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Hímero por Mascayeta

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Misaki daba vueltas de un lado para otro frente a la puerta del encargado de la investigación del asesinato del primo de Usami.

Ijuuin se había entregado libremente colocándose a disposición de las autoridades por el error de haber hurtado la prueba de manos de Mizuki, pero debido al lazo que había entre ellos y argumentando su abogado un estado de “intensa ira y dolor”, se comenzó a mirar bajo otra perspectiva.

Shizuki Ishi salió con una sonrisa de satisfacción. El chico de su misma edad se veía complacido con los resultados de la sesión. El gesto se borró cuando llegó al ojiverde quien desde que se conocieron supo que no era de su agrado.

Sin importarle mucho la situación, Takahashi dejó ver el símbolo que demostraba que tan seria era su unión con el productor. Ante esto, el abogado rodó los ojos.

Por el momento había logrado un aseguramiento domiciliario, pero el caso debía volver a Londres y ser tratado allá. Por petición de Kyo y debido a su trabajo, seguiría la investigación con las pruebas respectivas, pero tanto él como Usami debían estar disponibles para cuando se les llamara.

Esto último causo extrañeza en el fotógrafo, Ishi le explicó que el peliplata tendría el mismo tratamiento, ya que su abogado mostró pruebas que demostraron que a la hora del deceso se hallaba en otro lugar.

Sin embargo, esto solo dilataba el caso, ya que se debía comprobar la coartada.

El caso se complicaba más porque los encargados en Inglaterra lo tenían como el resultado de una mal manejada sesión de “amor sadomasoquista”. Algo que se estaba volviendo muy común después de las dichosas novelas de señor Gray.

La voz del castaño los hizo voltear a ambos, sin importar el lugar Misaki se lanzó a sus brazos dándole un beso en los labios. Llevaban demasiado separados, y lo necesitaba. Por lo menos el amor entre ellos parecía realmente sincero. Prueba lo que estaban viviendo.

—¡Hermoso!, lastima que nunca pude ver esas expresiones con Usami —la voz de Isaka los separó —. Tranquilo no vengo a interrumpir tu luna de miel, necesito que hablemos. Si quieres ellos pueden acompañarnos.

Takahashi bajo la mirada, su situación con Sakura fue vox populi tan pronto como Kirishima se entero de la amenaza que su exmujer le había hecho a Yokozawa. Como no le respondía el celular, llamó al gerente de la joyería y lo enteró de lo que ocurría.

Ahora, sentados frente a la inexpresiva figura de Asahina y del risueño Ryūichirō, le tocaba aceptar que sabía un poco más allá de lo que había dicho sobre el asunto.

—¿Desde cuándo? — la frialdad de Ijuuin se comparó con la satisfacción de Shizuki.

—Meses después de que regrese de Estados Unidos escuche a Takahiro hablando con Haruhiko del asunto —respondió tímidamente— era algo confuso ya que ambos hablaban del «otro» como el principal responsable.

—¿Sabes quién es ese hombre?

Misaki lo negó, tenía sus sospechas, pero por sugerencia de Hatori el nombre era recomendable solo decírselo a las autoridades. Cualquier filtración en la información podía mandar a la cárcel a un inocente. Por alguna razón el abogado de Usami-san estaba convencido que ninguno de los hombres implicados era culpable y eso se lo repitió durante todo su encuentro.

Asahina entendió lo que pasaba, pero era mejor dejarlo así, no quería generar una discusión mayor y de pronto acabar con una relación que hasta el momento parecía ir por buen camino.

—Ijuuin, tuve miedo de que esto fuera solo un juego, una especie de venganza —una lágrima se escapó de los bellos ojos del menor— cada vez que estábamos juntos solo repetías su nombre…

Kyo se sintió culpable, era cierto. Pero las cosas habían cambiado después de esa noche que quiso lastimarlo, ¿acaso no se lo demostró?; sí, pero demasiado tarde.

Moviéndose hasta él lo abrazó. Ambos necesitaban confiar más.

—Bueno, entonces solo queda esperar que llamen a Haruhiko y que hable por voluntad propia —sentencio Kaoru, se despidieron dejando que el trio continuara con los tramites respectivos para el paso del productor a su casa.

