quiero entender a mi mejor amigo, Seth… eso hacen los verdaderos cuates… ¿no?... comprenderse y apoyarse. —El chico no pudo evitar comenzar a llorar, deseando abrazarle y decirle cuando lo amaba, conteniéndose histriónicamente ante sus deseos más ocultos, mirándole nuevamente a la cara.
—Así es Emmett. —Restregó bruscamente sus ojos, intentando sonreírle a su amigo.
—Entonces no llores mocoso tonto que lo menos que quiero es verte sufrir. —espelucó su húmedo cabello, el cual quedo de puntas ante la rustica caricia, consiguiendo que Emmett riera al darse cuenta de lo graciosos que se veía, empujando al chico para que callera de espaldas al agua, comenzando a salir del estanque natural, deteniéndose en la orilla, volteando a ver a Seth con un gesto pensativo—. ¡Oye!... los perros besan a sus amos lamiéndoles la cara ¿no?... —Seth abrió desmesuradamente los ojos, ruborizándose ante las elucubraciones de su amigo asintiendo levemente con la cabeza—. Puto cachorro zarrapastroso… me besaste tres veces y con lengua, mal pario… vas a ver cuántos pares son tres botas. —Y dicho aquello pretendió arrojarse sobre el sonriente rapaz, quien se transformó tan rápido que terminó salpicando de agua al vampiro, correteándose por todo el bosque, jodiendo y jugueteándose entre ellos toda la tarde como si se conocieran de toda la vida.
Después de aquello, ambos regresaron a la casa Cullen, siendo Esme y el mismo Emmett quienes le exigieran a Rosalie disculparse con el muchacho, aquel que a pesar de lo incomodo de todo aquel asunto las recibió amablemente, retirándose a su casa con una amplia sonrisa y el corazón lleno de dicha.
—¿Es en serio? —preguntó Leah, no solo sacando a Seth de sus vagas elucubraciones, sino a cada uno de los que iban en la camioneta, mirándola con cierto recelo—. ¿No has tenido tu primera experiencia lésbica? —Aquello no solo consiguió que Alice mostrará un semblante asombrado y perplejo, Jacob miró a ambas féminas con el ceño fruncido, esperando la respuesta de su ex.
—Pues no, aún no. —Bella no había terminado de decir aquello cuando Leah levantó desvergonzadamente su blusa azul pastel de tirantes, dejando sus senos al descubierto, consiguiendo que Embry abriera desmesuradamente los ojos, mientras Emmett soltaba una de sus risotadas.
—Esto no puede estar pasando. —Espetó Jacob fulminando a su amante de turno y a su ex con una mirada cargada de total desprecio y molestia ante lo que estaba sucediendo, mientras que Seth cubrió completamente avergonzado su dulce e infantil rostro ante las desfachateces de su hermana.
—Vamos, tócalas. —Bella cubrió su rostro, riendo ante lo impropio de la situación, siendo Sam quien la retara a comportarse, aunque la descarada Quileute le daba igual lo que pensarán de ella—. Vamos tonta… tócalas… como vas a decir que eres lesbiana si ni siquiera has tocado unas tetas que no sean las tuyas. —Por más que Paul intentó permanecer serio no lo consiguió. Soltó una estruendosa risotada, al igual que lo hizo Emmett, quien movió el espejo retrovisor, para ver mejor los pequeños pero redondos y firmes senos de la joven Quileute, quien tomó las manos de Bella, posándolas sobre ambos pechos.
—¿Puedo saber de qué coño te estás riendo? —preguntó Jacob clavando sus iracundos ojos sobre Paul.
—Lo siento men… pero cuando es a ti a quien ponen en aprietos y ridiculizan delante de todos es más divertido que cuando me ocurre a mí. —Jacob golpeó y empujó a Paul para que se callara, pero el chico no pudo parar de reír,  mientras Bella no supo que hacer, tragando grueso, sin dejar de tocar los suaves senos de la muchacha.
—¿Por una vez en tu vida puedes comportarte, Leah? —preguntó Seth, mirándolos a todos. —En serio me da igual lo que hagas con tu vida pero… ¿tienes que hacerlo delante de todos? —Tal parecía que las preguntas de su hermano le valieron verga, ya que Bella no había terminado de soltar sus pechos, cuando la descarada loba aprisionó sus labios en contra de los de la vampiresa, la cual quedó tan asombrada como cada uno de los presentes, que hasta Emmett estuvo a punto de chocar, frenando bruscamente la camioneta.
—Me lleva la que me trajo, viejo… está hermana tuya es una verdadera loba por todas las de la ley. —Seth comenzó a golpear a Emmett, quien no pudo parar de reír ante lo molesto que se encontraba el muchacho y sobre todo ante lo que estaba pasando entre ambas féminas, siendo precisamente Paul, el único de los lobos que no se llevaba bien con Emmett, quien riera ante la impropia acotación del vampiro.
—Ya deja de reírte, Paul. —Exigió Sam completamente enajenado, mientras Alice le pidió a su atolondrado hermano que siguiera conduciendo, después de abandonar su privilegiado asiento de copiloto, cambiando de puesto con Seth y así poder sentarse junto al lobo alfa, mientras Lean siguió besándose con Bella, la cual más que corresponder, lo único que hacía era morirse de las risas, dejando que la chica la manoseara.
