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El regalo por zandaleesol

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Título: El regalo

Personajes: Remus/James/Sirius Remus/Harry/Sirius

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling. Solo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Tríos. Otras.




Capítulo 5.


Pasaron unas cuantas horas desde que la verdad se revelara antes Sirius y Remus. La furia y celos de éste último fueron remitiendo un poco, pero no lo suficiente como para no desear encarar a Harry, éste debía explicar por qué había actuado de esa forma. Estaba enojado con él, pero mucho más decepcionado. Para él, Harry se había comportado de una forma baja y ruin, profanando algo sagrado, la intimidad de Sirius y suya. Jamás podría perdonarlo, sin importar qué razones tuviese para actuar de esa forma.


-Debemos hablar con él -dijo Remus luego de un prolongado silencio.


Sirius apenas le miró.


-No sé si tendré coraje para mirarlo a la cara después de lo ocurrido.

-Es él quien debe sentirse avergonzado. Fue él quien vino aquí, haciéndose pasar por James.

-No puedo entenderlo. Por qué… cómo fue capaz de hacer algo así.

-Por esa misma razón debemos hablar con él. Tiene muchas explicaciones que dar.

-No sé cómo voy a mirar a James otra vez -murmuró Sirius.

-Eso lo veremos después, ahora solo quiero escuchar la explicación de Harry.

-Remus no puedo… no puedo pensar siquiera en estar cerca de él.

-Tendrás que poder, yo no me quedaré fingiendo que nada sucedió. Necesito que me diga mirándome a los ojos porque hizo esto. Y deberá explicarlo esta misma noche, no pienso esperar ni un minuto más.

-Remus no… por favor… no puedo.

-Yo no voy a fingir que nada ha pasado Sirius. Lo que Harry nos hizo fue muy grave. Lo llamaré ahora mismo para que venga aquí.

-Remus…

-No. No me pidas que deje las cosas así, no lo haré. Si Harry fue capaz de llegar tan lejos, bien, pues deberá enfrentar las consecuencias.


Por primera vez en su vida Sirius quería huir. Su valor Gryffindor se fue a cualquier parte.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry estaba enfrascado en un libro de Pociones cuando un elfo apareció para darle una carta enviada por el profesor Lupin. El muchacho tomó la carta y la abrió despreocupadamente. Lo escrito era bastante escueto. Debía presentarse lo antes posible en la habitación del profesor. Se preocupó, así que de inmediato guardó sus cosas y las llevó hasta la habitación. Luego, sin demora se encaminó al lugar donde le aguardaba Remus.


Cuando se encontró frente a la puerta de la habitación golpeó con decisión, sin imaginar siquiera lo que estaba a punto de suceder. La puerta se abrió por fin y el muchacho entró con toda confianza. Sin embargo, nada más dar unos pasos dentro, notó el ambiente enrarecido del lugar. La luminosidad era tenue, la chimenea estaba apagada. Remus tenía la varita en la mano y continuaba sentado en el sillón de brazos altos y miraba a Harry con una expresión que el muchacho no le había visto jamás.


-Hola Remus, ¿qué ha sucedido? ¿Sirius está bien? No los vi a la hora de la cena -dijo el muchacho de corrido con tono desenfadado.


Remus no respondió. Le miró fijamente, preguntándose cómo era posible que un chico tan joven fuese capaz de tanta falsedad. Se levantó del sillón de brazos altos.


Harry se tensó, sin saber por qué. Remus no respondía a sus preguntas y en cambio seguía mirándole de un modo extraño.


-¿Sucede algo? -insistió el muchacho.


Remus sin decir nada se acercó a Harry y le asestó una bofetada cargada de todo el enojo que sentía.


Sirius que estaba sentado en el sofá sin que Harry hubiese reparado en su presencia aún, reaccionó levantándose y acercándose a Remus para apartarlo del muchacho antes de que perdiera más el control.


-¡Remus! ¡Por Merlín! Debes controlarte… esta no es la solución.


Harry estaba impactado por la reacción del hombre. No entendía qué estaba sucediendo. Remus le miraba con odio.


-Remus -susurró el muchacho -¿Qué sucede?

-Esto es lo que sucede -dijo el hombre de ojos dorados poniendo delante del moreno la pequeña botella que James había encontrado esa mañana en el bolsillo interior de su túnica.


Harry abrió los ojos con espanto. Nunca había vuelto a recordar aquella botella.


-Es claro que sabes de qué estoy hablando. La recuerdas perfectamente, ¿no es así?


Harry no podía creer que le hubiesen descubierto.


-No entiendo Remus -mintió el moreno -. No sé de qué hablas…

-Claro que lo sabes -cortó de golpe Remus -. No lo niegues.

-Te juro que no sé…

-No mientas. Si tuviste las agallas para hacer lo que hiciste… ahora reconócelo como el hombre que se supone eres.

Harry se mordió el labio y bajó la mirada, pero enseguida la levantó. Remus tenía razón, debía comportarse como un hombre.


-Es poción Multijugos -admitió Harry por fin.

-Lo sabemos -dijo Remus mirando al muchacho con furia -. James la encontró esta mañana en una túnica azul. La misma que usaste esa noche en que viniste aquí fingiendo ser tu padre. Lo recuerdas ahora.


