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Spanker a domicilio por AGR

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Notas del fanfic:

Informo que los personajes de Saint Seiya no son de mi auditoria. La historia en la que está basado este fic es original y de mi auditoría.

Spanker a domicilio

 

Se corrió por segunda vez mientras que se miraba las nalgas en el espejo. Las marcas estaban comenzando a desaparecer por esa tonalidad pálida de lo que antes fue un color rojo intenso a uno morado, con forme pasaban los días. Era una pena la verdad que estas pronto dejarían de ser visibles y aunque fue un momento muy humillante, la sensación que eso dejaba después era lo que hacía sus piernas temblar y las manos sudar. Un hombre necesita desahogarse.

 

Se dirigió al baño para asearse antes de ir al trabajo y desayunar algo ligero. La tensión que manejaría aquel día ya empezaba hacer que el dolor de cabeza comenzara a fastidiarle. El móvil que no dejaba de sonar haciendo que más estresante el inicio de la mañana, su jefe le ocupa de inmediato en la empresa para que se hiciera cargo de alistar todo lo necesario para lo que sería la reunión del congreso. No le era de su agrado, pero así resultaba su trabajo.

 

Los gritos de su jefe, secretarias que iban y venían con documentos, las señoras del servicio doméstico que dejaban todo impecable, pero él estaba batallando por terminar de corregir el informe que a último momento se vio afectado por un descuido de datos que se le habían olvidado apuntar. Era un milagro si su jefe no le despedía por esa falta tan grande, lo peor que había estado cometiendo faltas y las cuales debía prestar más atención a su trabajo.

 

Con las carpetas listas, las colocó en los lugares correspondientes para que cada socio pudiera tener una idea base de lo que sería la junta convocada de forma inesperada. La amenaza de su jefe que si las cosas no saldrían bien su cabeza rodaría, la humillación era siempre frente de todos sus compañeros de trabajo en que muchos no dejaban de burlarse por ello ya que deseaban tener su puesto como mano derecha de su jefe de departamento.

 

Para su suerte cada miembro salió satisfecho, pero ahí estaba escuchando cada una de numeración de la lista de críticas a su persona que le nombraba su jefe. Saga era un hombre de unos cuarenta y dos años, pero muy conservado, una diferencia grande y con más experiencia de la que él podría tener, pero eso no justificaba que su mediocridad fuera en aumento en vez de ir mejorando su rendimiento. Solo podía mirar a este en completo silencio y asentir a cada regaño que le daban.

 

Su hogar era el refugio perfecto para desaparecer de un día lleno movimiento. Se quitó los zapatos dejando estos en la estancia y caminar hasta el baño una ducha era lo que ocupaba para amortiguar un poco el cansancio mental, luego algo ligero de comer ya que no tenía ánimos de salir a correr se dispuso a revisar su correo y ahí estaba en línea el hombre que había puesto su cuerpo caliente.

 

Un oleaje de sensaciones se comenzaba a posicionar de su autocontrol, quería mandarle un privado, pero no había forma de que decirle a menos de que contratara sus servicios, era un hombre muy discreto, silencioso, pero lo que más le asustaba a Hyoga ese poder de dominante que generaba su presencia, sin duda alguna imponía respeto y cero desobediencia.

 

Luego de casi una hora dudando, se armó de valor enviando un corto mensaje que fue respondido los diez minutos, haciendo que su hombría comenzara a reaccionar de inmediato con solo leer.

 

Hyoga dice: ¡Hola!, no sé si me recuerdas, bueno quería saludarte.

 

SPK dice: Tenga usted buenas noches, sí le recuerdo muy bien. Espero que se encuentre bien.

 

Hyoga dice: Ya las marcas han desaparecido, ¿te estoy molestando?

 

SPK dice: No son duraderas, pero el recuerdo sí y no me estás molestando. Me doy un descanso en este momento.

 

Hyoga dice: Al menos no tienes un jefe que te jode la existencia.

