Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Two faces por Love_Triangle

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Desde lo alto del monte Fuji, la ciudad parece pequeña. Desde la orilla, el mar parece encontrar su fin en el horizonte. Desde un rascacielos, las personas parecen hormigas. A tres semanas de un examen, este parece estar controlado…

Todo nos parece mucho más pequeño y sencillo cuando está lejos de nosotros. Es muy fácil asumir retos cuando aún queda mucho tiempo para realizarlos, parece simple y fácil de sobrellevar, pero cuando la hora de la verdad llega… Entonces y sólo entonces nos damos cuenta de que, efectivamente, lo que se presenta ante nosotros es mucho más grande que nuestra persona y mucho más difícil de afrontar de lo habríamos esperado. Es entonces cuando el pánico que hasta ese momento dormía en nuestro subconsciente despierta y flaqueamos. Como al equipo le estaba pasando en aquellos momentos, como me había pasado a mí cuando vi a Samguk en el cementerio…

Se suponía que tras dos semanas de luto todos estarían listos para volver a los entrenamientos, teníamos un futuro que salvar y muy poco tiempo que perder, bastante habíamos retrasado ya el viaje a la época de Juana de Arco y el miximax de Goldie. Gabi no habría querido que el equipo se desmoronase por su culpa, yo lo sabía, había sido su mejor amigo y lo conocía mejor que nadie.

Aquel era el primer entrenamiento sin él y yo tenía que seguir cumpliendo con mi función como estratega del equipo. No podía permitirme el retrasarme de nuevo, tenía que recuperar la práctica que con aquellas semanas de “vacaciones” había perdido. Por ende, había madrugado para poder llegar a la sala de reuniones antes que nadie y enfrascarme, desde primera hora, en el juego que el equipo de Beta había llevado a cabo en el último partido. Tenía que encontrar la forma definitiva de superar su defensa y asegurarnos el gol. Era Riccardo Di rigo, si no era yo quien lo conseguía… ¿Quién lo haría?

—    Buenos días, capitán.

Mientras continuaba examinando la pizarra inalámbrica con frustración, Arion dejó su mochila sobre su silla y, forzando una triste sonrisa que pésimamente trataba de hacer pasar por su sonrisa natural, colocó una mano sobre mi hombro cariñosamente. Ni siquiera me molesté en contestarle, aquella animación de puntos de colores y líneas me tenían totalmente absorbido… ¡Era frustrante! Sabía perfectamente cómo mejorar la defensa, entender las jugadas de los delanteros rivales para poder pararles y guiar a los defensas para que pudiesen hacerlo con mayor efectividad. ¿Cómo demonios se me hacía tan complicado encontrar brechas en la defensa rival? Se suponía que habiendo jugado en esa posición tenía que ser fácil, pero mi mente no hacía más que pensar formas de mejorarla, no de romperla.

“Vamos… Virtuoso”

—    ¡Riccardo!

Por primera vez dejé de prestarle atención a la pantalla, el grito de Arion me había sobresaltado y obligado a desviar mi mirada hasta él. No solía gritar, así que cuando lo hacía solía ser por algún motivo importante.

—    ¿Qué?

—    Déjalo. Este entrenamiento va a ser una toma de contacto, no puedes obsesionarte ahora con esto. El fútbol es para que te lo pases bien, no para que te desconecte del mundo. Entiendo por lo que estás pasando, pero…

—    ¡¿Qué sabrás tú?!

“Oh… Eso se lo dije cuando nos conocimos ¡Bien! Cada vez soy más yo”

La expresión de determinación de Arion se esfumó y su rostro plasmó varias emociones hasta pasar de la sorpresa al desánimo por completo. Como si fuese un gatito que tras detectar que no estabas bien había tratado de jugar contigo y al que habías regañado por ello.

—    No… No creo comprender por lo que estás pasando. Gabi y tú estabais muy unidos y tiene que ser horrible, si a Víctor le pasase algo, yo…

—    ¿Pero quién está hablando de Gabi? Lo importante es que yo estoy vivo y que puedo ayudar a salvar el fútbol.