El muchacho bajó la mirada otra vez. No imaginó que sería descubierto. Recién ahora comenzaba a comprender la magnitud de lo que había hecho.


-¿Cómo fuiste capaz de algo tan bajo? -preguntó Remus dolido -¿Qué clase de persona eres? ¿Cómo pudiste actuar de un modo tan ruin? Lo que nos hiciste no tiene perdón.

-¿Yo no tengo perdón? -preguntó el muchacho con tono desafiante -. ¿Y qué hay de lo que haces tú con mi padre?


Remus miró al muchacho con recelo.


-Sí, eres amante de mi padre, igual que Sirius. Los vi… dormían en su cama, uno a cada lado.


Sirius se sentó porque sentía que las piernas no le sostenían.


-¿Esa es la excusa que tienes para justificar lo que hiciste?

-No intento justificarme… no tienes moral para reclamarme nada.

-¿Moral? ¿Crees qué esto es una cuestión de moral? Viniste aquí fingiendo ser James, te metiste en nuestra intimidad, en nuestra cama… sin nuestro consentimiento.

-¿Y eso te espanta demasiado no? -preguntó Harry -. Te parece horroroso. Yo también me sentía horrorizado cuando los descubrí en la cama con mi padre. Ustedes que decían ser sus mejores amigos, casi como hermanos y resulta que en su tiempo libre llevan una relación de tres.

-Eso no es cierto -habló Sirius por primera vez, pero sin mirar al muchacho.

-No… y entonces porque me aceptaron en su cama la noche en que vine aquí con la apariencia de mi padre.


Sirius no fue capaz de responder.


-¿No es obvio? -preguntó Remus.

-A eso me refiero -señaló Harry -. Pensaron que yo era él, porque esto es normal para ustedes ¿Esto también sucedía cuando mi madre vivía?


Remus miró con asombro al muchacho.


-Lo que nosotros hiciéramos con James solo era nuestro asunto -dijo Sirius -¿Qué te hizo pensar que tenías derecho a intervenir?


Harry se sintió dolido ante el tono de Sirius. No era de enojo como el de Remus, sino de decepción.


-Has pensado por un minuto en cómo me siento ahora -agregó Sirius -. Te he considerado siempre como mi hijo. Si querías experimentar, por lo menos debiste preguntar si Remus y yo estábamos de acuerdo, pedir nuestro consentimiento.

-No lo hice porque deseara experimentar… yo… cuando los vi esa mañana en la cama de papá, me sentí traicionado.

-¿Traicionado? -preguntó Remus.

-Sí. Traicionado. Yo siempre pensé que ustedes eran los mejores amigos del mundo. Todos estos años junto a mi padre, creía que todo eso era por amistad incondicional, pero es una farsa. La supuesta amistad no ha sido otra cosa que una relación… turbia y…

-¡Cállate! -estalló Sirius, sorprendiendo inclusive a Remus -. Eres un mocoso estúpido que no sabe nada de nada.

-No negamos lo sucedido -intervino Remus -. Sí, pasamos la noche con James. Fue la primera y única vez. Jamás había sucedido antes de esa noche y nunca se ha vuelto a repetir… bueno hasta que tú viniste aquí haciéndote pasar por James.


Harry se quedó mudo. Eso no era cierto, no podía ser cierto.


-Aquel día era San Valentín. Remus y yo decidimos darle un regalo especial a James -explicó Sirius.

-¿Un regalo? -susurró Harry.

-Sí, un regalo en nombre de la amistad y el afecto que sentimos por él -admitió Remus con tranquilidad.


Harry negó con incredulidad.


-Ustedes están completamente locos…

-Si piensas eso, es que no entiendes nada de la amistad que hay entre nosotros. Conozco a James desde antes de ingresar a Hogwarts. Daría mi vida por él si fuera preciso -dijo Sirius.

-Nos viste en la cama de James y creíste que tenías derecho a juzgarnos y además a engañarnos de la forma más infame que pueda existir -agregó Remus -. Somos adultos, tenemos más experiencia y sabemos de la vida mucho más de lo que crees saber tú.

-No tenías derecho a usarnos de ese modo. Si vernos juntos hizo que se encendieran ideas en tu cabeza debiste hablarnos de ello primero. Debiste preguntarme si yo quería tener sexo contigo -terminó diciendo Sirius.


Harry sintió aquellas palabras como un latigazo directo en el corazón.


-Harry, ¿es qué no entiendes lo que has hecho? -preguntó Sirius -. Ya no puedo mirarte como antes.


El muchacho miró al hombre con expresión desconcertada.


-Agradezco a Merlín que no fueras virgen… porque si no la culpa ya me hubiese matado -dijo Sirius -. Fui tan estúpido… debí entender que algo estaba mal, esa no era tu primera vez, tenías experiencia en el tema. Pero James no, debí entenderlo.


Estas últimas palabras de Sirius dichas con tono enfadado, terminaron por destrozar el corazón del muchacho. Las lágrimas se agolparon en sus ojos y no hizo nada por detenerlas.


