Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Crónicas de un nigromante por Silence Tsepesh de Lenfet

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El castillo ha estado silencioso, mucho más. Mi madre ha venido a verme varias veces desde que padre nos encontró en el patio por la noche a mi hermana y a mí, no he querido salir por temor a que me descubran también y tener más regaños.  No he visto a Lieke desde esa noche. Hay muchos susurros en el castillo, los sirvientes murmuran cosas. Sé que mi padre ha estado ocupado debido a una epidemia que hay en las tierras. No sé mucho mas, y creo que por eso mi padre se molesto mas cuando nos encontró afuera. También se que ya no le permitió a Gerrit salir al monasterio y solo se entrena en el patio del castillo.


— Viktor…— mi puerta se abre, y Lieke entra sin hacer mucho ruido y luego cierra la puerta.


— Lieke, ¿Qué haces?— está en camisón, y no esta peinada. Creo que ha estado enferma— ¿puedes estar fuera de la cama?


— me escape. No me dejan levantarme y solo me hacen comer cosas malas—dice, haciendo muecas— ya no me siento mal.  Mamá dijo que no debí salir por la noche, por eso enferme— ah, creo que por eso también me han regañado más. No les dije porque había salido, todos pensaron que estábamos jugando afuera por la noche. Que tonto, nunca jugaría con Lieke en la noche.


— Si te dijeron que estuvieras en la cama, debes estar en la cama— ella solo camina hasta mi cama y se acuesta allí— me vas a enfermar a mí, Lieke— ella se ríe, un sonido raro que me dice que no está bien todavía.


— No quiero— afuera escucho que la llaman, y ella solo se mete entre las cobijas. Yo sigo leyendo. Los libros que me dio esa persona… son maravillosos. No entiendo mucho, pero solo porque no conozco muchas palabras, y no puedo preguntar qué significan. No le he contado a mis hermanos que ahora se mas cosas sobre lo que puedo hacer. No puedo decírselo a mis padres, ya sé que ellos temen que todos piensen que soy el hijo de un demonio y que los sacerdotes vengan y me intenten liberar, porque no servirá de nada y si las cosas salen mal toda mi familia sería rechazada en las iglesias.


— Voy a llamar a los sirvientes— me levanto.


— ¡No! déjame quedarme— no quiero que se quede porque si la descubren seré yo quien reciba el regaño y el castigo— ¿estás castigado?


— Sí, me dijeron que tenía que leer y hacer unos escritos— me quedo claro que padre no me conoce, si me conociera no me habría puesto ese castigo. Hace días que termine el escrito pero no lo he entregado porque no hace buen clima para practicar en los jardines y prefiero estar dentro del castillo— pero eso no importa— sonrió, y abro la puerta con mi magia. Ella no lo ve, pero si ve que salgo de la habitación. Muchos sirvientes la están buscando, solo tengo que caminar hasta la escalera y decirle a uno que ella está en mi habitación.  Poco después, llevan a Lieke gritando cosas hasta su propia habitación.


— Hiciste bien— La voz de Gerrit me sorprende, y me giro rápido. No le sentí— Lieke está enferma todavía.


— Lo sé— Gerrit esta enlodado, viene de los jardines— ¿Qué tal la práctica?


— ¿Qué hacían afuera esa noche?— suspiro. Es cansado tener secretos, alguien tan joven no debería tener tantos secretos, ni ser tan inteligente. No me siento como un niño.  Comienzo a caminar y le hago una seña para que me siga, pero no a mi habitación si no a la de él. Me siento en la silla del escritorio.  La habitación de Gerrit es igual de grande que la mía, pero es muy diferente, y aunque tienen la misma ventana, la habitación de él parece tener más luz que la mía.   Enciendo las velas señalándolas de una en una.


— Lieke me siguió, yo no le lleve conmigo, no sabía que estaba despierta.  Cuando la encontré la traía de regreso al castillo, pero padre nos encontró primero.


— ¿y porque saliste?


