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Huellas||Sterek|| por Dark_Ness

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Notas del capitulo:

    Hello, ha pasado un tiempo.

    

   El día comenzó con el sol colándose por la ventana de Stiles.

    No había mucha diferencia este día del anterior, o de algún otro antes de este; todos comenzaban igual, con el mismo resplandor del sol en la ventana como una lupa. La calidez de la mañana se veía en armonía con el frío que dejaba atrás el amanecer; y eso es lo que le despertaba ahora al chico lobo.

     Apestaba un poco despertarse por el cambio de temperatura en la habitación; cuando ni siquiera era tan brusco. Pero eran cosas de chuchos sobrenaturales; o chuchos sobrenaturales adolescentes con hormonas revueltas.

    Hormonas revueltas... Qué manera tan especial de comenzar el día.

    Stiles abrió los ojos sin ceremonia; dejando que la luz le diera de lleno en los ojos. Automáticamente sintió el dolor de la contracción del iris en la pupila; y tuvo que hacer un esfuerzo para no cerrar completamente los ojos.

    Ya no hacía falta colocar una alarma, no mientras su cuerpo actuaba como el mejor reloj que pudiera comprar.

    Stiles tenía clases ese día; estaba a mediados de noviembre, y los exámenes antes de Navidad los tenía en la nuca, haciéndole presión como si le dijera que si no los pasaba, no se graduaría jamás. Por eso, y porque tenía que cuidarle la espalda a su hermano de otra madre, se levantó y caminó inmediatamente al baño.

    Cada vez que se quitaba la ropa para meterse a bañar, reparaba en el nombre de su piel. Cuando era pequeño, su querida madre le contaba cuentos fantásticos acerca de cómo un héroe había salvado al mundo de la destrucción junto a sus amigos; de como la valentía le hizo ser alguien valeroso y merecedor de la virtud absoluta. Siempre se preguntó de que héroe hablaba; pero ella se fue antes de que él pudiera preguntarle. Pero entre otras historias fantásticas, Claudia Stilinski siempre le hablaba acerca de las leyendas de los nombres y las almas predestinadas.

    Ella decía que no era ninguna leyenda; puesto que ella misma tenía el nombre de su papá en la palma de su mano izquierda. Stiles podía pasar horas observando el nombre de Noah en la mano de su mamá y no se cansaría jamás. Pero entre lo que ella le comentó, es que habian casos especiales; como el de ella y Noah; puesto que sus nombres no se aparecieron en la adolescencia como el de los demás (o los afortunados, como le gustaba catalogar Claudia entre sus momentos de narradora), sino cuando ellos estaban en sus veinte.

    Parecía ser que el asunto de los nombres era más complejo de lo que los demás pensaban. Y entre uno de los miedos de Stiles, a parte de perder a su familia, era estar completamente solo en el mundo. Que nunca tuviera un nombre en su piel.

    Por eso, cuando conoció a Scott, pensó que su nombre se dibujaría cuando el estuviera en sus doce o catorce años (dependiendo de su propio metabolismo, tal como Claudia le aseguraba); porque Scott era su alma gemela, y lógicamente, tendría que ser su alma destinada. Pero entoces llegó Cora Hale al colegio, acompañada por su hermano mayor, que en ese momento tenía trece años; y Stiles supo que algo cambió.

    Ese día, Stiles convenció a su hermano para juntarse con la chica nueva; y no se arrepintió cuando la niña eligió a Batman por encima de Superman. Cora resultó ser la chica más cool e interesante del salón, incluso del colegio entero; y el par de chicos estaban tan orgullosos de ser sus amigos.

    Hasta Lydia Martin sabía que Cora era genial, cuando el nombre de Lydia era reconocido por ser la persona más genial en el colegio, y quizás en el pueblo entero. O hasta condado.

    Ese día, cuando llegó del colegio, Stiles le contó a su mamá entre sonrisas y saltos hiperactivos de un niño feliz con TDA todo lo que había pasado con Scott y Cora. Claudia, que estaba horneando brownies para el postre; sonrió con todo el amor que tenia para su hijo.

    Más que todo, cuando comprendió que él no se había fijado en la niña, sino en el hermano de la niña. Y lo mejor de todo, es que Claudia conocía a la familia Hale muy bien; sin embargo, tampoco le dio tiempo de contarle ese detalle a Stiles antes de morir.

