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Two Halves of One por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

¡GUAPURAS! =^~^=

¿Qué tal amores míos?

Pues vale, yo he tenido un día de mierda. Sí, un día de mierda.

Son las 20:17 p.m. y recién salgo del hospital. Sí, otro bajón de potasio. YAY.

¬¬*

¡PERO!

Pese al mal cuerpo que me ha dejado estar en un hospital de mierda desde la mañana, lidiar con doctores pesados y eso… ¡Pues me encuentro de muy buen humor! Y pues, con lo emocionada que estoy por éste cap, pero ni, aunque me pongan a Ryan Reynolds, bailando “La Macarena” con su culo divino… ¡NI AÚN ASÍ! Iba a dejar de publicar LOL XD (P.S: No os preocupéis queridos míos, estoy perfectamente bien, mi salud lastimosamente ha sido un dolor de culo en los últimos años, pero ya estoy acostumbrada a vivir con ello. Estoy sana y salva y por eso actualizo :3)

Además… ¿cómo puedo dejar de actualizar si vosotros me mantenéis tan motivada? Os juro que de haber podido, yo le pedía a la enfermera que me inyectara con sus vibes en vez del suero cutre que me dan siempre XD ¡SÓIS LOS MEJORES! Es que en serio, me decís tantas cositas bonitas en cada uno de sus RW’s que os aseguro que le alegrarían el día hasta el más amargado… ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS! ♥ Por todos los leídos, por siempre tomarse el tiempo pese a tener cosas qué hacer para leerme. En verdad, significa mucho para mí y aunque siempre os lo digo, nunca podré agradeceros lo suficiente por vuestro apoyo con éste fic. Yo flipo, sóis la hostia chic@s, en verdad :’3

¡VALE!

Al César lo que es del César y cómo lo he prometido, éste cap es Stony puro y duro amores. Lo qué he pensando hacer es incluir el three-shot que tenía por allí, ya que dado el rumbo que ha tomado la trama en éste momento, encaja mejor aquí. Espero que os guste mucho, porque los siguientes dos caps también van a hacer de éstos dos cabezotas y pues… Nada más que lo disfrutéis, a ver si al final la vida nos da limones para hacer lemon ¬u¬

Obvio, antes de empezar, éste cap va especialmente para mis criaturitas:

+ Gabito

+ shipper21

+ Nai

+ LaMariKawai220

+ HaliAinsworth

+ Lluvia Uchiha Namikaze

+ badola888

¡Muchas gracias por vuestros RW’s! ♥ Un besazo para tod@s, sóis un cielo :3

Y ahora sí, entrando en materia… pues el cap está algo larguito, más de lo normal, así que nada más paciencia y dadle a vuestro cuerpo alegría macarena, que tú cuerpo lo sabe, alegría cosa buena XD Aquí abajo les dejaré la canción que usé para el cap, os advierto que es de los años 40 (obvio, por cierto vejete rubio y buenorro) así que no os culpo si odiáis la canción, pero por si acaso queréis escuchadla para meteros más en la historia… pues na’, aquí os dejo en link:

→ “When Your Lover Has Gone”, Doris Day: https://www.youtube.com/watch?v=2-P0W1aQMt4

Vale, ¿qué más? Pues… Tened a mano vuestras chuches, cervecitas (o zumitos XD), pañuelos… vuestra ira homicida en contra de mí (?) XD Y sin más, dejo de daros tanta lata y…

¡A LEER! ♥

-Capítulo Nueve-

“Never Tear Us Apart – Parte 1”

POV’s Steve:

Ése escudo no te pertenece… no lo mereces.

Izquierda, derecha. Esquiva

Me equivoqué respecto a ti. El mundo, se equivocó respecto a ti.

Izquierda, derecha. Patada, esquiva. Golpea.

Una. Dos. Tres.

Repite.

No te levantes… última advertencia.

Uno, dos. Patada. Golpea.

¡Iniciaste una guerra!

Inhala. Exhala… duele.

La vida sin él… duele.

Y yo era tu prometido…

- ¡Sal de mi cabeza! –rugió el rubio, los restos del contrincante holográfico al que acababa de destrozar con su escudo, deshaciéndose a sus pies.

Las luces volvieron a la vida en aquella cámara de entrenamiento, revelando el rostro rojizo y sudoroso del que alguna vez fue el Capitán América… o, al menos, lo poco que quedaba de él. En casi cinco años y tras la pérdida de todo su mundo, todo a lo que alguna vez amó no era de sorprenderse que cada día quedase menos y menos del hombre que alguna vez estuvo dispuesto a dar su vida por su país del que, irónicamente, ahora había sido exiliado. Steve ya ni siquiera recordaba cuánto era la última suma que su gobierno había ofrecido por su cabeza, la última vez que revisó la cifra llegaba casi a los veinte millones de dólares para quién pudiera entregar al Capi América de vuelta a los Estados Unidos.

“Respira” se dijo el ex soldado, reclinándose con las manos sobre sus rodillas mientras el sudor le escurría por la frente, pero sin importar qué tantas horas pasase entrenando, sin importar a cuántos hologramas hiciera trizas con el escudo que Shuri le había dado… sin importar cuánto quisiera huir de su pasado, los recuerdos de Anthony Stark seguían atormentándole día y noche. No había día en que el genio no cruzase sus pensamientos ni noche en que lo ocurrido en aquella base en Siberia le persiguiese incluso en pesadillas. Sin importar qué tanto quisiese borrar todo rastro del hombre que alguna vez fue… los trozos marchitos, los trozos de carne de su corazón seguían sangrando por el hombre que, en su tiempo, fue el amor de su vida. Quizá, incluso, el amor de su existencia.

Basta. Ya basta, Steve.

El rubio negó con la cabeza, dirigiéndose fuera de la cámara para hidratarse un poco. Se volvió a ver a la pantalla sobre su hombro, en donde pasaban el noticiario diario de para ver qué hora era… desde hacía mucho tiempo que perdió la noción del tiempo, incluso de la realidad. Los días para Steve pasaban en un borrón, a veces podía pasar entrenando todo el día sin darse cuenta de ello. Era como estar estancado, en una rutina insípida y que, a pesar de ser molesta y aburrida, con el tiempo se vuelve tolerable. Steve quería ver la hora, ver qué se decía acerca de su país ya que el noticiario era su único contacto con el mundo exterior…

En lugar de eso, se topó con el anuncio de compromiso de su ex.

Ni de intentarlo el rubio podría poner en palabras la turba de emociones que le golpearon al ver al que alguna vez fue su Tony, de lo más sonriente con la despampanante Pepper Potts prendida como lapa al brazo del millonario. Cinco años. Cinco malditos años en los que Steve, estúpidamente, había creído que al menos había superado un poco al castaño. Pero no. La vida estaba ahí, siendo una hija de puta y demostrándole que, para su corazón destrozado, el tiempo no había pasado. su cuerpo entero se estremeció ante la visión de su ex novio, radiante ante los cientos de cámaras que le fotografiaban al lado de su nueva prometida. Era evidente que Tony no perdía el tiempo…

-Nómada… -le llamó una voz, por su nuevo nombre, trayéndole de vuelta al presente.

Steve se volvió, topándose con T’Challa, rey de Wakanda y la única persona con la suficiente caridad para ocultarle en sus tierras junto con Bucky, Sam y Natasha ahora que todos eran prófugos. El rey le miraba de forma impasible, con aquellos ojos oscuros y profundos que no eran ajenos a la situación. Steve deslizó su mirada en la misma dirección que T’Challa sólo para toparse con que había hecho estallar la botella con su fuerza. Y no sólo eso, sino que había doblado la mesa de titanio a la que se aferraba sin siquiera ser consciente de ello… el anuncio del compromiso de Tony en verdad le había calado muy profundo.

