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Crónicas de un nigromante por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola, un nuevo capítulo, espero les guste.

El mundo cambio. Yo cambie con el mundo también, siempre delante de los demás.  Mis recuerdos de cuando era un niño me hacen reír ahora. Del viejo pueblo donde viví ahora solo quedan ruinas polvorientas y hace años que nadie recuerda que antes allí hubo una comunidad. Y todo decayó cuando yo me fui de allí, cuando Gerrit murió y nada más me ataba a ese lugar, excepto los libros que fui consiguiendo mientras fui el amo de las tierras.


Ahora mismo, esos libros se encuentran en un lugar secreto, formando una increíble colección de libros sobre magia. ¿Cuántos años han pasado desde entonces? bastantes.  Me di cuenta de que no envejecía al mismo ritmo que los demás, y que si quería podía controlarlo más todavía, me gusto quedarme como alguien de treinta años.  Descubrí que no soy el único que puede usar magia, me he encontrado con cientos de humanos que hacen lo que yo y he aprendido a usar mejor la magia en formas que los libros a veces no pueden mostrar.


— ¿Qué estas escribiendo?


— Jan…


— ¿Qué es? ¿No vas a decirme?


— Creí que estabas dormido.


— Tus pensamientos son tan fuertes que no me dejan dormir— Jan sonríe, pasando sus brazos por mi cuello. No tiene más de una veintena de años, pero sigue comportándose y pareciendo un niño— ¿sigues haciendo esas cosas mágicas?


— Son anotaciones de los resultados que obtuve esta mañana.


— Que aburrido, ¿no vienes?— Es una invitación con doble sentido. Conocí a Jan unos meses después de que decidiera establecerme en la ciudad, los antiguos poblados han sido reemplazados por lugares más grandes, mas habitados y mucho más sucios. Durante años he tenido cientos de relaciones con humanos y no humanos, relacionarme con otros magos es molesto y nunca ha terminado bien.  Pensándolo bien, eso es problema mío porque nunca he tenido sentimientos profundos por ninguna de esas personas. Y eso hace especial a Jan. Él es hijo de una familia acaudalada por ser comerciantes, solo que Jan no quiere ser comerciante, sino pintor.


— Ya voy.


— Al menos sonríe— él me extiende la mano, incitándome a ir con él. Alcanzo su mano y dejo que me guie a la habitación, a la cama que compartirnos a veces. Quiero mucho a Jan, me gusta escucharle hablar sobre arte, sus ideas soñadoras. Es todo lo contrario a lo que esperarían y eso me gusta, no sigue la vida que ha estado destinada para él. Fui el único que le escucho y poco a poco nos fuimos conociendo, al punto que incluso le revele lo que soy, lo que hago. Es el primero que no me teme, que no le importa incluso que hable con los muertos, y por todo eso, he decido hacer de él un mago— Me siento un poco solo últimamente.


— voy a remediar eso.


— ¿Cómo?— Ahora sí que sonrió.  Jan y yo solo somos amantes ocasionales, él está interesado en alguien más, aunque no me ha dicho quien, solo sé que es un amor imposible y que está haciendo lo que puede para olvidarse de ese amor y seguir adelante, a mi no me molesta ser usado de esta manera mientras sepa que le tengo, porque Jan es mío y será mío por siempre una vez que aprenda lo básico de la magia y ya no envejezca. Me levanto, y le tomo del rostro, siempre con cuidado, como si Jan fuera de cristal. Le beso— sí que funciona. 


Los dos vamos a la habitación, Jan apaga la vela y yo soy quien nos conduce entre las sombras hasta la cama. Jan suspira mientras sus manos intentan quitarme la molesta ropa que llevo. Sus dedos no tiemblan. Jan es tan decidido, que es quien me empuja y termina sobre mí. A veces, solo para consentirle, dejo que tome el control de la situación, de nuestros cuerpos uniéndose. Yo solo le ayudo a quitar las prendas que él no puede quitar. Le sostengo mientras beso su piel, mientras acaricio cada rincón de su cuerpo y él deja sus propios besos en mi cuerpo. Jan cree que no veo cuando mueve sus caderas  y hace que mi miembro entre en él, pero siempre veo el pequeño gesto de dolor que hace cuando lo hacemos.


 Me gusta ver su rostro cansado, sus ojos brillantes y apartar el cabello de su rostro antes de que se incline sobre mí y acomode su cuerpo para quedar justo sobre mi brazo, su cabeza apoyada en mi hombro y entonces puedo consentirle un rato. 


