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Miedo a la Oscuridad por Kuroyami Mirai

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Han pasado tres días desde la última vez que vi a Kac-chan. Con la excusa de una enfermedad evadió sus deberes y a mí. Traté de contactarlo, lo llamé a su casa incluso, pero su madre lo encubría diciendo que estaba indispuesto. Por eso, he decidido enfrentarlo en persona.

 

Es sábado, y es temprano, así que estoy casi seguro de que está en casa. Kac-chan adora dormir por la mañana. Convencido de esto, tomo una profunda bocanada de aire antes de tocar el timbre. Irremediablemente me estoy muriendo de nervios y ni siquiera sé por qué. Tal vez se deba a mi plática de ayer con Todoroki. Su confesión aún me golpea en el pecho en cuanto cierro los ojos.

 

Me balanceo sobre mis talones mientras espero, entonces, la puerta se abre.

 

—Izuku-kun —exclama la señora Katsuki con una sonrisa. Ella y mi madre siempre fueron buenas amigas, por lo que me ve como una especie de sobrino aunque yo no haya venido a esta casa desde la escuela primaria, cuando Kac-chan y yo aún éramos buenos amigos.

 

—Katsuki-san —saludo cortésmente, con una sonrisa pequeña. Ella me devuelve el gesto y abre la puerta por completo para invitarme a pasar—. Hm… esto… ¿está Kac-chan?

 

Ella sonríe debido a mi timidez. La gentileza de esta señora es tan adversa al carácter explosivo de su hijo, que ni siquiera parecen familia. Katsuki-san levanta un dedo pequeño y pálido para señalar el piso de arriba.

 

—Está en su habitación. —Dice con una cálida sonrisa—. Preparé un poco de té, ¿por qué no subes un poco para los dos y algunas galletas de arroz? A él le gustará —me guiña un ojo como si me hablara telepáticamente, pero no la entiendo.

 

Me limito a asentir.La sigo hasta la cocina para recibir la bandeja con las dos tazas de té y el plato con galletas.

 

—Estoy segura de que su puerta no está cerrada, así que sólo entra —dice—, si se porta grosero contigo, sólo llámame y le daré una hostia tan fuerte que…

 

—No será necesario —me apresuro a decir. Había olvidado que Kac-chan era parecido a su madre por algo.

 

Ella asiente a mi favor. Sonrío, inseguro de lo que haré. Katsuki-san parece tener un plan respecto a mí.Noobstante, tengo la sensación de que saldré lastimado si sigo en medio de esta batalla.

 

Subo las escaleras como si marchara a mi propia ejecución. Estoy solo, caminando hacia mi amigo pirómano con una bandeja de té y galletas. No sé si esto es algo racional, pero sí es ridículo. De alguna forma, creo que terminaré con una patada en mi trasero si sigo en esta locura. Empero, me preocupa mi amigo. Aunque él ya no me vea de esa forma, para mí lo es.

 

Hago exactamente lo que dijo Katsuki-san y empujo la puerta sin tocar mientras hago equilibrio para no dejar caer la bandeja. La habitación de Kac-chan está a oscuras, por lo que uso mi codo para alcanzar el interruptor en la pared. Un bulto de mantas sobre la cama gime y se mueve como una criatura. Me espanto cuando empieza a retorcerse hasta que noto un pie humano y un brazo. Suelto el aire con alivio cuando me percato que se trata de Kac-chan, despertando.

 

—Maldita vieja, dije que no me despertaras —gruñe mi amigo desde la cama. Me ha confundido con Katsuki-san, así que arreglo mi voz antes de llamarlo.

 

—Kac-chan.

 

Los movimientos espeluznantes de las mantas se detienen de golpe y una cabeza cubierta por pelo rubio sale debajo de las sábanas. Gira tan despacio que por un momento lo confundo con la niña del exorcista. Mi corazón se salta un latido en el momento que mis ojos se encuentran con los suyos, llenos de una furia incontrolable.

 

— ¿Qué demonios haces aquí?

 

—Vine a verte —digo y levanto la bandeja para mostrársela—, tu madre hizo té y galletas.

