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Suave Estigma por Ali-Pon

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Notas del capitulo:

Ali les trae nueva parte :B

A leer~

Él sabía lo que había ocurrido en aquella ocasión. Creyó haber hecho lo mejor para librarse de su encierro, pero ocurrió lo contrario. Lo mortales eran demasiado inteligentes y también podían ser peores que un demonio como JungKook.

JiMin suspiró, tranquilizándose pues tenía que ir a visitar a un enfermo… aquel que le miraba fascinado y le mostraba sus composiciones en piano. Un en algún punto llegó a pensar que, si hubiese conocido a ese humano en otras circunstancias, probablemente se hubiese vuelto su amigo o se hubiese enamorado. Para la especie de JiMin, el amor no era juzgado si se hacía de hembra a hembra o macho a macho, ni siquiera había consecuencias graves si se enamoraban de un humano… Pero todo eso cambió cuando los mortales se volvieron bestias temibles. Muchas especies míticas y mágicas perecieron por la avaricia del hombre, por su deseo insano de ser inmortales, de saber que la sangre de ángeles podía curar los males que les aquejaban.

De sólo recordar cómo supieron que los ángeles podían curar con su sangre, JiMin temblaba de miedo y horror, porque él…

—Un —llamó el amo desde sus espaldas, asustándolo y tensándolo. —¿Hiciste lo que te pedí?

JiMin asintió sin girarse y temblando de miedo por esa voz aterciopelada y presencia aterradora.

—Buen chico. Ahora ve con YoonGi, te está pidiendo desde la mañana.

JiMin asintió y empezó a caminar a paso presuroso hasta llegar al final del pasillo y girar a su derecha para llegar a su destino. Su corazón latía con rapidez y una ligera capa de sudor le cubría la frente. Debía calmarse para entrar con el humano enfermo. Si llegaba a preocuparlo, desataría la ira del amo y no quería eso.

Inspiró tantas veces necesitó para erguirse y mirar detenidamente la puerta de roble que tenía frente a él. Se obligó a no pensar en nada, a echar bajo llave recuerdos y miedos, volverse el imperturbable JiMin que todos conocían en la mansión. Tocó tres veces, escuchando un “Entra” y así abrir la puerta. Al otro lado, en una silla de cómodos almohadones, fino acabado en las coderas y respaldo se encontraba YoonGi, vistiendo una bata azul de seda, con un pedazo de tela negra en sus manos. Su cabello negro contrastaba con su piel blanca, sus ojos fríos se volvían más cálidos cada que JiMin estaba cerca —lo había notado.

—Al fin viniste —habló con voz rasposa el humano.

—Tuve un encargo —respondió con voz neutra y entrando por completo a la habitación, cerrando con cuidado la puerta tras de él, poniéndole seguro.

—Lo sé, mi hermano me lo dijo. Acércate.

JiMin obedeció, caminando lentamente al otro quien se puso de pie y le hizo tomar asiento, colocándose tras de él, vendando sus ojos. La misma rutina de siempre y que de alguna manera le gustaba a JiMin, porque podía olvidar tantos pesares.

—Hoy tengo algo para ti —comentó YoonGi, caminando a paso lento hasta su piano que había en una esquina de la habitación. —Logré que mi hermano me diera su libro sobre tu especie.

JiMin se tensó al escuchar de tal libro, sin embargo, se obligó a no mostrar nada más que calma. YoonGi no debía alterarse.

—Encontré la sección de música —continuó el humano. —Afortunadamente alguien logró poner las notas musicales que conozco.

JiMin escuchó el cambio de hojas, cómo el humano se acomodaba en su asiento y en la tos que siempre tenía.

—Espero te guste… —murmuró el humano, comenzando una canción melancólica y que la especie de JiMin tocaba cada que se moría alguno de los suyos.

Era una canción totalmente del gusto del humano: sombría, triste y melancólica. Las notas iban desde las graves a las agudas lentamente, de forma armoniosa, creando un ambiente nostálgico y que sobrecogió al de cabellos plata. JiMin recreó en su mente su comunidad, todos danzando entorno a una fogata, lanzando pétalos de colores y riendo. Recreó el momento en el que todos cantaban, creando hermosas canciones y que gustaban a todos los seres míticos y mágicos.

Sin tener completo control de su cuerpo, JiMin se puso de pie, moviendo lentamente sus brazos, creando suaves olas en el aire y viéndose como si fuera un ser de agua por tan delicados y fuertes movimientos. Sus pies le llevaron a girar sobre sí mismo, danzando a la par de las notas, llevando su cuerpo estético a realizar movimientos hipnotizantes. YoonGi miraba a Un bailar con emociones a flor de piel, haciendo que su débil corazón bombeara más rápido, a que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. Ese ser siempre le hacía olvidarse que padecía de una enfermedad extraña, que ningún doctor pudo determinar su causa ni cómo atacarla.

A veces sólo se sentaba en su cama, viendo el cielo nocturno y deseando morir de una vez por todas, pero todas las mañanas Deux le levantaba con una sonrisa resplandeciente en su rostro y Un le hacía compañía todas las tardes, escuchando sus creaciones y siempre estando al pendiente de él, dándole su medicina antes de marcharse y dejarlo nuevamente en la soledad de su mente. ¿Por qué su hermano no entendía que él ya quería irse? No quería ser un estorbo más en su vida, no quería causar daño, pero siempre que veía la espalda de Un, recordaba esas imágenes grotescas, desoladoras y nauseabundas que llegó a ver por accidente.

Por su culpa, Un olvidó lo que era volar…

En otra parte de la mansión, JungKook se encontraba afuera de la puerta que llevaría al sótano, donde tenían a un ángel atrapado. Desde donde se encontraba, escuchaba los lamentos y gritos desgarradores que emitía el ángel. JungKook suspiró al contar 35 azotes por parte del amo. Para el demonio, todo le enfurecía porque se había dejado llevar por ese humano alto, de facciones finas, aura y voz seductora. Su padre le había dicho que tuviese cuidado con los humanos, que ellos habían logrado encontrar la forma de atrapar a los de su clase; no le creyó. Todo empeoró cuando conoció a JiMin…

Se odiaba por ser débil y ser joven a comparación de JiMin y HoSeok; se preguntaba la longevidad del ángel que agonizaba tras la puerta.

Pronto dejó de escuchar los azotes y que la puerta fuera abierta, dejando ver a un amo sudoroso, jadeante y con la camisa arremangada. JungKook dirigió su mirada tras la espalda del mortal, viendo a un ángel sangrando, que vagamente respiraba y con plumas grises desperdigadas a su alrededor. El humano cerró la puerta para que no siguiera mirando y adoptó una posición autoritaria ante el demonio.

—¿Qué haces aquí Trois? —preguntó el amo, arreglando su camisa con rastros de sangre que no era suya.

—Pasaba por aquí, ¿ahora no puedo andar por la mansión? —respondió altanero el demonio.

El amo le miró con una ceja enarcada, estudiándolo.

—Ponte una maldita camisa si vas a pasar por aquí—comentó el humano, quien pasó por su lado, seguramente dirigiéndose a su alcoba.

JungKook tensó la mandíbula, enojándose porque gracias a la maldición que había hecho JiMin en esa mansión, sus dones se veían bloqueados por completo.

Maldito seas, Jin…

Notas finales:

Y bien? Qué opinan?

Espero les haya gustado~

Me retiro a escribir~

Cuídense~

AliPon fuera~*~*


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