TUYO
Despierto en medio de la madrugada, rastros de un sueño contigo acosando mi mente. El silencio nocturno como único testigo de mi respiración irregular, la oscuridad apañando el acalorado sonrojo en mis mejillas. Tres de la mañana y mi cuerpo ansía más que nunca un contacto directo con tu cuerpo, mis labios anhelando como nunca con los tuyos un encuentro voraz.
Me revuelvo en la cama con cuidado, sintiendo el rozar de las sábanas como una tortuosa incitación a llamarte, cosa que hago en cuanto recobro cierto grado de control sobre mí.
Pego con fuerza el auricular de mi teléfono móvil contra mi oído, mientras el resonar adormilado de tu voz al otro lado de la línea actúa como el más efectivo de los estimulantes.
Necesito tanto de ti. Tus caricias, tus besos. Necesito la presión de tu cuerpo encimado al mío, el deseo de tenerme destellando en tu mirada. Necesito el roce excitante de tus manos recorriéndome la piel, extinguiendo en cada toque un poco más a mi cordura. Necesito tus labios quemándome apasionados y robándome hasta los pensamientos.
Te necesito en mí…
Ven, abrázame. Bésame, relájame. Tiéntame, acaríciame. Entrégate, domíname.
Sométeme al deseo de entregarme por completo a ti; persuádeme de perderme en el yameante fuego de este sentimiento titánico que me está matando deliciosamente.
Declaro todo esto a través del auricular, mi voz no siendo más que un susurro ahogado, sumida cada célula de mi ser entre apasionadas oleadas de anhelo y ansiedad. Te escucho reír extasiado, despacio; casi tocando en el murmullo de esa risa tanto o más deseo del que yo mismo estoy sintiendo.
Reafirmas lo que pienso y digo con palabras, sugiriéndome un encuentro inmediato, al que accedo al instante, sin siquiera pensar.
Hasta que veinte minutos después, al fin soy capaz de abrazarte, acariciarte y besarte. Te tengo frente a frente, nuestros ojos gritando lo que el calor en nuestros cuerpos ya demuestra.
Nos abrazamos con ansiedad, mis labios buscando los tuyos casi con desesperación. Mis manos aferradas a tu espalda, las tuyas ya luchando contra el estorboso existir de mi camiseta. Y entonces no puedo más que suspirar de deseo, al notar como tus dedos y tu lengua parecen fusionarse, abarcando en mi cuerpo lugares que ni siquiera sabía que estaban allí; mi voz suplicando “hazme tuyo ya, por favor” entre suaves e incontrolables gemidos, el rozar de tus caricias enloqueciéndome…
Descontrolándome.
Vamos, no te reprimas. Déjate llevar por el deseo y, por lo que más quieras, arrástrame de la mano contigo.
Sí, así; tú sabes como me gusta.
Exacto, justo así; no dejes de extasiarme…
Vamos, cariño, no te detengas.
- Hazlo ya…
Puedes tomarme, y hacer de mi cuerpo; hacer de mí todo cuanto quieras. Fui hecho para pertenecerte, el destino se encargó una y mil veces de demostrarme que no hay lugar en el mundo más perfecto para mí que no sea donde tú estés.
Puedes pedírmelo todo, Trunks.
Si quieres que vaya a la mismísima luna y la marque con tu nombre para sentirte su dueño y ser feliz, te juro que ahora mismo me infiltro en las instalaciones de Corporación Cápsula y tomo prestada una nave para ir hasta allá a plasmar tus iniciales en cada rincón de aquel trozo de roca.
Sé que se escucha horriblemente cursi y hasta inverosímil, pero soy capaz de hacer lo que sea para seguir viendo trazada en tus labios esa sonrisa que ilumina tus rasgos tan perfectos y bellos.
Porque soy tuyo…
Total, absoluta e irremediablemente tuyo.