 

SPK dice: Es verdad, pero tengo clientes que me hacen pasar un momento incómodo. Es asunto de actitud y falta de disciplina.

 

Hyoga dice: Me gustaría ser como usted, así podría darle los azotes a mi jefe para que me respete.

 

SPK dice: Para ello debes estar seguro de ti mismo Hyoga.

 

Hyoga dice: Me gustaría verte, usted sabe…

 

SPK dice: ¿Quieres una zurra antes de dormir?.

 

Hyoga dice: Si, ¿estás disponible?, aunque sean diez minutos te pagaré lo que pidas si vienes ya.

 

SPK dice: Te veré en media hora, debes dejar la puerta sin llave, estarás en el rincón con las manos detrás de su cabeza y frente a la pared.

 

No hubo respuesta a esa petición y el desconocido no la estaba esperando, ambos sabían cómo ejecutar sus roles. La sensación de nerviosismo estaban surtiendo efecto en Hyoga cuando glorioso su pene estaba erecto y necesitado de ser liberado. La respiración estaba agitada ante el pensamiento de que el hombre pronto llegaría.

 

Se quedó de pie mirando la pared como castigo y esa media hora parecían eternas cuando escuchó la puerta abrirse sintiendo que sus piernas comenzaban a ceder, estaba en su casa una vez más y le aterraba el saber que sentiría el dolor una vez más, pero ocupaba desahogarse de alguna forma.

 

El recién llegado no dijo palabra alguna, solo se escuchaban sus pasos de un lado a otro y el zipper de la bolsa donde este cargaba los objetos de castigo. Hyoga por su parte tragó grueso cuando sintió la fuerte y firme mano de aquel moreno acariciando sus nalgas, la respiración en su nuca le hizo retorcerse por causa de ese escalofrío.

 

–Quiero que te inclines en la mesa y te sujetes a los lados de esta. Si metes las manos o te mueves el castigo será más severo.

 

Estaba absorto ante esa orden, no sabía si debía o no cumplirla el corazón parecía que  estaba por salirse de su cuerpo hasta que un azote a mano abierta le hizo movilizarse. Podía escuchar el bufido exasperado del hombre a su espalda en señal de que si no obedecía el tomaría cartas en el asunto y todo sería dolor y llanto, pero de igual manera eso recibiría cuando se inclinara en esa mesa.

 

Su pecho pegaba a la fría madera, sintiendo como le separaban las piernas un poco para que expusiera un poco su hombría bien erecta. Eso no inmutaba al spanker que sabía los efectos de placer que generaba la sola idea de ser castigado, no culpaba ni se burlaba de ello, por el contrario degustaba de ello.

 

–Es verdad las marcas que dejó la vara ya no son notorias. Dime Hyoga, ¿por qué mereces el castigo?

 

–Necesito desahogarme, me siento frustrado y humillado, todo por unos datos que se me olvidaron.

 

–Cometiste un error y culpas a otros de sus faltas.

 

–No es así, usted no entiende.

 

–Lo único que entiendo es que me debes respeto y no alzarme la voz jovencito. Como te escribí antes es asunto de actitud y falta de disciplina. Te enseñaré atener mejor actitud y para ello te disciplinaré.

 

No pudo objetar el primer azote con la mano llegó de forma inesperada, alternando los golpes de una nalga a la otra de forma tranquila sin más fuerza ni pausas, el picor empezó luego de unos minutos haciendo lograr que salieran gemidos suaves hasta que comenzaron ser gritos, ya que para ese entonces cada azote ya era fuerte y determinados, haciendo que el escozor se sintiera. Cuando el spanker escuchó los primeros sollozos, dejó de azotar con su mano, para enseguida frotar un poco la roja piel que se mostraba exquisita para su deleite

 

Se separó para quitarse el cinturón y doblar este por la mitad, sabía que bien que Hyoga, podría soportar el castigo así que no dudó en soltar el primer fajazo dejando una franja ancha y roja en el centro de las dos nalgas, seguido de otro azote sin dar tregua al hombre que se movía de un lado a otro esquivando en su fallido intento cada golpe. Los gritos se elevaban por el lugar, impulsaba su cuerpo adelante y atrás quedando de puntillas mientras suplicaba que no le castigara más, pero esas suplicas eran sordas a los oídos del spanker que no estaba dispuesto a cesar aquel castigo a menos de que la palabra mágica de terminar saliera de la voz del cliente, de lo contrario el seguiría tomando el control.

