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ÍCARO por Aryam

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Notas del capitulo:

Lamento la demora, jeje.

Disfruten, ya luego me tiran tomates. ¿?

ÍCARO.

Capítulo 2

Sasuke.

 

 

Una casa pequeña. Familia humilde y pequeña. Una madre gentil y dulce, un padre trabajador lleno de valores. Un amable e inteligente hermano, luego él; el menor de la familia, anhelando destacar y no conformarse con nada.

Quizás tampoco deseaba conformarse con una familia sencilla y una vida normal, que el peor pesar solo serían las deudas, para decidir un punto en su vida el alejarse de la monotonía y terminar actualmente entre rejas con demasiada seguridad. Su vida era una sátira y sabía bien que nadie más que él mismo la había creado.

– Hermano, perdona porque he pecado.

 

Ante los ideales de vivir plenamente con la adrenalina en las venas, de joven se aventuró a los peligros que conllevaba pelear con pandillas o botar los impulsos de un deseo mal sano de sentirse superior en todo a todos; cuando creyó que el intelecto no era suficiente, ni los cursos extracurriculares, ni el sexo y ni nada que conociera. Reconociéndose motivado a más –porque su lado alfa también lo añoraba– no fue por una carrera que le diera sustento, sino el escalofrío de caminar por la cuerda floja entre la vida y la muerte. Sentía que buscar “eso” que le llamaba y no estaba donde se encontraba, tenía que salir para hallarlo. Era una sensación imperiosa que encontró al estudiar criminalística y de paso, otras ramas, apresurando su vida a tocar donde otros temían ir o no harían.

¿Un ideal?

No lo tuvo claro, hasta muchos años después. Conociendo a un pariente que no sabía que existía. Un tipo de unos treinta o más, que muchos dudaban de quién se trataba y este iba por la vida ayudando a la policía nipona e internacional o la DEA, con una organización de dudosa procedencia que muchos preferían no indagar por temor a morir, llamada Akatsuki.

Sasuke solo era un detective algo experimentado cuando se unió al grupo junto a su hermano –ese que pronto supo no era solo un abogado de renombre– para ir en contra del yakuza más buscado en todo el país y otras partes del mundo, Kurama.

 

“En alguna parte del pasado hemos de habernos manchado las manos, para que los Uchihas nos reunamos para ir contra el mal, ¿no crees?”

El hombre con la mitad del rostro quemado, Uchiha Obito, le habló con cierta diversión en su tono de voz frente a él. Encontrados por el mismo pasillo que opuestamente caminaban y saber que no pasaba inadvertido para ninguno, obteniendo toda su atención.

“Quizás tenemos que corregir lo que una vez dañamos…” – Parecía que se hablaba más para sí mismo–. “Pero las coincidencias no existen, solo lo inevitable.”

Para Sasuke, su familia se limitaba a cuatro personas y aunque de niño quiso saber si había más parientes, sus padres evitaban hablar al respecto.  

 ¿Qué eran ellos?

Una sonrisa afiló sus labios como una cuchilla al pensar quizás que ellos, su familia, no eran hechos para ser simples civiles y ser lo más cercano a guerreros. Tal vez desvariaba, su vida daba tantos giros para llegar a locas conclusiones.

– ¡Salgan de sus celdas, esta es una evacuación! ¡No es un simulacro, maricas!

Y el caos era parte de él.

El ruido de derrumbe llegó a sus tímpanos junto a la alarma de luces rojas, que alumbró el interior de la prisión, para sentir que bullía y los recuerdos se despiertan, corriendo, moviéndose junto a varios prisioneros que como él ignoraban toda aquella confusión. Mirando a todos lados para tener un indicio de lo que acontecía y escuchar disparos en un lugar nublado por el humo, avanzando a esa dirección.

Analizando la situación, a su cabeza pasó la imagen de Naruto en su mente por el tamaño de aquella locura y no evitó sonreír al imaginarle detrás de todo eso, con su sonrisa zorruna y ese brillo en los ojos, lamiendo su labio inferior por la sugerente imagen de su zorro con arma en mano.