—    Lo importante es que yo estoy vivo… Da gusto tener amigos así.

Aitor había entrado en la sala junto a los demás y ahora me miraba desde el marco de la puerta con asco, como si hubiese dicho algo que nadie más que yo pensara o como si Gabi hubiese estado delante para oírlo. Era ridículo que después de muerto siguiesen ocultando lo que realmente pensaban de él. Gabriel no valía nada, era un defensa del montón con extrema facilidad para salir volando al más mínimo ataque rival, una supertécnica prácticamente inútil cuando realmente se le necesitaba y carente de espíritu guerrero, mucho menos de capacidad para hacer un miximax. No tenía sentido seguir fingiendo y negando lo obvio, había sido una suerte que hubiese sobrevivido yo y no él.

—    Bueno… Riccardo ha tenido dos semanas muy complicadas, se ha explicado mal. No le demos más importancia de la que tiene.

Como siempre Samguk estaba allí para calmar el ambiente caldeado y evitar que la sangre no llegase al río. Gabi era hasta entonces el único que se había molestado en conocer a Aitor pese a lo que le había hecho, aquel chico se había convertido en su protegido y, aunque siguiesen discutiendo, acostumbraban a ir siempre el uno al lado del otro. Se podía decir que Arion y JP también eran amigos suyos, pero esos lo eran prácticamente de todo el mundo, así que no tenía la misma importancia. Aitoy y yo.. O sea… Aitor y Gabi mantenían una relación amienemistad muy especial, Aitor le buscaba las cosquillas, él le reprendía, Aitor se burlaba de él y Gabi se exaltaba todavía más hasta que, como si de una pareja se tratasen, Aitor le decía algo como: «¿Ya no confías en mí?» y entonces él, tal y como Aitor le había dicho en su momento, le respondía: «Yo ni confío ni dejo de confiar en ti»

Me reprendí mentalmente a mí mismo cuando, tras advertir cómo Aitor alzaba una ceja con seriedad, me descubrí sonriéndole cariñosamente sin pretenderlo.

—    ¡Equipo! Vamos a dar lo mejor de nosotros mismos durante el entrenamiento de hoy, pero recordad que hoy no haremos más que una toma de contacto, no os exijáis demasiado. Sobre todo los defensas y tú, Riccardo.

—    Estoy perfectamente. —mentí, algo que a nadie le pasó por inadvertido.

—    B-Bueno… De todas formas, a Sky se le ha ocurrido una gran idea para que podamos concentrarnos mejor en el entrenamiento y me parece una buena forma de hacerlo más ligero.

Mientras Arion hablaba, me fijé en las caras de nuestros compañeros a cada cual más demacrada que la anterior. Seguía sin entenderlo, la mitad de ellos apenas había tenido relación alguna con Gabriel y más actuaban como si se les hubiese muerto alguien muy cercano. Entendería la pena del principio pues era obvio que algo así afectaba, sobre todo si habíamos compartido tantos años juntos como lo habíamos hecho. Pero además de los de Ryoma, no entendía los motivos que podían tener para seguir llorándole tras dos semanas desde su entierro y casi un mes y medio desde su muerte.

Me recordaban a mí, cada noche hablaba con el espejo en la intimidad de mi habitación y terminaba por derrumbarme al recordar los buenos momentos a su lado, siendo consciente de que el hecho de seguir oyendo su voz no significaba que estuviese menos muerto, pero… ¿Ellos? ¿En qué podrían echar de menos a Gabi?

—    ¿Poner música durante el entrenamiento?

—    ¡Sí!

—    Puede… Ser buena idea. ¡Sí! Podemos intentarlo.

—    ¡Vamos, equipo! ¡Al campo!

—    ¡Sí!

