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Crónicas de un nigromante por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola

Muy tarde pero aquí esta el capítulo. Espero lo disfruten.

La puerta está cerrada.  Hace demasiado tiempo que nadie viene, no escucho nada tampoco, ¿ya se ha ido los invitados de padre? me estoy aburriendo, quizá pueda ir a la cocina.  Muevo los pies…no me atrevo a salir, si me ven fuera, voy a molestar a padre, y madre también va a darme un castigo por desobedecer.


— ¿Viktor?


— Lieke ¿Qué haces?


— ah, quiero salir ¿Vamos afuera?—la puerta está muy pesada, Lieke está esperándome delante de la puerta— Padre está ocupado, si vamos por la parte de atrás, no nos verán— me sonríe. No estoy convencido de querer ir.


— Lieke, no podemos salir hasta que los invitados se marchen— Lieke tiene cinco años, todavía le están enseñando como debe comparte en las visitas que recibe padre. Mi hermana tiene el cabello diferente a mí, todos tienen el cabello y los ojos diferentes a mí. Mi hermana tiene los ojos color azul, como mi madre, y el cabello rubio.


— Viktor…— hace un puchero. Mis clases de hoy están suspendidas, por eso no estoy en otro lado del castillo— Viktor, haz eso que haces, con los fantasmas— eso  me hace mirarla, y sonreír. Ella no puede verlos, pero es la única que me cree cuando le digo que puedo verlos. Miro por el pasillo, en este castillo hay muchos fantasmas.


— allí viene uno.                                 


— Pregúntale si podemos salir— Lieke sabe que no haré nada si no estoy seguro de que me van a regañar. Siempre me han castigado y regañado más a mí que a mis hermanos.  Cuando miro a los fantasmas, siempre se me acercan, a veces me escuchan cuando les hablo, o a veces yo les escucho, no siempre quiero que me hablen. Mis padres me regañan si me ven hablando con un fantasma, no puedo ser diferente cuando estoy con ellos, con mi familia, no me gusta que me regañen.


— ¿Lieke y yo podemos salir sin que nos descubran?— el fantasma dice que si con la cabeza. Sonrió, Lieke sonríe cuando me ve sonriendo y luego me toma de la mano. Andamos de puntitas hasta la puerta que nos lleva a la parte de atrás del castillo. No hay nadie, y la puerta está abierta,  que bueno, porque yo no puedo abrirla, es muy pesada.


— Corre, Viktor— ella me suelta y comienza a correr.


— Lieke, espera— corro detrás de ella, el pasto está húmedo, ha estado lloviendo por la mañana. Ella se tropieza y cae, me detengo para ayudarla— te has ensuciado, nos van a descubrir.


— me voy a cambiar antes de que nos vean. Vamos a jugar allá— señala a los árboles.


— No, Lieke, es peligroso. Padre tiene razón al decir que no nos acerquemos— ella no quiere quedarse aquí, sé que saldrá corriendo cuando me descuide, no es la primera vez que lo hace. Le tomo de la mano,  y camino a los establos— vayamos a ver los caballos. Los invitados debieron traer nuevos, adivinemos cuales.


— ah, ¿padre no te ha dado uno como a Gerrit?


— Aun no, todavía no es mi cumpleaños— Gerrit es nuestro hermano mayor, tiene trece años.  Yo ya voy a cumplir diez, y mi padre le dio de regalo un caballo, me gusta mucho el caballo de Gerrit, no me deja montarlo pero me lleva con él cuando sale o cuando quiero usarlo. Hay personas en los establos, así que solo nos acercamos por la parte de atrás, observando de lejos a los caballos.


— ¿Qué están haciendo?— Lieke pega un grito, que no se escucha por el movimiento de los animales del establo. Gerrit está tras nosotros, mirándonos agachado para que tampoco le vean. 


— Viendo a los caballos— respondemos.