 

Me mira con recelo, pero acepta mi excusa. Se incorpora de su cama, una vez que está de pie, me doy cuenta de que él duerme en ropa interior. Mientras lo observo, él se acerca a mí con zancadas firmes, peligrosas. Me siento tan pequeño a su lado, y él se siente tan imponente. Lo noto cuando se inclina hacia mí para tomar la bandeja, sus ojos se detienen un momento sobre los míos y sus manos tardan un minuto en llevarse la plancha metálica de entre mis dedos.

 

— ¿A qué demonios viniste? —pregunta en lo que se aleja hacia la mesita de té que está en medio de la habitación.

 

—No has ido a clases —le respondo, sin moverme de donde estoy—. Aizawa-Sensei, Kirishima-kun y Kaminari-kun…, todos están preocupados.

 

Él se detiene luego de dejar la bandeja en la mesita, me mira y puedo ver el momento exacto en que la indiferencia abandona su rostro. De nuevo se enoja, clava todo ese resentimiento en mí.

 

— ¿Y a ti qué más te da, maldito nerd?

 

—Yo también estaba preocupado.

 

Espero por lo que parecen ser horas por una reacción. Kac-chan sólo se mantiene allí, de pie, mirándome. Como si me estuviera analizando, frunce el ceño y su nariz se arruga. Está molesto otra vez. Creo que en realidad debería tratar de adivinar las veces en que no lo está y no al revés. Kac-chan vive enojado con el mundo.

 

—Siéntate —dice al fin, señalando uno de los cojines en el suelo junto a la mesita.

 

Obedezco, me siento en el almohadónen silencio, con la vista clavada en el suelo. Estoy justo en frente de él, por lo que me siento aún más diminuto mientras me mira desde arriba. Cuando se aburre de intimidarme, se sienta en el cojín frente a mí.

 

— ¿Estás enfermo? —le pregunto, deseoso por iniciar una conversación.

 

—Termina tu té y lárgate —gruñe sin mirarme.

 

Mastico una galleta de arroz en silencio. Ya no quiero hablar, ni siquiera sé por qué sigo aquí. Él tampoco dice o hace algo para prolongar mi estadía, así que cuando termino mi té y mi tercera galleta, me levanto para marcharme. Siento sus ojos en mi espalda, es espeluznante el peso de su mirada.

 

—Entonces… me voy —digo y lo miro antes de dirigirme a la salida. Él no responde. Suspiro, porque sé que todo esto ha sido en vano. Sin embargo, apenas toco el picaporte con mis dedos, lo escucho decir:

 

—Deku.

 

— ¿Sí? —digo casi de inmediato y quiero golpearme por parecer tan ansioso.

 

— ¿De verdad te preocupa?

 

Lo observo, extrañado por su pregunta. Él no me mira a mí, mantiene la vista clavada en su taza de té. Yo reduzco la distancia entre nosotros volviendo a donde estaba sentado, pero él se levanta de pronto. Su movimiento abrupto me toma por sorpresa, así que me detengo en seco.

 

—Kac-chan —lo llamo dudoso. Él sigue sin mirarme.

 

—Dime la verdad. ¿Crees que soy un monstruo?

 

Definitivamente no me esperaba esa pregunta.

 

— ¿Por qué dices eso?

 

—Todos en la escuela lo dicen desde el incidente con Todoroki. Creo que no me importa, pero… —Alza la vista por fin, su expresión es algo totalmente inesperado. Jamás esperé encontrarme con una mirada tan triste y desolada—. Dijiste que me tenías miedo.

 

—No eres un monstruo —digo, porque es verdad. Él me mira con sospecha y me acerco. Kac-chan parece tan solitario en estos momentos, que sólo puedo acercarme y esperar que note mi compañía—. Tengo miedo de lo que eres capaz de hacer, pero no de ti.

 

—Es lo mismo.

 

—No —aseguro—, es distinto. Conozco al verdadero tú, y ese no da miedo.

 

Se sorprende por mi respuesta, pero el gesto dura sólo un segundo.

 

—Mientes —gruñe, acercándose a mí de repente.

