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Two Halves of One por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

¿Hola…? ¿Hay alguien?

*suenan grillos de fondo*

TwT

Vale, ya los entiendo… Long time, no see </3

Vale queridos míos, ¿por dónde empezar? Obviamente deciros, primero que nada, ¡MILLONES DE DISCULPAS! ¡LO SIENTO MUCHÍSIMO! En verdad sé que os debo una disculpa por haberme desaparecido así nada más, pero HOLD YOUR WIGS, aquí os explicaré lo que ha pasado:

Cómo bien sabrán ha sido verano y pues, decidí probar suerte y ver si aplicaba para un trabajo y conseguí un trabajo perfecto para mí (ya saben, con mi condición y eso :/) En ffin, el trabajo era sólo durante el verano así que, a sabiendas de eso, decidí trabajar a tiempo completo en vez de medio tiempo y eso básicamente me consumió todo el verano y no me dejó demasiado tiempo para escribir. Dicho eso, ahora que ya tengo cierta pasta ahorrada y el verano terminó, pues… ¡I’M BACK BITCHES! :3

¡EN FIN!

De nuevo, lo siento mucho por haberme desaparecido, especialmente con todo el amor anal que le estaban dando a la historia, espero que sigan ahí porque los he extrañado un montón y vengo con las pilas totalmente puestas para darles más salseo marca Spideypool ¡GRRRRR! ♥

Y pues, también agradeceros porque HOLY FUCKING SHIT, chicos ¡vosotros en verdad que sóis la hostia! La última vez que entré a la página éramos nada más 6K y ahora que vengo y rebuso… ¡BUM BITCH! En toda mí carita me lanzan 8K de lectores ¡KYAAAAA! Mí lombriz yaoista y mi fangirl interna están flipando en colorines, en verdad que sóis lo máximo, pese a haber estado ausente (¡LO SIENTO! T.T) vosotros seguís apoyando mis locuras y eso en verdad significa mucho para mí porque pensé que al dejar de actualizar iban a dejar de leerme, pero en verdad me queréis… ¡Sóis tod@s un pedazo de cielo! ♥------------♥

Bueno, y para compensaros mi laaaaaarga ausencia, pues aquí os traigo la parte final del Thrre Shot Stony, os advierto que viene largo y cuándo digo largo, me refiero a LARGO XXX si saben a lo que me refiero ¬u¬ ¡MUAJAJAJAJAJA!

Así que coged vuestras chuches, vuestras cervecitas, vuestros pañuelos y cosas que romper y apretar porque, literalmente, éste cap es una montaña rusa de emociones y adhfhghshdhfahdf :3 En verdad espero que os guste, y en verdad os agradezco muchísimo por seguirme apoyando tanto pese a mis ausencias, de aquí en adelante os prometo no volveros a fallar y seguir con el fic pasé lo que pasé, ¿vale, pequeños míos?

Quiero dedicar el siguiente cap a las siguientes criaturitas, pero en especial, a Gabo… nena, qué he recibido todos tus emails y tengo pendiente el contestarte, pero qué sepas que los he leído todos y en verdad eres un pan de Dios… me has sacado lágrimas, el mero hecho de que te tomases el tiempo para escribirme y contarme cómo te ha ido en tu día a día… simplemente me llegó al Kokoro, ¡TE AMO, MUJER! Así sí me caso, bb ¬u¬

¡EN FIN! Gracias a ustedes también guapuras, no me quedó tiempo para contestar sus bellos y sukulentos reviews, pero tened en cuenta que los he leído y pues… ustedes sacan ése lado kawaii en mí, ¡OS QUIERO UN HUEVO! ♥

+ Gabo, amore mío ♥

+ Mariapaula

+ LamariKawaii

+ mi.na

+ Lluvia Ichiha Namikaze

+ Nai

Y a tod@s las demás criaturitas que se han tomado el tiempo de pasearse por mí fic, ¡OS AMODORO! En verdad, muchísimas gracias por tenerme paciencia y darle amor anal al fic, nunca creí llegar ni a dos personas, ni hablar de tantas cómo ahora… simplemente espero que sepáis que aunque no os conozca en persona, sóis muy importantes para mí y nunca voy a poder agradeceros lo mucho que haces por mí sólo con tomarse el tiempo para leer mis locuras :’) En verdad chicos, se que os lo digo todo el tiempo, pero SÓIS LOS PUT@S AM@S ♥

Vale, y ya os dejo de dar tanta lata, pero antes de irme aquí os dejó las canciones que usé en el cap por si queréis escucharlas y meteros un pelín más en la historia ^3^

→ “Dream a Little Dream of Me”, Doris Day: https://www.youtube.com/watch?v=h7j8wa9sWOE

→ “It’s Magic”, Doris Day: https://www.youtube.com/watch?v=ldgn_7tbM9g

→ “Never Tear Us Apart”, Bishop Briggs: https://www.youtube.com/watch?v=nU-0964kOO8

Y bueno, sin más qué deciros más que gracias nuevamente, ahora sí…

¡A LEER! ^^

-Capítulo Once-

“Never Tear Us Apart – Tercera Parte”

POV’s Steve:

Steve miró aquella fría lápida de mármol, la lluvia recia estrellándose contra su espalda musculosa como finos cristales haciéndose añicos contra su piel.

Margaret Elizabeth “Peggy” Carter

Abril 9, 1921 – Junio 18, 2016

Un sollozo escapó de los labios temblorosos del rubio y sin más, se derrumbó junto a la lápida, abrazándola como si de ello dependiese su vida y lloró. Lloró como no lo hizo el día del funeral de Peggy, lloró como no lo hizo cuando Bucky cayó de aquel tren, lloró como no lo hizo el día de la muerte de su madre. Steve simplemente se permitió ser humano y no un héroe, se permitió sentir dolor, pena, pérdida y rabia… se permitió sentir todas aquellas emociones que su rol como el Capitán América jamás le había permitido. Steve se permitió ser vulnerable, y sentir como los pedazos de su corazón roto se volvían cenizas y se perdían con las gotas de lluvia frías empapándole de pies a cabeza.

-N-No puedo más, Peggy… duele demasiado. –susurró, entre hipidos y sollozos histéricos e incontrolables. –No puedo más… no sin él. –sentenció, incapaz de pronunciar el nombre de aquel que se había convertido en su verdugo.

Había perdido a Tony, ahora definitivamente.

Al menos la vez anterior, Steve aún conservaba la esperanza, por más nula o tenaz que aquella acción fuera, el rubio seguía conservando la esperanza de volver a cruzar caminos con el genio algún día.

Pero ahora… ahora todo se había ido a la mierda. Y no era sino su culpa, por no haber sido lo que el castaño necesitaba, por haber preferido a su alter ego antes que a la única persona que le había dado un sentido, un propósito en ésta era. Steve sorbió por la nariz, incorporándose de nuevo no sin antes darle un suave beso a la lápida de mármol. El rubio sonrío, consciente de lo que debía hacer, consciente de que su tiempo aquí se había acabado desde hacía mucho y ya no quedaba nada para seguir dándole largas al asunto.

-Te veré pronto, Peg. Y cuando lo haga… prometo darte ése baile que te debo. –prometió el soldado, y con ello dio media vuelta, caminando bajo la lluvia.

Despidiéndose en silencio, y permitiéndose recordar los eventos que le habían llevado a tomar aquella decisión.

Permitiéndose recordar al amor de su vida, el mismo que le había destrozado tan sólo un par de horas antes.

En el hospital…

Steve se quedó de piedra en el umbral de la puerta, contemplando con ojos lacrimosos aquellos orbes castaños a los que creyó perdidos. A pesar de que Tony le miraba con sorpresa y claro rechazo, Steve no pudo sino concederles la belleza correspondiente a aquellos ojos que pasaba horas y horas intentando captar en sus retratos sin éxito alguno, los mismos ojos que tantas veces le miraron de forma intensa mientras su cuerpo se fundía con el del hombre que tenía al frente.

Ésos ojos…

Ésos ojos ahora lustrosos y faltos de vida, cansinos y con enormes ojeras debajo de ellos. Unos ojos que le miraban con odio y rechazo, unos ojos que estaban destrozándole sin necesidad de palabras. Unos ojos rotos, a causa de su misma mano, y unos ojos que reflejaban la más infinita de las decepciones y por los cuales Steve jamás se perdonaría… porque eran los ojos de un niño inocente y enamorado, al que él mismo había matado de raíz. El rubio no pudo más, necesitaba acercarse, tocar al genio, sentir que en verdad era él y no iba a esfumarse en cuanto se despertase en la mañana.

-Tony… -susurró, haciendo amago de acercarse más un vaso de agua estrellándose a escasos centímetros de su cabeza le detuvo en seco.

Steve se volvió, parpadeando incrédulo y con los restos de agua escurriéndole por la mejilla, más Tony ya le había dado la espalda y estaba intentando arrancarse la intravenosa del brazo nuevamente. Steve frunció el ceño, la sorpresa siendo lentamente reemplazada por irritación para con el hombre de pelo castaño.

-Por favor, no hagas eso… -volvió a susurrar, ésta vez un poco más audible.

Una risa amarga y burlesca fue su contestación, haciéndole apretar los puños con rabia contenida.

- ¿O sino qué? ¿Vas a volverme a clavar el escudo, Capi? Por favor, Rogers… -masculló de forma ácida el castaño, volviéndole hielo la sangre al rubio. Tony se volvió, el odio brillando de manera letal en sus ojos. - ¿No tienes nada mejor que hacer que venir a joderme el día? ¿Por qué no te vas con el imbécil de Barnes? Yo no te necesito, Rogers… nunca te necesité.

Aquel fue el puñal que cortó el corazón del rubio más profundamente, y sin saber cómo expresarse o manejar el torrente de emociones que bombeaban sus venas, dio grandes zancadas hasta el genio, poniéndose justo frente a él e intentando apartar sus manos de los cables de los que tiraba con tanto ímpetu más un puñetazo le hizo retroceder, sobándose la mejilla que ardía con una expresión incrédula.

- ¡¿Qué acaso estás sordo?! –chilló Tony, sus ojos llenándose de lágrimas. - ¡Te dije que te largues, Steve! ¡Lárgate! –rugió, más no pudo añadir nada más porque justo en ése instante el aire empezó a faltarle.

Steve abrió los ojos como platos, y sin importarle si el castaño iba a agredirle nuevamente o no, corrió hacia él, sobándole la espalda y rodeándole entre sus brazos, intentando calmar los temblores que azotaban al cuerpo de Tony, haciéndole retorcerse hacia atrás y adelante, jadeando por aire y con las lágrimas cayéndole en gruesos torrentes por las mejillas marchitas.

-Tranquilo, Tony, respira… todo está bien, yo estoy aquí. Nada malo va a pasarte, nadie puede hacerte daño. –le susurraba el rubio, sintiéndose culpable ya que su presencia era la que había causado el ataque de pánico en el castaño.

Tony siguió sollozando por varios minutos, nada más temblando e intentando recobrarse del pánico que le azotaba el cuerpo en aquellos instantes. El castaño maldijo en su fuero interno, de todas las personas frente a las que podía haber tenido un ataque de pánico, justamente tuvo que ocurrirle enfrente del mismo hombre al que no quería cerca… el mismo hombre cuyo tacto era el único capaz de calmarle, pese al dolor que atenazaba su corazón mullido cada vez que ésas gemas azul zafiro se clavaban en su persona, llenas de preocupación, haciéndole creer que Steve todavía se preocupaba por él cuando la realidad era muy diferente.

-Eso es, Tony, respira… todo va bien. No estás solo. –seguía arrullándole el rubio suavemente, acariciando su espalda hasta que el genio finalmente recobró la compostura. –Pero qué… ¡¿Y eso a qué viene, Stark?! –ésta vez fue Steve el que gritó, desde el suelo al que Tony le había empujado.

-Lárgate, Rogers… no te necesito. –repitió entre dientes el castaño, sin siquiera mirarle.

Aquello volvió a incendiar la ira en el pecho del soldado, que se puso de pie y sin medir sus acciones, cogió a Tony por los hombros, zamarreándole un poco y forzándole a verle a los ojos de los que brotaban lágrimas cristalinas, dejando al genio descolocado ya que nunca… nunca antes había visto a Steve tan descompuesto.

- ¿No me necesitas…? ¡¿No me necesitas?! –le bramó el rubio a la cara, sin soltarle y haciéndole daño con la fuerza con la que le tomaba. - ¡Casi te mueres ahogado de borracho, Anthony! ¡¿En qué demonios estabas pensando?! ¿Qué hubiese pasado con Peter? Si no te importa una mierda nadie, al menos piensa en… -otro puñetazo le cortó a media frase, haciéndole retroceder de nuevo, sujetándose ésta vez el labio partido, del cual brotaba sangre.

-No te atrevas a meter a Peter en esto, ni siquiera te atrevas a mencionar su nombre, bastardo sinvergüenza. –el castaño se puso de pie lentamente, la intravenosa desgarrándole la piel cuando tiró de ésta y lentamente se acercó al súpersoldado, hasta quedar cara a cara con él. - ¿Con qué derecho vienes a aparecerte ahora, Rogers? ¿A ti que más te da lo que yo haga? Si vivo o muero… ¿a ti que más te da?

Steve se estremeció ante el tono tan sombrío con el que Tony hablaba, se estremeció ante la mirada tan vacía y apagada con la que le miraba, pero sobretodo… se estremeció al ver que Tony había dejado de creer en él, en el amor que alguna vez le profesó. En el amor que seguía sintiendo por él y del que nunca podría olvidarse.

- ¿Debo recordarte que fuiste TÚ el que nos abandonó? ¡¿Eh?! ¡Fuiste tú el que nos dejó, sin importarte una mierda nada! –chilló el castaño, las lágrimas cayéndole por el rostro. –Fuiste tú el que escogió a ése asesino antes que, a mí, antes que, a nuestra familia, antes que, a nuestro futuro juntos… -la voz del genio se quebró, y nada más desvió el rostro, el dolor apoderándose de sus facciones. Tony negó con la cabeza. -¿Con qué derecho vienes a opinar acerca de mí vida, Steven? Tú tomaste tu decisión, y es claro que la vida que quieres no es conmigo ni con Peter… así que, ¿por qué no te vas devuelta con ése maldito asesino y sigues dejándote follar por él? Yo estaré bien, Peter va a estar bien. Ni él ni yo te necesitamos.

Tony le dio la espalda, cruzándose de brazos y nada más viendo hacia la pared… las lágrimas todavía rodándole por el rostro, su cuerpo todavía temblando y su corazón, nuevamente sangrando y la herida del pasado ahora más abierta y punzante que nunca. Steve se quedó inmóvil, lágrimas también cayéndole por el rostro… Tony tenía razón, cada una de sus palabras eran como puñales cargados de nada más que la pura verdad.

-Tony… -empezó, la voz rota debido al nudo en su garganta. –Tony, sé que lo que pasó fue todo mi culpa, yo no… no supe cómo manejar la situación, él era mi mejor amigo y… y no supe qué hacer, cómo reaccionar. Soy el Capitán América, se supone que siempre debo saber qué hacer y tomar la decisión correcta. Sólo…

-Ahí es donde te equivocas. –le interrumpió el genio.

