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Hímero por Mascayeta

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Era su primera vez en ese juego. Por consenso lograron tener ese 6 de enero un espacio para ellos solos después de todo el ajetreo de las grabaciones.


Ijuuin tenía entre sus manos la posibilidad de obtener la tan anhelada venganza.  


Usami-san iba a probar en carne propia lo que era ver a su pareja en el mayor estado de vejación, se iba a culpar de llevarlo a tomar como única forma de borrar su humillación, la muerte.


En su mente recreo la imagen de Misaki sosteniendo el reloj de Akihiko como lo había encontrado en la mano de su "Bella Luna". La prueba de que era un asesino.


Sumido en sus planes, solo noto a Takahashi cuando este se aproximó lo suficiente para quitarse la camisa que lo cubría, quedando desnudo frente a él. Sus movimientos eran felinos. Tan diferentes a los tímidos de Mizuki. Era una lástima, saber que alguien tan bello terminaría en una morgue, pero esos son los daños colaterales de situaciones como la que vivían.


—Puedes llamarme como quieras, este es tu regalo de Reyes por ser un buen niño —susurro el fotógrafo a su oído.


Misaki conocía su pasado y como se entrelazaba con los Usami. Un descuido lo hizo llamarlo por el nombre de su antiguo amante, suficiente para que el ojiverde le preguntara y pidiera sinceridad.


Le contó como se conocieron, como se enamoro de sus desplantes, de la forma como cuidaba a su prima, y de la manera como acepto probar con él aquello que al ver ejecutarlo en otros a Kaoruko lo excitaba. 


Definitivamente no fue amor a primera vista, fue la cercanía, los pequeños detalles, compartir los momentos buenos y malos... eso forjo su relación, la cimento y permitió que pensaran en vivir juntos.


Posterior a su confesión, Misaki procedió a amarlo con toda la ternura que pudo expresarle. Cada caricia que le brindo actuó como un bálsamo para su corazón.


Por eso cuando le pidió que le ayudara con lo de Sakura, aceptó sin dudar. Akihiko se lo merecía, eso y más. Alguien que no permite la felicidad de otros, no puede obtener la suya.


El 28 de diciembre se dio la oportunidad para complacer a quien creía era su amante.


Llegaron a la fiesta de fin de año que Iwaki-san brindaba a sus empleados y socios. Los paparazzi que ya habían comenzado los rumores sobre su relación hicieron de ellos su objetivo principal.


Para nadie era desconocida la homosexualidad de ambos, así que dar un poco de fan service a los medios fue fácil. Un beso en la mejilla, un sonrojo, una cogida de manos. Todo para encontrarse con la mirada del abogado al ingresar al salón.


Lo demás fue muy fácil. Sabía cómo llegar al cerebro de quien todavía no está seguro de sus sentimientos. En algún instante sintió lastima por Takafumi, pero eso le pasaba por no alejarse a tiempo. Varias veces le aconsejo a través de Kaoruko que se apartara. Yuu se lo repitió con su propio ejemplo... algún día le pediría excusas a ese chico.


Yanase le permitió explotar su lado sádico, vengativo e inhumano. Nunca obtuvo una queja, pero también supo pararlo a tiempo. Un no dicho de manera segura implicaba detenerse.


Sabía por la fotografía que su amiga le envió desde París, que estaban juntos. Pasados los tres días que le dio el castaño para que aclara sus sentimientos, Kaoruko lo llamó solicitando su presencia.


En la imagen él lucía un hermoso collar como símbolo de que le pertenecía a la pelinegra en cuerpo y alma. Siempre lo supo, pero también lo necesitaba, Yuu les ayudo a ambos a exorcizar parte de sus demonios. 


La menor de los Usami al fin pudo pasar sus papeles libre de cargos y contar lo ocurrido esa fatídica noche. Ella siguió con su vida.


Una historia de las tantas que estaban en su mente, y que como minas explotaban por cada uno de los besos que Misaki depositaba sobre su cuello en la medida que desabotonaba su camisa.