— ¿Estás gastando todo el agua del condado, Stiles? —la voz de Noah Stilinski, el Sheriff de la comisaría de Beacon Hills, padre de Stiles junto con otros muchos títulos que su hijo no pudo adjuntarle, se escuchó afuera del baño. Stiles se dio cuenta que pasó unos cuantos minutos debajo del chorro de agua sin hacer nada más que recordar el pasado mientras veía las letras en su antebrazo— Recuerda que tienes que llegar temprano a las clases del entrenador, ¡y nada de escaparse con Derek Hale otra vez!

— ¡Eso fue una sola vez! —las mejillas de Stiles se tiñeron de un bonito color que le hacía competencia a la pastilla de jabón carmín con olor a cerezas que usaba para bañarse.

     Stiles recordó lo magnífico que se sintió volver a ver a Derek de nuevo después de seis años sin saber nada de él; y no pudo evitar la sonrisa que se le escapó cuando la imagen de Derek caminando por las calles de Beacon Hills asaltó su mente.

—Y también dijiste que sería solo una vez cuando te descubrí con Scott metido en mi oficina hurgando los papeles del caso — Stiles podía escuchar el reproche sin necesidad de tener su audición de lobo. Pero también sentía la sonrisa de su padre. Eso le hizo sonreír también— Así que ya sabes, muévete. Y nada de salidas sospechosas. Nos vemos en la noche.

—Adiós papá, ¡No comas carne! —Stiles rió ante el gruñido de desazón de su papá al escuchar lo último.

     Después de que Stiles terminó de bañarse y estuvo listo para salir, tomó sus cosas y las llaves del Jeep.

    Durante el camino, los recuerdos de las risas de Cora le hicieron una bonita compañía. Había una escena muy bonita que recordaba una y otra vez, como si fuera el bucle que estaba dispuesto a repetir eternamente; era cuando Derek buscó a su hermana al colegio, y Stiles se le quedó mirando con el calor del bochorno subiéndole por el cuello poco a poco.

    En ese entonces, ellos ya tendrían unos once años, y Scott y Stiles ya habían pasado cuatro años junto a Cora. Las cenas en la mansión Hale eran dignas de un festín; y eso lo comprendieron cuando fueron la primera vez a comer; unos dos meses después de que conocieran a Cora. Pero ese momento, en donde Derek ya estaba saliendo poco a poco de la adolescencia; Stiles comprendió que el chico era tan hermoso.

    Por lo que Cora le había comentado, Derek perdió a su novia cuando el tenía catorce años, o casi quince; y que desde entonces pasó por un momento duro en donde cambió completamente. Pero a los ojos de Stiles, Derek seguía siendo tan perfecto; que dolía ver cómo su juventud se había marchitado con una tragedia temprana.

    Ese día, a parte de que Cora se burló bastante de Stiles por mirar a Derek con ojos de niño enamorado (Scott también se unió en la burla), ella los invitó a una cena. Este recuerdo era mucho más extenso, y no era exactamente el que estaba pensando Stiles; porque las risas de Cora en su momento eran la mecha que encendía su sonrisa, pero era como seguir un camino de migajas; terminaría ahí aunque no lo hiciera de manera consciente.

    Mientras el semáforo se quedaba en rojo, Stiles frenó el Jeep y le dio tiempo de pensar en lo que sucedió esa noche bajo las estrellas.

    Como otros tantos días, Derek se alejó de su familia y fue a la entrada trasera de la mansión. Era una noche despejada; las nubes apenas eran visibles en el firmamento mientras que el viento las movía con pereza; las estrellas relucían como polvo de diamantes en la basta oscuridad, y el olor a césped húmedo le daba calma al niño. Tal vez por eso se acercó a Derek, o tal vez era gracias a que sus sentidos estaban sedados por la comida.

    Sea como fuere; Stiles se sentó al lado de Derek. Y en silencio, los dos contemplaron el cielo.

— ¿Qué estás haciendo aquí? Cora está allá adentro —aún en los recuerdos lejanos de Stiles, la voz de Derek podía entenderla y sentirla como si le estuviera hablando frente a frente. Estaba melancólico esa noche.

—Te buscaba a tí —le había dicho el niño, sorprendiendo a Derek— Te fuiste sin decir nada.

—Quería ver las estrellas —le respondió después de un rato en silencio. Stiles asintió. Ninguno se miró— Lamento lo de tu mamá...

—Ella estaba mal... y no quería que sufriera más —Derek entendía lo que le decía Stiles; por eso no añadió nada más— Ella preguntó por ti cuando la vi la última vez.

    Stiles recordaba vagamente que Derek enmarcó una ceja. Y le hizo sonreir mientras arrancaba el Jeep; la luz había cambiado a verde y estaba con el tiempo justo.

