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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Debut y despedida
 A la mañana siguiente del fatídico día de la ruptura entre Edward y Christian, Jasper había decidido ir a hacer sus compras para el viaje, sintiendo cierta mezcolanza al hacerlas solo, ya que si no era Alice quien solía ayudarle a escoger sus atuendos de viaje, era Rosalie la que lo asesorara sobre lo que debía comprar para cierto tipo de viaje según el lugar, sintiéndose un poco perdido a la hora de escoger un atuendo adecuado para arribar a la majestuosa ciudad de Londres, ya que Ports Angels no era precisamente la capital mundial de la moda europea.
“Todo es tan burdo en este lugar” Pensó al ver los suéter y las chaquetas que vendían en dicha tienda, rebuscando entre las diversas variantes de tonalidades en color café, arena y marrón, sin saber a ciencia cierta que llevar.
—¿Puedo ayudarle en algo, caballero? —preguntó una de las amables jóvenes que atendían la tienda, acercándose coquetamente hacía él, ofreciéndole su total ayuda mientras lo devoraba con la mirada.
—Aammm… sí, vera… estoy a punto de viajar a Londres y siento que no tengo suficiente ropa de invierno. —La encantada mujer comenzó a sacar varias chaquetas, juntándolas con algunas camisas y diversas bufandas, creándole un variopinto de opciones que agradaron bastante al vampiro.
—Este me gusta. —Señaló la chaqueta color arena, la cual en conjunto con una camisa negra y una bufanda con ambos colores, parecían ser la ganadora entre tantas—. Me lo llevo. —La mujer asintió mostrándole varios pantalones que podía usar a juego, escuchándole decir a otra de las vendedoras en un tono de voz odioso y despectivo.
—Señorita, le voy a pedir amablemente que se retire o tendré que llamar al guardia que está en la puerta para que la saque. —A lo que la Joven a la que pretendían sacar, respondió muy groseramente.
—Que se atreva la bola de manteca esa, a ponerme sus asquerosas manos encima. —Aquella voz era conocida para el vampiro, volteando para ver el malhumorado rostro de Leah, encarando a la educada vendedora—. Este es un lugar público y yo simplemente estoy viendo. —Le dio una rápida mirada por el rabillo del ojo a Jasper, el cual negó con la cabeza.
“No puede ser” —Pensó en que a lo mejor la descarada lobita lo había estado siguiendo, observándole desde una distancia considerable hasta llegar a uno de los pocos lugares de clase que tenía la ciudad aledaña a Forks.
—Señorita por favor… le estoy pidiendo amablemente que se retire. —Le exigió nuevamente la chica, recibiendo de parte de Leah un empujón, al sentir como la había aferrado del brazo.
—Tú a mí no me tocas, percusia. —Por supuesto Jasper permaneció al margen de todo aquel embrollo, percatándose por medio de uno de los espejos como el regordete guardia de seguridad comenzó a acercársele, escuchándole decir a Leah—. Vengo con él. —Todos voltearon a ver a Jasper, el cual suspiró para controlar su lado odioso y cruel, volteando a verle—. Diles Jasper… diles que ando contigo. —Tanto las dos vendedoras así como el guardia de seguridad esperaron la respuesta del serio y elegante caballero, lo cual por supuesto no se hizo esperar.
—Lo siento… ¿Te conozco? —Leah lo miró con los ojos inyectados en odio, apartándose tanto de la vendedora, así como del guardia, sacudiendo sus manos, intentando quitarse de encima las de ellos.
—Eres un maldito. —Espetó Leah, tomando la ropa guindada en los aparadores, arrojándoselas a quienes pretendían sacarla de la tienda, ya que aunque ella podía defenderse, tenía terminantemente prohibido lastimar a los lugareños y menos por estupideces como esas.
—¡Oh, sí!... Leah… ¿Cierto? —Alegó Jasper girando sobre sus pies, observando por demás divertido la escena—. Claro… la hija de Sue… la mujer que suele limpiar mi lujosa mansión. —Leah abrió la boca en un gesto de asombro, al escuchar como el muy desgraciado había llamado sirvienta a su madre—. Sí, sí… la conozco, pero no viene conmigo. —Aquello fue la gota que derramó el vaso de la poca paciencia de la joven Clearwater, arrojándole al vampiro una caja de zapatos a la cabeza, al momento de darle la espada a la ofuscada chica con toda la intención de seguir con su ardua labor de adquirir lo necesario para el viaje.
—Eres un hijo de perra. —Jasper volteó a verla de mala gana, sobándose la cabeza, más por simple actuación delante de los mortales, que por dolor auténtico.
—Señorita le voy a pedir que se retire, por favor. —Leah comenzó a hacer una pataleta delante de todos, sin la más mínima intención de retirarse, alegando que no podían tratarla de aquel modo tan solo por no poseer dinero para comprar, siendo Jasper quien hablara.
—A lo mejor si te calmas y dejas de comportarte como una neurótica pata en el suelo; dejen que te quedes. —Jasper miró al guardia y luego a la empleada que intentaba sacarla, pidiéndoles amablemente—. Tranquilos, yo me encargo. —Se acercó a la hermosa vendedora, entregándole discretamente un bajo de billetes, susurrándole al oído—. Lamento las molestias causadas… es una chica problemática, me da pena con su pobre madre… ¿Puedes hacerte cargo del destrozo? —La mujer observó la paca de dinero que el vampiro le había entregado, asintiendo coquetamente a sus exigencias—. Te lo agradezco mucho, guapa. —Le guiñó un ojo, lo que por supuesto hizo palpitar el corazón de la deslumbrada muchacha, la cual comenzó a recoger el destrozo que Leah había ocasionado.
—Señor. —Llamó la otra vendedora, la cual le había estado ayudando a escoger los atuendos adecuados, acotando en voz baja—. Se nota que usted es un caballero muy amable y el tener que soportar este bochorno ante el aprecio que le tiene a su sirvienta es admirable. —Jasper intentó no reír ante aquello, sintiendo la rabia que emanaba del cuerpo de Leah, la cual parecía estar a punto de transformarse—. Pero porque no le pide a la chica que espere afuera ya que… —Leah le interrumpió.
—Mi madre no es su maldita sirvienta y ese infeliz no es caballero nada, no es más que un desgraciado hijo de… —Jasper se apartó lo más rápido que pudo de la aterrada chica, la cual no podía creer que una mujer pudiese llegar a ser tan vulgar como Leah.
—¿Quieres callarte de una buena vez, maldición? —Exigió, apretando con fuerza la boca de la malhumorada mujer, infundiendo su don sobre ella—. Estoy intentando ayudarte. —Soltó su cara, apartándose de ella—. Mírate… —Señaló su atuendo, lo cual consistía en un Jean recortado a la altura de las rodillas, completamente deshilachado y una franelilla sin mangas, en la cual se podía apreciar que no llevaba brazier—. Pareces alguien que está pidiendo limosnas, ¿acaso no tienes algo más presentable en tu closet? —Leah se cruzó de brazos, mirándole con el ceño fruncido.