Solo con él puedo ser de esta manera, solo con él puedo mostrarme diferente al hombre serio que soy. A decir verdad, Jan me recuerda un poco a Gerrit.  He aprendido con los años que no tiene caso tener cariño hacia los humanos porque al final todos mueren, saber tantas cosas ha hecho que la vida sea mucho más monótona y aburrida que cuando no lo sabía.


— Viktor…


— ¿sí?


— ¿realmente me quieres como dices? Aunque yo… bueno…


— te quiero. Lo demás no importa— No me conformo con tener solo cuerpo, pero eso va a cambiar pronto, cuando por fin vea que está a un nivel diferente a los humanos, cuando sus ojos vean el mundo como yo lo veo, entonces, Jan va a pertenecerme por completo.


— Eres demasiado bueno para mí…— murmura, creo que piensa que no lo escuche. No digo nada y dejo que se quede dormido.


He vivido muchos años, sí, pero no los suficientes.  Me siento demasiado solo después de todo este tiempo viendo como todo cambia, a pesar de haber buscado la compañía de otros como yo, es imposible. Hay un problema conmigo: No soy un mago normal. Suena extraño, pero aun entre los magos, ver y hablar con los muertos es inusual y mal visto.  Que molesto. Había esperado que al encontrar a los que usan magia sería bien recibido, conocería mejor la magia y podría entender mejor lo que yo hago. No paso así, incluso antes de acercarme, supe que si ponía un pie cerca de cualquiera de ellos, seria perseguido.  Solo he tenido contacto con algunos nigromantes más y no podemos llevarnos bien, solo podemos tolerarnos. Por eso decidí que si no podía estar con alguien que ya tuviera magia, entonces iba a estar con alguien a quien yo mismo creara.  Le daré la magia a Jan.


 


— ¡Mira, Viktor!— Jan sonríe mientras me muestra sus dedos en llamas de color azul pálido. Hace unos días, Jan al fin entendió el secreto de la magia, y ha estado haciendo pequeñas demostraciones para mí— ¿Qué dices?


— Nada mal, estas manejando las cosas mejor de lo que esperaba— Sus dedos vuelven a la normalidad mientras camina hasta mí y me acaricia la mejilla.


— Gracias, de no ser por ti…   


— solo déjame ver como pintas—  Jan ha dejado a su familia, y ahora vive en la misma casona que yo, donde tiene su propio estudio para pintar. Él me toma de la mano y me lleva hasta ese lugar. Casi no vengo aquí, dejo que él me muestre las cosas cuando las tiene listas.


— Quédate de pie aquí— Me deja en un lugar junto a la ventana y acato las indicaciones que me da antes de que se ponga delante del lienzo. Todas las pinturas que hay en este lugar son de Jan. Todo es tranquilo, dejo que él haga su trabajo mientras pienso en los experimentos que estuve haciendo. Afuera está nublado, sin duda abra tormenta esta noche. Cada vez siento que Jan es más cercano a mí, soy lo único que tiene ahora— Ya esta, puedes mirar— Dice, girando el lienzo. La pintura es un retrato mío, como supuse al quedarme de modelo.


— maravilloso.


— Así soy yo— me sonríe, señalándose con el pincel— Pero eres difícil de pintar,  tienes una expresión que no es de este mundo, no lo sé… había pensado en pintar un cementerio detrás, pero no pienso ir a un cementerio solo para eso.


— No lo necesita. Iré a desván— mis experimentos actuales son algo que podría cambiar el mundo si logro descifrarlo adecuadamente. Las cosas que hay en el desván harían pensar que soy uno de esos nuevos humanos que se hacen llamar científicos. No tienen idea de que están muy equivocados. El mundo no está listo para conocer aún el alcance de lo que hago, pero no estoy dispuesto a decir que están mal, mientras sigan hablando de mi como un humano medio loco que hace experimentos dudosos, está bien, no atraigo la atención de los magos del parlamento.


— ¿Por qué nadie más puede venir aquí?— Jan me sigue. Está acostumbrado a verme en este lugar, incluso me ayuda en más ocasiones de las que recuerdo.


— La ignorancia es una forma de poder. Que nadie me conozca me hace más fuerte.


— ¿Cómo llegas a esa conclusión? Siempre dices cosas extrañas.


— no es extraño, solo es verdad.


— dijiste que íbamos a mudarnos ¿Cuándo lo  haremos? ¿A dónde iremos? Me gustaría estar cerca de un lago o un rio, siempre quise vivir cerca de uno.


— Así se hará entonces— Jan me abraza, y luego se inclina sobre la mesa para leer las notas que tengo para ayudarme.


