Personajes: Harry/Severus
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.
Advertencia: AU. Romance. Misterio.
CapÃtulo 7. Amargas verdades
Los caballos debÃan correr por una extensión arenosa de la accidentada costa que se extendÃa desde los muros del castillo hasta el espigón de roca y piedra que constituÃa el embarcadero de la isla. Era una distancia de más de un cuarto de milla que los corredores debÃan sortear de terreno desigual con obstáculos naturales que iban desde piedras verticales desgastados por el paso del tiempo hasta franjas de musgo de mar e inclusive restos de madera que era arrojada por la marea.
La hilera de jinetes que se habÃan acercado a la lÃnea de partida era casi una docena. Ningún caballo llevaba montura, los competidores deberÃan hacer uso de toda su destreza para mantenerse sobre el lomo de sus caballos.
El corazón de Harry latió violentamente cuando en medio de toda esa muchedumbre vio a Severus. El viento le sacudÃa el pelo y la bruma de la mañana se enroscaba en las patas de su caballo. Con un orgullo sin lÃmites Harry pensó: «Parece un guerrero de las Tierras Altas preparándose para la batalla». Llevaba un tradicional pantalón de montar que se ajustaba a sus piernas como una segunda piel y una sencilla camisa de algodón, Harry se estremeció con solo mirarlo, sintió un arrebatador impulso de correr hasta él, pero se contuvo.
Era la primera vez en años que el Conde participaba en la tradicional carrera, la gente estaba revolucionada por completo ante la perspectiva. Para los isleños ya no era el señor austero y refinado al que habÃa que venerar y mirar desde lejos; ahora era un isleño más.
Harry no podÃa dejar de observarlo. Era cierto que el dÃa anterior habÃa conocido todos los atributos fÃsicos del Conde, pero eso no evitaba que su corazón latiera de prisa en ese momento. Estaba esplendido. El cabello negro alborotado por el viento que soplaba desde el estuario se despeinaba sobre el ángulo del rostro, la oscuridad oculta de sus ojos. El verlo asà tan magnÃfico, tan hombre, tan él, no hacÃa otra cosa que acelerarle el pulso y que su entrepierna se abultara.
Entonces el Conde buscó la mirada de Harry y, le sonrió. El muchacho le devolvió la sonrisa, avergonzado por el sonrojo que de pronto habÃa subido a sus mejillas, sabÃa que la multitud les observaba con demasiada atención. Apartó la vista intentando calmar los Ãmpetus que el Conde le despertaba con solo mirarlo y entonces la sonrisa de sus labios se desvaneció de golpe al advertir la mirada de odio no disimulado que dominó los rasgos de Rockwood mientras observaba a Severus desde el extremo opuesto de la hilera de jinetes.
Rockwood al darse cuenta de que Harry le observaba retrocedió su caballo.
Entonces Charlie Weasley le llamó.
-¡Rockwood! ¿Qué haces, vas abandonar la carrera antes de empezar?
Los susurros recorrieron a la multitud.
Rockwood, adelantó su caballo antes de responder.
-No Weasley, es sólo que no tengo ganas de perder el tiempo hoy; todos sabemos quién ganará la carrera. El señor con dinero… que posee el mejor caballo -respondió Rockwood, mirando esta vez con franco resentimiento a Severus.
La multitud se quedó silenciosa. Sin embargo no les asombraba la actitud de Rockwood, conocÃan la enemistad que habÃa nacido entre él zapatero de Dovan y el señor de Edén.
Severus se acercó con lentitud a Rockwood.
-Bueno Rockwood, si deseabas mi caballo debiste aprovechar la noche para robarlo. La tradición lo permite.
-Robar tu caballo Snape -respondió Rockwood con una sonrisa socarrona -. No, jamás, si quisiera robarte, sin duda serÃa algo que considerarás más valioso.
La última parte de la frase la dijo mientras fijaba sus ojos en Harry. Luego volvió su mirada a Severus, en un franco desafÃo.
-Rockwood, no quiero herir tus sentimientos, pero me temo que no estás a la altura.
Charlie decidió que era el momento de intervenir en aquella solapada disputa.