— estaba siguiendo a un fantasma. Creo que me quería decir algo importante— Gerrit deja sus cosas a un lado. Siempre ha sido el favorito de mi padre,  quien se convertirá en el señor de estas tierras y a quien los sirvientes le deberán lealtad. Tendrá su propio grupo de caballeros y esas cosas. Lieke también ha sido una niña consentida, es la única mujer de la familia y mi padre ya tiene  planes para formar alianzas. Yo soy el único que no parece pertenecer a esta familia. No me parezco  a nadie, ni pienso como los demás y soy diferente.  La magia me hace diferente, y ver la envidia en la cara de Gerrit me hace sentir como si yo fuera más importante que él al menos por esta vez.   


— no me gusta que hagas eso, hablar con los muertos no debe ser algo bueno. Suena a que es malo, Viktor. Deberías hacer solo lo otro, con el viento y el fuego.


— ¿piensas eso? ¿Entonces yo soy malo?— no me estoy burlando de nadie,  de verdad quiero saber qué es lo que soy, porque soy como soy— no sabía hacer nada con el viento, o los elementos. Pero sí que hablaba con los fantasmas desde hace mucho, desde que recuerdo, ¿entonces soy malo porque siempre he hablado con los muertos?


— Viktor… no, no eres malo. No has hecho nada malo, pero… ¿de verdad hablas con los muertos? ¿Ellos te dicen cosas?


— no. Aun no, pero si les pido algo me obedecen. Oh, espera… creo que sí, no hablan como nosotros, pero si se comunican, siento cosas que yo no siento… como si hablaran con mi alma. 


— no lo hagas más.


— no hablo mucho con ellos, no dicen mucho, y si hablo con uno, luego aparecen más, y más.  Gerrit, siento que es importante, que pueda verlos y ordenarles cosas.  Lieke lo sabe, y a ella le gusta.


— Lieke es una niña, no sabe lo que está bien y lo que no. júrame que no lo harás de nuevo, Víktor.


— No puedo jurar eso— Gerrit no me dice nada más. No puedo pensarme sin los fantasmas, siempre han estado conmigo y nunca me han dejado— no puedo ignorarlos, además ¿Qué pasa si un día los necesito?


— ¿para que necesitas hablar con fantasmas?


— No lo sé…— nunca ha sido muy útil,  pero pienso que me podría servir cuando sea mayor— ¿Por qué no le has contado a nuestros padres? O a alguien más.  


— eres mi hermano, no quiero que te pase algo por decir algo como eso, no estás haciendo nada malo… porque no haces nada malo ¿cierto?


— no. Solo quiero aprender cosas— casi le cuento sobre los libros que tengo, esos que he ido encontrando en secreto en lugares extraños. Son pesados y viejos, y creo que ese hombre me los está dando, sin embargo no le he visto otra vez— ¿no te da miedo lo que hago?


— no.


— yo si tengo miedo— en especial por las noches, cuando las sombras se mueven conmigo, cuando me siguen y rodean y parecen vivas. Me da miedo terminar entre las sombras y que no pueda salir de ellas. No sé cómo controlarlas, cuando estoy muy molesto solo se mueven sin que pueda pararlas. Gerrit se para frente a mí.


—Viktor, puedes contarme todo ¿sabes? no le diré a nuestros padres, y si puedo ayudarte… sé que no voy a hacer esas cosas nunca, así que está bien si me cuentas eso. No me voy a asustar de ti— le digo que si con la cabeza. Quizá Gerrit no se asuste con lo que hago, pero… algo me dice que no lo haga. Creo que decirle está mal. Le cuento un poco sobre lo que puedo hacer, las cosas que él no sabía, pero nada más. El sonido de un cuerno llega hasta donde estamos.


— ¿visitas?


— No sabía que padre estuviera esperando visitantes— los dos salimos y corremos a las escaleras. Gerrit es más alto que yo, y llega primero. No hacemos ruido mientras esperamos… antes de que nos descubran los sirvientes y nos envíen a nuestras habitaciones. Tengo mucha curiosidad por saber quien acaba de llegar. Cuando intento salir de nuevo, me encuentro con un fantasma afuera de mi habitación, hace un gesto para decirme que no salga. Justo cuando voy a reclamar, escucho los pasos en la escalera. Vuelvo a cerrar la puerta.