—Lo lamento mucho su Majestad. —Hizo una pintoresca y por demás exagerada reverencia, descruzando y volviendo a cruzar los brazos—. No sabía que debía vestirme de gala para entrar a esta porquería de tienda. —Jasper volteó a ver a la amable vendedora, sonriéndole seductoramente, alzando una de sus cejas, dándole a entender que la chica era todo un desastre y que era cuestión de tener paciencia y saber entenderla, cuando en realidad deseaba tomarla de los cabellos y sacarla él mismo del establecimiento.
—No hay que ser estudiado para imaginarse que con semejantes fachas no te iban a permitir entrar… pareces una delincuente. —Leah tomó una blusa, una falda y un par de zapatos, introduciéndose en uno de los probadores, cambiándose ante los ojos atónitos de ambas vendedoras.
—Disculpa… —la educada joven pretendió exigirle la devolución del atuendo que había escogido al azar, pero Jasper se lo prohibió, notificándole que él se haría cargo de costear el valor de las tres prendas—. Es usted en verdad muy caballeroso. —Jasper no hizo el mayor gesto pero Leah soltó una risotada desde el interior del probador, arrojando su ropa vieja hacía afuera, llamando la atención de varios compradores, los cuales parecían estar abochornados con el comportamiento de la primitiva chica.
—Eso crees tú, “está niña”. —La Joven se sintió ofendida ante el modo en que la había llamado—. Ese no es más que un hijo del coño de su madre… —Siguió arrojando su ropa vieja al exterior del probador, atinándole un zapatazo en la ingle al vampiro, el cual no lo vio venir, simulando dolor, aunque con la fuerza con la que la malhumorada muchacha lo había lanzado, Jasper pudo sentir el certero golpe en su entrepierna.
—Discúlpenla, por favor… Desde que me conoció no hace más que acosarme… está enamorada de mí y yo… —Leah le interrumpió al salir del probador, mostrando su nuevo atuendo.
—Yo no estoy enamorada de ti, estúpido… solo te uso para follar. —Todas las mujeres de la tienda cubrieron sus bocas ante semejante acotación—. ¡Ay por favor!... No sé hagan las dignas. —Señaló a la joven que atendía a Jasper—. Tú tienes cara de que te lo tragas con todo y bolas. —Mientras que las mujeres se sintieron ofendidas, los dos hombres que se encontraban en la tienda, incluyendo a Jasper no pudieron ocultar sus risas, recibiendo carterazos por parte de sus parejas, mientras que el por demás divertido, y al mismo tiempo avergonzado vampiro, cubrió su rostro con una de las prendas a adquirir—. Tú pareces ser de las que le dice al amante: “Échamelo aquí” —perjuró a una de las clientas señalando su escote, haciendo alusión a que a la chica le gustaba que le acabarán en los senos—. Y tú… —Señaló a la otra vendedora, la cual había pretendido sacarla de la tienda—. De seguro te gusta la doble penetración y el que te den duro por… —Jasper no la dejó concluir sus groseras e injuriosas acusaciones, cubriéndole nuevamente la boca, exigiéndole al oído y en voz baja.
—Por los cuernos del diablo… ¿Qué demonios te sucede?... ¿Quieres callarte de una maldita vez?... te estás poniendo en ridículo y me dejas en ridículo a mí… Sí lo que querías era mi atención, aquí me tienes. —La soltó, abriendo sus brazos de un lado a otro.
—Quiero lo que tuve de ti esa noche, Jasper. —El vampiro no pudo creer que la chica que lo había estado menospreciando y agrediendo cada vez que el vampiro se metía con los lobos, ahora pretendía tener un segundo encuentro sexual con él, percibiendo todo el deseo carnal que emanaba de ella, hacía él.
—¿A que está jugando?
—A nada… solo quiero follar contigo… ¿Eso que tiene de malo? —El vampiro estudió detenidamente cada uno de sus gestos, intentando percibir sus sentimientos más ocultos, mientras la hermosa chica se acomodaba la ropa que había escogido, admirándose en el espejo—. Me veo linda y deseable… ¿No crees? —Jasper observó cada centímetro de su aceitunado cuerpo, sus largas piernas, sus redondos y saltarines senos y aquel trasero duro y esculpido por los mismos dioses indios, o eso creyó Jasper, pero lo que él no sabía era que los Quileutes creían en espíritus ancestrales y no en dioses.
—De hecho, esa falda no te combina con esa blusa, y los zapatos… —Intentó acotar la vendedora, pero Leah dejó que su lado más odioso y visceral hiciera acto de presencia, insultando a la chica, mientras Jasper intentaba adivinar los verdaderos sentimientos de la primitiva muchacha.
—¡Ya basta Leah! —Le exigió Jasper, mientras negaba con la cabeza, autoconvenciéndose de que aquella joven no era para nada lo que su corazón y sus más fervientes deseos habían estado esperando. “Eres demasiado burda para mí” —Pensó sacudiéndola para que se controlara, recibiendo de parte de la indomable mujer un zarpazo en la mejilla que le hizo voltear bruscamente la cara.
—Tú a mí no me dices que hacer, maldito estúpido… —Jasper volteó a verla con la mano sobre la mejilla que había recibido el impacto, la cual aunque no dolía, palpitaba ante la inesperada bofetada— …Vine hasta acá única y exclusivamente para invitarte a follar pero si tú precoz hombría no quiere, pues me largo. —Jasper abrió sus hermosos y ambarinos ojos ante lo de precoz, espetándole a continuación.
—¡Oye… mi hombría no es precoz!
—Duraste solo quince minutos, pelos de elote. —Gritó Leah caminando hacia la salida de la tienda, apartando a una de las empleadas con un empujón que terminó sentándola de culo en el suelo.
—No fueron solo quince minutos Leah… fueron exactamente… —Miró a su alrededor al ver como todas las miradas se encontraban enfocadas sobre él— …Aamm… Puedes preguntarle a mi esposa, ya que yo Jamás estaría con una mujer como tú. —Leah detuvo su rápido caminar, mostrándole el dedo medio a modo de grosería, acotando a continuación.
—Tú no tienes esposa, y tampoco amante… ambas te dejaron y ya imagino porque… —Actuó el momento en el que el vampiro había alcanzado el orgasmo, poniendo los ojos en blanco, temblando como convulso—. En la forma en la que acabas y lo rápido que lo haces, les debes hacer sentir asco… pareces epiléptico a punto de sufrir un ataque. —Salió de la tienda azotando la puerta, dejándolos a todos pasmados.
—Aammm… es una loca. —Alegó Jasper a su favor, al ver cada una de las acusadoras miradas sobre él—. Inventa cosas como esas solo porque no le prestó atención. —Sacó su cartera intentando hacerse el superado, pero la realidad era que la rabia se lo estaba carcomiendo por dentro—. Tenga… cóbrese. —Le exigió a la joven cajera, la cual no dejó de cuchichear sobre el bochornoso incidente con la vendedora, haciendo sentir cada vez peor al vampiro.