Cuando Sirius se dio cuenta de que Harry estaba llorando, sintió lástima por él. Sabía que estaba siendo cruel, pero no podía evitarlo. Se sentía burlado, traicionado.


Remus a su pesar también se conmovió con las lágrimas del muchacho, pero eso no bastaba para perdonarle su actuar.


-No quiero ni imaginar cómo se sentirá James cuando sepa la verdad -dijo Remus.

-Nos culpará a nosotros y a él mismo por supuesto -aseguró Sirius.


Harry sabía que sería así, pues conocía a su padre perfectamente. Este pensamiento hizo que sus lágrimas aumentasen.


Los dos hombres mayores le observaron con tristeza, pero el mal ya estaba hecho y no había modo de repararlo.


-Quizá sea mejor que James nunca sepa lo que ha ocurrido, temo que no pueda superarlo -dijo Sirius.

-Pues yo tampoco podré superarlo -afirmó Remus.


Harry hizo un esfuerzo por serenarse. Estaba avergonzado por el error de juicio que había cometido al descubrir a su padre y sus amigos en una situación íntima. Todo lo que ellos dijeron era cierto. Su actuar fue por completo vergonzoso. Lo peor era que ya no podía volver atrás. Pedir perdón no borraría el daño provocado a la amistad de su padre con Sirius y Remus.


-Les juro que nunca quise hacer daño, ni a ustedes ni a mi padre.

-Lamentablemente lo hiciste y no puede repararse de ninguna manera -respondió Remus.


Se hizo un silencio breve.


-En menos de un mes se habrá acabado el curso, me marcharé de aquí. Sé que no es una solución, pero al menos si no estoy cerca quizá puedan olvidar este terrible suceso -dijo Harry -. Les ruego que no le digan a mi padre nada de esto, temo que no pueda soportar la desilusión.


A Remus le resultaron bastante indiferentes las palabras del muchacho, estaba enojado con él y sabía que nunca más volvería a mirarle como antes, para él Harry había dejado de ser aquel chico inocente que era incapaz de actuar con mala intención.


En cambio Sirius sentía una profunda pena, lo sucedido ya no podía repararse, algo se había roto para siempre dentro de él. Sabía que nunca más sería capaz de acercarse a Harry con la despreocupación de antes, una muralla invisible se había erigido entre su ahijado y él.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Aunque Harry trató de disimular todo lo posible, igual James le notó triste y naturalmente se preocupó y como era lógico quiso compartir sus sentimientos con Sirius y Remus, y después de ver como su hijo dejaba el Gran Comedor, tras el término de la cena salía junto a sus amigos.


-Hace más de una semana noto a Harry muy extraño, como si estuviese triste -dijo James.

-Claro que debe estar triste -coincidió Remus -. En dos semanas se acaba el curso y su vida cambiara abruptamente.

-No sé… me da por pensar que su tristeza no tiene que ver con eso -respondió James.


Remus miró brevemente a Sirius.


-No debe ser algo serio, James -aportó Sirius -. No creo que sus preocupaciones vayan más allá de aprobar con buenas notas o pensar en qué carrera elegirá.

-Sí, puede que se deba a eso. Últimamente no habla con tanto entusiasmo de la posibilidad de jugar Quidditch de manera profesional como lo hacía un par de semanas atrás -respondió James.

-Es muy joven aún -aportó Remus -. Cuando se trata de tomar decisiones serias que influirán en nuestro futuro casi siempre uno se aflige más de la cuenta, pero después poco a poco se encuentran las respuestas.


James asintió un tanto pensativo.


-Sirius, tú eres su padrino, porque no hablas con él, seguramente podrás aconsejarlo y ya sabes lo mucho que Harry valora tus opiniones -pidió el hombre de ojos castaños.

-Claro -aceptó Sirius -. Hablaré con él, no te apures.


Remus se puso tenso. La idea de que Sirius estuviese cerca del chico no le hacía la menor gracia. El asunto de los celos aún no estaba superado por su parte, aunque tenía la certeza de que Sirius no deseaba tener al muchacho cerca y mucho menos estar a solas con él.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


La graduación para Harry no fue tan feliz ni emocionante como había imaginado que sería. La deteriorada relación que mantenía con los amigos de su padre, influyó grandemente en su ánimo. Sabía que no podía ser de otro modo. No era tan ciego como para no darse cuenta de que Remus le destetaba profundamente aunque hacía esfuerzo por disimularlo. En cuanto a su padrino, pues ya no era su padrino, era una persona con la que por fuera debía tratar para mantener una apariencia de normalidad, pero el afecto sincero de antaño ya no estaba, a lo menos no por parte de Sirius.


Lo único que le daba tranquilidad era saber que su padre continuaba ignorante de todo. En esas semanas que siguieron al descubrimiento hecho por parte de Sirius y Remus, los tres se esforzaron por fingir cuando James estaba cerca, pero en cuanto su padre se alejaba, el desafecto se instalaba entre los dos hombres mayores y él. Sentiría alivio cuando por fin pudiera alejarse de la escuela para siempre.