— Padre va a molestarse si nos ve aquí. Vamos, ya van a salir— salimos corriendo detrás de Gerrit, hasta el otro lado de la puerta, dando vuelta por una de las torres de piedra. Jadeamos cuando nos detenemos. Gerrit no se parece mucho a mí, nadie se parece mucho a mí. Gerrit se parece a mi padre.


— ¿No estabas con ellos?— le pregunto. Él me mira, negando— ¿es tan aburrido como dices?      


— no entiendo nada de lo que dicen, no me gusta ir. Pero me gusta acompañarlos al pueblo y ver a los caballeros, ¡Van a venir caballeros al castillo!


— ¿Eso es verdad? ¿Caballeros de verdad?— pregunto. A Gerrit y a mí nos gusta jugar a los caballeros, tenemos espadas de madera y  algunas piezas que  usamos de armaduras.


— sí, escuche decirlo a los otros. Irán a ver al rey— nuestro sueño, de Gerrit y mío es ser caballeros cuando podamos, ir a luchar a lugares lejanos y volver con tesoros, con ir a la corte del rey y ser admirado por todos, como en los cuentos que nos lee madre.  Espiamos por el muro, viendo como los caballos comienzan a salir— ¿crees que vengan muchos?


— No lo sé, ¿podemos pedirles que nos enseñen a usar las espadas?— cuando todos se fueron, regresamos dentro, a escondidas. Lieke corrió para cambiarse la ropa y que no le castigasen. Me gusta vivir en el castillo, aunque a veces es muy aburrido, cuando Gerrit está en sus lecciones.  A mí no me gustan todas las lecciones que me enseñan pero sé que tengo que aprenderlas para poder ser un caballero. También es aburrido porque padre no me deja salir, dice que no es bueno que los demás me vean mucho, porque no van a quererme. Gerrit tiene que ir al monasterio para que le enseñen  a leer,  pero cuando les pregunte en una cena cuando iría yo, mi madre me dijo que no iría.


Yo quería aprender a leer, a mi madre le gustan los libros, nadie sabe que ella puede leerlos, pero nos los lee a veces que padre no está, no hay muchos libros en casa y por eso Gerrit tiene que ir a un lugar donde si le enseñaran.


— ¡Viktor!— la puerta se abrió— ¿Por qué Lieke tiene su ropa sucia?— Meribeth, nuestra nodriza.  Descubrió a Lieke.  Ella me da miedo, siempre está regañándonos,  por todo lo que hacemos mal nos da un castigo, un golpe o algo.


— No lo sé— ella siempre me mira con esa mirada de que hago algo mal. Como si todo lo que sale mal aquí es culpa mía, yo no hago nada.


—  Prepárate para la cena— cuando la puerta se cierra, no puedo creer que no me haya castigado más. Lieke debió decirle alguna mentira también. 


 


Los caballeros llegaron muchos días después. Padre no nos dijo nada mientras mirábamos sentados al lado del camino.


— Mira, mira a ese— me dice Gerrit, señalando a uno de los caballeros que tiene un enorme caballo negro, no se puede ver su cara por su armadura— es enorme.


— Sí, ¿ves su espada?— siento el viento helado, detrás de mí. Un espíritu.  No sé cómo hacer que se vaya. Le miro, escucho las palabras, pero no veo que hable.


“Todos te miran”


Cuando lo dice, me giro. Es verdad. Todos los caballeros que entran, miran hacia nosotros. Somos los únicos niños aquí, pero entre los tres, es a mí a quien estaña mirando. El caballero del caballo negro se detiene delante de nosotros. Solo puedo mirarle poco, luego miro al pasto. Si le dicen a padre sobre mí, creo que va a molestarse. Siempre ha sido así, no le gusta que nadie le diga algo sobre mis ojos rojos, sobre mi cabello negro y mi piel muy pálida. 


— Demonio…— murmura alguien detrás del caballero. Lieke me toma de la mano, la miro. Tiene una mala cara dirigida a los caballeros.


— Ya no es divertido estar aquí, vayamos a jugar— yo tampoco quiero quedarme. Gerrit nos sigue sin decir nada.