 

No tengo tiempo de reaccionar cuando él toma mi cuello en sus manos y me empuja. La parte trasera de mis piernas chocan con el borde de la cama, caigo hacia atrás y él cae sobre mí. Aun así no se detiene. Sus manos siguen presionando mi garganta, aunque no aplica la fuerza necesaria para ahogarme.

 

—No miento. Si me dejaras… demostrártelo.

 

—¿Cómo? Vives aterrado de mí. Siempre tartamudeas cuando estoy alrededor, apenas me sostienes la mirada. ¡Sabes que soy una maldita bestia!

 

—¡No!

 

—¡Maldición! ¿Por qué eres tan terco? ¿Cómo puedes asegurar que uno de mis arranques de ira no te lastimará un día? Ni siquiera puedo asegurar que no te lastimaría justo ahora.

 

—Puedo asegurarlo porque… te he estado observando desde que somos pequeños. —Sostengo su brazo entre mis manos para observarlo directo a los ojos. Nunca me había sentido tan seguro en toda mi vida. Por primera vez tengo el valor suficiente para soltar todo lo que siento—. Siempre te he admirado, Kac-chan. Eras mi meta. No podía apartar los ojos de ti, sólo que me aseguraba de que no lo notaras. Porque… me gustas.

 

Por fin puedo decirlo, hay un alivio divino que me invade cuando he terminado. Las manos de Kac-chan vacilan en mi cuello hasta que me suelta y se apoya en el colchón con sus palmas. Noto en sus ojos que está sorprendido, que no se esperaba mi confesión. Tiene los párpados abiertos hasta lo imposible y está paralizado. Incluso parece que no está respirando.

 

—No es verdad… —susurra más para sí mismo que para mí. Sus pupilas están fijas en las mías pero no puede verme. Es como si estuviera lidiando consigo mismo. Desde aquí, puedo ver claramente la guerra entre sus demonios.

 

Levanto una mano para acunar su mejilla. Él parpadea, sale de su mente y me observa por primera vez. Su mano se poza sobre la mía en un toque tan efímero que parece irreal. Su piel está tan caliente que me quema, pero no me retiro. De pronto su toque ligero se convierte en un fuerte agarre, arranca mi mano de su cara y la presiona sobre el colchón a un lado de mi cabeza.

 

—Deku —me llama.

 

Su rostro se acerca al mío, está tan cerca que puedo sentir su aliento en mi barbilla, desciende hasta mi cuello y perece allí. Kac-chan apoya la mejilla en mi pecho, se acurruca en el hueco debajo de mi mentón e inspira duro mi olor natural. Un estremecimiento hace que me sacuda incómodo, pero él me sujeta entre sus brazos para que me quede justo donde estoy. Su abrazo poderoso provoca una mezcolanza de emociones en mí que no puedo detener.

 

Aquí, en este lugar, en este momento, Kac-chan parece un niño solitario. Acaricio sus cabellos con suavidad, lo enredo entre mis dedos y noto cómo se relaja por completo. El agarre que tiene alrededor de mí se ajusta. Sus brazos se cuelan entre mi espalda y el colchón y tengo que arquearme para que logre envolverme como quiere.

 

—Eres tan cálido. —Suspira, totalmente relajado.

 

— ¿Ves? Si realmente te temiera, no podría quedarme así, contigo.

 

Él levanta su cabeza lo suficiente para mirarme, apoya el mentón en mi pecho y sus pupilas parecen que quieren atravesarme.

 

—Estúpido nerd. Tal vez no me temes ahora, pero lo harás.

 

—No lo haré —insisto.

 

—Tengo descontrol de ira.

 

—Puedo lidiar con ello.

 

—También soy pirómano.

 

—No me importa.

 

Sus cejas se unen cuando dice—: Eres un cobarde.

 

Estoy a punto de refutar, pero él me silencia uniendo sus labios con los míos. El contacto es tan repentino que me quedo sin oxígeno al instante. Kac-chan lo nota, se separa sólo lo suficiente para que yo tome una bocanada de aire y luego vuelve a profanar mi boca. El ardor en mis mejillas me advierte que estoy sonrojado hasta la médula, pero no me detengo ni pretendo que él lo haga. Correspondo el contacto tanto como puedo.