 


Todo estaba bien con Jan, le quería y él de algún modo me quería también,  pero siempre he sido más curioso, siempre queriendo aprender y ser mejor que los demás. Y desde que nos mudamos, tengo como propósito hacer algo que nadie más ha hecho, incluso he mantenido oculto de Jan ese experimento. Como nigromante, pensé que si podía ver y hablar con los espíritus que se quedan en este mundo entonces podría intentar regresarlos a la vida. Realmente es una idea que tengo desde que murió Lieke, pero en aquel entonces no era más que un sueño de niño, el cual ahora que  puedo hacerlo realidad carece de sentido, mi familia no va a volver porque ellos nunca se quedaron. Solo Lieke se quedó lo suficiente para despedirse.


— ¿estás despierto? Es tarde.


— lo sé— Acaricio el cabello de Jan mientras me acuesto a su lado— Era importante, no podía dejarlo a medias— En los últimos experimentos que hice logre que el alma volviera a un cuerpo muerto. El cadáver se movió, se sentó pero ya no hizo nada más. Es un logro importante.


— últimamente estas muy ocupado.


— lo sé, es solo… ya lo veras cuando termine— no sé si me escucha.  


En los días que siguieron a esa noche, mis intentos por hacer que un cadáver reviviera han sido mejores y peores a la vez. Mejores porque ya sé cómo funciona, peores porque no estoy regresándole la vida al cuerpo con exactitud porque el cadáver hacer solo lo que yo le ordeno,  no puede hablar y no tiene inteligencia. Es útil para algunas cosas, pero no es eso lo que quiero. Yo quiero descubrir los secretos de la vida, porque la muerte me ha revelado sus secretos hace muchos años.   


— Viktor.


— ahora no, Jan, estoy ocupado.


— Escúchame un momento…— Dejo de tomar notas y le miro. No me sonríe, y recién noto que va bien vestido— No puedo quedarme más contigo.


— ¿Qué?


— Lo siento, realmente me esforcé, y te quiero, pero no para compartir toda una vida contigo. Me voy a mudar, creo que puedo intentar estar con alguien más… lo siento.


— Está bien— no tengo tiempo para esto, lo que estoy haciendo es más importante. Ni siquiera el tiempo que pase con Jan es tan importante, quizá vuelva a buscarme pronto y todo estará bien. Jan no regresa pronto, pero no  me molesta, tiene razón al decir que sería una molesta pasar una vida sintiéndote desdichado al lado de alguien más.  Y como estoy ahora mismo no puedo perder el tiempo con alguien.


Con el tiempo me di cuenta de que quizá no quería a Jan como pensé en un inicio, han pasado meses desde que dejo la casa, y muy pocas veces le he echado de menos. Al inicio estuve molesto por lo desagradecido que fue al dejarme después de haberle dado todo.  Pero ¿Qué no fue así siempre? No es la primera vez que me han dejado, solo tengo que encontrar a la persona correcta para mí.  Por eso frecuentemente me paseo por las calles, buscando a cualquiera que esté dispuesto a compartir la cama conmigo.


Una noche de octubre, alguien llama a la puerta con mucha insistencia que la escucho hasta la habitación donde estoy.  Momentos después, el ama de llaves me viene a buscar, pero no pasa mucho para que descubra quien es el causante del alboroto.


— ¿Qué haces aquí?


— ¡Viktor!— Jan corre hasta mí, tiene la ropa sucia, manchada de sangre. Le miro, sin mostrar nada en mi rostro— Ayúdame, por favor… yo…— Jan se pone a llorar, manchando mi ropa de sangre y lágrimas. Nunca vi llorar a Jan, mucho menos con tanta desesperación. Me hace suspirar, y apoyar una mano en su hombro.


— ¿Qué paso?


— un accidente, yo… sé que no tienes que hacerlo, pero, es doloroso, no puedo vivir sin ella— se suelta a llorar otra vez.  Con un movimiento de la mano acerco un par de sillas, y luego limpio mi ropa de la suciedad— eres el único que puede ayudarme, sé que tú puedes devolvérmela.


— ¿Devolverla?— No sabía que Jan salía con una mujer.


— está muerta, ¡Muerta! Y si ella muere, yo también— Ah, pero que juventud.  Que decepción. Y yo que esperaba algo más— si alguna vez me quisiste,  por favor, te pido que me ayudes, tú hacías esos experimentos, estabas intentando regresar la vida…


— está bien, lo hare— Jan me mira, no soporto ver sus ojos llorosos.


— ¿en serio?