Jugamos mucho afuera mientras están los caballeros con padre. Se van a quedar algunos días, nos dijo madre, porque tienen que descansar antes de ir a ver al rey, y como no quiere que molestemos a nadie, nos envía a jugar afuera.  Tenemos nuestras espadas de madera, y Lieke juega con los insectos que hay en el pasto.


— ¿Qué te pasa, Viktor?


— Nada.


— Tienes que defenderte… ¿Viktor?— cuando salíamos, nos cruzamos otra vez con unos caballeros, me miraron raro.


— no quiero jugar más.


— es… ¿es por lo que dijeron? Sabes que no eres un demonio, ni siquiera padre dice eso. Si padre les escucha, les va a castigar. No te preocupes.


— No importa.


— Viktor, sabes lo que dice madre sobre eso, no tienes que hacerle caso.


— ¡Ya lo sé!— no sé qué pasa, pero cuando grito, algo mas empuja a Gerrit, y le tumba. Me doy la vuelta y voy a mi habitación.  Nadie me dice nada al otro día, Lieke no vio nada y Gerrit no se lo dijo a mis padres.  No quiero verlo, me da vergüenza verle después de enojarme con él porque estaba siendo amable.  No me gusta que hablen de mi, y siempre lo hacen, cuando me ven. Sé que también mi padre piensa eso pero no me lo dice, cada semana tengo que ir al monasterio a pedir perdón.


No sé porque tengo que pedir perdón, no he hecho nada malo. Solo soy distinto a mis hermanos, distinto a mis padres y distinto a todos los demás que conozco. Por eso me gustaría también ser caballero, podría ir a cualquier lado y no tendría que estar encerrado en un castillo.


Tengo un tutor,  como no asisto al monasterio para las clases, mi padre le pidió a alguien que me enseñara en casa. Me aburre mucho, no para de hablar y no me deja tocar muchos libros. Escribo, ya conozco las letras. Hoy fue diferente, me dijo que ya casi puedo leer, y eso me hace muy feliz. Sé que Gerrit todavía está aprendiendo.


— Viktor.


— Estoy ocupado— Gerrit cierra la puerta, se sienta en la silla que uso el tutor.  No le hago caso y guardo las cosas que estaba usando.


— ¿Cómo lo hiciste?


— ¿Hacer qué?


— eso del otro día. Cuando gritaste… sentí el viento, el viento me tiro. ¿Cómo hiciste eso?


— No hice nada, solo estaba molesto porque no te callabas—  Gerrit no se va. Siento que me mira, aunque no le vea yo.


— ¿Qué hiciste? ¿Cómo lo hiciste? ¿Entonces Lieke no miente cuando dice que hablas con los fantasmas? Debes mentirle, porque nadie más ha visto un fantasma, si es verdad eso, entonces muéstrame uno. Dile que me hable, que haga algo.


— ¡Cállate!— las hojas que estaba escribiendo salen volando y se atoran en la cara y el cuerpo de Gerrit. Se levanta de un brinco, me mira, sorprendido— ¿Yo hice eso?


— Sí.


— No… no sé cómo hacerlo, no sé cómo lo hice— Gerrit sonríe. Yo miro mis manos. Es extraño, me siento extraño al notar eso— ¿Qué crees que sea? ¿Es porque soy diferente?


— no lo sé,  no le digamos nada a nadie, ¿bien? quiero saber cómo lo haces, ¿y si practicamos juntos? o investigamos juntos. ¿Crees que  yo pueda hacerlo?


— Ni yo sé que es lo que hago.


Gerrit me acompaña a veces a los jardines, detrás del castillo.  No sé porque esta tan emocionado por eso, no creo que sea yo, y aunque fuera algo que yo hice, no me gusta. Las personas no hacen eso, ya soy muy diferente a los demás, no quiero ser más diferente.  Pero por más que Gerrit me molesta, y me presiona para que haga algo, no hago nada. No hay más viento. Eso parece molestarle a él.