 

Kac-chan ajusta más su agarre cuando se acomoda sobre mí y me presiona contra la superficie blanda. Usa todo su cuerpo para encarcelarme debajo de él, aunque yo no pretendo escapar. Mis cinco sentidos están nublados por las sensaciones que me brinda el beso. Mi respiración se mezcla con la suya en una sola en el instante que abro la boca para darle paso a la lengua invasora que lame mis labios como si pidiera permiso.

 

Kac-chan domina mi boca con habilidad, me controla y me mantiene a su merced. Todo su peso aprisiona mi cuerpo; me gusta esa sensación. Su brazo izquierdo me rodea, me prensa contra su pecho; el derecho sostiene el cabello de la parte trasera de mi cabeza en un puño, eliminando mis vías de escape. No puedo hacer nada salvo corresponder este beso.

 

Me siento cómodo, excitado. Todo mi cuerpo me exige movimiento, por lo que planto los pies en la cama para alzar mis caderas. Fue un movimiento involuntario, ni siquiera noté lo que hice hasta que Kac-chan gruñe fuerte contra mi boca y su puño aprieta el agarre en mi pelo.

 

—Pedazo de mierda… —es el jadeo en forma de insulto lo que me advierte qué he hecho.Ahogo un gemido en el momento que me percato del porqué de su reacción. Hay un bulto en su entrepierna que se clava como una roca en mi cadera.

 

—Lo siento.

 

—Me las vas a pagar —ruge con violencia directamente en mi oído.

 

Mi corazón hace toda una percusión contra mi caja torácica cuando él cuela sus manos calientes por debajo de mi sudadera. El contacto de sus dedos contra mi piel me sobresalta, hurgan debajo de la tela como lombrices hasta que hallan lo que buscan. Dos pares de índices y pulgares pellizcan mis pezones con saña y grito.

 

—Shh… Vas a alertar a mi madre, Deku.

 

—Kac…chan —interrumpe mi reclamo con otro beso. Devora mis quejas como golosinas y pellizca con más fuerza. Sus labios abandonan los míos un momento, entonces siento la tela arrugada de mi sudadera pasar por mi cabeza y mis brazos con rapidez. Tira de ella, la hace desaparecer en alguna parte de la habitación, pero no me importa.

 

—No es justo que tú estés completamente vestido —gruñe en mi cuello, deja mordiscos furiosos por toda su extensión hasta mi pecho y se detiene en mi pezón.

 

Mis manos vuelan a mi boca para acallar otro grito cuando muerde esa zona. Sus dientes se sienten como puñales y su saliva hierve sobre mi piel. A él parece gustarle mi reacción, porque intensifica su ataque sin piedad, muerde un pezón mientras pellizca el otro.Yo no puedo hacer otra cosa más que morder mi puño.

 

Siento su otra mano luchando con el cierre de mis pantalones. Hábilmente lo desabrocha, tira, pero la tela no resbala. Tengo que levantar mi trasero para que los pueda sacar. Nuevamente, sus pupilas se clavan en mí en una advertencia clara, quiere que me mueva.

 

Desvío la mirada, me da vergüenza que él me desnude.

 

Él espera.

 

—Levanta el culo —dice con voz autoritaria.Aunque sé que no se refiere eso, no puedo evitar sentir sus palabras como una predicción de lo que se aproxima.

 

Al final, acato la orden, levanto mis caderas,el pantalón se desliza por mis piernas suavemente hasta que desaparece, entonces, él y yo estamos en iguales condiciones.

 

Encojo las rodillas por la vergüenza. Kac-chan me observa un segundo y creo que he visto adoración en su mirada. Gatea por la cama hasta que su cabeza queda a la altura de la mía, me mira a los ojos y me vuelve a besar. Su peso, de nuevo, es una prisión que me inmoviliza, mas no es desagradable. Puedo sentir su excitación sobre la mía…, se siente bien.

