* *
***** Limon y Sal *****
* *
* *
By: Yaoi Darken Girl
-----------------------------------------------------------------
Capitulo 2: Y yo creí que te conocía…
Se despabiló completamente, e instintivamente se llevó la mano a la frente. Le parecía sentir aún, el cálido beso. Se levantó del escritorio con flojera (¡Pobreshito!^^ estaba durmiendo, y me lo despertaron ^^), para asomarse a la puerta de la oficina.
- ¿Sucede algo señor? - Preguntó Riza
- ¿Dónde está Edward Elric?
- El se acaba de ir, señor. Por lo de la tarde libre y eso.
- De acuerdo- Dijo Mustang, con intenciones de volver a su oficina.
- ¿Señor?- Riza llamó su atención
- ¿Qué sucede?- respondió el pelinegro, con total indiferencia.
- Si lo consiguen durmiendo en el trabajo, lo van a rebajar- Dijo mientras señalaba el alborotado cabello de Mustang
- Esto queda entre tú y yo, ¿De acuerdo Hawkeye?- dijo mientras, aburrido, se pasaba la mano por el cabello y entraba de nuevo en su oficina.
Riza suspiró. Su superior era un flojo. Y lo peor, era que no podía molestarse con él, porque en 4 días era su cumpleaños. Una sonrisa divertida, se cruzó por su rostro, al imaginar la cara de Roy cuando lo averiguara. Eso había que verlo… ^^
---------------------------------------------------------
Edward corría rápidamente por las calles de central, al parecer, con mucha prisa. Se detuvo en una esquina, y se escondió tras la multitud. Se recostó de la pared, hasta que su respiración agitada, volviera de nuevo a la normalidad.
- ¿Por qué demonios habré hecho eso? – Se preguntaba a si mismo
***************** FLASH BACK *********************
Ya eran las 3 de la tarde. Como novedad, nada había que hacer en el cuartel. Ed aún no le hablaba a Al, y Winly había pasado toda la mañana, tratando de reconciliarlos, pero sin éxito.
- Edward- Lo llamó Riza.
- ¿Qué sucede?- Preguntó el rubio, con fastidio.
- Necesito que busques unos archivos en la oficina de Hughes, yo estoy algo ocupada…
Lo único que se veía de riza, entre el montón de papeles en su escritorio, era su moño de cabello rubio.
- De acuerdo u.u – dijo Edo resignado.
Caminó hasta la oficina de Hughes, pero al abrir la puerta, le dio en la cara a Scieska (se escribe así, ¿no? XD), quien, debido a la gran cantidad de libros que traía, no lo había visto.
- ¿Estas bien?- Preguntó el rubio.
- @_@ Eso creo- Le respondió ella mientras se levantaba.
- ¿Qué hacías en la oficina de Hughes? – Preguntó el ojidorado, mientras le ayudaba a recoger los libros.
- Vine a traer unos archivos que Archer me pidió traer…- Le respondió, mientras con una mesa, señalaba unos archivos y con la otra, aún sostenía un gran grupo de libros.
- ¿Serán esos los archivos que Riza necesita?
- ¡Oh! ¡Si! Yo debía decirle a Hughes que se los llevara a Mustang- Dijo la chica, con una gota en la frente, y una risa forzada.
- Descuida. Yo lo haré…
Tomó los archivos de la mesa y, luego de ayudar a Scieska a salir de la oficina sin tropezarse, se dirigió corriendo a la oficina de Mustang.
Al llegar, encontró a Havoc fumando, sentado en un sofá, pero Al y Winly donde están.
- Si buscas a tu hermano y a tu prima, ya se fueron- Dijo el ojiazul, mirando la cara intrigada del rubio- Dijeron que irían a casa y que no llegaras tarde.
- Bueno, por lo menos no tendré que ocuparme de ellos por un rato- Pensó Ed
- Edward- Lo llamó Riza, de nuevo- ¿Trajiste los archivos?