—Sí, quería saber si te gustaron los brownies que te dio la otra vez en tu cumpleaños —Derek sonrió sinceramente mientras acariciaba la hierba debajo de sus manos; Stiles quería tomarle de las manos. Pero tenía miedo de espantarlo— ¿Te gustaron?

—Estaban tan ricos como los que hace mi mamá. Estoy segura que... —de repente toda la alegría de Derek se esfumó. Stiles casi pudo adivinar que era lo que Derek estuvo por decir.

— ¿Sabes? No sé si es lo que quieres escuchar, o lo que necesitas. Pero está bien que sientas dolor; no nos hace menos por expresarnos. Y no estás solo —Stiles se atrevió a mirar a Derek, quien tenía la vista clavada en la grama, donde sus manos reposaban; estaban temblando un poco— Al igual que la luna tiene a sus estrellas, tú nos tienes a nosotros. —Stiles no recordaba si se había sentado junto a Derek, o si estaba parado junto a él. Pero algo era claro; y fue cuando posó su mano sobre el antebrazo derecho de Derek.

     Hubo un corrientazo; como si Stiles hubiera metido un tenedor en un enchufe de la sala mientras tocaba el suelo descalzo. Pero fue tan placentero, como comer los brownies de su mamá una vez más; o como escuchar la risa de su papá por los chistes de Claudia. Y parecía que Derek también sintió lo mismo, porque su cara reflejó su sorpresa.

     Y así como llegó el recuerdo, se fue.

     Stiles llegó al instituto, se encontró con la cara sonriente de Scott junto a su novia cazadora; y se unió a ellos. Había llegado temprano para entrenar.

     Lo más curioso de los recuerdos de Stiles, es que los más felices eran aquellos que florecieron en medio de la tragedia. Un mes antes de esa cena en la mansión Hale, Claudia Stilinski había fallecido; y un día después del acercamiento de Stiles y Derek; el chico tenía la primera letra en su piel, pero la mansión Hale estaba en llamas.

←•→

     Ese mismo día, un poco más tarde, cuando el sol se comenzaba a ocultar por el oeste; Derek estaba caminando por las calles de Beacon Hills en compañía de su tío Peter.

    Después de que recibiera la sarta de información por parte de Laura; Derek quiso ponerse al día con su familiar. Y Peter necesitaba a alguien que fuera su víctima.

    Derek no estaba tan hastiado al alrededor de Peter, o al menos así fue durante la primera hora. Ahora estaba anocheciendo, y quería lanzarse hacia el primer carro que pasara por la carretera; no podía durar otro minuto más con Peter aunque lo deseara —que dicho sea de paso, no lo deseaba.

— ¿Qué pasó con los Argent después de que nosotros nos fuimos? —Derek se cansó de buscar temas para eludir a Peter y su extraño sentido de la convivencia. Habían hablado de todo, excepto de cosas que le interesaran realmente— ¿Siguen aquí?

— ¿Si te refieres específicamente a Kate Argent? Déjame decirte que no, ella se fue después de causar destrozos y nadie sabe a dónde fue—Peter se miró las manos, como si estuviera examinándose las uñas— Espero que haya ido a parar a la habitación más caliente del infierno.

— ¿En serio mencionas calor e infierno después de todo lo que pasó? —Derek no podía creer el cinismo de su tío; después de todo lo que habían pasado. Le parecía que la falta de compasión le seguía intacta en el fondo de la retorcida alma de Peter— Eres increíble.

—Lo mismo dijo la última chica que me vio —Peter metió sus manos dentro de sus bolsillos mientras caminaban. Las luces de la calle se encendieron mientras el manto de la oscuridad caía en el cielo; y los negocios comenzaban a cerrar.

— ¿Y eso cuando fue? ¿Antes o después de que te volvieras loco? —Peter colocó los ojos en blanco; él siempre había sido loco, al igual que los chistes de Derek habían sido malos.

—Anoche, para tu información —Peter sonrió con suficiencia mientras que Derek se alejaba un poco más de su tío— Ella era tremenda.

—Al igual que mis ganas por acabar esta conversación.

     Lo último que se escuchó fue la risa del tío excéntrico de la familia y un suspiro resignado de Derek.

    Estaban pasando por el bar gay que se había vuelto popular en los últimos años, y Peter como que recordó algo importante, porque sus ojos se iluminaron maliciosamente. Derek sabía que algo malo se avecinaba si Peter podía sonreír así.