-¿Qué? Yo no…

-Yo no necesito al jodido Capitán América… todo lo que quería, todo lo que necesitaba aquel día era a Steve Rogers. A Steve, el hombre que siempre estuvo ahí para mí, el hombre que, a pesar de tocarme los cojones, siempre sabe cómo calmar a mis demonios… Yo necesitaba a Steve Rogers, siempre he querido a Steve Rogers, no a un maldito patriota que no puede vivir sin una guerra. –Tony por fin se volvió a verle, la expresión de su rostro robándole el aliento al rubio. -¿Sabes cuál es tu problema? Que ya ni siquiera sabes quién eres ni qué quieres. Yo podré ser un cabrón egoísta, pero al menos sé bien que no soy una armadura… y tú para mí eras más que un escudo y un traje con la bandera de los Estados Unidos. Eras más que el Capitán América. –Tony sonrió, de forma amarga, negando con la cabeza. –Eras… ahora, ya ni siquiera sé quién eres.

Aquella última frase, fue lo que hizo que todo dentro de sí mismo se hiciera añicos, fue lo que hizo que la tormenta estallase en su interior… porque no era sino más que la pura verdad. Steve siempre había tenido ése dilema dentro de sí, desde que se había despertado setenta años después de su época, siempre se había sentido perdido, sin un propósito salvo que S.H.I.E.L.D le diese una misión, salvo que el mundo necesitase que el Capitán América salvase el día… salvo cuando conoció a Tony. Si bien ambos habían empezado con el pie izquierdo cuando se conocieron, con el tiempo, Steve había podido conocer al verdadero Tony Stark. No al genio, billonario, playboy, filántropo… sino al verdadero Tony Stark, al que era vulnerable y tenía constantes ataques de pánico porque se preocupaba demasiado por todos a su alrededor. El verdadero Tony Stark que le hacía sentir que tenía un hogar, el verdadero Tony Stark que le quería por ser él, el chico torpe y sencillo que creció en Brooklyn en los años cuarenta.

-Tony, yo no…

-Sólo… sólo vete, Steven. Por favor, vete… -le pidió en un susurro, rompiéndole todavía más el alma.

Steve dio un par de pasos hacia la puerta, consciente de que Tony tenía razón y no tenía nada más que hacer allí… pero no podía nada más irse. No sin antes volver a sentir el calor del cuerpo del genio contra el suyo, no sin volver a oler la fragancia que se desprendía de su cabello, sin volver a sentir la suavidad de aquellos bucles castaños contra su mejilla. Así que, mandando toda su dignidad al diablo, Steve corrió hacia donde se encontraba el genio y lo rodeó entre sus brazos, sintiendo como los músculos del otro se volvían rígidos ante su tacto… pero no le importó. Nada en aquel momento importaba, ni las pataletas del genio para zafarse ni el hecho de que había perdido el amor de Tony para siempre. En ése momento, todo lo que importaba era que Steve se sentía devuelta en casa.

- ¡Suéltame, Rogers! ¡Quita de encima! –rugía Tony, intentando inútilmente zafarse del agarre del súpersoldado.

Steve nada más negó con la cabeza… si iba a pasar el resto de su vida sufriendo por un corazón roto, era mejor que valiese la pena. Sin pensarlo, cogió el rostro del castaño y sin más estampó sus labios contra los del otro. Al principio Tony se resistió, incluso le jaló el pelo para intentar sacárselo de encima, hasta que finalmente pareció darse por vencido y nada más dejó caer ambos brazos a los costados, las salinas lágrimas de ambos mezclándose entre sus bocas que se rozaban suavemente, tímidamente… sin querer despedirse.

-Por favor, Tony… no bebas más. No por mí… por Peter. Tienes razón, él no me necesita, pero te necesita a ti… y yo también. Puedo soportar que me odies, pero no podría vivir en un mundo en donde tú no existieras. Por favor… ya no bebas. –le pidió el rubio una última vez, sus labios temblando contra los del otro.

El sonido de la puerta abriéndose les trajo a ambos devuelta a la realidad, haciéndoles dar un respingo y dándole paso a una rubia que tenía un móvil contra el oído y se veía bastante agitada.

-Tony, ¿qué demonios…? –Pepper se cortó a media frase, al darse cuenta que su prometido no se encontraba solo en aquella habitación. -¿Valerie? Sí, te llamó luego. –masculló a la publicista del otro lado del móvil, volviéndose hacia ambos hombres, confusa. –Vaya… Capitán Rogers, no sabía que se encontraba en Londres. Hmmm… ¿es un mal momento? Puedo darles su espacio… -forzó una sonrisa, consciente de la tensión palpable entre el rubio y Tony.

-No, no se preocupe Señorita Potts… yo ya me iba. –Steve carraspeó, tratando de recobrar la compostura y volver a su actitud estoica.

El rubio no pudo evitar que sus ojos se deslizaran a la mano izquierda de la rubia, en donde un brillante anillo de compromiso resplandecía bajo la pálida luz… y su corazón se contrajo con furia, tanto de culpa, como de celos y agonía. Y supo que tenía que salir de ahí cuánto antes, porque realmente no tenía nada qué hacer allí. Tony tenía una prometida, un hijo, una vida hecha y resuelta y él nada más estaba complicándole todo…  todo lo que hacía, era fastidiarlo todo. Carraspeó y a grandes zancadas, se encaminó hacia la puerta, consciente que de seguir allí reventaría a llorar y eso era algo que no podía permitirse. Al menos no por ahora.

-Felicidades por su compromiso… les deseo lo mejor a ambos. –y con eso, Steve salió corriendo de allí.

Los trozos de su corazón, cayéndose uno a uno por aquel pasillo.

-fin del flashback-

“Se acabó… esto es todo. Hora de irse” pensó el rubio, al borde de aquel puente, viendo el agua negruzca y turbia que le esperaba abajo.

El rubio cerró los ojos, alzando el rostro al cielo en donde varias gotas de agua recia se estamparon contra su rostro… y rezó, siempre había sido una persona religiosa, de ésas que iban todos los domingos a la iglesia sin falta. Le pidió perdón a Dios, a su madre, a Bucky, a Peter… en silencio se despidió de todos aquellos que habían dado significado a su vida. Y se detuvo nada más en un rostro, en el mismo rostro dueño de cada uno de los latidos de su corazón, sonriendo un poco al recordar todos los detalles que hacían de ése rostro el más hermoso: La forma en que pequeñas arruguitas surcaban los ojos de Tony cuando éste sonreía, la forma en que sus ojos chispeaban con ése brillo especial cuando hablaba de alguna tecnología, la forma en que sus labios se volvían una fina línea cuando estaba de mal humor… la forma en que sus labios se sentían contra los suyos, contra su piel todas ésas noches que le hizo el amor.

Lo recordó todo, guardándolo cuidadosamente en su corazón para llevárselo al torrente de aguas furiosas que le esperaban abajo. Steve no recordaba mucho de la primera vez que se estrelló contra aquel iceberg, pero sí recordaba el frío… el frío cortante y cruel que devoraba su cuerpo a medida se hundía en el agua. Se estremeció, ya que no era una muerte pacífica ni mucho menos placentera, pero dada la tormenta en aquellos instantes… era su única opción, la única que le garantizaba una muerte segura. Ésta vez no fallaría, el frío consumiría su cuerpo lentamente, su corazón fallaría y finalmente el Capitán América… Steven Rogers dejaría éste mundo, como se suponía debía haber hecho en 1945. El rubio inspiró hondo, pasando una pierna sobre el riel del puente, luego la otra y sin más… de dejó caer al vacío. Ni siquiera gritó mientras caía, no había necesidad de ello, a fin de cuentas, él había escogido arrojarse de forma voluntaria.

Su cuerpo impactó contra el agua, primero la espalda, sintiéndose como si se hubiese dado contra el concreto.

De inmediato el aire escapó de sus labios, un montón de burbujas por sobre su cabeza mientras su cuerpo lentamente se perdía en las profundidades del Regent’s Canal, su cuerpo de inmediato siendo disputado por las gélidas aguas que lo empujaban de todas direcciones. Steve ni siquiera hizo un esfuerzo por luchar contra la corriente, por salvarse… no había caso. Nada más cerró los ojos con fuerza, sintiendo como lentamente perdía el control sobre su cuerpo y la corriente lo arrastraba más y más profundo, el pecho ardiéndole debido a la falta de oxígeno. Empezó a llorar, sus lágrimas mezclándose con el agua negra que de inmediato entró a borbotones por su garganta, inundando sus pulmones que luchaban por retener los pocos retazos de oxígeno que todavía quedaban dentro de él. Lentamente, su visión se volvía más borrosa…

No estaba tan mal.

Después del pánico inicial, la falta de aire… ahogarse, congelado entre las aguas de un río, no había sido tan mala idea. Steve no podía recordar si había sentido tanta paz alguna vez en la vida, a lo mejor sólo en aquellas pocas ocasiones en las que se hallaba entre los brazos de Tony. El rubio cerró los ojos, su cuerpo volviéndose más pesado debido a la presión del agua y se imaginó a sí mismo despertando en los brazos del genio, luego de haber hecho el amor, en la casa que ambos habían soñado cuando finalmente pudiesen retirarse de Los Vengadores. Steve sonrío al imaginar a un pequeño de ojos avellana entrando a la habitación, saltando en medio de ambos… las risas de Tony inundando el ambiente, uniéndose a las de Peter y las suyas mismas, su propia familia. Su hogar, todo lo que siempre había querido y había perdido, todo por haberse perdido a sí mismo… todo por creer que el mundo necesitaba al Capitán América, cuando su mundo, su Tony sólo lo necesitaba a él… a Steve Rogers.

Adiós… Te amo, pensó el rubio.

Y con ése pensamiento, su corazón cesó de latir.

POV’s Tony:

Si le preguntasen a Tony cuándo fue exactamente que se enamoró de Steve Rogers, el genio no tendría una respuesta certera para eso. Era de las pocas cosas para las que no sabía la respuesta… eso y para lo que acababa de ocurrir.

“Quizá…” concedió el genio, mirando por la ventana hacia las luces de la ciudad Londinense fuera “fue aquel día… aquel día que se tropezó por las escaleras” pensó, escuchando los coches, la gente riendo… todo tan ajeno a su propio mundo, que se desmoronaba a su alrededor lentamente. Stark sonrío, ésa sonrisa pequeña y tímida que significa ‘sé algo que tú no’ mientras recordaba el día en que su corazón, algo que él creyó extinto, cayó rendido a los pies del rubio. Era extraño cuando lo contemplabas, el hecho de que Tony pudiese haberse enamorado de Steve por algo tan estúpido como éste tropezándose y cayendo de bruces por las escaleras, pero fue sólo entonces que Tony se dio cuenta de que había una diferencia entre Steve Rogers y el Capitán América.

A Tony no le gustaba el Capitán América.

Pero sí adoraba con todo su ser al idiota de Rogers.

Suspiró, la amargura de su último encuentro instalándose en su paladar, agriándole el corazón y el alma por demás marchita. Sabía que todo había acabado, sabía que con sus palabras le había causado a Steve tanto dolor como el rubio le había causado a él aquel día en Siberia, sabía que no había marcha atrás… tanto su corazón como el de Steve estaban hechos polvo, rotos en cientos de miles de pedazos que, quizá, jamás podrían volver a encontrarse nuevamente. Tony apretó los puños con ira, ira hacia sí mismo y su orgullo, ira hacía sus propias mentiras. Y bufó, rodando los ojos porque eso era lo que siempre hacía cuando estaba encaprichado: Actuar como un crío malcriado, enojarse contra el mundo… lo que fuese antes de aceptar que era culpa suya. “Es culpa de Steve, por ser tan cabezota” se dijo, pero aquello no fue suficiente para convencer a su consciencia que le acusaba desde una esquina.

No te necesito.

Ya no sé quién eres.

Lárgate.

No te quiero…

Aquellas no eran más que una sarta de asquerosas y patéticas mentiras, palabras escupidas con odio y desdén con el afán de herir a Steve, de enseñarle una lección. Y vaya que lo había logrado, le bastaba con haber visto su rostro enrojecido y contraído de dolor para darse cuenta que todas y cada una de sus míseras palabras habían calado muy hondo en el corazón del rubio. ¿Acaso no era eso lo que quería? ¿Darle una lección a Rogers, vengarse de él? ¿Por qué entonces su pecho dolía y se sentía tan vacío, tan mezquino por dentro? Ver a Steve derramando lágrimas no le había dado satisfacción alguna, todo lo contrario: Estaba seguro de que el rostro destrozado del otro le perseguiría en sus pesadillas por el resto de sus días. Tony se pasó una mano por el rostro, exasperado… ¿qué carajos acababa de hacer? ¿En qué mierda había estado pensando a la hora de soltar todas aquellas barbaridades?

-Eres un idiota.

Tony se volvió, sus cejas alzándose en confusión y totalmente ajeno a la presencia de Pepper en su habitación hasta aquel entonces. La rubia le miraba con pura decepción, los brazos cruzados sobre el pecho y golpeteando el suelo con la punta del pie. Tony suspiró, dándole la espalda y realmente demasiado exhausto emocionalmente como para lidiar con los desplantes de Pepper en éste momento.

- ¿Y ahora qué hice, Virginia? –masculló, su voz tan muerta como su alma en aquel momento. –Para que sepas, fue él el que se apareció aquí de la nada, yo no…

-Eres un idiota. –repitió, y ante aquello, Tony se volvió a verla nuevamente, ahora verdaderamente confuso.

- ¿Qué?

-Me oíste, Tony… dije que eres un idiota. –Pepper se encogió de hombros, soltando un suspiro y dejando caer los brazos a los costados.

-Pepper, de verdad no sé qué quieres que te diga, ya me disculpé. –le recriminó el castaño, frunciendo el ceño ante la irracionalidad de la rubia.

Pepper nada más rodó los ojos, preguntándose cómo es que Tony era excepcionalmente brillante para todo lo que tuviese que ver con ciencia y tecnología, pero era un verdadero burro a la hora de lidiar con relaciones y emociones.

-Eres un idiota, no porque te hayas dejado besar por otro hombre cuando estás comprometido conmigo… -le soltó, su tono de voz herido. Tony empezó a abrir la boca para poner más excusas, más Pepper le calló negando con la cabeza. –Déjame terminar, Tony… lo que quiero decir es que eres un idiota por seguir aquí en ésta habitación, en lugar de ir corriendo tras Steve.

Ante aquellas palabras, Tony se quedó atónito. No, más bien, estaba seguro de que o estaba muerto y atrapado en el limbo o seguía dormido a causa de algún calmante y éste era nada más un sueño muy bueno, porque no había manera de que Pepper Potts, con lo controladora y mandona que era, le dijese que fuese tras Steve Rogers. No hacía sentido, ¿qué clase de prometida querría que su novio se fuese corriendo detrás de otro hombre? Tony negó con la cabeza, tratando de convencerse de que no había perdido el juicio y se hallaba alucinando.

-Pep, de verdad no te entiendo… ¿por qué me pedirías eso? Tú sabes bien que fue Steve quién se largó, no tengo nada más qué decirle ni nada más qué hacer… él está feliz con su adorado Bucky, yo no pinto nada allí. –le explicó, apretando la mandíbula con ira como cada vez que mencionaba el nombre del Soldado del Invierno.

Pepper volvió a suspirar, encaminándose hacia donde se hallaba el castaño y cogiéndole el rostro entre las manos con cariño. Tony apoyó su mano sobre la de la rubia, todavía sin entender por qué Pepper le miraba con ojos acuosos, pero llenos de afecto mientras una sonrisa triste se asomaba entre sus labios rojizos.

-Ay, Tony… eres brillante para inventar, pero muy ciego en cuánto se trata de sentimientos. –le explicó suavemente, acariciando las mejillas del genio. –Hay que ser verdaderamente ciego o tremendamente imbécil para no darse cuenta de que ése hombre sigue amándote… es más, me atrevería a decir que nunca he visto a nadie ver a otra persona con tanta adoración como Steve te mira a ti.

