Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mariposas de fuego por SrMichaelis

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los Magos y los tres Líderes restantes abandonaron la entrada ordenadamente para dejarle a solas con Vicent y así poder hacer la tarea que se le había encomendado. No querían atosigar al nuevo y pensaban que el buen rollo que traía Seth podría ayudarle a calmar esos nervios. Éste notaba el nerviosismo del contrario con cada mirada de angustia que le dedicaba. Estaba totalmente perdido en un mundo que acababa de conocer y al que le habían obligado a asistir a una escuela para desarrollar unos poderes que jamás había notado.


Para su disfrute, no escupió ninguna palabra más al moreno para picarle y que fuera él el primero en tener que hablar. Se quedó esperando frente a él con una sonrisa dibujada en la cara. Hasta que no emitiera ningún sonido, a ver cuánto tiempo tardaba en sentirse muy incómodo. Los labios del menor temblaban mientras intentaba formar palabras sin éxito alguno.


–Eh...eh–consiguió al fin soltar. Su mirada no paraba de buscar desesperadamente alguna palabra de Seth y este, satisfecho, por fin decidió hablarle. No quería que huyera demasiado pronto. 


–Tranquilízate Vicent–dijo con voz acaramelada terminando la frase en su mente "Aun no tienes por qué sentir miedo". Posó una de sus manos encima del hombro del moreno y le dio un apretón para intentar calmarlo. Quería que él se confiara con su presencia, para que luego fuera peor la caída.


–Tú..tú..¿Quién eres? –preguntó desconcertado. Le acaban de dejar a solas con una persona que no conocía de nada, bueno para ser más exactos, no conocía a nadie- ¿Qué es lo que hago aquí? -Estaba más perdido de lo que le habían comentado el día anterior.


–Cómo se nota que eres nuevo. A ver cómo te lo explico... –dijo Seth mientras revolvía su pequeña cresta -Uh...Estas en una de las mejores escuelas de todo Emment donde enseñan a los elementales jóvenes a controlar su poder, pero sobre todo a entrenar su destreza con el elemento que dominan en su interior–debía sonar lo más seguro para que le viera como una figura importante– Estos elementos son: Fuego, Aire, Tierra y Agua, aunque supongo que eso ya lo sabrás–hizo una breve pausa para que el contrario asimilara la nueva información que estaba recibiendo. Al parecer habían llevado con mucho secretísimo su caso, manteniéndolo ignorante de toda información hasta su llegada– Dentro de 4 días harás la prueba para saber a qué elemento perteneces ya que a tu edad es obligatorio saberlo. Llegas un poco tarde, pero bueno. Supongo que no tendrás problema en adaptarte.


–Oh...Vale–respondió cabizbajo el contrario guardando toda la información dentro de su cabeza–¿Cual elemento es el tuyo? –dijo con un hilo de voz. Le costaba hablar con personas no conocidas ya que durante toda su corta vida, solo había mantenido conversación con sus dos padres y ahora no estaban.


–Mi nombre es Seth y soy el Líder de Fuego, evidentemente–respondió mientras se señalaba las facciones que eran típicas en su elemento.


Solo una pequeña minoría contenía esas características debido a hay entrecruzamientos de familias de diferentes elementos, perdiendo así los rasgos característicos y la pureza. Si contenías al menos una significaba que venías de sangre elemental pura, o sea, que toda tu familia pertenecía al mismo elemento.


Los atributos más típicos de Fuego eran: pelo negro, rojo o anaranjado, aunque algunas veces se podría mostrar de un rubio claro y cenizo; cejas muy marcadas y normalmente negras; cara afilada y cuerpo estilizado, haciendo que las chicas carecieran de muchas curvas; los más afortunados, como Seth, tenían algo de carmesí en los ojos; y morenos de piel.


Los de Tierra tenían: el cabello de colores vivos como rosa, verde, violeta y a veces rojo, pero un rojo que se diferenciaba al de Fuego por ser muchísimo más intenso; las cejas las tenían normalmente marrones y finas; cara rechoncha y cuerpo con curvas marcadas; el color de su piel era de un moreno clarito.