-Veo que ya te enteraste de las noticias. –dijo el rey, volviendo la vista a la pantalla a espaldas de Steve, en donde una reportera daba su opinión acerca de la que llamaban “la boda del siglo.”

Steve no dijo nada… su mirada seguía clavada en la mesa que había estropeado, su mente desconectada totalmente de la realidad. Quiso reprimir la pregunta con todas sus fuerzas, pero la verdad es que en todo lo que podía pensar era “¿cómo has podido…?” luego recordó… recordó, con su alma ardiendo como el mismísimo infierno, como había dejado a Tony la última vez que ambos se vieron. El rostro lleno de sangre, hinchado a causa de los golpes y sobretodo… incrédulo. Incrédulo ante la puñalada que Steve, literalmente, le había dado al corazón. Steve le había dejado… el gran Capitán América, el que nunca obra mal… había dejado abandonado al amor de su vida, en el frío y con el reactor que le mantenía con vida destrozado. Y entonces ya no le costaba tanto comprender las acciones de Tony, ya no sentía como si el castaño estuviese traicionándole al casarse con Pepper.

El rostro del Tony de las noticias, sonriente y jovial… mucho distaba del rostro enjugado en sangre, traición y lágrimas que Steve le había ocasionado. Él no tenía nada que reprocharle al castaño por, lógicamente, superarle y buscar su felicidad. Y él no podía ser egoísta… porque su alma, los trozos destrozados de su corazón seguían latiendo por y para ése hombre. Si la felicidad de Tony era con Pepper, entonces Steve lo entendería porque, a fin de cuentas, ella no fue quién le clavó un maldito escudo que casi lo mata en el pecho. Aunque eso significase morir en vida al perder definitivamente al único hombre que le había dado un propósito a su existencia, un sentido al por qué estaba aquí y no había muerto junto con Peggy y sus demás amigos de su propio tiempo. Un apretón en su hombro volvió a sacarle de sus cavilaciones, le era muy difícil concentrarse, sentía como si estuviese ahogándose pese a estar en tierra firme.

-Steve, deberías…

T’Challa no pudo concluir la frase porque justo en ése instante, Shuri y Bucky entraron en el gimnasio, ambos charlando y riendo amenamente. Steve se volvió, limpiando todo rastro de la tímida lágrima que se había deslizado por su mejilla. Por su parte, T’Challa nada más apretó los labios en una fina línea, no muy seguro de cuánto tiempo más podría seguir ignorando lo que estaba claramente frente a sus ojos.

-… Dios, adoro ésta cosa. Es decir, sigue siendo una putada tener un brazo metálico, pero al menos éste no se siente como si me desgarrara la espalda cada vez que muevo el brazo. –decía el ex Soldado del Invierno, estirando el nuevo brazo metálico que Shuri le había fabricado con biotecnología. –Muchas gracias, Shuri, en serio.

La menor de la familia real nada más sonrío ampliamente, en los años que Steve y los demás habían estado viviendo de incógnito en Wakanda, la joven había llegado a tomarle verdadero cariño a Buck, simpatizando con él debido a lo duro de su pasado y todo lo ocurrido en Siberia. El pelilargo se volvió a ver al rubio, sonriendo de una forma especial que sólo ocurría siempre que Steve estaba en la misma habitación.

- ¿Todavía aquí, Stevie? ¿Qué no te cansas de entrenar? Hombre, si sigues así entonces en verdad vas a ponerte más fuerte que yo. –bromeó el pelilargo, pero en cuanto Steve se volvió su buen humor desapareció. - ¿Qué ocurre? –preguntó, incluso cuando Steve forzó una sonrisa.

-¿De qué estás hablando, Buck? Nada ocurre. T’Challa y yo sólo charlábamos acerca de la última masacre que ocurrió en Estados Unidos, ¿a qué sí, T’Challa? –el rubio se volvió hacia el rey, pidiéndole que no dijera nada con sus ojos azules.

-Es cierto, desde que Trump ganó la presidencia, su país se fue al diablo. –concordó el moreno, su tono sereno y calmo como siempre.

Bucky frunció el ceño, había que ser idiota para creerse éste teatro. Steve era pésimo mintiendo, y aunque fuese un mentiroso de puta madre, Bucky conocía al rubio como a la palma de su mano, sabía perfectamente cuando a Steve le pasaba algo y cuando no. Suspiró, asintiendo y dejándolo pasar… a fin de cuentas, no era muy difícil adivinar qué o quién le pasaba a Steve. Empezaba con S y rimaba con Stark.

-Vale, chicos… los veo en un rato para la cena, iré a darme una ducha. No quiero hacerles competencia a los rinocerontes de Shuri. –bromeó el rubio, esbozando una débil sonrisa.

Bucky suspiró.

-Nos vemos luego. –se despidió el pelilargo a secas, yéndose tras Steve.

Shuri se acercó a su hermano, que miraba fijamente a Nómada, sus ojos oscuros siempre inquisidores cuando se trataba del súper soldado.

-Se ha enterado de lo de Stark, ¿cierto? –preguntó la joven, rodando los ojos fastidiada. -¿Hasta cuándo piensa seguir lloriqueando por ése idiota? Tiene a Bucky a su lado, ¿es qué acaso no le basta? Si yo tuviera un tipo así, siguiéndome como un cachorrito todo el día, entonces no estaría soltera. –se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

T’Challa nada más sonrío, consciente del desagrado que su hermana sentía por el millonario por el simple hecho de que era amiga de Bucky.

-En el corazón no se manda, Shuri, algún día quizá lo comprendas. –le explicó, sus ojos recordando a cierto castaño con tristeza.

Ambos hermanos se quedaron viendo fijamente, hasta que la menor abrió los ojos desmesuradamente al caer en cuenta de lo que su hermano mayor se proponía.

- ¡T’Challa! –chilló, frunciendo el ceño molesta. - ¡Me prometiste que ibas a dejar de meterte! ¡No puedes seguir haciéndoles eso a sus espaldas!

El rey sólo se encogió de hombros.

-Sé que Bucky es tú amigo, Shuri, pero es lo correcto. Hay que estar ciego o ser soberanamente idiota para no darse cuenta de que Steve jamás va a olvidar a Anthony Stark, aunque tenga a Bucky a su lado. –explicó, más aquello sólo hizo enfurecer más a la joven.

Sin decir ni una palabra, Shuri se dio la vuelta bruscamente y se alejó de su hermano a grandes zancadas, sacándole el dedo anular en el acto. El moreno sólo sonrío, negando con la cabeza porque ya estaba acostumbrado a los desplantes de su hermana menor. Con un suspiro, cogió una de las guirnaldas del brazalete de su muñeca y la imagen de cierto científico se desplegó frente a él.

- ¿Doctor Banner? ¿Está todo listo? –preguntó, saltándose las formalidades ya que ambos estaban compinchados en el mismo plan.

-Todo en orden por aquí, ambos salen para Londres mañana. –le aseguró Banner, sonriendo nerviosamente al otro lado.

T’Challa le devolvió la sonrisa.

Todo marchaba de acuerdo al plan.

[…]

Steve se quedó de pie debajo del agua fría hasta que sintió que los músculos se le dormían y se le ponían rígidos. Sin embargo, a pesar de estar bajo un chorro de agua prácticamente congelada… no sentía el frío. Se preguntó si sintió frío cuando estuvo congelado, si a lo mejor por eso no era sensible al frío. O quizá fuese porque el frío de su corazón, el frío que sentía nacer desde lo más profundo de su ser era lo que no permitía que sintiera nada más. Ni calor, ni alegría, ni enojo… ni siquiera recordaba la última vez que se había reído de verdad. La mayoría de veces, se encontraba en medio de una carcajada y se detenía abruptamente, simplemente porque no se sentía correcto. Nada se sentía real en su vida, ni siquiera su relación con Bucky.