—Tenga señor… gracias por su compra y espero que vuelva muy pronto junto a su esposa. —Aquello había sido la gota que derramó el vaso de su corta paciencia, infundiendo su don sobre todos los que le rodeaban, consiguiendo un masivo ataque de depresión, dejando a aquel manojo de entrometidos deseando morir, llorando sin control alguno, mientras él abandonaba la tienda con las manos llenas de paquetes, deteniéndose al ver como Garrett y Leah conversaban de lo lindo recostados de su auto
—A duras penas te reconocí, Pocahontas… estás muy linda. —Leah no pudo evitar reír ante sus ocurrencias, mientras el policía maniobraba la bolsa que traía consigo de una mano a la otra—. Y no es que no seas linda, pero hay que admitir que unos Jeans rotos y una camiseta no es algo digno de una dama. —Soltó, fingiendo una voz afeminada, tipo diseñador de modas profesional—. Solo te falta una manicura, una pedicura y un estilista y estas lista para conquistar al mundo. —Jasper alzó una de sus cejas en un gesto irónico, deseando decirles que aunque la mona se vistiera de seda mona se quedaría, prefiriendo ignorarlos a ambos, introduciendo los paquetes en el auto.
—Gracias querido… lamentablemente no tengo dinero para eso. —Garrett observó al ex soldado, sonriendo con socarronería.
—Pues a lo mejor John Smith termine de vestir a su Pocahontas… —Jasper le interrumpió, espetándole de mala gana.
—Ella no es mi Pocahontas y yo no soy su John Smith, deje la telenovela que no le luce Teniente Hampshire. —Garrett rió ante lo formal que solía ser siempre el mayor Whitlock para con su persona.
—Pero mírense… si son igualitos. —Leah sonrió, mientras que a Jasper se lo estaba llevando el diablo—. Ella una India y usted el ilustre soldado, rubio, apuesto y elegante. —Tanto la chica como el policía rieron, siendo Jasper el único en permanecer serio y con cara de asesino serial—. ¡Oh vamos Mayor Whitlock!... no se haga el duro que bien tuvo su encuentro furtivo y salvaje con la hermosa amazona. —Señaló a Leah—. Ella es de las chicas que rompen nueces con la cuca… ¿Cierto? —La chica soltó una risotada ante la desfachatez del policía, asintiendo a sus palabras—. Y usted parece ser un hombre con deseos muy salvajes… mire que de pasar a ser el esposo de una pervertida shippeadora, para luego convertirse en el amante de una come hombres como Rosalie, para terminar con una fiera salvaje como Leah, me hace pensar que usted es un hombre de gustos extremos.
—Se juntó el descaro con la desfachatez. —Tanto Garrett como Leah comenzaron a acusarse el uno al otro de quien era más descarado, mientras Jasper bufó por la nariz al darse cuenta de que solo pretendían mamarle gallo, introduciéndose raudo en su auto, encendiéndole para marcharse, pero justo en aquel momento Garrett abrió la puerta del copiloto, incitando a Leah a entrar en el costoso vehículo—. No… fuera… no voy a dejar que… —Pero Leah no le permitió culminar su reticencia a llevarla consigo, plasmando un apasionado beso en los serios labios del vampiro, el cual por más que intentó negarse, no pudo ocultar el hambre que sentía por aquella desinhibida boca femenina.
—Aaww… que tiernos… —Cortó Garrett el apasionado momento entre la loba y el odioso vampiro, el cual simplemente suspiró, limpiándose el labial color cerezo que Leah parecía haber hurtado de la tienda, ya que en ningún momento la había visto maquillada y tampoco traía bolso—. Tenga teniente. —Abrió la bolsa que el traía entre sus manos, extrayendo de esta uno de los paqueticos de prótesis dental que solía comprar, obsequiándole uno.
—¿Y esto que es? —preguntó un poco molesto el vampiro.
—Eso es para que cuando bese los labios vaginales de la lobita no vaya a terminar arrancándoselos… mire que yo sé que sabe a cebiche pero esa cosa no es comestible. —Lean estaba comenzando a apreciar bastante a Garrett, riendo y agradeciéndole su total y desvergonzada ayuda, mientras que el rostro de Jasper mostró la vergüenza que parecía estar carcomiéndole las entrañas, bajando la cabeza y dirigiendo la mirada a otro lado.
—No creo necesitar eso, teniente… yo… —Jasper pretendió negarse, pero Leah ya había tomado el paquete agradeciéndole el regalo.
—Ya tengo cupones de descuento con la empresa que crea estos productos. —Se incorporó de su inclinada postura, palmeando el techo del auto—. Diviértanse… yo voy a ver que consigo en esta tienda. —Señaló el lugar donde Jasper había comprado—. Tengo una cita el domingo y quiero estar presentable. —Y mientras el teniente se encaminó hacía la lujosa y costosa tienda, Jasper arrancó el auto a toda velocidad, deteniéndose en el cruce de doble vía, preguntándole a Leah.
—¿Dónde te dejo? —A lo que la chica respondió, sacudiendo la prótesis dental frente al serio rostro de Jasper.
—Hacia la derecha hay un motel que es muy poco concurrido, podríamos ir y…
—No fornicaré contigo, Leah… me humillantes en aquella tienda y no conforme con eso, me dejas delante de Garrett como un…
—¡Ay ya bájale dos a tu arrogancia, soldadito!... tú también me humillaste y no ando haciendo un berrinche por eso. —Jasper espetó que él no tenía la culpa de su escaso amor propio—. De qué sirve el amor propio cuando de igual modo todo el mundo se cagan sobre ti. —Leah bajó la mirada, cruzándose de brazos—. El que por lo menos tenga un momento placentero en mi vida después de tanta mierda, significa mucho para mí. —Jasper la observó detenidamente y pudo percibir un inmenso dolor en su interior, cargado de un poco de aprecio hacía su persona.
—¿Y porque yo?... tú me odias, yo te odio y nuestras familias se desprecian, así que no comprendo ahora tu fijación hacía mí. —Leah lo señaló.
—Es justamente por eso, somos las ovejas negras de nuestras familias y quiero cagarme sobre sus malditas reglas, odios ancestrales y su puta moralidad. —Jasper se lo pensó por unos segundos, dándole en cierto modo la razón a Leah, aunque él deseaba marcharse en buen término con su familia adoptiva.
—Bueno… fornicaremos. —Jasper echó a andar el auto hacia el motel, sintiendo como el corazón de la chica comenzó a latir aceleradamente—. Pero será la última vez, Leah. —Y mientras ella pensaba en el modo de hacerlo cambiar de parecer, el vampiro ya tenía en su poder los boletos de avión, prefiriendo no decirle nada de su partida y que se diera cuenta de su ausencia cuando el ya no estuviera en Forks.
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Grace seguía sin poder creer que su hijo hubiese tenido un desliz con el joven estudiante de psicología. Por más que estuvo interrogando a Taylor no pudo comprender como Christian había caído en aquel romance homosexual, paseándose de un lado a otro frente a la cama del hospital, en la que reposaba el inerte cuerpo del magnate, al cual tuvieron que mantener sedado y atado de pies y manos, ante los diversos ataques de pánico que le daban.
“Espero que logres olvidar todo esto mi pequeño Christian… Entre la doble personalidad de tu padre, las excentricidades de Mía y tu romance gay estamos pendiendo de un hilo entre la alta sociedad de Seattle” —A Grace le preocupaba enormemente su familia, pero no podía dejar de pensar en el que dirán, rogando porque nada de lo que estaba pasando saliera a la luz pública.
—Buenas noches. —Se escuchó desde la puerta del privilegiado cuarto del magnate, logrando que Grace se volteara, observando a los recién llegados.