Los de Agua eran: de pelo azul en todas sus variedades, verde oscuro o incluso negro, pero con reflejos azules; apenas tenían cejas y, si las tenían, eran negras; su cara también era rechoncha con ojos turquesas y al igual que el cuerpo, aunque bien modelado; y su piel mucho más pálida que los primeros, pero no tanto como los siguientes.


Finalmente, los de Aire eran conocidos por: el pelo blanco la gran mayoría y algunos grises, haciéndoles parecer albinos; cejas normales y claras; cara afilada y cuerpo normal; a veces algunos tenían los ojos grises o blancos, pareciendo ciegos; y su tez era muy blanca, como la porcelana.


–¡Oh! –volvió a exclamar, esta vez más interesado. Seth se juró que si volvía a decir otro "Oh" le pegaría un buen puñetazo en su imberbe cara–Entonces... eres importante... Qu-que bien–no pudo evitar que una sonrisa orgullosa se formara en su cara por el cumplido.


–Tsk–bufó Seth perdiendo los nervios cuando volvió al mundo real. La manera que actuaba el contrario le estaba molestando sin saber por qué. Sus gestos, sus facciones... eran tan aniñadas que le daba rabia. Encima tenía el pelo largo, incluso más largo que el de la gran mayoría de chicas que había en todo Emment–Sígueme, te voy a enseñar las instalaciones–ordenó y, sin esperar a que el otro respondiera, empezó a andar hacia el ala este de la escuela, lugar donde se hallaba la sala de pociones.


"Espero que esté todo listo, este tipo se tiene que largar de aquí ya" pensó. Notó como Vicent le seguía ya que sus pasos eran muy sonoros. 


A medida que iban avanzando, Seth soltaba algún que otro comentario sobre la arquitectura del interior de la escuela: algunas puertas gigantes con grabados de historias de Anhar, ilustraciones de cuando hubo tiempos oscuros y tuvieron que luchar contra esa oscuridad que se alzaba poderosa contra ellos; cuadros de pintores destacables; baldosas del suelo las cuales también tenían dibujos; y algunos lugares muy visitados por los alumnos, como es el comedor, baños o biblioteca. A cada comentario que hacía, Vicent solo respondía con sus exclamaciones de "oh". ¿Cómo alguien puede sorprenderse tanto por cosas tan simples? le estaba poniendo de los nervios. Había llegando al extremo de que su mandíbula le estaba doliendo por apretarla tan fuerte, reprimiendo así palabras malsonantes que pudieran salir de su boca. Quedaban dos salas más por llegar a su destino.


–Te voy a enseñar una sala muy especial, seguro que te va a encantar–dijo Seth intentando sonar amable y le indicó dónde debía entrar con un gesto de manos. El contrario soltó otra exclamación de sorpresa, "una más y le mato, lo juro" pensó el pelinegro. En cuanto llegaron, abrió la puerta y se quedó a un lado para que Vicent pasara antes que él.


El castaño pasó el umbral de la puerta confiado, pensando que se iba a encontrar algo espectacular, pero al notar que estaba todo oscuro giró la cabeza hacia Seth buscando alguna explicación. Pero la penumbra de la sala solo le permitía ver su silueta a la entrada de ésta. Seth sonrió y cerró la puerta tras él, el ratón había caído en la trampa. El sonido del portazo retumbó por toda la enorme sala.


Habían entrado en la sala de pociones donde se encuentran, además, todos los materiales indispensables para preparar la gran mayoría de ellas: energía, aguante, concentración, transformación... Pero aparte de ciertos ingredientes, las pociones necesitaban también una mezcla de elementos para que fueran efectivas y usables. Por ejemplo: la de energía necesitaba la combinación de Fuego y Tierra y unos tipos de plantas bien molidas y aguadas. Estas clases no eran impartidas hasta cuarto año ya que hasta este dónde los alumnos se especializaban en el elemento que dominaban. Las clases las daba el señor Vladimir de Tierra, el cual estaba un poco ido de la cabeza. Era raro ver un señor mayor con el pelo verde y sin peinar. Era muy dejado, a decir verdad. Vladimir se dedicaba a hacer la vida imposible a los de Fuego, ya que decía que iban de sobrados por la vida.


