Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A través del tiempo. por Ulala

[Reviews - 48]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

No se habían visto desde hacía dos días. Ambos sabían los horarios correctos para evitarse. Paul, había actuado por un impulso que había crecido dentro de él, en base a pensamientos, en base a estúpidas circunstancias que ahora mismo, estaba intentando olvidar mientras bebía vino sentado en una butaca de la cocina. Tyler, por otro lado; había preferido interpretar todo como una broma de mal gusto, ya que aquello le había resultado lo más tranquilizador. Miró su celular con desgana. Katherine no lo había llamado en aquellos tres días, sólo le había mandado algún que otro mensaje. Y no es que realmente le importara, pero sabía lo que aquello podría significar.




Era de noche, tenía hambre; pero no sabía cocinar. Se frustró nuevamente cuando por su cabeza pasó preguntarle a aquel rubio que ahora se escondía dentro de su habitación, si sería capaz de hacer algo para comer. El timbre comenzó a sonar, miró el reloj, eran las diez de la noche y él no esperaba a nadie. Se asomó por la puerta de la cocina para ver si era para Tyler, pero tampoco era así. Caminó hacia la puerta con desgana, había varias posibilidades y una era peor que la otra. Cuando abrió la puerta, se encontró con un chiquillo. Frunció el ceño, no lo conocía.




—Buenas noches, disculpe la hora —clavó sus ojos celestes fríos en los del muchacho, podría haber asegurado si no fuera por la penumbra de la noche, que estaban rojos e hinchados—, Soy un amigo de Tyler, mi nombre es Kaoru. Me preguntaba si él se encuentra en casa—el moreno se apoyó en la puerta, sonriendo casi con malicia. Tuvo miedo en aquel momento, frente a aquel monstruo de mirada fría e indiferente, que lo observaba calculando todas las posibilidades.



—Ya veo  —respondió. El castaño sintió un escalofrío al oír su voz, bajó la mirada al suelo avergonzado—, espera aquí, llamaré a Tyler —cerró la puerta de un portazo sin una mínima pizca de amabilidad.



En otras circunstancias él realmente lo habría dejado pasar, pero el rubio estaba en etapa de prueba. Después de haber encontrado a dos personas durmiendo en su cama, imaginó que aquel idiota había quemado esas sábanas, pero no tuvo oportunidad de preguntárselo. Subió las escaleras rápidamente. Sonrió al pensar que aquel mocoso que esperaba afuera era casi adorable. Golpeó la puerta al llegar pero no esperó respuesta y pasó directamente. Lo miró acostado, en su cama mirando instagram. Al verlo se reincorporó de una manera brusca, casi como si estuviera a la defensiva.



—¿Qué sucede? —preguntó, volviendo su vista al aparato electrónico, deslizando su pulgar hacia abajo distraídamente. El moreno, en aquel momento no supo que aquel muchacho de ojos verdes, tenía las pulsaciones totalmente aceleradas.




—Hay un chiquillo que parece de secundaria ahí abajo. Me preguntó si podías salir a jugar. Está esperándote —dijo de mala gana. No se movió de la puerta, pero se apoyó en el marco. Se sorprendió cuando aquellos ojos verdes se abrieron con sorpresa y saltaron de la cama.




—¡Maldición! ¿Kaoru? ¿por qué no lo hiciste pasar? —se arregló su ropa rápidamente, corrió sus cabellos rubios hacia atrás. Cuando quiso pasar por la puerta, se encontró una pared sonriendo—, Quítate —Paul se movió, sonriendo con malicia. Estaba apurado, casi desesperado por verlo. Su curiosidad aumentó.



El rubio pasó por su lado rápidamente sin siquiera mirarlo y hubiera seguido su camino, de no ser porque tomó su muñeca en un agarre firme. El pasillo estaba casi oscuro, la luz era tenue.




—Ten cuidado con lo que haces, Tyler. Si vas a tener sexo espero que no sea aquí —avisó, casi de manera amenazante. El rubio quiso golpearlo, pero se contuvo apretando sus puños—. Aunque, no podría culparte, ese chiquillo se ve apetecible.




No supo cuándo, pero de repente su espalda estaba contra la ventana. Por un segundo, su expresión cambió de burla a sorpresa, pero al ver aquellos ojos verdes resplandecientes de furia, volvió a sonreír. A diferencia de la vez anterior, no lo había golpeado, sólo había aplicado la fuerza suficiente como para estampar su cuerpo. El moreno no ofreció resistencia, se quedó allí con una expresión que despertó el odio del otro. Sintió un escalofrío en la espalda a causa del vidrio frío. Lo presionaba con la palma de su mano e izquierda en su pecho, manteniendo su brazo totalmente extendido. El moreno no soltó su muñeca en ningún momento. Sentía el agarre cálido de sus dedos. Por un segundo, no dijeron nada, Tyler miraba hacia arriba ya que Paul era más alto. Sólo se observaron, como si estuvieran diciendo las peores barbaridades con tan sólo mirarse.