 

 

Si quieres ser un héroe, busca un buen villano y  tendrás una linda forma de joderte la vida.

Aquel rubio lo era, suponiendo que algo mal iba en él cuando lo conoció por primera vez y no hubo marcha atrás para involucrarse en su vida con tal de sacar más información de lo que este mismo cree que le quitó y dicho sea de paso, dejar una marca en él: dos hijos, el calor que solo Uchiha Sasuke podía darle.

Su ego se abanicaba ante ese pensamiento.

Y, seguramente de no dar con Naruto en su vida, nada en la propia tendría sentido. Porque las piezas encajaron cuando lo tuvo en su cama o se enfrascaban a disparos, logrando regocijar por fin a su alfa con tal omega de alto calibre. No por nada era buscado y temido a quien eligió, llegando a arruinar los planes de la DEA o la de su propia organización, siendo que varias veces casi fue atrapado y se preguntaba que había llegado la hora de su muerte.

Kurama, como se hacía llamar Naruto por el bajo mundo por el mismo apodo que su padre, no era idiota y supuso que una brecha habría abierto en su escudado corazón para no terminar muerto a la primera, al menos que planeara algo más.

Detuvo el paso y se dio un respiro, apreciando toda la escena de unos cuantos morir y otros aun disparando, dando la vuelta para retomar el rumbo anterior.

Aún no era el momento, aunque ese rubio le ansiara, faltaba mucho por hacer.

Un hombre de cabellos canos llegó a sus recuerdos, vestido de una yukata sencilla y leyendo un libro, dando un bostezo antes de pasar hoja, sonriendo al ver que se le acercaba al centro del jardín junto a él.

 “No pareces afectado o lo estás demasiado.” – Soltó de pronto, teniendo una idea a qué se refería.

 “Él es fuerte, mis hijos estarán bien una vez nazcan.” – Se limitó a decir, estando a una distancia prudente del otro.

“Me alegra.” –pausa. – “¿A qué se debe tu visita, entonces?”

Cuidadosamente miró a todos lados y percatándose que había guardias al pendiente de la zona, cómo en la mayoría de las casas de Kurama, pensó celosamente las palabras antes de decirlas y dar marcha al plan estipulado.

“A conocerte, después de todo fuiste el Chidori, ¿no?” –Los ojos de aquel tipo tuvieron unos segundos de gran impresión y rápidamente volvió a un estado neutral, apartando la vista al libro en sí. – “Un muerto me lo dijo y debo aprovechar, porque no dejaré que Naruto y mis hijos estén por acá por mucho, menos para la fiesta. No hay tiempo”    

“Será todo un espectáculo, seguro. Es una lástima que se vayan, con lo que adora Naruto las fiestas.”

“Es lo de menos.”

No podía ver bien su rostro al estar la zona de la boca cubierta por vendas, más supuso que sonreía y dicho esto, se dispuso a irse, siguiendo la orden de informar a aquel tipo. Aquel no tenía claro de qué tipo de relación tenía Obito. Por ahora su enfoque era el modo de usar el estado actual de Naruto para sus fines y delatarlo.

 

 

– “Kurama tiene imagen de alfa, pero para desgracia de su padre muerto, es solo un omega y es una información que otros clanes yakuzas aún lo tienen en duda. Los hombres de Kurama son fieles y tienen prohibido explicar su estado o mueren.”

– “Ok, ¿pero de qué nos sirve que sea o no un omega?” – Sasuke mira a los sujetos en el interior del carro en movimiento y poco convencional, muy entrados en un plan ajeno en parte a las organizaciones para atrapar al Yakuza, pues ahí Obito los había convocado junto a su hermano Itachi para hablarle de una idea ortodoxa y absurda a su vez, que pronto se enterarían.

– “Ustedes dos son alfas muy interesantes y por lo que dicen los informes, no se les encogerían los huevos al tratar con Kurama.”