Steve estaba seguro de que amaba a Bucky, era lo único que le quedaba de su época, era su amigo. Moriría por él, renunció a Tony por él y sabía que él hubiese hecho lo mismo por él sin chistar. Pero… cuando se besaban, cuando Bucky tomaba su mano o hacían el amor, se sentía… hueco. Y no era porque él no estuviese intentando, porque vaya que se estaba esforzando por sacarse del corazón a Tony, pero entre más luchaba, más se enterraba el recuerdo del castaño en su ser. Y le asustaba, el sólo pensar que jamás iba a volver a ser el mismo, que jamás iba a volver a estar completo de nuevo y siempre cargaría dentro de sí ése hueco que le había dejado el paso de Anthony Stark por su vida le hacía estremecerse de puro horror.

-Sé que te gusta bañarte con agua fría y pensé que podías usar un poco de calor… -le dijo la voz del pelilargo, dos brazos fuertes rodeándole por la cintura y un beso suave en su nuca.

Steve cerró los ojos, apoyando sus manos sobre las de Bucky, queriendo en verdad sentir algo. Lo qué sea… sólo quería sentir que seguía vivo y no simplemente existiendo. Y quería reciprocarle a su amigo todo el amor, apoyo y comprensión que le daba sin medidas. “No es justo” pensó el rubio, tensando la mandíbula y sintiendo como las lágrimas se agolpaban tras sus párpados. ¿Por qué no podía olvidarse de Tony así como él se había olvidado de él? ¿Qué más debía perder, cuánto más necesitaba sufrir para que la vida le diese un poco de paz? Lo único que quería, era corresponderle su afecto a pelilargo y tratar de reconstruir los pedazos de su vida, si es que todavía tenía algún sentido el que siguiese respirando y no congelado de nuevo, esperando a que ocurra alguna desgracia que requiera del jodido Capitán América.

No pudo evitarlo… Steve reventó a llorar.

Después de aquellos primeros meses, creyó que no le quedarían más lágrimas por el resto de su vida. Se equivocó… como con todo lo demás, se equivocó. Bucky le rodeó entre sus brazos con cariño, acariciándole el cabello mojado y besándole la sien. El rubio se deshizo en los brazos del soldado, aferrándose a su amigo como estaba aferrándose a la vida. El castaño nada más le apretó más contra su pecho, susurrándole palabras cariñosas, aunque en su mente se maldijera una y otra vez por causarle tanta pena a Steve. Si estuviese en manos de Bucky, él tomaría todas las penas que Steve había tenido que pasar en su vida sólo para ver a su amigo sonreír, ser el mismo chico que era antes de ser el Capitán América, el pelilargo no deseaba otra cosa más que volver el tiempo hacia aquella época en la vida de ambos en que las cosas eran más fáciles, en que ambos eran nada más dos chicos de Brooklyn tratando de sobrevivir a la Gran Depresión y a la guerra.

-P-Perdona… -susurró el rubio, sus labios todavía temblorosos y restregándose el ojo con la mano. Bucky nada más negó con la cabeza, volviéndose al grifo y cambiando la temperatura a una más cálida.

Ambos se quedaron mirando, el pelilargo acariciando la mejilla del rubio con cariño y éste cogiéndole la mano, depositando un beso en su palma. Bucky cogió una bocanada de aire, armándose de valor ya que a lo mejor lo que iba a decirle a Steve no iba a hacerle gracia, con lo tozudo qué era, pero debía intentarlo. Aunque eso significase aguantar un berrinche por parte del rubio.

-Necesitamos irnos de aquí, y no está a discusión, Steve. –soltó, el rubio frunciendo el entrecejo. –Antes de que me digas qué no… al menos escúchame, ¿vale?

Steve suspiró, asintiendo a regañadientes.

-Sé que somos prófugos y los Estados Unidos quieren nuestras cabezas, pero… ya ha pasado tiempo, Stevie y tú y yo sabemos perfectamente que no estás bien. –el rubio abrió la boca para protestar, pero Bucky siguió hablando. –No digo que tenemos que marcharnos para siempre, después de todo aquí estamos seguros y me gusta mucho estar aquí. Sólo digo… que a lo mejor alejarte por un tiempo, distraerte un poco a parte de pasar entrenando todo el día, quizás eso podría hacerte bien. Míralo como unas vacaciones, ¿qué dices?

El rubio clavó la mirada en el suelo, frunciendo el ceño y meditando profundamente las palabras del pelilargo. “No sería de por vida” concordó, y aunque era arriesgado salir fuera de Wakanda, ya habían pasado cinco años… ni él ni Bucky lucían igual y estaba seguro que incluso su madre no le reconocería con la barba que se había dejado crecer y con el pelo tan largo. Suspiró, volviéndose a ver al castaño con una ceja enarcada.

-Supongamos que estoy de acuerdo contigo, ¿a dónde iríamos? –inquirió, el castaño sonriendo al ver que su testarudo novio cedía lentamente.

-A dónde tú quieras, ya lo hablé con T’Challa y él me prometió que se encargaría de hacer que todo fuera seguro para nosotros. No hay riesgos de que nos vayan a pillar. –le prometió el pelilargo, todo con tal de que Steve accediera.

Steve sonrío… había un lugar que quería visitar. Un lugar en el que había estado sólo una vez en su vida, pero le había gustado muchísimo. Un lugar que era tan cliché, tan corriente, pero que para él significaba el mundo entero por el simple hecho de que su mejor amiga, su cómplice, la primera persona aparte de Bucky que le apoyó y creyó en él incluso antes de convertirse en el Capitán América… yacía allí en descanso eterno.

-Vale, de acuerdo… iré contigo, sólo si me prometes que primero iremos a Londres a visitar a Peggy. Luego, podemos seguir viajando a dónde se nos ocurra. –el rubio sonrío, una sonrisa rota y nada qué ver con la de antes, pero una sonrisa, a fin de cuentas.

Bucky sonrío, inclinándose para besar al rubio que le devolvió el contacto, pese a sentir ése vacío en su pecho que le hacía sentir egoísta y mala persona.

[…]

Steve se sentó a la orilla de aquella terraza, cerrando los ojos y disfrutando de la suave brisa a aquellas horas de la madrugada. El rubio sabía perfectamente que debería estar durmiendo, o cuando mucho, empacando sus cosas ya que mañana Bucky y él partirían a primera hora rumbo a Londres por un par de días. Sin embargo, el no dormir no le molestaba, siempre había bromeado con que ya había dormido por setenta años como para sentirse cansado… claro, eso fue antes del desastre en Siberia, porque ahora las pesadillas no le dejaban pegar ojo por las noches sin falta. Siempre era la misma pesadilla, en la que regresaba a la base de Siberia y quería alcanzar a Tony, pero por más que corriera, nunca lograba llegar hasta dónde el castaño estaba. Y luego, Tony le daba la espalda, y pese a que Steve se dejara la garganta en carne viva gritándole que no le dejara, Tony siempre acababa por marcharse, abandonándolo, dejándole solo en medio del crudo invierno.

Mi amor no te pertenece. No te lo mereces.

No te lo mereces…

Ésa frase, tres simples palabras que a Steve terminaban por despertarle, en medio de gritos y lágrimas debido al dolor que le desgarraba el alma en ése instante. Y era entonces que Bucky le abrazaba y le decía que todo había sido una pesadilla… salvo que la pesadilla nunca se terminaba, porque cuando despertaba Tony seguía odiándole y él seguía roto, sin sentido ni dirección alguno, su vida convertida en un completo vacío en donde la traición hacia el castaño le atravesaba día y noche sin cesar. Negó con la cabeza, no podía seguir recordando aquello, le llenaba de mucho dolor y todo lo que quería era tener al menos unos minutos de paz. El rubio suspiró, mirando fijamente el móvil a un costado… el mismo móvil que siempre llevaba consigo a todos lados, con la esperanza de que la otra persona que tenía la copia exacta de ése móvil le llamase algún día, que le dijera que le necesitaba.