 


Sin embargo, en la comida del día siguiente conocemos a los  invitados del castillo. Son tres personas, hombres adultos.  Gerrit ya está en la mesa, y Lieke no vino,  los tres hombres me miran mientras mi padre les dice quién soy. No me gusta que me miren mucho, mucho menos la forma en que ellos me están viendo. No tengo que asustarme o enojarme o hare algo mal y se darán cuenta de lo que puedo hacer.


— ¿Quiénes son?— le pregunto a Gerrit, cuando los demás dejan de mirarme y siguen hablando. Gerrit se acerca a mí y baja la voz.


—  Escuche que vienen de parte del rey—  no parece que sean de parte del rey, y además ¿A qué vienen a nuestro hogar? Este lugar es pequeño, no hay muchas cosas que observar ni que vigilar, solo hay nada en los alrededores.  Los campesinos apenas tienen propiedades y animales, lo único interesante que atrae  los extranjeros es el  monasterio, y ese lugar siempre está abierto para todos.


— ¿Qué van a supervisar?— Gerrit me mueve la cabeza, no lo sabe tampoco él.  Dejamos de hablar cuando madre nos mira, no ocupa decir nada para hacernos saber que no quiere que sigamos hablando. Comemos sin decir nada, Gerrit está nervioso, se está esforzando por parecer normal, a mí no me cuesta nada comer como si no tuviéramos invitados, ni siquiera cuando noto que uno de ellos me mira fijamente. Quizá hoy puedo salir, si el castillo estará ocupado con los invitados, nadie me pondrá atención a mí, será Gerrit quien tenga que ir con ellos.


No me equivoco. Solo me escondo un par de veces cuando me cruzo con un sirviente. El monasterio está más solo que las otras veces que fui. Hay algo raro también en el aire, en la forma en que los campesinos susurran entre ellos. Incluso entre los monjes hay algo extraño. Me siento en el mismo lugar de siempre. La mayoría de los libros aquí solo hablan de la vida de los santos, de los milagros y de la vida de los reyes, los leí en mis lecciones en el castillo. Hay algunos que hablan sobre brujería, no son como el que me dio el desconocido, aquí solo dice que es malo, y no creo ni la mitad de las cosas que leo.  Sé que algo de verdad debe haber en estos libros, tampoco sé que estoy buscando.  


— ¿Otra vez?— aunque es un susurro, la voz llega a donde estoy— a este paso, este lugar…


— debemos tener fe. Esa enfermedad solo es una prueba más— ah, lo recuerdo. Esa epidemia. No sé qué es lo que hace, pero eso debe ser lo que note cuando venía. Todos están asustados por eso ¿los enviados del rey vinieron por eso?  Esa enfermedad puede ser grave entonces.  Algo se mueve frente a mí, un fantasma que parece caballero. Mueve la mano y señala un rincón. No hace ni dice más. Me levanto a ver que hay en el lugar que señala.  Debajo de una mesa, en el rincón más oscuro, hay un libro pequeño y grueso.  Sonrió.


— Gracias— digo, y el fantasma desaparece. No abro el libro allí, lo meto en mi ropa y salgo.  Ya está oscuro afuera, y no hay nadie. La noche es hermosa, no hay luna y está todo oscuro. No tengo problemas en ver el camino, es como si las sombras me estuvieran llevando por mi camino. Sé que Lieke le teme a la  oscuridad, yo no le he tengo miedo. Hay más personas en el castillo, y no puedo salir de mi escondite. Me quedo sentado detrás de un tapiz, esperando a que terminen de limpiar. Mi padre entra, ordenando que todos se vayan. Escucho marcharse a los sirvientes.


— no me mencionaste que tenías un hijo diferente.


— Viktor ¿Por qué debería decirlo? No vienen a preguntar sobre mi hijo.


— Si es el responsable de la enfermedad, sí— ¿Qué? ¿Yo? Miro mis manos ¿yo estoy haciendo eso? la magia que hago no hace daño a nadie— pero no te preocupes, es un niño, dudo mucho que sepa hacer algo como eso.