—Ya es suficiente Leah. —Espetó Jacob de mala gana—. ¿No te basta con revolcarte con cada uno de nosotros?... ¿ahora pretender meterte a lesbiana? —La por demás divertida chica, apartó sus labios de los de Bella, quien intentó acomodarse el maquillaje, mientras Lean le espetaba al beta de la manada.
—Tú no eres quien para decirme a mí que puedo o no hacer, y menos a Bella. —Señaló a la vampiresa—. Tanto ella como yo somos agentes libres y hacemos los que se nos da la gana, pero no… —Acotó, acomodándose las fachas— …no voy a meterme a lesbiana, simplemente quería ser el primer beso y la primera manoseado de Bella, eso es todo. —Posó su mano derecha frente a la avergonzada pero sonriente vampiresa, exigiéndole que terminara de pintarle las uñas, consiguiendo que Bella retomara su arduo trabajo de manicura, mientras Jacob siguió exigiéndole a su amigo que dejará de reírse, y Alice comentará a continuación.
—Si estás cosas están pasando tan solo en el viaje, no me quiero imaginar lo que ocurrirá cuando estemos en Seattle. —Sam asintió a sus conclusiones sobre lo que podría llegar a pasar en la ciudad vecina, susurrándole al oído.
—Sólo espero que tú y yo podamos mantener a raya a esta cuerda de locos. —Ella asintió—. Pero si no podemos, planificaremos un plan B. —Alice preguntó en qué consistía dicho plan —. Dejamos que se maten entre sí, mientras que tú y yo nos sumergiremos en el mar del shippeo, sin rumbo fijo y sin mirar atrás.
—Hecho. —Prometió Alice, aferrando con fuerza la mano de Sam, quien la contempló fijamente a los ojos, demostrándole a la menuda vampira, lo que el apuesto líder de la manada estaba comenzando a sentir por ella, un fuerte y sincero sentimiento de agrado hacía la pequeña inmortal, aquel que no supo cómo explicar, pero su cálido corazón de lobo ya había sido flechado por la diminuta hadita, sin poder hacer nada más al respecto que dejarse conquistar por quien a lo mejor, pudo haber sido su imprima, perfecta.
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Edward permaneció recostado boca abajo en su cama, observado la pared completamente inerte, sin poder dejar de pensar en lo ocurrido el día anterior en el cuarto rojo, sintiéndose realmente preocupado por lo que pudiese estar pensando Christian de él, ante las últimas palabras dichas por el vampiro, quien parecía haberle dando a entender que aceptaba lo que estaba pasando entre ellos.
“Debo hablar con Christian, no debí decirle eso” Se giró sobre el colchón, reorganizando las sabanas. “Puede tomarlo como una invitación a que puede tocarme cada vez que se le antoje y no quiero que…” Un par de golpes sobresaltó al vampiro, asombrándose de no haberse dado cuenta de la cercanía del magnate, quien esperó a que el chico respondiera, pero al ver que nadie hablaba, tocó nuevamente, mientras que el joven y aun pasmado inmortal se percató de lo que aquel hombre traía entre sus manos, aporreando la puerta con la punta de las pantuflas.
—¿Edward?... —Llamó, pero el vampiro siguió sin decir absolutamente nada, cerrando los ojos rápidamente al ver como el acaudalado hombre abrió la puerta, maniobrando con la bandeja de comida, la cual solo traía sobre sí, un tazón de cereal y el juego de ajedrez, aun cerrado—. ¿Edward?... —Volvió a intentar llamar la atención del muchacho, quien se removió sobre el colchón, pretendiendo hacerle creer al magnate que se estaba despertando.
—Mmm… ¿Qué ocurre? —preguntó como si no supiera a que venía Christian, el cual abandonó la bandeja sobre la mesa de noche, ayudando al muchacho a desanudar las enredadas sabanas de sus piernas.
—Nada… es solo que son más de las nueve de la mañana y como Alice llamó a mi celular preguntándome en donde estabas tú que no le contestabas las llamadas, imaginé que hoy te irías temprano. —Aquello sorprendió a Edward.
—¿Alice te llamó? —Christian asintió a su pregunta, mientras que el extrañado vampiro se acomodó mejor sobre el colchón, recostándose del espaldar de la cama.
—Me dijo que tu teléfono le aparecía apagando y como Mía y ella intercambiaron números telefónicos, le pidió a mi hermana el mío, llamándome para ver qué pasaba. —Edward estiró su brazo, tomando rápidamente su celular, percatándose de que se había quedado sin batería—. Me pidió que te dijera que te esperan en “The Paramount”. —Aquello sorprendió aún más a Edward, buscando en el gavetero de la derecha su cargador, enchufando rápidamente su celular—. ¿Tienen una fiesta o algo por el estilo? —Quiso saber el intrigado hombre.
—Pues no, pero conociendo a Alice y su empeño de hacer fiestas hasta por lo que no se debe hacer una, lo más seguro es que algo por el estilo se esté tramando. —Encendió el celular y esperó a que tomará un poco de carga para escribirle a su hermana, abandonándolo sobre el gavetero de la izquierda, justo cuando Christian posó la bandeja sobre sus piernas aún acobijadas, notificándole con una amplia sonrisa.
