Capítulo 3
Las Hadas
Cuando llegaron a la cabaña el Azabache se apresuró a quitar del fuego su pequeña caldera humeante._ ¡Rayos,Rayos,Rayos! , esto quema.
_ ¿Necesitas que te ayude?._ ofreció el rubito.
_No, estoy bien así, por poco se quema, la quite a tiempo._ Se felicitó a si mismo orgulloso.
_ Ouh y ¿Qué es?_ Cuestionó al ver como su acompañante movía la aparente sopa del caldero con una cuchara de madera. No se veía comestible, pero el aroma que percibía su naricita era el mismo de cuando se despertó, olía rico.
_ Es sólo un atractivo para las amigas que voy a visitar._ Con la cuchara, recogió un poco de la caldera el menjurje de color rosado y espeso, lo vació como si fuera aderezo sobre un par de platos que tenían dulces de calabaza y de miel y pan de elote.
_ ¿Eso les dará mejor aspecto? _ Veía las golosinas con cierto apetito pero ya había aprendido su lección con la leche.
_No, fíjate bien._ La pócima se absorbió en los alimentos hasta dar la impresión de desaparecer pero en realidad habían adoptado el aroma apetitoso del caldo rosa.
_Se ven bien y huelen delicioso._ Aparto la vista disimuladamente pero el otro lo noto, atribuyendo a que el joven doncel tendría apetito porque obviamente no desayuno y recordando el incidente del calostro quiso enmendar su propio error no admitido.
_ Come algunos, no te harán daño._ En otro plato le puso un pan de elote, dos dulces de calabaza y tres de miel._ Puedes comerte estos hasta dejar el plato limpio, los demás no los toques._ Aclaró. El resto lo acomodo en un canasta modesta y pequeña, al lado metió el botellón de leche.
El pobre Doncelito engullía la comida con las mejillas sonrosadas demostrando su alegría y disfrutando de los víveres regalados.
_ Y todo esto, ¿Cuál es tu nombre?._ preguntó con los cachetes llenos.
_ No creo que debas saberlo, después de todo te regresare a tu pueblo, supongo que es el que está más hacia el oeste, es el más cercano.
_ Yo… ¡No quiero volver!_ Se alteró el pobre muchachito._ Puedo quedarme aquí contigo.
_ ¿Por qué te querría?_ Espetó el azabache de orejas puntiagudas algo inconforme. El doncel no supo que decir
_ Podría ayudarte con la limpieza, traer leña, acicalar a tu venado o traer agua._ Refutó el ojiazul colocando ambas palmas en la mesa con decisión.
_ Con tu sentido de orientación no creo que me seas muy útil para traer madera o agua. _El otro sólo se deprimió._ ¿Porque no quieres volver? Es tu hogar, estarás con los tuyos._ Decía sabiamente para convencer al humano terco._ Seguramente te extrañan allá. No sé que problemas tuviste pero se arreglara y todo será como antes.
_ ¡No quiero que sea como antes!, no me gusta ese pueblo, nadie de ahí me aprecia, no tengo padres ni hermanos, desde que recuerdo siempre eh sido huérfano._ Eso aclaraba muchas inquietudes en el elfo, explicando la desnutrición del chico y su analfabetismo, ahora sólo le faltaba por saber cómo fue a parar en medio del bosque.
_ Ellos, la gente del pueblo me entregó a un gigante que invadió el pueblo, ni siquiera se sintieron afligidos de regalarme, estaban felices._ Narró el joven de piel bronceadita.
_ ahora entiendo, te ofrecieron como tributo para el gigante.
_Él iba a comerme pero se arrepintió me dijo que me quería como su esposo, que se iba aparear conmigo, estuve en su mazmorra tres días por lo que pude contar y luego escape._ Agregaba intentando sonar fuerte para que el otro creyera en su valentía y que le fuera útil en algún medio, no quería volver a la aldea en que creció.
_ Pudiste engañarlo, eso demuestra que fuiste astuto._ Le tomó el hombro con su mano como muestra de apoyo._ de que clase era.
_Ah?
_ Es decir, mmm, cuánto media?
_ No lo sé, tal vez de la altura de tu chimenea o un poco menos.
_ Debió ser un gigante de tres o cuatro metros, hmp, la tuviste fácil, corriste con suerte.
_ Sí, eso creo. Luego te encontré a ti._ El ojinegro lo vio expectante._ El gigante me ocasiono miedo y un sensación desagradable en la panza pero cuando te ví a ti deje de sentirlo y mi pecho se llenó de tibieza._ Una de sus manos se fue directo a la mitad de su pecho, el elfo estaba sorprendido.