-Pero, Pep, él no… -Pepper le puso un par de dedos sobre los labios, nada más negando con la cabeza.

-Tony… ¿tú me amas? –le pregunta al genio, dejándolo descolocado en aquel instante.

“¿Yo amo a Pepper?” pensó el genio, y el mero hecho de hallarse titubeando para dar una respuesta le dejaba claro… qué no. Quizá, antes de cruzarse con Steve, Tony en verdad había llegado a amar a Pepper… pero ése amor no se había extinguido, más bien se había transformado y ahora Tony sólo podía ver a la rubia como su mejor amiga y confidente, la única persona a la que le confiaría su propia vida y la de su hijo sin chistar. Pepper sonrío, lágrimas desbordándose por sus mejillas al llegar a la misma conclusión que el castaño.

-Pepper, yo… lo siento mucho. –susurró el castaño, no muy seguro de que era buena idea disculparse.

- ¿Por qué? ¿Por qué amas a Steve y no a mí? Venga, Tony… tengo treinta y seis años, ya no soy una cría para ponerme a llorar cuando alguien me dice qué no. –le dice al genio, que nada más sonríe débilmente. Pepper soltó un suspiro. –Creo que, en el fondo, siempre supe que jamás podría reemplazar a Steve. En el corazón no se manda, Tony, y se quiere a quién se quiera sin que podamos hacer nada al respecto… más allá de ser tu amante o tu asistente, soy tu amiga. Y lo único que quiero, es verte feliz… y nunca te he visto más feliz que cuando estabas con Steve. Ni siquiera cuando estábamos juntos te vi sonreír así.

Tony se mordió el labio tembloroso, sintiendo las lágrimas escocerle los ojos. Pepper siempre había sido una mujer tan comprensiva y amorosa, por eso mismo le destrozaba el hecho de no poder reciprocarle sus sentimientos, porque si alguien merecía amor en éste mundo, ésa era Pepper… pero él estaba seguro de que no era el hombre para ella, Pepper se merecía un hombre que le entregase su corazón entero, no los pedazos destrozados que alguien más dejó atrás.

-No es justo… -susurró Tony. –Tú también me quieres, y si fuese un poco más fuerte… podría olvidarme de Steve y darte lo que te mereces.

Pepper negó con la cabeza, inclinándose y depositando un suave beso en la sien del genio cuya cabeza estaba apoyada contra el pecho perfumado de la rubia.

-Tú y yo sabemos que no se trata de fortaleza, Tony. Tú amas a Steve, y estoy segura de que vas a seguir amándole hasta el día en que te mueras… eso es lo que pasa cuando encontramos a la persona con la que debemos estar.  Yo sólo quiero que seas feliz. –repite, alzando el mentón del castaño para que éste le mire a los ojos. –Y en éste momento, sé que vas a ser feliz si regresas con Steve… así que más te vale ir tras él ahora mismo y no fastidiarlo todo de nuevo, o yo misma les patearé el culo a ambos hasta que se dejen de chorradas, ¿he sido clara?

Tony sonrío y sin más rodeó a Pepper entre sus brazos, despidiéndose en silencio de la mejor amiga que podría pedir… jamás podría merecer a alguien como Pepper, pero realmente estaba agradecido de tener a la rubia en su vida y que ésta aguantase todas sus estupideces, porque eso es lo que hacen los buenos amigos: Se quedan contigo en las buenas, en las malas y en las verdaderamente jodidas.

-Eres la mejor, Pep… te debo una. Y bien grande. –le asegura el castaño, separándose de ella con una brillante sonrisa.

La rubia nada más rodó los ojos.

-Creo que me debes varias y bien grandes… ahora, mejor date prisa si quieres darle alcance a Rogers. Ya yo me encargaré de lidiar con la prensa y decirles que hemos roto. Otra vez. –dice la rubia, cogiendo el móvil y buscando el número de la publicista entre los contactos pregrabados. –Y que conste que pienso irme al Taj Mahal yo sola de vacaciones aunque tú no vengas conmigo.

-Lo que tú quieras, linda… puedes quedarte con mi empresa entera si quieres, te mereces el mundo entero. –el genio se puso de pie, dándole un beso en la mejilla antes de dirigirse a la salida de aquella habitación.

Tony estaba a punto de salir corriendo detrás de Steve, cuando se estrelló contra un pecho firme que le envío hacia atrás bruscamente, sosteniéndose la sien en donde se había dado un golpazo. El genio se volvió a ver de forma envenenada a quién era el causante de su dolor de cabeza, cuando se topó con un rostro pálido de miedo y un par de ojos color hielo que le miraban fijamente, igualmente aterrados.

- ¿Strange? –preguntó el castaño, alzando las cejas confuso. - ¿Qué ocurre? ¿De casualidad has visto a Steve? Tengo que hablar con él.

Stephen nada más negó con la cabeza, todavía tratando de sacarse de encima la visión que acababa de ver en su mente. Cogió a Tony por los hombros, clavando sus ojos glaciares firmemente en los castaños del genio, no muy seguro de cómo decirle a Tony lo que acababa de visionar sin que éste perdiera la cabeza o hiciera algo verdaderamente estúpido.

-Tony, necesito que me escuches atentamente y me prometas que no vas a hacer ninguna gilipollez, ¿vale? –le advirtió el doctor, a lo que el castaño nada más se sacudió su agarre de encima, su ansiedad escalando rápidamente.

- ¿De qué va esto, Strange? ¿Qué le hiciste a Steve? ¿Dónde está? –farfulló Tony de forma atropellada, esperándose lo peor mientras empezaba a hiperventilar.

El hechicero nada más volvió a negar con la cabeza.

-Por más que me hubiese gustado partirle la cara, no he sido yo el que le ha hecho nada. –explicó, nada más recibiendo una ceja enarcada como contestación por parte del otro. Stephen cogió una bocanada de aire, era ahora o nunca. –Tony… Steve está al fondo del Regent’s Canal. Acabó de verlo en una visión, él mismo saltó de un puente…

-Dios mío… -fue Pepper la que habló, ya Tony se hallaba falto de palabras en ése instante.

Es más, se hallaba falto de vida, de oxígeno, de razón… no podía ser. Simplemente se negaba a creer lo que Stephen acababa de decir, Steve jamás sería tan estúpido, jamás haría algo tan imbécil como matarse por él. No, qué va, Steve podía sacrificar su vida por otros sin chistar, pero él jamás se arrojaría de un puente de la manera más egoísta posible… ¿cierto? Steve jamás le haría eso a Peter ni a Bucky ni mucho menos a él… ¿cierto? Tony cayó de rodillas al suelo, sujetándose el torso mientras jadeaba por aire y la habitación a su alrededor empezaba a dar vueltas y vueltas de manera violenta. Ni siquiera escuchó los chillidos de Pepper llamando a gritos a un médico, sólo fue consciente de que seguía en la misma realidad cuando Strange le cogió por los hombros, haciendo que le mirase directo a sus ojos limpios de bromas o engaños.

-Tony, escúchame… tienes que darte prisa, o no puedo garantizar que Steve vaya a sobrevivir de nuevo, ¿me has oído? Tienes que… ¡Tony, espera! –gritó, mientras el castaño salía a trompicones de la habitación.

No hacía falta que Strange dijese nada más, era obvio que no mentía y la vida del rubio, de su Steve corría peligro… a lo mejor por su culpa y la sarta de sandeces que le había soltado por su resentimiento estúpido. Jamás se perdonaría si Steve llegaba a morir por su causa ni tampoco podría volver a ver a Peter a la cara sabiendo que por culpa suya ya no tenía a su pops. De eso nada.

-Viernes, libera la armadura Bleeding Edge. –demandó Tony al IA, recomponiéndose al instante en que su nueva armadura con nanotecnología se desplegó desde el centro de su pecho, al resto de su cuerpo.

De inmediato, luz de filtró desde dentro de la máscara de Iron Man y los sistemas operativos se desplegaron frente al rostro de Tony, cuyas facciones ya no reflejaban miedo sino determinación… él iba a salvar a Steve, sin importar qué tuviese que sacrificar o el costo, Peter iba a tener su pops en su vida o Tony no viviría para darle la noticia… no iba a permitir que su hijo perdiera a su padre por su egoísmo, eso jamás.

- ¡Stark! ¿Qué crees que estás haciendo? –rugió Strange, cogiéndole del brazo y encarándolo bruscamente. –Esto es el Reino Unido, Tony, no los Estados Unidos… aquí tu gobierno no tiene jurisdicción y si sales con la armadura, probablemente… ¡Tony, espera!

Tony no tenía tiempo para escuchar las advertencias de Strange, más bien, cada segundo que perdía podría ser su última oportunidad. Sin pensarlo dos veces, apunto con uno de sus repulsores al techo y lo voló en pedazos, atravesando el agujero para luego perderse en el cielo oscuro volando, en busca del amor de su vida.

-Ya voy, Stevie… ya voy, aguanta un poco más, cariño. –susurró el castaño, mientras la pantalla mostraba los signos vitales de su amado, su corazón a duras penas latiendo. –Viernes, dame un poco de jugo…

-De inmediato, Jefe.

Y con eso, los propulsores en las plantas de los pies de la armadura se volvieron un cohete, impulsando al genio por los cielos a una velocidad inhumana… justo como los latidos de su corazón.

-Aguanta, cielo… aguanta por Peter.

Y sin más, se lanzó en picada al torrente de aguas negras que devoraban lentamente la vida de su Steven.

POV’s Steve:

Steve se sentía extraño, lánguido, flojo.

Sentía que flotaba, y a la vez, escuchaba un suave arrullo a lo lejos. Casi como música, pero en lugar de ser una tonada lúgubre, era una melodía muy alegre y jovial… una melodía que él había escuchado muchas veces, en los bares a medianoche en medio de tragos y faldas. Reconocería ésa voz en cualquier lado, era por supuesto, Doris Day, su cantante favorita llenando aquel salón con su voz suave y sedosa como terciopelo.

-Pero, ¿qué diablos…? –pensó el rubio, mirándose las manos limpias y pulcras.

“Stars shining bright above you
Night breezes seem to whisper "I love you"
Birds singing in the sycamore tree
Dream a little dream of me…”

- ¡Hey, Capi! –le llamó una voz familiar. Steve se volvió deprisa, topándose con un par de labios rojos y ojos caoba que le miraban cariñosos. –Creo que usted y yo tenemos algo pendiente, ¿no es así, Capitán Rogers?

Steve sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y de inmediato corrió hacia donde se encontraba Peggy, que extendió sus brazos para recibir al rubio. Steve cerró los ojos, tomando a Peggy en volandas entre sus brazos y perdiéndose en el perfume fino que la morena siempre solía llevar… Steve había esperado tanto por éste momento, por volver a ver ésa sonrisa, ésos ojos listos y cálidos que siempre creyeron en él.

-Peg… ¡Oh, Peggy! ¡No tienes idea de lo mucho que te he extrañado! –masculló Steve, dejando a Peggy en el suelo nuevamente mientras se limpiaba los ojos llorosos con el dorso de la mano.

Peggy también le miraba con lágrimas en los ojos, uniéndose a las risas patosas de Steve. De inmediato el rubio se inclinó, haciendo una pequeña reverencia a lo que la morena nadas más río, negando con la cabeza para luego coger la mano de Steve y ambos volver a acercarse, ésta vez moviéndose al compás lento y suave de la voz de Doris Day.

“Say "Night-ie night" and kiss me
Just hold me tight and tell me you'll miss me
While I'm alone and blue as can be
Dream a little dream of me…”

Steve hundió la nariz entre los bucles caoba de Peggy, perdiéndose en la suave fragancia a frutillas que se desprendía de su cabello, queriendo grabar aquel momento en su memoria por siempre… setenta años. Setenta años le había tomado el poder llegar a su cita con la agente, pero había valido cada segundo, porque justo ahora aquí entre los brazos de la morena se sentía bien. Se sentía completo, se sentía que pertenecía. La guerra finalmente había terminado, la gente celebraba y sólo había felicidad y júbilo a su alrededor. Steve no podía sentirse más en paz.

-Bailas muy bien para alguien que supuestamente tiene dos pies izquierdos, Steve… creí que me habías dicho que no sabías bailar. –comentó la agente, separándose un poco para ver al rubio.

Y sólo entonces, cuando Peggy mencionó su mejoría en cuanto a bailar fue que Steve lo recordó… recordó quién fue el que se había pasado una noche entera explicándole con paciencia, mostrándole él mismo lo sencillo que podía ser bailar. Y Steve sintió como si un tren de carga lo hubiese arrollado, más específicamente, un tren de carga pasándole por encima a su corazón, haciéndolo estallar en miles de cientos de pedacitos. Steve se detuvo, Peggy mirándole confusa.

- ¿Steve…? –no recibió respuesta, sólo el rostro del rubio deformándose en una mueca de verdadera agonía. –Steve, ¿te encuentras bien?

¿Lo estaba? Es decir… todo era perfecto, por una vez en su vida, a su alrededor no había ni dolor, ni pérdida, ni guerra. Todo era felicidad y paz y celebraciones y júbilo por parte de las personas que se regocijaban por el fin de la guerra… el fin de su guerra. Steve no tenía que seguir luchando más, no tenía que volver a ser el Capitán América nunca más… entonces, ¿por qué sentía que el aire no llegaba a los pulmones? ¿Por qué sentía que cada latido dolía, como la sangre detrás de un moretón? Algo estaba mal, algo estaba terriblemente mal en medio de su mundo perfecto, y ése algo era la certeza. La certeza total de que nunca más volvería a ver a cierto castaño arrogante y caprichoso, la certeza de que nunca más volvería a ver a Tony poner los ojos en blanco de ésa manera que tanto le fastidiaba. Y entonces reventó a llorar, en medio de jadeos por aire, como si un ataque de asma hubiese vuelto a estallar en su sistema.

-Steve, por Dios, ¿qué tienes? Dime, ¿quieres que llamé a un médico? –le pidió la morena, arrodillándose hasta quedar a su nivel ya que Steve se había desmoronado en el suelo.

¿Qué demonios había hecho? Steve jadeó con más fuerza, los sollozos abriéndose paso desde lo más profundo de su alma rota, mezclándose con la música y perdiéndose entre las demás parejas que bailaban, que permanecían ajenas al corazón del rubio destrozándose.

-Tony… Peggy, he perdido a Tony. –masculló, arrojándose a los brazos de la morena y echándose a llorar con fuerza, como un crío haciendo berrinche porque le han quitado sus dulces.

“Sweet dreams till sunbeams find you
Sweet dreams that leave all worries behind you
But in your dreams whatever they be
Dream a little dream of me…”

-Pero Steven, ¿de qué estás hablando, hombre? ¿De verdad crees que vas a librarte de mí tan fácilmente? –le susurró una voz profunda y burlona, el aliento mentolado revolviéndole los cabellos.

Steve alzó la vista deprisa, sólo para toparse con su amado Tony en un despampanante traje de gala y americana color negro, mirándole con aquellos ojos castaños cálidos y llenos de pura adoración mientras su mano acariciaba su mejilla, limpiando las lágrimas. Steve parpadeó, asegurándose de que estuviese viendo correctamente, pero así era… Tony estaba ahí, rodeándole entre sus brazos y nada más ambos en aquel salón con Doris Day cantando en vivo sólo para ellos dos. El rubio sacudió la cabeza, incrédulo y sólo entonces se dio cuenta de su minúsculo tamaño… de nuevo era él, Steve Rogers, el verdadero Steve, todavía escuálido, enano y esquelético. Y nunca antes Steve se sintió tan feliz de ser un enclenque, toda su vida deseó ser un hombre grande y fuerte, pero ahora… entre los brazos de Tony, daba igual si pesaba noventa libras como doscientas de puro músculo. Steve estaba feliz… más allá de feliz.