Las luces se encendieron de golpe, dejando a Seth y a Vicent ciegos por unos segundos, hasta que sus vistas se adaptaron a la nueva intensidad de luz. Nat y Pit aparecieron frente a ellos, sonrientes y llenos de emoción con un frasco de cristal enorme de color negro. Seth se acercó por la espalda al castaño y, como si le fuera a abrazar, metió sus dos brazos entre los laterales y sus extremidades y se las inmovilizó, ejerciéndole presión para que le costara moverse también.


–¿Qué estás haciendo Seth? Esto no tiene gracia. ¡Suéltame! –imperó Vicent forcejeando sin éxito alguno. El contrario le sacaba muchísimo más cuerpo y fuerza. Nat y Pit se acercaron a ellos con la poción en mano. Uno de ellos agarró la cara del castaño–¡Quítame tus sucias manos de encima! –vociferó éste.


Sin hacerle caso, el que le tenía agarrado hizo fuerza con la otra mano en su barbilla y le abrió la boca. El otro rebuscó en una de las mesas más cercanas y cuando dio con el objeto buscado, un embudo, se acercó también.


–¿Qué vas a hacer con eso? SETH SUELTAME O TE JURO QUE TE ODIARÉ TODA MI VIDA. ¡Soltadme! –dijo mientras seguía forcejeando. Seth, como reacción, ejerció más presión sobre los brazos del contrario. Pit depositó el embudo en la boca cuidadosamente para no producirle heridas. Querían meterle miedo y jugarle una mala pasada, no hacerle daño, o al menos no de momento–Ghhu–Vicent se estaba atragantando pues oponía algo de resistencia al paso del objeto por su garganta.


Tras haber comprobado que el embudo estaba correctamente situado, empezaron a echar el líquido negro en él, haciendo que Vicent se lo tragara sin más remedio por la posición en la que se encontraba. "Me pregunto qué será ese líquido" pensó Seth. Sabía que tenían malas ideas, pero nunca habían hecho nada parecido y, además, el color de esa poción no le sonaba para nada. Cuando el moreno se tragó todo el líquido, le soltaron y este cayó al suelo de rodillas convulsionando. Parecía que iba a devolver todo lo que le había entrado, mas al par de minutos se tranquilizó.


–¿Qué es ... –intentó preguntar Vicent pero un fuerte dolor le hizo detenerse, haciendo una mueca–¿¡Qué me pasa!? –preguntó esta vez gritando como un descosido mientras miraba a sus atacantes con mucho odio en la mirada. Por el contrario, Seth, Nat y Pit se quedaron estupefactos cuando empezó a crecerle bello por toda su piel del mismo color que su pelo–¿Qué miráis malditos? -escupió Vicent mientras se miraba a sí mismo como acto reflejo y pegó un salto, poniéndose de pie–AHHHHHHHH–gritó asustado, raspándose los brazos con sus "manos", que ahora eran una especie de zarpas.


–Con que era esto lo que ocultaba el señor Vladimir–dijo Nat sonriendo. Habían entrado en el cuarto del profesor Vladimir y le habían robado una de las pociones que guardaba, bajo llave, en un armario pequeño.


Los minutos pasaban y el cuerpo de Vicent se estaba transformando en el de un gato, uno enorme  con forma humana. Aún asombrados percibieron, pasados 5 minutos, que el cuerpo del chico no hacía más cambios visibles. Era un gato de cabo a rabo, literalmente, pero con ropa y a dos patas. No pudieron reprimir sus risas haciendo llorar al contrario de vergüenza. Pero las carcajadas de Seth no duraron mucho tiempo. Si alguien se enteraba de que le habían convertido en un gato le iba a caer una buena. "Mierda, esto se nos ha ido de las manos" pensó. Normalmente lo que les hacían a los nuevos era desnudarles y hacerles correr por todo la escuela hasta sus habitaciones en pelotas o mojarles y luego echarles harina, cosas sin importancia en comparación. Pero el hecho de transformar a alguien sin el permiso de un profesor o mago estaba prohibido por un alto castigo.


