Natsu continuo con su noche. Ya haba recargado varias veces el cartucho de su 13mm. Pronto amanecerá, y con la salida del sol terminaba su encomienda de esta noche.
-Demonios debo darme prisa.- Gray tomo su ajustado saco, salto por encima de la barra, asegurándose de que ya no hubiera ningún comensal, pronto amanecería así que debía darse prisa.
Miro su perfecto rostro en un espejo, tomo una esponja de maquillaje y espolvoreo aquel rostro con un color piel morena, pues quería tratar de disimular su quizá anormalmente pálida piel, miro su dentadura, todo en orden como debía ser.
Corría por las calles aun deshabitadas de Londres, pronto estas estarían llenas de las personas que a muy temprana hora se incorporaban a sus actividades.
-Olvide mi iPhone en la barra.- Noto en el bolsillo de su saco que no lo traía consigo. –No importa.- No le preocupaba, pues su lugar de trabajo era sagrado y solo el podía maniobrar en aquella barra tan exclusiva.
Se disponía a aumentar la velocidad, pues debía llegar a su casa antes de la salida del sol. Pero fue detenido por un repentino impacto con otra persona. Que fuese quien fuese era persona muerta. Anqué quien sabe, el tipo debía ser fuerte, pues ni siquiera el fornido cuerpo de Gray logro moverlo.
Y a pesar de que el tampoco había sufrido grandes estragos por el impacto. Si logro desorientarse a tal grado de que no ubico de manera inmediata, a la persona con quien había chocado.
-Dios te bendiga.- Una risa burlona, se escucho de fondo.
-Oye espera.- Miro al tipo de gabardina alejarse por el callejón. –Oye, maldito.-
Aquello fue inútil simplemente se había esfumado, increíblemente había desaparecido de su hábil vista, ocultado de sus perfectos sentidos de la audición y el olfato.
-¿Qué demonios?.- Miraba anonadado aquel callejón vacío. -¿Es humano?.-
Desde algún punto ciego para el pelinegro, cierto pelirosa sonreía de lado, mirando al confundido pelinegro.
-Es lindo.- Decía el chico en su escondite.
Gray continuo con su camino, reflexionado lo que había pasado. Pero aquello no le serbia de mucho, lo único que recordaba era una enorme sonrisa y una cabellera rosa. Todo fue tan repentino.
-Una mañana interesante.- Justo a tiempo llego a su casa y se recostó un un sofá, preparándose para dirigirse a su habitación. –¿Coincidencia?.-
La casa de Gray, era muy particular en el vecindario, pues era una casa estilo gótica victoriana, de doble piso, pequeña pero bastante grande para una sola persona, con decoraciones y marquesinas profundamente góticas y una techo de dos aguas con tejado de color azul, predominaban los colores azul, crema y negro, por fuera era llamativa y resaltaba. Por dentro era aun mejor, muebles victorianos bastante antiguos habitaban la casa no son muchos solo los suficientes, gruesas cortinas de color azul evitaban el ingreso de la luz solar al interior de la casa, pues esta estaba practicante en la oscuridad, eso como si esa casa te transportara al pasado. Simplemente hermosa, como su dueño.
Llego hasta una antigua puerta de madera, con un símbolo mágico tallada en ella. Toco tres veces la perta y esta se abrió, y con ello iniciaron unas profundas escaleras iluminadas con antorchas, hasta abrirse paso por un antiguo castillo subterráneo, todo aquello lejos de la modernidad.
-Natsu, bienvenido.- La chica rubio lo recibió.
-Quiero ver al maestro.- Pero el pelirosa paso de largo.
-Por supuesto esta en el confesionario.- Señalo una catacumba.
-Esa energía que desprendes es la mismisima de un dragón. Veo que has vuelto sano y salvo.-
-Eso te alegra mucho, ¿Verdad?.- Se incoó en el confesionario para escuchar a su maestro sentado y separado de el solo por una malla.
-Por supuesto, el echo de que estés vivo. Implica que todas tus misiones han tenido éxito. Eso quiere decir que lograste cumplir con tus encomiendas, y has asegurado la paz.-
-Por que, yo solo soy un instrumento de matar para ustedes, ¿Verdad?.-
-Natsu.- La ronca voz del maestro paro su comentario. –Tu naciste con un don. El donde combatir a la oscuridad, eres el triunfo del bien sobre el mal, el guardián de la paz.-
-Si claro avísenme cuando tengan mis próximas encomiendas.- Se alejaba del confesionario.
-VAMPIROS.- Grito el maestro, retumbando aquella palabra por toda la habitación, lo que causa que al adolecente se detuviera.
-¿Mas?.- Dijo sin darse la vuelta.
-No me digas que te has enfrentado a uno, y no lo reportaste.-
-No estaba en mis encomiendas, fue casualidad toparme con ese caso, lo hice solo por diversión.-
-Aun así debes reportarlo, puede ser relevante para el caso.-
-Solo se trataba de un crio, que resucito un vampiro muy débil.- El pelirrosa le resto importancia, al echo de haberse pasado dar un informe completo.
-¿Resucitación?.- Dijo con preocupación.
-¿Qué pasa?.-
-Siéntate ahora mismo. Estas ante una de tus trabajos mas importantes de tu vida. Para ello deberás estar dispuesto a arriesgar tu vida.-
-¿Acaso no lo hago siempre?.-
-Esto es completamente diferente. Estarás cara a cara contra el que quizá será tu contrincante mas poderoso de toda la vida.-
-Interesante anciano.- Sonrió como un niño en navidad. –Hagámoslo.-