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Destino en marcha por 1827kratSN

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Habían estado peleándose por tener privacidad con el castaño de sus sueños, era cierto, pero respetaban hasta cierta medida el tiempo que cada uno usaba para eso. Sin embargo, en cierto punto sus planes empezaron a chocar y, por ende, la rivalidad que tenían les afectó y con ello el caos nació. Todo estalló en cierta mañana cuando, con los primeros rayos de sol, ambos hermanos se miraban fijamente mientras en sus manos portaban sus armas.

Estaban apuntándose, listos para batirse a “duelo”.

 

—Lo marcaré en su celo —Renato fue el primero en mostrar sus intenciones.

—Me colaré en su cuanto en mi celo —Reborn no se quedó atrás.

—¡Carajo, Reborn!

—Alfa idiota.

—Omega sin gracia —sonrió con burla.

—¡Ahora si te pasaste!

 

Una plática corta, una bala que rozó la mejilla del hermano mayor, una risa burlona que causó la ira del menor, un combate “a muerte” común en ellos, el desastre en la mansión, los gritos de quienes estaban alrededor y no deseaban morir en medio de la balacera, y los insultos en idiomas variados. Al menos decidieron hacerlo en el jardín porque obviamente ninguno de los dos quería perder los puntos ganados con su cielo.

Lo que pasó después fue una maraña de gritos por parte de una tormenta, los cuales alertaron a un medio dormido cielo que los encaró casi al instante. Se salvaron —por muy poco—, de ser convertidos en paletas humanas pues se justificaron con una de esas típicas riñas entre hermanos. La orden de su jefe por detenerse fue acatada, pero no fue todo lo que tuvieron que hacer. Ambos hermanos fueron solicitados para una charla en privado y por eso se dio una caminata silente entre pasillos hasta la oficina del cielo que aún estaba en pijama.

Tsuna maldecía entre dientes porque el estrés de esos días lo tenían con los ánimos grises, además estaban sus pocas horas de sueño porque pasó arreglando algunas cosas a usar en una importante reunión. Sí, decidieron molestarlo en un día inoportuno, pero ya no había marcha atrás. La mirada retadora del castaño —quien al parecer se cansó de las peleas dadas a sus espaldas y de las que de alguna forma se enteró—, hizo que ambos tutores se sintiesen orgullosos de cierta forma porque ellos fueron los que forjaron ese carácter, pero aun así tuvieron que someterse ante el regaño dado.

Anotación mental para ambos ex arcobalenos: descubrir al soplón y exterminarlo. Probablemente fuera Lambo.

Una pequeña charla se dio entre ellos, mejor dicho, Tsuna fue quien les sermoneó por un rato. Sin embargo, ambos azabaches estaban un poco distraídos por el pijama azulado que se mecía con la brisa de una ventana entreabierta y entornaba ciertas partes del cuerpo frente a ellos, el cual caminaba de un lado al otro mientras movía esos labios color cereza. «Curvilíneo, firme y hermoso» en lo único que coincidían ocasionalmente eran en sus pensamientos. Lo bueno fue que escucharon lo suficiente para responder las preguntas del castaño y de esa forma terminaron por exponer sus ya muy claras intenciones.

Se jactaron de su triunfo, ignoraron que Tsuna se masajeaba las sienes con constancia, y al final sólo una frase resonó en aquella oficina.

 

—Estoy cansado de esto.

 

Vieron como su cielo se sentó en uno de los sillones de la oficina, suspiró profundamente antes de mirarlos a los ojos a ambos y negó unas tres veces. No se disculparon, ambos azabaches eran demasiado orgullosos para eso, pero intentaron menguar la furia ajena diciendo cosas positivas del mismo; como que les encantaba su mirada achocolatada o que desde su forma pequeña se dieron cuenta de las miradas mutuas que tenían, que el amor era algo que aprendieron en los años que compartieron con el décimo cielo y que no estaban dispuestos a dejar su pelea.

 

—¿Han pensado en su destinado al menos? —bufó cuando ya estaba harto de escucharlos.

—Has dicho algo bueno, dame-Tsuna —empezó Reborn, sonriendo de lado.

—Y es una de las razones por las que nuestra pelea jamás termina —sonrió Renato mientras acariciaba su hombro derecho.

—¿Pueden… —el castaño dudó un poco— mostrarme su marca de destinado?

 

Después de eso, los hombros ajenos —derecho para Renato e izquierdo para Reborn—, fueron expuestos y la boca de Tsuna se desencajó para formar una “o” pronunciada. «No es cierto» se quejó con frustración mientras tiraba un poco de sus cabellos alborotados porque no faltó que aquellos hermanos hablasen como para que él entendiera el significado de esas iniciales instauradas en un tono negro y una caligrafía en japonés, idioma natal del décimo jefe de Vongola.