*****

Volver a pisar el campo del edificio fútbol rompió mis esquemas accidentalmente, ya que mientras que mi mente sabía perfectamente donde estaba su lugar, mi cuerpo se regía por movimientos automáticos que a punto estuvieron de volver a situarme en la banda izquierda, ocupando el sitio del que ahora sería el nuevo defensa. Pero fue un pequeño desliz sin importancia que corregí de forma casi instantánea, dirigiéndome hacia la otra punta de la estancia como si quisiese examinar algo que allí se encontraba y pasando de largo de la que habría sido la posición del defensa de la banda izquierda.

—    ¡Riccardo! ¿Vienes a entrenar el tiro?

Desvié la mirada hacia Arion por segunda vez en aquel día y, sin prestarle demasiada atención a lo que me había propuesto en realidad, asentí al tiempo que me encaminaba hacia una de las porterías, donde tanto Arion, como Víctor y JP me esperaban.

—    Primero tirará Víctor con su Aguijón letal y después si quieres puedes intentar mejorar el Pentagrama o probar otra cosa, yo quiero intentar algo nuevo ¿Por qué no ideamos una supertécnica los tres juntos?

¡Pentagrama! Llevaba entrenando desde que me habían dado el alta y no sólo no había sido capaz de aprender a hacer el Pentagrama, obviamente desarrollar una supertécnica llevaba su tiempo y tarde o temprano la dominaría, al igual que el Visto no Visto, pero… Ahora que Arion había sacado el tema de las supertécnicas, sentí como mi corazón se volvía a detener.

Virtuoso, Magister, el miximax de Nobunaga… Yo no tenía nada de eso y seguramente nunca lo tendría. Cada persona tiene un espíritu guerrero diferente y era totalmente imposible que yo sacase a Magister ¡Ni siquiera había podido tener mi propio espíritu! ¿Cómo iba a conseguir el de otro? Era imposible y no había forma de explicarlo sin levantar sospechas. No podían llevarme a la época de Nobunaga y hacer un miximax que supuestamente ya tenía y… ¡No! Yo nunca sacaría un espíritu guerrero, era imposible, si no había podido hacerlo hasta ahora menos podría hacerlo no queriéndolo.

No tenía problema con eso, podía poner un trauma como excusa y para el virtuoso también, pues después de ver como uno de mis compañeros moría junto a mí y no haber podido hacer absolutamente nada, no era descabellado pensar que bien podría haber perdido las fuerzas para dirigir a alguien. Pero Pentagrama sí que era importante, tenía que aprender a ejecutarlo cuanto antes y hacerlo incluso mejor, tenía que ser la compensación por todo lo demás.

—    ¡Riccardo, adelante!

Víctor había chutado mientras que yo continuaba sumido en mis pensamientos. No tenía escapatoria, no había excusa alguna que pudiese poner para evitar tirar a puerta, pero lo que sí podía hacer era demostrarles que era incapaz de hacerlo, quizás así comprenderían que no me encontraba bien y que no podía realizar mis supertécnicas con normalidad, así dejarían de insistir.

Víctor me hizo un pase y detuve el balón aprisionándolo bajo la suela de mi bota derecha. Cogí aire, la vida no es como en las películas, podía intentarlo, sí. Pero no iba a salir de forma mágica y misteriosa, Pentagrama era una supertécnica demasiado especial y compleja como para que simplemente se realizase por casualidad, así que no tenía sentido encomendarse al azar.

—    ¡Pentagrama!

Y tal y como esperaba… Nada sucedió, llegaba la hora de poner excusas para restarle importancia a mi inutilidad.

—    Lo siento, chicos. No… No he vuelto a entrenar desde el accidente y… No me veo capaz.

—    Tranquilo, Riccardo. Sólo necesitas descansar ¡Esperaremos todo lo que sea necesario! Verás como vuelves a ser el de siempre.

—    Eso no es posible, tenemos que salvar nuestra línea temporal, no podemos esperar eternamente. —puntualizó Víctor tan amablemente como siempre.