—¡Buenas!... —Saludó con recelo la elegante y sería mujer—. ¿Ustedes quiénes son? —preguntó ella con cierta desconfianza, observando al médico y al enfermero apostados en la puerta.
—Soy el psicólogo de turno, señora Grace. —Acotó el supuesto galeno, introduciéndose en la semi-obscura y confortable recama, tomando el historial médico de Christian, el cual reposaba al pie de la cama—. El doctor Flynn me pidió que viniera a ver a su paciente, ya que él se encuentra un tanto indispuesto. —Grace le observó sin poder creer en sus palabras, ya que el psicólogo personal de la familia le había prometido ir lo más pronto posible al hospital, sin informarle en ningún momento que enviaría a alguien más.
—Flynn jamás me informó sobre esto. —Buscó su costoso bolso, extrayendo de él su celular—. Lo llamaré. —El médico observó al enfermero que le acompañaba, incitándole a actuar antes de que fuesen descubiertos, logrando que el veloz asistente le arrebatara el celular—. ¡Cómo se atreve!... devuélvame mi teléfono… ¿Quiénes son ustedes?... llamaré a seguridad. —Pero antes de que la alterada mujer pudiese gritar, el médico le había aferrado el rostro con ambas manos, creando contacto visual entre él y la mujer, susurrándole en voz baja y seductora.
—No llamaras a nadie, Grace… Flynn te llamó y te notificó que no iba a poder venir. —Mientras el vampiro le lavaba el cerebro a la paralizada dama, el supuesto enfermero se asomó al pasillo, corroborado que nadie la hubiese escuchado—. Ahora, nos dejaras a solas con Christian mientras tú vas a tomarte un café. —Soltó a la hipnotizada fémina, la cual parpadeó un par de veces, procesando la información que el poderoso vampiro había insertado en su subconsciente, asintiendo a sus órdenes como una autómata, saliendo de la habitación hospitalaria rumbo a la cafetería, después de que el enfermero le devolviera su celular.
—Cuando te miré a ti y luego a ella no era para que le arrebataras el aparato como un vulgar ladrón, Al… sino para que intentaras controlarle. —Espetó de mala gana el falso galeno.
—Lo siento mucho mi señor, Niklaus… pensé que usted quería que la detuviera. —Se disculpó Alistar.
—Y así es, Al… pero con inteligencia. —Se tocó las cienes—. ¡En fin!... No tenemos mucho tiempo. —Se acercó silenciosamente hacía donde Christian dormía plácidamente, sentándose a orillas de la camilla—. Mírate, Christian… creyéndote el amo del universo y no eres más que una más de mis piezas de ajedrez. —Alistar observó a su señor desde la puerta, a la espera de cualquier intromisión, aunque Ethan había hecho lo suyo con Kate y Elliot, quienes habían ido a cenar con el apuesto licántropo, alejándolos del hospital por órdenes de Klaus, mientras Alistair había sedado a Carrick, siendo Grace la única en no querer alejarse de su hijo, teniendo que dejar a Mía en casa, ya que la atolondrada chica, se quebraba emocionalmente cada vez que veía a su hermano en aquel estado—. Te quité el único puente a tierra, Grey. —Pensó en Elena, a la cual le había concedido el privilegio de ser la nueva ama y señora de Volterra, con la única intención de alejarla de Christian—. Sabía que no ibas a soportar la verdad de lo que Edward era y solo era cuestión de tiempo para que todas las piezas de mi rompecabezas encajaran en su puesto por si solas. —Sonrió con malicia.
—¿Señor? —Interrumpió Alistair el momento de total deleite de su amo, notificándole a continuación—. Alguien se acerca. —Klaus rodó los ojos de mala gana.
—Pues haz algo, Al… no te traje hasta acá para que estés interrumpiendo mi momento triunfal y mucho menos para que metas la pata a cada rato… ve, ve… —Sacudió la mano, incitando al vampiro europeo a hacer su trabajo, prosiguiendo con su monólogo, ya que el magnate se encontraba inconsciente—. Podría matarte ahora mismo a ti y a toda tu familia, pero eso ¿de qué me serviría? —Negó con la cabeza—. No, no, mi querido Christ… quiero diversión. —Volvió a sonreír con total malicia—. Quiero ver como tu enorme imperio empresarial, se derrumba como una torre de naipes. —Realizó la pantomima de piezas desplomándose sobre él—. Y los Kavanagh van a ayudarme a que eso suceda. —Como bien había dicho Garrett, Klaus Mikaelson jamás daba una puntada sin hilo, maquinando cada una de sus jugadas con un sinfín de propósitos, entre los cuales destacaban su satisfacción personal, su deleite sádico y el enorme deseo de crear caos en donde todo podría llegar a ser próspero y perfecto.
—¿Señor?... me deshice del médico que venía para acá, pero le escuché decir a la enferma de turno que vendría a cambiarle la bolsa de suero al señor Grey. —Niklaus puso los ojos en blanco nuevamente, fulminando a su lacayo con la mirada. 
—Pues ve y usa tus encantos, Alistair… aún no he terminado. —El torpe vampiro asintió, saliendo nuevamente de la habitación, dejando una vez más a solas a su amo junto al magnate—. Mmm… veamos. —Se incorporó de su relajada postura, paseándose frente a la cama, pensando que hacer con Christian—. Sería divertido ver cómo vas enloqueciendo poco a poco hasta quebrarte por completo, pero no… —Negó con la cabeza—. Eso sería muy tardío y ya quiero jugar contigo al índice bursátil. —Rió como niño deseoso esperando a que le sirvieran un enorme tarro de helado con sus sabores favoritos… caos, muerte y destrucción—. Ya sé… haré algo que te desestabilizará emocionalmente pero que al mismo tiempo lastimará a tu otro cable a tierra. —Pensó en Edward, tomando nuevamente asiento junto al inconsciente hombre, acercando sus labios al oído derecho del magnate, susurrándole con voz seductora.
—Despierta… Christian. —El magnate abrió sus ojos, observando un punto muerto en el techo—. Mírame. —El inanimado hombre posó sus inexpresivos ojos sobre Klaus, dejando que el autoproclamado rey de ambas razas, creara una conexión mental entre Christian y él—. Vas a olvidar a los Cullen… harás de cuenta que jamás existieron en tu vida, pero sentirás un vacío tan grande que intentaras llenarlo con infructíferas relaciones. —Klaus pudo escuchar los pasos de la enfermera acercándose junto a Alistair, quien intentaba detenerla sin levantar sospechas—. Sentirás miedo, de algo que no recordarás y tus noches serán atacadas por aterradoras pesadillas, las cuales te atormentaran por el resto de tu vida. —Sonrió con socarronería, chasqueando sus dedos, ordenándole que volviera a dormir, incorporándose de la cama para dejar el historial médico del paciente en su sitio, justo cuando la joven enfermera y Alistair, entraron al cuarto.
—Ya déjame hacer mi trabajo… no sé quién seas, pero debo cambiarle el suero al paciente. —Klaus contempló como la joven se detuvo en la puerta, al verle parado frente a la cama, preguntándole quien era.