– “¿A qué te refieres con ello? ¿No íbamos a emboscarlo una vez nos infiltremos?”

–  “Lo que quieres es que el infiltrado sea un amante de Kurama, no alguien que pase desapercibido.” 

“¡Bingo, Itachi-kun! Me agrada que pienses.”

– “Es arriesgado. “– acota Sasuke, analizando con mente fría los pro y los contra de tal idea. – “Significaría estar en el ojo del huracán y terminar muerto antes de poder atraparlo.” 

– “Kurama ya sabe que estaremos encima de él. Lo que necesito es que uno de ustedes se gane su confianza y sea lo suficientemente loco para conquistarlo, al menos en la cama. Ama el sexo peligroso.” – Las risas del mayor de cabellos cortos no se hicieron esperar; conduciendo un taxi con los hermanos en los asientos traseros. – “Si quieren pueden soltarle información, al menos un poco para que ande tranquilo, ya que odia que le mientan y no quiero que mueran pronto. No, no, no.” –Les mira desde el retrovisor. – Pero el fin del infiltrado amante, es que lo preñen en su celo. Eso necesito.”

“¿Qué?” –Sueltan ambos hermanos al pensar que bromeaba ese tipo.

– “Es una locura lo que pido, sí. Solo quiero aprovechar las bendiciones de la naturaleza como las hormonas del embarazo para volver a Kurama alguien lo necesariamente inconsistente para razonar y actuar a la vez.”

Y aunque tanto su hermano como él quisieron negarse, algo en ese plan descabellado tenía sentido, al menos lo necesario para pensar en aceptar su propuesta. Kurama– Naruto– a la edad que tenía nunca se le vio pareja y solo amantes de una noche, sin llegar a tener una descendencia. Donde lo más probable era para mantener su imagen de “alfa” al mundo o no estar lo suficientemente débil, como un embarazo, para ser atacado por la espalda. Información que el otro tipo también manejaba para planteárselo a los dos, con el único detalle eran los hijos que Kurama tuviera serían suyos también. ¿Qué hacer?

Al final, Sasuke se anticipó a su hermano Itachi y acepto ser infiltrado con todo lo que conllevaba serlo, llevado por una insana emoción de adrenalina ante tal locura. Que pasara lo que pasara, al final de su trabajo, buscaría un modo de deshacerse de los niños en alguna emboscada y darlos por muertos.

Sus pensamientos eran tan fríos en esos tiempos, que hasta su propio hermano dudaba de quién era ese Sasuke tenía enfrente. No veía al niño inocente de los trece, sino a un adulto completamente diferente.

 

 

Al caer entre las rejas, después de separarse de Naruto, con bastante dinero en el bolsillo por contratos que este mismo le hizo firmar junto a él como propiedades mancomunadas a las que no se pudo negar o tendría una bala en las sienes, ya que presentaba en parte la confianza que le daba y la intensión de ser su pareja formal, sabía que no habría modo de no ser buscado como un desertor de la ley y ser puesto a juicio, teniendo a su hermano como defensor.

Entonces las pesadillas empezaron, desde las fantásticas que lo despertaban sobre saltado de la cama a las reales, esas que no hay forma de como escapar. No cuando sabes todo el caos que puedes llegar a provocar y menos, si de alguna manera te sientes atado a alguien que nunca pensaste llegar a querer más que a ti mismo.

La mansión que Kurama había destinado para el nacimiento de sus hijos había sido atacada desde adentro y ninguno de los hombres de este quedaron vivos, que la DEA al llegar solo tuvo que hacer registro de la cantidad de muertos, una vez lo encontraron a todos flotando en el lago del jardín, en tanto el edificio no había huella de quién hizo todo aquello. Muy diferente a una mansión que era usada como laboratorio clandestino, la que explotó en medio de la balacera. Y por último, no menos importantes, un edificio de suite de varios complejos de lujo, en que casi dan con Kurama y sus hijos al acorralarlos. Fue la misma policía nipona de ese distrito que ayudó a que escaparan.  