— ¿Por qué es importante que lo haga?


— siempre he sabido que eres diferente, quiero mostrarle a todos que también eres increíble. Serias muy fuerte si pudieras hacer eso de nuevo, cuando tú quisieras.


— umm ¿tú crees que sea así?


— Si— miro al pasto, no hay nada de viento hoy. ¿Sera como dice Gerrit?  Espero que sí. Si les demuestro a los demás que también soy fuerte, entonces poder hacer lo que quiera, sin tener que preocuparme por lo que digan. Las dos veces que hice algo, estaba molesto, y no supe que hice. Ahora quiero controlar el viento, o crearlo… ¿Cómo es?  Muevo la mano, concentrándome en hacer que se mueva el pasto— ¿Qué estás haciendo ahora?


— No sé— lo intento un rato más, pero no pasa nada— creo que mejor vamos a comer.


Lo sigo intentando, también comienzo a leer. Mientras estoy a solas, me concentro y deseo que las cosas se muevan, que el viento sople y levante los papeles. No lo hago, y me siento tonto moviendo mis manos. Gerrit me sigue preguntando, seguimos saliendo y  fingimos que paseamos, pero siempre estoy intentando hacer algo.


— ya lo harás, sé que lo harás— siempre me dice eso.  Me quedo mirando a la nada. Gerrit se ha ido porque tiene sus clases.  Es tarde cuando regreso al castillo. Nadie noto que no estoy, casi nadie lo nota. Cuando me acuesto en mi cama, veo a un fantasma deslizarse por la pared.  Ya ni los fantasmas son entretenidos.


— tú, fantasma ¿sabes cómo puedo controlar el viento?  Dime cómo hacerlo— me responde, en serio me responde. Escucho sus palabras  claramente.  Algo tan sencillo, que no me lo creo al inicio. El fantasma desaparece, me siento, levanto la mano y veo las hojas apiladas en el escritorio. Se elevan, más y más, luego comienzan a girar.  Bajo la mano, y caen. No me lo creo.  Levanto la mano otra vez, las hojas se levantan.  Salto de la cama y corro afuera.


Solo cree en la magia


 


 La habitación de Gerrit está al otro lado de donde está la mía. Abro la puerta sin tocar, Gerrit está en la cama, sentado y asustado.


— Viktor ¿Qué haces?— levanto la mano en dirección al escritorio de Gerrit, hay varios mapas allí, se levantan en el aire, casi hasta el techo. Gerrit no dice nada. Esta vez, bajo un poco la mano, imagino las hojas volando en el aire, y se quedan allí.


— Estoy haciendo magia— le digo. Ya está parado, caminando hasta los mapas voladores. Está completamente sorprendido. Hago que bajen, los imagino cayendo despacio, hasta las manos de mi hermano. Él las extiende y toma los mapas, los regresa a la mesa.


— ¿Cómo lo haces?


 — No lo sé, solo creo en la magia— Gerrit frunce el ceño— ¿se lo dirás a nuestros padres?


— No— y no lo hace. Gerrit parece  feliz también porque ya puedo hacer eso con el viento. No se lo digo a Lieke, porque pienso que ella se va a poner tan contenta, que no  podrá guardar el secreto, se lo día a todos cuando entre al castillo, querrá que todos me vean moviendo cosas en el viento.


Es divertido hacer esto, mientras nadie me ve, ya puedo hacer que cosas pesadas vengan a mí sin que yo me mueva, alejar cosas también. Si hace calor, uso el viento para que sea fresco. No es difícil hacerlo, solo lo pienso y ya está, es tan fácil, que no entiendo porque no lo hice antes.  Gerrit pasa mucho fuera, con nuestro padre. Sé que le está enseñando todas las tierras, enseñándole a montar correctamente, también se que le ha encargado a un caballero que le enseñe a usar una espada de verdad.


— ¿Estás bien?— le pregunto, padre no está y Gerrit se sienta a mi lado, en el estudio.