Ambos tenían las iniciales de Tsunayoshi Sawada, con la misma forma, mismo color, mismos detalles. Alfa y omega tenían la misma inscripción y por esa misma razón veían en el castaño frente a ellos a su pareja destinada, creyendo firmemente que no hallarían a otra persona que coincidiera con la inscripción de su destinado y sus muy específicos gustos.

 

—¿Y qué hay de ti, Tsuna?

—Muéstranos tu inscripción, sólo así certificaremos si uno de nosotros…

—Sus nombres reales —el cielo cerró sus ojos e inspiró profundamente—, quiero saber sus nombres reales.

—Después de ver tu marca.

—No —se irguió en su asiento y miró con seriedad a sus dos antiguos tutores y actuales subordinados—. Yo quiero saber sus nombres reales primero.

—¿Por qué piensas que no son reales?

—Algo me dice que no lo son… al menos que no me están diciendo toda la verdad, Reborn y Renato Arcobaleno… —rodó los ojos—. Es muy obvio que no son sus nombres reales.

 

La sonrisa de lado de ambos hombres ocasionó que el castaño sintiese escalofríos, pero no dejó de mirarlos. Tsuna se mantuvo sereno mientras Renato y Reborn hablaban con sus miradas y hacían gestos con sus manos. No pasaron ni tres minutos cuando Reborn chasqueó su lengua y Renato se carcajeó. Era el momento.

 

—Es un placer —se burló Renato quien ondeaba su mano—, mi nombre es Renato Argento.

—Romeo Argento —farfulló quien hasta ese punto fue llamado Reborn.

—Se cambió el nombre a Reborn para copiar el mío que es tan genial —se mofó el mayor de los azabaches.

—Ni que tuvieras tanta suerte, idiota —miró con desdén a su hermano mayor.

—Ah, ¿sí? —Renato ironizó antes de carcajearse—. Tu excusa fue y sigue siendo que estábamos en el mismo cuerpo, compartíamos mentes y por eso tomamos el nombre de Reborn, pero como tú dominabas la mayoría del cuerpo dicho nombre te lo ibas a quedar —imitó a su hermano pequeño con gestos exagerados y agudizando un poco su voz.

—Cállate.

—Es divertido molestarte, Romeo… o prefieres que te llame por tu apodo de bebé.

—Que te calles —amenazó tras golpearle el brazo con fuerza.

 

Tsuna estaba acostumbrado a ser ignorado cuando esos dos discutían, no era raro después de todo, y en esa ocasión lo agradeció enormemente porque de esa forma pudo acariciar la muñequera que siempre llevó puesta y que ocultaba su marca. Sus ojos ardieron, sus labios se apretaron e hizo una mueca. Aun no podía creer lo que le estaba pasando y sinceramente tampoco era como si se espantara, después de todo su vida estuvo llena de rarezas que lo llevaron a ser el jefe máximo de la mayor mafia en ese mundo.

 

—El destino sí que juega conmigo —susurró Tsuna para sí, pero eso ocasionó que el par de miradas ébano se posaran sobre él—. Lo odio por eso.

—Y… ¿a qué viene eso, Tsuna?

—Deja de murmurar y muéstranos tu marca, dame-Tsuna.

—Debo decir que agradezco que me dejaran ocultarla hasta ahora —sonrió con temor de lo que pasaría desde ese punto.

 

El décimo cielo removió la muñequera con lentitud, admirando su marca por largos minutos y suspirando cuando la mostró a las dos personas que tenía enfrente. Dos letras se remarcaban, siendo estas R y A, mas, su relieve y su forma no era muy común y eso ocasionó que ambos azabaches se acomodaran la fedora para ocultar la mirada.

Letras superpuestas, separadas por una considerable distancia como para verificar que eran en total cuatro letras repetidas por pares y que, llegado a ese punto, sólo podían significar una sola cosa: Las tres personas ahí presentes tenían un vínculo demasiado fuerte, un destino tatuado en sus pieles.

Y sólo había una forma de verificarlo, un método sencillo que les diría si lo que vieron era real.

Pero Tsuna huyó.

Sinceramente Tsunayoshi no quería ser el centro de discordia una vez más, y más de eso tenía que alistarse para su reunión; así que cerró la puerta de su despacho antes de escuchar el primer disparo. Bien sabía que necesitaba ser precavido desde esa ocasión.

Pero en los días siguientes sus labios fueron reclamados por aquel par de hermanos, siendo Renato el primero y Reborn el segundo, y con ello demostraron que su vínculo era real, sus marcas que ardieron por el contacto directo se lo certificaron.

 

 

Uno…

 

 

Fue una mañana cualquiera, con la brisa un poquito fresca, el aroma a rosas común, y Tsuna hubiese deseado que nada cambiara, pero al abrir sus ojos e intentar descifrar por qué sentía un peso extra encima de sí… supo que nada sería como lo acostumbrado.

Lo que primero vio, fueron aquellos ojos negros que prometían una tortura si es que no se cumplía con sus expectativas, su cuerpo se estremeció instintivamente y quiso correr, pero se vio impedido porque su mano derecha, con su marca expuesta, estaba esposada a la cabecera de su cama.