La última noche en Hogwarts de los alumnos recién graduados se coronó con un animado baile. Harry participó en la celebración no porque le apeteciera realmente, sino para no levantar sospechas en su padre. Pero cuando el baile terminó, bien entrada la madrugada, sí me marchó entusiasmado con sus compañeros a un lugar apartado para beber whisky de fuego. Quería beber, y la excusa de que estaba celebrando era perfecta, pero lo que realmente deseaba era olvidar su congoja y dolor. Perdió el sentido de la realidad por un par de horas. Cuando despertó ya la mañana estaba avanzada. Debió ir con prisa a la torre a recoger sus cosas, pues de lo contrario el Expreso de Hogwarts lo dejaría. Ya había decidido pasar las vacaciones en casa de su amigo Ron Weasley. Después que acabara el verano tomaría una decisión con respecto a su vida futura.


James estaba triste con la decisión de Harry de no quedarse esos dos meses de vacaciones en la escuela, aunque comprendía que su hijo deseaba comenzar a gozar de la libertad que le daba haber terminado sus estudios. A él no le quedaba más que acostumbrarse a que de ahora en adelante Harry haría su vida lejos.


Sirius y Remus le animaban diciendo que era la ley de la vida, ellos en su momento habían hecho lo mismo.


La despedida en la estación de Hogsmeade fue difícil. Harry ya no sufría los efectos de la borrachera de la noche anterior así que estaba completamente lúcido cuando vio acercarse a su padre junto a sus dos inseparables amigos.


James fue el primero en darle un abrazo apretado al muchacho.


-Diviértete en las vacaciones y no te preocupes por mí, estaré bien -aseguró James -. Ven a visitarme antes de septiembre.

-Lo haré, te lo prometo.

-Envíame una carta de vez en cuando.

-Claro que sí.


James se apartó y entonces se acercaron Sirius y Remus.


Harry sabía que la despedida no sería ni afectuosa ni entusiasta. Se había preparado mentalmente para ello.


-Me gustaría hablar un momento con mi ahijado, a solas -dijo Sirius a James y Remus.


James sonrió, en cambio Remus no lo hizo, pero igual se dio la vuelta para alejarse unos pasos.


Harry sintió que el pulso se le aceleraba inevitablemente.


-Esta despedida es dolorosa para mí, Harry -dijo Sirius -. Lamento todo lo sucedido, lamento que nuestra relación haya cambiado tanto.


Harry ni siquiera podía mirar al hombre a la cara.


-Yo también lo lamento. La vida no me alcanzará para arrepentirme de haber sido tan estúpido y egoísta.

-Me heriste Harry… yo te quería… yo…


El muchacho sintió como una puñalada ese «te quería».


-Soy el único culpable de lo sucedido, y sé que no tengo perdón. Pero les agradezco a Remus y a ti que no le dijesen nada a mi padre. El pobre cree que tiene un buen hijo, sufriría mucho al saber que no es así, que fue engañado y utilizado por quien tanto ama.


Sirius sintió una profunda tristeza al oír estas palabras, porque ellas mostraban un sincero arremetimiento de parte de Harry.


-Harry… yo…

-Agradezco el tener este momento a solas contigo para decir la verdad. No quiero marcharme sin que conozcas el motivo que tuve para hacer aquello.


El hombre miró al muchacho con extrañeza.


-La verdad es que sentía celos Sirius. No podía entender que, siendo Remus y tú pareja, permitieran que un tercero se inmiscuyera en vuestra relación. No entendía cómo Remus aceptaba compartirte con otro, aunque ese otro fuese mi padre. Jamás se me pasó por la cabeza que esa noche de febrero había sido la primera vez y la única.


Sirius aún no sabía qué decir al respecto. Estaba avergonzado, demasiado y eso no se le pasaría de un día para otro.


-Sirius… no te sientas culpable. No te aprovechaste de mí. Nunca me hubieses tocado siquiera, eso lo sé. Esa certeza y los celos fue lo que me hizo concebir un plan tan… ruin. Te amo Sirius, pero no como un ahijado debe amar a su padrino. Estoy enamorado de ti, desde hace mucho… desde siempre.


El hombre miró al muchacho incrédulo y un ligero rubor subió a sus mejillas.


Harry pudo leer en sus ojos el golpe que significaba para Sirius esa verdad.


-Nunca tuve la intención de confesarte esto. Pensaba llevarme este secreto a la tumba, pero… todo se salió de control. No quiero que pienses que actué así por simple maldad. Nunca albergué esperanza, sabía que… sé que amas a Remus y que jamás podrás amar a otro que no sea él. Lo que siento por ti me volvió loco, pensé que si podías acostarte con mi padre en frente de las narices de Remus, porque no podría yo tener algo de lo que le dabas a tu mejor amigo.


Sirius tragó saliva, no esperó esa sinceridad de parte de Harry.


-Fui un idiota. Remus tiene razón, creía que comprendía todo sobre la amistad de ustedes, pero no era así.


Sirius quería decirle al chico que entendía y lo perdonaba, pero ni una palabra salió de su boca.


El muchacho de ojos esmeraldas sacó algo del bolsillo interior de su túnica.


-Por favor dale esta carta a Remus. Me hubiese gustado decirle todas estas cosas mirándolo de frente, pero sé que me detesta y, con toda razón.


Sirius asintió en silencio, tomó el sobre y lo guardó.


