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Inefable [JohnMark - NCT] por Fluffy Ten

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18 de Junio, 2016.


Querido amigo:


Como la mayoría sabe, John Seo, más bien conocido como Johnny; es un completo y verdadero idiota. ¿Qué se puede decir de él? Un muchacho respetable, reconocido, que goza de ver el sufrimiento de los demás a causa de sus hirientes comentarios e imponente mirada. Para muchos, es como si se tratase de un multimillonario jefe de empresa; para mí, era un simple inútil que no se conseguía una vida propia. En serio, no creo que las palabras idiota o inútil sean adecuadas; supongo que ser abominable estaría bien para una persona como las de su «especie».


Si se han dado cuenta, el desagrado que le tengo a Johnny es inigualable. Es mayor a la cantidad de desagrado que le tiene Jennifer Aniston a Angelina Jolie. Ya se imaginarán cuánto es eso.


Tampoco era mentira que dicho ser se empeñaba en hacerme la vida imposible durante los recesos. Desde aquel vergonzoso incidente, el rencor le llevó a burlarse cruelmente de mi estatura y cuerpo, llegando incluso a golpearme, ya que él era unas tres veces más alto y cinco veces más fortachón que yo. ¡Vamos! ¡Debía admitir que parecía un Minion, pero no era necesario abusar! 


Además, como todo buen reconocido hombre, poseía de admiradoras que estaban como maniáticas encima de él, pendientes de absolutamente TODOS sus movimientos. Lo peor, que al ver que Johnny se burlaba de mí y mi vulnerabilidad, ellas hacían exacta y precisamente lo mismo. ¡Les juro que me dan ganas de tirarme por una ventana!


—Niñito, ¿por qué no sales de mi camino, eh? —me dijo un día la más alta, una rubia que estaba en medio del pasillo tapándome la pasada, rodeada de sus fieles y presumidas amiguitas. Enseguida suspiré. ¿Había alguien en esta tierra, que por lo menos, me tuviese un poco de respeto? Puedo ser bajito, pero puedo ser igual de agresivo como un perro de raza Pit bull. 


—Perdóneme, Reina Isabel II de Inglaterra mezclada con Britney Spears y Beyoncé. No fue mi intención taparle la pasada, ha sido muy imprudente de mi parte. Por favor, perdóneme. No volverá a ocurrir. —Le contesté con sorna, haciendo una exagerada reverencia; recibiendo de su parte una muy fea mirada de ella y su grupito de Barbies.


—Ay, qué desagradable. No hay que perder el tiempo con personas como... —me miró de pies a cabeza— él.


¿Perdón? ¿Acaso te has mirado al espejo? Al menos mi belleza es natural.


—Patéticas —murmuré en voz baja cruzándome de brazos.


Me tenían loco. Por eso mismo, al ver que estaban fuera de mi alcance, hicieron que hablara solo en el pasillo.


—Niñito, ¿por qué no sales de mi camino, eh? —imité con una voz aguda, generando que mis cuerdas vocales se quejaran. Tragué saliva. Eran un dolor de cabeza.


Sí, puede ser que me alegraba el simple hecho de irritarles, pero a veces me cansaba de tener la misma monótona rutina durante la mañana. Llegaba a la escuela; guardaba mis cosas; las fans de Johnny aparecían; me insultaban; les respondía. No era nada más que eso, y ya me comenzaba a exasperar. Esa también es una de las razones por las que comencé a escribir en este maltratado diario, el cual siempre me espera cada tarde, a la misma hora, en mi escritorio. Verlo me provoca un sentimiento de paz y tranquilidad. Era el único que, a pesar de las tonterías que escribía en él, no me juzgaba por nada de lo que hacía.


Nunca tuve a alguien que me pudiese escuchar con claridad; incluso teniendo personas a mi lado. Mi hermana, Nina, siempre se burlaba de mí y trataba de bromear conmigo pese a mi común mal humor; en cambio, mi madre aunque era un amor con ambos, la mayoría de su tiempo lo ocupaba en su trabajo como enfermera y en tejer gorros para nosotros. Y mi padre... Bueno, apenas lo veo en casa.


Exhalé un suspiro y me tomé la cabeza con ambas manos, apoyando los codos sobre la mesa mientras intentaba contactar un poco con la tranquilidad. Aunque no duró mucho...


Un silbido hizo que me sobresaltara.


—¡Hey, Mark! ¡Íbamos al cine hoy, idiota! —se escuchó una voz bastante familiar desde afuera de mi ventana, una demasiado familiar. Me asomé sin precaución: un muchacho de pelo rizado estaba levantando los brazos con euforia. Me reí, ¿no podía siquiera estar tranquilo por unos minutos? 


—¡Ya, ya! ¡Espérame ahí, Jaehyun! —le grité a ese gigante que estaba sonriéndome con una mochila colgando de su hombro. Me levantó el pulgar.


Jaehyun era uno de mis mejores amigos en la infancia. Su personalidad amable y generosa hizo que no me separase de él nunca más; con el transcurso del tiempo provocó que lo considerara como un hermano mayor. A veces era un idiota, como todos hemos sido alguna vez, pero el cariño que le tengo no me lo quita nadie. Me pregunto: ¿cómo hizo para soportarme todo este tiempo? ¡Debe haber tenido una paciencia increíble! Ni siquiera yo, que convivo todos los días con esta mente tan retorcida, puedo aguantarme.


Me puse mi sudadera roja y bajé las escaleras. Mamá estaba observándome con ternura mientras tejía quién sabe qué. 


—¿Adónde vas, soldado? —me preguntó con interés.


—Con Jaehyun al cine, capitana.


Ella sonrió.


—Está bien, pero no llegues tarde, cariño.


Asentí y abrí la puerta con recelo. Ahí estaba Jae; parado en el jardín con su pelo completamente alborotado. Parecía el Rey León. 


—¿Listo para ver una de esas películas que te dejan en el techo, campeón? ¡Por fin ha llegado la hora de ver la película que tanto ansiábamos! —me dijo al llegar a mi lado, con una de sus características sonrisas pegajosas.


—¿No me conoces? ¡Soy inmune a todo tipo de miedo! ¡Me ofendes! –exclamé, fingiendo estar triste. 


Jaehyun me dio palmadas (demasiado fuertes) en mi hombro. 


—¡Como sea, La Roca! ¡Vámonos de aquí! ¡Doyoung nos está esperando! —dijo él, antes de partir a nuestro destino: el cine. Le sonreí con picardía y sentí como su brazo rodeaba cálidamente mis hombros de forma amistosa—. No hay que llegar tarde a la función...


—¿Qué te traes con Doyoung? —le interrumpí malicioso, mirándole astuto. Jaehyun solo rodó los ojos, empujándome levemente para que caminase más rápido. Sin duda alguna no tenía intenciones de responderme; y pues, sólo lo dejé, ya que un pensamiento fugaz apareció en mi mente.


En serio esperaba que todo saliera bien y que nada malo sucediera. Porque conociendo mi mala suerte, cualquier cosa podía ocurrir. Incluso, que un Johnny salvaje apareciese en plena película y nos atormentase a todos. 


 


 


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