Pero ése móvil nunca sonaba, y cada día Steve se convencía más de que jamás iba a sonar. Vale, no se convencía, después de haber visto las noticias ésta noche estaba más que seguro de que jamás iba a sonar porque Tony no le necesitaba. Cogió el aparato, examinándolo, abriéndolo y yendo a los contactos. Sólo había uno en toda la lista. Steve miró fijamente el número, sintiendo ésa misma opresión en el pecho que había sentido tantas otras noches, cuando se quedaba en vela nada más viendo ése número de móvil, esperando a que sonara en cualquier segundo. Su dedo se movió al botón de marcar, como muchas otras veces. Y como muchas otras veces, terminó dejando el móvil de lado porque, a fin de cuentas, ¿qué se suponía que le dijese al genio? ¿” Hola Tony, es Steve. Felicidades por lo de tu compromiso. ¡Ah! Y, por cierto, perdóname por casi matarte”? No tenía nada de qué hablar con el castaño.

El rubio lanzó un profundo suspiro, dejándose caer de espaldas sobre el asfalto y viendo las estrellas, la nebulosa púrpura que a veces se formaba en los cielos de Wakanda. Por eso era que le gustaba tanto estar aquí, porque Wakanda tenía las puestas de sol y los anocheceres más hermosos que vio en toda su vida, en ningún lugar las estrellas se veían tan claramente como aquí. Sonrío un poco y cogió el iPod que Shuri había tenido la amabilidad de enseñarle a usar y, encima, al que también le había descargado la lista de canciones completas de su cantante favorita, Doris Day. Buscó en su lista, la misma canción que escuchaba una y otra vez en repetición, aquella canción con la que no podía evitar ponerse a cantar ya que se sabía la letra de memoria, y no había palabras que describiesen mejor cómo se sentía cuando un ser amado se va de tu lado.

When you're alone, who cares for starlit skies
When you're alone, the magic moonlight dies
At break of dawn, there is no sunrise
When your lover has gone…

El rubio cerró los ojos, su mente retrocediendo casi un siglo atrás, a los años cuarenta. Steve se imaginó a sí mismo, el chico pequeño y escuálido de noventa libras, sentado en un bar. La rocolla sonando con la misma canción que cantaba suavemente, mientras bebía un poco de whiskey. Podría beber ahora, pero ¿qué sentido hacía? Gracias al suero del súpero soldado, ni siquiera podía emborracharse, de lo contrario ya hubiese ahogado todas sus penas en alcohol como hacían todos los hombres de aquella época cuando sus esposas les dejaban o terminaban desempleados. Otra razón por la que odiaba haberse convertido en el maldito Capitán América.

Lástima que no se dio cuenta de que tenía público, cierta ex pelirroja que le miraba apoyada desde el marco de la puerta, a duras penas conteniéndose la risa de ver a un hombre grande y musculoso como Steve, con las manos detrás de la nuca y cantando canciones de cantina como si fuese una colegiala a la que le rompían el corazón la primera vez. Y quizá, concedió Natasha, así era… a fin de cuentas, Tony no había sido su primer gran amor, pero sí el amor de su vida. Y eso le constaba a cualquiera que hubiese visto como chispas volaban por todos lados cuando ésos dos discutían o se quedaban viendo fijamente, como si esperasen a que mágicamente uno de los dos cediera. Joder, que la pobre ex espía casi había devuelto el estómago aquella vez que Steve y Tony follaron en la granja de Clint, en su granero después de haberse peleado. No había duda que los dos ex vengadores se habían amado con la misma fuerza que se habían odiado en un principio, y eso era lo que hacía más duro de ver cómo ambos sufrían al estar separados.

Al otro lado del mundo, cierto castaño escuchaba ésa misma canción.

Su corazón roto, una botella de whiskey a un costado.

Y ambos, dueños de las noches en vela del otro.

POV’s Tony:

Malibú, California.

Tony suspiró, exasperado.

Una de las cosas que más le fastidiaba luego de hacer el amor con Pepper, era que no podía dormirse, ni, aunque estuviese cansado. Ni, aunque llevase el peso del mundo sobre los hombros, el Hombre de Hierro era incapaz de pegar ojo durante las noches y llevaba siendo así desde hacía ya varios años. Se volvió hacia la veladora de noche, viendo el reloj. 2:38 a.m., y Pepper yacía profundamente dormida a su lado, ajena a su mente yendo a mil por hora y a la creciente urgencia que crecía en el castaño. Una urgencia que creía hace mucho superada, una urgencia que podría costarle la custodia de su pequeño Peter, pero, a fin de cuentas, una urgencia que el castaño ya no hacía esfuerzos por ignorar, nada más se esmeraba en ocultarlo de los demás para evitarse otro paseo a un centro de rehabilitación.

Miró a la rubia a su lado una última vez, comparando el rubio rojizo de su pelo con el rubio dorado de cierto ex soldado quién ocupó su puesto a su lado, en ésta misma cama hacía un par de años. Y con eso, salió de la cama… una vez que su mente empezaba a divagar por ésos recuerdos, sabía que era hora de largarse y buscar su mejor analgésico, el único que había conocido durante años hasta que conoció a Steve Rogers y éste se convirtió en su todo.

-Steve jodido Rogers… -masculló el castaño, el nombre quemándole el pecho con fuerza mientras bajaba a grandes zancadas las escaleras rumbo a su laboratorio.

-Bienvenido jefe. ¿Desea continuar trabajando en las modificaciones de Mark XLVI? –le preguntó el IA, tratando sutilmente de divagar la mente de su creador del lugar tan oscuro en el que encontraba.

Tony se detuvo en seco, observando la armadura en la mesa de trabajo. Él siempre había arreglado cualquier daño que sus armaduras sufrían en batallas al momento… salvo la de ésa armadura. La misma que había usado en Siberia, la última vez que él y Steve Rogers, o, mejor dicho, el Capitán América se vieron las caras. Se acercó lentamente, contemplando como el escudo del soldado todavía se hallaba clavado en el pecho de la armadura, justo donde él lo había dejado luego de regresar a casa hace ya casi cinco años. Inconscientemente, se llevó una mano a su pecho, en donde yacía una cicatriz atravesando el reactor Arc… aquel día, Steve le había clavado ése maldito escudo con tanta fuerza que llegó a atravesarle hasta la piel.

-No… no hoy, Viernes. –fue todo lo que dijo, dirigiéndose a su escritorio casi con desesperación… con el pánico que había estallado en sus venas ante los recuerdos de aquel día.

El genio empezó a sudar, sentía las manos temblorosas y empezó a jadear por aire, justo como siempre que tenía uno de sus ataques de pánico. Se lanzó sobre una de las gavetas a un costado del escritorio, tirando con violencia de ella y arrojando el fondo falso a un lado y de inmediato sintió como un profundo alivio le recorría el cuerpo al contemplar dos botellas de whiskey esperándole, llamándole casi con ternura para que vaciara los contenidos en su maltratado hígado. Ni siquiera fue a por un vaso, destapó la botella y bebió directamente de ella, cerrando los ojos ante el líquido amargo y regio quemándole la garganta. Bebió casi la mitad en un trago y nada más hasta que sintió aquella sensación familiar y cálida en su pecho, dejó la botella a un lado… y reventó a reír. Y a llorar. Era un sonido extraño, como los graznidos de un ganso.

Estaba en la mierda, no había duda de eso.