— estoy cansado. La espada pesa mucho…— su mano está herida.


— me gustaría aprender a usar una espada, y un caballo. Me gustaría poder salir de aquí— sé que mi padre no lo hará cuando cumpla años, me lo han dicho los espíritus, no quiere que me vean, que nadie sepa cómo soy más que los sirvientes del castillo— ¿Crees que pueda ir contigo al monasterio cuando vayas?


— le preguntare a padre. Lo he intentado ¿Sabes? La magia. Pero no puedo, el viento no me obedece como a ti— me encojo de hombros. No le he dicho que no solo es el viento. El agua también hace lo que quiero.


— no sé cómo lo hago.


— ¿Para qué quieres ir conmigo al monasterio?


— para leer— me gusta mucho. Gerrit hace un gesto con la cara, se que todavía no sabe leer, y quizá no lo haga, no le gusta. Si no puedo ir con el permiso de mis padres, escapare e iré por mi cuenta— sé que hay muchos libros diferentes allí.


— no lo sé, sé que hay muchos, nada más.


 


Estamos comiendo, hoy cumplo años, y han hecho una comida especial. Han llegado regalos, pero nadie me los entrego en persona, todos fueron enviados y recibidos por los sirvientes. Lieke no para de mirarlos, de pedirme que le muestre que me han dado.  El que más me gusta, es el regalo de mi padre, me ha dado un caballo, uno blanco, completamente blanco. Me lo ha mostrado esta mañana.


— Viktor—Mi madre me sonríe— no tengo un regalo para ti, pero dime ¿Qué es lo que quieres?—  la miro, y sin pensarlo respondo.


— Quiero ir al monasterio— todos dejan de comer. Incluso los criados comienzan a irse.


— No es una buena idea, Víktor. Salir hará que todos hablen, si quieres algo, pediré que lo traigan aquí, pero no saldrás— miro a mi padre, apenas levantando la cara.


— ¿Entonces para que quiero un caballo si no voy a salir?— las cosas en la mesa comienzan a temblar, las cortinas y banderines se mueven con el viento— ¿Por qué necesito algo que no voy a usar?


— Viktor…— las copas caen y las velas se apagan.


— Detente, Viktor— la mano de Gerrit sobre la mía. Me levanto, arrastrando la silla. No toco las puertas cuando camino, se abren ante mí.  Esa fue la primera noche que vinieron las pesadillas.


 


Nadie ha venido en todo el día, y estoy bien con eso. Quiero salir, solo quiero salir de aquí. Como si me escuchara, un fantasma  aparece en mi habitación. Sonrió mientras le ordeno.


— Llévame fuera— porque ya entendí que los fantasmas me hacen caso, todo lo que yo pida lo harán si esta en sus capacidades. Me escabullo por el pasillo, luego por un estrecho espacio que no conocía y una puerta oculta en el, apenas visible.  Bajo unas escaleras, el camino se tuerce, sube y baja, pero no tengo miedo.  Salgo por un hueco en el bosque, a las afueras del castillo y a un lado del camino.  


Estar afuera no me impresiona, pero si el monasterio, bueno, no el lugar, si no la cantidad de libros que hay. Nadie me dice nada mientras entro y tomo un libro. No hay muchas personas. Hago eso todos los días que siguen, leyendo libro tras libro.


— ¿Viktor?— le hago una seña a Gerrit para que se calle. Camina hasta la mesa donde estoy sentado— ¿Cómo saliste? ¿Qué…?


— me escape— le digo.


— ¿escapas para venir aquí? yo quiero escapar de aquí— me sonríe, se sienta a mi lado— padre me ha puesto muchas tareas, no he podido ir a verte, y creo que le prohibió a Lieke ir contigo, ha llorado mucho.


— no esperaba otra cosa.


— te extraño, sigo pensando que eres increíble. Cuando podamos, volvamos a jugar, cuando estés conmigo, todo estará bien. Tengo que irme, o vendrán a ver dónde estoy— Gerrit se marcha. Me quedo leyendo a solas.