— ¿Cómo van las cosas con Stiles? ¿Al fin pudiste dar un paso con él o dejaste que el asistente del Sheriff te lo quitara? —Derek sintió que una enorme espada fría le había atravesado la espalda, comenzando con la nuca y terminando en medio e sus caderas. De todos los temas que podían tocar, ese era el que menos le gustaba— Oh, sobrino... por tu cara puedo ver que ya te ganaron la batalla. Lo lamento; no pensé que esto pudiera pasar.

— ¿De qué hablas? Nadie me ha "ganado" —Derek hizo comillas con sus dedos, y rápidamente hizo un ademán de manos, en donde trataba de espantar mosquitos o todos los males de su familia— Y no hay cosas con Stiles... ¡Te pusiste de acuerdo con Laura para molestar! —Derek colocó los ojos en blanco y se alejó de su tío; estaba decidido a alejarse de las rarezas de su familia.

—Hay muy pocas cosas con las que pueda estar de acuerdo con Laurita, y estoy más que seguro que esta no es una de esas; tal vez solo estamos de acuerdo en eliminar al alfa que merodea por aquí... que aún no ataca a otro inocente —la voz de Peter cambio sutilmente, como si estuviera recitando algo de memoria— ¡Pero! —regresó su ocurrencia en ese tono de voz— No, Laura y yo no tenemos que ver con esto.

—Y tampoco tuvieron que ver con mi entrada a las finales de baloncesto, o a estar en la primera tanda para presentar el examen de manejo... —Derek comenzó a nombrar momentos que fueron intervenidos por los dos integrante menos pacientes de su familia, y Peter tuvo que aceptar a duras penas que Derek tenía razones para sospechar.

—Bien, bien... Pero esta vez no es el caso. No estoy estableciendo una hermandad con tu querida Laura.

    Antes de que pudiera replicar con algo mordaz, la calle se iluminó lo suficiente como para alumbrar a las personas que estaban pasando por ahí. Esta vez, los transeúntes estaban agrupados en un quinteto; eran adolescentes, de esos que salían de juerga los viernes por la noche y lo único que hacían era reírse a carcajadas. Derek sintió un pinchazo de envidia y melancolía al ver la alegría del grupo, o al escuchar sus risas. Habían tantas cosas que Derek extrañaba de su vida, como a su familia; pero no sentía tanto la ausencia de sus amigos hasta que vio a los chicos de adelante.

—Mira, ya es hora de que La Jungla se llene de clientes —Peter también se dio cuenta de que los adolescentes venían en horda— ¿Qué dices? ¿Vienes?

— ¿Y ver como le coqueteas a un chico treinta años menor que tú? No, gracias. Me cansé de ser testigo de crímenes. —Derek aceleró el paso y se alejó de Peter, quien burlesco le susurraba un «tú te lo pierdes» mientras entraba al club.

    Derek resopló cansando de las sandeces de Peter y le pasó por al lado a la horda adolescente risueña. Tal vez el pueblo de verdad fuera muy pequeño; pero no era excusa para encontrarse a Scott y a Stiles en cada sendero que el recorría.

    No pensaba que ese par de idiotas tuvieran amigos, puesto que siempre que los veía estaban ellos dos solos (aún no conocía a la tal Allison); pero se llevó una rara sorpresa al verlos caminar junto a otras personas. Eran cinco en total; ellos dos más un chico rubio y alto con aires de grandeza, junto a una bajita pelirroja que estaba bien vestida, como si hubiera salido de una revista de modas (la cual se veía un poco amenazadora) y con una chica tierna de cabello oscuro; ella debía ser Allison, puesto que estaba agarrada de la mano con Scott y tenía esa mirada de enamorada que solo los adolescentes pueden tener.

    Derek no había visto ese rayo de felicidad en la mirada de Scott, ni esa soltura que tenía alrededor la chica. Se veía como si fuera una persona segura de sí mismo, y que nada podía dañarlo aunque trataran de hacerlo. Derek sonrió al ver al chico feliz. Pero su vista seguía escaneando a los otros chicos del grupo que no conocía; deteniéndose en el rubio; tal vez se veía por fuera como el típico chico que lo tenía todo, que sabía que era irresistible, y que tenía el ego elevado por la estratosfera. Oh sí, Derek los conocía muy bien; y de esa forma fue como entendió que ese tipo tenía problemas suficientes como para hacer un libro deprimente o un libro de autoayuda. 

    Pero él no ayudaba a las personas que no querían ayudarse a sí mismos. 

    Y de todos modos, ¿por qué ahora observaba adolescentes? Derek se sintió más desubicado de lo usual y se ajustó su chaqueta de cuero mientras pasaba al lado de ellos. No podía negar que sentía curiosidad al ver en e entorno natural a "sus compañeros de manada".