-Rockwood nos estás retrasando, si no quieres participar está bien…
-Tengo una proposición que hacerte Rockwood -interrumpió Severus -. Mi caballo correrá con dos jinetes, asà no podrás decir que existe parcialidad.
Sin esperar la respuesta, Severus acercó su caballo hacÃa donde estaba Harry. Silenciosamente le tendió la mano. El muchacho sin pensárselo aceptó la mano del Conde y un segundo fue alzado sobre la grupa del caballo, quedando sentado delante de Severus.
-Con dos jinetes mi caballo será más lento, creo que asà es más justo -dijo Severus.
Rockwood, miró al Conde de un modo casi asesino. Luego giró su caballo y regresó a ocupar su lugar en la lÃnea de partida.
-Mi amor… será una cabalgada con muchos baches -dijo Severus con una sonrisa.
-No es un problema, milord, ya tengo algo de experiencia en eso de las cabalgadas bruscas -respondió el muchacho con un tono de marcada connotación sexual.
Severus soltó una carcajada que dejó asombrados a todos. Era la primera vez que le veÃan tan feliz y relajado. Muchos intercambiaron miradas, intuyendo que ese jovencito de ojos esmeraldas era el responsable de semejante prodigio.
-Parece que no fue tan buena idea subirte a mi caballo después de todo. Estaré más pendiente de cómo mi dureza rosa tu trasero que del camino.
-Al contrario milord, el sentirme tan apretado contra usted, debe incentivarlo a terminar pronto la carrera. Asà después, con la excusa de que debemos cambiarnos, podemos ir a su habitación… y podrá cabalgarme del modo en que usted quiera.
-Harry… -murmuró el Conde con tono ronco de excitación.
En ese momento se borró de la mente de Severus todo absolutamente. Le importaba poco la carrera, Rockwood menos que nadie.
-Prométame que le ganaremos a ese idiota de Rockwood, milord.
-¿Eso quieres?
-SÃ.
-Asà será entonces -respondió el hombre mientras apretaba con fuerza las riendas de su caballo alazán. Que parecÃa compartir la excitabilidad de su amo.
La carrera resultó increÃble para Harry nunca en su vida habÃa cabalgado de ese modo, pero en ningún momento sintió miedo, sabÃa que en las manos de Severus nada malo podÃa sucederle.
Por su parte Rockwood por más que lo intentó, no pudo darle alcance al caballo del Conde y debió conformarse con ser el segundo, cosa que no hizo más que aumentar su coraje.
Los asistentes a la carrera se mostraron sinceramente felices de que ganara el Conde. A Rockwood no lo estimaban ni un poco. Recibieron a Severus con gritos de júbilo y aplausos. Por ahà entre la muchedumbre escuchó una voz, que a Harry le pareció ser de la señora Weasley, pidiendo un beso del Conde para el joven de ojos esmeraldas.
Severus no se hizo de rogar y después de ayudar a bajar al muchacho del caballo lo besó en la boca, delante de todos. La calidad de empleado y señor ya no existÃa. Todos los asistentes murmuraron entre asombrados y complacidos. Gabrielle miró a su amiga Luisita y por primera vez hizo algo de lo que nadie se percató porque estaban emocionados observando como el Conde besaba a Harry, sonreÃr.
Tom en ese momento le dirigió una mirada a Rockwood, era los únicos que no parecÃan felices por el acontecimiento.
*~*~*~*~*~*~
Harry y Severus, aprovechando que la gente se entretenÃa en competiciones y juegos, se dedicaron a vivir una tarde de pasión. Con la excusa de tomar un baño y cambiarse para el baile que empezarÃa unas horas más tarde, regresaron al castillo. Tomaron un baño juntos en la habitación del Conde, pero después de eso en vez de vestirse se fueron directo a la cama, pasaron casi tres horas ahÃ, viviendo esa pasión inagotable que les incendiaba el cuerpo.
-Milord, creo que mañana no podré caminar -dijo Harry mientras acercaba su rostro al pecho de Severus, luego de sentir por cuarta vez consecutiva, como el miembro completamente satisfecho del hombre mayor abandonaba su estrechez.