—Mía y Alice, sin duda fueron separadas al nacer. —Aquello consiguió que Edward sonriera, asistiendo a sus palabras—. Mi hermana le hizo una fiesta hasta al gato que tenía cuando el felino tan sólo cumplía un año de vida, es una completa demente.
—Bueno… Si nos ponemos a contar anécdotas sobre lo que son capaces o no de hacer nuestras hermanas, jamás terminaríamos. —Christian asintió.
—Tienes razón. —Tomó el juego de ajedrez entre sus manos y lo abrió, sacando una a una cada pieza única—. Y ya que te irás temprano, no perderé mi tiempo hablando de Mía y su extraño cerebro. —Acomodó el tablero sobre la cama, colocando las piezas en sus respectivos puestos, observando como Edward comenzó a jugar con si tazón de cereal, arrugando el rostro al revolverlo—. Vamos, no pongas esa cara, comételo… era eso o hacerte un omelette, y como sé que eres muy  quisquilloso con la comida, decidí servirte un simple tazón de cereal. —Edward como ya era costumbre, intentó poner su mejor semblante de deleite, pero aquello estaba tan pegajoso y pastoso que no pudo soportar tenerlo mucho tiempo en su boca, tragándolo sin tan siquiera masticar.
—Está rico. —Mintió—. Un poco dulce, pero rico. —Christian sonrió, señalando el juego de ajedrez, exigiéndole que fuese está vez él, quien moviera la primera pieza—. ¿Christian? —Llamó la atención de quien ahora tomaba su papel de paciente, dejando al amo a un lado.
—¿Si?... —Acotó Christian, demostrando que le estaba prestando atención a pesar de mantener los ojos enfocados en el tablero.
—Debemos hablar. —El serio hombre de negocios, levantó su agraciado rostro, mirando a su terapeuta.
—Eso quiero Edward, que hablemos. —Señaló nuevamente el tablero de ajedrez—. Pero me sentiría un poco más a gusto si jugamos mientras conversamos. —El joven psiquiatra asintió, dejando de jugar con el asqueroso tazón de cereal, moviendo su primera pieza, la cual siempre solía ser el peón frente al caballo de la derecha.
—Sobre lo que dije ayer… —Christian le interrumpió, moviendo el peón que resguardaba una de sus torres, exigiéndole al muchacho.
—Vamos por partes, Edward. —El aludido intentó retomar la ingesta del cereal con leche y avena, pero al escuchar lo que Christian tenía que decir, desistió de seguir comiendo, temiendo atragantarse—. Primero que nada quiero que me respondas con la verdad. —El inquieto vampiro le miró, bajando rápidamente la cara, moviendo su segunda pieza—. Júrame que no soy tu primera vez, Edward. —El aludido dejo caer la cuchara sobre el tazón, salpicado de leche toda la bandeja.
—No entiendo tu pregunta. —Intentó hacerse el desentendido.
—Las dos veces que llegaste al orgasmo me dio la leve impresión de que fue tu primera vez. —Levantó la cara, mirándole fijamente a los ojos—. ¿Me has mentido sobre tus experiencias sexuales? —Edward negó con la cabeza.
—¿Por qué tendría que mentirte? —Intentó decir aquello lo más calmado posible, pero el temor de ser descubierto y morirse de la vergüenza delante de Christian al enterarse de su virginidad, lo estaba consumiendo internamente.
—No sé, Edward… ¿tú dímelo? —El aludido frunció el ceño, mientras Christian movió otra de sus piezas.
—Pues ya te dije que no, no soy virgen. —El magnate asintió.
—Bien… aclarado ese punto quiero que sepas que sigo sin arrepentirme de lo ocurrido en ambas sesiones. —Edward apartó tanto la bandeja como el tazón de sus piernas, acomodándose mejor sobre la cama, sacando a la contienda uno de sus caballos.
—Eso no me extraña. —Christian ladeó un poco su cabeza, alzando una de sus cejas—. Lo que me preocupa es saber, por qué... —A lo que Christian respondió, después de mover otro de sus peones para darle paso a uno de sus alfiles.
—Porque todo lo que me llene, me satisfaga y me intrigue al mismo tiempo, es algo que me atrae demasiado. —Edward ni siquiera supo cómo interpretar aquello, ya que por más que intentará buscar una respuesta clara en los pensamientos del magnate, su mente sólo se encontraba enfocada en el juego, deseando está vez ganar la contienda, aunque en la primera había quedado el juego inconcluso.
—¿Y eso que significa? —Quiso saber, Edward.
—Significa que quiero descubrir todo lo que me puedas mostrar, sobre el tímido y enigmático Edward Cullen. —El corazón del vampiro saltó inesperadamente dentro de su pecho, haciéndole sentir un poco de temor ante lo que estaba sucediendo.
—No sé a qué estás jugar conmigo, Christian.
—¡Oh no, Edward!... yo no estoy jugando contigo. —El magnate señaló el tablero de ajedrez, incitando al muchacho a seguir con la contienda—. Estoy hablando muy en serio. —El pasmado vampiro le contempló sin tan siquiera pestañear, mientras Christian esperó un nuevo movimiento de su parte, levantando la cara para ver porque el chico no jugaba—. Vamos, Edward… te toca. —Intentó hacerse el fresco y calmado hombre que siempre era, pero los latidos de su desbocado corazón le demostraron al vampiro, lo agitado que estaba.