_ Supongo que no puedo hacer que vuelvas a ese lugar.
_ Enserio no me harás volver?_ Lo miró con alegría cariñosa.
_ No, sería incorrecto y cruel de mi parte, veré que hacer contigo después._
_ Oh! ¡Muchas gracias!_ Intentó abrazarlo.
_ ¡Ey! No toques, ya te lo había dicho._ Escapó rápidamente a la muestra de agradecimiento.
_ ¡OH, Sí claro! Perdón, lo había olvidado, no volverá a ocurrir, lo prometo._ Espetó con una sonrisa zorruna esta vez.
_ “Veré que hacer contigo después, en que estaba pensando, espero no arrepentirme”._ Se dio la vuelta para continuar arreglando sus cosas.
_Por cierto, Soy Naruto.
_Naruto que
_ No sé, sólo Naruto.
_De acuerdo, Soy Sasuke
_ Sasuke que
_ Sólo Sasuke
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_ Y ¿Cómo son tus amigas? ¿Son parecidas a ti?, me refiero a tus orejitas._ Ambos caminaban a pie por el espeso bosque donde la noche amenazaba con cada paso, pero a diferencia de lo que ya había visto de éste, presentaba un ecosistema fructífero y saludable, a diferencia de lo seco sin vida que llegó a apreciar cuando fue secuestrado por el gigante.
_ Sí te refieres a que si son Elfas, pues no, estamos muy lejos de mi pueblo.
_ Entonces, no vives tu sólo en esa cabañita?_ Curioseo caminando detrás de él.
_No, es uno de los lugares donde me hospedo cuando salgo de viaje, mi hogar está en el sector Este, siempre es verano; los frutos abundan y los rayos del sol son delicados a todas horas como en las mañanas._ Narraba orgulloso.
_ ¿Entonces a dónde vamos?
_ Vamos al mundo Feérico, lugar de las hadas.
_ ¡Wow! ¡Las hadas!, ¿Qué son?
_Nunca te contaron cuentos de hadas o lo que eran._ El otro negó con la cabeza al ver la pregunta quejica del azabache._ Bueno, imagina una pequeña mujercita de largos cabellos muy bonita y con alas de mariposa en su espalda que le permitan volar, cumple deseos o juega contigo.
_ ¿De mariposa?
_ Bueno, son más parecidas a las alas de una polilla.
_ Vaya, ¿y a que se dedican?
_ Son protectoras de la naturaleza, esa es su principal función. Pero hay de diferentes tipos y también tamaños y formas; Las ninfas son las más altas, algunas veces renuncian a sus alas o las esconden para enamorar a los hombres bien parecidos. Otras tienen apariencia de niñas y son las más chiquitas, les encanta jugar y las de tamaño variable, son de apariencia de mujer joven que se encargan del equilibrio de los bosques.
_ Me mareo._ Dijo agobiado el doncel rubio.
_ Es porque le di demasiada información a tu cabeza hueca, Ahora calla, ya llegamos._ Se detuvieron en una pared de rocas húmedas, el Elfo tocó las piedras con los nudillos dejando oír una melodía juguetona y algo rara.
El ojiazul esperaba expectante.
Las rocas se abrieron pero sólo un poco, dejando un hueco._ Escucha, esto es todo lo que se puede abrir así que tendremos que andar a cuatro._ Le puso el ejemplo y el doncel no se movió hasta perder de vista el trasero del joven azabache. Luego empezó a andar.
_ Sasuke, ¿Sigues ahí?, no puedo ver nada._ Avanzaba pero sin saber a qué dirección, todo era completamente oscuro, sentía las piedras del camino rasparse en sus rodillas y clavarse en sus palmas.
_ Continúa andando, vas bien._ Escucho a lo lejos.
_ ¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Puedes ver en la oscuridad?_ Cuestionó inocente y molesto por su falta de cualidades.
_Sólo hay un camino, Naruto, no te puedes perder._ Volvió a escuchar al joven, con voz prepotente.
_ ¿Ya casi llegamos?
_Falta poco, aguanta.
Vio al frente una luz y animado aceleró su paso, cuando salió del agujero aun de rodillas quedó maravillado por lo que se presentaban a sus ojitos azules y bonitos. Era un bosque de menos tamaño pero que a su vez no tenía fin, ya era de noche pero todo estaba iluminado por luz brillante y rosada, luz en las hojas de los árboles, en un la laguna de enfrente, en una cascada que alcanzaba a ver a lo lejos, todo era reluciente y bello.
_ ¡Wow, es hermoso Dattebayo! Pero, ¿Sasuke, dónde estás?