-Y yo que estaba pensando invitarte a bailar esta noche -respondió Severus.
-¿De veras?
-SÃ.
-Hmm… no serÃa educado de mi parte no aceptar. Asà que milord, al menos le concederé una pieza.
-Creo que con eso será suficiente -dijo el hombre mayor mientras besaba con suavidad los labios del joven -. La verdad, me gusta mucho más el modo en que bailas sobre mÃ. Me fascina tu forma de moverte, eres tan sensual, me enloqueces absolutamente.
Harry sonrió y buscó la mirada del hombre.
-Tú me enloqueces Severus, casi no creo que sea yo quien se comporta con tan poco recato.
-Pues yo quiero que seas siempre asÃ.
-¿Crees que la gente sabe que estamos aquà haciendo el amor?
-Y si no lo saben lo intuyen, después del beso creo que dejamos muy claro nuestros sentimientos.
*~*~*~*~*~*~
El dÃa habÃa sido largo, lleno de emociones, Harry después de acostar a Gabrielle y Luisita cuando pasaban las doce, bajó silencioso hacia el despacho de Severus. SabÃa que el hombre ya estaba desde hacÃa rato en su habitación descansando. El no soportaba la idea de dormir solo en su cama, asà que irÃa a la de Severus, utilizando el estrecho pasadizo que ya conocÃa. Estaba cansado y no pensaba en ninguna necesidad sexual, sólo deseaba dormir en los brazos del hombre que amaba. Lo que Harry ignoraba era que Gabrielle no se habÃa dormido realmente, y que ella y su amiga habÃan decidido seguirlo hasta el despacho. Pero al entrar, las niñas vieron que Harry habÃa desaparecido, aquello las asustó asà que decidieron ir en busca de Severus, subieron de regreso a la segunda planta.
Gabrielle con sigilo se acercó a la puerta de la habitación de su padre, no tenÃa llave asà que empujó. Se quedó parada en el umbral de la puerta sin soltar la mano de Luisita, ésta le jaló la mano para llevarla hacia la cama donde el Conde dormÃa, pero cuando la niña corrió el dosel vio que Harry dormÃa en los brazos de Severus. Luisita se tapó la boca para acallar su risa. Luego de unos segundos de observarlos, salieron sigilosas de la habitación tal como habÃan llegado.
Era imposible saber qué hora era cuando los gritos de alarma les despertaron. PodÃan ser que llevasen dormidos apenas diez minutos o tal vez dos horas. Pero en cuanto escucharon las voces del pasillo se levantaron alarmados. El Conde se vistió lo más rápido que pudo, lo mismo hizo Harry con el corazón a mil.
Al salir de la habitación el olor a humo era evidente. Bastó una mirada hacia la escalera del fondo para comprender que se quemaba la torre. Ahà estaba la habitación donde dormÃan las niñas, también Harry, pero el joven habÃa decidido pasar la noche en la cama del Conde.
Severus se precipitó escaleras arriba, pero pronto el denso humo y el calor de las llamas le cortaron el paso. Harry detrás de él estaba horrorizado. Severus sintió que las piernas le flaqueaban cuando comprendió que Gabrielle y Luisita debÃan estar atrapadas en la torre. Sin embargo, de pronto escucharon la voz de Luisita, y no venÃa de la torre, sino del fondo el pasillo. Severus se volteó con ojos desencajados y entonces vio a las dos niñas tomadas de la mano, estaban unos metros más allá de la habitación donde él dormÃa, acababan de asomarse de la habitación que habÃa pertenecido a lady Eleonor.
Tanto él como Harry recobraron la movilidad y corrieron hasta donde estaba Gabrielle y su amiga, las tomaron rápidamente en brazos para comenzar a bajar las escaleras hacia el primer piso. En ese preciso momento entraba desde el pasillo que llevaba a la cocina un tropel de gente, presididas por la señora Weasley y por dos de sus hijos que no trabajaban para el conde, Fred y George, pero también venÃa Bill.
-Señor, vimos el incendio desde el patio -dijo Bill.
-Señora Weasley, saque a las niñas… todo el que pueda ayude, o el castillo arderá por completo.