—Soy tu hado padrino. —Sonrió con aquella típica sonrisa suya, maliciosa y mordaz, la cual dictaminaba una nueva jugarreta por parte del malvado vampiro, el cual entró raudo en su mente al verla directo a los ojos, ordenándole a continuación—. Después de quitarle la vía endovenosa al paciente y no reponer una nueva, fornicaras con Alistair en una de las habitaciones aledañas, hasta que mi querido sabueso no solo sacie su hambre carnal sino su sed de sangre contigo, desechándote con un simple envoltorio.
—¿Señor?... pero yo no quiero. —Klaus rompió el contacto visual con la hipnotizada muchacha, la cual fue a quitarle la vía que alimentaba el débil cuerpo de Christian, dejándolo a su suerte.
—Tú harás lo que yo te diga… Al… no me obligues a usar mi don, contigo. —Alistair bajó la cara, asintiendo a sus órdenes—. Y como sé que eres el fiel amigo del desleal de Garrett, dejaré que seas tú, quien le informe de lo ocurrido, así seguirá confiando en su amigo del alma y antiguo compañero nómada. —Palmeó su hombro, dejando a la joven y a Alistair a solas, bajando por el ascensor principal, topándose de frente con Taylor, el cual por supuesto no sabía de quien se trataba.
—Buenas noches. —Saludó el fiel guardaespaldas, permitiéndole al caballero salir del artefacto mecánico, ocupándolo luego de que el vampiro descendiera de él.
—Una estupenda noche, sin duda. —Taylor pulsó el botón que lo llevaría al piso donde su jefe comenzó a descompensarse, al no tener los nutrientes de la solución salina que le estaban suministrando para mantenerlo estable y con vida, ya que no se estaba alimentando—. Y sería aún mejor si en la primera plana del diario de mañana, apareciera tú rostro. —Klaus quiso divertirse un poco más, entrando en los pensamientos de Jason, ordenándole mentalmente—. “Intentarás ahorcar a tu jefe, no lo matarás, solo tratarás de hacerlo hasta que alguien más te encuentre y confesarás públicamente tu crimen” —La puerta del ascensor se cerró lentamente, rompiendo la conexión tanto visual como mental entre ambos hombres, dejando al malévolo inmortal con una entera satisfacción de seguridad ante la orden dada, pero lo que él híbrido no sabía era que un hombre tan fiel como Jason Taylor, poseía sobre sí un escudo impenetrable llamado lealtad, el cual lo hizo inmune al don mental de Klaus, pulsando una y otra vez el botón del piso al que deseaba llegar, mientras intentaba contactarse por medio del intercomunicador con Sawyer, al que había dejado al cuidado del magnate, temiendo lo peor.
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En la casa de los Cullen no paraban de suscitarse disputas, siendo está vez la de Jacob y Bella una de ellas.
—No puedo creer que esa cuerda de vejestorios pretendan apartarme de mis hijos. —Jacob bufó por la nariz ante las groseras palabras de Bella para con los ancianos del Consejo, sin tan siquiera permitirle al beta de la manada, explicarse del todo.
—Es justamente esa actitud tuya la que no los tiene muy convencidos de que seas la más idónea para criar a los niños. —Leila… quien era la mediadora en aquella disputa, se interpuso entre su imprima y su mejor amiga después de Bree, al ver como la ex de su futuro esposo pretendía arrojarle el espantoso perchero antiguo que Esme se empeñaba en mantener en la casa, y el cual Emmett no le había podido romper en la cabeza a Jasper.
—Pero como quieres que reaccione ante un montón de sacos de estiércol que jamás han tenido en su vientre una vida humana. —Jacob trató de apartar a Leila de su camino y así poder enfrentar a Bella, mientras Emmett observaba todo aquel conflicto desde la segunda planta cuidando a su hermano Edward, el cual ya se había logrado escapar un par de veces, intentando buscar pelea entre él y los Quileutes, sin éxito alguno—. Yo tuve dentro de mí a esos bebés, Jacob… yo… no ellos.
—Y eso lo sé, Bella… pero necesito que tú te presentes ante el Consejo y les hagas ver que eres apta para cuidar a mis hijos. —Bella saltó sobre Leila, cayendo detrás de Jacob, comenzando a estrangularlo con el perchero.
—Yo no tengo porque demostrarle a un montón de indios que soy digna de cuidar a mis propios hijos, Jacob. —Leila intentó quitarle a Bella de encima sin éxito alguno, mientras Emmett observaba toda la escena de lo más entretenido.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó Esme saliendo del cuarto de baño de la planta baja, con ambos bebés recién bañados, envueltos entre un par de toallas.
—Bella intenta hacerle entender a la bestia que ella no va a ir a mamarles sus ancestrales vergas a los viejos de la reservación, para que le permitan criar a sus retoños. —Esme miró de mala gana a su soez hijo, siendo Carlisle quien sonriera ante aquello, mientras bajaba las escaleras después de haber logrado que Edward se durmiera, saliendo de la recamara al escuchar la disputa.
—Gracias por esa peculiar explicación de lo acontecido, Emmett. —El atolondrado vampiro alzó su pulgar hacía Carlisle, mientras Esme se acercó a la pelea, exigiéndole a Bella soltar su amado perchero antiguo.
—No voy a soltarlo hasta que este idiota asuma que no necesito comparecer ante un montón de fósiles que creen tener el poder de dictaminar si soy o no la madre perfecta para ellos. —Esme le exigió a Leila que se apartara y tomara en sus brazos a ambos infantes, notificándole a Bella.
—Es tu derecho por naturaleza, querida… suelta a Jacob, por favor. —Justo cuando Leila tomó a los niños, Bella soltó bruscamente a Jacob, haciéndole caer al suelo—. Entrégame el perchero. —Exigió la molesta mujer, arrebatándoselo de las manos—. Todos sentados. —Señaló con el antiguo armatoste los sofás de la sala, en donde Leila ya había tomado asiento, terminado de secar a ambos infantes—. Primero que nada quiero que te quede claro una cosa, Jacob. —El aludido suspiró, esperando la acotación de la vampiresa—. Una madre es irremplazable aunque el estado le otorgue a cualquier huérfano una familia sustituta… es un vínculo que nadie puede entender y mucho menos un hombre. —Suspiró, tratando de defenderse.
—Pero Esme, si yo no quiero apartar a Bella de sus hijos… solo quiero que…
—…Que vaya a llevarles un Pie de limón a los del Consejo con un vestido rosa y cabellos perfectamente rizados, pero yo no soy mujer de cocinar, Jacob y mucho menos de pretender hacerme la ama de casa del año. —Miró a Esme, la cual la observó, cruzada de brazos, ya que la vampiresa era bastante parecida a la definición de Bella, de la madre americana, perfecta—. Sin ánimos de ofenderte Esme, pero yo no estoy concursando para la madre del año, simplemente soy yo misma y Dios sabe que no necesito verme de un modo específico para brindarle a mis hijos todo el amor que necesitan de su madre biológica. —Gritó aquello último, observando de mala gana a su ex, siendo Leila quien tomara la palabra.
—Nadie pretende reemplazante, Bella… a lo mejor lo que quiere el señor Ateara es una simple disculpa… ¿No? —A lo que Bella espetó de mala gana.