Edward movió al fin una de sus piezas tan sólo para darle gusto, deseando que prosiguiera su explicación, pero el timbre de su teléfono celular los sobresalto a ambos, siendo el aún angustiado y temerosos vampiro quien se moviera de su relajada postura sobre la cama, respondiendo la llamada.
—¡Hola!... —La voz de Alice se dejó escuchar del otro lado de la línea, dándole en cierto modo, un poco de paz a ambos hombres, quienes por más que intentaban hacerse los superados, ninguno de los dos comprendía con exactitud lo que el uno sentía o esperaba del otro.
—Hola hermanito… disculpa que te interrumpa, pero he intentado contactarme contigo y el teléfono me salía apagado y aunque sé que Christian y tú han estado muy ocupaditos… —Soltó aquella última acotación con un tono de voz picarón y sugestivo, incomodando a Edward.
—Ve al grano, Alice. —Exigió el vampiro bastante molesto ante sus mal sanos comentarios.
—Bueno, no te enojes… Solo quiero que sepas que ya estamos todos aquí esperando a nuestro líder por parte de los vampiros para comenzar la operación escarlata. —Edward no sabía si su hermana le estaba tomando el pelo o simplemente se había golpeado tan fuerte la cabeza en una de las tantas cacerías con Emmett, dejándola más loca de lo que ya era.
—No sé de qué me estás hablando. —El apuesto vampiro volteó a ver a Christian, quien movió una de sus piezas, devolviéndole la mirada al muchacho.
—Estamos todos en Seattle para acabar de una vez por todas con Victoria. —Edward comenzó a dibujar círculos alrededor de su oreja, dándole a entender a Christian, que Alice estaba cada vez más loca, al ver la cara de preocupación que tenía el magnate ante la conversación con su hermana.
—Entiendo… —Fue la escueta respuesta del vampiro—. Y dime una cosa, Alice… cuando te refieres a todos, ¿de quienes estás hablando? —Quiso saber, ya que la aguda audición del joven inmortal, le dejo escuchar de fondo varias voces que conversaban entre sí, siendo Emmett quien prácticamente le gritara a su hermano, consiguiendo que el vampiro apartara el teléfono de su oreja.
—Todos, hermano… los Avengers están aquí, men… solo faltas tú. —Christian le demostró a Edward que aquello lo había escuchado lo suficientemente claro como para dibujarle una sonrisa en los labios—. Mueve tu chato y feo culo hasta acá brother, tenemos que planificar bien todo esto y Sam tiene muy buenas ideas. —Aquello sorprendió a Edward, quien se incorporó rápidamente de la cama, apartándose de su contrincante de ajedrez, sin importarle que estuviese tan solo en bóxer, consiguiendo la asombrada mirada de parte del magnate, el cual se percató de como Emmett parecía tener razón, ya que a Christian le pareció que el chico estaba carente de posaderas.
—¿Sam?... ¿Qué demonios hace Sam en Seattle?... —preguntó por lo bajo, aunque Christian pudo escucharle.
—Vino a ayudarnos, Edward. —La dulce vocecita de Alice no llegó a oídos del magnate, quien intentó enfocar sus ojos sobre el tablero, pero tanto la conversación que su psicólogo y sumiso tenía por el celular, al igual que la semidesnudez del muchacho, lo mantuvieron constantemente en busca del apuesto estudiante de psicología, quien se paseó de un lado a otro en el balcón, sin tan siquiera percatarse de las miradas furtivas y críticas de Christian—. Él se ofreció a ayudarnos y como es el líder de la manada pues los demás Quileutes…
—¿Los demás lobos están aquí? —Alice le afirmó que así era—. ¿Te volviste loca Alice? —preguntó Edward, completamente exaltado—. No creo que sea buena idea que los lobos y nuestra familia estén juntos en el mismo hotel. —A lo que Alice respondió, con una sonrisita nerviosa.
—De hecho estamos hospedados en el mismo pent-house. —Aquello detuvo el ir y venir de Edward, quien volteó a ver a Christian con la boca abierta, sin poder creer lo que sus hermanos y los Quileutes se habían tramado, percatándose de la mirada inquisidora del magnate, aquel que sonrió, notificándole a continuación.
—Calvin Klein… ¿eh?... —Edward no se había percatado de su semidesnudez hasta que Christian nombró la marca de su bóxer, mirando la mitad de su propio cuerpo, corriendo hacia una de las esquinas del balcón, para que el sonriente y por demás divertido hombre dejara de observarle.
—Voy para allá y espero que tanto tú como Sam me den una explicación sobre lo que se están tramando. —Se asomó por uno de los bordes de la puerta de vidrio, percatándose de como Christian siguió sonriendo, contemplando el tablero de ajedrez, pensando en que a lo mejor, Edward no era muy dotado de posaderas, pero debía tener un miembro viril bastante satisfactorio, recordando como su entrepierna se marcaba considerablemente debajo de su ropa, ruborizándose ante sus impropias elucubraciones, sin tan siquiera llegar a imaginar que el apuesto y apenado vampiro podía percibir cada uno de sus inadecuados pensamientos.
