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Hímero por Mascayeta

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Isaka sintió las manos de su pareja deslizarse por su espalda, para luego pasar a sus hombros y detenerse allí para darle un suave masaje. Esto unido a la tibia agua le hicieron gemir por la sensación que experimentaba.

El sonido del ojiazul hizo que el castaño colocara un poco más de presión en esa zona, estaba tenso y no era para menos con todo lo ocurrido hasta el momento. Continuo hasta percibir que el musculo cedía y la respiración de Ryūichirō retornaba a su ritmo natural.

De manera inconsciente el actual CEO de la casa matriz en Londres se movió dentro de la bañera para pegarse al torso de su único amor. Estaban juntos desde hacía tanto tiempo juntos que a veces los pensamientos de la posibilidad de que Kaoru le abandonara por lo caprichoso y mimado que podía comportarse, le causaban temor.

Inmediatamente su cuerpo se estremeció, quizás porque lo conocía demasiado, Asahina besó con delicadeza su hombro en la medida que descendía en una suave caricia hacia su cintura.

El jadeo por la forma como su pareja tomó su pene para iniciar lentamente con su masturbación fue solo el comienzo de la intimidad que ambos extrañaban. Ryu pegó su cadera lo más que pudo a la de su amado para en el mismo ritmo poder demostrarle su necesidad.

Dándole vuelta el abogado buscó la boca de quien era su complemento, aunque sabía que la preparación que pudiese darle no iba a ser suficiente, realmente necesitaba poseerlo, la abstinencia forzada en la que se habían mantenido por todo el problema de la joyería les pasaba factura.

—¡Ahh! —el grito fue una mezcla clara de dolor y placer.

Como cada vez que Kaoru le poseía en esa posición, espero que él tomara el control, así que lentamente procedió la auto-penetración apoyado en los hombros del castaño que le veía con el deseo de la primera vez que estuvieron juntos.

—Más… Ryu no te distraigas —las manos en su cintura lo obligaron a moverse más rápido, así como sentir de una manera más profunda al hombre se clavó dentro de su canal. El jabón ayudaba como lubricante y el chapoteo por el agua hacían de la experiencia algo más excitante.

De repente el ojiazul sintió como era apartado y la inexpresiva cara de su amante mostraba todo aquello que él necesitaba saber. Con suavidad y algo de premura hizo que colocara sus manos en el borde de la bañera para en esa nueva postura poder volver a tomarlo. Las embestidas eran más resueltas y hondas, los dientes y labios de Kaoru estaban en su espalda y hombros, la fuerte estocada le indicó que pronto llegaría y él se encontraba igual.

Arqueando su espalda apretó el falo del otro con fuerza, Isaka eyaculó manchando la pared en la cual se halla mientras percibía la caliente semilla de Asahina en su interior.

Los brazos del abogado lo rodearon para seguir depositando besos en su oído y cabello, como siempre la erección de Kaoru no bajaba con solo el primer encuentro, lentamente continuo la intromisión.

—Esta noche no te dejare descansar…me lo debes por San Valentín…

—Espero que sea igual de bueno mi regalo el día Blanco.

Las risas y jadeos volvieron a llenar el lugar. Por ahora tanto Asahina como Ryu se debían solo a ellos, mañana volverían a la hecatombe de Usami Jewerly. El sonido del celular los obligó a detenerse.

Con decepción, el abogado salió del agua y contestó el aparato.

—Dame media hora, nos vemos allá.

Ryūichirō observó la expresión de su amor, lo que esperaban se había dado más rápido de lo que creían.

 

Misaki daba vueltas a su celular, no sabía hasta donde hacerle caso a Ijuuin y quedarse en Londres, era su hermano el que estaba hospitalizado. No tenía la menor idea si era verdad lo que decían.

La sensación que tuvo cuando sus padres murieron se repetía de manera lamentable, la diferencia era que ahora si entendía que era morir. Las dulces explicaciones de Takahiro diciéndole que sus padres habían salido a un viaje muy largo y que no volverían a encontrarse sino cuando estuviesen muy viejitos, le había extrañado, pero a su corta edad fue una mentira necesaria y que le sirvió para sobrevivir sin preocupar a su familia.

En ese instante su cabeza ubicó el único contacto que sabía no le mentiría sobre la salud de su hermano.