–Ya puedes volver por donde has venido, no te queremos en nuestra escuela niñato– dijo Pit señalándole y le escupió en un brazo. Sus dos colegas se acercaron a Seth y al unísono hablaron–Vámonos de aquí ya.


–Ahora os alcanzo, quiero dejarle algo claro a este criajo–respondió con un nudo en la garganta y ambos hicieron un movimiento con la cabeza como diciendo que vale.


Era evidente que no le iba a dejar ahí ya que todos sabían que Vicent estaba a su cargo el primer día. Después de que aquellos dos salieran y cerraran la puerta, se acercó al castaño mordiéndose la lengua para no reírse.


–Lo siento, no pensé que te fueran a hacer eso–dijo en modo de disculpa, aunque dentro de él no lo sentía. El contrario, cabreado, giró la cabeza para el lado contrario de donde él estaba para no tener que mirarlo.


– Ya se nota, por eso me has agarrado por detrás. Déjame en paz–imperó y se cruzó de brazos. Toda la vergüenza que había tenido al principio se había marchado, dejando paso a una personalidad más feroz–Lárgate con tus amiguitos y déjame solo, podré arreglármelas–dijo e hizo una pausa para pensar qué podría decirle de respuesta a su invitación a marcharse de la escuela–¡AH! Por cierto, no pienso irme de aquí solo porque vosotros queráis, me dais asco– y acto seguido se giró rápidamente y arañó el pecho de Seth con rabia, haciendo retroceder a este en un acto reflejo por evitar otro ataque.


–¿Es que estás loco? –gritó con furia mientras llevaba una de sus manos al arañazo, el cual había destrozado su camisa manchándola, además, de sangre. En realidad todo eso era por su culpa. "Debí haberlo organizado yo, malditos cabrones. Como a ellos no les salpica..." pensó y apretó sus puños reprimiéndose las ganas de responder al ataque, pues no quería dejarlo K.O el primer día–Deja que te ayude, por favor–suplicó, aunque le costó soltar a aquellas palabras.


Vicent tensó todo su cuerpo y negó con la cabeza.


–Maldito bastardo, vete al infierno–escupió furiosamente. Estaba perdiendo los nervios–¿Estás contento? ¿Esto es lo que querías? –dijo sorbiéndose la nariz. Al parecer estaba reprimiendo las ganas de seguir llorando.


Seth se mordió el labio inferior. ¿Qué podía hacer? ¿Llevar a la fuerza a Vicent hasta su habitación o le dejaba ahí que se pudriera en su odio? Seguramente lo dejaba a su suerte alguien le encontraría y al final todos se enterarían de lo que le había hecho. Se acercó a él y le agarró de un brazo.


–Por favor, deja que enmiende mi error Vicent–dijo de la manera más sincera que pudo. El contrario arrugó la frente y el labio inferior le bailó. Lentamente aceptó con la cabeza a regañadientes, sin más opción que aceptar su ayuda, y se liberó del agarre del contrario.


–Puedo ir yo solito, gracias– dijo dominándole el orgullo y siguió a Seth pocos pasos atrás– No pienses que esto me lo voy a callar. Solo te pienso seguir porque no quiero que mi primer día ya me conozcan como el chico gato.


El pelinegro asomó la cabeza por la puerta e, ignorando su último comentario, miró a ambos lados del pasillo. Estaba vacío, era su oportunidad de salir de allí corriendo. Seguramente aún quedaban 15 minutos más para que terminara la segunda clase del día. Salió e hizo un gesto para que el contrario le siguiera puesto que no le había enseñado a cómo moverse por la escuela. Llegaron hasta el gran salón de Fuego sin percances pero, cuando llegaron, Nat y Pit le estaban esperando. Se paró justo en la entrada de la sala y se pegó a la pared para que no los vieran, agarrando al contrario y acercándolo a sí mismo. Los pelos le provocaban un picor muy desagradable por todo el cuerpo a Seth.