 

–Esto es por su bien, quiero que cuentes cada azote que te doy finalizando con la palabra gracias señor y si metes una sola vez las manos empezaremos de cero. ¿Comprendes lo que digo Hyoga?

 

–Sí, señor. ¡Ayyyy!, uno gracias señor, dos gracias señor.

 

Minutos largos o quizás eran horas de aquella tortura en que sus nalgas ya no soportaban un golpe más, las lágrimas salían a toda libertad como sus gritos, hasta que todo terminó y lo supo cuando el hombre pasaba su mano masajeando la lastimada carne.

 

Con un tirón a su brazo el spanker atrajo el débil cuerpo de Hyoga a su pecho para que pudiera llorar todo lo que necesitaba. Acariciaba sus nalgas, mientras le susurraba que todo estaba bien, le guió hasta el pequeño sofá donde le puso boca abajo en sus piernas para aplicar la crema hidratante que siempre llevaba como parte final de su trabajo.

 

Vertió un poco en su mano dispuesto a dar el masaje, notando que aún pese al castigo Hyoga seguía empalmado así que como regalo frotó la zona roja hasta extender su mano a la hombría del joven en sus piernas, que reemplazaba los esporádicos sollozos por gemidos de placer. Con suavidad y sin prisa formaba círculos en el glande, hasta que el deseoso líquido salió mojando sus dedos, los cuales limpió con unas toallas húmedas.

 

–Te llevaré a la cama, procura dormir boca abajo.

 

–Disculpa por hablarte así, solo que no puedo más con mi jefe y todo. Quisiera que estuviera en mi posición, sometido y con el culo rojo y adolorido.

 

–Sí lo que deseas es verle así tendrás que tomar la decisión y luego enfrentarte a las consecuencias de ello. Puedo instruirte en mis tiempos libres.

 

–Gracias señor, te daré el pago en efectivo si no le importa.

 

–No me tienes que pagar esta sesión, es gratis.

 

Todo había empezado en un día de ocio cuando descubrió por casualidad un blog sobre el spanking, se mostraba imágenes de hombres y mujeres siento azotados en diferentes poses y demás eso había llamado su atención sintiendo cierto interés de experimentar aquello y ahí fue cuando un mes después visualizó un simple anuncio de forma muy discreta donde un hombre daba sus servicios como spanker a domicilio, profesional, era todo lo que necesitaba para salir de aquella rutina y desesperación que vivía con el día a día. Le había costa mandar un mensaje al correo del hombre hasta que por fin tuvo el valor de escribir.

 

Cuando Hyoga lo conoció se impactó al ver que el hombre tras ese anuncio no era mayor de cuarenta, se lo había imaginado un anciano o algo así, pero resultó que el spanker tenía solo treinta años, solo dos años mayor que él y eso le había hecho dudar, pero no dio paso atrás.

 

Ahora Hyoga tenía meses entrenando con su tutor y spanker, le tomó el placer tanto de recibir como de dar un castigo, su torpeza en el trabajo estaba mejorando siempre atento y respetuoso aunque las cosas con su jefe iban de mal en peor. Ahí estaba terminando un informe a altas horas de la noche donde apenas y había logrado comer una manzana. El dolor de cabeza estaba acentuado justo en sus sentidos. Se dio la tarea de imprimir documentos y sacar las copias que debían quedar en el escritorio de su jefe antes de que llegara.