— ah, ¿Qué tenemos aquí? pero si es el pequeño lord— Lo ignoro, no me gusta hablar con extraños, y menos alguien que sabe quién soy— que… inesperado.


— vete, quiero leer— solo veo que sigue allí, ni siquiera le he mirado.


— bueno, encontraras que no todos los libros son tan estimulantes como esos que quieres leer. Si quieres leer algo más de tu estilo, dile a uno que me encuentre, encontrare la forma de hacerte llegar libros a esa pequeña fortaleza en la vives— ¿Qué dice? Volteo, pero ya no hay nadie. Hay un libro en la mesa. Un libro sobre magia, un libro negro.


Me lo llevo a casa.


Nadie en casa dice nada sobre lo que paso, pero escucho los susurros a mis espaldas. Mis padres han comenzado a sospechar, a creer que realmente soy como dicen los que me ven, un maldito, un hijo del demonio.


— sabes que no eres así, Víktor. No eres una mala persona.


—… Gerrit…— suspiro, y el fuego de la vela se mueve, hago que venga a mi mano y se quede allí, sin quemarme. Le hago girar, cambiar de color. Lo arrojo de nuevo a la vela, a las velas, y todas encienden a la vez— no entiendo que pasa conmigo, no es normal hacer esto. No sé qué es lo que soy— Gerrit me mira, creo que le asuste.


— ¿Por qué no me habías dicho esto?


— no sé. No quería.


— Todo va a estar bien— no siento que las cosas vayan a ser así.  Lo que hago solo parece aumentar, no puedo detenerlo, y mientras más lo hago, mas fácil es hacerlo.


 


Varias noches después, algo me despierta. Es como si alguien me llamara. Abro los ojos, y veo a un espíritu delante de mí.  Me hace señas para que le siga. Le sigo, no tengo miedo. No vamos fuera del castillo, solo a los patios traseros. Hay alguien allí, alguien vivo.  Me acerco. Es un hombre, alto.


— aquí estas.


— Eres el del monasterio— es la misma voz. Él me observa, no parece un monje ni un esclavo, tampoco un caballero— ¿Quién eres?


— ¿Importa?— ¿si importa saber quién es? no, realmente no importa.


— ¿Qué quieres?— él asiente, como si fuera la pregunta correcta.  


 — solo pasaba por aquí. No esperaba que el hijo del señor fuera como nosotros. ¿Te gusto el libro?


— ¿Qué eres? ¿Qué soy? dímelo— el libro fue interesante, pero no se lo diré. Sonríe.


— eres algo que los demás no entenderán jamás. Estas más allá de todos ellos. Puedo verlo claramente en ti, pequeño lord.  Lo descubrirás cuando sea el momento.


— ¿Qué es lo que ves? ¿Qué soy malo?


— ¿Malo?— sonríe— donde algunos ven maldad, otros ven talento, y yo veo puro talento en ti. Disfrútalo…— desaparece, solo ya no está. Miro alrededor, pero no hay nadie. Algo se mueve en el bosque, algo pequeño. Camino hasta allá.


— ¿Lieke?


—  ah, te encontré— sonríe. Lleva solo su ropa para la noche, su cabello suelto— te escuche salir, y quise seguirte, pero me perdí ¿Dónde estabas?


— por aquí. Volvamos dentro, es muy noche.


— quería jugar contigo, ya no quieres salir ¿estas molesto?


— No estoy molesto— Cuando nos acercamos al castillo, noto que hay luces encendidas. La puerta se abre, y padre sale, camina hasta nosotros.


— ¿Qué están haciendo?— está enojado, muy enojado— ¿Por qué están fuera?— no respondemos. Su mano me golpea, nos hace entrar mientras nos grita. Me empuja hasta que entro a mi habitación y cierra la puerta.


Las sombras estallan a mí alrededor.  

Notas finales:

 

Gracias por leer. Nos leemos la próxima semana.


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