- Si aquí están
- Bien. Necesito que se los lleves a Roy para que los firme…
- Pero…
- ¿Quieres que yo lo haga?- la voz de la rubia se oía tensa y malhumorada, pero lo que más llamó la atención del ojidorado, fue cuando oyó descorrer el seguro de una pistola.
- Yo lo haré…- Dijo con una gota en la frente.
Entró a la oficina del Coronel, y lo encontró durmiendo con los brazos apoyados en el escritorio. Una sonrisa cruzó el rostro del rubio.
Colocó los archivos en una gaveta del escritorio, cuidando de no despertar al pelinegro, y se disponía a irse, cuando lo escuchó murmurar en sueños:
- Ishbal… mmmmm… Mi culpa… mmmmm… Siempre lo fue… mmmm… soledad…
Pobre. Las pesadillas de la guerra de Ishbal todavía lo atormentaban en sueños. Fue por eso que no lo había matado, aquel día que combatieron. Sintió mucha pena por Mustang, entonces, un deseo de consolarlo comenzó a nacerle…
Se acercó con cuidado al pelinegro, y acariciando suavemente los mechones de su cabello, comenzó a murmurarle:
- Tranquilo. No es tu culpa. Nunca lo ha sido. No estás solo. Me tienes a mí.
Se sorprendió al darse cuenta de que estaba diciendo, y a quien. Mustang dejó de debatirse en sueños, al escucharlo. Sonrió con ternura. Entonces, en un impulso de cariño repentino, levantó el flequillo del coronel y depositó un beso en su frente.
- Considéralo tu primer regalo de cumpleaños – murmuró el rubio
En ese momento vio como Mustang comenzaba a debatirse en sueños para despertar, y, no queriendo que lo encontrara allí, salió de la oficina.
Se mantuvo apoyado en la puerta de la oficina por unos segundos, hasta que Havoc llamó su atención…
- Estas rojo como un tomate, Ed ¿Qué estabas haciendo?
- No estaba haciendo nada- dijo el rubio malhumorado, mientras sentía como su cara se calentaba al igual que sus mejillas.
- Eso no es cierto…
- No tengo porque darte explicaciones. Ya me voy…
Edo salió corriendo por la puerta del despacho, en dirección a central, buscando alejarse lo más posible del cuartel, mientras aún pensaba en lo que acababa de suceder…
***************** FIN FLASH BACK *********************
Aún tenía la respiración agitada. ¿Por qué demonios había hecho aquello? Se suponía que Roy Mustang, Alias "Flame Alchemist", era el más despiadado y odioso coronel. Y por él lo odiaba. Pero últimamente eso había estado cambiando. Ya no podía verlo a la cara, sin sentir como la suya se ponía caliente, y al sentirlo cerca, su cuerpo comenzaba a temblar, y al verlo feliz, le daban ganas de abrazarlo, ganas de… ¿besarlo?
¿En que rayos estaba pensando?
Él pensaba que era un chico normal.
- Pero este sentimiento…- Colocó una mano sobre su pecho- ¿Qué es este sentimiento?
Sintió como unas gotas de agua caían sobre él. Estaba comenzando a llover. Se refugió en el café que estaba en aquella esquina. Pidió una taza de chocolate caliente, y se sentó en una mesa más alejada de las demás, en una esquina, pensando mientras veía la lluvia caer…
-------------------------------------------------
Odiaba conducir mientras estaba lloviendo…
¿Por qué no le habría hecho caso a Riza, cuando le dijo que se fuera más temprano?
Comenzó a llover más fuerte…
Si seguía conduciendo, podría ocasionar un accidente, así que se detuvo. Estacionó el auto frente a un café, dispuesto a esperar allí, hasta que la lluvia amainara un poco. Pidió una taza de café, y sentó en la barra.
De repente, un cabello rubio llamó su atención. ¿Podría tratarse de…? Tomó la taza de café, y dejó el pago sobre la barra. Se acercó hasta allá, y encontró a Ed, sentado en la mesa, mirando la lluvia.
- ¿Te molesta si me siento?- Preguntó.
El rubio fue sacado abruptamente de sus pensamientos, para encontrarse cara a cara con Mustang.