—Aquí te esperamos, hermanito. —Acotó la acomedida vampiresa—. Y por cierto… —Argumentó, mientras Edward intentaba acceder a uno de sus jean, sin que el magnate se percatara de ello— …Para la próxima usa los Gapsby, sé que los Calvin Klein son tus favoritos pero los Gapsby marcan mejor tus pompis. —Aquello no solo molestó al vampiro, el chico desistió de tomar uno de sus pantalones, espetándole a Alice de mala gana.
—Ya te dije que no te metas en donde no te llaman, Alice. —Culminó la llamada, percatándose de como el risueño hombre, volteó a verle, justo cuando el chico tomó un jean negro, cubriéndose el frente con la prenda—. ¿Qué miras?... Ve a otro lado… —Aquello consiguió las carcajadas de Christian, posando su inquisidora mirada sobre el tablero de ajedrez.
—¡Oh vamos!... Ya vi todo lo que tenía que ver. —Edward comenzó a vestirse, mirándole con el ceño fruncido, sin dejar de estar atento al magnate, quien comenzó a recoger las piezas de ajedrez, al imaginarse que no seguirían con el partido—. Deberías hacer sentadillas… eso ayuda a…
—Ya cállate… no necesito que me digas lo que tengo que hacer por mis posaderas, me gusta tal cual es… gracias… —Se terminó de vestir, calzándose los zapatos casuales que había dejado el fin de semana pasado en el pent-house del magnate, sintiéndose ya en su casa.
—Bien… —Fue la simple y seca respuesta de Christian—. Supongo que ya te vas. —Edward le afirmó que en efecto así era—. Mmm… espero que podamos terminar algún día una de las contiendas, odio dejar las cosas inconclusas. —El pensativo hombre no solo hablaba del partido de ajedrez, también se refirió a la conversación y al mismo tiempo a los encuentros que ocurrían en el cuarto rojo entre ellos, los cuales, aunque le habían regalado a Edward un par de orgasmos que lo llevaron al clímax, para Christian habían sido sesiones en las que tan solo su sumiso había disfrutado, mientras que él quedaba siempre con deseos de más—. Te acompaño hasta el  estacionamiento.
Christian terminó de guardar las piezas en la parte trasera del tablero de ajedrez, cerrando el juego para dejarlo sobre la cama de Edward, y así poder salir de la recamara en busca de su teléfono celular, notificándole a Taylor que debía llevar al chico hasta el hotel Paramount, y regresar lo más pronto posible por él para que lo llevara hasta la casa de sus padres.
—Listo. —Acotó el magnate, saliendo de su despacho, al ver pasar a Edward con su bolso y un par de chaquetas entre sus manos—.  Taylor te llevará con tu familia.
—Puedo tomar un taxi. —Alegó el serio estudiante.
—Sabes que no dejaré que tomes un taxi, Edward. —El chico puso los ojos en blanco, suspirando con desgano.
—Bien, bien… no tengo ganas de discutir.
—Ni yo… —Concluyó Christian, bajando las escaleras junto a Edward —. Siempre te vas enojado y quiero que eso cambie. —Pulsó el botón que llamaba al ascensor, consiguiendo que el aparato comenzara a subir, mientras que el vampiro intentó mantener todas sus cosas lo más organizadas posibles, sosteniendo ambos abrigos con el brazo izquierdo, posando el pesado bolso sobre su hombro derecho—. ¿Puedo preguntar quiénes son los lobos? —Aquello sorprendió tanto a Edward, que Christian pudo vislumbrar en su perplejo semblante, que su pregunta lo había tomado por sorpresa.
—¿Los lobos? —Christian asintió—. Aamm… es un grupo de música alternativa. —Fue lo único que se le pudo ocurrir, ya que no sabía que alegar ante aquella pregunta, la cual le dio a entender que había hablado más de la cuenta.
—¿Y puedo saber que tiene que ver tu familia con el grupo? —El ascensor ya había llegado al piso del pent-house de Christian, sin que ninguno de los dos subiera al artefacto.
—Aamm… Alice tiene unos locos proyectos con ellos… quiere ser su patrocinadora y la verdad es que no se mucho cómo va el rollo con ellos, pero creo que los ha traído a Seattle, y el hecho es que no me lo esperaba. —Se decidió al fin a entrar en el dichoso aparato.
—Bueno… Alice parece tener buen gusto… —Alegó Christian interponiéndose en la puerta para que el ascensor no se cerrara.
—Solo con la moda… en cuanto a música tiene una campana de barro en vez de tímpano, ya que los lobos son un grupo bastante malo. —Christian intentó no reír ante la acotación del muchacho—. En fin… debo irme, Christian. —El magnate asintió.
—¿Volveré a verte antes del próximo fin de semana? —Al preguntar aquello, Christian no pudo evitar ruborizarse ante sus desinhibidos deseos de volver a verle pronto, lo que consiguió de parte de Edward, un gesto tímido y un poco avergonzado.
—Aammm… si, supongo… Mmm… no sé, todo depende de las clases que tenga esta semana y… —Miró su reloj de pulso,  dándole a entender a aquel hombre que se le estaba haciendo tarde—. Aammm… debo irme, Christian. —El aludido entró al fin en el ascensor, dejando que las puertas metálicas se cerrarán, notificándole al incómodo vampiro lo que le estaba perturbando.