Nunca en su vida había caído tan bajo como ahora, y a pesar de ello, todos a su alrededor eran ajenos a qué tan roto estaba. De no ser porque tenía a Peter… Tony estaba seguro de que ya estuviese muerto, por su propia mano. Cogió la silla y se acomodó en ella, pasándose la mano por el rostro sudoroso y pegajoso de lágrimas. Sus ojos rojos e hinchados se dirigieron al resto de los contenidos de la gaveta, aquellos que mantenía ocultos de todos para que siguieran creyendo que él se hallaba bien, que su corazón no se había marchitado con la traición y la partida de Steve Rogers. Cogió aquella fotografía, junto con el anillo de compromiso que en su momento le había entregado al rubio. Era una simple sortija de plata, con una piedra que simulaba ser un diminuto reactor Arc y tenía engravado winghead en ella. Tony sonrió con tristeza, recordaba haberle pedido al joyero que diseñara la sortija específicamente de ésa manera, así cuando se le propusiera al rubio, le estaría entregando, literalmente, su corazón en aquella sortija.

-Pero no te bastó, ¿cierto? Claro que no… -pensó en voz alta, cogiendo la botella y dándole otro buen trago, arrojando la sortija devuelta a la gaveta.

Por supuesto que no le había bastado, de ser así no hubiese preferido a James Barnes sobre él. Tony no le culpaba, siendo honestos hasta él mismo sabía… él mismo era consciente que nadie querría a un hombre tan roto como él, cuyo corazón fue suplantado por un reactor para mantenerle con vida. Observó la fotografía por el rabillo del ojo, la única foto que quedaba de él y el rubio juntos, ya que el resto las había borrado de su móvil y su portátil. Clint se las había sacado en 2012, después de la invasión de los Chitauri, cuando todos fueron a comer Shawarma oficialmente como Los Vengadores. En ella, se veía a ambos héroes lado a lado, Steve sonriendo tímidamente mientras Tony le picaba la mejilla con un dedo y miraba a la cámara detrás de sus gafas oscuras. El arquero les había sacado la foto a manera de putearles, como una “prueba” de que ambos habían podido trabajar juntos luego de haberse casi matado la primera vez que se conocieron.

Tony se reclinó sobre la silla, suspirando profundamente, debatiéndose entre sí pedir ayuda y arriesgarse a que servicios sociales le quitara a su pequeño Peter… no, a la mierda. Primero muerto antes que le arrancasen a ése pequeño de su lado, era lo único que verdaderamente le daba sentido a su vida, lo único que quedaba de él y Steve y su tiempo juntos pese a que no era su hijo biológico… lo único a lo que su corazón reseco amaba. El castaño no pudo evitarlo, es más, ¿para qué esforzarse? Ya había empezado a beber, había sacado la fotografía de Steve, ¿por qué no hundir el puñal más hondo? Porque eso era lo que mejor se le daba: Hacerse daño, buscar destruirse cuando más vulnerable se encontraba. Se lo merecía, por arruinar todo lo bueno que alguna vez tuvo en su vida, por convertirse en su padre pese a todas las veces que se juró no ser como él… aquí estaba: Alcohólico, llorando porque el amor de su vida le había dejado por otro.

“Los Stark estamos malditos, Tony… todo lo que amamos nos deja. Tarde o temprano, siempre nos deja porque no somos suficiente.”

Dio otro profundo trago, hasta acabarse la botella, la voz de su padre todavía resonando nítidamente dentro de su consciencia… aquellas palabras que le había dicho en una de sus tantas borracheras, que no habían resultado ser más que la pura verdad. Él jamás sería suficiente. Jamás fue bueno para Steve, ni será buen padre para Peter ni ha sido una buena persona en general. Joder, si ni siquiera el propio Howard le quería… toda su vida no había sido más que un patético alcohólico, con traumas de la infancia y con pensamientos suicidas que le asaltaban cada dos por tres. Hasta un maldito ex soldado con el cerebro lavado era preferible a él, eso Steve se lo había dejado bien en claro aquel día en Siberia. Destapó la segunda botella, sus movimientos volviéndose torpes una vez el efecto del whiskey empezó a extenderse en su torrente sanguíneo, mezclándose con su resentimiento y su depresión en una combinación fatal.

-Viernes, ¿puedes poner When Your Lover is Gone de Doris Day, por favor? Vamos a honrar al cabrón de Rogers por todo lo alto… -arrastró las palabras, alzando la botella en un brindis imaginario. –Por ti, Capi… por ser el primero en romperme el corazón. Bueno, segundo. Howard te quitó el primer premio…

Tony se empinó la botella, las sienes empezando a martillearle. Los dos hombres más importantes de su vida, su padre y su amor y ambos le habían fallado. Ambos le habían abandonado, dejándole con más odio hacia sí mismo y el resto del mundo. El castaño se preguntó por qué no se moría, había sobrevivido tantas veces a la muerte que no tenía de otra más que pensar que la muerte estaba eludiéndole a él. “Es extraño” pensó, mientras la cantante favorita de Rogers le arrastraba a través del tiempo, con su voz suave y palabras dolorosas, que se sentían como cuchillos clavándosele en la piel. La muerte le eludía, porque sabía cuánto la deseaba. Tony había deseado dejar de vivir hacía ya más de dos décadas, la única vez en que en verdad siente algo es cuándo está con Peter… o mientras estuvo con el rubio. Ya ni siquiera el sexo o la compañía de Pepper eran suficientes para llenar el vacío en su pecho. Ni siquiera tenía una puta idea de por qué iba a casarse, a lo mejor porque era lo que todos esperaban de él. A lo mejor porque quería que alguien estuviese ahí para Peter en caso de que a él llegase a pasarle algo, porque él mejor que nadie sabía que si seguía bebiendo de la forma en que lo hacía, no iba a pasar mucho antes de que le diera un coma etílico.

- ¿Cómo llegamos a esto, Stevie…? –se preguntó, cogiendo la botella semi vacía y dirigiéndose a la pared de cristal en donde se filtraba la luz pálida de la luna.

Tony se sentó en el suelo, la botella a su lado y sus ojos derramando las tan amargas lágrimas que era incapaz de contener. Contempló el cielo, de un suave tono azul púrpura, sonriendo un poco cuando le recordó al azul del mar, justo como los ojos del rubio. Él y Steve iban casarse en una playa. Él y Steve iban a adoptar a Peter juntos. Él y Steve iban a retirarse de Los Vengadores, iban a construir una pequeña casa, en un lugar apartado como la de Clint y los tres iban a comenzar una nueva vida.

Él y Steve iban.

En lugar de eso, Steve prefirió a Bucky y arrojó la sortija que le había regalado al suelo, mandándolo todo a la mierda. En lugar de eso, él había pasado la noche detenido en una prisión mugrosa por “secuestrar” a Peter del orfanatorio en una de sus tantas borracheras. En lugar de eso, él iba a casarse con una mujer a la que ni siquiera quería, para seguir viviendo una vida de mierda que ni siquiera quería de no ser porque Peter le daba un poco de paz. Tony sintió la furia estallar en sus venas, y cogió la botella, estrellándola contra la pared, maldiciéndose a sí mismo. A él, a Steve, a su padre. Maldiciendo el día en que conoció a Steven Grant Rogers, maldiciendo el día en que decidió salvarlo a costa de su propia vida, porque sí, él y Steve no se habían conocido cuando Fury los mandó a reclutar para que formaran Los Vengadores. No, qué va.

Ése era uno de sus secretos mejor guardados.