Ya que el rubio al parecer no tenía ideas de responderle, el pelinegro tomó asiento en la mesa.
El rubio se quedó observándole largo rato, sin decir nada, mientras el pelinegro tomaba su café, hasta que, él, ya obstinado, le dijo:
- ¿Qué acaso tengo monos en la cara, o qué?
El rubio, lo miró con mala cara, y hundió la cara en su taza de chocolate. Al cabo de un rato le preguntó:
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Yo? Solo pasaba por el lugar.
Edo alzó las cejas. Obviamente no era verdad.
- De acuerdo- Dijo el pelinegro con un suspiro hondo- No me gusta la lluvia, así que decidí quedarme aquí un rato…
- Lo extraño es que no esté mojado coronel
Mustang iba a responderle la pregunta cuando la camarera, quien traía sendo balde de agua, tropezó con algo tirado en el suelo, y soltó el balde, ocasionando que este cayera en la cabeza del despistado coronel.
- Retiro lo dicho – Dijo el rubio riendo- Ahora sí que estás mojado.
El rubio se reía a pierna suelta, mientras la camarera se disculpaba con Roy, y le traía una toalla limpia, pero, dado que Edward no parecía querer dejar de reír, él iba a tener que vengarse. Colocó los dedos frente a la cara del rubio, quien lo miró, algo asustado, pero cuando tronó los dedos, no salió ni una sola chispa. El rubio comenzó a reír de nuevo.
- Tienes los guantes mojados. Ahora estás indefenso como un gatito. Jajaja jajaja jajaja XD
Una venita en la frente de Roy comenzaba a hincharse, pero, respirando profundo trataba de calmarse. Al fin, si había sido bastante gracioso.
Cuando al rubio se le pasó la risa, pudo entender la situación en la que se encontraba el Flame Alchemist. Mojado como un perro. Y sintió ganas de ayudarlo. Se levantó de la silla, y se colocó al lado de Mustang.
- ¿Y ahora que quieres?- Ladró el pelinegro, aún algo enfadado, tratando de secarse.
- Vamos, ya bájale. Además, fue un accidente. Ven, déjame ayudarte - dijo el rubio, mientras le quitaba la toalla de las manos
- No necesito tu ayuda – Dijo Roy, tomando la toalla en intentando quitársela al rubio.
- No seas testarudo- Dijo el rubio peleando por la toalla.
- Gracias, pero no gracias- dijo el pelinegro haciendo lo mismo.
Se encontraban peleando por la toalla, cuando Mustang tiró muy fuerte de ella, ocasionando que se diera en la nuca con el borde de la mesa, la cual cedió, partiéndose, logrando que el Flame Alchemist cayera en el suelo sobre la mesa y sobre él, Edward quien se había resistido a soltar la toalla.
Mustang se sobaba la nuca con expresión adolorida, pero cuando intentó ponerse de pié, se encontró con Edward sobre él, quien también intentaba ponerse de pié, y quedaron tan cerca, que pudieron haberse besado. Cada uno sentía la respiración del otro, mientras que no podían apartar las miradas. El rostro de Ed comenzaba a ponerse caliente y pronto, el sonrojo en sus mejillas se haría evidente. Mustang, al sentir al rubio tan cerca, comenzó a sentir como un sonrojo comenzaba a apoderarse de sus mejillas, así que, para desviar la atención, tosió un poco, esperando así, desviar la atención de Ed.
- ¿Qué? ¡Ah! Lo siento Coronel – Dijo Ed, tratando ponerse en pie, pero al hacerlo, se dio en la cabeza con la mesa, cayendo de nuevo, en el pecho de Mustang.
Entonces pudo oler esa fragancia tan común en el coronel, pero que no había notado y cerró los ojos, tratando de no olvidarlo. Mustang, al sentir al rubio en su pecho, no pudo evitar sonrojarse aún más. Con cuidado, tomó los hombros del chico, para separarlo de sí. El rubio notó la indirecta, y con rapidez se separó del cuerpo de Mustang, y se sentó arriba. Mustang hizo lo propio.