—No pudimos hablar sobre lo que está pasando entre nosotros, Edward… y creo que deberíamos… —El por demás intranquilo muchacho se apartó de él, justo cuando el ascensor comenzó a ascender sin que ninguno de los dos pulsara uno de los botones del tablero, imaginando que alguien más había pulsado en otro piso más arriba, el botón que llamaba al aparato.
—Christian, en verdad no quiero hablar de lo que está pasando.
—¿Por qué? — preguntó el magnate, acercándose un poco más a Edward.
—Es que no se ni como catalogarlo… es algo que pasó y la verdad es que no se ni porqué, ya que no suelo dejarme llevar por el deseo y mucho menos con alguien de mi propio sexo, es tan absurdo e impropio que… —Christian terminó acorralándolo en una de las esquinas del ascensor, preguntándole sin miramientos.
—¿Por qué es tan impropio para ti? —Edward puso los ojos en blanco, consiguiendo una mirada iracunda de parte de su amo, quien había dejado al paciente en el pent-house, retomando su porte de todopoderoso, manejando la situación—. Solo omite en tu perspectiva y estudio psicológico sobre esta situación, el hecho de que somos hombres y explícamelo, por favor. —Justo en aquel momento las puertas del ascensor se abrieron, lo que consiguió que ambos hombres se apartaran el uno del otro, haciéndose los desentendidos.
—Buenas tardes. —Saludó el caballero que subió al ascensor pulsando el botón del piso a donde se dirigía, mientras Christian no dejó de mirar a Edward, el cual se hizo el desentendido, siendo el único en saludar al caballero.
“Tienes tiempo de sobra para pensar en un argumento válido, Edward… juro que si me das una respuesta errada, vas a lamentarlo”… Aquello perturbó lo suficiente al vampiro como para conseguir de parte del muchacho una temerosa mirada de refilón, bajando raudo la cara, sintiendo como el ascensor se detuvo y el caballero abandonó el artefacto mecánico, dejando a ambos hombres nuevamente a solas—. ¿Y bien? —preguntó Christian, justo cuando las puertas se cerraron y el magnate pulsó el botón que daba al sótano del edificio y por consiguiente al estacionamiento—. ¿Ya tienes una respuesta que me satisfaga? —A lo que Edward respondió.
—Ya que para ti no es una razón de peso el hecho de que seamos hombres… ¿Qué dirías si te digo que me parece completamente inadecuado el que hayamos llegado al sexo antes que a los sentimientos? —Aquello consiguió de parte de Christian una ceja en alzas y una socarrona sonrisa.
—¿Te importan los sentimientos? —preguntó, acercándose una vez más a Edward, logrando que el muchacho se arrinconara nuevamente en contras de una de las paredes laterales y la del fondo, negando nerviosamente con la cabeza.
—Aammm… no, no es que me importe… —Intentó hablar pero las palabras se le trababan en la lengua—. Pero… ¿no te parece un poco impropio y bastante inusual que dos personas que ni siquiera se han besado, hayan tenido sexo?... No sé tú, Christian… pero yo creo que…
—¿Ese es todo el problema? —Interrumpió Christian mirándole fijamente a los ojos—. ¿Te parece que lo que ha surgido entre nosotros no debería seguir porque hubo sexo antes de que sucediera un primer beso? —Edward palideció más de la cuenta, al darse cuenta de que aquello sonó más a un reproche que a un congruente argumento, negando rápidamente con la cabeza, pero Christian ya se había acercado al avergonzado muchacho, quitándole las dos chaquetas que traía sobre su antebrazo, consiguiendo que el bolso se deslizara por su hombro, cayendo al suelo al igual que ambas prendas de vestir, aferrando con fuerza sus muñecas, posándolas sobre la cabeza del estupefacto vampiro, susurrándole tan cerca del rostro que Edward pudo percibir el dulce aliento de la boca de Christian, quien no se lo pensó dos veces para finiquitar dicha exigencia—. Pues vamos a solventar ese pequeño inconveniente de una vez por todas.
Edward pretendió hablar, pero la desinhibida, desenvuelta y por demás experta boca de Christian ya había amordazado la suya en un beso que acalló cualquier posible reticencia de su parte, abriendo desmesuradamente los ojos al sentirse completamente a merced de unos labios que le demostraron quien era el que mandaba en aquella relación que había comenzado a germinar entre ambos hombres, enmudeciendo no solo ante el inesperado beso, sino al sentir como el cálido cuerpo de aquel caballero le apresó en contra de las paredes del ascensor, mientras la húmeda boca del magnate intentó abrirse paso entre los fríos labios del joven inmortal, quien jamás llegó a imaginar en su larga vida que un beso de aquella envergadura lo sumergiría en un océano de dudas en cuanto a su sexualidad se refería, dejándose vencer por sus deseos, abandonando su buen juicio y cordura, permitiéndole a su cuerpo percibir lo que estaba sintiendo.