No fue necesario más, en el patio, la gente que se habÃa quedado a pernoctar ahÃ, puesto que se le habÃa hecho muy tarde para viajar a pie al otro lado de la isla ya se organizaban con el agua para apagar el incendio.
*~*~*~*~*~*~
Les habÃa llevado varias horas apagar el incendio. Ahora comenzaba a amanecer. La luz reluciente del alba se mezclaba con la bruma que se mezclaba con humo. Harry observó que él y todos quienes habÃan ayudado a apagar el fuego tenÃan la ropa chamuscada y las pieles cubiertas de hollÃn.
Severus miró hacia lo alto de la torre ennegrecida por el humo y el fuego. Le importaba poco las pérdidas materiales, sólo agradecÃa que la hija de Charlie y su propia hija estuviesen a salvo.
Harry se le acercó. Se sentÃa culpable por lo sucedido.
-Lo siento mucho Severus, debà estar ahÃ.
El hombre lo miró serio.
-¿Estar dónde Harry? ¿En la torre? No digas locuras, gracias a Dios que fuiste a mi habitación porque de lo contrario…
-Pero dejé sola a Gabrielle y…
-¿A caso no notaste que mi hija y su amiga no dormÃan en sus habitaciones?
-Estaban durmiendo en la habitación de lady Eleonor -respondió el muchacho.
-SÃ, y estoy seguro que no es la primera vez, por lo menos no para Gabrielle.
-Pero debà saberlo -se reprochó Harry.
-El incendio no ha sido tu culpa.
-Por supuesto que no, pero tampoco deseo que imagines que es culpa de la maldición.
-¿No te parece demasiada coincidencia? Ayer casi mueres envenenado con la cena y ahora el incendio.
-¿Estás diciendo que alguien intenta matarme?
-Bueno acabas de decir que no quieres que piense que es consecuencia de la maldición, entonces debo pensar que alguien quiere hacerte daño.
Harry guardó silencio, miró a Severus y un nombre cruzó por su cabeza. Rockwood. Supo que Severus pensaba lo mismo que él.
*~*~*~*~*~*~
Severus tomó la única decisión que era posible para tal caso. Harry, Gabrielle y él partirÃan a Londres al dÃa siguiente. Estaban en peligro evidentes. Luisita también les acompañarÃa porque las niñas se habÃan hecho inseparables.
A Rockwood, no se le encontró por ningún lado, nadie sabÃa cómo habÃa hecho para abandonar la isla sin ser visto. Pero todo el mundo le atribuyó la responsabilidad del incendio.
Harry por su parte no estaba dispuesto a marcharse sin Severus, éste último comprendió que si no viajaba con Harry jamás lo sacarÃa de la isla. Se prepararon para viajar a Londres a pasar la temporada invernal, la torre no era habitable. El invierno estaba próximo y la reparación no podrÃa empezar hasta la primavera.
Severus ya habÃa decidido que se casarÃa con Harry de camino a Londres. Asà lo hicieron, en un poblado llamado Longtown, y alojaron en la única posada que habÃa en villorrio.
*~*~*~*~*~*~
En su primera noche de bodas Harry durmió con su esposo, pero no hubo contacto entre ellos, pues, en la parte central de la cama dormÃan Gabrielle y Luisita. Sin embargo a Harry no le importó, porque ya habÃa tenido el placer de conocer a Severus Ãntimamente. TenÃan para dormir juntos y sin ocultarse todas las noches del resto de sus vidas.
*~*~*~*~*~*~
Harry siempre habÃa adorado Londres, sin embargo ahora cerraba los ojos para imaginar el castillo de Edén envuelto en bruma, hacÃa una semana habÃan abandonado el castillo y ya lo extrañaba. El carruaje hizo una parada en Chancery Lane, donde estaba la oficina del administrador de Severus.
En cuanto bajaron del carruaje vieron a un hombre de baja estatura y aspecto rapaz esperándoles en la entrada.
-Bienvenido Lord Snape, lord Potter… es un placer conocerle.
-Hay alguna noticias sobre aquel asunto señor Filch -preguntó Severus mientras entraban al interior de la oficina.