- ¡Tony! ¡Oh, Tony! –se arrojó contra el genio, rodeándole con fuerza con ambos brazos. –No vuelvas a dejarme, Tony… no quiero vivir sin ti. Todo es una mierda sin ti.

- ¡Rogers! ¡Lenguaje! ¿De dónde aprendió el Capi América semejante palabrota? –bromeó el castaño, echándose a reír y acelerando el corazón del rubio… la risa de Tony era su sonido favorito en todo el mundo.

-A la mierda el Capitán América, Tony… por mí puede irse a tomar por culo todo lo que quiera. Yo sólo quiero ser Steve Rogers, y quiero estar contigo. Me da igual lo demás. –Steve se aferró al castaño, hundiendo la cabeza entre el pecho del genio.

Steve siempre había sido enorme gracias al suero del súpersoldado, y por mucho tiempo le costó acostumbrarse a sus enormes manazas y sus largas piernas llenas de músculos. Puede decirse que luego del suero, Steve se había sentido perdido en su propio cuerpo durante mucho tiempo, ya que la torpeza no se la quitaba ni el suero ni Dios. Sin embargo… ser pequeño y estar entre los brazos de Tony era la mejor sensación del mundo, cabía perfectamente en el pecho del genio y aquello le hacía sentir seguro. Tony siempre le había hecho sentir seguro, siempre le había dado un sentido de pertenencia y de tener un hogar con él a su lado.

-Te amo, Tony… te amo mucho. –susurró, contra el cuello del otro mientras cerraba los ojos y se perdía en la colonia One Million de su amado.

-Yo también te amo, Stevie… te he amado desde la primera vez que te vi metido en ése iceberg, Capsicle. –susurra el genio, paseando los labios entre las hebras doradas.

Steve se separó del castaño, mirándole confuso y fue como un flash… como un destello que le cegó en aquel instante. Era una imagen borrosa, pero a la vez Steve podía distinguir bien a quién pertenecía la silueta sobre su cabeza. Era extraño, porque él recordaba que aquello era un sueño, pero ahora… ahora se daba cuenta de que era un recuerdo, el primer recuerdo que había tenido cuando volvió a despertar después de haber estado congelado.

El rostro de Tony.

El rostro amoratado, despellejado de Tony a causa del frío, mirándole por encima de su cabeza con una suave sonrisa en sus labios que tiritaban… Era Tony quién le había encontrado, quién le había puesto a salvo aquel día, a costa de su propia vida. Steve sintió como el aire escapó de sus pulmones de una patada, como si alguien le hubiese dado un golpazo en la espalda. Y luego sintió otro golpazo. Y otro, y otro más al punto que sentía que su espalda empezaba a arder como una hoguera. Se volvió a ver al Tony galante a su lado, que le miraba con ojos preocupados y llenos de anhelo, pidiéndole algo en silencio.

-No podemos quedarnos, Stevie… Peter nos necesita. Yo te necesito. –le susurró, antes de inclinarse y de positar un suave beso en los labios de Steve, que se aferró al cuello de su camisa… no quería marcharse, no quería dejar a Tony. –No te preocupes, yo te estaré esperando… siempre esperaré por ti, cariño.

Y con eso, Steve sintió un último golpazo en su espalda que lo envío devuelta a la realidad.

- ¡ROGERS! –escuchó un bramido, que le hizo dar un respingo. –¡Joder, Steve! ¡Despierta! ¡Despierta, idiota! ¡No pienso dejarte morir, ¿me oyes?! ¡Despierta! –los bramidos seguían, llenos de desesperación y frenesí.

Steve finalmente consiguió abrir los ojos, topándose con el rostro lleno de pánico de Tony, con la cara de su armadura levantada… la escena era terriblemente familiar, justo como aquel día en la Antártica… los ojos castaños de Tony se abrieron a tope y sin más, sintió como un par de brazos fríos, rodeados de metal le cogían con fuerza, contrayéndolo contra más metal frío. De haber podido, Steve se hubiese quejado, pero el puñado de agua negruzca saliendo a borbotones por su boca no le dejaba siquiera respirar, mucho menos quejarse.

-¡Steve, estás vivo! Dios… por un segundo creí que te había perdido, reverendo imbécil… -masculló Tony contra su cuello, besándole suavemente y rodeándolo con fuerza.

Steve tosió, las gotas de agua recia haciéndole volver el rostro con incomodidad. De inmediato sus dientes empezaron a castañetear con violencia al igual que el resto de su cuerpo, el frío todavía azotándole pese a no estar más en las profundidades de aquel río. Tony se separó de él, mirándole fijamente y negando con la cabeza.

-Debo ponerte a salvo, te vas a morir de hipotermia si no te caliento ahora mismo… -Tony hubiese seguido hablando, de no ser porque Steve apoyó una mano suavemente en su mejilla.

-T-Tony… -susurró, con la garganta ardiéndole como mil demonios, pero no importaba… en aquel momento, sabía que, si no le decía aquellas dos palabras al hombre que tenía al frente, quizá nunca podría. –T-Te a-amo, T-Tony…

Tony le miró con los ojos como platos, totalmente incrédulo ante lo que sus oídos acababan de escuchar… pero le había escuchado, y si llegaba a morir de hipotermia, al menos Steve podía irse con la satisfacción de haberle dicho al amor de su vida lo mucho que le amaba.

Steve sonrío, y sin más se dejó ir en los brazos de Tony.

[…]

Steve trató de ignorar el par de orbes castaños que no le perdían de vista ni por un segundo mientras se bebía su doceavo vaso de agua fría en menos de dos segundos: El rubio tenía la garganta en carne viva luego de haber estado casi una hora debajo del agua, toda ésa sal quemándole la garganta hasta dejársela ardiendo como una hoguera viva. Steve suspiró de alivio, cerrando los ojos ante la sensación fría que el agua helada había dejado en su garganta.

- ¿Quieres más agua? ¿Necesitas más sábanas? –le interrumpió la voz del hombre a su lado, todavía llena de pánico y preocupación.

Steve abrió los ojos, mirando fijamente al Tony lleno de preocupación por enésima vez, incapaz de creerse que no hubiese muerto y estuviese en alguna especie de limbo. Después de todo, la última vez que había visto ésos mismos ojos, éstos le habían visto con nada más que repudio y decepción… mientras que ahora le miraban con la más pura preocupación, con verdadero pánico ante su pérdida. Steve sacó una mano de entre el montón de sábanas en las que estaba envuelto y la llevó suavemente al rostro del genio, que cerró los ojos ante el contacto y apoyó la mejilla contra la mano ajena, refregándose un poco contra la palma del rubio que sintió cosquillas contra la barba picosa del otro.

-Tony, yo… -empezó Steve, su voz pastosa debido a su garganta lastimada, más el castaño sólo negó con la cabeza.

-Sssh… no digas nada, Stevie. Está bien. –le susurró el genio, cogiendo su mano y besando suavemente cada uno de los nudillos lastimados del rubio.

Steve se mordió el labio tembloroso, sus ojos aguándose… Stevie. Cuánto había añorado volver a escuchar aquel apodo entre los labios del castaño, sentir sus labios y su barba picosa contra su piel, contemplar su rostro guapo y a la vez taciturno… Steve amaba tanto a Tony, a tal grado que dolía, físicamente, dolía lo mucho que su corazón latía, sangraba y seguía sirviendo por y para el hombre que tenía al frente. Steve no quería pensar en que Tony estaba comprometido, no quería pensar en que pronto tendrían que separarse, no quería pensar en que casi se había matado… en ése momento, todo lo que quería, era disfrutar de la compañía de Anthony Stark. Quería memorizar cada línea, trazo, facción en su rostro, grabar el exacto olor a su colonia y el sonido de su voz por siempre en su memoria; así, cuando tuviesen que partir caminos… Steve tendría suficientes memorias para resistir el resto de una vida sin el hombre al que más amaba.

-No vas a volver a hacerlo, ¿verdad? –volvió a interrumpir sus pensamientos la voz del genio. Steve le miró confuso, topándose con los ojos lacrimosos de Tony. Éste desvío la vista, mordiéndose el labio tembloroso y haciendo sangrar al corazón del rubio. –No puedes… Por favor, no vuelvas a hacer algo así, Steve… por favor… -le suplicó, mirando a las sábanas y a duras penas manteniendo la compostura.

Steve también desvío la vista, incapaz de contemplar lo que su egoísmo había causado. “Pero es que duele tanto… tu ausencia me mata, Tony” pensó, negando con la cabeza porque eso no justifica sus acciones. Steve estaba seguro de que no quería morir… tan sólo no quería seguir viviendo sin Tony, era demasiado duro y él ya no tenía fuerzas para seguir luchando una batalla que jamás podría ganar. Negó con la cabeza y sin pensarlo, volvió a arrojarse contra Tony, aferrándose a él con fuerza, aferrándose a lo único que le daba sentido a su vida. Steve se estremeció cuando su abrazo fue correspondido, dos brazos cálidos rodeándolo torpemente contra el pecho del genio y sobándole suavemente los cabellos, como cuando era pequeño y su madre siempre solía consolarle por haberse raspado las rodillas o porque los demás niños de su barrio no querían jugar con él por ser un enano.

-Lo siento… -masculló contra el cuello del castaño, empapándole de lágrimas la camisa recién cambiada. –No quise… Yo no… Perdona, Tony. –masculló, incapaz de formar frases coherentes.

Sintió al genio negar con la cabeza, contrayéndole más contra sí, haciéndole sentir seguro… haciéndole sentir devuelta en casa.

-Steve, ya es suficientemente malo que cuando la tierra esté en peligro tú saltes al peligro como las moscas a la miel, no puedes ir arriesgando tu vida así… ¿Qué se supone que le diga a Peter luego? Si sigues así, va a querer imitarte todo el rato y sepa Dios qué haré si llega a hacerse daño. –le susurró el castaño, su aliento revolviéndole el pelo.

Steve sonrío un poco, recordando a su pequeño Petey.

-Es culpa tuya, por haber escogido al Capitán América para ser su padre. –le contestó el rubio, hundiendo la nariz en el cuello del otro y aspirando con fuerza la colonia de Tony… cómo amaba el olor de Tony.

-Yo no escogí al Capitán América, escogí a alguien peor… escogí a Steve Rogers. –Steve se separó de él, y ambos se quedaron viendo fijamente, sus corazones encontrando en silencio el camino de regreso al otro.

Bien podrían haber pasado cinco segundos o cinco siglos, a Steve le daba igual si podía perderse en ése par de ojos castaños que durante tanto tiempo pasó anhelando en sus sueños. Tan perdido estaba en los ojos de Tony, concediendo el hecho de que ni una sola vez su memoria les había hecho justicia que no se dio cuenta de en qué momento el genio había estirado el brazo y había prendido la música, hasta que Doris Day empezó a llenar la habitación con su voz de terciopelo.

“Without a golden wand
Or mystic charms
Fantastic things begin
When I am in your arms…”

-Ésa es… -empezó el rubio, parpadeando incrédulo.

-Sip. Doris Day, recuerdo que una vez mencionaste que era tu cantante favorita… -comentó el genio, su mirada fija en el aparato del que provenía la melodía.

Steve sonrío, sintiendo una calidez reconfortante en su pecho.

-Lo recordaste…

Tony echó los ojos en blanco, y Steve ensanchó todavía más la sonrisa… ahí estaba el famoso “eye roll” marca Tony Stark, porque ¿qué sería un día sin Tony poniendo los ojos en blanco? Ni Dios lo quiera así.

-¿Sabes? Me parece un poco insultante que creas que lo olvidaría, teniendo en cuenta de que soy un genio y tengo memoria fotográfica. –le recordó el castaño con arrogancia, a lo que Steve nada más río, acelerándole el pulso a Stark. –Además… no he escuchado otra cosa desde… bueno, ya sabes. Creo que, por ésta vez, te concederé el hecho de que tienes buen gusto. Al menos en cuánto a música, porque si a estilo de vestir se refiere…

- ¿Tony? –preguntó Steve, despegándose de Tony y mirándole fijamente.

- ¿Sí, cariño? –replicó el otro, una sonrisa burlona asomándose entre sus labios.

-Cierra la boca y baila conmigo… me parece que estás hablando de más. –Steve se puso de pie, ofreciéndole su mano al castaño que nada más ensanchó su sonrisa.

-Por supuesto, vamos a ver si no te has olvidado de lo qué te enseñé. –Tony tomó su mano, atrayéndolo hacia su cuerpo y sonriendo. –Vaya, todavía recuerdas cómo bailar, estoy impresionado, Rogers. Nada mal para un anciano.

Ésta vez fue Steve el que rodó los ojos.

-Yo también tengo buena memoria, Stark, ¿nunca te dijo tu madre que los ancianos son sabios? –bromeó, mientras entrelazaba sus dedos con los de Tony y apoyaba la mejilla sobre la sien del castaño, deleitándose con el olor a almizcle que se desprendía de los bucles castaños.

-Recuerdo que lo mencionó alguna vez, lo que no recuerdo que me dijera fue que los ancianos eran bastante fastidiosos. Y mandones. E incluso hasta guapos, algunas veces. –bromeó, mientras iban de lado a lado, al ritmo de las suaves palabras de Day.

Steve negó con la cabeza: No había remedio con Tony. El rubio cerró los ojos y se dejó arrastrar por la melodía, perdiéndose en el momento y dejando a su imaginación volar… se parecía a la visión que había tenido mientras había estado en el río, en la que él y Tony estaban en un salón y él había vuelto a encogerse… salvo que ahora él seguía siendo enorme, Tony no usaba un traje de gala y Doris Day lamentablemente seguía muerta. Pero no importaba, el momento seguía siendo perfecto y Tony seguía robándole el aliento pesé a estar usando vaqueros y una chamarra de piel… Tony Stark siempre iba a verse jodidamente perfecto, sin importar si lo que llevaba encima eran harapos.

“When we walk hand in hand
The world becomes a wonderland

It's magic

Why do I tell myself
These things that happen are all really true?
When in my heart I know
The magic is my love for you…”

 

- ¿Tony…? –le llamó Steve, sus ojos aguándose y rompiendo la quietud del momento… estaba feliz, pero al mismo tiempo, estaba aterrado. Sentía la despedida cerca, era inminente… y no estaba seguro de poder soportarlo.

 

- ¿Hm? –le contestó el genio, con los ojos cerrados y ajenos al temor atenazándole el corazón al rubio entre sus brazos.

 

Steve se mordió el labio, sintiendo el nudo en la garganta y arrepintiéndose de haber estropeado el momento. Ya no podía echarse hacia atrás, debía decirlo… tenía que decírselo.  Si no se lo decía, el peso de haber dudado le destrozaría todavía más el corazón.

 

-Te extrañé, Tony… te extrañé mucho. Y… cuando estaba en el agua, recordé algo. Bueno, no sé si es un recuerdo o un sueño, pero recuerdo haber visto algo mientras estaba inconsciente.

 

Sintió al castaño tensarse entre sus brazos, más Tony no hizo amago por apartarse o encararle, nada más siguió moviéndose lentamente junto con él al compás de la canción que poco a poco llegaba a su fin… y Steve temía lo peor, estaba casi seguro que en cuánto la canción terminase, quisiera o no ambos tendrían que regresar a la realidad. Una realidad en la que Tony estaba comprometido con otra persona que no era él, una realidad en la que él era un fugitivo que no podía volver a su país, una realidad en la que tendría que volver a una existencia de miseria y dolor lejos del hombre al que más amaba.