El tren dio el primer aviso de que era hora de partir.


James se acercó a su hijo.


-Adiós Harry, que tengas unas estupendas vacaciones -dijo el de ojos castaños -, y ya sabes, escríbeme de vez en cuando y si puedes, visítame antes de septiembre.

-Lo haré -prometió Harry mientras le daba un fuerte abrazo a su padre -.Te quiero.

-Y yo a ti.


El tren silbó por segunda vez.


Harry no intentó abrazar a su padrino, solo le tendió la mano en una actitud formal que nunca había tenido con Sirius.


James observó la escena, confuso.


Sirius aún estaba bajo la impresión de la confesión de su ahijado. No podía creer que Harry estuviese enamorado de él, y era evidente que sufría por causa de ese sentimiento que jamás encontraría correspondencia.


Pese a sus reticencias, no podía evitar querer al chico, le apretó fuertemente la mano y con la otra lo atrajo para darle un abrazo, breve, pero intenso.


Harry cerró los ojos con fuerza para no echarse a llorar. A pesar de su miserable comportamiento Sirius aun le quería, lo sintió en ese abrazo. Con eso le bastaba.


A su turno Remus le tendió la mano y el muchacho la tomó tímidamente.


-Adiós Harry, que tengas buenas vacaciones -dijo el hombre de ojos dorados. Luego soltó la mano del chico y se apartó para ponerse junto a Sirius.


Si a James le sorprendió esta fría despedida no lo dijo.


-Adiós papá, cuídate mucho -fueron las últimas palabras de Harry y en seguida subió al tren.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Dos años después.


Un montón de lechuzas entraron al Gran Comedor, trayendo la correspondencia. Y una de ellas aterrizó en la mesa de profesores. James se emocionó en grande cuando cogió la carta y vio su nombre escrito con la letra de su hijo.


-Es de Harry -susurró emocionado.


Sirius y Remus sonrieron al ver la paternal alegría de su amigo. Sin embargo, James no abrió el sobre, lo guardó como un tesoro en el interior de su túnica. Sabían que buscaría un lugar discreto y tranquilo para leer la carta de Harry.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Sirius y Remus estuvieron de compras durante la tarde en el callejón Diagon y no regresaron, sino hasta un poco antes de la hora de la cena. Pasaron por el despacho de James. De seguro tenía algo que contarles sobre la carta que le había enviado Harry.


Encontraron al hombre de ojos castaños un tanto desanimado. Enseguida comprendieron que el muchacho no regresaría. Desde aquella despedida en Hogsmeade no le vieron otra vez. Mientras ellos estaban de vacaciones, el muchacho visitó a James en la escuela, pero esa fue la última vez que pisó Hogwarts. Se cumplían dos años sin que James viese a su hijo.


-¿Cómo está Harry? -preguntó Sirius.

-Bien, ahora anda por Italia -fue la escueta respuesta de James.


Sirius miró a Remus.


-¿Dice cuándo vendrá a Inglaterra? -preguntó Remus.

-No. Está trabajando con unos magos alemanes en una excavación en el lago Garda.

-Suena interesante -dijo el hombre de ojos dorados.

-Sí muy interesante, tanto que no ha tenido tiempo para venir a visitar a su padre en dos años -reclamó James.

-Vamos James, no te pongas así. Harry es joven, solo tiene veinte años, es lógico que le guste la aventura -argumentó Sirius.

-Yo entiendo eso Sirius. Lo que no puedo entender es que no haya tenido tiempo para venir ni siquiera en Navidad. Es como si yo no le importara, como si ya no fuese su padre.

-Harry te quiere James -dijo Remus -, y siempre serás su padre. Pero debes entender que es joven y desea vivir la vida al máximo.

-No. No se trata de eso -dijo James negando con la cabeza -. Sé que hay otra razón para esta ausencia.

-¿A qué te refieres? -preguntó Sirius cauteloso.

-Existe un motivo por el cual Harry no regresa a Inglaterra. Aún recuerdo la despedida en Hogsmeade de hace dos años. Algo sucedió, lo sé y tuvo que ver con ustedes dos -acusó James con voz segura.


El rostro de Remus se tensó lo mismo que el de Sirius. Sin embargo, el primero intentó fingir.


-¿De qué hablas James? No te entiendo -dijo Remus.

-Pareciera que no me conocen. Realmente creen que no me di cuenta de nada.


Sirius se tensó más aún.


-Algo pasó en las últimas semanas que Harry estuvo aquí en la escuela. Ustedes y él tuvieron un problema y debió ser grave. Tú Remus eras muy cariñoso con Harry y aquel día en Hogsmeade, parecías molesto con él, resentido.

-Es imaginación tuya James -aseguró Sirius.


El hombre de ojos dorados miró al animago de modo extraño.


-No. No es tu imaginación James, tienes razón, algo sucedió unas semanas antes de que Harry se graduara -aceptó Remus, dándole una mirada a Sirius.


Este le miró como si le hubiese herido de muerte.


-Lo siento Sirius, pero ya no puedo seguir callando. James debe entender porque Harry no ha regresado en dos años. Es su padre tiene derecho a saberlo.

-No Remus, no hagas esto. Le juré a Harry que James nunca sabría nada.