-Las mejores milord -dijo el hombre con tono serio, dándole una breve mirada a la pequeña Gabrielle.
-¿De veras? -preguntó el hombre sin ocultar su esperanza.
-Hace tres dÃas les escribà a ese señor anunciándole vuestro matrimonio con lord Potter, futuro Marqués de Glentworth, y las intenciones que mi lord tiene de usar todas sus influencias para evitar que exija un derecho que en realidad no tiene. Naturalmente que la noticia del matrimonio le impactó, ya que es de conocimiento público que el padrino de lord Potter, es nada menos que el cuarto Duque de Herrick, personaje altamente considerado por la corona.
Aunque Harry aún sentÃa disgusto hacia su padrino, daba gracias al hecho de ser quien era, pues su familia ciertamente infundÃa mucho respeto y también temor.
-¿Y qué sucedió? -preguntó Severus.
-El señor ha escrito diciendo que no desea causarle dificultades a vuestra señorÃa —dijo el señor Filch con tono medio burlón.
Severus intercambió una mirada con Harry. Para variar el muchacho habÃa tenido razón.
-Son excelentes noticias señor Filch. Bien entonces no hay más que decir, ahora iremos directo a casa.
-Está todo listo para que se instale señorÃa.
Se despidieron del señor Filch, sintiendo alivio y felicidad, el asunto de los padres de lady Eleonor no podÃa haberse resuelto de mejor manera pensaba Harry.
Sin embargo la alegrÃa del muchacho se borró un poco del rostro al pasar por Berkeley Square, el lugar donde estaba la residencia de su madre, Lily. Recordó los motivos que le habÃan llevado a huir de Londres. Aunque sentÃa que habÃa perdonado a su madre, aún no estaba preparado para enfrentarla.
*~*~*~*~*~*~
Cuando llegaron a la residencia de Upper Brook, los sirvientes salieron a recibirlos. Tom, que habÃa viajado antes con el equipaje de sus patrones se encargó de contratar al personal y poner la mansión en orden.
Luisita y Gabrielle estaban felices, el desagradable suceso del incendio habÃa quedado en el olvido.
Severus respiraba más tranquilo al saber que nadie intentarÃa quitarle a su hija, pero sabÃa que significaba para Harry estar de regreso en Londres. Después de disfrutar de la cena y llevar a las niñas a dormir, se acomodaron frente a la chimenea de la habitación de Severus.
-Mi amor, desearÃa tanto que pudieras experimentar la misma felicidad que siento yo —dijo Severus.
-¿Por qué piensas que no soy tan feliz como tú?
-Estás preocupado, no puedes escondérmelo.
-El estar de regreso me hace recordar cosas tristes, pero eso no significa que no sea feliz… Eres mi esposo, soy dichoso.
-Yo deseo que seas infinitamente feliz.
-Lo soy estando en tus brazos Severus, no lo dudes ni por un segundo.
-Entonces me permitirÃas que te haga feliz esta noche?
Harry sonrió.
-Es lo que más deseo… el viaje se me hizo eterno desde Longtown. Han pasado cinco dÃas desde que te sentà dentro de mà por última vez, te deseo Severus.
Eso bastó. Severus se quitó la ropa ante la mirada encendida de Harry. Cuando estuvieron desnudos dejaron caer sus cuerpos enlazados sobre la cama. Severus logró que Harry olvidara sus preocupaciones, no existÃa el mañana, solo el sublime momento en que se unÃan. Esa noche se amaron con lentitud voluptuosa, disfrutando cada detalle. Harry se deleitó con su propia excitación. Sus breves orgasmos, debido a la inexperiencia, poco a poco comenzaban a ser más prolongados, le hacÃa feliz saber que mejoraba como amante, no deseaba que su esposo tuviese motivos de queja.
*~*~*~*~*~*~
A la mañana siguiente Harry llevó a las niñas a que les tomaran medidas para sus ropas nuevas. Lo más probable es que debieran pasar la temporada en Londres y necesitaban vestuario adecuado. SabÃa exactamente dónde dirigirse, aunque le atemorizaba un poco encontrarse con la modista que le diseñaba el vestuario a su madre. Muy pronto Lily y todos sus conocidos en Londres sabrÃan de su regreso.