 

Kac-chan mueve su cadera una vez, el movimiento simula una embestida a través de la ropa y suelto un gemido. Sé que a él le ha gustado porque lo vuelve a hacer, despacio, pero duro. Usa la fuerza superior de su cuerpo para hacerme saber que él tiene el control.

 

— ¿Tienes miedo ahora? —pregunta contra mis labios, me ve directo a los ojos, está leyendo mi reacción.

 

—No.

 

Suelto un jadeo sorpresa cuando sus dedos se cuelan en mi ropa interior y envuelven mi sexo. Me aprieta como si quisiera hacerme daño, pero el agarre se afloja, se vuelve gentil. Su mano se mueve arriba y abajo, despacio, tortuosamente. Quiero rogarle que se detenga, pero mete dos dedos en mi boca. Me sigue observando con sus ojos imperturbables mientras mugidos incoherentes salen de mis labios.

 

Aunado a la incomodidad y la vergüenza, todo esto se siente muy bien. Kac-chan me está tocando mientras me mira y yo no puedo dejar de mirarlo. Es morboso y abrumador, pero soy capaz de disfrutarlo.

 

Justo cuando siento que los dedos de Kac-chan son parte de mi boca, él los retira e increíblemente, siento que me falta algo. Tengo la vista nublada por el calor, así que busco su mano a tientas. Me siento en la cama y colisiono contra algo fuerte y duro. Es el pecho de Kac-chan. Presiono mi mejilla contra él, puedo escuchar su corazón, sentir todo el calor de su piel, su respiración irregular.

 

— ¿Quieres chupar algo? —murmura en mi oído, yo asiento como un autómata.

 

Siento, entonces, que su mano presiona mi cabeza y me empuja hacia abajo. Mi cara cae en su entrepierna. Entiendo qué pretende e inesperadamente no tengo vergüenza. Saco del bóxer su miembro duro, que me hace sentir pequeño sólo de verlo. Uso la punta de mi lengua para mojarlo, cuando estoy satisfecho con la humedad, lo meto en mi boca hasta donde puedo y utilizo mis manos para acariciar las partes que no puedo tragar.

 

Kac-chan gruñe de placer, el sonido me gusta, por lo que me esfuerzo por seguir escuchándolo. Él no ha dejado de acariciarme mientras chupo su miembro.Siento que toda su palma recorre mi espalda arqueada y se detiene al final de ésta. Algo húmedo puntea con delicadeza mi trasero y luego se introduce muy lento.

 

El intruso dentro de mí hurga entre mis paredes internas, abre su propio camino, lo siento cada vez más adentro. Es incómodo, pero no duele Después de unos minutos, incluso me brinda un increíble placer. Roza un punto dulce dentro de mí al tiempo que la mano fuerte y callosa de Kac-chan masturba mi pene. Si siente como si me acariciaran de adentro hacia afuera y los gritos de mi orgasmo hacen que detenga mi labor. Colapso de inmediato en su regazo, sin fuerzas para mantenerme despierto.

 

—Ya era hora.

 

Alzo la vista cuando escucho el reclamo. Kac-chan admira un líquido aceitoso y blancuzco en su mano. Parpadeo hasta que entiendo que se trata de mi propia semilla. Él la admira satisfecho por un instante, luego me mira con el atisbo de una sonrisa, que puedo categorizar como diabólica.

 

— ¿Kac-chan?

 

— ¿Tienes miedo? —pregunta de nuevo, por lo que yo respondo de la misma manera.

 

—No.

 

—Lo tendrás.

 

Tengo que introducir mi puño en mi boca para retener el aullido que se construyó en mi garganta. Kac-chan usó el producto de mi orgasmo para lubricar su eje y mi entrada, una vez estuvo satisfecho, tomó mis caderas con ambas manos, me jaló hacia él y entró dentro de mí con tal violencia que quise gritar. Su miembro duro estira mis paredes internas en todas direcciones, puedo sentir las palpitaciones de las venas con tal precisión que el calor incendia mi rostro. La piel de su eje quema la mía, mucho más sensible.