—Viktor no haría algo como eso. Pueden preguntarle a cualquiera en el monasterio, asistimos con frecuencia ahí, y uno de los hermanos le da clases privadas a Viktor para que no tenga que salir— no quiero seguir escuchando.


— Disculpadle, solo dice tonterías.  La epidemia es más importante. Aún no sabemos si es producto de un  pacto con demonios o solo una enfermedad que podemos curar— no quiero escuchar mas, me cubro las orejas y las voces quedan muy lejos. Camino de regreso, no me importa que me vean cuando rodeo el castillo y entro por la puerta que da a los patios traseros. No hay nadie  en mi camino.  Camino hasta la habitación de Gerrit.


— ¿Viktor? ¿Qué está pasando?


— yo…— siento que no estoy aquí, es como si estuviera soñando, me siento lejos, muy lejos de mi cuerpo. Gerrit me habla, pero no le escucho, también intenta tocarme— ¿Qué pasa?


— Entra— se hace a un lado,  y me quedo mirando el vacío en la puerta— no puedo tocarte, Víktor, tienes que entrar o te van a ver— doy solo cuatro pasos, y Gerrit cierra la puerta— ¿Qué es eso? ¿Por qué estás haciendo esto?— no le entiendo. Él esta… asustado. Parpadeo, y veo el movimiento de las sombras. Ah, estoy haciendo eso de nuevo.


— no sé cómo pararlo.


— ¿Qué es? Nunca… no me habías dicho que podías hacer esto.


— ellos dicen que es mi culpa… la  epidemia. Dicen que es culpa mía, por ser diferente— Gerrit se queda callado, me mira a mí en lugar de a las sombras que se mueven a mi alrededor.


— no es tu culpa. Tu no sabía de eso— no me pregunta como lo escuche.


— ¿y si tienen razón?  A lo mejor no me he dado cuenta y al hacer eso yo estoy… haciendo más cosas.


— no, es imposible, Víktor. Estamos lejos de las casas de los campesinos, si fueras tu, la epidemia hubiera iniciado en el castillo. Yo estuviera enfermo, Lieke… no es tu culpa—  tiene razón. Cierro los ojos y suspiro. Tengo mucho tiempo haciendo esto, y la epidemia llego hace poco. No puedo ser yo. Cuando abro los ojos, las sombras están moviéndose más despacio, desapareciendo.  


— tenía miedo de que le dijeran a padre que debía matarme.  


— No haría eso, Víktor. ¿Qué es eso que haces? Da miedo.


— No sé, creo que es oscuridad o sombras. No sé cómo controlarlo, solo aparece cuando estoy asustado o molesto— mientras lo digo, las sombras por fin desaparecen. No he leído nada sobre esto, y siempre estoy muy molesto o muy enojado y no puedo pensar en hacer algo más, como controlar a donde se mueve o que haga algo.


— parece genial, pero te hace ver… aterrador.


— oh…


— eres mi hermano, yo se que eres bueno… ah, mira...—  se frota su mano derecho y me extiende la palma, un anillo— con esto recordaras que no eres malo, Víktor.


— te lo dio mi padre. No puedo tomarlo, es tuyo.


— y yo te lo doy. Escóndelo. Yo no diré nada, y si me preguntan diré que lo perdí mientras montaba el caballo—  el anillo no me gusta mucho, y no  me queda cuando lo pongo en mis dedos— no olvides que no eres malo.


— no lo olvidare.


 


Durante los años que siguieron a la visita de los dos enviados del rey, para mí fue claro que mi padre comenzó a vigilarme. Asistía a mis lecciones privadas, a las clases que tenía con los caballeros para manejar la espada y también pretendía hablar conmigo cuando solo quería que le contara si podía hacer algo que no era normal. Gerrit me dijo que también a él le había preguntado, porque padre sabía que yo y Gerrit pasábamos todo el tiempo que podíamos juntos. Ya no podemos jugar como antes, Gerrit tiene casi diecisiete años y pasa mucho tiempo con padre y los consejeros.  A Lieke no le he dicho nunca sobre lo que hago, aunque también paso tiempo con ella desde que quiso que le enseñara a leer porque todos dijeron que ella no necesitaba leer. Le enseño a escondidas, después de preguntarle a algún fantasma si no nos van a descubrir. No me equivoque cuando le dije a Gerrit que sería útil alguna vez, los fantasmas siempre me responden con la verdad y saben el futuro. 