— Lo intentare— No debería hacer promesas que no se si pueda cumplir. Yo no le debo nada a Jan, si me negara nadie podría no darme la  razón. No quiero ser bueno tampoco, es solo que tengo una oportunidad interesante en este momento. Siempre que intento revivir a alguien, es un cadáver de días, sin nadie que les llore. Quizá, el alma de esta persona aun este por aquí, esperando.


El cadáver de la chica está en… bueno… no tiene su mejor aspecto. Nadie sabe que durante un tiempo aprendí sobre el cuerpo humano, estuve con personas que decían sanarlo mediante operaciones, así que me tomo mi tiempo para reparar lo mejor que puedo el cuerpo de la mujer. Desafiar a  la muerte, solo pensarlo me hace sonreír. Que equivocado estaba con respecto a Jan, no le quiero tanto como creí al inicio, solo me sentía solo y quería compañía, pero ya que no puedo tenerle entonces buscare otra persona para que este conmigo. Nadie me viene a molestar mientras trabajo, aunque me parece escuchar la voz de Jan fuera de este lugar.


— Viktor…


— Aun no está listo, el cuerpo aun tiene que ser tratado— Debe estar en las mejores condiciones para que vuelva a  vivir. Jan me mira y solo asiente.


Lo que voy a hacer está en contra de la naturaleza. Se supone que los muertos no pueden volver a la vida, ni siquiera la magia puede traerlos de vuelta. Solo se supone, porque yo no creo que exista semejante limitante al poder que tenemos los que usamos magia. Si la magia viene de todo en este mundo, entonces también debe haber una manera de volver a unir el alma a un cuerpo.  No puedo creer que la vida solo termine, si puedo ver los espíritus de las personas muertas, entonces debe haber un lugar donde estén, un lugar del que quizá puedan regresar. Esa será mi más grande proeza.


Desde que mi hermana murió, tengo esta obsesión con la muerte. Quizá desde antes, me daba curiosidad hablar con los espíritus. Ninguno sabe responder donde están o que hay más allá de la muerte. Ahora… creo que casi tengo resuelto el misterio, si tan solo no volviera como reanimado… la respuesta viene a mí en un sueño. Me vi a mi mismo leyendo una serie de escritos sobre mitos griegos. Es de noche aun cuando despierto. Es muy raro haber soñado eso porque  la mayoría de las noches tengo pesadillas.  Me levanto y voy hasta la colección de libros que tengo, hasta encontrar el libro que busco. Ya no son los viejos trozos de papel  que leía cuando era niño, y me basta  hojearlo rápido hasta encontrar el mito que busco. El mito de Asclepio, aquel que desde niño fuera adiestrado en las artes de la medicina hasta el punto que encontró una forma de revertir la muerte y los dioses le condenaron por cometer tal sacrilegio y dejar el lugar de las almas vacio. Sonrió… porque es justo lo que necesito.


¡No soy el único que va a lograr esto!


Ahí mismo, en el pequeño estudio que tengo, comienzo a invocar a los espíritus. Siempre les preguntaba cómo lo podría hacer, pero ninguno sabía una respuesta. Ahora tengo una pregunta más concreta y la habilidad para invocar el alma de cualquiera. Esta vez, si tengo una respuesta.


 


Paso los siguientes tres días consiguiendo lo que necesito, ahora es mucho más fácil y cuento con más ideas aparte de esperar un día  propicio. He tenido que soportar a Jan preguntándome todo el tiempo si he hecho algo. Esto ya no es por él.


Jan me acompaña el cuarto día, todo está listo para comenzar a revivir el cadáver.


— Catrine…


— Espera, llámala cuando te lo diga. Ahora quiero que viertas en su boca esto cuando comience a moverse— Jan aún no se recupera de la visión de la chica muerta. No me importa mucho. Dejo que las sombras se apoderen de todo en la habitación, el olor de la muerte se hace notorio. Las almas de los espíritus se acercan— Jan, es hora. Llámala— Comienza a repetir su nombre una y otra vez. No dejo que ningún espíritu hable de más, me concentro en encontrar el alma de esa mujer. No pasa mucho, como supuse, acude al llamado de Jan, es como un punto de luz en las sombras. El cuerpo funciona con energía, no puedo esperar una tormenta para conseguir la energía de los rayos. Uso mi magia, llenando su cuerpo, ordenándole que vuelva a funcionar, que la sangre nueva que tiene comience a circular, que los órganos revivan.


— Viktor ¡Se ha movido!