 

Inevitablemente suelto un sollozo. La poderosa intromisión me lastima, duele todo mi interior por el intruso tosco que apenas ha penetrado hasta la mitad. Los dedos de Kac-chan muerden la carne blanda de mis nalgas, las está separando. A pesar de que tengo la cara pegada a la almohada, puedo imaginar la sonrisa de satisfacción que debe tener en su rostro. Su penetrante mirada acuchilla mi espalda y el punto donde nuestros cuerpos se unen.

 

—Deku… —susurra por lo bajo, cerca de mi oído con una voz increíblemente seductora. Su torso está pegado a mi espalda y su respiración sobre mi cuello levanta los vellos de mi nuca.

 

Se mueve despacio, lo suficiente para entrar un poco más. Los gemidos se escapan de mis labios sin mi permiso, duele como el infierno. El roce de nuestras pieles me gusta, sin embargo. Kac-chan se mueve un poco más duro, aunque no más rápido. Con la misma cadencia entra y sale hasta que siento que estoy lo suficientemente dilatado.

 

—Kac-chan… —ahora soy yo quien susurra su nombre. Él responde con un gruñido sobre la piel de mi hombro y una poderosa estocada que me lastima y me excita por igual. Luego de esa viene otra y otra y otra y Kac-chan ya no se contiene, me penetra con tal ímpetu que las lágrimas salen de mis párpados en una cascada sin fin—. ¡Kac-chan, más despacio!

 

Él ignora mi ruego. Sus movimientos son más violentos cada vez. Lucho por detenerlo, estiro mis brazos hacia delante, como un felino rasguño las sábanas para alejarme de su ataque, pero él sostiene mi cuerpo con tanta fuerza que me lastima. De pronto estamos envueltos en una guerra de poder donde yo lucho por escapar y él por no dejarme ir. Me estremezco desde los pies hasta la cabeza cuando él presiona sus labios en mi hombro izquierdo, me besa, pero no es un gesto tierno. Está succionando…, me está marcando como si fuera un animal de su propiedad.

 

—¡Déjame! —grito y él da un embiste más fuerte. Un sonido irreconocible sale de mi boca porque la electricidad que provocó ese impacto me llegó al cerebro y paralizó los golpes descontrolados de mi corazón. Se siente distinto.

 

De repente, Kac-chan sale de mí, agarra mi cintura y me da la vuelta. Ahora, con la espalda sobre el colchón y mis piernas alrededor de sus caderas, no puedo evitar mirarlo. Nunca sé qué esperar de él. Es un ente completamente bipolar y malintencionado.

 

—¿Ahora sí me tienes miedo?

 

Parpadeo, porque realmente me confunde su pregunta.

 

—¿Por qué quieres que te tema?

 

Él sonríe cuando dice—: No quiero que me temas, Deku. Quiero saber cuánto de mí eres capaz de soportar antes de mearte encima de miedo.

 

Ahora lo entiendo todo. No sé cómo no pude verlo antes. La respuesta estaba justo delante de mí, pero no podía notarla detrás de ese muro de odio que él levanta a su alrededor. Levanto mi mano hasta su mejilla, la sostengo en mi palma y lo miro a los ojos. Él me sostiene la mirada, no dice nada, tampoco hace algo por alejar mi mano, sólo está quieto, esperando.

 

—Eres tú el que tiene miedo —digo, completamente seguro.

 

Sus ojos se abren hasta lo imposible y puedo apreciar labatalla que se ha desatado en su interior.

 

—Tienes miedo de tu propia oscuridad —continúo—, tienes miedo de que yo te tema, por eso te esfuerzas en lastimarme. No quieres confiar en mí y luego decepcionarte.

 

Él duda por unos instantes. Sus emociones en conflicto se reflejan en sus pupilas. Retrocede de mi contacto con tal brusquedad, que me toma por sorpresa. Agarra mis muñecas con una sola de sus manos y las eleva por encima de mi cabeza mientras me aprieta sobre el colchón. Su otra mano agarra mi garganta, pero es un toque suave, casi parece una caricia. Sus ojos están perdidos en ninguna parte mientras me analiza y toma nota de lo que acabo de decir.