    Al pasarle por al lado a los chicos, Derek reconoció el ritmo acelerado del corazón de Stiles. Tal vez él fue el único que lo reconoció, y por eso reaccionó; pero lo más decepcionante es que ninguno de ellos se voltearon para darle una segunda mirada. Y más allá de sentirse excluido, sintió un pequeño agujero que se propagó por todo su pecho. ¡Y claro! El bendito nombre también estaba metido en ese paquete; su brazo sintió como si lo hubiera atravesado un escalpelo, abriendo su piel en dos partes iguales y exponiendo los músculos al frío.

    Derek había sentido muchas cosas gracias al nombre en el antebrazo; pero ninguna como esa. Las anteriores les había causado dolor —oh, jodido Dios que sí—; pero era uno casi placentero, como si estuviera quemándose por un tipo de fuego sagrado; e incluso, había sentido ansiedad, pulsaciones nerviosas que le indicaban de que algo no iba bien. Y en los casos mas bizarros, ese nombre le había enviado corrientes eléctricas que le inducían un momento breve pero intenso de excitación. Pero nada se comparó con esa nueva sensación. Era un dolor sordo, que le dejaba sin aliento y con ganas de refugiarse en un lugar en donde pudiera recuperar la respiración.

    ¿Qué significaba todo eso?

— ¿Qué te pasó, Stilinski? Mueve el culo antes de que cierren el club —la voz del rubio sacó de su trance a Derek.

—Eres un dolor en el culo, Jackson —Derek no necesito ver a Stiles para saber que colocó los ojos en blanco.

    Y con ello, el grupito se movilizó, dejando atrás a Derek junto a su dolor sordo y las miles de dudas.

←•→  

    Esa noche, Derek no pudo conciliar el sueño. Y Laura, harta de que Derek mirara a la ventana sin parpadear ni dejar señales de que estuviera vivo; lo encaró.

— ¿A qué te refieres? —Laura se veía atenta a la charla de su hermano menor. Tenía puesto un conjunto de pijama que vio hacía días en una de las tiendas del pueblo. A Derek le causaba risa ver a su hermana con un conjunto completo con estampados de lobos— ¿Te duele todavía el brazo?

    Derek asintió. Desde que llegó al loft, no se había quitado nada más que los zapatos y los calcetines; por lo que se quedó sentado en un sofá frente a un ventanal mientras observaba el exterior. Laura era comprensiva al respecto, porque ella entendía de primera mano lo que era atravesar aquella odisea en lo que se refería a las almas predestinadas; por lo que era la fuente de información más confiable de Derek.

    Ella le pidió que se quitara la chaqueta, para examinar la piel. 

    Pero ese grito que se escuchó en el loft, los sorprendió a ambos. En especial a Laura, quien en general no gritaba ni levantaba la voz más de lo necesario.

— ¡Sangre! —exaltó entre pánico— ¡El nombre está sangrando!

    Efectivamente; había mucha sangre seca pegada en la piel de Derek y en el interior de la manga de la chaqueta, pero también había sangre nueva. Ambos corrieron al lavaplatos que estaba en la cocina y abrieron el grifo del agua, para limpiar la piel; Derek soltó un pequeño quejido cuando el agua fría se puso en contacto con su piel,y Laura lo miró sumamente preocupada.

    Sin embargo, el nombre no sangraba. Era solo una letra. La estaba sangrando, como si la hubieran delineado con el filo de una cuchilla. La piel estaba sensible y sonrosada.

    ¿Ese entonces era el dolor insoportable que había sentido? ¿Tan intenso fue el momento, que su nombre experimentó una nueva reacción?

— ¿Qué está sucediendo, Laura? 

—Yo no... no...

— ¿No qué? ¡Laura! 

— ¡No sé, Derek!

    Entonces, Derek comprendió que Laura era su mejor fuente de información; y probablemente la única; pero ¿qué pasa cuando tu fuente de información no tiene las respuestas a tus preguntas? 

    En el caso de Derek, cosas graves; por lo que su nueva misión era buscar otra fuente de información confiable. Y mientras tanto; los hermanos entraban en pánico.

———

 

Notas finales:

    Hey, ¿qué tal les va? He hecho este capítulo con una idea clara, pero que poco a poco se me fue de las manos, y creo que ha quedado desastroso; sin embargo, lo que he plasmado es un punto interesante dentro del universo en el cual me estoy enfocando (el de las almas predestinadas, o soulmates, como quieran decirle), y como es mi punto de vista, puede que a veces no quede tan concreto; me disculpo por ello. 

    Espero lo disfruten :)


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