— Viktor, vamos, quiero ir fuera.


— estoy ocupado.


— pero…


— ahora no Lieke. Además, estas pálida, deberías descansar hoy— he estado encontrando más libros,  siempre ocultos y siempre con cosas nuevas. He aprendido mucho con ellos, puedo hacer de todo con lo que sé ahora. El castillo y el pueblo se hacen más pequeños para mí.


— como digas— Lieke se fue, y unos momentos después, Gerrit entro a mi habitación. Hago una mueca al libro.


— ¿Qué paso con Lieke? Iba molesta.


— le dije que no iría con ella. Ya no es una niña.


— debiste ir con ella. O ser más amable.


— No fui grosero, solo le dije que no iría con ella, deja de comportarte como mi padre— No volteo a mirarle. Dejo que se vaya.


Quizá esos años me habían vuelto más distante,  las sombras mas alerta de lo que pasaba a mi alrededor. La magia de la que estaba tan orgulloso había abierto una brecha entre mi familia y yo, y cada vez era más grande.


Tres noches después, me despertó una presencia en mi habitación. Estaba oscuro, pero había aprendido a ver en la oscuridad.


— ¿Qué haces, Lieke?... ¿Lieke?— estaba medio dormido, y no vi que hacía. Enciendo las velas con la magia, pero deseo no hacerlo. Lieke no dice nada, aun cuando debería estar emocionada por verme hacer magia. Mi hermana no se mueve del centro de mi habitación… o lo que queda de mi hermana. Verla ahora me hace despertar— Oh, Lieke…—  el fantasma de mi hermana me sonríe. Me quiero levantar y correr hasta su habitación y comprobar por mí mismo que ella está muerta.  Saco de la almohada el anillo de Gerrit y me pongo a darle vueltas entre mis dedos. Mi hermana levanta la mano y se despide antes de desaparecer. No deseo volver a verla.   


No dormí el resto de la noche, y al escuchar los llantos y los gritos por la mañana sé que los demás se ha enterado.  Mi hermana murió por la epidemia, eso dicen todos. Quizá llevaba mucho tiempo enferma y nunca lo dijo. Llevarla al cementerio en  medio de una procesión es una de las cosas que no creo olvidar. Mi hermana está muerta, eso es algo que ya no tiene remedio, y solo estoy un poco triste. Por eso no noto la forma en que todos me miran. Incluso Gerrit no se me ha acercado.


— Viktor.


— ¿Qué estás haciendo?


— voy a pasear.


— Lieke está muerta, Viktor— Gerrit me mira como si no me reconociera.


— Ya lo sé, y eso no tiene solución— le digo, alejándome. Ella se despidió de mí, y no me reclamo nada. No tengo que lamentar.  


El castillo está de luto, y no solo eso. Dos de los sirvientes también están enfermos. Creo que al final la epidemia llego aquí también. Hay curanderos por todo el castillo, intentando eliminar la enfermedad. Yo sigo con mis actividades como siempre, no estoy nada preocupado. Morir no es tan malo, yo lo he visto. No todos se quedan, y los que se quedan no parecen sufrir. Morir no me da miedo.


Unos meses después mi madre también enferma. No ha sido la misma desde que mi hermana murió, han muerto diez sirvientes más en este tiempo, y muy pocos quieren trabajar.


— ¿¡Porque no estás preocupado!? ¡Al menos finge que te importa nuestra madre o la epidemia!— No entiendo a Gerrit. Quiero a mi madre, pero si muere, solo es una persona más que va a morir. Mis padres no se han preocupado mucho por mí,  siempre he sido el diferente de la familia.