Y lo último de lo que estaba informado, según su hermano, Kurama estaba recién sacando los ases de la manga; si bien, estaba más que molesto e inestable –paranoico– al deshacerse de varias propiedades para usar como armas contra sus enemigos, llegando a tener bajas tanto la DEA como Akatsuki. Un grupo llamado los Kages le cuidaban la espalda; personas con alta influencia económica y política de quienes recién se enteraban, sin llegar a conocer sus nombres, colocando en aprietos a sus superiores por amistarse con Akatsuki, la que se terminó por disolver entre las sombras junto a Obito por su seguridad.

 

 

 

 

– ¡¿Uchiha Sasuke, eres tú?! –Apareció de la nada un tipo uniformado y armado, maldiciendo su suerte en caso que fuese alguien que viniese a matarle, porque no tenía cómo defenderse.

– Puede ser. –Masculló, mirando alrededor en busca de un escape mientras era apuntado en la cabeza.

– Genial, ya me había cansado de bailar con inútiles y no dar contigo. – El tipo se sacó la gorra y una sonrisa ladina perfilo sus labios, apreciándose su cabello oscuro alborotado hasta la altura del cuello y sin lograr verse bien uno de sus ojos.

– ¿Quién eres? –masculle intrigado, siendo direccionado y obligado a caminar por otro lado.

– Un amigo. Eres famoso, ¿sabes? –Era joven, pero su risa era algo macabra. Le recordaba de algo a alguien, pero no sabía a quién. – Oh, parece que tenemos compañía. – Salió de sus pensamientos, asombrado que aquel muchacho anticipara antes que él un grupo armado con chalecos antibalas a una distancia peligrosa para ambos.

– Maldición, contigo me matarán. – gruñe, ocultándose tras una pared de los disparos y corriendo con aquel chico cerca, el que de la nada le golpea con una arma, de buen calibre y cargada, en el pecho.

– Ten, la necesitarás. – Sonríe, empezando a disparar, quedando asombrado de la buena puntería y agilidad para abrirse ambos el paso por uno de los pasillos que reconocía como el conector al patio. ¿Acaso había alguien más esperándolos?

En ese momento supo que tenía dos opciones, matar aquel extraño y rendirse frente a los uniformados o unírsele y ver con quién le llevaba. ¿Qué camino tomar?

Era esos instantes que necesitaba una moneda a falta de información.

– ¿Con quién me llevas? –Le preguntó entre disparos, afilando la mirada.

– ¿Uh? ¿El nombre Itachi, te suena? – Suelta, sintiendo Sasuke un peso menos en su cabeza llena de dudas y empezar a abrirse paso junto al otro al patio.

Por desgracia nunca se esperaría al llegar ahí, a su hermano herido con varios tipos que reconoció como parte de Akatsuki muertos y maldecir los sentimientos contradictorios al reconocer una cabellera dorada y ojos azules a la distancia.

– ¿Qué tal tus vacaciones, Sasuke? ¿Me extrañaste?

Naruto vestido como aquella noche en el antro, tan atractivo y reluciente, provocándole a tomarle en aquel lugar, le extendía su zurda al tener la diestra con un arma. Sus hombres le cuidaban la espalda y por los cielos bajaba un helicóptero, el cual venía por ellos.

Sus pensamientos eran los correctos y congelado ante tal escena, a tales circunstancias, aceptando que habían perdido; que al final había alguien mucho peor que él, tomó la mano de su omega. Ese que una vez lo tuvo cerca, estrechaba su rostro contra el suyo y besaba sus labios, cariñoso. Sintiéndose aturdido mientras oye a duras penas a su hermano llamarle.

– Naruto.

– Shh… volveremos a casa, amor. De donde nunca debiste irte. – le susurra contra los labios, para después sentir un piquete en el cuello y desvanecerse sobre su cuerpo.

 

Nunca supo comprender bien cómo se dio todo y lo único que le satisfacía era que Naruto se iba hundiendo por algunos errores, que el mismo Obito comentó antes, hizo dado en su estado. Era un omega después de todo y una vez enlazado con un alfa, dependía de él para su estabilidad, sentirse seguro.