—    Oye… Hablando de líneas temporales… He estado pensando y… ¿Y si le pedimos a Fey que nos lleve al día del accidente y…?

—    ¡No! No podemos cambiar lo que ha pasado, en eso habíamos quedado. Sino no habría tenido sentido dejar que Vlad continuase parapléjico.

—    Tiene razón, Arion. No podemos cambiar el pasado. Me recuperaré, lo prometo. Vamos a salvar el fútbol, sino el destino me habría matado a mí y no a Gabi.

—    ¡Basta ya, Riccardo!

El repentino grito de Víctor hizo que pegase un respingo, así como logró que tanto Arion como JP desviasen sus miradas, apoyándole pero no queriendo meterse en la discusión que estaba por comenzar. Me extrañaba que Arion fuese a dejar que su mejor amigo me hablase así sin decir nada, no era propio de él.

—    ¿Qué pasa? ¿Qué he dicho?

—    Llevas desde que has vuelto hablando como si debiésemos de alegrarnos de que fuese Gabriel el que murió y no tú. No sé cómo es tu forma de mantenerte emocionalmente estable, pero parece que no sientas en absoluto la muerte de tu supuesto mejor amigo.

—    ¡No hagas suposiciones absurdas! Claro que siento la muerte de Gabi y no ha habido noche en la que no me haya derrumbado pensando en él, todavía tengo fotos a su lado en mi cuarto, pero no podemos negar la realidad.

—    ¿Qué realidad?

—    ¡Gabi no tenía lo que hay que tener para estar aquí! De entre los dos, lo mejor para el equipo es que yo me haya salvado. Un defensa cualquiera se puede sustituir, un virtuoso no.

Cuando quise darme cuenta, el balón que Víctor había recogido tras mi patético intento de Pentagrama, estaba prácticamente sobre mi rostro. No me dio tiempo a esquivarlo y lo poco que pude evitar fue que me diese de lleno y lograr que en vez de ello me golpease de perfil, hecho que no evitó que me doliese igualmente.

—    ¡¿Pero tú estás loco?! —ladré.

—    ¡Si de verdad es eso lo que piensas puedes irte! No necesitamos a alguien así en el equipo.

—    ¡Soy el capitán del equipo!

—    ¡El ex capitán del equipo!

—    ¡Chicos, parad ya!

Arion se interpuso entre ambos, colocando sus manos sobre nuestros pechos y alejándonos al uno del otro para así evitar que la discusión llegase a más. Nos había hablado a los dos, pero por su mirada supe que sus palabras iban realmente dirigidas a mí. Miraba a Víctor como si tratase de decirle con la mirada: «Tienes razón y todos lo sabemos, pero no tiene sentido seguir discutiendo. El pobre Riccardo no está bien» ¡¿Hasta cuando iban a seguir tratándome como si me hubiese vuelto loco?! Es cierto que el verdadero Riccardo nunca habría dicho algo así ni aunque lo pensase, pero… ¿Acaso no era eso mismo lo que todos pensaban? ¿Por qué les disgustaba tanto admitirlo? ¿Porque no era lo políticamente correcto?

—    ¿Y si jugamos un pequeño partido? A sí podréis liberar algo de tensión. —jugó Arion como última carta.

—    Vale.

—    ¿Tú qué dices, Riccardo?

—    Por mí bien.

—    Bien, vamos chicos. Tranquilos ¿Vale? Y Riccardo… Ya hablaremos.

—    Como quieras.

Arion avisó a los demás del cambio de planes y, tras dirigirnos una última mirada fulminante, Víctor y yo nos situamos de nuevo en nuestras posiciones. De haber sido Gabi, en aquellos momentos me habría acercado a Aitor y este me habría gastado alguna broma sin demasiado sentido que, pese a regañarle por ella, lo cierto es que me habría hecho gracia y él lo sabría. Pero Aitor y Riccardo no hacían esas cosas, a ellos les valía con saber que el otro simplemente existía y… Si quería ser fiel a mí mismo, así debía de continuar siendo.