—Ni siquiera te atrevas a poner tu asquerosa  mirada encima de él, ¿escuchaste? —esta vez sí colocó más presión en su mano, pegándole aún más hacia el vidrio; sin embargo, sin lastimarlo, a pesar de que quería hacerlo. El más alto era fuerte y sabía perfectamente, que de haber querido, podría salir de su agarre. Su voz sonaba casi quebrada de la furia. Quería matar a aquel ser que lo miraba divertido, que incluso aunque sabía que Tyler podría haberlo golpeado, no lo haría. Lo soltó. Paul no movió un músculo y el rubio siguió caminando por el pasillo, perdiéndose al bajar las escaleras.




—Qué divertido —susurró para sí.



Cuando decidió volver a la cocina, mientras bajaba la escalera, vio a Tyler aún en el marco de la puerta frente al castaño. No distinguió lo que hablaban, pero lo abrazó. Cuando Tyler se giró, Paul observó su rostro sonriente, complaciente ante aquel castaño. Nunca había visto esa expresión en su rostro. Algo en él se congeló y se quedó parado mientras aquellos dos pasaban por su lado. El rubio le preguntaba si deseaba algo para tomar o para comer, Kaoru se negó. Subieron finalmente y se perdieron de vista. Paul cuando reaccionó, volvió a donde estaba sentado en un principio, sólo que esta vez, dejó la botella de vino al lado de su copa.




___

 

Entraron en la habitación del rubio. Lo invitó a sentarse, él obedeció robóticamente y se acomodó nerviosamente en la cama, Tyler se sentó a su lado. Fue un minuto, en que el silencio reinó. El castaño tenía la cabeza hacia abajo, sus cabellos cubrían su expresión.



—Lamento no haber avisado que venía —susurró—, realmente tenía que hablar con alguien y creo que tú quizá puedas entenderme —su voz comenzaba a quebrarse —. No sé cómo decirlo —tapó su rostro con la palma de sus manos. El rubio colocó una mano sobre su hombro—, yo… tuve sexo con Tom —las lágrimas se escurrieron por sus dedos. Tyler quitó la mano temblorosamente, abrió los ojos con sorpresa —, hace aproximadamente dos meses. La última vez —su alma estaba rota, casi tanto como su voz—, fue hace dos semanas. Desde entonces no le he hablado.




Tyler se quedó en silencio. Algo se había partido; algo que no podía repararse; algo que no podía volver a juntarse. Apretó los puños. El castaño no movió un músculo y si hubiera levantado su rostro en aquel momento, habría visto cómo aquellos obres color pradera amenazaban a cristalizarse. Sintió que algo que por mucho tiempo había atesorado, que había sido lo más puro, lo más inmaculado dentro de su fantasía, había muerto.




Sintió celos, rabia, impotencia, envidia. Observó a Kaoru temblar de tristeza por un hombre que no era él, sino, su mejor amigo. Su hermano, su familia, el único por el cual, si tuviera que hacerlo, daría su vida. Y se odió de la manera más profunda en aquel momento, por dudar de su fidelidad a aquel hombre. Extendió su brazo tembloroso para tocarlo, pero volvió a dejarlo en su lugar. Podría haberle dicho que siempre había anhelado besarlo; que había pasado noches enteras pensando si confesarle sus sentimientos o no; que hacía dos años no dejaba de pensar en aquello. Y que haría lo que sea por expiar todos los pecados que había cometido si él le daba una mísera oportunidad. Podría haberle jurado que él sería capaz de borrar todas las lágrimas que Tom le había causado. Pero no lo hizo. Lo abrazó, sintiendo que era la última vez que olía la fragancia de sus cabellos. Sintió las lágrimas mojar su cuello. Lo estrechó fuertemente. No por Kaoru, sino por él. Porque no quería dejarlo ir.




—Maldición. Tengo tanto miedo, Tyler —sollozaba, aferrándose a su espalda—, ¿qué dirá mi familia si alguna vez se enterase? Me echarían de mi casa… yo no sé…él debe odiarme ahora mismo. Ha estado llamándome desde entonces y lo he estado evitando —se separó del rubio y limpió sus lágrimas con su antebrazo—, estoy aterrorizado de perderlo. Estoy aterrorizado porque realmente lo amo —clavó sus ojos celestes en los verdes. El rubio sintió morirse en ese momento.




Era gracioso lo increíblemente cruel que era, que aquellas palabras no fueran para él. Hablaba con desesperación, con la misma desesperación que en algún momento sintió cuando hablaba de Kaoru. El rubio se paró y caminó hacia el escritorio para tomar un cigarrillo. Se preguntó, qué era lo correcto. Se preguntó qué tan mal estaba aprovecharse de ese momento de debilidad; se preguntó qué tan cierto era que el amor no era egoísta. Tiró el humo por la boca mientras lo miraba, pensó que quiso besar cada lágrima que se deslizaba por sus mejillas.




