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Hijos de los Dioses por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Aquí está el final de este pequeño, raro y extraño fic espero les gste y gracias a todos los que se dieron el tiempo de leer. 

Saludos.

 

 

 

FUI/ERES

#23

Una semana desde la gran batalla, la segunda venida lo habían llamado los sobrevivientes de aquel caos, los restos de los edificios seguían esparcidos por la ciudad, los rescatistas seguían buscando gente entre los escombros, todo ser viviente que permaneció en pie se encontraba en las calles buscando mantener viva la ciudad. La máscara de la corporación Olympus cayó al igual que lo habían hecho lo siete dueños de ella, pero un sabor amargo estaba en la lengua de todos los habitantes de la nueva Athenas por no ser ellos quienes decidieron su final y castigo.

Aquella parte de la corporación ignorante de la situación se encargó de atender todos los daños provocados, y restaurar la confianza de la sociedad, fijando esta vez su verdadero objetivo en pos de la humanidad.

Los santos dorados permanecían inmóviles entre las raíces, los cráteres formados por el final de la era de los titanes permanecían como un recordatorio de la victoria de la humanidad, y sobre el monte la figura del titán de la tierra cubierto de un manto verde de hojas y vegetación. A Lo lejos se podía ver como las raíces llegaban al mar traían de vuelta aquel hermoso azul.

A los pies de la gran figura, sobre una roca de color blanquecino que alguna vez formó un templo, los cabellos perla de un joven muchacho se mecían con la brisa mientras miraba hacía el horizonte.

— Sabía que te encontraría aquí — la voz grave nació de repente tras su espalda, pero el chico decidió no voltear su rostro, ya sabía de quien era dueño aquella voz.

— ¿Por qué volviste por mí? ¿No fui tú reemplazo? ¿No fui tú misión? ¿Qué fui Aioria? — los ojos color cian del geminano se posaron sobre el mayor que se había sentado junto a él sobre el pilar destruido.

— Volví porque debía hacerlo, no por culpa, no por arrepentimiento, fuiste un reemplazo a mi dolor por Marín, fuiste mi misión, pero sólo en un comienzo, no mentí cuando tomábamos nuestras manos, tampoco cuando acariciaba tu rostro y luego cada vez que compartíamos nuestro tiempo dejó de ser mi misión, mis sentimientos cambiaron y sé que lo pudiste sentir las veces que nuestras mentes se conectaron, fuiste eso Saga, un reemplazo, una misión, pero lo importante es que eres ahora…— La mano del león se posó sobre la palma pálida del menor acariciándola suavemente con la llemas de sus dedos.

— ¿Y quién soy ahora? — preguntó mirándolo directamente a los ojos.

— La persona a quien amo, la razón por la que escapé de la celda, la razón por la que pilotee a Leo una vez más para rescatarte, porqué aunque no me quisieras ver nunca más, no podía dejar que aquello que no eres tú te consumiera, no eres Gea, su reencarnación o clon, eres Saga, un muchacho fuerte, un tanto molesto en ocasiones, divertido, influenciable y fácil de molestar, eso eres… al menos para mí — la mano del mayor abandonó la palma de Saga y se posó sobre su nuca para acercar sus labios en un beso que el geminiano no rehuyó  y que ambos se permitieron disfrutar, porque ambos sentían lo mismo, ambos sabían que a pesar del caos a las faldas del monte, podían contar el uno con el otro desde ese momento.

FIN

 

 

 

 

VERGÜENZA

#EXTRA

 

De un momento a otro las caricias se habían subido de nivel, los besos se volvían más fogosos, las manos de ambos chicos paseaban por lugares que hasta hace poco no se habían atrevido explorar, los brazos morenos de Aiora, su pecho, su abdomen bajo la camisa. La piel blanca cubierta por la ropa, los costados de su cintura, el muslo sobre el pantalón de Saga, sus cuerpo estaban más juntos que nunca, rozando su cuerpo con lo que más pudieran del cuerpo del otro, sus respiraciones agitadas, Saga sentía sus manos temblar y Aioria a pesar de no ser inexperto en el tema sentía la misma sensación del menor.

Sus lenguas se rosaban en deseo, los labios del otro se turnaban para ser mordidos, respiraban el mismo aire en el afán de no separar sus bocas, la sangre se les subía a la cabeza y el calor bajaba más al sur de sus cuerpos.

El león en una ola de lujuria empujó su pelvis despierta contra la del menor sacando un gemido ahogado por besos, la fricción se volvió más necesitada, más dolorosa, con la necesidad de liberarse de aquella telas que comenzaban a lastimarlo.

Sus manos bajaron hasta el cierre y botón del pantalón de Saga dejando expuesto aquel bulto que crecía en su ropa interior aprovechando el momento de confusión del menor para palpar sobre la delgada tela que aun separa sus dedos de aquella piel blanca, mientras que con la otra mano hacía lo mismo consigo mismo para liberar en algo el dolor que sentía, ambas entrepiernas se volvieron a juntar produciendo un gemido audible en ambos.

La respiración de Saga se había vuelto más acelerada y jadeante, revolviendo sus pensamientos con aquel delicioso sonido, sus manos inquietas liberaron ambas erecciones juntando piel con piel, siento lo resbaloso y húmedo que se había vuelto todo por la excitación, su mano viajó a la de Saga para que entre ambas se tocaran al mismo tiempo en un vaivén guiado por el mayor, creando gemidos audible por parte suya y del de cabellos blancos.

Ambas manos unidas seguían bajando y subiendo desde la base hasta llegar a la punta, produciendo espasmo y contracciones en el proceso, Aioria sentía su miembro completamente irrigado de sangre, sintiendo la sorpresa de verse a sí mismo completamente hinchado y grande junto al de Saga.

El ritmo aumentaba cada vez más, más rápido, más fuerte más frenético sintiendo cada vez el final más cerca, hasta que lo inevitable sucedió, entre un beso apasionado y gemidos de placer, el espeso líquido blanquecino chorreaba a borbotones desde sus penes manchando todo lo que alcanzaba.

Y tras el trance y desconexión del orgasmo llegó la parte racional a su cerebro causándole un escalofrío, Saga era menor de edad, era la primera vez de Saga haciendo algo como eso.

— Soy un pervertido…— dijo al aire más para sí mismo que para que su compañero lo escuchara.

— Sí, si lo eres — pero la voz divertida de menor y sus labios que se unían a los de él fueron la respuesta de confirmación para Aioria, sintiendo el peso de sus acciones avergonzarlo, siendo la primera vez que Saga vio el rostro de Aioria rojo y avergonzado.

 

 

 


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