 

—Entonces… me da miedo mi oscuridad, porque no quiero que Deku me odie debido a ella. —Habla para sí mismo al tiempo que se acerca, sus pupilas me examinan, buscan las respuestas a sus dudas dentro de las mías.

 

—Yo… no te odio —digo, ahogándome con mis propias palabras.

 

Él me observa curioso y por un momento me parece un niño extraviado. La sensación no dura demasiado, porque Kac-chan suelta mis muñecas y mi garganta para tomar mis caderas e impulsarlas hasta las suyas. De nuevo, entra con violencia y yo chillo por la nueva intromisión. El vaivén es rudo otra vez, él se empuja dentro de mí cada vez más profundo hasta que aquel efecto eléctrico vuelve. Se reproduce con cada estocada de Kac-chan, con cada golpe de su eje en mi interior.

 

—¡AH! —chillo más fuerte, ésta vez el golpe fue directo y se sintió mucho más intenso. Él sonríe, satisfecho por mi reacción, vuelve a empujarse contra mí, sus movimientos ahora se centran en ese punto que me hace gritar con una voz que, puedo asegurar, no es mía.

 

Estoy a punto de explotar, pero cuando estoy a punto de soltar mi liberación, Kac-chan presiona la base de mi sexo con su mano. Suelto un grito adolorido. Él sigue presionándome al borde con sus golpes potentes en ese punto especial, pero no me deja terminar. Es agonizante.

 

—Aguanta hasta que yo… termine —dice en mi oído entrecortadamente, su mejilla está presionada contra mi cara, así que puedo escuchar con claridad su respiración desenfrenada.

 

Sus estocadas se hacen más rápidas de momento. Su voz enronquecida y sus movimientos desbocados me advierten que él también está cerca. Entonces, justo cuando creo que estoy a punto de desmayarme, Kac-chan da una última y poderosa embestida y me suelta. La liberación es inmediata para ambos. Él explota en mi interior y yo entre nuestros vientres. Los brazos que sostienen su peso, se tensan hasta el punto que puedo ver sus venas y al final seden por el cansancio. Kac-chan se desploma sobre mí como un peso muerto.

 

No estoy muy seguro de qué hacer, el momento es un poco incómodo. Me remuevo para intentar salir de abajo suyo, pero él envuelve sus brazos a mi alrededor como hizo antes; sus manos debajo de mi espalda me presionan contra su cuerpo y su nariz se entierra en el hueco entre mi cuello y mi hombro. Su respiración pesada eriza la piel de esa zona.

 

—Deku.

 

—¡Sí! —chillo de inmediato. Odio cuando pasa eso.

 

—No te alejes de mí, aunque me transforme en una bestia —dice, con su voz pesada, rasposa—. Soy un maldito bastardo, pero quiero estar contigo —me mira directamente a los ojos, su expresión es indescifrable—, quiero que te quedes a mi lado. Si empiezas a odiarme y te vas, yo…

 

Serías capaz de matarme. Lo sé. No tienes que decirlo, Kac-chan. Traté de negarlo, pero la oscuridad es parte de ti e, increíblemente, aprendí a quererlos a ambos. Es peligroso estar a tu lado, es peligroso quererte, pero no lo puedo evitar.

 

—Quiero quedarme contigo, Kac-chan —digo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Él corresponde el gesto apretando su abrazo y besándome en los labios con tanta ternura, que por un momento es irreconocible la persona que está encima de mí.

 

Puedes hacer conmigo lo que quieras, no me importa…, porque mis demonios viven en el calvario de tu oscuridad, y ya no le tengo miedo.

 

 

Fin.

Notas finales:

Bueno, ha terminado! Ni siquiera sé si éste es un verdadero final, más bien me parece un inicio. El inicio de una muy larga e insana relación. O sea, de mis favoritas. No me culpen! Adoro este tipo de historias que trata de relaciones enfermizas donde uno depende del otro y hay hasta un poco de psicopatía! Son geniales!! O tal vez sólo me falta un tornillo ¬¬ No me hagáis caso, los que me siguen saben que estoy bastante loca.

 

 

Gracias por haber llegado hasta este punto, nos vemos en otra historia!!


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