Apenas habÃa puesto un pie en la entrada de la tienda cuando escuchó que alguien pronunciaba su nombre.
-Harry, eres tú ¡Gracias a Dios!
AhÃ, tan apuesto y elegante con su figura espigada y rostro de ángel estaba Draco.
-Draco -susurró sorprendido el joven de ojos esmeraldas.
-Harry -repitió el muchacho mientras se acercaba con el rostro lleno de emoción -. No puedes imaginar cuánto te he extrañado. Supimos que viajaste a las Tierras Altas. Tu padrino hasta ofreció una recompensa.
-Hola Draco, cómo has estado.
El muchacho rubio se percató del tono casi indiferente de Harry.
-¿Qué clase de pregunta es esa Harry? Sufriendo como un loco desde que te marchaste.
Harry le miró con sorpresa. Draco nunca habÃa sido tan efusivo en sus expresiones ni sentimientos.
-Me disculpo si te he causado algún mal.
-Harry, te escribà una carta, ¿no la recibiste?
Harry se preguntó como Draco le habÃa enviado una carta si no tenÃa idea de donde estaba.
-No, lo siento Draco, jamás recibà nada tuyo.
-No importa -respondió el muchacho casi al instante -, estás aquà y es lo que importa. Nunca entendà porque te marchaste de ese modo Harry, pero quiero decirte que yo aún te…
-Buenas tardes -saludó Severus y se acercó a Harry, besándole la mejilla -, siento haberme tardado más de la cuenta mi amor.
Draco se quedó de piedra. Miró al hombre que se comportaba con tanta confianza con Harry, luego de un segundo comprendió.
-Draco, él es mi esposo lord Snape, Conde de Knighton, y ella es nuestra hija Gabrielle Snape y su amiga Luisita Weasley.
Draco les dio una mirada a todos en conjunto y luego volvió a mirar a Harry.
-Te has casado -dijo con evidente dolor -. Está claro que no recibiste mi carta tiempo.
Harry no podÃa decirle que debido al pasado, con carta o sin ella nunca se hubiese casado con él.
-No puedo decir que lo lamento Draco.
-Pues yo sà lo lamento Harry.
El muchacho rubio miró una vez más a Severus, y en un intento de recuperar la dignidad perdida los felicitó.
-Te deseo felicidad en tu vida futura -dijo el muchacho rubio, después de una ligera reverencia se marchó.
*~*~*~*~*~*~
Harry estaba apenado tras el encuentro con Draco, pero realmente preferÃa eso a que el muchacho debiera enterarse de lo que habÃa sucedido entre sus padres. Era joven y encontrarÃa pronto consuelo. Severus apoyó este pensamiento del muchacho.
Después de la cena Severus salió de la casa, debÃa visitar al señor Filch para solucionar ciertas cosas relacionadas con las reparaciones que se harÃan al castillo en Edén. Y aunque Harry estaba desanimado tras su encuentro con Draco, pues estaba seguro que el muchacho rubio le comunicarÃa la noticia a su madre y padrino. No era que no deseara verlos, creÃa que ya habÃa superado la decepción vivida tras conocer aquellos sucesos del pasado.
En realidad temÃa que su padrino no aceptara a Severus. ConocÃa el carácter de Sirius, en ciertas circunstancias podÃa ser bastante duro.
Tras la salida de Severus se quedó en la sala cerca de la chimenea donde Gabrielle y Luisita dibujaban. Miró con detenimiento y se dio cuenta que el dibujo era igual al de la pared que las niñas pintaban en la sala de juegos de la torre, el mismo que se habÃa quemado. Sin embargo, en este dibujo observó cosas nuevas, que no estaban en el anterior.
-¿Qué es eso que está ah� -preguntó señalando el dibujo.
Fue Luisita quien respondió.
-Es Eleonor, la muñeca de Gabrielle.
-¿Y por qué está ah�
-Porque el hombre la arrojó al mar.
El corazón de Harry se aceleró de golpe.
-¿Quién? ¿Quién fue el hombre que arrojó la muñeca de Gabrielle al mar?