 

- Ah, ¿sí? – contestó el genio, casi seguro de lo que Steve iba a decir, pero dispuesto a cerciorarse. - ¿Qué recordaste?

 

-No estoy seguro, pero… me parece haber recordado el día que me encontraron, en la Antártica. Salvo que ésta vez, no eran los hombres de Fury, sino… tú. Recuerdo haber visto tu rostro, me diste tu armadura para salvarme y tú ibas a congelarte… pero parecías feliz, no parecía molestarte el hecho de sacrificarte por mí. –Steve negó con la cabeza, riendo un poco. –Ya sé, es una chorrada… ¿por qué irías a sacrificarte por mí en aquel entonces? Si tú odias al Capitán América.

 

Aquello hizo fruncir el ceño al castaño, más se limitó a chasquear los labios antes de detenerse abruptamente y separarse lentamente del rubio, que le miraba con las cejas alzadas y ajeno a sus acciones. Tony le miró fijamente, tan detenidamente que pesé a estar usando un grueso abrigo para calentarse, Steve no puedo evitar el sentirse desnudo. Tony era el único capaz de llegar hasta lo más profundo de su ser con tan sólo una mirada.

 

-Porque, pequeño ignorante, yo no me sacrifiqué por el Capitán América. Por mí, que le jodan con su ridículo casco con alitas a los lados… -bromeó, haciendo sonreír al rubio. –Pero no dudaría en sacrificarme por Steven Rogers, sin importar lo mucho que me haga enfadar y me regañe por cuánta cosa se le ocurra… moriría o viviría cualquier día por ése rubio mandón y que siempre quiere tener la razón.

 

Steve no pudo contener más las lágrimas.

 

-Tony… -susurró, con la voz rota e inclinando el rostro para que el otro no se diera cuenta de que había empezado a lloriquear.

 

Justo en ése instante, la voz de Doris Day fue interrumpida abruptamente por un rayo que se llevó todo atisbo de luz con él… la tormenta eléctrica fuera había causado un apagón. Sin embargo, su corazón ardía con la furia del mismísimo invierno. Steve sintió como dos manos cálidas le cogían el rostro, limpiándole las lágrimas con dulzura.

 

-Venga ya, Stevie… tú no eres ningún llorón. No llores, no te ves bien lleno de mocos. –bromeó Tony, y aquello fue más de lo que Steve pudo soportar.

 

Sin pensar en las consecuencias, cogió al genio por las solapas de su chamarra de piel y lo atrajo hacia sí, estrellando sus labios contra los tan añorados labios de Anthony Stark y se sintió completo… por un segundo, sintió que todo estaba bien.

 

Aunque Tony tuviese una prometida, en ése momento…

 

Tony era su Tony.

 

POV’s Tony:

 

Stark se quedó momentáneamente descolocado en cuánto los labios de Steve colisionaron contra los suyos, en primera porque Steve no estaba enterado de que él y Pepper habían roto su compromiso y le sorprendía que, siendo el rubio tan correcto, aquello hubiese dejado de importarle. y en segunda, porque Steve siempre había sido tímido en cuánto al contacto físico se trata, pero la manera en que estaba besándole en ése momento denotaba hambre. Urgencia. Deseo y Tony no iba a ser quién para negarle sus deseos a Rogers, a fin de cuentas y luego de haberle visto con ésa barba desgarbada, era seguro decir que Tony Stark había pecado de haberse follado a Steve al menos unas diez veces en su mente y su autocontrol ya no estaba por ningún sitio a la vista.

 

Tony soltó un gruñido de molestia en cuánto los labios del rubio abandonaron los suyos, su cuerpo caliente pidiendo a gritos la cercanía ajena.

 

- ¿Qué sucede? ¿Por qué…?

 

-Lo siento… -soltó Steve, seguido de un sollozo. Tony abrió los ojos, y pese a la oscuridad notó las brillantes lágrimas cayéndole por las mejillas a Steve. –Perdóname, Tony, yo… sé que tú estás con Pepper. No debí de haberte besado. –añadió, en medio de sollozos.

 

Tony sonrío… ahí estaba: El Steve correcto, tímido y por el que sus pantalones apretaban. ¿Cómo podría resistirse a un ser tan inocente y delicado como Steve? Si pese a su gran tamaño, Steve era adorable a sus ojos, torpe y en su misma inocencia jodidamente sensual a los ojos del genio. Mejor que cualquier persona con la que pudiese haber estado antes, había algo en las mejillas sonrosadas de Steve y en sus enormes ojos azules que simplemente le hacían querer hacerlo suyo día y noche. Tony negó con la cabeza.

 

-Stevie…

 

-No, esto está mal, Tony. Pepper, ella…

 

-Fue quién me envió detrás de ti. –le aclaró el castaño, dejando al rubio totalmente desubicado.

 

- ¿Qué…? –fue todo lo que pudo decir Steve, parpadeando y con lágrimas todavía entre sus pestañas. Tony sonrío, confundiendo más al súpersoldado.

 

-Dije que Pepper fue lo que me dijo que fuera detrás de ti, Rogers. Más bien, recuerdo que también añadió que, si volvía a joderlo todo contigo, ella misma iba a ser quién me patease el culo, así que te sugiero que sigas con ése beso o Pepper es capaz de incluso agarrarme a escobazos. –le advirtió, mirándole de forma traviesa.

 

Steve se quedó en silencio, todavía procesando lo que el castaño acababa de decirle. No tenía sentido, ¿por qué Pepper enviaría a Tony detrás de su ex? A su prometido… a no ser que…

 

-Pepper y tú… ¿ya no están comprometidos? –preguntó, buscando una confirmación, su voz temblando en cada una de las palabras pronunciadas.

 

Tony ensanchó la sonrisa, guiñándole un ojo.

 

-Nope. Tanto ella como yo sabemos qué hacemos mejores amigos que pareja, así que… -Tony se acercó a Steve por el costado, susurrándole al oído: -¿Por qué no continuamos con lo que íbamos? Digo, ahora que estoy soltero y es oferta limitada…

Steve abrió sus ojos como platos, las lágrimas nuevamente inundando sus ojos, salvo que ésta vez eran lágrimas de alegría en lugar de amarga tristeza. ¿Era posible? ¿Era posible que luego de tanto dolor y sufrimiento, la vida estuviese permitiéndole una segunda oportunidad? Steve estaba incrédulo, simplemente no cabía de júbilo…

 

Una segunda oportunidad, todo lo que siempre había querido.

 

-Oh, Tony… -susurró, y luego de eso, todo fue historia.

 

Steve no supo en qué momento ni cómo, pero tampoco le importaba, pero cuando vino a darse cuenta el beso entre él y el castaño había escalado a tal punto que pronto se encontró con su cuerpo contra el de Tony, éste contra la pared mientras sus manos luchaban por arrancarle la chamarra de piel de encima al genio que le besaba con la misma sino más intensidad que él. Steve siempre había sido muy tímido en cuánto a su sexualidad, siempre dejaba que Tony llevase las riendas, pero en ése momento… en ése momento, todo lo que quería era recuperar el tiempo perdido. Todo lo que quería era volver a sentir las manos y los labios ajenos por todo su cuerpo, o de lo contrario estaba seguro que moriría.

 

-Vaya… alguien en verdad me ha extrañado. –bromeó Tony, riendo un poco cuando Steve le desgarró la camisa, dejando los trozos de tela destrozados caer al suelo.

 

Steve se quedó quieto, contemplando el cuerpo de su amante… contemplando fijamente la cicatriz que atravesaba el reactor de Tony de forma vertical, justo donde él le había clavado el escudo aquel día. Steve se mordió el labio, apartando la mirada e incapaz de contemplar el horror de lo que había hecho… ni siquiera se dio cuenta de la fuerza que había usado aquel día, la suficiente para clavar el escudo con tal fuerza que llegó a atravesar la carne del hombre al que debía haber protegido. Unas manos le cogieron el rostro, forzándolo a encontrarse con dos orbes castaños que le miraban sin rastro de rencor… sólo anhelo y pasión encerrados en ellos.

 

-Hey, Steve… está bien, ¿vale? No importa. –le aseguró, acercando sus labios al rostro del rubio y llenándoselo de suaves besos. –No me duele… el pasado no significa nada ahora que te tengo devuelta conmigo. –le susurró, y aquello volvió a encender la llama en el corazón del mayor.

 

Steve se inclinó nuevamente, volviendo a atacar los labios del castaño al tiempo que éste le empotraba contra la pared, haciendo presión con su rodilla entre sus piernas, abriéndoselas en el acto y refregando su pelvis contra el miembro del rubio que lentamente empezaba a reaccionar a las caricias y besos del genio, cuyas manos expertas se deshacían de manera eficiente de las prendas del rubio, dejándolas caer al suelo una a una hasta  encontrarse con un cuerpo perfecto, lleno de duros músculos que pedían a gritos ser acariciados… Tony se relamió los labios al contemplar la extensión de piel y músculos que se extendían frente a él, el deseo desbordándole las venas. No era la primera vez que veía a Steve desnudo, pero joder, que lo qué sea que le hubiesen dado de comer al hombre en Wakanda había surtido efecto porque Steve era en verdad una obra de arte… y era todo suyo.

 

-T-Tony… -gimió el rubio contra la boca del castaño, cuando éste arremetió nuevamente contra él, cogiéndole por las piernas y alzándolo del suelo.

 

Podía ser que Tony no fuese enorme como Steve, ni musculoso y claramente era más chico que el rubio en altura… pero lo que le faltaba en estatura, Tony lo tenía en dominancia. Y era eso precisamente lo que a Steve le hacía perder los sentidos, la forma en que alguien en apariencia frágil y más débil en comparación a él podía dominarle con tan sólo una mirada. Steve dejó escapar un suspiro cuando su espalda se encontró con la suave superficie de la cama, su panorama siendo invadido por el rostro del castaño que le miraba de manera hambrienta y lujuriosa, como un cazador a su presa y Steve sintió como su vientre se volvió una bola de nervios debido al placer. Nadie le miraba de la forma en que Tony Stark lo hacía y nadie le volvía tan sumisa como cuando se hallaba entre los brazos del millonario.

 

-Tony… -gimió Steve, arqueando la espalda cuando los labios del castaño empezaron a descender por su garganta, paseándose entre su clavícula y trazando un camino húmedo hasta sus pectorales. –Tony, ahh… -gimió Steve con más fuerza, cuando sintió la lengua del genio cerrarse en torno a uno de sus pezones.

 

-Joder, Steve… estás tan bueno que debería ser ilegal. –masculló Stark, su voz ronca y deforme por el deseo que la visión de Steve sumiso y excitado provocaban en él.

 

Steve se mordió el labio cuando Tony se irguió sobre él, sus piernas a ambos lados de sus caderas y empezó a desabrocharse la bragueta, lentamente y sin romper contacto visual en ningún momento con el rubio. Tony no pudo evitar sonreír al ver las pupilas dilatándose en los ojos de Steve, prueba clara de la excitación que le provocaba el verle desnudándose frente a él. Ni tampoco pudo evitar desviar sus ojos a la creciente erección en los pantalones del rubio chocando contra su muslo, volviéndose a relamer los labios de puro deseo ante lo que era de su propiedad y sólo de su propiedad… y eso pensaba dejárselo bien en claro al súpersoldado entre sus piernas.

 

-Tony… -protestó Steve cuando intentó atraer al castaño devuelta contra sus labios, más éste nada más volvió a empujarle bruscamente contra la cama. –Tony, por favor… déjame tocarte. –pidió Steve, las manos picándole ante la necesidad de sentir la piel del genio entre sus palmas.

 

-¿Por qué debería? Te has portado mal, Steven… -tentó el castaño al otro, descendiendo por el abdomen del rubio, haciéndole estremecerse con las cosquillas provocadas por su barba. –Si mal no recuerdo… -siguió, deshaciéndose de los vaqueros de Rogers tortuosamente lento, arrancándole estremecimientos al rubio. –Haz andado por ahí, con cierto imbécil pelo de muñeca y con brazo de papel de aluminio… -Steve soltó un chillido cuando Tony se posó bruscamente sobre él, poniéndole los brazos sobre la cabeza. –No me gusta compartir lo que es mío, Steven… y mucho menos con ése hijo de puta.

 

-Tony… ¡Argh! –chilló el rubio, cuando un tirón en su labio inferior le impidió seguir hablando. Tony estaba haciéndole perder la razón segundo a segundo, con ésa forma de dominarle y volverle vulnerable. –Tony, yo… ¡Ahh, Anthony! –chilló, ésta vez un tirón en su pezón robándole la palabra.

-Eres mío, Steve… sólo mío. Y voy a grabártelo en ésa maldita cabeza. –el genio casi le gruñó a la cara.

 

-Tony, ¿qué estás…? ¡ñgh! –Steve echó la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda cuando sintió la lengua del castaño paseándose por su pierna, en su pantorrilla y en la cara interna de su muslo. - ¡Tony, por favor! –gimió Steve, luchando por separar sus manos hasta que se dio cuenta de que Tony le había puesto unas esposas. - ¡Tony! –chilló, más fue silenciado cuando un par de labios se cerraron en torno al glande de su miembro palpitante.

 

Steve fue incapaz de seguirse quejando, en lugar de eso echó los ojos en blanco debido al placer y simplemente se olvidó incluso hasta de su nombre en cuánto la lengua del millonario empezó a pasearse de forma traviesa sobre la punta de su miembro, primero suaves lamidas tentándole y fastidiándole, para luego transformarse en una cavidad cálida en torno a su glande, enviando espasmos de placer desde el cuero cabelludo hasta la punta de sus pies. Steve se retorció debajo del cuerpo del castaño, luchando contra las esposas más le fue imposible: Ni siquiera haciendo uso de su fuerza súper humana logró liberarse, y maldijo en su fuero interno porque se moría de ganas de enredar los dedos entre ésos rizos castaños a los que tanto había echado de menos.

 

-Dios, Tony… -gimió el rubio, cuando la lengua experta de Tony se paseó por la ranura del glande, causándole hormigueos por todo el cuerpo.

 

Stark nada más sonrió para sus adentros, contemplando con una mirada traviesa el cuerpo de Steve retorciéndose debajo del suyo… cómo había echado de menos la visión de Steve vulnerable y tembloroso bajo su cuerpo, el sonido ronco y a la vez sensual de sus gemidos. Pueda ser que con los otros Steve sea el Capitán América, de voz potente y actitud estoica al que nada le da miedo y que les da órdenes a todos, pero entre sus brazos Steve era nada más Steve, y pese a su gran tamaño, Tony era el único capaz de hacerle sentir pequeño con el placer que desataba en su cuerpo, como fuego ardiendo que se desprendía de cada una de sus caricias en los lugares apropiados. Tony jugó un poco más con el glande de Steve, estimulándolo hasta sentir el sabor del líquido preseminal en su boca.

 

-Tony, por favor… -suplicó Steve, su rostro y su pecho enrojecidos debido al placer que la boca de Stark le provocaban en todo su cuerpo. –Mierda… -masculló, cuando aquella cavidad cálida hizo caso omiso a sus súplicas, abandonando su miembro y dejándolo frío.

 

Steve se incorporó a como pudo, su cuerpo todavía temblando, topándose con unos ojos predadores que le miraban con travesura mientras que Tony sujetaba su miembro con la mano, bombeándolo lentamente frente a los atentos ojos de Steve, que se abrieron de par en par al contemplar la visión de Tony Stark dándose placer a sí mismo. Vale, que Tony era bajito de estatura… pero eso lo compensaba en centímetros, Steve ya había olvidado que Tony no era conocido como Playboy por nada, el hombre estaba bien dotado. Tal y como Natasha le había dicho una vez “no dejes que su estatura te engañé, Rogers, Stark tiene bastante entre las piernas” … y Steve era testigo de ello.