El partido fue uno de los mayores desastres que había tenido la desgracia de presenciar. Nadie estaba a lo que había que estar y todos habían desconectado del entrenamiento en algún momento del partido, en especial cuando los delanteros se acercaban a la defensa del rival. En aquellos momentos era como si todos recordasen que Gabi no estaba y las ganas de atacar se les quitasen de repente, al igual que las de defender o parar el tiro. Había advertido que el ritmo general del partido se ralentizaba y las jugadas se realizaban con desgana y pesadez, como si estuviesen forzados a hacerlo y en realidad poco o nada les importase el fútbol. Incluso Arion estaba teniendo problemas para levantar la moral de los más sentimentales.

Pero lo peor era sin duda la defensa, aquello era un colador y encima roto. El sustituto de Gabi aún tenía que acostumbrarse al ritmo del equipo, Wanli tenía la cabeza dormida en los laureles y varias habían sido ya las veces en las que los delanteros habían pasado sin que siquiera diese un paso hacia a ellos, como si le diese completamente igual pararles o no.

“¿Pero qué hacen?”

—    ¡Defensas!

Otro balón que llegaba a puerta.

—    ¡Paradles!

La gran muralla y la red de caza fallaron estrepitosamente, como si hubiesen estado hechas de papel que el simple aire que los zapatos hacía volar.

—    ¡Quitadles el balón!

La banda izquierda era la peor, era el punto más débil de la defensa y Aitor, que era el más próximo a ella ni siquiera se molestaba en tratar de cubrirla. Aunque en parte hacía bien, ya que así no dejaría desprotegida su zona, sin embargo podía molestarse en abarcar un poco más de campo como su zona.

—    ¡DEFENSAS!

No podía más, un solo balón más y me arriesgaba a que mi impulsividad me obligase a bajar a la defensa y usar la niebla. Ver como la que hasta ahora había sido mi posición se debilitaba hasta el punto de volverse completamente inútil era como situarme ante el cañón de una pistola sin chaleco antibalas, me dolía y consumía poco a poco.

—    ¡Riccardo! Deja de obsesionarte con la defensa y céntrate en tu posición, te están pasando como si nada.

—    ¡¿Y qué quieres que haga si parece que jugamos sin defensas?! Tenemos que bajar a defender.

—    ¡Riccardo! No lo están haciendo tan mal para el estado en el que están, en este partido no les podemos exigir mucho más. Nadie está dando lo mejor de sí.

“Pero la defensa… La defensa se ha venido abajo. No puedo consentirlo, no puedo jugar tranquilo sabiendo que tras pasar a los centrocampistas los delanteros se enfrentan directamente al portero ¡No puedo!”

—    ¡Aitor! ¡Párale!

—    ¡No! ¡Riccardo! ¡Usa a Magister y ataca!

—    No puedo sacar a Magister, Arion. No pue…

Advertí como desde la delantera Víctor me observaba con esa cara que desde que me había convertido en Riccardo tanto odiaba, como si supiese exactamente lo que tenía que hacer y lo que pensaba, como si fuese el jugador perfecto al que hay que hacer caso para que esto salga adelante. ¡Riccardo era y siempre será el estratega del equipo! Daba igual como me mirase. Ni siquiera esa mirada que me decía: «¿Le exiges a los defensas que lo hagan todo bien cuando no puedes sacar a Magister ni hacer el Pentagrama?» me iba a echar para atrás. Soy Riccardo Di rigo… Soy perfecto.

—    ¡Riccardo! El visto y no visto.

—    ¡Que no puedo, Arion!

“Me va a dar algo… Tengo que bajar, me siento inútil estando en el centro del campo”

—    ¡Prueba a dejar de mirar para atrás y céntrate en tu posición! —ladró Víctor anotando otro gol en nuestra contra —Hemos dicho claramente que este partido no pretende ser productivo. A diferencia de ti, a algunos les cuesta jugar por primera vez sin su compañero. Deja de presionar a los defensas y esfuérzate por evitar que el balón llegue hasta ellos, hoy es lo único que puedes hacer.