-Gabrielle no puede decirlo, milord, porque entonces el vendrá y hará que el mar se lleve a su padre.
-¿De quién hablas Luisita, quien es ese hombre que entregó al mar la muñeca de Gabrielle?
-Fue el criado, milord. El asistente del señor fue quien echó la muñeca de Gabrielle al mar -explicó la niña.
Harry comprendió con total claridad lo sucedido. No era Rockwood quien habÃa provocado el incendio, era Tom, habÃa visto el dibujo de Gabrielle en la pared y comprendió que muy pronto la niña revelarÃa que lady Eleonor no habÃa tenido un accidente sino que habÃa sido asesinada.
Tom Ryddle habÃa asesinado a Eleonor; puso la cicuta en su plato, provocó el incendió. Harry hizo lo posible por calmarse. Dejó a las niñas en la sala y salió para preguntar a los otros criados por el hombre. Nadie le habÃa visto esa tarde. Regresó a la sala y decidió recoger los dibujos, eran la prueba que acusarÃa a Tom, la puerta se cerró fuertemente tras él, por el rostro de Gabrielle supo que el que acababa de entrar no era Severus, sino Tom.
Se volteó sin poder esconder que ya conocÃa la verdad. Tom asà lo percibió.
-Provoqué el incendio en la torre y a pesar de eso la mocosa igual siguió dibujando -dijo con resentimiento el hombre.
-Es usted un miserable. Por su culpa Gabrielle no pude hablar, la ha tenido amenazada todo este tiempo.
-Es cierto le dije que el mar se llevarÃa a su padre si ella abrÃa la boca -dijo sin rastro de remordimiento el hombre.
-Todo iba bien, nadie tenÃa enterarse de nada, pero llegó usted a la isla para meter sus narices donde no debÃa.
-Asesinó a una mujer que ningún mal le habÃa hecho, ¿por qué?
-Pero lo iba hacer, lady Eleonor descubrió que yo asesiné a Arthur Weasley. Yo lo empujé por aquella ventana.
Harry le miró sin comprender. Como podÃa Tom haber asesinado al esposo de la señora Weasley, si en ese tiempo ni siquiera vivÃa en la isla.
-Pero si usted no vivÃa en la isla, la señora Weasley dijo usted llegó mucho después de que Rockwood renunciara luego del matrimonio de Severus.
-Yo vivÃa en la isla más cercana a Edén, en Jura. Y conocà a Rockwood cuando era muy joven, servimos juntos en el ejército. Yo ayudé a que llegara al servicio del antiguo Conde.
-Usted ayudó… quiere decir que asesinó a Arthur Weasley.
-Hmm… sÃ, mi amigo Rockwood necesitaba el empleo, sabÃa que el viejo Conde estaba enfermo y tarde o temprano su heredero llegarÃa a tomar posesión de la isla. Y asà sucedió.
-Rockwood fue su cómplice en el asesinato.
-Él deseaba el empleo, yo le ayudé a conseguirlo. Cinco años después murió el Conde, pero no por causa de su enfermedad. Rockwood facilitó mi entrada al castillo, llegué a la habitación del viejo Conde a través del pasadizo secreto, y acabe con él. El plan era que Rockwood supiera ganarse al nuevo Conde, iba por muy buen camino, pero de pronto sin decir nada vino aquà y luego regresó a Edén con una esposa.
Harry se quedó estupefacto, se suponÃa que sólo los integrantes de la familia Snape conocÃan aquel pasadizo que conectaba el despacho con la habitación de Severus.
-¿Qué ganaba usted con todo eso?
-Oro. Ayudé a Rockwood a cambio de oro.
-Y lady Eleonor, ¿por qué ella?
-Porque descubrió la verdad, que yo asesiné a Weasley, para que Rockwood entrara al servicio del Conde.
-No puedo creerlo. Lady Eleonor era inocente.
-Ella querÃa decir todo sobre la muerte de Weasley, y comprendió que yo habÃa asesinado al viejo Conde cuando me vio entrando al pasadizo. Era una mujer inteligente.
-Por Dios, y que importaba si Rockwood ya no estaba con el Conde.