—Pues cuando él venga a disculparse conmigo por lo que le hizo Quil a Anthony, yo le pido disculpas por sacarle los ojos a su nieto. —Por supuesto todos sabían que no era lo mismo algo que había ocurrido sin quererlo a algo intencional como lo que la vampiresa le había hecho al difunto Quileutes, el cual terminó muerto al no poder transformarse de nuevo en lobo y así salvar su vida.
—No puedes comparar lo que Quil hizo, Bella… —Una nueva disputa entre los ex esposos logró alterar a ambos niños, siendo Carlisle quien le exigiera a Leila llevarse a los gemelos, justo cuando Jasper arribó a la casa, dejando su auto en la cochera, introduciéndose en la sala desde la puerta de la cocina.
—¡Oh querido!... Qué bueno que llegas. —Lo menos que Jasper quería era acercarse a su madre adoptiva y que está se percatara del encuentro cercano del tercer tipo con Leah.
—Aammm… voy a dejar los paquetes en mi cuarto y vuelvo. —Pero Esme le quitó cada una de las bolsas que traía en las manos, dejándolas sobre el sofá.
—Tranquilo querido… desde que entraste me percaté del peculiar aroma a lobita que traes encima. —Si Jasper hubiese podido sonrojarse, su rostro hubiese pasado de pálido a amoratado en cuestión de segundos—. ¿Puedes por favor decirle a Jacob los derechos de una madre para con sus hijos? —Mientras Esme hablaba, Carlisle ya había logrado calmar a los disputantes, los cuales mantuvieron un rictus serio y sus brazos cruzados.
—Aamm… ¿Esto no puede esperar? —Esme negó con la cabeza, esperando a que recitara los derechos de los padres, resignándose a ello, si quería irse de buen término con su familia adoptiva—. Bien… —Se aclaró la garganta—. La Patria Potestad de los hijos la tienen ambos progenitores, independientemente de su situación de pareja. —Bella puso los ojos en blanco, siendo el joven Black quien alzará irónicamente una de sus cejas, mirándole de soslayo—. No se puede renunciar a la paternidad, y la madre no tiene el derecho de alejar a los niños de su padre. —Jacob aplaudió las palabras de Jasper, mientras Bella le observaba de mala gana, siendo Esme y Carlisle quienes asistieran a las palabras legales de su hijo—. La maternidad viene dada desde el parto a la madre, y aunque un juez pueda privar a cualquiera de los progenitores de la patria potestad, no podrá nunca quítale su condición de progenitora por derecho natural. —Ahora era Bella la que sonreía.
—Así que sí Isabella ha sido una buena madre, no hay ninguna ley que le obligue a ir hasta el Consejo trivial para mostrarles que es digna de cuidar a los gemelos… ¿Cierto? —Jasper alzó una de sus cejas, ante la acotación de su madre.
—El Consejo Quileute no posee autoridad alguna sobre los niños… solo los padres… así que lo que diga un montón de indígenas es irrelevante.
—Más respeto para con los míos, Loki. —Espetó Jacob, encarando a Jasper.
—El punto es… —Alzó Esme su voz por sobre la de Jacob, mirándole retadoramente— …Que no poseen argumentos legales y si “los tuyos” como tú bien los has llamado, intentan quitarle sus hijos a Bella, no habrá juez que los logré sacar de la prisión donde los voy a enviar legalmente por el resto de sus vidas… ¿Me has entendido. Jake… querido? —El pasmado joven no pudo creer que la dulce mujer que los había acogido a él y a Leila en su territorio, lo estaba amenazando en aquel tono gentil y amable, haciéndolo más terrorífico de lo que ya sonaba—. Siempre defenderé los derechos de una madre y Bella es una buena mamá, Jacob y tú como padre de esos niños deberías agradecer su entero compromiso con ellos a pesar de ser una peligrosa vampira. —El chico no dijo nada, bajando la mirada.
—Entiendo tu postura como Beta, Jacob… pero tu familia siempre estará por sobre cualquier cosa y aunque ya no son esposos, Bella es la madre de tus hijos y debes respetarle y darle el puesto que se merece. —Concluyó Carlisle.
—¿Puedo retirarme? —preguntó Jasper mirando a su padre y luego a Esme, la cual asintió a su pregunta, acercándose al apuesto ex soldado, después de tomar una de las toallas que habían quedado en el sofá, limpiándole el lápiz labial que tenía en el cuello, mostrándole la mancha color cerezo sobre la toalla.
—Claro que puedes retirarte, mi lindo… gracias por tu ayuda. —Depositó un maternal beso sobre una de sus mejillas, logrando que el incómodo vampiro mirara a todos los presentes, tomando sus cosas para subir las escaleras, escuchando lo que Emmett acotó entre dientes.
—Ten cuidado, hermano… los Clearwater suelen tener artimañas para robarte el corazón. —Jasper observó la monumental espalda de su hermano, el cual no dejó de observar hacia la planta baja, manteniendo su oído atento a cualquier ruido en el cuarto de Edward.
—Sí tú lo dices. —Concluyó el corto pero muy informativo intercambio de palabras, dándole a entender al ex soldado que Seth estaba ganándose su cariño— “Menos mal que ya me voy de esta casa, tal parece que la homosexualidad se está contagiando” —Por supuesto Jasper no era homofóbico como todos creían, simplemente no compartía aquel gusto por el mismo sexo y el ver que tanto Edward como Emmett parecían estar cambiando sus gustos, prefirió retirarse antes de que terminara en brazos de algún hombre tan solo por despecho.
—Bueno… terminada la disputa entre ustedes dos, vayan a cuidar a sus niños, ya que Leila aunque adora a esos bebitos, no es la madre y son ustedes quienes deben de velar por ellos. —Bella se incorporó rauda de su puesto sin pretensión alguna de esperar a Jacob, el cual simplemente se disculpó tanto con Esme como con Carlisle, siendo este último quien le notificara que no tenía por qué disculparse y que seguía siendo bienvenido en la casa.
—Esto de ser padres no es fácil. —Argumentó Esme, acercándose a su esposo, el cual la acogió entre sus brazos.
—Nadie dijo que sería fácil, Esme… pero aun así, no cambiaría a ninguno de mis hijos y mientras más se unan a nuestra familia, mejor. —La dulce mujer asintió, rodeando el cuello de Carlisle, depositando un apasionado y muy expresivo beso en los labios de su amado esposo, el cual no dudó en corresponder con la misma pasión con la que ella intentaba demostrarle cuanto lo amaba, siendo Emmett quien rompiera aquel amoroso momento entre los patriarca de la familia.
—¡Vayan a un hotel!... —Soltó una risotada, al ver como ambos dejaron de demostrarse su amor, para ver hacia la segunda planta, sonriendo y negando con la cabeza, ante la irreverencia de su atolondrado hijo.
—Para eso está la cabaña, querido. —Emmett silbó ante aquella acotación por parte de su madre, mientras que ambos esposos volvieron a besarse, culminando sus amapuches al escuchar el repentino arribo de Garrett, en compañía de Alistair.
—Buenas tardes, tortolos… lamento interrumpirles, pero necesito hablar contigo a solas, Carlisle. —El consternado doctor, observó cómo su mejor amigo se marchó sin tan siquiera esperar una respuesta de su parte, siendo Alistair quien argumentara a continuación.