–Estos dos están ahí y no te pueden ver, yo saldré y les distraeré. Tú lo que debes hacer es llegar a mi habitación que es la que más destaca entre las demás, no creo que te resulte muy difícil–explicó rápidamente a Vicent. Cuando obtuvo un asentimiento de éste, entró en el gran salón con una falsa sonrisa en la cara–¡Hola amigos míos! -dijo abriendo los brazos llamando su atención. Ambos se giraron hacia él y le sonrieron de vuelta algo asustados por ese extraño saludo.


–Que bien que hayas vuelto, te estábamos esperando–dijo Nat dándole un par de palmadas en su espalda saludándole–¿Vistes su cara? Menuda nenaza, empezó a llorar–dijo Pit riendo a carcajada limpia –Si si, se merecía esta grata bienvenida–confirmó Nat, dándole la razón al contrario.


–Chicos... –-hizo una pausa ya que no sabía cómo continuar. Debía cuidar sus palabras ya que Vicent le estaba escuchando y no podía cargarla más–No voy a negar de que me habéis sorprendido, pero no habéis pensado mucho en las consecuencias– exclamó levantando las cejas exageradamente –¿Cómo se os ocurrió esa idea? 


–No ha sido para tanto. Tu pediste que fuera maravillosa, y así lo hemos heco–respondió Nat a la pregunta con una sonrisa de oreja a oreja. Parecían bastante orgullosos de su trabajo. Ojalá pudiera meterles el puño en la boca por el problema en el que le habían metido, pero no podían saber que le estaba ayudando secretamente.


–Bueno me voy a descansar, hoy me he tenido que levantar muy temprano. Hasta luego–dijo despidiéndose después de notar movimiento en su puerta por el rabillo del ojo. Sus dos colegas le volvieron a dar un par de palmadas a la espalda y se despidieron de él.


Cuando entró a su habitación, Vicent le agarró por el cuello de la camisa violentamente con sus zarpas. Seguramente estaba molesto al haber escuchado que su estado actual de gato era gracias a que él había mandado a recibirle de aquella manera. Al tener tan cerca al pequeño pudo notar su aroma, el cual le llamó la atención. "¿Cómo puede oler tan bien?" se preguntó. ¿De verdad se estaba preguntando sobre su olor? Meneó la cabeza para quitarse ese pensamiento y agarró los dos brazos del contrario para hacerlos retroceder. 


–No pensé que te harían esto, lo juro–dijo. Al fin estaba diciendo algo que lo sentía de verdad. Bajó las manos del contrario, las cuales desgarraron un poco más su camisa al dejarlas cerradas y aprisionó ahora a él contra la pared contraria. Ambos brazos le impedían escapar al castaño, el cual enseño los dientes ariscamente al verse atrapado.


–Te voy a matar, hijo de puta–insultó Vicent y después soltó un gruñido, como si fuera un felino.


 Seth recordó algo de sus clases de pociones: las transformaciones a veces cambiaban el estado de ánimo o incluso la personalidad temporalmente, haciendo a la persona más agresiva, feroz y sin miedo alguno. Un arma para matar si no se controlaba. Evidentemente, en las clases les enseñaban a controlarse, pero el moreno apenas llevaba allí un día y muy a pesar de Seth, no lo controlaba nada bien. Le estaba dominando completamente.


–Te odio–susurró y acto seguido clavó sus dos zarpas en las costillas del contrario, llegando a penetrar sus uñas en su gruesa piel.


–Ahrg–se quejó, aunque no retrocedió.


Un dolor punzante le envolvió en todo el cuerpo haciéndole flaquear las piernas. Era difícil penetrar la piel de alguien perteneciente a Fuego, pero cuando lo llegaban a conseguir, el dolor que les producía era insoportable. Mordió su labio inferior y abofeteó al contrario.


–¡Reacciona Vicent! – gritó a menos de un palmo de la cara de éste.


Si no conseguía que volviera a sus cabales podría salir herido, más de lo que estaba. Cuando levantó la otra mano para abofetearle el lado contrario de la cara, Vicent reaccionó y clavó más sus uñas, llegando a una capa más profunda de la piel–Uhhh–gimió dolorido.


