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Hijos de los Dioses por Whitekaat

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SENTIMIENTOS

#11

 

La chaqueta color burdeo aún descansaba sobre la silla del comedor quemándole a fuego vivo los momentos que pasó con Aioria hace dos semanas atrás, aquel beso, aquella caricias, aquel trato diferente, de  las mano del mayor cuando tocaba su piel, ese calor que emanaba su cuerpo y aquel hermoso lugar. Sus mejillas se volvían a encender una vez más, había algo diferente con Aioria y aunque él no supiese bien del todo, su cuerpo sabía que todo se tornaba diferente cuando estaba cerca del castaño.

Su cabello se volvió perlado una vez más cuando sus labios se tocaron en el monte, y volvieron a hacerlo con ese beso de despedida frente a la puerta de su departamento, no entendía cuál era el extraño cambio de la actitud del león con él, no entendía esa repentina manera amable de tratarlo, no entendió cuando unieron sus labios, ni cuando cedió su chaqueta para cubrir sus hombros del frío envolviéndolo con el perfume que llevaba en ese momento.

Sólo esperaba que todo lo que su interior comenzaba a sentir no se diera a lucir cuando se volvieran a reunir una vez más en los laboratorios y frente a los demás caballeros.

 

***°***°***°°***°***°***

 

— No sé qué hiciste pero el pequeño huye de ti como las gacelas huían de los leones — La voz del piloto del santo de Libra había interrumpido la concentración del león y de paso de los otros tres hombres.

— No sé de qué hablas, pero no es momento de charlar cuando tu cabeza está a punto de ser atravesada por un titán — Respondió el león mientras se adelantaba y empujaba al titán lejos de la ciudadela.

Las armaduras de los cinco santos relucían ante los tonos cálidos de la tarde, otro titán había aparecido identificado como océano, un titán de tamaño colosal, de un líquido trasparente y espeso que quemaba todo lo que tocaba y al centro de él, el objetivo de los dorados, el alma de titán, el único punto débil que poseían.

— A lo que sea que estés jugando Aioria, será mejor que te detengas, es sólo un chico que cayó en esto contra su voluntad, no hagas más miserable su vida— otra voz se unión a la conversación y esta era la de Shaka, la voz del hombre de cabellos largos y rubios y de actitud siempre serena y calmada.

La voz del rubio sólo hizo tragar saliva con pesadez al capitán del escuadrón, pero luego de aquel extraño lapso en su interior decidió dejar la charla de lado y enfocar su mente en su única misión, proteger a la humanidad a toda costa.

 

 

 

 

CITA

#12

 

— ¿No te habías dado cuenta? Te ves un chico bastante serio y despierto, pero quien podría decir que puedes ser despistado en ocasiones — La voz del moreno era burlona, al igual que aquella sonrisa que se posaba en su rostro, sí, Saga no podía negar que le desagradara verla, es más, desde hace un tiempo se estaba acostumbrando más y más a la cercanía del mayor y esa desconocida personalidad.

— Nunca mencionaste que era una cita…— Sus ojos ya no podían mantener la vista en el otro, sus mejillas debían estar rojas, sentía el calor sobre ellas, la declaración de estar en una cita con el mayor lo había tomado por sorpresa.

— Fuimos de compras, vimos una película, te besé apenas tuve la oportunidad y ahora estamos comiendo juntos ¿Qué pensaste que era? — Saga se atrevió a levantar su mirada para ver directamente a esos labios que se mantenían igual de curvados mostrando aquellos blancos dientes.

— No lo sé, nunca había tenido a nadie con quien hacer este tipo de cosas, hace bastante tiempo que no salía y conversaba con alguien. — Respondió el menor trasformando el rostro de Aioria.

— Espera ¿Tú no tienes amigos o alguien con quien charlar? — El ambiente se había tornado tenso y de un momento a otro la hamburguesa sobre la bandeja se veía menos apetitosa que antes.

— No, no tengo amigos, siempre me he llevado mal con las demás personas, debido a mi cabello me han molestado desde que ingresé a estudiar, no le caigo bien  a los demás y desde que madre falleció he estado solo — Aioria miraba al joven frente a él que había agachado su rostro, sus cabellos parecían ser más azules y notorios para él que antes, su figura se veía más frágil que desde la primera vez que lo vió, su puño fue apretado con fuerza por debajo de la mesa pero sin ningún movimiento que le acompañara luego de eso más que el silencio y tensión.

— No fue mi intención traer recuerdo dolorosos — La voz del leonino se escuchó en un intento de recuperar el ambiente, cosa que no sucedió, tanto él y Saga habían perdido el apetito y uno de ellos sólo quería volver a su habitación a mirar el cuadro de su madre que descansaba sobre la mesita de noche.

 

 


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