—Te esperaremos en el claro, Carlisle. —Miró a Esme, realizándole una reverencia, después de saludarle muy educadamente, retirándose por uno de los costados de la casa, tal y como Garrett lo había hecho.
—¿Y ahora que se traman estos dos? —preguntó Emmett un tanto extrañado.
—No lo sé, Emm… pero por la cara de ese par, no son buenas noticias. —Pensó en la posibilidad de que Klaus Mikaelson estuviese involucrado en todo aquello, ya que lo que Sam le había dicho sobre el licántropo con acento francés y el que este fuese familiar de la prometida del hermano de Christian, era prueba fehaciente de que el hibrido se encontraba involucrado en todo aquello,  notificándole a su esposa que volvería lo más pronto posible para contarle lo que fuese que estuviese pasando en Seattle.
Salió de la casa por la puerta trasera y corrió a gran velocidad hacia el claro donde los Cullen solían jugar beisbol, encontrándose con ambos amigos discutiendo, escuchando lo que Garrett le reprochaba a Alistair a continuación.
—Tú debiste negarte, Al… No puedes ejecutar cada uno de los caprichos de Klaus. —Con aquella acotación Carlisle dio por sentado que el vampiro original estaba involucrado en todo aquello—. Él es solo un niño grande con una granja de hormigas, y adivina ¿quiénes son sus hormigas?
—Pues lo siento mucho, Garrett… solo tú tienes las agallas para encarar a nuestro señor.
—Tú señor, Al… es tú maldito amo, no el mío. —Espetó Garrett señalándole culposamente.
—Como sea… el punto es que ya está hecho y por lo menos agradece que vine hasta acá para notificártelo a ti y a Carlisle. —El aludido miró a Garrett y luego a Alistair, exigiendo una explicación por parte de ambos, siendo el vampiro europeo quien le contara al líder del Clan Olympic lo que Niklaus le había hecho a Christian, introduciendo a Ethan en la jugada que tenía pensado ejecutar en contra de los Grey.
—¿Por qué Niklaus está haciendo todo esto?... ¿Qué le ha hecho Christian para que quiera destruirlo de ese modo? —A lo que Garrett argumentó, deteniendo su ir y venir por el boscoso terreno, notificándole a su amigo de muy mal humor.
—Porque Klaus es un maldito enfermo que le da placer el destruir a quienes se creen dioses como Christian, demostrándoles que el único Dios existente en la tierra es él. —Carlisle suspiró como si necesitara el aire en sus pulmones analizando toda aquella situación, mientras una nueva disputa se suscitaba entre Garrett y Alistair, quienes parecían convertirse en aceite y vinagre cada vez que Klaus aparecía y destruía su buena amistad con jugarretas como las que estaba ejecutando, logrando confrontarles.
—Niklaus es solo un incomprendido, Garrett… sigo esperando a que una buena mujer aparezca en su vida y lo haga cambiar. —El policía soltó una risita irónica, acotando a continuación.
—No me hagas reír… eso jamás pasará, Al… ¿Y sabes por qué? —Alistair esperó la respuesta de la retórica pregunta, sin hacer gesto alguno—. Porque Klaus no sabe amar a nadie que no sea él mismo, por eso… así que bájate de esa maldita nube en la que vives y ayúdame a buscarle una solución a todo esto. —Mientras los tres hombres pensaban como conseguir que Klaus le devolviera sus recuerdos a Christian y desistiera de causarle daño a la familia Grey, Edward había despertado, escapándose nuevamente por la ventana de su cuarto sin que Emmett se percatara de ello.
—Lo tengo. —Acotó Garrett, sonriendo gratamente—. El fuego se combate con fuego. —Alistair puso los ojos en blanco, siendo Carlisle quien acotara a continuación.
—Eso mismo dijiste cuando teníamos el problema con Victoria, Garrett… cuantos demonios noruegos vamos a seguir trayendo. —Espetó Carlisle, refiriéndose a los Mikaelson por su descendencia noruega, aunque, según ambos súbditos, la ancestral familia se había apoderado de New Orleans.
—Tú tranquilo, Carlisle… este no es un demonio. —Garrett comenzó a buscar entre sus contactos telefónicos el número de la persona que estaba intentando localizar, siendo Alistair quien se diera cuenta de las intenciones de su amigo.
—No te atrevas, Garrett… si mi señor Niklaus sabe que fuiste tú quien llamó a su… —Alistair contempló el pasmado rostro de Garrett observar un punto fijo en la distancia, consiguiendo que tanto el vampiro europeo así como Carlisle voltearan a ver de qué o de quien se trataba, encontrándose a Edward observándoles de entre los árboles, escuchando toda la conversación desde sus mentes.
—¡Por todos los cielos! —Exclamó Carlisle al darse cuenta de que su perturbado hijo se había enterado de todo lo que Klaus pretendía hacerle a los Grey, corriendo tras el muchacho, el cual tenía toda la intención del mundo de encarar al mismísimo demonio con tal de salvar a su amado Christian, aunque el magnate no quisiera nada con él.
—Ve a ayudar a Carlisle, Al… Yo iré a la casa a notificarle a la familia lo ocurrido. —Pero justo en aquel momento Alice apareció desde el espeso bosque, preguntando por su hermano—. Esta rumbo a Seattle, guapa… si Edward intenta enfrentar a Klaus firmará su sentencia de muerte, deben ir por él y detenerlo. —Mientras Garrett le explicaba a la menuda vampira lo que debían hacer, ella contactaba a Sam por teléfono, notificándole lo ocurrido, pidiendo la ayuda de la manada.
—Iré a apoyar a Carlisle, Garrett… pero debes prometerme que no llamarás a… —Justo en aquel momento el celular de Alistair comenzó a repicar, contestándolo rápidamente, mientras se alejaba a todo galope hacia donde Carlisle había ido a perseguir a su hijo, notificándole a su señor el cincuenta por ciento de lo ocurrido en Forks, ya que el vampiro europeo parecía estar en un dilema moral, apoyando a Niklaus, y al mismo tiempo intentando serle fiel a sus amigos.
—Estando en mi cabaña tuve una premonición. —Le notificó a Garrett después de  culminar la conversación con Sam—. Ya la he visto antes. —La chica se paseó de un lado al otro, masticándose las uñas—. Es Mía… sigo viéndola muerta debajo del puente que conecta esta ciudad con Seattle… siempre regresa por más que intentemos cambiar el curso de los acontecimientos, Garrett… y eso me preocupa demasiado. —El vampiro la tomó del brazo, incitándola a correr tras su padre y su hermano, notificándole antes de soltarla.
—Seguiremos intentando cambiar el curso de los acontecimientos, Alice… tú tranquila… ve, ve a buscar a tu hermano. —Soltó a la chica, la cual corrió a velocidad sobrehumana, mientras Garrett lo hizo hacia la casa de los Cullen, donde ya todos se habían dado cuenta de la escapada de Edward, corriendo tras de él.