Dirigiéndose al coche, el abogado le pidió a su pareja adelantarse para poder averiguar un poco más sobre el traslado de Akihiko, ya que no podía quedarse solo en su apartamento y consideraba que la mansión Usami no sería una opción.

En privacidad llamó a Hatori, la pregunta fue directa ¿Quién era el «otro» del que hablaba Misaki? Cuando su amigo dijo el nombre, tuvo que sentarse por la impresión. Esa sí no se la esperaba.

 

 

Hatori llevaba días revisando la información, habían quedado con Chiaki de hacerse cargo de Usami mientras resolvía su situación. Lo mejor era no involucrar, aún, a Miyagi, ya que, si podían resolver esto en Japón, él podía solicitar ser el juez del caso.

Shinobu era su único puente de comunicación. El rubio lo saludó efusivamente con un café y una caja de pastelillos. Agradeció que no fuera un plato de comida, él y Yoshino para ese menester estaban negados.

Abriendo el estuche y degustó un cupcake de arándanos. ¡Dios!, se sintió en la gloria apenas saboreó la crema, por un instante su mente divago hasta su pareja viéndolo cubierto de esta.

—Aterriza y deja de emocionarte —se burló Takatsuki señalando su entrepierna— ¿has podido encontrar algo?

Yoshiyuki negó con la cabeza.  Limpiando un poco sus manos, le pasó las fotografías de la escena del crimen; tal vez la visión del sumiso le podía dar una perspectiva diferente. Y no se equivocó, el chico le señaló dos aspectos que él no había tenido en cuenta.

Uno era relacionado con la disposición de la escena, y el otro con el video de seguridad del parqueadero. En este se veía a Mizuki hablando con un hombre, pero lo que no había notado era que a su lado había otro ubicado perfectamente fuera del ángulo de grabación.

Ese era su objetivo.

 

 

Deane llevaba meses sintiéndose mal, el dolor en el pecho no se le quitaba y el adormecimiento de sus extremidades se estaba haciendo más frecuente. Ese día había pasado con Yokozawa y Kisa en el restaurante, verlos le llenaba de tranquilidad, más ahora que estaba pasando por el problema de la muerte de Shiiba y la desaparición de Kaoruko.

 Tomo las pastillas recomendadas por el médico recostándose en el somier de la sala.

—Deberías cuidarte, a tu edad tanto ajetreo puede matarte.

—Me sorprende que estés aquí, y sobre todo que te preocupes por mi salud.

—La verdad es que poco o nada me importas, pero que te mueras y no dejes solucionado lo de la herencia, puede convertirse en un problema.

El desprecio en su mirada era algo que se había acostumbrado a sentir desde que se casó con Shin. Ahora lo mejor era descansar, se acomodo para indicarle que no continuaría con una discusión que no llevaría, como siempre, a ningún lado.

La risa de su hijastro logro que lo volviese a mirar. Estaba convencida que el resentimiento que le tenía era lo único que lo motivaba a mantenerse al lado de la familia, una que visitaba cada vez que necesitaba dinero o lucir el apellido.

—Deberías regresar a Los Ángeles, te deben estar extrañando —levantó los hombros y se sentó frente a la mujer que ya se había acomodado correctamente— ¿qué quieres realmente?

—Todo.

—Shin tenía razón, nunca entendiste que esto era más que dinero.

—Y tu jamás entenderás que te falta mucho para ser una Usami, me arrepiento del día que te lleve a mi empresa.

Deane se incorporó y se dirigió a la puerta, el dolor se había intensificado y se le dificultaba respirar. No quería mostrar su debilidad frente a su hijastro.

Desafortunadamente este ya se había dado cuenta de su estado, así que la alcanzó en la puerta para susurrarle en el oído.

—Primero serás tú, luego Akihiko y por último Haruhiko.

—Son tus hijos…

—¿A quién le importa?

 

«Noticia de última hora:

La señora Deane Vinstone murió en su apartamento en la madrugada víctima de un paro cardiorrespiratorio.

Sus familiares y amigos desean paz en su tumba».

 

 

 

 


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