—    ¡Aitor! ¡La red de caza! ¡YA!

Por primera vez en todo el partido, mi mirada se centró única y exclusivamente en el que hasta el día del accidente había sido mi protegido y el que, como eje de la defensa, consideraba mi defensa estrella. Su técnica, precisión y velocidad le convertían en una pieza clave que, ahora que Gabi no existía, le había convertido en el nuevo eje de la defensa. Pero en el momento en el que miré, esa imagen de chico fuerte, bromista y pasota se vino abajo inmediatamente. Tan pronto como fui testigo de cómo alzaba la cabeza con lentitud y en contra de su voluntad, apartando sus azulados cabellos de su rostro con desgana y buscando mi mirada entre los demás jugadores, sólo para que, tras encontrarla, pudiese pedirme con la suya piedad.

Sí, piedad. Porque aquellos ojos rojos e hinchados, aquellas mejillas húmedas y aquel pelo que se adhería a su rostro no le pertenecían a Aitor Cazador, le pertenecían a un chico que, antes de que empezase el partido siquiera, ya había sido derrotado.

“¿Qué te pasa, Aitor? No puedo ir contigo, no puedo hablarte como siempre. Riccardo no hablaría contigo como lo hacía Gabi, Riccardo preguntaría…”

—    ¿Qué ha pasado?— murmuré sin apartar la mirada de sus ambarinos orbes, pero sin dejar de correr hacia él a su vez.

Murmuraba, susurraba algo que desde lejos no podía llegar a escuchar, pero estaba hablando. No conmigo, porque me miraba por inercia, estaba totalmente ausente y no miraba a ningún sitio en realidad.

—    ¡Aitor! —grité de forma más desesperada de la que había planeado.

—    Me abrazaría al diablo sin dudar… Por ver tu cara al escucharme hablar… Eres todo lo que más quiero, p-pero te pierdo en mis silencios… Mis ojos son dos cruces negras, que no han… Hablado… Nunca… Claro. Mi corazón… Lleno de pena…

—    ¿Qué?

Aitor detuvo sus palabras y por primera vez desde que había alzado su mirada me miró a mí de verdad, sobresaltándose al verme tan cerca, como si me tratase de una aparición fantasmal. Realmente no estaba pendiente de nada de lo que había a su alrededor, estaba completamente desconectado, como el día del entierro de Gabi.

—    Aitor… ¿Qué ha pasado?

—    ¡No le presiones, tú! ¿No ves que no está bien?

—    Riccardo, déjale.

—    Capitán…

“No le estoy presionando, solo quiero saber que le pasa, este no es mi… No es Aitor”

—    La canción… —murmuró. —entiendo la canción.

La canción, por primera vez en la tarde le presté atención a la música que las gerentes estaban poniendo de fondo. Me había acostumbrado a ella a lo largo de la tarde y finalmente la había dejado de escuchar, al igual que los demás y que las propias gerentes. Pero Aitor no, no estaba bien y no estaba preparado para volver a jugar todavía, así que no le había quedado más remedio que evadirse escuchando las canciones que el altavoz reproducía aleatoriamente.

En aquellos momentos sonaba “Muñeca de trapo” de la Oreja de Van Gogh. Una canción triste que hablaba sobre la pérdida de un ser querido al que el protagonista de la canción no le había dicho todo lo que había querido por su propia culpa y que ahora se lamentaba porque nunca más volvería a escuchar a aquella persona y juraba que haría cualquier cosa por poder decirle todo lo que en su momento no pudo.

Las gerentes se dieron cuenta de su error al no haber estado pendientes de la música que se reproducía y la detuvieron tan pronto como advirtieron cual era el motivo del estado de Aitor, quien seguía mirándome a los ojos de forma distraída mientras que las lágrimas seguían deslizándose por su rostro.

—    Esa canción… Parece que habla de Gabi.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).