-TenÃa que protegerme, ¿Qué cree usted que harÃa el Conde si se enteraba que yo muchos años atrás habÃa asesinado a Arthur Weasley, para dejarle el camino libre a Rockwood?
-Usted y ese hombre fueron cómplices.
-Es cierto.
-No tenÃa derecho a asesinar a lady Eleonor, ni tener amenazada a Gabrielle.
-Era necesario muchacho, además la mala fama del Conde ayudó, todos creyeron que su esposa tuvo un accidente por causa de la maldición.
-¿Por qué quiso envenenarme? Se lo pidió Rockwood.
-Ah eso, pues sÃ… fue un favor especial para mi amigo.
Tom, no se habÃa percatado de que Severus habÃa regresado y desde la puerta hacÃa un buen rato escuchaba el relato de su criado. Apenas se dio cuenta cuando el hombre furioso le tomó por la garganta comenzó a asfixiarlo. Harry vio el rosto de Severus deformado por la ira, temió lo peor. Sin embargo la llegada de las niñas hizo que el Conde recuperara un poco la cordura. Harry llamó a los otros empleados de la casa y entre todos redujeron a Tom.
Tom Ryddle Fue entregado a las autoridades, el juicio duró casi un mes, la sentencia para sus crÃmenes fue la más dura, la horca. Ni Severus ni Harry lo lamentaron. Ese hombre habÃa provocado la muerte de Arthur Weasley, la del viejo Conde, TobÃas Snape, y la de lady Eleonor. En cuanto a Rockwood, aún no daban con su paradero, pero todos confiaban en que tarde o temprano le atraparÃan y era muy probable que pasara el resto de sus dÃas en prisión.
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Hacia fines del invierno Harry y Severus se preparaban para regresar a Edén. A pesar de los sucesos terribles acaecidos en la isla, estaban felices. La temporada en Londres fue agradable, sin duda, pero ahora el corazón de Harry estaba en Edén. Y Severus que habÃa visto siempre la isla como una condena, ahora que sabÃa que la muerte de Arthur, de su padre, y la de Eleonor no tenÃan que ver con maldición alguna, deseaba regresar y quedarse para siempre.
Ahora le importaba poco eso de convertir a Gabrielle en una dama, no era importante, sólo deseaba que la niña fuera feliz. Y su hija daba muestras de serlo, después que Tom saliera de sus vidas, habÃa recuperado el habla.
Pero Harry y Severus no regresaban solos a Edén. Con ellos viajarÃan Lily, la madre de Harry. El muchacho se habÃa reconciliado con su madre tras el encarcelamiento de Tom Ridley.
AgradecÃa la suerte de tener a su madre viva. El pasado estaba cerrado para él.
Para sorpresa de Harry tanto Lily como Sirius habÃan aceptado a Severus con franca alegrÃa. Y se encariñaron profundamente con Gabrielle. Harry le dijo a su esposo que parecÃa que después de todo, Gabrielle sà serÃa educada por una dama de sociedad, pues Lily estaba decidida a enseñarle a la niña todo lo necesario.
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Fueron recibidos con algarabÃa por parte de los isleños. Severus por su parte apenas podÃa creer que le dijesen que lo habÃan extrañado.
Caminaban de la mano por el acantilado. Severus dejó caer un ramo de flores en recuerdo de Eleonor.
-Estoy seguro de que ella es feliz donde quiera que esté -dijo Harry mientras tomaba la mano de su esposo.
-¿De veras lo crees? -preguntó Severus.
-SÃ, aunque no la conocà sé que deseaba que Gabrielle y tú fuesen felices.
-Soy feliz, te tengo a ti.
Harry sonrió y besó los labios del hombre de ojos negros
-Yo también lo soy Severus… Jamás imaginé que un «demonio» podrÃa hacerme tan feliz.
-Quien me hubiese dicho que un ángel me amarÃa. Nunca sabré si la maldición era verdadera, pero hay algo de lo que no tengo dudas, eras tú quien estaba destinado a curar mi alma.
El muchacho de ojos esmeraldas abrazó al hombre. Se quedaron mucho tiempo observando como el sol se hundÃa en el horizonte, mientras todo en derredor de cubrÃa de brumas y sueños.