La primera vez que él vio a Steve, el rubio estaba inconsciente, todavía metido en un jodido iceberg. La primera vez que él vio a Steve Rogers, fue cuando él, Tony Stark, le encontró congelado en medio de la Antártica y no S.H.I.E.L.D como le habían hecho creer a todos durante años… él fue quien encontró a Steve, quién le salvó de morirse congelado o que los de HYDRA le lavaran el cerebro al igual que su amadísimo Bucky. Fue él quien le salvó y le trajo de vuelta la vida, y aunque quisiese odiarse por ello, no podía… porque aquella había sido una de las pocas buenas decisiones que había tomado. Jamás cambiaría el haber decidido salvar a Steve, ir a buscarle para empezar… Tony se rodeó las rodillas con los brazos, sacudiéndose violentamente mientras el recuerdo corría en su mente, atenazándole el corazón y pulverizándole el alma…

Siete años atrás.

Antártica.

-JARVIS… ¿qué es lo que estoy viendo exactamente? –pregunté, no muy seguro de estar sobrio pese a haberme mantenido sin beber nada en las últimas veinticuatro horas.

-Señor, mis sensores detectan pulso proveniente de ése iceberg. –confirmó mi IA, y no pude sino abrir los ojos como platos.

Así que era cierto… los cuentos de Fury y Howard, acerca del famoso Capi América congelado a lo Walt Disney dentro de un iceberg eran ciertos. No voy a mentir, cuando decidí volar desde mi mansión en la soleada Malibú hasta éste maldito congelador no creí encontrar nada. Si ni siquiera Nicky y sus agentes de S.H.I.E.L.D pudieron encontrar al hombre… supongo que se necesita ser un genio para hacerlo todo bien.

-Vale, ahora lo importante… ¿cómo sacarlo? –pregunto, seguro que si usaba uno de mis rayos no sólo iba a descongelar al tipo sino también a freírlo vivo.

Me acerco al enorme iceberg, donde sólo distingo el brillante rojo, azul y blanco del icónico escudo que mi padre fabricó hacía ya setenta años. Mis ojos no son capaces de distinguir a la persona que está ahí dentro… el mismo tipo que mi padre hubiese preferido que fuese su hijo. La curiosidad empezó a morderme, tenía muchísimas ganas de conocer al tipo que todo lo hace bien, al tipo del que mi padre hablaba tanto y con el que pasó comparándome, bueno, básicamente toda su maldita vida hasta que murió en ése accidente de coche en el que por desgracia también iba mi madre.

-Señor, yo sugiero…

No puedo escuchar el resto de lo que dice JARVIS, porque justo en ése instante una enorme explosión nos toma a todos desprevenidos. Sólo puedo atinar a cerrar los ojos mientras siento como la fuerza de la implosión arroja mi cuerpo lejos, junto con cientos de montones de trozos de hielo que salen volando a mí alrededor. Y es entonces… como si todo se quedase en cámara lenta. Puedo ver los trozos de hielo, como cristales, flotando a mí alrededor y alrededor del Capitán América, cuyo cuerpo ha salido disparado del hielo cuando éste se ha hecho añicos por la explosión.

¿Alguna vez se han preguntado cómo se mira la belleza? ¿O lo qué es la verdadera belleza?

Hasta ése momento, lo más bello que vi en mi vida fue la sonrisa de mi madre. No el montón de mujeres que habían hecho desfile por mi cama, no mis coches ni mis mansiones… nada material. La belleza para mí estaba en los momentos, en la calidez que te hacen sentir algunas personas con su compañía. Y en éste momento, el hombre de cabellos rubios como el sol flotando a mí lado en cámara lenta, es una verdadera obra de arte. En éste momento, es como volver a ver a mi madre… ella solía tener el pelo así de rubio, brillante como si fuese oro líquido. Y de nuevo, siento ésa misma calidez que creí perdida desde que tenía diecisiete años y dos oficiales se aparecieron en mi casa para decirme que ya no tenía a una madre. Que el sol de mis días no iba a volver a brillar nunca más, ni a arrullarme con su suave voz ni a abrazarme todas las noches antes de irme a dormir.

Y en éste momento, viendo aéste hombre a mí lado, sólo puedo pensar en una cosa…

Él no.

No entiendo qué está pasando ni por qué. Pero he pasado por suficiente mierda en mi vida como para saber que estamos en peligro, y mi vida no vale nada al lado de la de éste hombre, no porque él sea el Capitán América al que llevan buscando desde hace setenta años sino por ser el hombre que me ha hecho sentir lo mismo que sentía cuando María Stark seguía con vida. Como puedo, estiro el brazo hasta que cojo uno de los suyos y lo atraigo hacía mí, contra mi pecho justo al tiempo que me estrelló con fuerza contra el hielo. De no haber cogido a éste hombre contra mi pecho, estoy seguro de que se hubiese abierto la cabeza debido a la fuerza del impacto.

-JARVIS, quiero un reporte completo… ¿qué clase de putada es ésta? –le digo, incorporándome, todavía adolorido por el impacto y más que acostumbrado a la vida siendo una hija de puta conmigo.

-Al parecer HYDRA ha rastreado su localización, señor, y sospechando que vendría en busca del ex soldado Steven Rogers le han seguido. Hasta dónde mis sensores pueden detectar, hay agentes infiltrándose al lugar, no tardaran mucho en encontrar nuestra posición. –me explica, y no puedo sino fruncir el ceño.

-Dame soluciones… necesito sacar a éste hombre de aquí. –le digo, observando fijamente el rostro de Steven… extraño nombre, de lo más común para alguien que era de todo menos eso.

JARVIS despliega la lista de daños que ha sufrido mi armadura, en específico, lo mucho que está tomando mantenerme a una temperatura tolerable dentro del traje y, al mismo tiempo, hacer que su corazón siga latiendo. Jamás podría escapar de éste lugar volando… al menos no si quería salir vivo. Me muerdo el labio.

-¿Qué hay de nuestro amigo Stevie aquí? Una cosa es estar en animación suspendida y otra estar fuera de un bloque de hielo… -preguntó, no muy seguro de que su piel deba estar tornándose púrpura con el paso de los segundos.

JARVIS hace un chequeó general del hombre entre mis brazos y despliega la información delante de mí. Joder, ¿qué más quería la vida de mí? ¿No podía ni siquiera dejarme hacer una buena acción en paz? Era la primera vez que decido jugar al héroe… y me salen con esto. Obviamente Steven está muriéndose de hipotermia, sino consigo calentarle, su corazón fallará en cuestión de minutos. Suelto un suspiro, porque sólo hay una manera de salir de aquí antes de que HYDRA nos capturaran a los dos.

-JARVIS, ponme con Nick Fury… ya decía yo que hoy no debí levantarme de la cama. –mascullo, suspirando y contemplando el rostro del rubio entre mis brazos.

No pasa mucho antes de que la voz irritada del director de S.H.I.E.L.D empiece a destrozarme los tímpanos.

-Stark, no tengo tiempo para…

-Cierra la maldita boca por dos segundos, y escucha bien lo que voy a decirte, Fury. Encontré a tu Bello Durmiente, seguro ya habrás rastreado mis coordenadas. Así que te sugiero que arrastres tu culo aquí y mejor que lo hagas rápido, o éste hombre se va a convertir en una Capsicle*. –le digo, sin siquiera respirar entre cada palabra. –Tic, tac, Nicky, es oferta limitada…

Silencio, aunque tampoco es que pudiese ponerse a gritarme por haber encontrado al Capitán América por mi propia cuenta. A fin de cuentas, yo no trabajo para Fury, bien podría comprar S.H.I.E.L.D sólo para tocarle las pelotas y ser yo su jefe.

-Enviaré a un jet. Hagas lo que hagas, no dejes que nada le pase a ése hombre, Stark. Su vida vale diez de las tuyas. -¿cómo no, señores? Es Nick Fury, él siempre sabe qué decirle a alguien que es una Disneylandia de problemas mentales.