“No puede gustarme esto, no puedo sentir tantas cosas a la vez por una persona que en su momento detesté tanto que ni siquiera soportaba el verle” Se dijo mentalmente el chico mientras Christian siguió besándole, pensando en que era tan impropio que supo que la enorme tensión que sentía en su entrepierna, junto al inmenso calor que emanaba de su cuerpo, eran consecuencia de lo incorrecto de la situación, cuando en realidad era la física y la química actuando entre sí, produciendo una reacción en cadena que los hizo olvidarse por unos segundos del espacio y el tiempo que los rodeaba, hasta que Christian pretendió introducir su lengua dentro de la cavidad bucal del vampiro, quien activó todos sus sentidos comunes al recordar que sus dientes estaban impregnados de ponzoña, apartando su boca de la del magnate.
—Aaammm… —Ambos hombres se contemplaron por unos segundos y justo cuando Christian pretendió decir algo más, la puerta del ascensor se abrió, notificándoles a los dos caballeros que habían arribado a su destino, sintiendo que en aquel beso el ascensor se había detenido o simplemente subió hasta el infinito y había vuelto a bajar, siendo el magnate quien se apartara del tembloroso cuerpo de Edward, el cual dejó caer sus brazos por inercia, mientras que el exaltado hombre de negocios se acomodó las fachas, tomando tanto el bolso como las chaquetas del muchacho, intentando colocar todo tal cual se encontraba, pero las convulsiones que sufrían sus extremidades no les permitió realizar la simple labor como se debía, enredándose en todo aquel predicamento.
—¿Señor Grey? —Christian pegó un respingón de los mil demonios, apartándose del aun tembloroso y apocado joven, dejando caer el bolso al suelo, mientras Edward trató de arreglar las arrugadas chaquetas.
—¿Sí? —preguntó volteando a ver a Taylor, enfocando nuevamente sus ojos en Edward y en el desastre que ambos había causado, sin saber si seguir ayudándole o simplemente desistir, siendo el vampiro quien le notificara que él podía solo, consiguiendo de parte de Christian una sonrisa nerviosa, apartándose rápidamente del muchacho, saliendo al fin del ascensor.
—El auto está listo para llevar al joven Cullen a donde él quiera. —Christian asintió, agradeciendo su diligente proceder, sin poder dejar de acariciar sus labios, sintiendo una fuerte oleada de sentimientos encontrados que lo mantuvieron un poco distante mentalmente hablando, mientras que Edward intentó esconder su endurecido miembro con las chaquetas que reposaban sobre su brazo, abandonando al fin el artefacto mecánico.
—Sigo insistiendo que puedo tomar un taxi. —Christian frunció el ceño, retando a Edward con la mirada.
—Taylor no tiene ningún inconveniente en llevarte a tu destino, Edward. —Tanto la mano derecha de Christian como el susodicho, contemplaron al aún aturdido joven, aquel que no podía dejar de pensar en lo sucedido, intentando no mirar al magnate a la cara.
—El señor Grey tiene razón, joven Edward… no tengo inconveniente alguno en llevarlo hasta el hotel Paramount. —El vampiro asintió.
—Bien… —Caminó hacia uno de los autos de Christian, entrando en el lujoso vehículo por la puerta del copiloto, esperando al guardaespaldas, quien se percató de las señas de su jefe, acercándose rápidamente al magnate, esperando sus órdenes.
—Edward va a encontrarse con sus familiares en dicho hotel. —Taylor asintió, mientras Edward escuchó claramente la conversación que ambos hombres tenían detrás del Audi, sin la necesidad de espiar sus mentes—. Imagino que están todos. —El acometido caballero volvió a asentir, esperando la acotación de su jefe—. ¿Recuerdas el reporte que me trajiste sobre Edward? —El guardaespaldas asintió una vez más—. Pues resulta ser que su ex es ahora su hermana adoptiva. —Aquello sorprendió a Taylor.
—No lo sabía. —Christian bufó por la nariz en un gesto de total desprecio hacia Isabella.
—¿Puedes creerlo? —Taylor negó con la cabeza—. En fin… lo que quiero que hagas es que me averigües si su ex vino con los demás o se quedó en Forks. —Aquello consiguió en Edward un gesto de total asombro e incredulidad, al percatarse de como el inseguro multimillonario parecía seguir empeñado en aquel asunto sobre Bella y su apuesto sumiso, quien no podía creer que Christian estuviese sufriendo de celos tan pronto.
—Entendido señor. —El por demás complacido hombre de negocios palmeó el hombro de Taylor, agradeciéndole una vez más su total predisposición a acatar cada orden dada por su jefe, quien se encaminó hacía la puerta del copiloto, notificándole a Taylor de un modo casual, tratando de que el hombre se retrasara al revisar lo que a continuación le exigiría.
—Revisa esas llantas traseras, Taylor… creo que están un poco desinfladas. —No sólo Edward se había percatado de la jugada de Christian para que su guardaespaldas no se acercará aún al auto, el vampiro pudo ver desde la mente del astuto empleado lo que aquel hombre pensaba, mientras revisaba los cauchos.
“Tranquilo señor Grey, no me acercaré aún al auto hasta que usted se despida en privado de su nuevo sumiso”. Edward no pudo evitar sentirse realmente incómodo al darse cuenta de que la mano derecha del magnate, ya sabía lo que estaba pasando entre él y su jefe, quien rodeó rápidamente el Audi color gris, inclinándose para poder estar lo suficientemente cerca del muchacho y no tener que hablar en voz alta, susurrándole al chico.