Con un poco de alquimia, Edward reparó la mesa, y luego, se sentó de nuevo. Tomó la toalla, causante de su accidente, y, colocándose de rodillas en la silla, empezó a frotar el cabello del pelinegro.
- ¿Qué estás haciendo?- Le objetó este.
- Te estoy ayudando
- No tienes que hacerlo- dijo el pelinegro fastidiado.
- Lo se. Pero quiero hacerlo.
El pelinegro, resignado, se dejó hacer.
- ¿Qué me está sucediendo?- Pensó él - En condiciones normales, nunca hubiera dejado que él me ayudara. Pero tiene algo… No se lo que es.
Sintió como su corazón comenzaba a latir más rápido, y colocó una mano en su pecho.
- ¿Qué es esto que siento?
- ¿Sucede algo coronel?- Dijo Edward, sacándolo abruptamente de sus pensamientos
- ¿Qué? No, nada. No es nada Edward. Solo es el golpe, es todo.
- No tiene que llamarme Edward todo el tiempo- Escuchó como le decía el menor- También puede decirme Ed.
- Está bien. Tú también puedes llamarme Roy, mientras no estemos de servicio.
Edward reaccionó. ¿Mustang le decía que podía llamarlo por su nombre? Algo en su pecho comenzó a latir con más fuerza. Sintió ganas de abrazarlo, pero se contuvo.
- ¡Listo!- dijo al fin el rubio.
Tomó la toalla y se sentó en su anterior silla.
- Y bien… Todavía no me has dicho, ¿Cómo terminaste aquí?- Dijo el rubio, curioso.
- Es la lluvia- Dijo Mustang tomando más café- No me gusta conducir mientras llueve.
- ¿Tienes un auto?
- No. ¿Cómo ves que se lo robé a Hughes?
- No tienes que ser tan sarcástico- Dijo Ed, arrojándole la toalla.
Mustang la tomó, y secó un poco más, tras el cuello, cuando Edward llamó su atención.
- Ya está acabando de llover. Ya podemos irnos.
Se levantó de la mesa. Mustang hizo lo mismo, mientras revolvía sus bolsillos en busca de las llaves. Ed sacó algo de dinero de la chaqueta roja y lo dejó sobre la mesa para pagar el chocolate y salió a la calle. Cuando Mustang encontró las llaves, hizo lo mismo.
Montó en el auto nuevamente, y arrancó. Andando por la avenida principal de central, divisó a Edward a lo lejos. Detuvo el auto frente al él.
- ¿Quieres caminar, o prefieres subir?
A Edward se le alegró el rostro. Con una sonrisa, montó en el auto de Mustang y luego este arrancó. Había un incomodo silencio, así que Mustang decidió romperlo:
- ¿Vas a tu casa, no?
- ¿Qué? ¡Ah! Si, Pero no se si sabes donde está…
- Me lo dices mientras conduzco.
- De acuerdo…
- Por cierto… No me dijiste ¿Cómo terminaste tú en ese café?
- Nada importante. Estaba saliendo del cuartel, comenzó a llover, y tuve que refugiarme allí.
- ¿Y por qué tanta prisa por irte?
Ed no respondió. Comenzó a sonrojarse, pero para que Mustang no lo notara, cambió de tema:
- Y… Por fin, ¿Cuántos años cumplirás? Te estás haciendo viejo, coronel.
- Pues con lo "viejo" que estoy, como tú lo dices, aún atraigo más chicas que Havoc- dijo con superioridad el pelinegro- A él lo abandonó hasta la hermana de Armstrong.
- ¿De verdad?
- Si. Dijo que prefería alguien como su hermano.
- Pobre Jean.
Ambos rieron.
- ¿Y que me dices de ti, Ed? ¿Aún no tienes novia?
- Pues no. Aún no tengo a nadie.
Roy extrañamente, se alegró por aquello.
- Pero usted debe tener muchas amantes, ¿o no?
- No deberías estar hablando de cosas como esas a tan temprana edad. Solo eres un niño.