Una vez fue preso en algún lugar perdido en Japón o quién sabe dónde, ya que Naruto no dejaría que se fuera como antes, supo que estaba desesperado y que la DEA le tocaba los talones, pues una vez destruido a Akatsuki, al parecer más de la información que creyó que fue robada dio en manos ajenas.

El mismo Gin –como le decía Naruto– o mejor dicho Madara, el chico que le obligó a salir de la cárcel y se miraba muy divertido con la situación, le contó lo necesario para sentirse utilizado y nada de lo que creía ser, en ello que lo vigilaba.

– “¿Sabes lo divertido qué es jugar al gato y al ratón? Fuiste una buena pieza en esto, lástima que tu función ya tiene fecha de caducidad.”

 

Quien había atacado la primera mansión reportada, fue Kakashi, que sin dar sospechas y mostrándose sumiso como abusado por los hombres de Kurama, había sido solo una fachada para pasar años guardando información de él y entrenando a su único hijo, que era además del tipo llamado Obito, el cual seguían buscando sin dar con su paradero.  Y ese hijo era Madara, que se ganó la confianza de Naruto al dar con Kakashi y matarlo, ser pieza clave para destruir a Akatsuki, siendo también su amante mientras él no estaba cuando sus hijos fueron asesinados.

Ese tipo había marcado las pautas entre las sombras o siendo ignorado, destacando al final por sus propios intereses personales.

“Si quieres sentirte bien, hoy Naruto vendrá a verte y puedes finalizar este baile con una bala en su cabeza.”

Un arma fue dispuesta en sus manos y aunque quiso matar a ese tipo, no lo logró, este ya estaba lejos de su alcance al alzar la mirada. Las manos le temblaban al deslizar los dedos por aquel cuerpo oscuro y varios recuerdos pasaron por su mente, recordándose el motivo que estuviera ahí. Su estupidez, su orgullo, el deseo de poseer algo más que lo común y mundano que tiene casi todo el mundo. ¿Para qué? Había perdido gran parte de todo lo que creyó que siempre tendría.

Y ahí, en toda esa oscuridad, se encontraba Naruto. Su omega indomable, provocador, el padre de sus hijos muertos y su pecado.

 

Escondió el arma en cuanto este llegó al cuarto, tomando lo poco que le quedaba de sí y deseando que ese momento fuese eterno entre aquellas sabanas, su voz y su piel, besando o mordiendo cada centímetro de aquel cuerpo tan conocido. Reconociendo esa pasión hacia él, cegándolo, quizás del mismo modo que la primera vez y consiguiendo que olvidara todo, por aquel instante, todo.

– Sasuke… – lo nombra entre dientes antes de botar un grave orgasmo, apreciando su pecho perlatado estirado al arquearse la espalda y volver a él unos segundos, chocando la frente con la propia y mirarle de una forma ilegible, siendo que aún golpea entre sus piernas hasta correrse en aquel lugar tan delicioso. – ¿Por qué, Sasuke? – Al cabo vuelve en sí, descubriendo un arma apuntándole y frotándose entre los cabellos, chocando luego sus ojos de un color ónix a unos tan claros como el cielo y no menos peligrosos.

– Naruto, yo… – Más, vuelven de nuevo al inicio y es que no es el único que empuja el cañón de la pistola en el otro, haciendo lo mismo en el costado del rubio y al disparar, la hemorragia en aquel lugar no le daría tiempo a nada; no obstante…

 

Apaga la luz y dale la bienvenida a la noche
¿Cuál es el problema? ¿No vas a hacer lo correcto?
Resiste, no jales del gatillo, mantente firme
(Es una sensación que conoces)

Me trago mis palabras
al ver lo que expresas con la mirada
Es lo suficientemente fría, que no tiene comparación.

Oh, estoy extinguiéndome.

¿Puedes escuchar ese sonido?

 

 

FIN

Notas finales:

<3


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