 

- ¿Qué pasa, Stevie? ¿El gato te comió la lengua? –bromeó el genio, viendo como Steve se relamía los labios ante la visión de su miembro. - ¿Tienes hambre, Steve? –siguió presionando Stark, juguetón, bombeando su miembro lentamente para el deleite del rubio.

 

Steve nada más negó con la cabeza y colocándose en cuatro, acercó su rostro hasta la pelvis del castaño, hundiendo la nariz en el vello que nacía desde el ombligo de Stark hasta sus partes íntimas, aspirando con fuerza el aroma que se desprendía de la piel de Tony, fuerte y masculino… haciéndole perder la cordura. El rubio alzó la vista hacia el dueño de sus deseos, que tomo su mentón entre sus manos y sin más, empujó su miembro en la boca ajena de un tirón. Steve cerró los ojos, las lágrimas asomándose en las esquinas de sus ojos cuando aquel largo miembro palpitante se enterró en el fondo de su garganta. Dios, Tony era tan brusco… pero era precisamente lo que le excitaba, el hecho de que a Tony parecía importarle una mierda si él era el Capitán América o no, si quería follarle la boca, el genio iba y hacía justo eso mismo.

 

-Joder, Steve… -escuchó gruñir al castaño, que nada más echó la cabeza hacia atrás cuando Steve empezó a succionar su miembro, con fuerza, raspándole con los dientes. - ¡Steve! –soltó Tony de un bramido, sujetando al rubio con fuerza del pelo, estrujando el montón de hebras doradas en su mano.

 

Steve no se detuvo, es más… el sonido de los gruñidos casi guturales de Stark le ponían a mil y no quería detenerse. Cerró los ojos y tomó todo de Tony, literalmente no se detuvo hasta que tuvo el miembro del castaño bien profundo dentro de la garganta, su boca deteniéndose al llegar a los testículos para volver a subir y luego bajar, su lengua moviéndose de forma circular en torno al miembro palpitante entre sus labios. Tony apretó los cabellos de Steve con más fuerzas, sus caderas moviéndose al ritmo de las felaciones del otro, preguntándose cómo coño era que Steve se había vuelto tan jodidamente bueno dando mamadas… y el recuerdo de un par de ojos grises y cabello desgreñado vino a su memoria, haciendo que un gruñido de celos escapase de sus labios. El mero pensamiento de Barnes follándose a su Steve le ponía de muy mala hostia, y sólo le hacía querer follarse a Steve más duro para dejarle claro quién era su dueño.

 

Tony cogió a Steve, atrayéndolo hacia su boca cuando se sintió a punto de correrse… aún quedaba muchísimo por hacer, muchísimo por lo que castigar a Steve. El castaño sujetó al rubio por el pelo mientras le devoraba la boca, sonriendo entre besos desenfrenados cuando escucho los gemidos tanto de dolor como de placer del otro contra su boca. Steve se dejó hacer, no podía negar que hallaba placer en el leve dolor que Tony le provocaba tirándole del cabello de ésa forma… no podía negar que la razón por la que Tony Stark se la ponía tan dura, era simplemente por la forma en que lo dominaba sin siquiera esforzarse. Steve casi chilló cuando Tony le arrojó sobre la cama, dándole vuelta bruscamente mientras sentía el cuerpo del genio pegándose a sus espaldas, el miembro duro y erecto de Tony refregándose contra su entrada… sintió que su cuerpo enteró se sacudió ante el contacto.

 

-Tony, no… -protestó el rubio, cuando el castaño lo cogió entre sus brazos, sentándolo en su regazo. –Tony… -volvió a gemir, incapaz de hablar con coherencia cuando Stark empezó a refregarse lentamente contra su entrada, el líquido preseminal del castaño mezclado con su saliva humedeciendo su trasero. - ¡Tony, por favor! ¡No me tortures así! –chilló Steve, echando la cabeza hacia atrás, sobre el hombro del millonario.

 

-Gracioso que lo digas, tomando en cuenta que has sido tú el que se ha metido en camas ajenas… -le susurró Tony al oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja al tiempo que pellizcaba uno de sus pezones con fuerza.

 

- ¡Tony, argh! –gimió Steve con fuerza, su cuerpo un manojo de nervios ante los estímulos provocados en su cuerpo… el pellizco en sus pezones, los chupetones en su cuello, Stark refregando su miembro cálido contra su entrada, se estaba volviendo demasiado. - ¡Por favor, te necesito! ¡Te necesito dentro de mí! –pidió el rubio, la urgencia palpable en sus palabras temblorosas.

 

Tony no respondió, más sólo sonrió con sus labios prendidos de la maltratada carne en la garganta del rubio. Su mano descendió lentamente de los pezones de Steve, pasando entre sus abdominales hasta cernirse con fuerza sobre el miembro del rubio, que pedía a gritos atenciones más Tony no iba a ceder tan fácilmente: Se limitó a acariciar con el pulgar el glande suavemente, regando el líquido preseminal que para éste entonces se desbordaba por los lados, deslizándose por el miembro de Steve hasta embarrarle los testículos. Tony sonrió complacido y volvió a tirar de la piel de Steve con los dientes, enormes marcas púrpuras haciendo aparición por todo el cuello del rubio.

 

-Perdona, ¿qué dijiste? No te escuché, Rogers… -siguió con aquel juego, en el que él ponía las reglas y Steve tenía todas las de perder. El rubio chilló cuando el castaño tiró de su miembro, provocándole un espasmo que le atravesó toda la columna, haciéndole arquear el cuerpo entero. –Háblame claro, Stevie…

 

-P-Por favor… -gimió el rubio, lágrimas de placer deslizándose por sus mejillas rojizas mientras se aferraba a los cabellos del castaño, sus caderas empujando contra la mano de éste, buscando más de ésa mano bombeándole a un ritmo tortuoso. –T-Te necesito, Tony… hazme tuyo… -rogó Steve de un susurro, haciendo gruñir al otro.

 

-Eres mío, Steve… sólo mío, dilo. –le exigió, empujándole contra el colchón, el rostro de Steve contra un montón de almohadas. - ¡Dilo, Steven! ¡Eres mío!

 

- ¡Ahh! –gimió Steve, apretando la almohada entre sus manos cuando sintió como Tony le dejaba caer una nalgada en su trasero al aire. Y luego otro, el ardor volviéndose al instante placentero. -¡Soy tuyo! Sólo tuyo, Anthony… y sólo te necesito a ti… -masculló Steve, mirando a Tony encima del hombro y sonriéndole. –Sólo te amo a ti.

 

Tony negó con la cabeza y le tiró del pelo, atrayéndolo hacia él y volviendo a besarle de ésa manera salvaje y desenfrenada, mordiéndole los labios por demás hinchados mientras su mano se deslizaba lentamente por su espalda, hasta llegar a su entrada a la que acarició muy despacio, haciendo estremecer al rubio de forma deliciosa.

 

-Eres mío, Steven Rogers… sólo mío. Para siempre, y más te vale no olvidarlo. –Tony deslizó un dedo dentro de Steve, haciendo que éste se retorciera entre sus brazos.

 

Sin más, el castaño dejó caer a Steve sobre las almohadas bruscamente, su boca deslizándose por la espalda del rubio hasta llegar a sus nalgas, las cuales mordió, arrancándole fuertes gemidos de placer al súpersoldado, cuyo cuerpo estaba cubierto de sudor y placer, del olor de Tony Stark y el placer que le daba sin piedad alguna. Steve aferró la almohada con fuerza cuando sintió la lengua del genio pasearse por el músculo de su entrada, suavemente, casi como una caricia.

 

- ¡Joder, Tony! ¡Ahh! ¡AH! –gritaba en éxtasis el soldado, dejándose hacer de las manos y lengua experta de Stark que hacía de las suyas con su entrada.

 

Por su parte, los gemidos que soltaba Steve eran música para los oídos del genio, cuyo miembro palpitaba dolorosamente exigiendo enterrarse en el cuerpo del rubio y pese a saber que Steve tenía mucha más resistencia al dolor que cualquier persona normal, Tony no iba a dejar de prepararlo… primero un dedo, luego dos y hasta tres hasta que sintió al mayor empujando contra su mano y su lengua, buscando más contacto, provocándole un calor irrefrenable achicharrándole las venas y el cuerpo entero… necesitaba a Steve, lo necesitaba ya.

 

-Tony, por favor… te necesito… -le suplicó Steve, el pelo sudoroso pegándosele al rostro mientras le miraba con ojos llorosos, rogándole porque lo hiciera suyo.

 

Tony negó con la cabeza, mandando todo atisbo de cordura y autocontrol al diablo y posicionándose detrás del rubio, sujetándole firmemente de las caderas… se hundió en él de una estocada, su miembro siendo recibido por los músculos tensos y apretados de la entrada de Steve que fuese como si hubiesen estado esperando a por él. Tony gruñó con fuerza, encajándole las uñas en la piel al rubio que echó la cabeza hacia atrás, su cuerpo arqueándose violentamente ante la onda de placer que estalló en sus venas. Estaba en casa, Steve finalmente estaba en dónde pertenecía luego de años vagando en soledad y tristeza.

 

-Sigues tan apretado, Stevie… justo como te recordaba. –le susurró Tony contra el oído, deslizando sus labios hacia su cuello de por sí marcado antes de empezar a moverse. –Eres mi cielo en la tierra, Steve… en verdad que sí…

 

Steve era incapaz de hablar, incapaz de pensar… nada más podía sentir. Sentir el peso del cuerpo de Tony sobre el suyo, sentir su cuerpo sudoroso y duro chocando contra el suyo en un vaivén que sólo les pertenecía a ellos, escuchar los gruñidos y gemidos sensuales del castaño y perderse en ellos. Sólo Tony era capaz de volverle un mar de sensaciones, un sinfín de emociones recorriéndole cada uno de sus poros… nunca se había sentido más humano como cuando está de ésta forma con Tony Stark, porque sólo entonces es Steve. Sólo con Tony puede permitirse perder el control, dejar que alguien más decida lo que está bien y lo qué no. Sólo con Tony puede ser obediente, hacer lo que él dice y confiar plenamente en él. Steve confiaba en Tony, en cuerpo y alma, y cuando eran uno sólo los setenta años que había pasado congelado, el perder a sus amigos y a Peggy, el haber perdido la vida que pudo haber tenido… todo valía la pena.

 

Y, en un latido, lo volvería hacer. Steve volvería a pasar por todo ése dolor y pena, sólo para encontrar su lugar de nuevo entre los brazos de Anthony Stark.

 

Ahora comprendía que todo lo que necesitaba, no era regresar a su propio tiempo, ni al Capitán América, ni a Bucky ni siquiera a Peggy… Steve podría sobrevivir sin ellos, pero jamás podría vivir sin Tony. Su Tony, es, fue y será siempre la única persona a la que necesité para ser feliz, la única persona que le podía dar un hogar, un sentido a su vida y darle ése sentido de pertenencia sin importar la época o el lugar. Steve estaba convencido de que su destino no había sido convertirse en el Capitán América y pelear en guerras, sino más bien pelear con todas sus fuerzas para finalmente quedarse para siempre con el hombre que le penetraba con fuerza en ése momento. Más que penetrarle, le llenaba de amor, aunque fuese de una forma desenfrenada y descontrolada.

 

- ¡AHH! ¡TONY! –Steve gritó el nombre del genio con todas sus fuerzas, el placer dueño de su cuerpo mientras el castaño le penetraba sin piedad, de manera certera y con la fuerza necesaria. - ¡Ñgh, Tony! ¡Sí! ¡Justo ahí! –chilló Steve con fuerza, cuando el miembro de Tony encontró su próstata.

 

Steve se aferró con fuerza al cabezal de la cama, destrozándolo debido al placer… era demasiado, sentía que su cuerpo iba a estallar de lujuria y pasión. El sonido del cuerpo de Tony chocando contra el suyo, los gemidos inundándolo todo sólo le hacían perder más la cabeza. Aferrándose a lo que quedaba del cabezal de la cama, empujó hacia atrás con todas sus fuerzas, yendo al encuentro de cada una de las estocadas de Stark, uniéndose a aquel vaivén que le enloquecía, que le hacía echar los ojos en blanco de puro placer y deleite, que le hacía pedirle al genio más y más a gritos hasta sentir que eran uno solo. Steve quería todo de Tony, quería que cuando el cuerpo le doliera a la mañana siguiente, fuese porque Tony lo había hecho suyo durante toda la noche.

 

- ¡Más fuerte, Tony! ¡Más, no pares! ¡Por favor no pares! –pidió, lágrimas de intenso placer asomándose entre sus mejillas, su mente y cuerpo elevándose al cielo en la cumbre del éxtasis.

 

Tony se dejó caer sobre el cuerpo del rubio, entrelazando sus manos con las de Steve mientras le penetraba con todo su ser, fundiéndose con el cuerpo del amor de su vida. Tony había follado muchísimas veces, pero el amor sólo lo había hecho con Steve. Sólo en los brazos del rubio había conocido el verdadero significado de la pasión, lo que era llenar el cuerpo de amor y no sólo vaciarlo. Tony amaba a Steve, y estaba seguro de que lo seguiría amando incluso hasta después de muerto. Simplemente Steve le había dado lo que él siempre había querido: Seguridad, la certeza de que Steve nunca iba a darle la espalda ni a rendirse, de que no iba a huir de él ni de sus demonios. Tanto él como el rubio tenían su lado oscuro, pero juntos… juntos se complementaban el uno al otro, Steve era el sol de las mañanas para Tony, el oxígeno que respiraba, el fuego ardiendo en su alma. Steve le hacía sentir vivo, amado, seguro… y nunca más dejaría ir a su Stevie, no sin haber peleado con todo lo que tenía.

 

-No vuelvas a dejarme, Stevie… no me dejes nunca más. Por favor. –le pedía entre jadeos el castaño, aferrándose con fuerza a su cuerpo mientras que con la otra mano empezaba a masturbarle al ritmo de sus estocadas. –Quédate conmigo, Steve… para siempre. –le pidió, el rubio entre lágrimas de puro placer, deshaciéndose entre sus brazos. –Sé mío, Steve… quédate…

 

- ¡Agh! ¡Tony! –gritó Steve con fuerza, su cuerpo cediendo ante el placer y dejándose ir… la presión de su vientre desapareciendo en medio de los espasmos del orgasmo.

 

Tony le dio vuelta bruscamente y con un par de estocadas, sintió como se vaciaba en su interior, llenándole con su semilla para finalmente dejarse caer sobre su pecho, en medio de jadeos para recuperar el aliento. Nada más se oía en aquella habitación de hotel, más que la respiración agitada de ambos hombres y el sonido de la tormenta allá afuera. Una tormenta que contrastaba con la pasión de ambos vengadores, que ardía y retumbaba con la misma fuerza de los relámpagos atravesando el cielo, abriéndose paso en medio de la oscuridad. Steve cerró los ojos, de inmediato el peso del día, el casi haberse ahogado, todas las emociones cayéndole encima, dejándole completamente exhausto.

 

-Ñgh… Tony, no… -gimió un poco el rubio, con un pie en la realidad y otro en el reino de Morfeo mientras dos brazos fuertes y cálidos le rodeaban con fuerza.