Yokozawa sirvió la malteada junto con las colaciones, por alguna razón cada vez que se encontraba con Misaki tenía la sensación de estar con Hiyori, por un tiempo quiso sentir odio por el muchacho, pero realmente era difícil hacerlo. El ojiverde era sincero en sus emociones y pensamientos, así que al final cuando le dijeron que debían volver a Inglaterra, se ofreció a protegerlo en su apartamento.

Cerró la alacena y tomó la mesita auxiliar para llevar los alimentos, al estar frente a la puerta sus manos apretaron fuertemente la madera.

—¿Me lo juras? Akihiko sabes que eres el único en cual confío, así que esper…

El silencio le daba el tiempo para ingresar y saber que decían, pero la mezcla de celos y temor comenzó a llenarlo lentamente.

—Esta bien. Entonces espero tu llamada, por favor no me falles.

Un nuevo silencio incomodo y tan lleno de posibilidades.

—Te quiero. Adiós.

Retrocedió para chocar con un cálido cuerpo que le ayudo a sostener la bandeja. En su oído las palabras de Zen sonaron llenándolo del valor necesario para seguir.

—Recuerda que en una relación lo principal es la confianza, no saques conclusiones apresuradas.

Ayudándole a abrir la puerta, el menor sonrió al verlos, cogió la malteada y como un niño pequeño se sentó en posición de loto mientras veía como le colocaban la mesita.

Como si todo hubiese acabado con las palabras de Usagi-san, Misaki paso a relatar lo que había ocurrido a Takahiro.

Kirishima y Takafumi escucharon sin poder dar crédito a lo que la codicia podía llegar a causar.

El teléfono del apartamento sonó nuevamente, el ojiazul contestó deseando que fueran buenas noticias para Misaki, muy para su desconcierto al colgar solo pudo articular con algo de miedo la razón para el castaño mayor.

—Zen, algo le sucedió a Hiyori en el colegio.

 

Sentado por obligación en la rectoría y con la niña de primaria que no quiso separarse de su lado a pesar de los ruegos de la psicóloga del colegio, aguardaba por los padres de los dos educandos involucrados en el suceso.

Aunque su catedra era en preparatoria, con tal de no volver a su vacío apartamento había optado por quedarse en las tardes preparando clase, corrigiendo evaluaciones o simplemente apoyando alguno de los clubes de su agrado. En particular ese día había estado en kendo, desde niño lo practicaba y hasta algunas medallas había ganado, pero al marcharse a América sus gustos cambiaron por la literatura y el dibujo, haciendo que conociera a quien se convirtió en su amor imposible.

Reviso las fotografías de la pequeña Cristal y sus padres. Tenía el hermoso color de cabello de la mujer y los ensoñadores ojos de su progenitor. Sin darse cuenta acarició su rostro en la pantalla.

—¿Es tu novio?

Casi se muere cuando oyó la pregunta. Nadie sabía de sus gustos y que una niña de seis o siete años lo afirmara con tanta naturalidad le heló la sangre. La suave risa de la castaña lo puso a dudar de que responder.

—Mi papi tuvo un novio, pero ahora solo son amigos. Vivimos en un gran apartamento con la pareja de un producto famoso —cruzó sus brazos y llevó un dedo a la mejilla para hacer memoria, el ceño fruncido y la forma como golpeaba su cachete le causaron gracia —. Kyo, ese es su nombre ¿lo conoces?

—¿Ijuuin Kyo? —vaya si esa era la pareja de uno de los amigos de su padre, no quería ni imaginar quien podría ser él —¿viven los tres?

La niña asintió y narró todo lo vivido en su país natal y porque estaban allí. No se había equivocado, los apellidos que dio la cría eran reconocidos y más ahora por los problemas de la joyería y el asesinato de uno de ellos.

—y ¿él era tu novio?

—No, es un buen amigo de la universidad, yo no tengo pareja.

La puerta se abrió para dar paso al rector, Hiyori corrió para encontrarse con su padre, que pidió dar las gracias al docente que protegió a su hija de los acosadores.

El profesor extendió la mano al castaño de ojos dorados que le sonreía con total agradecimiento. El contacto entre ambos le indujo un sonrojo que le hizo bajar su cabeza abochornado.

—Lo invito a cenar sensei —dijo el padre de Hiyo quien apretó aún más la mano del maestro, demostrándole que no aceptaría un no como respuesta.

Después de Takafumi el corazón de Zen volvía a latir acelerado por alguien. Al escuchar la respuesta supo que el destino le daba otra oportunidad y no iba a desperdiciarla.


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