 

—No grites —fue la primera amenaza.

—Reborn… ¿qué haces?

 

Pregunta estúpida dirían unos, coherente dirían otros, Reborn sólo sonrió de lado antes de inclinarse hasta casi rozar su rostro con el del castaño y susurrar un «comprobando algo». Fue algo inesperado y sin que algo pudiera impedirlo. Los labios de aquel jovencito atraparon los del castaño en un acto lleno de rudeza, con movimientos desesperados, impidiendo que las quejas brotaran, declarando que no estaba dispuesto a detenerse.

Tsuna quiso desmayarse ahí mismo, pero sabía que eso sólo volvería las cosas aún peores.

Jadeó cuando lo dejaron respirar, se removió algo incómodo porque las manos de Reborn sujetaban sus hombros con demasiada fuerza, intentó decir algo, pero no lo dejaron, y cerró sus ojos con fuerza para soportar el bochorno ocasionado porque un adolescente lo hubiese atrapado de esa forma.

Mas, poco tiempo pasó antes de que Tsuna se diera cuenta de unas cuantas cosas importantes: Reborn llevaba encima sólo una camisa suya, el aire estaba plasmado de una fragancia a rosas muy fuerte, su cuerpo empezaba a cosquillear con familiaridad, soltó un leve gemido cuando las caderas de su tutor se movieron por encima de su vientre bajo, y su marca de destinado empezó a cosquillearle.

Sí, estaba en problemas.

 

—¿Recuerdas lo que dije, dame-Tsuna?

—Ah —jadeando, casi al borde de la falta de aire en su cabeza, intentó articular palabra—. Re-Re-Reborn… espe… ra.

—Me importa poco que mi hermano sea tan destinado tuyo como lo soy yo… En estos días eres mío, dame-Tsuna.

—E-espera —se quejó recobrando un poquito de raciocinio—. Yo no…

—Tu opinión no cuenta ahora —deslizó con agilidad sus manos por el cuerpo que dominaba en ese instante y levantó con lentitud la parte superior de ese pijama.

—Reborn —susurró perdido en medio de un letargo extraño causado por el excedente de feromonas en el aire; a pesar de ser omega reaccionaba ante el celo de su tutor—, no…

—Nos vamos a divertir unos días, dame-Tsuna.

—Pero…

—Aunque supongo que, por ser tu primera vez, yo tendré que tener el control.

 

Tsunayoshi Sawada hubiese protestado, pero no tuvo oportunidad porque una tela le impidió unir sus labios y su mano libre fue esposada al otro extremo de su cama. No tuvo escapatoria, y perdió esperanzas de detener a Reborn cuando éste le confirmó que la habitación fue insonorizada y sellada. Aun así, entre incoherencias, intentó razonar con el adolescente. Fue una pérdida de tiempo, claro estuvo.

 

—Tú me vas a satisfacer en mi primer celo, Tsunayoshi.

 

Tsuna recordaría entonces las caricias, su vergüenza siendo arrebatada por las agiles manos que estimularon su sexo, la mirada cristalina que entonaba el iris ébano, los sonidos dados por el lubricante y la preparación, el calor de sus cuerpos, el aroma a rosas, sus gemidos ahogados por la tela que en cierto punto fue retirada, el escozor de sus muñecas por las esposas que se abrieron con el tiempo, el placer de besar a quien le correspondía, los sonidos que jamás pensó escuchar en aquel azabache, el desenfreno, el agotamiento, el placer, el calor que rodeó su intimidad y succionó cada porción de esencia disponible en su cuerpo, y el éxtasis de cada orgasmo.

Pero no fue sólo eso lo que ocurrió.

Se decían que entre omegas no se podía generar un vínculo, un lazo mediante una mordida, y aun así los caninos de ambos se desplegaron en medio de su frenesí para incrustarse en la piel ajena y generar una cicatriz que los marcaba mutuamente como pareja. Una mordida mutua en el lado izquierdo de sus cuellos, de ambos, un lazo que sus almas aceptaron como verídico.

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Tengo algunas cosas que decir:

  1. 1.       Me dio flojera hacer un lemon, les dejaré con las ganas XD
  2. 2.       Si es que no se entendió los papeles de los involucrados, en el siguiente capítulo se explicará.
  3. 3.       Algunos sabrán que soy fan de la versatilidad, ideas algo raras, BDSM, filias, etc, etc, etc.
  4. 4.       Se fijarán que, en la portada, la taza que sostiene Tsuna tiene las iniciales “RA”, es por los hermanos Romeo y Renato Argento.
  5. 5.       Argento es el apellido que uso en otro fic, alv.

Muchas gracias por llegar hasta aquí, en el siguiente cap se dará el final de esta historia media… fumada XDDD

Los ama: Krat~

Besos y pastelitos~


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