 

-No me dejes, Steve… no me dejes nunca más. –le pidió Tony, su voz llorosa y su frente contra la suya. Pese al sopor, Steve le acarició la mejilla con cariño. –Quédate conmigo, para siempre… cásate conmigo, Steve…

 

Steve negó con la cabeza, a duras penas consciente como para hablar. En lugar de eso, cogió el rostro de Tony entre sus manos y lo atrajo hacia sí, besándole con cariño. Un beso lento, suave, pero cargado con todas las emociones que calmaban la ansiedad y el corazón aterrado del castaño. Con ése simple beso, Tony pudo estar seguro de que Steve no iba a apartarse de su lado nunca más.

 

-Te amo, Anthony Stark… para siempre.

 

Tony sonrió, pese a que Steve ya no pudo verle porque justo en ése momento cayó rendido ante su cansancio. El castaño depositó un suave beso en los labios rojizos del rubio, antes de acercarse a su oído.

 

-Te amo, Rogers… para siempre.

 

Para siempre.

 

Y pese a eso, era sólo el inicio para ambos vengadores.

 

El inicio para Steve y Tony, y el final para cierto pelilargo que había estado escuchándolo todo detrás de la puerta y por cuyo rostro se deslizaban lágrimas de pura agonía, ambos hombres ajenos al infierno desatado en el corazón de Barnes.

 

Bucky apretó los labios y se dio media vuelta, marchándose no sin antes deslizar la nota que había escrito con manos temblorosas antes.

 

Éste aún no era el final.

 

[…]

Tony abrió sus ojos, todavía adormilado y sonrío al encontrarse con una mata de pelo rubio revuelta sobre su pecho.

Después de la sexta ronda, el castaño había perdido la cuenta de cuántas veces él y Steve habían hecho el amor y se habían corrido juntos, pero tampoco le importaba… nada podría molestarle ahora que finalmente estaba con su Steve. El genio sabía que aún tenían muchas cosas pendientes, pero juntos podrían volver a encontrar el camino y, sobretodo, podrían volver a empezar justo donde se habían quedado la última vez. El castaño se volvió a la veladora de noche a un lado, viendo el reloj que marcaba casi las cinco y media de la tarde, él y Steve habían pasado el día entero metidos en la cama. Tony suspiró, en verdad no quería otra cosa más que quedarse entre las sábanas calentitas, abrazado a Steve por el resto que le quedaba de existencia, pero sabía que tenía responsabilidades qué atender… en específico, un pequeño de enormes ojos avellanas al cuidado de un dios Asgardiano que bien podría haberle emborrachado para éste entonces.

-Ugh, Tony… ¿a dónde vas? Todavía es muy temprano… -farfulló Steve, revolviéndose como una cría de gato y aferrándose más al castaño.

Tony río, encantado de contemplar a su Steve en un estado tan puro y adorable, más no podía quedarse en la cama durante más tiempo.

-Tranquilo, cariño, ya vuelvo… sólo debo hacer una llamada. –le aseguró, depositando un beso en sus cabellos y deslizándose cuidadosamente fuera de las sábanas, el sol iluminando su cuerpo desnudo.

Steve masculló un par de cosas que luego fueron acalladas contra la almohada y Tony volvió a suspirar, cogiendo el reloj en su muñeca y revisando sus correos junto con sus llamadas… tenía una llamada perdida de Pepper, tres de Stephen, sorprendentemente casi seis de Natasha y ninguna de parte de Thor y Loki… no sabía si eso era bueno o malo o debía enviar a Happy a que constatara el bienestar de su hijo.

-Viernes, ponme con Thor al habla, por favor. –pidió el genio, soltando un silbido cuando en Yahoo News apareció el anuncio de su ruptura con Pepper. De hecho, estaba en tendencias. –Vaya, Pepper en verdad…

El genio se cortó a mitad de frase cuando sintió que su pie pisó algo rugoso y que crujió bajo su pisada. Tony alzó las cejas confuso, recogiendo el trozo arrugado de papel y examinándolo. La amargura de inmediato se apoderó de sus facciones cuándo se dio cuenta de quién había deslizado la nota debajo de la puerta.

Steve,

Cuando tengas tiempo, búscame. Estaré esperándote en el London Eye… por favor, es importante.

Bucky.

Tony sintió tal furia, que acabó porromper el trozo de papel a la mitad, su rostro tenso y furibundo ante las palabras de Barnes. Se volvió a ver al rubio… a lo mejor la nota iba dirigida hacia él, pero el castaño estaba consciente de que Steve jamás sería capaz de despedirse de Barnes. Así que optó por hacerse cargo él mismo, a fin de cuentas, él también tenía un par de palabritas que intercambiar con James Barnes. Negó con la cabeza, arrojando la nota de papel al basurero y yendo a la veladora de noche, cogiendo su reloj de muñeca y escribiéndole una nota al rubio.

Lo que tenía planeado no debería tomarle demasiado tiempo.

-Viernes, prepara el Audi… nos vamos al London Eye. –pidió Tony, recogiendo su ropa y poniéndosela apresuradamente antes de volverse hacia Steve. –Te quiero, Stevie… es por tu bien. –le susurró, recibiendo un suspiro como respuesta.

Y con eso, Tony salió al encuentro del asesino de sus padres.

[…]

Bucky se encontraba contra el barandal que daba al río, contemplando el agua negruzca, pero sin ver nada a su alrededor realmente.

El sargento se veía exhausto, enormes ojeras rodeaban sus ojos grises, enrojecidos a causa del llanto. No era que Bucky no supiese que aquello no iba a pasar, desde el momento en que Steve se topó con Stark nuevamente, supo que todo había acabado para él… era inevitable que su amigo, del que estaba tan enamorado, saliera tras Stark. Simplemente era de ésas cosas que no comprendes, más él ya estaba acostumbrado a la vida tirándole mierda en su camino casi de manera despiadada.

-Barnes. –le llamó una voz, salvo que no era la voz del rubio al que esperaba.

Bucky se volvió de golpe, topándose con el mismo hombre ante el que había perdido. El pelilargo sabía que no tenía derecho alguno, sobre todo luego de haber sido él quién había asesinado a Howard y a María, pero en ése momento… en ése momento todo lo que Bucky quería era abalanzarse sobre el castaño de gafas y golpearlo hasta matarlo, golpearlo con todo el dolor que ardía como el infierno en su pecho. No era sino culpa suya, el haberse creído que de verdad Steve iba a preferirlo a él antes que a Stark, pero… dolía. Dolía como el infierno, y tener al hombre que le había arrebatado al amor de su vida al frente no hacía sino aumentar su ira, más Bucky se limitó a chasquear la lengua y darle la espalda, así le era más fácil concentrarse en calmarse y no moler a Tony a golpes.

-Si mal no recuerdo la nota decía Steve y no Stark. –replicó, escupiendo el nombre con acidez que no inmutó al genio. Bucky suspiró. - ¿A qué coño viniste, Stark? ¿A echármelo en cara? Te follaste a Steve toda la noche, ya sé. Lo escuché todo. –masculló, apretando los puños con ira.

Tony cogió aire, luchando contra la parte de él que le decía que se aprovechara de la vulnerabilidad del pelilargo, la parte de él que quería destrozarle hasta verlo hecho nada en el piso… pero también pensó en Steve, y por más que él no sintiera más que odio y repulsión por el sargento, sabía que Steve se sentiría devastado si Tony actuaba de acuerdo a su egoísmo. Así que en contra de su propia voluntad, cogió aire y trató de hablar con tanta cordialidad como su odio se lo permitió.

-Vine a darte las gracias, Barnes. –soltó, las palabras quemándole la garganta. Ante esto, el pelilargo se volvió bruscamente, incrédulo ante lo que escuchaban sus oídos. Tony rodó los ojos. –Sí, ya sé, no te preocupes… no estoy borracho, te estoy diciendo esto en mis cabales.

Bucky parpadeó, todavía incrédulo.

- ¿Darme las gracias por qué? –preguntó, no muy seguro de por qué un hombre le daría las gracias al asesino de sus padres.

Tony jugó un poco con su pie, pateando una lata que había en el suelo… en verdad que era muy difícil para él tratar con Bucky, pero por Steve, estaba dispuesto a tratar de ser civilizado. Volvió a coger aire, consciente de lo mucho que la sangre hervía en sus venas.

-Siempre has estado ahí para Steve, Barnes… significas mucho para él. Cuidaste de él incluso cuando yo no pude, y lo mantuviste a salvo durante el tiempo en el que estuvimos lejos. Y por ello, debo darte crédito. –soltó de manera atropellada, carraspeando antes de añadir: -Dicho eso, también vine a dejarte en claro que no pienso volver a dejar a Steve… y estoy dispuesto a pelear con él, incluso si eso significa matarte y sacarte del medio, no es que me moleste hacer eso. –le aseguró, con una sonrisa burlona en el rostro.

Bucky le devolvió la sonrisa, negando con la cabeza antes de volverse nuevamente al río.

-El sentimiento es mutuo, Stark, pero… sé lo mucho que eso heriría a Stevie, y jamás podría hacerle daño. Aunque te haya escogido a ti en vez de a mí. –susurró, soltando un enorme suspiró antes de volverse y ver a Tony directo a los ojos, con la mayor de las determinaciones. –Qué te quede claro que el día que vuelvas a hacerle daño, yo estaré ahí, Stark. No pienso rendirme, así que más te vale ser todo lo que Steve necesita y mucho más porque el día que te confíes… yo siempre estaré ahí para él, siempre voy a amarlo y siempre voy a recibirle con los brazos abiertos cuando él lo necesite.

Tony frunció los labios con disgusto, conteniéndose a duras penas las ganas de partirle la cara al pelilargo enfrente de él, pero por una parte comprendía la posición de Bucky… si estuviese en sus zapatos, él tampoco se daría por vencido con Steve, lo esperaría el resto de su vida si fuese necesario y jamás perdería las esperanzas de algún día recuperar a Steve, porque el rubio valía la pena, era alguien único y por el que merecía la pena todo el dolor, esfuerzo y paciencia.

-Eso jamás va pasar, Barnes… jamás pienso volver a dejar a Steve. Él es mío y yo soy suyo, así que mejor vete haciendo a la idea. –masculló Tony entre dientes, sus ojos brillando con la peligrosidad de sus palabras.

Bucky volvió a sonreírle, sus palabras en vez de causarle temor, siendo irrelevantes para el pelilargo. Nadie era perfecto, mucho menos Stark. Algún día fallaría, algún día Steve se daría cuenta de que él podía darle cosas que Stark jamás podría… y entonces ése día, Bucky estaría listo para recuperar a Steve. No iba a rendirse, no lo había hecho jamás en su vida, no iría a hacerlo ahora.

-Cómo sea, soy una persona muy paciente, Stark. –el pelilargo chasqueó la lengua, pasando al lado del castaño y dirigiéndose hacia la motocicleta.

- ¿No vas a despedirte? –le preguntó Tony, mirándole con una ceja enarcada.

Bucky negó con la cabeza, arrancando la motocicleta de un rugido.

-Las personas sólo se despiden cuando es el final, Stark… y éste definitivamente no es el final de Steve ni el mío. –y con eso, el sargento desapareció con un potente rugido.

Tony sonrío, soltando una carcajada.

-Te estaré esperando, Barnes. –fue lo último que dijo, antes de dirigirse a su coche y volver a los brazos de Steve.

Los brazos de su Steve, por siempre suyo.

-Epílogo: Superfamily-

-Steve, deja de retorcerte o juro por Dios… -empezó Tony, rodando los ojos y negando con la cabeza.

Steve nada más se mordió el labio, la impaciencia y nervios mezclándose en su sistema en una combinación que terminaba por irritar los nervios del castaño.

-Lo siento, Tony… es que estoy muy nervioso, ¿qué tal si no me quiere? Dios… Tony, en serio, ¿qué tal si no me quiere? –pregunto Steve, su pecho llenándose de pánico ante la perspectiva de su pequeño rechazándole.

Tony suspiró, dejando su móvil a un lado antes de volverse a ver a Steve y cogerle el rostro entre sus manos, sonriendo mientras que el rubio sólo le miró con sus enormes ojos azules, llenos de puro pánico.

-Stevie, no seas tonto… ¿tienes idea de cuánto ha esperado ése niño por tu regreso? Créeme, todo va a ir bien, Peter no va a caber de emoción cuando te vea. Te ha estado esperando. –le aseguro a su ahora prometido, depositando un casto beso en los labios del rubio.

Seteve suspiró, todavía con los nervios a flor de piel.

-Si tú lo dices, Tony… -susurró, jugando con sus dedos.

-No lo digo, lo sé. Ahora, ya cálmate y deja de…

-Tony, ya llegamos… -le avisó Happy desde el asiento del conductor, el coche deteniéndose frente a una simple casa en medio de los suburbios de Nueva York.

Steve se quedó de una pieza, su rostro pasando primero del azul pálido al blanco cal en menos de un segundo, seguido de su respiración acelerándose hasta el punto de empezar a hiperventilar. Tony negó con la cabeza, cogiendo la mano del rubio en dónde ahora había un brillante anillo de compromiso en su dedo, anunciando lo que se avecinaba en el futuro. El genio depositó un beso en la mano de Steve, tratando de calmar al pobre rubio que parecía a punto de desmayarse ahí mismo luego de tener un aneurisma.

-¿Qué te parece si voy yo primero? Así puedo cerciorarme de que Thor no le haya dado cerveza a Pete de nuevo. –Steve se volvió a ver al castaño parpadeando, poniéndose aún más pálido. -¡Es broma, Steve! Dios, en verdad necesitas calmarte… -Tony negó con la cabeza. –No te preocupes, ¿vale? Todo va a ir bien.

Steve a duras penas logró asentir y con un beso en su mejilla, el castaño salió del coche dirigiéndose con andar grácil hacia la casa. Steve sonrío relajándose un poco en cuanto un rubio pelilargo abrió la puerta, sus enormes brazos rodeando a su prometido y contrayéndolo contra sí en un abrazo constrictor que claramente irritó al genio cuando Thor le puso en el suelo. Seguido de eso, un pelinegro delgado y elegantemente vestido se asomó detrás del dios del trueno, haciendo a Steve fruncir un poco el ceño ya que éste aún no se fiaba del todo de Loki y no sabía qué sentir respecto a éste cuidando de su hijo… todo sentimiento de animosidad se disipó en cuánto un pequeño de cabello castaño y rizado empujó a ambos Asgardianos, arrojándose directamente a los brazos de Tony que lo recibió con cariño, alzándolo en el aire para volver a atraparlo y soplarle en la panza, haciendo reír a carcajadas al pequeño Peter.

Steve sintió que su corazón se contraía de puro amor, sus ojos aguándose lentamente ante la visión de su pequeño convertido en todo un hombrecito, con unos enormes hoyuelos formándose en sus mejillas rojizas cuando éste reía. Steve supo en ése momento que era ahí donde se suponía que debía estar, toda su vida, todas las guerras, todas las luchas… todo lo había traído a éste momento, a su verdadero hogar con la familia que siempre había soñado. A lo mejor no había ocurrido con Peggy como se había imaginado, pero Steve jamás cambiaría nada, no se imaginaba ninguna otra vida… por fin, tenía todo lo que siempre había querido, con un hombre que lo amaba con su propia vida y un pequeño inteligente y hermoso, al que adoraba con todo su ser desde el momento en que lo sostuvo entre brazos en medio de aquel incendio. El rubio se tensó en cuánto vio como Tony se arrodillaba a la altura del pequeño, señalando el coche.

Oh-oh.

Vale, esto era. Aquí venía… aquí era dónde se suponía que debía hacer “su entrada” e ir al encuentro de su pequeño.