Ruedo los ojos y corto la llamada. Y que quedé constancia, que voy a hacer lo qué voy a hacer porque yo quiero y no porque Nick el tuerto me lo ordenó. Yo no sigo órdenes de nadie, ni siquiera de Dios. Suelto un suspiro… esto iba a doler. A doler un huevo, sólo de acordarme de la última vez que el cabrón de Obadiah Stane me había sacado el reactor del pecho me ponía los pelos de punta, pero era la única opción.

-Maldita sea… -susurró, cogiendo una bocanada de aire. –JARVIS, quiero que uses toda la energía en la armadura para mantener a éste hombre caliente. Y si Fury no aparece en cinco minutos, sácalo de aquí, ¿he sido claro?

-Señor, no puedo usar la energía del reactor Arc para mantener al Capitán Rogers a una temperatura adecuada y al mismo tiempo mantenerle a usted con vida. –me advierte el IA, pero yo sólo niego con la cabeza.

-No tendrás que hacerlo… sólo enfócate en mantener a Steven vivo. -silencio, seguramente mientras JARVIS absorbe lo que acabo de decir. -¿a qué esperas, JARVIS? Sácame de ésta armadura. Es una orden.

Obedece, sin decir nada. Decir que de inmediato la brisa gélida me cortó la piel, sería quedarse corto. Yo no tengo un corazón, o al menos eso dice la gente… que soy un hijo de la gran puta, frío y sin corazón. Pero les juro por mis pelotas congelándose, que puedo sentir el frío cortándome el alma. Cojo el cuerpo frío de Steven, acercándolo a la armadura que de inmediato se ajusta a su tamaño. Contemplo su rostro una última vez, antes de que la máscara de Iron Man lo aparte de mi vista, llevándose consigo a la segunda cosa más hermosa que he visto en mi vida. Incluso con la piel púrpura y una capa de hielo cubriéndole por encima, era justo decir que el Capitán América seguía tan guapo como en las fotos que Howard solía conservar en su oficina.

-Señor, sé que no estoy en autoridad de opinar, pero… aún tenemos tiempo. Estoy seguro de que el director Fury llegará a tiempo. –trata de razonar la IA conmigo, más sólo niego con la cabeza.

No podía correr el riesgo. Además… Fury no se había equivocado, la vida de éste hombre vale más que la mía. Yo ya había vivido lo suficiente, incluso más de lo que hubiese deseado, y… y, por primera vez en mi vida, no me duele hacer algo bueno. Por primera vez, sacrificarme no me causa pena ni significa perder algo importante, mi vida no valía nada para mí y si para que Steve viviera debía sacrificarla, no me molestaba. Mi vida era una de ésas cosas con las que no era egoísta, ni siquiera cuando el pensamiento de mi novia Pepper cruzó mi mente… no dudé de mi decisión ni un segundo. Ni siquiera cuando sentí como el dolor en mi pecho casi me saca los ojos de sus cuencas, cuando saqué el reactor de mi pecho y en su lugar lo coloqué sobre la armadura.

Lo conecté lo más rápido que pude, mis dedos ennegreciéndose con cada segundo que transcurría a causa de la falta de circulación. La hipotermia, una muerte dolorosa, soplándome en la nuca. Observó con una pequeña sonrisa como luz se filtra de los ojos de la armadura, indicándome que está funcionando. Luz seguida de la suave y profunda respiración de Steven dentro, cuyo corazón seguía latiendo… al menos por ahora. Ojalá el cabrón de Fury cumpliera con su palabra, porque no sé durante cuánto tiempo JARVIS pueda mantener vivo al rubio. La presión en mi pecho se hace insoportable, mi cabeza a punto de estallar y un puñado de sangre escurriéndome de la nariz. Me dejo caer a un lado, mis labios castañeteando y la cara ardiéndome como si un infierno me hubiese estallado en la cara, seguramente la piel despellejándose debido al frío. Estiro una mano a duras penas, acariciando con el dorso la fría superficie de la armadura, como si Steven fuese a sentir mi caricia por debajo del frío metal. Y sonrío, me preparo…

No sobreviviré, no hace falta ser un genio para saber eso.

-Ha sido un placer servirle, Señor… -escucho la voz de JARVIS.

Me vuelvo sobre mi espalda, justo para ver como una brillante luz se abre paso entre el hielo.

“Fury… llegas tarde, imbécil” pienso, mientras una sombra negra poco a poco se vuelve más grande, más clara hasta tomar la forma de Nick Fury. Antes de darme cuenta, ya me encuentro jadeando por aire entre sus brazos y su ojo medianoche me mira fijamente, la primera vez que lo veo abierto en una expresión de sorpresa.

- ¡Stark! –dice, cogiéndome con fuerza de los brazos. Se vuelve a ver la armadura a un lado y su rostro me hace desear tener una cámara para sacarle una foto en ése momento. –Stark, tú… ¿en verdad lo salvaste?

Pese a estar muriendo de un infarto, ruedo los ojos. Ni de coña iba a admitir eso, jamás.

Ni siquiera, al mismo Steven.

-No… puedes… d-decírselo… -es lo último que soy consciente de decir.

-fin del flashback-

-Presente-

El castaño jugueteó con aquel móvil anticuado entre sus dedos, el mismo móvil que miraba una y otra vez todas las noches, debatiéndose entre sí marcar el único número ahí guardado o destruir el aparato de una buena vez…

¿A quién coño pretendía engañar?

Eso era todo lo que podía pensar Stark, con una sonrisa rota y lágrimas cayéndole por las mejillas… había sido su mejor decisión, la única buena decisión aparte de salvar y adoptar a Peter que ha tomado en toda su mísera vida.

Steve Rogers siempre iba a ser la mejor decisión de su vida.

Y sin importar el hecho de que le traicionó, sin importar el hecho de que prefirió a Bucky antes que él, sin importar el hecho de que le dejó en el frío, solo y con el corazón hecho polvo… Steve siempre iba a ser el amor de su vida, a pesar del daño y de que le dejó atrás sólo con una carta y un puto móvil de mierda, y jamás se arrepentiría de haber casi muerto aquel día sólo para ponerle a salvo. Aquel día, fue la primera vez que Tony se dio cuenta que todavía tenía un corazón dentro de sí, que no estaba tan muerto como creía. Que quizá había esperanza y valía la pena mantener la fe en éste mundo.

Que había algo de bueno en él.

Steve le había mostrado eso… que sin importar lo roto que estaba, aún era bueno. Se volvió, justo a tiempo para ver al amanecer y negó con la cabeza.

Ni siquiera los rayos del eran tan cálidos como el corazón de Steve Rogers.

POV’s Steve:

Wakanda.

-¿Sabes, Steve? Ésa canción, cantada de verdad, debe de ser bonita. –le interrumpió Natasha, haciéndole volverse, descolocado.

El rubio sonrío tímidamente, la sombra de un rubor sobre sus mejillas. Natasha le devolvió la sonrisa, acercándose al rubio y sentándose a su lado, contemplando los primeros rayos de sol a lo lejos. Cuando se volvió a ver al soldado después de varios minutos de silencio, éste paseaba un dedo sobre el móvil que siempre cargaba consigo, casi como una caricia. La rubia suspiró.

-Hay que ser imbécil para creerse menuda chorrada. –habló, Steve alzando las cejas confuso. Nat rodó los ojos. –Lo de Tony con Pepper, no te lo crees de veras, ¿o sí, Steve?

El mayor nada más se encogió de hombros, la bilis subiéndole por la garganta al siquiera intentar recordar lo de las noticias ésta tarde… a Tony de lo más sonriente, junto a su nueva prometida. Steve se mordió el labio tembloroso, pero la verdad es que no pudo contenerse: Las lágrimas volvieron a encontrar su camino nuevamente sobre sus mejillas, y a los pocos minutos se encontró con su cabeza sobre el hombro de Nat, llorando como una patética cría porque Tony Stark iba a casarse con alguien más.