- ¿ACASO ESTAS DICIENDO QUE SOY TAN PEQUEÑO QUE PUEDO AHOGARME EN UNA GOTA DE LLUVIA?
- Cálmate Ed. No me refería a eso.
Edward, enfurruñado, comenzó a mirar por la ventana del auto.
Roy comenzaba a lamentar el hecho de haber hecho enojar al rubio. Suspirando, prendió la radio del auto, para alegrar en algo el ambiente, cuando comenzó a sonar una canción que le encantaba. Se disponía disfrutarla, cuando el murmullo del rubio le hizo darse cuenta de que él estaba cantándola:
[Canción: Time To Burn Artista: The Rasmus]
Fear of the dark tears me apart
Won’t leave me alone and time keeps running out
Just one more life, I’m so sick and tired
Of singing the blues, I should turn my life around
A él también le gustaba mucho aquella canción, así que pronto comenzó a cantar el también, sorprendiendo al rubio…
Tell me why do, I feel this way
All my life I’ve been standing on the borderline
Too many bridges burned
Too many lies I’ve heard
I had life but I can’t go back
I can’t do that; it will never be the same again
And I know I don’t
Have any time burn
Por fin Ed descubría que al menos algo tenían en común. Ambos comenzaron a cantar, liberando así, la tensión del momento…
They follow me home, disturbing my sleep
But I’ll find a place, place where they cannot find me
Maybe I’m lost, and maybe I’m scared
But too many times I’ve closed the doors behind me
Tell me why do, I feel this way
All my life I’ve been standing on the borderline
Too many bridges burned
Too many lies I’ve heard
I had life but I can’t go back
I can’t do that; it will never be the same again
And I know I don’t
Have any time burn
Leave it all behind
Cross the borderline
Face the truth; don’t have any time to...
Don’t have any time to burn
Tell me why do, I feel this way
All my life I’ve been standing on the borderline
Too many bridges burned
Too many lies I’ve heard
I had life but I can’t go back
I can’t do that; it will never be the same again
And I know I don’t
Have any time burn
La canción terminó. Ed miró alegre y relajado, a su superior…
- No sabía que te gustara esa música…
- Hay mucho de mí que aún no conoces, Roy.
- Y yo que creía conocerte- Dijo el pelinegro, rodando los ojos con fastidio.
- Aún te falta mucho- Dijo el rubio, mirándolo con un solo ojo (A alguien le sonó eso de Ryoma… ¡A mi no! XD)
- Te digo lo mismo, Ed.
El pecho del rubio comenzó latir más rápido, sin el notarlo…
- ¿Aún falta mucho para tu casa?- Preguntó el pelinegro.
- Un poco- Dijo el rubio, mirando por la ventana
- No sabía que vivieras tan lejos
- ¿Ves a lo que me refiero? Crees que porque soy tu subordinado, ya lo sabes todo sobre mí. Y sobre todo el mundo.
- Pruébame…
- De acuerdo. Veamos… ¿Sabías que el cachorro de Riza, cumplió un año hace dos semanas?
- Ni siquiera sabía que tenía un perro- Dijo con una gotita en la cabeza.
- ¿Sabías que Havoc está ahorrando para comprarle a Hughes otro juego de dagas como regalo de cumpleaños?
- ¿Otras más?- La gotita se hizo más grande.
- ¿Sabías que en el cumpleaños de Elisa, Scieska le regaló un libro sobre todos nosotros?
- ¿Esa pequeña ya lee?- La "gotita" en la frente del coronel, se hizo aún más evidente.
- ¿Lo ves?- Dijo el rubio tajante- Por eso es que a veces deberías tomarte la molestia de conocer con quien trabajas.
Edward se volteó y siguió mirando por la ventana, mientras que Mustang se ocupaba de conducir.
A veces el chibi tenía razón. Lo mismo sucedía con Basque, Archer y Bradley; todos, por ser de un rango superior, se ocupaban de mandar, más no de conocer a sus subordinados. Y Edward, que apenas llevaba año y medio en la milicia, parecía conocer mejor a todos, que él que llevaba mucho más tiempo.