—Prometo no hacer la llamar Al, amigo mío… pero no me culpes por intentarlo de otro modo —Salió por la puerta principal, abriendo la aplicación de mensaje instantáneo, pulsando el botón de nota de voz, grabando a continuación—. Lamento molestarte… sé que odias las llamadas y más aún las notas de voz… espero que escuches esta antes de eliminarla. —Realizó una pausa y luego prosiguió—. Niklaus está fuera de control, y sí… ya sé que yo me lo busqué al haberlo involucrado en los asuntos que se suscitaron en Seattle con la doppelganger que ustedes cazaban en Europa, pero ahora no sé quiere ir y está intentando crear conflictos entre el Clan Olympic y la familia de mayor estatus social en Seattle tan solo por su morbosa diversión… por favor… ayúdame. —Envió la nota, rogando porque la persona a la que iba dirigida la escuchara y le otorgara el apoyo que tanto estaban necesitando, a pesar de las diferencias que se habían suscitado entre ellos en el pasado.
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A la mañana siguiente un enorme revuelo se había suscitado en el hospital donde mantenían internado tanto a Christian como a Carrick, no solo ante el hallazgo del cadáver de la enfermera de turno, sino al encontrar al magnate a punto de morir, siendo Taylor quien diera la alerta de todo lo ocurrido en el hospital, salvándole la vida a su jefe y a Sawyer, el cual había sido hipnotizado, dejándolo en el techo del hospital con la única orden en su cabeza de saltar al vacío al escuchar la sola mención de su nombre.
—No sé qué demonios pasó, Taylor… ese medico llegó y preguntó por el cuarto del señor Grey, le mostré cual era y después de eso no supe nada más de mí. —Taylor le explicó que había sido hipnotizado y que de ahora en adelante no podía confiar en nadie y mucho menos si era alguien al que jamás habían visto—. Entendido. —Mientras las autoridades pertinentes realizaban su ardua labor de investigación, Flynn revisaba a Christian, el cual ya había despertado, sin saber que había ocurrido y mucho menos del por qué se encontraba en aquel hospital.
—No recuerdo nada… solo tengo este terrible dolor de cabeza y la sensación de que algo malo ha pasado pero no sé qué es. —Mientras Christian trataba de rebanarse los sesos pretendiendo recordar lo ocurrido, su madre le exigió dulcemente que no intentara saturar su mente con recuerdos que no venían al caso, dándole a Taylor una mirada furtiva para que no se le ocurriera la brillante idea de decirle a su jefe lo que había pasado entre su hijo y Edward.
—¿Hermanito?... —Gritó Mía apenas cruzó el umbral de la habitación de su hermano, en donde Carrick se encontraba recostado a su lado, tratando de contenerle y apoyarle—. ¡HERMANITO!... —Comenzó a llorar, arrojándose sobre el maltrecho hombre, sin que nadie pudiese detenerla.
—Por todos los cielos Mía… vas a lastimar a tu hermano. —Espetó Grace, intentando quitársela de encima, justo cuando Elliot entró como una exhalación a la recamara, en compañía de su novia, la cual se quedó en la puerta junto a Taylor.
—¿Qué pasó?... Nos enteramos de todo por medio de Taylor. —Elliot señaló al guardaespaldas—. Nosotros estábamos en el yate de Ethan… ¿es verdad que hay una mujer muerta?... ¿Quién es? —preguntó completamente exaltado el apuesto hermano menor del magnate, el cual extendió su brazo hacia Kate para que se acercara, siendo Jason quien la incitara a entrar, mientras Grace le contaba los pormenores de lo ocurrido a toda su familia.
—Gracias, Taylor… ¿Podrías decirle a mi hermano que se puede marchar?... Elliot me llevará a casa. —El atento guardaespaldas asintió, pidiéndole que no se preocupara y que se lo notificaría a la brevedad posible—. Gracias. —Jason abandonó la habitación en busca de Sawyer, el cual le estaba rindiendo declaraciones a la policía, dejando que el muchacho hiciera su trabajo, intentando dar con el paradero del hermano de la señorita Kavanagh, pasando por una de las desocupadas habitaciones, encontrándose con un joven de costoso traje francés, el cual hablaba entre susurros por teléfono.
—Pues algo ha fallado, Klaus… Christian esta fuera de peligro y de lo único que hablan los policías es del asesinato de una de las enfermeras, pero nada más. —Ethan volteó hacia la puerta, al darse cuenta de una sombra proyectada en la pared de enfrente, lo que incitó a Taylor a esconderse, sin que el muchacho lo detectara—. Nadie habla de un posible intento de asesinato por parte del guardaespaldas personal de Christian, al parecer la hipnosis te ha fallado está vez. —Jason no podía creer que el vampiro de anoche hubiese enviado a uno de sus lacayos para averiguar si todo había salido según lo planeado—. Tú tranquilo… yo averiguaré que ha pasado y te mantendré al tanto. —Se hizo una pausa, imaginando que el hombre del otro lado de la línea argumentó algo a sus palabras—. No será luna llena hasta la próxima semana, Klaus… así que tranquilízate que ahora es que me queda cordura antes de que la bestia aparezca. —Aquello ocasionó que el corazón del fiel guardaespaldas se acelerara, logrando que el agudo oído del licántropo, al igual que su olfato, le alertaran de un posible intruso, escuchándole—. Te llamaré luego… —Culminó la conversación, acercándose sigilosamente hacia la salida de la recamara, justo cuando Taylor decidió seguir su camino en busca del hermano de la señorita Kate, sin tan siquiera mirar al interior del oscuro y solitario cuarto—. Disculpe. —Llamó Ethan la atención del intranquilo hombre, el cual se detuvo observándole lo más calmado que pudo—. ¿Es usted empleado de los Greys? —Jason no supo si asentir o no a su pregunta, siendo Sawyer quien lo delatara.
—¡Taylor!... el subteniente encargado del caso quiere hablar contigo. —La mano derecha del amnésico magnate asintió, notificándole a Sawyer.
—Dile que iré en un momento. —El apuesto aprendiz de guardaespaldas asintió, retirándose del lugar, justo cuando el licántropo decidió presentarse.
—Así que tú eres, Taylor… mucho gusto, yo soy Ethan Kavanagh —Miró al petrificado guardaespaldas, intentando vislumbrar en él algún indicio de conocimiento sobre el mundo sobrenatural que lo rodeaba, alegando a continuación—. Que loco todo lo que ha ocurrido en el hospital… ¿No te parece? —Taylor asintió, alegando completamente calmado.
—Sí… todo ha sido muy extraño. —Se apartó del encimoso hombre—. Su hermana le manda a decir que puede retirarse, el señor Elliot la llevará hasta su departamento. —Taylor pretendió retirarse sin esperar respuesta alguna, escuchando lo que el joven argumentó, mientras él se encaminaba hacia donde se encontraban los policías.
—Y se pondrá más feo con la llegada de la luna llena. —El perturbado guardaespaldas no dijo nada, simplemente tomó su celular, dejándole una nota de voz al joven Uley.
—Lo sé todo, Sam… y sé que eres de los lobos buenos, pero hay uno de los tuyos en Seattle que me da muy mala espina, por favor… contactarme lo antes posible, muchacho. —Envío la nota de voz, disponiéndose a dar su declaración a las autoridades, pidiéndole a Sawyer que investigara todo lo que pudiese sobre los Kavanagh, sin levantar la menor de las sospechas, a la espera de una respuesta por parte del líder de la manada élite de Forks, dándole un poco de aliento.
 

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