Apretó los dientes y sacó la poca fuerza que le quedaba en su cuerpo dolorido para tirar al contrario al suelo y se sentó encima suya. El movimiento había hecho que las uñas del contrario rasgaran su piel, provocando que sangrara alarmantemente. Después de varios intentos por mantenerse erguido, el dolor le superó y cayó encima del contrario aplastándole. Su respiración era muy rápida y profunda, nadie había conseguido abatirle en todo el tiempo que había estado estudiando en la escuela y mira que había tenido contrincantes mucho más corpulentos y fuertes que él.


–¡Quítate de encima mío imbécil! –gritó Vicent y le empujó hacia un lado.


Mirando hacia el techo, Seth no podía moverse. Notaba como la sangre le salía por las heridas que el moreno le había hecho minutos antes y era una sensación más desagradable que el ducharse. Solo podía seguir con la mirada los movimientos del contrario, el cual, gateando, se le acercaba para volver a golpearle con las zarpas.


–¡VICENT! Por favor... –empezó gritando, pero las fuerzas se le escapaban y al final terminó en un susurro mientras cerraba los ojos. No quería ver aquella escena que parecía convertirse en su final –detente–pidió con un hilo de voz y el silencio se hizo en la sala.


Abrió uno de sus ojos pocos segundos después para ver si había funcionado y vio al moreno sentado sobre sus propias piernas llorando. Había conseguido devolverle a sí mismo. Cogió aire y sacó las pocas fuerzas que le quedaban para erguirse. El dolor había mitigado un poco pero aún seguía siendo intenso–No llores, joder.


–¡No estoy llorando! –mintió Vicent secándose las lágrimas con el pelo de sus patas. Una vez que se había adecentado, observó las heridas del contrario–¿Te he hecho yo eso? –preguntó aun conociendo la respuesta.


Seth respondió con una mueca, ¿quién si no se las iba a hacer? Estaban ellos dos solos en la habitación de éste. Levantó la camisa de Seth con cuidado, la cual estaba pegada a su piel y empapada en sangre. Tenía 4 marcas en cada lado, unos orificios profundos y luego una continuación menos marcada hasta su estómago de arañazos–En realidad te lo mereces, por haberme hecho esto.


Vicent ayudó a levantarse a Seth y lo llevó hacia el cuarto de baño, donde le limpió las heridas y se las vendó con los pocos recursos que habían en el botiquín. El moreno preguntó dónde se encontraba su ropa. Una vez que hubo conocido la respuesta, fue hacia el armario y cogió una camisa nueva, tirando la otra a la basura.


–¿Cuándo volveré a mi estado normal? –preguntó resignado el moreno mientras le ayudaba a ponerse la camiseta. Los movimientos de Seth eran muy lentos y se quejaba cada dos por tres. Vicent estaba deseando salir de allí y no tener que volverle a ver la cara nunca más.


–Mañana por la mañana debería desaparecer–respondió a duras penas.


A cada paso que daba le retumbaban las entrañas y un dolor intenso le hacía perder la conciencia por momentos. Consiguió llegar a la cama con la ayuda del castaño, abrió las sábanas y se metió dentro de ellas.


–¿Y ahora qué hago yo ahora? ¿Dónde duermo? – demandó saber enfurruñado.


–Puedes dormir en mi cama si quieres, aunque como lo dudo mucho, o también puedes hacerlo en aquella silla–respondió señalando a una silla de madera que estaba al lado de su escritorio. Vicent bufó y se sentó en la segunda opción–Buenas noches–dijo y no obtuvo respuesta. Vicent estaba siendo muy cabezota, ¿de verdad importaba si dos hombres se dormían juntos? Ni que fueran homosexuales.


Seth, poco a poco, fue adentrándose en el mundo de los sueños. Cuando estaba a punto de llegar a dormirse por completo, una perturbación en la cama le despertó y se echó a un lado. El moreno se había cansado de estar incómodo en la silla y se había metido en la cama, todo lo alejado que podía del pelinegro. Al final cayeron los dos dormidos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).