 

Con todo listo se dirigió a la oficina de su jefe, pero lo que le impidió entrar a esa oficina fue al escuchar su nombre salir en la boca de su jefe. Saga hablaba con alguien diciendo que cosas de que lo amaba, así que se acercó un poco más para escuchar lo que se decía de él.

 

–Maldita sea Ikki, deja de emplear esa sicología barata conmigo.

 

–Pero el chico te tiene en sus manos Saga. No veo el problema en decir la verdad.

 

–Me odia, lo tengo esclavizado, le cargo de trabajo busco pretextos tontos para mantenerlo a mi lado, no es tan fácil Ikki, no es lo mismo que cargar instrumentos en un maletín.

 

–Debo de irme amigo, nos veremos mañana a eso de las siete y media, sabes cómo te quiero. 

 

Al escuchar que ambos salían de aquella oficina corrió hasta su cubículo donde aún estaba intentando asimilar la conversación con ese sujeto que apenas y escuchaba. Todo le daba vueltas, si bien era cierto Hyoga mostró a Saga sus sentimientos de cierta manera, pero el hombre de cabellos largos y azules como hilos de seda no le miraba, siempre ignorado por su jefe.

 

No pudo ver el que hablaba con Saga, solo escuchó el ascensor donde ambos entraron y aprovechó el momento para dejar la documentación en el escritorio de su jefe, para luego marcharse a casa aún con aquellas palabras rodando en su mente.

 

Se alistó algo de comer una pasta con crema de ajo y se dispuso a platicar con su mentor exponiendo el caso extraño que le sucedió en la oficina al escuchar a su jefe decir que le amaba, las dudas de saber si era o no cierto le estaban causando estragos autocontrol que tanto había logrado mantener a raya.

 

SPK dice: Hyoga, este es el momento para que lo enfrentes.

 

Hyoga dice: ¿Sí es un juego, una invención imaginativa?

 

SPK dice: El que no arriesga no gana.

 

Hyoga dice: Es verdad ya es momento de enfrentarle.

 

SPK dice: Ve y descansa mañana tienes un día duro y yo clientes que atender.

 

Decidió ir a correr un poco antes de poder dormir, le hubiera gustado que su tutor estuviera con él para que le castigara, lo estaba necesitando y no podía masturbarse, ya que este se lo tenía prohibido como forma de castigo, diciendo que debía controlarse ya que si quería brindar a un amante una sesión no podría estar de precoz, así que intentaba siempre controlar ese aspecto, pero su cuerpo reaccionaba cuando se trataba de su spanker.

 

Se duchó y al poco tiempo quedó dormido rendido por la larga jornada laboral en esa empresa, en que todos salían a las cinco, pero él permanecía ahí hasta casi la diez de la noche por el simple placer mórbido de su jefe.

 

Se olvidó de todo para empezar un día más relajado, se había levantado más temprano a correr media hora y luego ducharse, merendar para luego irse al trabajo, para suerte de Hyoga las cosas iban muy tranquilas hasta que justo faltando dos minutos para su hora de salida Saga llegaba a su cubículo con varias carpetas, indicando a este que se las alistará y las dejara en su escritorio, que él estaría atendiendo unos asuntos importantes en la sala de juntas, dando a este la orden de retirarse cuando terminara su última labor.

 

La recompensa de horas extras al menos llegaba a su depósito quincenal de forma justa, por lo menos en eso Saga no era un explotador, pero no quitaba el hecho de sus constantes abusos a su persona.

 

Como había estipulado Saga, Hyoga fue directo a la oficina de su jefe a dejar los documentos listos y bien etiquetados con los respectivos nombres de cada socio para lo que sería la nueva junta inesperada ya que uno de ellos se pensionaba y eso dejaba una nueva vacante libre en la empresa o al menos eso era lo que escuchaba en los pasillos, esos rumores siempre terminaban en malos entendidos para los que lo divulgaban.

 

Todo era un torbellino cuando de juntas se trataba y su jefe no era para nada amable, pero como había dicho su tutor debía de enfrentar cuanto antes a Saga y terminar con todo una vez por todas.