Entonces, se le ocurrió una idea. Viró el auto rápidamente, y al estar la vía mojada, el auto derrapó, hasta estacionarse frente un local.
- ¡¿ESTÁS LOCO?!- Le gritó el rubio
- Más o menos @_@ – Dijo el pelinegro.
Ambos bajaron del auto, no sin cierta dificultad, y entraron al local.
Se trataba de una taberna, poco frecuentada por los militares, donde se exhibía Karaoke todas las noches. Ed y Roy tomaron haciendo cerca de la tarima, y Roy pidió tragos para ambos.
Hablaron de todo: Del clima (Tema muy importante ¬¬), de sus familias, de sus preocupaciones, desdichas y alegrías, mientras cantaban Karaoke toda la noche, con canciones como:
First Day on My Life, de "The Rasmus"; Guilty, de "The Rasmus"; y Ice de "The Rasmus" (¿Se nota que me encanta The Rasmus" XD)
Al hacerse tarde, Roy decidió llevar al rubio a su casa.
- ¿No eshtas muy borasho para condushir, Coronel? – dijo el rubio, con una sonrisa tonta.
- No aún, cabeza de chorlito – Agregó Mustang, algo mareado, con una expresión parecida.
Ambos montaron en el auto, mientras Mustang conducía como un condenado, y Edward, cabeza por la ventana, gritaba como si estuviera en un parque de diversiones (¡Yupiiiiiiiiii! ^^)
Llegaron a la casa del rubio, y ambos bajaron del auto, aunque uno más borracho que el otro.
- La proshima vesh yo condushco – Decía el rubio, tambaleándose.
- Tú no sabes conducir – Dijo el Coronel, con una sonrisa tonta.
- ¿No se moleshtara Riza mañana cuando lleguesh tarde?
- Yo soy el jefe de aquí – Dijo Mustang con el puño en alto.
Edward, ignorando aquello, siguió caminando hacía su casa, mientras Mustang lo alcanzaba.
- Mañana la reshaca me va a afectar – Dijo el rubio, con una mano en la frente
- No si te acuestas a dormir ahora, enano- Dijo Mustang, pasando una mano por los hombros del rubio, y acercándole hacia sí.
- Que no me digash enano- Dijo Edo, sin formar escándalo, dejándose hacer por el pelinegro.
Caminaron así, hasta llegar a la puerta de la casa que Edo compartía con Al. Edo se soltó del agarre del Coronel, y comenzó a buscar las llaves en su chaqueta roja.
- ¿Buscas esto? – Dijo el pelinegro, blandiendo las llaves frente a su rostro.
- Dame esho – Dijo el rubio arrebatándoselas, para luego abrir la puerta.
- Que conste que aún así, mañana debes llegar temprano.
- ¡Oye! No esh mi culpa que nosh fueramosh a una cita- Dijo Edo, aún algo tambaleante
Una cita… La palabra, extrañamente comenzó a resonar en la mente del apuesto Coronel.
- Bueno… Si no vash a decir nada, sho me voy – Dijo Edo, con expresión algo malhumorada, pero aún algo pasado de tragos, tomando la manilla de la puerta.
- Espera… - Roy tomó a Ed del brazo, y el rubio se volteó a verlo.
Ambos rostros se fueron acercando lentamente, sin ellos notarlo.
Entonces sin previo aviso, Ed, con ambas manos, tomó el cuello del sobretodo de su superior, para acercarlo más, a lo que Roy respondió, plantando un beso en los infantiles labios.
A este contacto, tímido y sutil, pero en fin contacto, la mente de Ed comenzó a reaccionar, más sin embargo, comenzó a darle profundidad al beso si notarlo.
La mente de Roy también comenzó a reaccionar ante aquel contacto, y por un lado, parecía querer apartarse, pero otro lado le impedía moverse, como si estuviera disfrutando aquello.
En ese momento, un pensamiento simultáneo, cruzó por la mente de ambos alquimistas…
¿Por qué lo estoy besando?…
Continuará…