-L-Lo siento… -se disculpó, hipando y agradeciendo que él y Natasha fuesen buenos amigos, de lo contrario ya se hubiese muerto de vergüenza por estar berreando enfrente de la rubia.

Natasha nada más frunció el ceño, irritada. ¿Hasta cuándo pensaban Steve y Tony seguir con esto? Era obvio que los dos seguían amándose, que les dolía estar separados… la rubia no podía comprender por qué puñetas no sólo se marcaban, se gritaban un rato y terminaban follando como hacían siempre. No, qué va. Ambos tenían que ser jodidamente cabezotas y forzar a todos a verlos en un estado de completa miseria, ambos idiotas tratando, inútilmente, de rehacer su vida junto con otras personas a las que ni siquiera querían. Ni en un millón de años se tragaría que Tony mágicamente había dejado su fobia al compromiso para casarse con una mujer tan insípida como Virginia Potts. Ni tampoco había nacido ayer para creerse que Steve, convenientemente, veía a Bucky como su amante y no sólo su amigo de la noche a la mañana.

-Yo no sé a qué esperas, Steve. Una llamada tuya, y te aseguro que Tony vendría corriendo sin importarle una mierda ésa mujer. –espetó la rubia, rodando los ojos.

Steve suspiró, volviéndose a ver el móvil por millonésima vez aquella noche. Quizá Nat tuviese razón, sólo hacía falta que marcase ése número para causar discordia en el compromiso del castaño y fue la primera vez que Steve sintió un impulso casi irrefrenable de hacer algo malo… fue la primera vez que sintió celos, celos de ésos tóxicos que te dan arcadas de Pepper. La odió, en aquel instante la odió por usurpar el lugar que le correspondía. Negó con la cabeza, ¿qué mierda pasaba con él? ¿Acaso había perdido el juicio?

-No, Nat… jamás podría hacerle eso a Tony. Yo tuve mi oportunidad, y la eché a perder. Tomé mis decisiones y sólo me queda vivir con las consecuencias de lo que he escogido. –habló suavemente el mayor. –Si la felicidad de Tony está con Pepper, pues… yo no pinto nada allí. Él no me necesita.

Y sin más, arrojó el móvil. Muy lejos, perdiéndolo para siempre. Natasha le contempló con los ojos abiertos de par en par, la sorpresa siendo rápidamente sustituida por pura frustración. Sentía ganas de gritar, de estamparle la cabeza a Steve contra el asfalto y luego llamar ella misma a Tony para que viniera. ¿Qué coño pasaba con aquellos dos? No podía esperar a mañana, a que ambos se encontrasen en Londres… si ambos no arreglaban las cosas, entonces le importaba una mierda lo que diga T’Challa, ella misma los secuestraría a ambos y los encerraría en una celda acolchada hasta que arreglasen sus problemas. Estaba abriendo la boca para decirle a Steve que era un completo y reverendo idiota, hasta que el sonido de su móvil alertándole de un nuevo mensaje llamó su atención. Abrió el correo electrónico, encontrándose con una foto que Clint les había sacado a dos pequeñines con sombreros de pirata. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la rubia.

-Qué monos… Es el pequeño Nat Junior, ¿verdad? –le preguntó Steve, reconociendo al pequeño de ojos azules. Su ceño se frunció al ver al otro niño, de enormes ojos avellana. - ¿Quién es ése otro crío? –hasta donde él sabía, Clint sólo tenía cuatro hijos y ése niño tendría al menos cuatro o cinco años.

Natasha pudo haberle mentido, decirle un nombre cualquiera y olvidarse del asunto. Sin embargo… ya no podía seguir callada, sin importar el juramento que le había hecho a Tony de no decir nada. Ya había callado la verdad durante cinco años, pero dadas las circunstancias y el hecho de que tanto Tony como Steve seguían portándose como crías, Natasha ya no tenía paciencia para seguir pretendiendo que no pasaba nada. Además… Steve tenía derecho a saber, estaba segura de que amaba a ése pequeño tanto como Tony. Suspiró, sabía que esto iba a traerle un montón de problemas y Bruce probablemente iba a echarle la bronca encima, pero tenía que decirle la verdad a Steve. Tarde o temprano, él se enteraría.

-Supongo que es normal que no le recuerdes, la última vez que le viste era nada más un bebé. –explicó la rubia, el rostro de Steve la viva imagen de la confusión. Natasha inspiró hondo una última vez antes de añadir: -Steve, éste es Peter… el niño al que tú y Tony salvaron de aquel incendio. El niño al que Tony acaba de adoptar.

Steve sintió que su corazón estallaba en pedazos.

Peter.

Peter Parker.

Su pequeño Petey.

Notas finales:

K-BOOM! D:

Ya sé, ya sé…

¡¿KHÉJESTO?! T.T

Vale, en mi defensa, créedmelo que es muy difícil hacer fics todos fluffy de éstos dos después de “Civil War” y, mucho más, después de “Infinity War” en dónde ni las cejas se vieron XD ¡PERO! Qué conste qué os he advertido al principio, ¿eh? Vale, ni tanto. Más o menos.

¡ENFIN!

¿Os ha gustado éste primer cap depre? La verdad, y os sonará rarito, pero me gusta mucho escribir caps así en dónde los protas están súper vulnerables. Y con éstos dos, pues hay tantos hilos de dónde tirar. Por cierto, cualquier parecido con Starlord salvando a Gamora en “Guardianes de la Galaxia” pues es pura coincidencia… LOL XD ¡NAH! La verdad es que sí cogí un poco de inspiración de ésa escena, simplemente porque me pareció hermosa, ése sí es un verdadero sacrificio por amor, desde el fondo del heart ♥--------------♥

¡VALE! (Sí, me gusta enfatizar palabras. Se nota un pelín, ¿no? :3)

¡PLIS! Dejadme en vuestros especiales, hermosos y sensuales RW’s qué pensáis del cap, en verdad estaba muy emocionada por publicarlo porque bueno… No sé qué tiene el Stony, que me toca un poco el corazoncito pequeño y negro cada, a lo mejor porque es mí primera vez escribiendo sobre éstos dos guapetones tozudos :’3 Espero no haber hecho nada de lo qué os arrepintáis, yo la verdad me lo he pasado genial  escribiendo éste cap, pese a los tintes todos depre qué tiene. ¿Créeis que el Capi ahora sí que se va a buscar a Tony por voluntad propia? ¿Os gusta que T’Challa, Nat y Bruce estén compinchados para que éstos dos hagan las paces y el HardYaoiLove ¬u¬? ¿Créeis que Pety recuerde a su Pops? D: Cómo ya os dije, decídmelo en vuestros RW’s, en verdad me gustaría un montón escuchar qué pensáis, vuestras teorías conspirativas y cualquier cosilla que se os ocurra en ésas cabecitas peludas, tened por seguro que la leeré y seguro me saca una sonrisa ^^

Nada más deciros que los próximos caps también serán Stony e igual de extensos, así que paciencia, Spideypool is coming, y lo que se viene entre Bocazas y la arañita confundida… MUAHAHAHAHA ¬u¬ Nada más no me odien mucho, ¿vale? Y ya, me voy que tengo que irme a tomar mi cochino potasio de mier… Ya, os dejo de dar tanto choro. Nos leemos pronto, seguid igual de violables, os quiero un huevo pequeñines ^~^

(P.D: ¿Os gustaría que actualizara sábado noche o domingo noche? Es que siempre me he preguntado qué día es más conveniente, puesto que domingo al día siguiente much@s trabajan o van a estudiar. Por favor, decidme qué opináis en vuestros RW’s, ¿vale? Me gustaría actualizar cuándo sea mejor para vosotros :3)

Un besazo! ♥


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