Siguió pensando en la forma como atacó a Usagi-san. Una charla casual en la que incluso participaron Sawa y Katou, en la que contó cómo conoció a Yokozawa, de su labor en el club de host, de cómo más de una vez lo vio acompañado de Deane y de lo curioso que resultaba el que siempre lo presentó en sus reuniones como un sobrino de su difunto esposo Shin.


Pero el golpe final lo asestó cuando estaban solos.


Una frase bastó para derrumbar la confianza del abogado «me sorprendió saber que Haruhiko también usaba sus servicios. Pensé que solo había contratado para hacerte desistir de tu empresa».


En la madrugada Misaki y él escribieron a Sakura los resultados de su encargo. Cuando el ojijade se durmió, llamo a la mujer pidiéndole que nunca más utilizara al joven para sus intereses. Obtuvo una irónica risa y la advertencia de que ella lo haría tantas veces como quisiera.


Al cortar la comunicación, envió todo lo que encontró en el teléfono de Takahashi a Kirishima Zen.


 


Gimió al percibir los dientes del joven artista en su oreja. Se convenció que Misaki no era consciente de lo hermoso y sensual que podía actuar. Sujetándolo de la cintura Ijuuin le pregunto:


—¿Estás listo para sentir dolor y placer por mi?


Misaki fue alzado por el productor que lo amarró con su cinturón a la cabecera de la cama. Su rostro estaba sumido en las almohadas mientras su trasero se elevaba dejándolo en una posición deshonrosa.


Sintió como la mano del ojilila rodó por encima de su piel, se alejo y el golpe sonó fuerte y claro. El dolor en la medida que las palmadas aumentaban la intensidad iba causando una incomoda sensación de ardor.


—Relájate, déjate llevar —murmuro Ijuuin al percibir lo tensionado que se hallaba el castaño.


Pero por más que lo deseaba, su cuerpo se resistía. El siguiente manotazo fue más duro, lo que provocó que se arqueara y gritara un poco más alto.


Kyo lo halo del cabello hablándole en un tono que lo hizo estremecer.


—Piensa para quien naciste y por qué estas aquí —Takahashi no podía regular su respiración. Tuvo miedo por lo que se venía, algo le gritaba que corría peligro.


Su cabeza fue lanzada hacia delante y su cuerpo presionado con brusquedad sobre la cama.


El peso sobre el colchón cambio, imposibilitado para ver lo que el productor hacía tuvo que esperar procurando no hacer conjeturas que le causaran más estupor. Al parecer no entendía de que se trataba este juego.


—Treinta golpes, hasta que entiendas que solo eres mi objeto —el ojiverde gimió al apreciar el castigo debajo de sus nalgas en la parte superior de sus muslos.


El cuerpo del chico seguía oponiéndose, el Dom supo que no iba a resistir, definitivamente se quebraría. Pero entonces ocurrió.


El menor apreció el dolor como una llama en su cerebro. Algo similar a la placidez producida cuando el estado de alicoramiento comienza a desinhibir a quien lo consume.


Ijuuin vio como el castaño tiro de su amarre arqueándose como un gato que esta desemperezando; una magia que se da entre un amo y su sumiso, algo que le lleno de satisfacción. Dio el último fustazo, para desatarlo sin mostrar lo ansioso que estaba de buscar su boca.


Las sabanas estaban manchadas por el orgasmo de Misaki. Sus brazos se enrollaron en su cuello mientras él lo abrazaba con fuerza.


—¿Estás bien? —cuestiono con algo de preocupación.


Takahashi se apartó para mirarlo con sus ojos llorosos y con una expresión de cansancio por lo que acababa de pasar.


—Si, ¿te gusto? —devolvió la pregunta pasando su mano por la cara del productor.


«No, este no es mi estilo» pensó. Lo había hecho porque era un necio.


Desde que lo vio se enamoró de ese chiquillo. No le importaba ninguna venganza, si Usami Akihiko había matado a Mizuki, la justicia era quien debía determinarlo. Por eso pediría que el caso se reabriera.


Besó los labios del joven y le murmuró.


—Descansa, mañana hablaremos de las condiciones de tu contrato.


El chico se acomodó en el desorden de cama y se dejó arropar. Con las suaves caricias sobre su cabeza escuchó a Kyo...


—Ten por seguro que esto jamás se repetirá. Nunca podría lastimarte.


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