-Vaya, así que yo tenía razón, si existe un secreto y es eso lo que mantiene a mi hijo lejos de aquí. No puedo creer que fuesen capaces de ocultarme algo, se supone que son mis amigos.

-Y lo somos James, nunca lo dudes -dijo Remus.


Sirius se dejó caer con aire derrotado en el sofá.


-Estoy esperando Remus ¿Qué fue eso que sucedió unas semanas antes de acabar el curso? No debió ser algo bueno, de otra forma no lo hubiesen ocultado todo este tiempo.

-Está bien, si quieres saber la verdad te lo diré. Una noche Harry se presentó en nuestra habitación y…—miró a Sirius brevemente —, estaba ebrio y le confesó a Sirius que estaba enamorado de él.


Sirius levantó la mirada hacia Remus, totalmente desconcertado. Ciertamente que la verdad era mucho más turbia y retorcida.


James miró horrorizado al hombre de ojos dorados y luego buscó la mirada de Sirius.


-¿Harry… hizo eso? ¡Por Merlín! -dijo James mirando impactado a Sirius -. Pero eres su padrino… es como un hijo para ti.


Sirius bajó la mirada. Se sintió más culpable. Pensó que si el pobre James estaba horrorizado con esa versión reformada y atenuada de la verdad, cómo se pondría con la historia real, en la que hubo suplantación y un encuentro sexual.


James miró a Remus.


-Ahora entiendo porque estabas tan raro con él, distante, enojado y, con toda razón -dijo James.

-Sí, estuve enojado con Harry. Pero al final lo dejé atrás. Comprendí que fue una cosa de muchacho -respondió Remus.

-¿Harry intentó seducirte no es así? -dijo James mirando a Sirius.


Sirius guardó silencio por un momento.


-James te juro que yo nunca le correspondí. Jamás he mirado a Harry como otra cosa que no sea mi ahijado -confesó finalmente el animago -, y eso nunca cambiará.

-Lo sé -respondió al instante James.


Sirius y Remus intercambiaron una mirada. Los ojos de Sirius resplandecían de amor y agradecimiento. Los de Remus decían que amaba incondicionalmente al animago.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Sirius nunca dejaría de sentir culpa. Esa versión falseada de la verdad que había dado Remus a James, no atenuaba la culpa con la que convivía desde la noche en que descubrieron la trampa de Harry.


-Deja de pensar en lo sucedido. Debes superarlo de una vez. Yo lo hice -aseguró Remus.

-¿Y si Harry regresa?

-Sería bueno para James.

-¿Y tú qué sientes ante la posibilidad?

-No veo a Harry como una amenaza si a eso te refieres.

-Eso lo sé, pero me pregunto si lo has perdonado realmente. Dijiste que nunca podrías superarlo.

-Estaba equivocado. El tiempo lo cura todo.

-Te amo -susurró Sirius y luego besó a su esposo en los labios.

-Lo sé.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Había cesado de nevar. El cielo aparecía, en parte, descubierto. Reinaba un frío sereno, con su esplendor puro y tenaz de pleno diciembre, y el panorama que se apreciaba desde la entrada era maravilloso. Las torres del castillo empolvadas de suave nieve, el valle blanco y soleado bajo el cielo azul y resplandeciente era magnífico. Sintió emoción de cruzar las rejas otra vez.


-¿Estás bien? -preguntó el muchacho de cabello rubio cenizo.

-Sí, perfectamente.

-Insisto en que debiste avisarle a tu padre que venías y que lo hacías conmigo.

-Han pasado más de dos años, quiero sorprenderlo.

-Y lo harás, no te quepa ninguna duda, solo espero agradarle.


Harry sonrió.


-¿Por qué no ibas a agradarle? A mí me agradas -bromeó el de ojos esmeraldas.

-Y tú a mí -dijo el otro chico -. Y te lo seguiré demostrando el resto de mi vida, si me dejas.

-Por eso vinimos a Hogwarts, antes quiero estar seguro que lo de Sirius quedó atrás.

-Es lo que más deseo.


Caminaron en dirección a la entrada del castillo.


-Si mi padre no ha cambiado sus hábitos, ahora mismo debe estar en su despacho, el almuerzo ha terminado ya.

Harry se cruzó con alumnos en su camino hacia el despacho de James. Los que cursaban de tercero hacia arriba le conocían todos. Fue saludado cariñosamente.


-Parece que eras muy popular -dijo el rubio.

-Sí, era el Capitán del equipo de Gryffindor. Siete años gané la copa del Quidditch.

-Vaya, eso sí que no me lo esperaba, lo tenías bien guardado ¿Qué otras cosas estoy por descubrir de ti?

-No tantas, creo yo.

-En todo caso solo hay una cosa que deseo saber pronto.

-Yo también.


Siguieron el camino en silencio hasta que se encontraron frente a la puerta del aula de Defensa.


Harry miró la puerta y después tocó. La puerta se abrió. El muchacho entró junto a quien le acompañaba.


-Señor Sullivan, ha venido a cumplir el castigo muy puntual. Tome esos utensilios y comience a limpiar esos estantes. Esos libros han guardado polvo por años -dijo el profesor Potter desde el escritorio y sin levantar la vista del libro que ojeaba.