—No creo que te odie —dijo finalmente. El castaño abrió sus ojos celestes con sorpresa—, sí creo, por otro lado, que todo esto deberías estar diciéndoselo a él, no a mí.




—No sé si quiero estar en una relación con otro hombre —susurró—, es vergonzoso —el rubio lo observó casi con furia, pero se contuvo.




—Entonces díselo —hablaba bruscamente.




—¿Puedes… decírselo tú? —miraba la palma de sus manos, avergonzado. Frunció el ceño.




—¿Quieres que rechace a Tom por ti? —era ridículo. Kaoru asintió. Quiso pegarle un puñetazo a la pared.




Se vio en un embrollo de sentimientos. La persona que había amado durante tanto tiempo, estaba lastimando a su mejor amigo. Se quedó pensando hasta que el cigarrillo se consumió completamente. Observó al castaño de reojo, sentado en su cama. Se preguntó por un segundo si lo odiaría por hacerle el amor en aquel mismo instante; se preguntó si eso haría que olvide a Tom.




—Hablaré con él, Kaoru —estaba enojado—, lamento ser tan brusco, pero por favor vete. No sé cuánto tiempo más podré contenerme —su voz prácticamente suplicaba.




—¿Contenerte? ¿de qué hab…? —se paró bruscamente de la cama mirándolo atónito.



—¡Vete! —golpeó la pared. Kaoru se sobresaltó. No dijo nada. Lo observó con tristeza. Caminó hacia la puerta y se fue en silencio. En cuanto la puerta se cerró, Tyler rompió a llorar, apoyando su frente en el puño que acababa de golpear el cemento.




___



Paul comenzó a impacientarse. Sin embargo, supo que no había ocurrido nada, cuando vio al castaño bajar las escaleras rápidamente. Se veía perdido. Su expresión demostraba tristeza, miedo. Lo siguió con la mirada en silencio hasta que desapareció tras la puerta. Mocoso mal educado, ni siquiera se había despedido. Estaba aburrido, pero tenía la sensación de que ir a molestar  Tyler era una mala idea. Se recostó sobre el sillón y colocó su brazo sobre los ojos. Le dolía la cabeza. Cuando estaba a punto de caer rendido a los brazos de Morfeo, sintió las rápidas pisadas en la escalera.




—Voy a salir, Paul. Vuelvo en un rato —no le estaba pidiendo permiso, le estaba avisando.




—Ey, ¿a dónde diablos vas? Son las onc —pero el portazo lo interrumpió. Frunció el ceño. Había alcanzado a ver el rostro desencajado del rubio. Podría haber corrido detrás de él, como algún padrastro preocupado, diciéndole que era tarde para salir. Pero le dio pereza. ¿Qué diablos había pasado entre esos dos?



___



Caminó algunas cuadras hasta encontrar un taxi. Por algún momento, consideró pedirle el auto a Paul, pero no quería ni dirigirle la palabra ni darle explicaciones al respecto. En el viaje, mientras observaba la ventana distraídamente, se preguntó qué diablos estaba haciendo. Quería golpear a Tom. Quería golpearlo por idiota y abrazarlo para que entre los dos compartan ese maldito sentimiento que los estaba torturando.




Cuando llegó, tocó el timbre tres veces. Era su forma de decirle desde que eran pequeños, que era él. Le abrió la puerta al cabo de un minuto. Se miraron en silencio y entendieron que aquella no era una visita como cualquier otra. Tom tenía ojeras, Tyler sus ojos irritados. Estaba sólo con un pantalón de pijama por lo que supuso, que había estado intentando dormir. La casa estaba en la penumbra, silenciosa, no había nadie más que él.



—Tyler —era una forma de saludo. Estaba serio. Se quedó parado en la entrada, clavó sus ojos verdes en aquellos grises. Sintió dolor. Aquella casa, que había entrado tantas veces, que había pasado tantas noches se sentía ahora extraña, desconocida. Esperaba que le diera el permiso para entrar—, Pasa. —se corrió a un lado, pasó por su lado sin mirarlo.




—Sabes a qué he venido, ¿no? —el moreno asintió al escuchar estas palabras. Subió las escaleras, para dirigirse a la habitación donde los tres habían reído, donde los tres en algún momento se habían emborrachado y donde Tom había hecho suyo a Kaoru.




Cerró la puerta de la entrada. Se dirigió a la cocina, abrió la nevera y cogió dos cervezas. Cuando entró en su habitación, Tyler tenía un cigarrillo en la mano y estaba tirando el humo por la ventana. Le extendió la botella en silencio. Ninguno dijo nada, se quedaron en silencio un rato, hasta que el dolor de ambos se fundió en uno.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).