— El brebaje— No veo cuando Jan lo usa, pero siento un tirón en todo mi cuerpo, es como si me estuvieran arrancando algo de mí. No se detiene, mi magia fluye sin parar hacia algún lugar, el espíritu de la mujer se apaga, y solo veo sombras antes de que la luz me ciegue.  Me quedo sin escuchar nada, no veo ni siento nada. Luego, poco a poco, escucho la voz de Jan llamándome. Abro los ojos y me encuentro mirando al techo. Parpadeo. Jan está en el suelo también.     


— V-Viktor…— no entiendo su expresión de sorpresa— ¿Qué paso?


— No lo sé… ¿Por qué me estás viendo como si hubiera hecho algo extraño?


— es que tu…


— ¿Jan?— Los dos miramos hacia la mesa. La sombra de una mano moviéndose. Jan es el primero que se levanta, le veo llorar. Yo… ¡Funciono!  Ella está viva, habla y reconoce a los demás.  Me levanto, quiero verlo por mí mismo.


— todo está bien, Catrine, todo está bien.


—Jan necesito hacerle algunas pruebas, quiero comprobar que todo está bien— Y cuando veo mi mano tomando los instrumentos de la mesa, me sorprendo. Pongo las dos manos delante de mí.


— Eso iba a decirte ¿has cambiado tú mismo?— No hay un espejo cerca, y no estoy seguro de que hacer primero.  Necesito…salgo de allí hasta mi propia habitación en busca de un espejo. Es mi reflejo, sí, pero… con unos diez años menos. Soy joven, parece que tengo unos veinte años en lugar de mi apariencia madura que elegí. Me visualizo de nuevo, intentando  cambiar. No pasa nada, la magia no funciona. ¿Le di toda mi magia a la mujer? No, aun la siento. Hago aparecer fuego entre mis dedos, el viento y el agua también me obedecen.  Las sombras me siguen todavía. No entiendo porque ahora luzco así.


Ah… pero claro. No debo sorprenderme tanto. Cualquier uso de la magia tiene un precio, en especial la magia oscura… y creo que es más probable cuando lo que haces es traer a alguien al mundo de los vivos. Yo no puedo morir por vejez, quizá es la forma en que la magia toma años de mí. No me importa, de hecho es un precio barato a comparación de lo que he logrado.


— ¿Algún problema?— Pregunto, cuando regreso.  Ella ya está vestida, sentada en la camilla.


— Ninguno hasta ahora. Todo... Parece normal… Viktor, no puedo creer que en realidad lograras… que tu…


— déjame revisar… dime tu nombre—  Le pido a la mujer cuando me acerco con los instrumentos para comprobar su salud.


— Catrine… ¿Qué paso? ¿Dónde estoy?


— Cuéntame sobre ti, donde vives, el nombre de tus padres, tus gustos— Ella lo hace. Su voz es un poco débil, pero quizá era su modo de hablar. Su corazón late un poco más despacio que en los humanos, pero su respiración es normal. Ella deja de hablar cuando le pincho un dedo. La sangre sale igual, despacio.


— Lo hice…— Ella esta tan viva como cualquiera— vive, está viva— No recuerdo la última vez que reí, pero allí mismo comencé a reír como si la risa de todos los años que no reí saliera en ese momento.  No es tan complicado, en realidad si entiendes que la vida es sólo un camino hacia la muerte, y como todo camino, tiene un regreso.


Ahora soy el nigromante más poderoso que existe, nadie ha realizado tal proeza.  Aun si no quiero que se vaya aun, dejo que ella y Jan se marchen. Un sinfín de oportunidades se despliega ante mí con esto, puedo hacer lo que quiera por fin…


 


Cinco meses después, el ama de llaves me aviso que tenía una visita. En la puerta de mi casona, estaba esa mujer, Catrine. Ella sonreía mientras me veía llegar. Había celebrado mi victoria con anticipación,  porque no había sido una victoria completa.


— Ahora si puedo regresar con mi maestro— fueron sus palabras que me bastaron para entender que algo había salido mal.


— ¿Qué paso con Jan?— sabía que vivían en el poblado vecino, y no les había vuelto a ver desde que se fueran.


— se ha suicidado. Estoy sola— No lo decía como alguien que lamentara haber perdido a su amante, aquel que me había rogado que le devolviera a su novia muerta.  Catrine… ella tenía algo extraño, quizá fuera mi propia magia, mi ser como nigromante, que podía percibir la oscuridad en ella. Había  vuelto del mundo de los muertos, sí, pero no había vuelto igual. Ya no era una humana, pero tampoco había magia en ella.


Y no sabía que es lo que ella era ahora.

Notas finales:

 Gracias por leer, nos llemos la siguiente semana.


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