 

–Hyoga, puede retirarse.

 

–Necesito hablar con usted señor.

 

–Mañana podremos hablar de lo que quiera ahora váyase.

 

Había rebatado de sus mansos los informes, no dejó espacio para que pudiera hablar y quizá era verdad que para enfrentar a alguien debía estar seguro de sí mismo y tomar las riendas del asunto, pero estaba cansado y solo deseaba dormir un poco.

 

Con pasos lentos llegó al ascensor saliendo del último piso, pronto estaría en casa y todo sería mejor, pero la verdad es que deseaba desahogarse un poco ya fuera dando o recibiendo una buena zurra.

 

Llamó a su tutor, pero el correo de voz salía de inmediato, eso significaba que estaba en alguna sesión impartiendo el placer por medio de esos golpes. Ya podía imaginar a una mujer o un jovencito en postura de castigo pidiendo clemencia ante el escozor de un cepillo, cinturón, vara o algún otro instrumento chocando con fuerza en la parte interna de los muslos y trasero en repetidas series.

Lanzó un suspiro de placer cuando recordó su primera azotina en manos de aquel hombre. Le había obligado y dominado por completo, la vergüenza fue tanta que no soportó ni mirarle a los ojos hasta que el hombre con su paciencia y dureza con mezcla de ternura le hablaba de forma clara las razones por las cuales no debía sentirse mal al desear algo, aunque fuera mal visto por otros, para ellos era muy personal un estilo de vida que aportaba felicidad y paz.

 

Hyoga disfrutaba cuando estaba cerca de su tutor, aunque este no se le insinuaba de ninguna forma el sujeto siempre estaba dispuesto a enseñar. Decía que ser spanker o spankee requería de mucho control, respeto, tolerancia, entre otros rasgos, la confianza en ello resultaba ser la base importante ya que todo debía de ser consensuado y nadie podía obligar a otro a estar en una postura que no deseaba. Siempre aprendía algo nuevo y la práctica resultaba aún más difícil que la teoría de lo que implicaba el spanking.   

 

– ¡Grr!, ¡hijo de puta!

 

–Te recuerdo que me debes respeto.

 

–Sí, lo lamento mucho señor.

 

–Lo lamentarás mucho, esto es solo el comienzo.

 

El látigo cruzó por mitad de la espalda hasta alcanzar la cadera derecha, la fina línea se abultaba en una tonalidad roja sin hacer que aquella piel tan perfecta se abriera. Dio todo azote con más fuerza en las piernas y parte de sus nalgas al punto que el hombre sujeto en esa amplia mesa de mármol.

 

Los gritos se podían escuchar con claridad y el sudor bajando de su frente, el spanker caminaba con gracia y de forma silenciosa pasando sus dedos por las líneas que decoraban la espalda de su cliente.

 

Tomó la fusta dando certeros golpes entre los muslos, acariciando con descaro los testículos expuestos al estar en esa posición hasta que le hizo correrse con solo un pequeño roce sobre la exaltada hombría. Le desató de esas cuerdas solo para darle la vuelta, quería verle directo a los orbes azules cuando este descargará la fusta sobre el pecho de aquel que se había sometido una vez más.

 

–Señor, no creo soportar más.

 

–Lo soportarás, además mereces un castigo más duro.

 

–Ya no más, no puedo, duele mucho.

 

–Esa es la idea jovencito.

 

Se podía ver el dolor reflejado en el rostro, sus gritos se formaban en llanto, estaba cansado y quería que todo terminara, pero su azotador no estaba dispuesto a darle una segunda oportunidad, sabía las reglas que se había estipulado en ese contrato, la falta de respeto y la desobediencia no eran negociables, todo acto tenía una consecuencia y ahora la estaba pagando con una estricta disciplina.