Dios, Steve sentía que el corazón iba a atravesarle el pecho en cualquier momento, realmente no estaba listo, no sabía si podría soportar el que Peter le rechazara… honestamente, estaba seguro de que probablemente reventaría a llorar ahí mismo si Peter llegaba a despreciarle o a no querer verle, con lo mucho que él le había echado de menos. Sacudió la cabeza, despabilándose en cuánto Happy puso una mano sobre su hombro, sonriéndole en muestra de apoyo.

-Creo que alguien le está esperando, Capitán Rogers. –le dijo el hombre, sonriéndole mientras que Steve nada más se estremeció de hombros, volviéndose a ver a sus dos hombres favoritos en todo el mundo.

- ¡Ya, papi! ¡Dime qué es! ¡¿Es el dinosaurio que te pedí para mí cumpleaños?! –decía el pequeño entusiasmado, dejando entrever el diente faltante al frente. Steve sonrío… tenía tanto tiempo perdido que recuperar con su pequeño. - ¡Dime, dime, dime! ¡Va, por fi! –siguió rogando, poniendo ojitos de perrito.

Tony nada más río, cogiéndole entre sus brazos y dirigiéndose hacia el coche. Steve inspiró hondo, sabiendo que no podía esconderse durante toda su vida… lo que fuese a pasar, no importaba, si podía volver a ver a su pequeño luego de cinco largos años.

-No es un dinosaurio, pero te aseguro que es casi tan viejo como uno. –bromeó el genio, haciéndole rodar los ojos. –Vale, cariño, ¿puedes salir o vas a dejar que Peter me siga torturando? –pidió Tony, mirándole desde fuera del coche.

Steve fue incapaz de respirar y con una mano temblorosa, abrió lentamente la puerta del coche, asomándose y forzándose a sonreír, conteniendo las lágrimas al tener a su pequeño a escasos cinco metros de dónde él se encontraba… era hermoso, la imagen más hermosa que hubiese visto en su vida, Tony con Peter entre sus brazos, mirándole de ésa manera llena de amor y seguridad. Steve se sacó las gafas y la gorra lentamente, consciente de que a lo mejor debió haberse afeitado para que Pete pudiese reconocer.

-Hey, Petey… ¿te acuerdas de mí? –preguntó tímidamente, los ojos del pequeño abriéndose como platos en cuánto reconoció la voz del rubio. Steve se mordió el labio, que había empezado a temblar al ver la falta de reacción en el niño. –Petey, sé que yo no…

- ¡Pops! –gritó el pequeño, saltando de los brazos de Tony y corriendo hacia los suyos. Steve abrió los brazos y atrapó a su pequeño, rodeándolo con fuerza mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, perdiéndose en el aroma a vainilla e inocencia que se desprendía del pequeño castaño. - ¡Pop, eres tú! ¡Por fin volviste! –gritaba el pequeño con júbilo, rodeándole por el cuello con sus pequeños bracitos.

Steve sonrío, dándole gracias a Dios y a todos los santos ya que en la voz de su pequeño no había ni el más atisbo de odio ni resentimiento… sólo alegría. Tal y como le había dicho Tony, Peter había estado esperándole todos éstos años, en ningún solo momento había dejado de creer en él pese a su ausencia. Y por eso, Steve siempre intentaría compensarle todos ésos años lejos, nunca más volvería a dejar a su familia, primero muerto. El sonido de un móvil disparando una foto les interrumpió el momento, Tony viendo en su móvil la foto que acababa de sacarles a su prometido y a su hijo.

-Lo tengo… Clint nunca me va a creer cuando le diga que el Capi América estaba asustado de un niño de cinco años. –el genio alzó la vista, guiñándole un ojo.

Steve se volvió a ver al pequeño castaño entre sus brazos, que ahora le miraba con un puchero y con los brazos cruzados. Se mordió el labio para contener la carcajada… Peter era igualito a Tony, ambos igual de berrinchudos.

- ¿Qué pasa, Petey? ¿No estás feliz de verme? –preguntó el rubio, fingiendo estar herido.

El pequeño nada más negó con la cabeza, volviendo a abrazar a su pops con fuerza, como si temiese que fuese a desaparecer. Ante esto, el corazón de Steve se contrajo con fuerza, con culpa ya que ahora su pequeño siempre estaría asustado de perderle. Steve se arrodilló, dejando al pequeño en el suelo que seguía mirándole de forma confusa.

-No vas a volver a irte, ¿verdad? ¡No quiero que te vayas nunca más, Pops! Cuando te fuiste papi se consiguió una novia muy fea, no me gusta Pepper Zanahorias. Te quiero a ti, no a ella. –el pequeño volvió a soltar un puchero, y ésta vez Steve reventó a reír.

-¿Pepper Zanahorias? –preguntó, volviéndose hacia Tony que nada más negó con la cabeza.

-Dice que el pelo de Pepper es del color de las zanahorias, por eso no le gusta. Más te vale hacerle caso, no tienes idea del montón de veces que intentó hacerle jugarretas a la pobre Pepper. –le explicó el castaño, estremeciéndose al recordar la vez que Peter hizo estallar una sandía en la cocina sólo para ensuciar a Pepper.

- ¡No puedes irte de nuevo, Pops! ¡No quiero a Pepper Zanahorias! Y si te vuelves a ir, juro que voy a cambiar su champú por tinte verde color Shrek. –le advirtió el pequeño, entrecerrando los ojos, queriendo parecer amenazante.

Steve río, negando con la cabeza y abrazando nuevamente a Peter.

-No te preocupes, arañita… no pienso irme nunca, nunca más. No habrá más Pepper Zanahorias, te lo aseguro. –le prometió Steve, mirándole fijamente a los ojos.

- ¿En serio? ¿De verdad no vas a volver a irte? ¿No más Pepper Zanahorias? ¡Júralo, Pops! ¡Por mis zapatos favoritos! –pidió el pequeño, volviendo a hacer reír a ambos mayores.

-Yo, Steven Grant Rogers, juro por los zapatos de Peter Stark que son lo más sagrado del mundo, que nunca, nunca más pienso volver a irme ni a dejarte con Pepper Zanahorias. –le dijo el rubio, alzando la mano de forma solemne.

Peter sonrío, con su sonrisa chimuela antes de volver a arrojarse a los brazos de su Pops. Tony suspiró y se unió al abrazo, pese a que el contacto físico y los brazos grupales no eran lo suyo.

- ¡Somos una superfamily! –gritó el niño, poniendo su mano al centro. –Ustedes son mis dos súper papás y yo soy el asombroso niño arañita. –sonrío, los hoyuelos asomándose a sus mejillas.

Tony rodó los ojos, pero le siguió el juego a su pequeño. Lo qué sea por su hijo, incluso hacer el ridículo.

-Superfamily.

Steve sonrío, poniendo su mano, la más grande sobre la de su hijo y su futuro esposo.

-Superfamily, para siempre.

Y ni Steve ni Tony lo querrían de otra manera.

-Presente-

Peter dejó el bote de helado a un lado, mirando fijamente al suelo y su entrecejo frunciéndose mientras intentaba procesar todo lo que su Pops acababa de contarle. Peter recordaba perfectamente el día en que su Pops había regresado, había sido uno de los días más felices de su vida, por fin al lado de sus padres y lejos de Pepper. Ahora ya no odiaba a Pepper, de hecho, la consideraba su tía junto con su esposo, Happy y los apreciaba a ambos ya que sabía que, sin ella haber sido tan comprensiva, probablemente sus padres jamás se habrían reconciliado. Peter suspiró, volviéndose a ver a su Pops que le miraba sonriente, al tiempo que le acariciaba la espalda con afecto.

-Entonces… ¿dejaste ir a Bucky así nada más? –Peter sacudió la cabeza, tratando de comprender. –No me malentiendas, Pops, tú y papá están destinados a estar juntos, no hay duda de eso. Pero… Bucky era tú mejor amigo, ¿cierto? ¿Acaso no lo querías a él también? –se volvió hacia Steve, enarcando una ceja.

Steve suspiró, dejando la taza de chocolate ahora vacía a un lado antes de responderle a su hijo.

-Bucky siempre será mi mejor amigo, cuando no tenía a nadie, siempre tuve a Bucky. Siempre voy a amarle y a estar ahí para él si me necesita. –le aseguro, recordando al pelilargo con dolor y cariño al mismo tiempo. Negó con la cabeza. –Pero tú padre… no podría vivir sin él. Y eso es lo que trato de explicarte, muchas veces tendrás a muchas personas en tú vida que serán importantes y a las que querrás muchísimo, pero sólo una vez en tú vida vas a encontrarte con una persona sin la que no puedas vivir… a la que ames tanto, demasiado como para imaginarte una existencia sin él o ella. Yo amo a Bucky, pero no puedo vivir sin tú padre, jamás podría. Él me complementa de una manera que nadie más podría jamás.

Peter se quedó viendo a su padre, la manera en que sonreía de ésa manera especial que sólo pasaba cuando hablaba de Tony… él siempre había admirado a sus padres, la forma en que habían luchado por su amor una y otra vez sin darse por vencidos el uno y el otro ni una sola vez. Peter no comprendía cómo era que podían funcionar tan bien juntos, si eran tan distintos el uno del otro, Tony con la reputación que tenía y su Pops siendo… bueno, literalmente, de otro tiempo. Aun así, pese a las peleas y discusiones, el castaño no conocía a dos personas que se amasen más que sus padres, quizá por eso él mismo a veces soñaba con encontrar a alguien así. Quizá por eso le dolía tanto lo de Deadpool, porque… de una forma que no lograba comprender, la conexión que sentía por el mercenario iba más allá de él mismo.

-Entonces… no escogiste entre papá y Bucky… -susurró el castaño, jugando con sus dedos mientras sentía sus ojos aguarse de nuevo.

Steve negó con la cabeza.

-Jamás escogería entre ambos… los amo a los dos. Simplemente sé que tú padre me necesita más que Bucky. Y yo lo necesito más a él… ambos nos necesitamos para poder vivir. –le aseguró Steve, revolviéndole los cabellos. –Así que, aunque no entienda muy bien respecto a quién estés confuso o qué está pasando, te aseguro que todo saldrá bien si confías en lo que dice tú corazón, Petey, todo lo que necesitas… siempre está aquí dentro. –Steve señaló su pecho, para luego depositar un beso en la nariz del castaño y soltar un bostezo. –Vale, Pete, creo que me iré a dormir… ¿estás mejor?

Peter negó con la cabeza, y sin más se arrojó a los brazos de su Pops, justo como cuando era un niño. Pese a ser un adolescente, Steve seguía siendo más grande que Peter, así que no le costó nada rodear a su hijo entre sus brazos, haciéndole sentir seguro y protegido. Peter siempre se había sentido seguro y protegido cuando abrazaba a Steve.

-Gracias, Pops… eres el mejor Pops del mundo. –susurró el castaño, aferrándose con más fuerza a su padre.

-Y tú eres el mejor niño del mundo, arañita… no tengas miedo, te aseguro que todo va a salir bien. Siempre has sido mi chico listo. –le aseguró Steve, sonriendo, depositando un beso en la sien de su pequeño. –Vale, me iré a dormir… suficiente dulce por una noche. –añadió el rubio, empezando a limpiar el desastre en el living.

-No te preocupes, Pops, lo tengo… vete a dormir. Buenas noches, te quiero. –le aseguró Peter, con una sonrisa.

Steve miró a su hijo una vez más, sonriendo antes de darse media vuelta y dirigirse a su habitación. Bueno, eso antes de echarle una mirada a la terraza y sentir cierta urgencia… realmente Steve no tenía vicios, pero no veía nada de malo en echarse un pequeño cigarrito de vez en cuando. Mirando a ambos lados, se aseguró de que no hubiese nadie mirando, sobre todo porque a Tony no le gustaba mucho que su esposo fumase, por eso de su asma pese a que no había tenido un ataque desde aquella vez en London. Steve cerró los ojos, absorbiendo el aire gélido de otoño, cogiendo la cajetilla de cigarros que siempre tenía escondida si sentía la urgencia de fumar. Estaba a punto de encender su cigarrillo, cuando una voz le dejó helado justo donde estaba.

-Steve… -susurró la voz de su mejor amigo, el mismo de la historia que le había contado a su hijo hacía no mucho.

Steve dejó caer en cigarrillo de entre sus labios, sus ojos abiertos de par en par al contemplar la figura de su amigo. El shock ni siquiera le dejaba pensar en cómo había llegado Steve hasta su terraza, en una torre de setenta y dos pisos.

-Bucky… -fue todo lo que dijo.

Acto seguido, Tony se asomó justo en ése instante, buscando al rubio.

-Steve, necesito ayuda con… -se cortó a mitad de frase, sus ojos tornándose puñales en cuanto se posaron en el ex sargento. –Barnes.

Y Steve supo en ése momento, que el infierno estaba a punto de desatarse.

Notas finales:

¡YAY!

Vale, y con eso concluimos la trilogía Stony… aw :’) Mis bebés, crecen tan rápido… simplemente amo a éstos dos, no sé, tienen ése algo que me hace adorarlos. Aunque el Capi haya sido una bitch en “Civil War”, más le vale a Marvel darnos un reencuentro. Si no es un beso, aunque sea un abrazo… ¡¿Me habéis escuchado Marvel?! Si no hay siquiera un abrazo, voy a demandaros .l.

Espero qué os haya gustado éste pequeño (okno, éste último capítulo era dos biblias y un testamento juntos LOL XD) three-shot, yo la verdad me la pasé bien y mal escribiéndolo, más porque hubieron momentos en que en verdad me sentí triste y otras sólo quería darle de hostias a Stevie boy, pero gracias a Goku Toycito bello hizo eso por mí :DD ¡EN FIN! ¿Qué opináis de la reconciliación de éstos dos? ¿Créeis que debía haber hecho a Stevie sufrir más? ¿Créeis que me he pasado cuando Tony le dio de hostias al rubito? ¡¿QUÉ COÑO HACÍA BUCKY STALKEANDO A STEVE EN LA TORRE STARK?! Esto y más, cuando volvamos a nuestra programación regular la próxima semana… okno XD

Pero en serio, me gustaría saber qué opináis del cap, si os ha gustado, si me he pasado de cabrona o debí haber sido más malvada ¬u¬ Yo en lo personal adoro los momentos superfamily, especialmente en los que Steve se porta como una mamá gallina, desde que lo vi dándole apoyo moral a Wanda en CW, supe que Steve sería la mamá u.u Hey, ésa es otra pregunta, ¿vosotros créeis que Steve es el seme o Tony es el seme? No sé por qué, es que a mí siempre me ha parecido que Steve es el que muerde la almohada (?) pero soy rara, siempre he visto al que se supone que es el bottom de top, me pasó lo mismo con L de Death Note, todo el mundo dice que él es el uke, pero sinceramente creo que Light es súper Uke, se le nota en toda la cara igual a Steve LOL XD

¡EN FIN! De nuevo, muchísimas gracias por su amor anal bebés, en verdad sóis lo máximo y aunque no os creáis, me ayudas mucho a hacer mí vida un poco mejor con todo y la mierda que me toca cargar día a día y espero siempre poder regresar a éste espacio, que es de las pocas cosas que en verdad me causa o me da alegría en verdad. En fin, los dejó ya, os quiero un montón y espero leerlos en sus RW’s y qué me digáis y me contéis qué habéis hecho en el verano, me dejéis vuestras amenazas de muerte o simplemente me escriban POPÓ, me da igual, siempre soy feliz leyendo sus opiniones :3

¡Un besazo! Y nos vemos la próxima semana ♥


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