-Ese es el castigo menos ingenioso que he oído en mi vida, profesor Potter -dijo Harry.


El hombre de ojos castaños dejó caer el libro y se levantó de golpe. Miraba al chico como si fuese una alucinación.


-Harry… Harry eres tú.

-Sí papá, soy yo en carne y hueso.


El hombre salió de detrás del escritorio como si fuese una exhalación y abrazó a su hijo con emoción.


-Merlín, por fin has venido… cómo te he extrañado hijo -susurró el hombre mientras apretaba más fuerte al muchacho.


Harry correspondió a ese abrazo intenso. Realmente había extrañado a James, más de lo que pensaba.


-Harry, oh Harry por fin, no te imaginas cuanto deseaba abrazarte otra vez.

-Perdón por haber tardado tanto.

-Estás aquí, es lo que importa.


Después de unos minutos recién James reparó en el muchacho que estaba con su hijo.


-Has venido con alguien Harry -dijo James.

-Sí papá, él es mi amigo Hans Kleinmam.


James le tendió la mano al muchacho rubio.


-Un gusto Hans, soy James.

-Encantado de conocerlo por fin señor Potter. Harry habla mucho de usted.

-Espero que solo cosas buenas -dijo James con una sonrisa.

-No podría ser de otra forma papá.

-No puedo creerlo todavía. Has venido a quedarte ¿cierto?

-Bueno aún no lo sé, pero lo que importa es que estoy aquí contigo.

-Estoy seguro de que Sirius y Remus se pondrán muy contentos cuando lo sepan.


Harry guardó silencio y miró a Hans.


-Me impactó el castillo Harry -dijo Hans tendiéndole un salvavidas al muchacho -. Me hubiese gustado estudiar en un lugar así.


James sonrió.


-Y ustedes cómo se conocieron -preguntó James.

-El año pasado el padre de Hans me ofreció trabajo en una excavación que estaba haciendo en Italia.

-Sí, recuerdo que me escribiste una carta en septiembre hablándome de ese trabajo. Ya lo terminaste.

-No, aún hay mucho que hacer. Pero la verdad quería verte. Te he extrañado.

-Yo mucho más. Fue extraño no tenerte cerca.

-Te prometo que no volveré a alejarme por tanto tiempo otra vez.

-Eso espero.


Harry estuvo contándole a su padre durante las siguientes horas lo que había sido su vida en esos dos años lejos de Inglaterra.


James estaba tan emocionado con la presencia de su hijo que ni siquiera recordó el motivo verdadero por el cual él creía que se marchó el muchacho. Estuvieron hablando hasta la hora de la cena. Había tanto que decir aún, tanto que contar. No fueron a cenar al Gran Comedor, prefirieron hacerlo en la privacidad de las habitaciones de James.


Casi a las doce y cuando Hans se caía de sueño por fin Harry se despidió de su padre y se fue con su amigo a las habitaciones que estaban muy cercanas a las de James. Habitaciones era lo que sobraban en la escuela.


En cuanto se metieron en las camas gemelas de la amplia habitación sintieron el cansancio de aquella larga jornada.


-¿Cuándo podré conocer por fin a tu padrino y a su esposo? -preguntó Hans con tono despreocupado mientras acomodaba la almohada.

-Supongo que mañana a la hora del desayuno.

-Bien -dijo el chico rubio y luego agregó -¿Estás nervioso?

-No.

-Entonces ya no te preocupa los sentimientos que ellos tienen hacia a ti.

-Me importa, pero ya no duele tanto como hace dos años pensar en ellos.

-Eso es bueno Harry, significa que has madurado.

-Vaya, miren quien habló, el señor sabiduría en persona.

-Soy mayor que tú -dijo el rubio encogiéndose de hombros.

-Por tres meses apenas -respondió Harry mientras le arrojaba la almohada.

-Pero mayor de todo modos y si hemos de reconocer, mucho más sabio -dijo el rubio mientras le arrojaba la almohada de vuelta.


Se quedaron en silencio, mientras escuchaban el crepitar de las llamas en la chimenea. Hans no insistió más con el tema del encuentro que le esperaba a Harry con su padrino. Escuchó los relatos que hizo el moreno sobre Hogwarts, hasta que se quedaron dormidos sin darse cuenta.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry estaba seguro de que desde que abandonara Hogwarts no había dormido tan bien. Siempre sintió a ese sitio como su hogar. Cuando despertó, Hans ya estaba listo para ir a desayunar.


-Por Merlín, ya estás listo -gimió Harry -. Hans tu padre no está por aquí, puedes relajarte un poco.

-Estoy muy relajado Harry, pero tengo un hambre salvaje. Siempre dices que la comida de Hogwarts es lo mejor que existe, espero que sea verdad.

-Tú espera y verás -dijo Harry -¿qué hora es?

-Siete y media.

-Ah, pensé que era más temprano. Tengo el tiempo justo para tomar un baño.


Harry salió de la cama con prisa y se metió al baño.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Cuando llegaron al Gran Comedor muchas cabezas se volvieron para mirar a los dos muchachos. Algunos saludaron a Harry, pues le habían visto llegar el día anterior, otros le miraban un tanto sorprendidos.