— me importa. Pero ¿Qué puedo hacer yo? No tengo una cura, y no se detener la enfermedad. No tiene sentido que me preocupe.


— ¿Cómo puedes decir eso?


— no lo sé.


— te desconozco, Viktor— me deja a solas en mi habitación. Yo tengo razón, no puedo hacer nada. Ni siquiera en los libros hay algo sobre curar ¿habrá alguno? Incluso aunque exista algo así, no creo que sea algo natural, creo que esto es algo hecho  por la magia ¿el hombre que me está dando lo libros? Quizá, es sospechoso, y conoce de magia aunque no le he visto haciéndola.


Es un poco tarde ya cuando escucho los gritos furiosos de mi padre. Alguien intenta calmarle, pero al final le escucho llegar hasta mi puerta, la abre de un golpe.


— ¡Es tu culpa! ¡Toda esta enfermedad es tu culpa!— da un manotazo y me tira el libro que sostenía. Me levanta del brazo y me lleva a la fuerza hacia el patio. Me tropiezo varias veces, nadie hace nada. Algunos fantasmas nos siguen, y lo escucho de ellos. Mi padre va a matarme. Si dejo que las cosas sigan así…


No quiero morir.


Llegamos al centro del patio y me intento detener, hundiendo los pies en el pasto.


— ¡Suéltame! ¡No es mi culpa!


— ¡Calla…!— La oscuridad cubre todo el patio, ocultando la luz del sol. Algunos gritan, y yo me suelto de mi padre y me alejo unos pasos.


— No vas a tocarme. No sabes lo que soy capaz de hacer— mi voz no tiembla. De hecho, me siento tranquilo. Ya no estoy asustado, y ahora es fácil mover la oscuridad.


— ¡Viktor, detente!


— No soy yo quien está haciendo eso, si intentan dañarme… yo…— hago que la oscuridad sea más oscura, que se agote el aire. Escucho los intentos de todos por respirar, y luego todo desaparece. El sol vuelve a brillan aunque no calienta— Yo puedo hacer cosas peores— No he hecho nada malo, pero sé que puedo hacerlo. Camino de regreso al castillo, nadie se mueve. Gerrit está mirando al cielo, como si hubiera algo ahí— Lo siento, al parecer no soy tan bueno como crees. Gerrit, la oscuridad es mi camino— Tengo solo quince años, pero me siento mayor. Hoy, mientras mi padre intentaba matarme, lo entendí al fin. Esto es lo que soy, y no puedo ocultarlo. Es lo que los libros han intentado decirme, soy un brujo.


Las cosas en el castillo jamás volvieron a ser iguales.


Mi madre murió días después, sin haberse enterado de nada. Mi padre se alejo de mi tal y como le ordene. Jamás volvió a dirigirme la palabra y después de que madre muriera estaba casi siempre en cruzadas y batallas contra otros reinos. Cuatro años después no regreso de una batalla. Murió luchando, o eso dicen los que fueron con él. Yo conseguí más libros, no me moleste en ocultar más lo que hacía, aunque solo lo hacía en el castillo, y nadie se atrevía a contradecirme.  En uno de esos libros, el más oscuro que conseguí, supe que yo era un nigromante. Y que era poderoso.  Nunca intente invocar los espíritus de mi hermana o mi madre, mucho menos de mi padre.  Una tarde pude reanimar mi primer cadáver. Mis poderes crecieron después de eso. Yo no tenía límites.


En cuanto a Gerrit… después de ver mi poder en el patio, no volvió a ser él mismo. Perdió poco a poco la razón, hasta ya no saber en donde vivía, incapaz de mantenerse por sí mismo.


Y yo quede como el señor del castillo, el dueño de todas las tierras y todas las personas que vivían alrededor.


La oscuridad es mi camino, las tinieblas mi trono.

Notas finales:

Tuve que formatear el pequeño apararito donde tengo mis documentos, este capítulo lo tenia en mi correo, disculpen si hay algun error ortografico o contradiccion con la historia, lo checare cuando pueda acceder a mis documentos del respaldo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).