 

No había sangre solo hermosos trazos rojos en cada parte de su cuerpo. El spanker le volvió a desatar obligando a este que se inclinara sin tener algún soporte, que procurara poner sus manos en las rodillas y así con la vara darle de forma severa en sus nalgas. Podía ver como el sujeto se doblegaba intentando protegerse, pero le era inútil, debía soportar el castigo al final o todo volvería a comenzar. Solo fueron diez varazos para terminar la sesión y sin más le ayudó a incorporarse abrazando a este para reconfortarle.

 

Se sentó en el amplio sofá que estaba en la otra estancia y le colocó en sus piernas susurrando que todo había pasado. Tenía a un hombre mayor en sus brazos llorando cual niño, pero eso no se juzgaba, comprendía el sentimiento porque el mismo lo había vivido de forma terrible hasta que se negó a continuar siendo humillado.

 

Decidió que era mejor dar placer consensuado de esta forma a personas adultas a que maltratar a un niño. Alejó aquellos recuerdos de su mente, para levantar comenzar a poner crema en las nalgas era el único lugar que su cliente permitía que fuera masajeado ya que recibía más golpes.

 

Terminado eso el spanker le dejó solo para que se arreglara y le esperó paciente en la oficina, mientras que bebía un poco de vino. Se mantuvo en su postura ante el que irrumpía en la oficina.

 

–Señor, ¿usted aquí?

 

–Por todos los cielos Ikki, apenas y puedo caminar.

 

Saga acomodaba su camisa saliendo de la sala de juntas para llegar a su oficina encontrando a Hyoga de pie en la puerta, él por su parte mostraba su pecho lleno de latigazos y pudo notar el brillo de placer en los celestes orbes que le recorrían su cuerpo.

 

Decidió dejarse el pecho descubierto solo por continuar admirando la forma en como Hyoga degustaba de él con solo mirar. Se sentó en su silla sirviendo un poco de vodka en su copa.

 

–Te merecías el castigo, sabes que me debes de respetar.

 

–Me temo que tienes razón. Hyoga, ¿no te dije que te marcharás?

 

–Lo hizo, pero preferí devolverme porque ya es momento de que hablemos.

 

–Bueno, yo me retiro, un cliente me espera en media hora. Saga.

 

–Tendrás a primera hora la paga en su cuenta personal.

 

–Bien, Hyoga, te veré mañana. No le tengas piedad.

 

–No la tendré señor.

 

Caminaba alrededor de Saga que estaba suspendido a pocos centímetros del suelo, el bien cincelado cuerpo se agitaba con el toque de sus dedos, había azotado con el látigo, mientras que en las pausas le masturbaba, el líquido pre-seminal de deslizaba haciendo brillar la punta de su pene el cual lamió, recibiendo como respuesta un gemido en lugar de llanto.

 

Le liberó a Saga de sus amarras, siendo tomado por sorpresa cuando Ikki, entró en la casa dando a Hyoga y a Saga la orden de que se fuera al rincón, mientras que él preparaba los instrumentos para impartir un castigo ambos, mirando por última vez su correo desde su móvil.

 

Saga dice: Necesito sus servicios a eso de las siete y media en mi casa. ¿Crees poder venir?

 

SPK dice: Soy un Spanker profesional, ya sabes cómo los quiero.

 

Saga dice: Señor, te daremos lo que deseas.

 

SPK dice: El castigo será severo.

 

Saga dice: ¿Es una promesa?

 

Ikki miraba a ambos en el rincón contemplando el trabajo que Hyoga estaba haciendo en el cuerpo de Saga y esbozó una sonrisa en una fina línea en sus labios, para luego acercarse a Saga, haciendo que la piel del mayor se erizara de placer y temor escuchando atento a ese susurro.

 

–Las promesas se rompen y los actos se muestran. Hyoga, puedes mirar, así sabrás lo que te pasará cuando termine con él.

 

-Fin-   

Notas finales:

Este es el primer fic que he de publicar con esta temática y de la cual tengo originales sin publicar, cuales pensaré si adaptarlas para mostrarlas.

Gracias de verdad por el apoyo que me dan y por seguir mis fics.

Kisus pervertidos.


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