_Estoy aquí._ Oyó la voz muy cercana, como si estuviera a su lado pero por más que volteaba no lo encontraba.
_ No te veo._ Se alteró.
_ Arriba de ti, estas entre mis piernas._ Entonces fue consiente de las bonitas botas de cuero que se posaban a cada lado de sí, y por respeto no alzó la mirada por vergüenza a chocar con las partes íntimas del elfo. Siguió su andar hasta sobrepasar al muchacho apuesto que le sirvió de arco. Se levantó y sacudió sus ropas.
_ Prosigamos_ Menciono el chico de orejas puntiagudas mientras caminaba a no sé donde.
En su recorrido fueron interceptados por las hadas que no conocía Naruto, éstas reconocían al joven azabache con bastante familiaridad por lo que se notaba, haciendo gala de su hermosura y coqueteando con el varón de lo más lanzadas.
Luego prestaron atención al doncel que le acompañaba, percibiendo al instante de la lindura que este se cargaba en la carne, cabello y ojos.
_ Ya sabéis a que vengo, llevadme con su líder._ Agregó con cierto tono autoritario pero las haditas, enamoradas, le obedecieron.
Sin embargo, en su calzada al trono las ninfas pequeñas sedujeron al rubio y lo llevaron por otro lado. A Sasuke no le preocupó, pues conocía a esas criaturas mágicas y de lo que llevaba de conocerlas, eran buenas.
Llegó al trono de la princesa de esas tierras, a la que conocía desde que era un infante. Tan bonita y coqueta, palabras dichas por ella misma. Siendo un niño escondido en el tronco de un árbol porque lloraba triste, acudió esta mujercita de 25 centímetros a consolarlo y a decirle lo guapo que era.
_ Yamanaka Ino, Princesa de las hadas, heredera de la mayor belleza de tu raza y emperatriz del mundo Feérico._ Una hermosa mujer joven de ropas purpura y reveladoras estaba sentada en un trono de hierbas frescas y verdes, una corona hecha de olivos de oro se posaba en su cabeza, era una joven de cabello suelto y rubio cenizo largo y envidiable llegaba hasta sus talones, sus labios eran color cereza, su cuerpo tenía curvas exquisitas y su mirada era bellísima por unos preciosos ojos azules sin pupila.
_ Ne, Sasuke-kun, ha pasado un tiempo desde tu última visita._ Contestó alagada. Desde que lo miró como un niño, ella con una apariencia más adolescente; peinaba su cabello en una coleta alta, quedó encantada del elfo a pesar de su actitud arrogante.
_ Vengo a pedirte información que necesito, sé que me puedes ayudar.
_ Te diré lo que necesitas siempre y cuando me prometas que seré tu amante, me harás tu esposa y madre tus hijos._ Pidió a cambio la rubia de ahora 30 cm de estatura.
_ No puedo hacerlo, estoy comprometido, en mi tierra me espera la que será mi mujer, pero a cambio te eh traído golosinas que puedes comer para darle color a tus mejillas y leche para suavizar tu piel._ Le puso las ofrendas a sus pies, irresistibles para la doncella.
_ Me rompes el corazón pero me encantan los baños de leche, eres buen jugador, mi querido Sasuke-kun.
Un doncelito era abordado por la lindas ninfas que volaban a su alrededor, a la vez que lo guiaban por un camino rocoso hasta llegar a un peñasco que daba un metro de altura lejos del agua. Varias de las ninfas se pusieron enfrente de él, lo suficiente lejos para hacerle señas con las manos al rubito para que se acercara a ellas.
El elfo no mintió con respecto a las hadas, había de todos los tamaños, sus alas se parecían a las alas de las mariposas nocturnas, sus ropas eran vaporosas, Naruto deseaba saber coser para tejerse vestimentas igual de bonitas, eran vestuarios mejores que los de las niñas ricas de su anterior aldea, sus caritas eran blancas y otras de color chocolate, con ojos grandes y de largas pestañas.
Él doncel, alegre, seguía el juego de las encantadoras haditas, daba paso tras paso, obedeciendo las indicaciones de las doncellitas hasta que llega justo al borde a punto de caer, sólo otro paso en falso.
_ Naruto, ven._ Enseguida hizo caso al llamado varonil._ Date la vuelta y ven conmigo. _Giró y encontró al azabache a unos cuantos pasos de si, ofreciéndole la mano para no caerse del peñasco.
Tenía dos opciones; seguir jugando con esas bellas doncellas que le ofrecían amistad o tomar la mano del pelinegro de orejas puntiagudas que lo veía con el ceño fruncido.
Y eligió
Coger la mano del azabache apuesto sin pensarlo dos veces.
[6]
Fin del tercer capítulo