—Quiero verte mañana. —Aquello sorprendió demasiado a Edward,  quien se sintió un poco agobiado, no solo ante las exigencias de Christian, sino ante lo que aún estaba experimentando su cuerpo a causa de aquel perturbador e inesperado beso.
 —¿Mañana? —preguntó el chico mirándole al fin a la cara—. No puedo verte mañana, yo…
—¿Y el martes? —preguntó Christian tan rápido que no le dio tiempo al vampiro a espabilar y pensar en una posible negativa.
—Aaammm… yo… yo te llamo… ¿está bien? —Christian asintió.
—Si no me llamas lo haré yo… ¿vale? —Ahora era Edward quien asentía—. Necesitamos hablar sobre esto… ya no quiero postergar más está conversación… ¿Me has entendido? —El acorralado chico asintió una vez más, bajando tímidamente la mirada.
—Más que hablarlo deberíamos olvidarlo y simplemente alejarnos, Christian… esto que está pasando entre nosotros no debería seguir ocurriendo y lo mejor será que… —Pero el magnate no le permitió culminar su inaceptable alegato, espetando a continuación.
—No te atreves a tan siquiera insinuar que lo olvidemos y hagamos como si jamás nos hubiésemos conocido… ¿me has oído? —Edward miró al frente, tratando de permanecer inmutable, aunque la vergüenza se lo estaba devorando internamente—. ¿Qué pasó con el abogado circunstancias y el juez tiempo? —El chico bajo la mirada, respondiéndole en un susurro.
—Se les fue el caso de las manos. —A lo que Christian alegó, introduciendo un poco más su cabeza dentro del auto, sobresaltado al vampiro ante su cercanía, buscando nerviosamente con la mirada a Taylor, quien esperaba aún en la parte trasera del auto,  dándoles la espalda.
—Pues más les vale que retomen el caso, porque la fiscalía aún no ha concluido con el juicio. —Ambos se contemplaron fijamente, siendo Edward quien bajara un poco la mirada, posando sus ojos en los labios ajenos, deseando lo mismo que deseaba Christian, repetir aquel primer beso, pero no era ni el momento ni las circunstancias idóneas para ello, apartándose del tímido estudiante de psicología, incorporándose de su inclinada postura sin dejar de verle—. Esperaré tu llamada, Edward. —El chico asintió—. Que la pases muy bien en compañía de tu familia.
—Igual para ti, Christian. —El vampiro no pudo verle nuevamente a la cara, temiendo arrojársele encima y no querer abandonarle por más impropia que le pareciera aquella reacción de su parte.
—¿Taylor? —El magnate llamó la atención de su guardaespaldas, quien giró raudo la cabeza, incorporándose de su distendida postura sobre el maletero—. Puedes llevarte a Edward… sus hermanos le deben estar esperando. —Le hizo una señal con la mano a aquel hombre, intentando recordarle lo que le había exigido que investigara, consiguiendo la afirmación de Taylor, quien se introdujo rápidamente en el interior del auto, encendiendo el lujoso vehículo, mientras Christian se apartó lentamente de ellos, sin dejar de contemplar el cabizbajo rostro de Edward, deseando saber que pensaba al respecto de todo esto, porque él mismo no sabía qué hacer y a quien acudir para desahogarse, pues no podía hablarlo con su familia y mucho menos con su psicólogo, ya que era precisamente él, el causante de todos sus males.
Se encaminó hacia el ascensor, introduciéndose con total parsimonia en el artefacto mecánico después de haber pulsado el botón que lo hizo descender, subiendo hasta el pent-house sin dejar de rememorar aquel beso, acariciando sus labios una y otra vez con los ojos cerrados sin poder controlar su creciente taquicardia, saliendo del ascensor justo cuando su teléfono celular le notificó la llegada de un mensaje instantáneo, el cual era de su mejor amiga, leyéndole a continuación.
[Edward me ha pedido que te escriba, siente que necesitas a alguien para desahógate… si es así te espero en mi casa para que hablemos, sabes que eres muy importante para mí, Christian y al parecer también lo eres para el muchacho]
Aquello no solo sorprendió a Christian, lo llenó de una dicha que no lograba describir al percatarse de como su sumiso parecía leerlo como un libro abierto, sin querer asumir que el chico en realidad tenía el don de leer su mente, atribuyéndole sus conclusiones al semblante meditabundo y reflexivo que de seguro dejó entrever en su pálido y compungido rostro.
“¿Qué voy a hacer de ahora en adelante contigo, Edward?” Pensó con una amplia sonrisa, al ver la preocupación del muchacho a pesar de que él también debía estar necesitando de un hombro en donde llorar y un par de oídos que le escucharan y le aconsejaran, pensando primero en el bienestar de su paciente, el cual comenzó a responderle a su amiga, aceptando su invitación a verse sin poder dejar de sonreír como idiota.
 
Notas finales:

Gracias a todos los que se han tomado su tiempo para comentarme.

Para quienes me han preguntado sobre mi usuario en Wattpad es: @ErickMartinez244

Allí socializo más con los usuarios, subo imágenes y estoy más al pendiente.

Justo para este capítulo subi un montaje del beso entre Christian y Edward.

Saludos y espero que les guste este tanto como los demás.

NOTA: Quería saber si les gustaría que anexara personajes de otras series o películas vampiricas, ya que tengo varias ideas para eso... espero sus comentarios.


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