Caminó con decisión hacia la mesa de profesores y al instante vio a los amigos de su padre. Sirius y Remus volvieron la vista, James hacía pocos minutos les había dado la noticia.


-¿Harry nos sentaremos en la mesa con los profesores?

-No. Lo haremos en la mesa de Gryffindor, no creo que a los chicos les moleste.

-Es evidente que te admiran.

-Pero iremos a saludar a los profesores y al director, antes.


Mientras caminaban hacia la mesa de los profesores, Hans observó a los dos hombres que se encontraban junto a James Potter.


-¿Cuál de los dos es Sirius? -preguntó Hans -. El de cabello negro o el de cabello castaño claro.


Harry sonrió levemente.


-Adivina.

-No puedo. Dijiste que tu padrino era muy atractivo, yo veo a dos hombres increíblemente atractivos.

-Sí, eso es cierto -admitió Harry -, el de pelo negro es Sirius.

-Ahora te entiendo, yo también me hubiese enamorado de mi padrino si fuese como el tuyo.


Harry volvió a reírse. La simpleza analítica de Hans a veces le hacía sentirse muy bien.


Sirius acababa de oír de James la noticia de la llegada de Harry en la tarde del día anterior. Vio acercarse al muchacho a la mesa de profesores en compañía de un chico rubio. Harry se veía diferente, más adulto. Su rostro había perdido las facciones excesivamente juveniles. Inclusive se veía más alto y fornido. Era todo un hombre, de eso no había duda.


Harry saludó de uno en uno a los profesores y profesoras. Todos tuvieron frases cariñosas para el muchacho. Finalmente llegó al lugar donde estaban Sirius y Remus. Cuando miró al primero comprobó con alegría que su padrino le miraba con afecto profundo, el que siempre tuvo para él. En cuanto a Remus, ya no tenía esa mirada recriminatoria de hacía dos años, al parecer le había perdonado. Sintió alegría por eso. Intercambió unas frases con ellos y presentó a Hans Kleinman. Luego se fue a la mesa de Gryffindor, para disfrutar del desayuno junto los chicos de su ex Casa.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Esa noche, James quiso que cenaran en Las Tres Escobas, para celebrar el regreso de Harry. El muchacho aceptó de muy buena gana, lo mismo que Hans.


Los dos muchachos llegaron antes que los mayores al local y se sentaron en una mesa cercana a la chimenea.


-Me encantó este lugar Harry, y el pueblo es estupendo. Me recuerda a mi natal Hombruch.

-¿Hombruch?

-Sí, es uno de los nueves distritos de Dortmund, donde nací.

-Hogsmeade es pequeño, pero lindo -apuntó Harry -. Las tiendas son muy interesantes.


Hans miró en derredor con agrado. Y después de un breve silencio posó su mirada azul en Harry.


-¿Puedo hacerte la pregunta ahora Harry? -preguntó el muchacho rubio de pronto.


El moreno sabía qué pregunta era aquella.


-Sí, hazla. Estoy preparado para responder.

-¿Estás seguro? Quizá necesites más tiempo.

-No Hans, no necesito más tiempo. Ese tipo de cosas se saben enseguida. No es necesario analizar ni pensar en nada.


El corazón de Hans se apretó un poco.


-¿Aún estás enamorado de Sirius Black?


Harry miró fijamente al muchacho.


-No Hans, ya no estoy enamorado de mi padrino.

-¿Qué sientes por él ahora?

-Lo quiero, pero de un modo distinto. Antes, cuando lo miraba sentía dolor al pensar que nunca sería mío, dolía que amara tanto a Remus. Ahora me siento feliz de que lo sucedido, que mis acciones no estropearan su matrimonio.


Hans alargó su mano y tomó la de Harry.


-¿Entonces puedo considerarte un hombre libre? -preguntó Hans.

-Absolutamente.


Hans amplió su sonrisa y miró intensamente al muchacho moreno.


La puerta de la taberna se abrió dando paso a los tres hombres que los muchachos esperaban. James Potter entraba seguido de sus eternos amigos, Sirius y Remus.


Al llegar a la mesa que ocupaba Harry y su amigo, Sirius abrazó a su ahijado como lo había hecho siempre, con afecto sincero, sin temor, con la certeza de que lo sucedido era parte del pasado. Lo mismo ocurrió con Remus. El afecto por el hijo de su mejor amigo había prevalecido.


Esa noche Harry se alegró de tener una segunda oportunidad. Le hacía feliz estar ahí, con su padre, con Sirius, Remus y Hans. Se sintió parte integral de ese grupo y agradeció ese privilegio. Finalmente entendía el vínculo nacido hacía tantos años entre su padre y sus amigos. En ese momento recordó el regalo que le habían dado Sirius y Remus a su padre y, por fin comprendía su significado. El regalo nunca consistió en un acto propiamente tal, sino la absoluta confianza que este implicó, la capacidad de ceder algo sagrado para dar felicidad a otro.


Los tres amigos brindaron en innumerables ocasiones por su amistad durante esa noche alegre y, Harry nunca en su vida estuvo más convencido de que estaban en todo su derecho.



FIN

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